Solo tú

By Emmabk

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Dicen que el odio al amor hay un solo paso, pero de la amistad al amor el paso es cuestión de solo milimetros... More

Solo tú
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Epílogo

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By Emmabk

Ethan

Me siento tan impotente.

No sé qué más puedo hacer. Se supone que debería estar feliz pero no puedo evitar tener este mal presentimiento, ese sentimiento que me dice que toda mi felicidad se puede ir a la mierda en cualquier instante.

Mis padres también están preocupados. Los he visto tratando de hablar con los padres de Liv, pero todo es inútil. Mi madre dice que sin importar cuál sea el problema, no debo dejar sola a Liv. No era necesario que me lo dijera, por qué no pienso hacerlo…no otra vez.

Hoy se cumple un mes desde que me arme de valor y enfrente mis demonios. Hoy hace un mes le pedí a Liv que fuera mi novia. Hoy hace un mes que mi felicidad aumento, entonces, ¿Por qué me siento de esta manera?

Todas las tardes me siento con Liv en su sala, nos abrazamos, nos besamos, nos reímos e intento que olvide aunque sea por unos minutos todos los problemas en su casa. Ni siquiera ella sabe que ocurre y eso me preocupa mucho más.

Ayer mi madre preparó una enorme cena, todo estaba listo para que las dos familias se reunieran como siempre lo hacemos. Pero cuando mi padre fue a casa de Liv, solo recibió un gran sermón y un portazo en la cara. Más tarde, salí y entre al jardín. No podía escuchar con claridad nada de lo que decían, pero escuche al padre de Liv discutir con su esposa y dejar la casa. Encontré a Liv en su habitación llorando…otra vez.

Cuando por fin se quedó dormida, me quede varios minutos observándola. Se veía tan indefensa y frágil. Su largo cabello recogido en una trenza malhecha, estaba pálida, tenía dos grandes círculos negros alrededor de sus ojos y he notado como esa estúpida pijama azul le cuelga en lugares donde antes se ajustaba perfectamente. Me acerque más y le di un beso en los labios.

—Feliz año nuevo, amor mío.

Fue lo único que pude decirle. Me levante y regrese a mi habitación con ese maldito sentimiento cada vez más presente.

Cuando regresamos a clases, Liv se veía mal. Todas las mañanas íbamos juntos, tomados de las manos. Al llegar, Jimmy le daba un fuerte abrazo e intentaba hacerla reír, pero no funcionaba. Durante el almuerzo, Liv se encerraba en el estudio y pasaba horas pintando hasta que Jimmy o yo la sacábamos de ahí.

Con el paso de los días, Liv dejo de pintar. Pasaba las horas después de clases, sentada en mis brazos, en silencio. Como si todo fuera a acabar. No sabía qué hacer para que volviera a sonreír.

Ansiaba con tantas ganas ser su roca, ser la persona que pudiera sacarla de ese hoyo en el que se había hundido. Pero no podía. Cada día, mi frustración crecía y las malditas ganas de gritarles a sus padres aumentaban.

El pasar de los meses trajo más problemas.

Liv pasaba todas las tardes en mi casa. Mi madre preparaba comida extra y se quedaba en mi habitación por las noches, solo la llevaba a su casa para que se duchara y nos marchábamos a la escuela. Sus calificaciones seguían bajando y yo me quedaba hasta tarde estudiando con ella. Cuando le pregunte de sus solicitudes para la universidad no dijo nada.

Mis padres estaban furiosos cuando se enteraron que no había mandado ni una sola solicitud a ninguna universidad. Recordé cuando Liv me decía que quería asistir a la Universidad en New York, ella decía que quería estudiar arte en Francia, todos esos sueños que siempre me contaba con ese brillo especial resplandeciendo en su mirada…todo había desaparecido.

Y de pronto, irme lejos ya no era una opción. No podía marcharme de Michigan y dejarla hundida en ese infierno.

Nos costó mucho esfuerzo, pero Liv terminó la preparatoria con una calificación aceptable. No asistió a la ceremonia de clausura y sin importarme nada, regresamos temprano y fui directo a su casa. Entre con su diploma en la mano y subí directo a su habitación. La encontré aún con su pijama y profundamente dormida.

Después de varias horas y de pelearnos como lo habíamos hecho en las últimas semanas, logré que se duchara y cenamos en mi casa. Mi madre le preparo un pastel por la graduación y le dieron regalos. Más tarde, nos fuimos a su casa y nos quedamos dormidos abrazados.

