Tú, colorada que llenas las venas
Que eres la motivo de horror y de penas
Tu, colorada que igualas las almas
De cada mortal fresca tú te derramas
Solo tú, humor espeso de aroma ferroso
Sales del humilde y del ostentoso
Sin prejuicios de honor ni de clase
Que algún huésped tuyo acaso usase
Tu como siempre tan escandalosa
Vestida de bien carmesí o de roja
Recorres los vasos y si te despojas
¿Acaso el alma también se deshoja?