Una tarde, Liv estaba esperándome en la entrada de mi casa. Se había puesto el vestido que mi madre le había regalado en navidad, su cabello en esa maldita trenza que ahora usaba todos los días y esos zapatos rojos que tanto me gustaban. Me abrazo y me dio un gran beso.

—¡Feliz cumpleaños amor!

Me dijo. Había olvidado por completo mi cumpleaños. Pasamos toda la tarde sentamos en el jardín riendo y jugando. Como cuando éramos niños…claro, cuando éramos niños no nos besábamos en cada oportunidad y mucho menos la abrazaba con tanta necesidad como lo hacía ahora. Al caer la noche, mi madre me preparó un gran pastel y nos sentamos en la mesa como una gran familia feliz. Nunca solté la mano de Liv, la abrazaba y la besaba cada vez que yo quería y me gane algunas reprimendas de mi madre. Cuando por fin todo terminó, acompañe a Liv a su casa. Como siempre, sus padres no estaban y ella pasaba las noches sola.

Las siguientes horas nos quedamos hablando de tantas cosas, pero entonces el maldito tema salió otra vez.

—No tienes que quedarte aquí.

—No empieces con lo mismo Sky. No me iré. Estudiaré leyes aquí.

—Ethan nunca quisiste quedarte en Michigan. Siempre quisiste ir a San Diego…

—Ya no más.

—Ethan…

—¡Basta Sky! No quiero volver a hablar del tema —dije levantando me la cama, me sentía frustrado cada vez que hablábamos de lo mismo— No pienso marcharme  y deja de insistir por qué no lo haré.

—¡No quiero que después te lamentes Ethan! Tu sueño siempre ha sido ir a San Diego, estudiar leyes y jugar en un gran equipo de futbol. ¡Tienes que hacerlo!

—¡Basta! —Di la vuelta y me dirigí a la puerta. Estaba furioso. No con ella. Conmigo. Me sentía tan confundido. Frustrado. Enojado y lleno de un vació que me consumía con el simple pensamiento de dejarla sola. No podía irme. No sin ella.

Liv corrió y me abrazo.

Me detuve y me deje llevar por la calidez de su cuerpo.

La bese con una gran necesidad. Reclame su boca, sus labios y su cuerpo. La tome en mis brazos y la deposite suavemente en la cama. Bese su cuello, la sentí estremecerse y soltar un pequeño gemido. La ropa empezó a estorbarnos y cuando nos quedamos desnudos grabe en mi memoria esa imagen, la imagen de la única mujer a la que he amado completamente desnuda y a mi merced. Bese cada parte de su cuerpo. Recorrí con mi lengua cada curva que me había vuelto loco en los últimos años, toque desde sus suaves pechos hasta sus muslos, la sentí derretirse con cada beso que depositaba entre sus piernas. Se estremecía mientras mordía y lamía sus pechos, y mis manos explorando todo su cuerpo. Poco a poco la hice mía y cuando su cuerpo se acoplo al mío nos dejamos llevar por el placer, con cada embestida ella me respondía con un suave gemido, sus piernas se aferraron a mi cuerpo y sus brazos me recorrían la espalda. Llegamos juntos al mejor orgasmo que había tenido en mi vida, nos seguimos besando y lo hicimos varias veces más. Esa imagen se quedaría en mi memoria para siempre, la imagen de la mujer que amaba pidiéndome mucho más, aferrándose a mi cuerpo, estremeciéndose con cada embestida que le daba y gritando mi nombre cuando llegamos al orgasmo. Mi Liv. Mi mujer.

Nos quedamos abrazados y la observe dormir pacíficamente en mis brazos. Su cuerpo desnudo era hermoso. Sus pechos apretados contra mí estómago, sus piernas enredadas con las mías, sus labios en mi pecho. Amaba tanto a esta mujer.

Esa noche, mientras hacíamos el amor por primera vez, tome una decisión.

Me iría a San Diego, estudiaría y sería el mejor abogado del mundo…pero todo eso lo haría después de que esa mujer, la mujer con la que había crecido, la mujer que había lastimado y la mujer que tanto amaba se convirtiera en mi esposa.

La amaba y nadie la apartaría de mi lado.

Nunca.

Oliva Sky Lane sería mi esposa la mañana siguiente y nada ni nadie me lo impediría.

O ese era mi plan hasta que la mañana siguiente vi la escena que destrozo mi vida.

La policía estaba en la entrada de la casa de Liv. Y fue entonces cuando lo comprendí. 

Se habían marchado.

Liv se había ido.

Liv me había dejado. 

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