GHOST ➳ The Originals.

By lynmex

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❝- ¿Por qué hiciste eso? Pudiste lastimarte o romperte un hueso. La oji-azul hace morritos con s... More

♙ Prólogo.
♙ 1.
♙ 2.
♙3.
♙4.
♙ 5.
♙6.
♙7.
♙8.
♙ 9.
♙10.
♙11.
♙Nini and Ley-Ley.
♙12.
♙13.
♙14.
♙15.
♙16.
♙17.
♙18.
♙19.
♙20.
♙22.
♙23.
♙24.
♙25.
♙26.
♙27.
♙28.
♙29.
♙30.
♙31.
♙32.
♙33.
♙34.
♙35.
♙36.
♙37.
♔38.
♔epilogo.
Especial de navidad.

♙21.

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By lynmex

Klaus se lleva la mano al puente de la nariz, masajeando delicadamente el hueso de esta. Voltea a ver a sus hermanos; Freya estaba sentada en la cama a un costado de Aisha, Elijah se mantenía recargado en la pared que está a un lado del armario y Kol, quien sorpresivamente estaba ahí, escaneada a cada uno de ellos.


Todos permanecían en silencio a la espera de que alguien hablara primero. Sólo se podía escuchar la respiración pausada de la pelinegra y el latido de su corazón mientras que Freya sostenía su mano con fuerza.


— ¿Puedo preguntar qué pasó esta vez? –Klaus habla harto del silencio y de que nadie le expliqué nada.


Elijah le lanza una mirada mordaz por el tono que emplea. —Baja la voz.


—Entonces dime qué pasó, Elijah. No has dicho nada desde que llegamos y no estoy para hacer de adivinanzas.


El original mencionado aparta la vista de su hermano para ver hacia la cama. Klaus ciertamente tenía razón. Elijah no se había tomado la molestia de explicarles por qué Aisha estaba así, pero la verdad era que incluso él estaba buscando una respuesta a eso.


—Simplemente se desmayó –comenta sacándose las manos de los bolsillos–. Estaba leyendo el libro que le regale y de un momento para otro se desmayó en el sofá. Parecía como si tuviera dolor de cabeza antes de hacerlo.


Freya alza la cabeza, escuchando atenta. — ¿Dolor de cabeza?


Asiente. —A decir verdad, se puso totalmente pálida y temblaba, estaba en el balcón pero pude verlo.


—Tal vez este enferma –Kol interviene con aburrimiento–. No se supone que las mocosas se enferman en estas fechas, ya casi es invierno y se vuelven muy sensibles al frío.


Klaus rueda los ojos. —Eso sólo le pasa a los bebés, Kol.


—Es extraño –Freya murmura–. No he querido utilizar mi magia en ella para curarla completamente –aparta la mirada. Kol le observa curioso–. Pero creo que tendré que hacerlo esta vez.


—Sería lo más conveniente.


—En ese caso creo que te dejaremos sola –Elijah empieza a caminar hacia la puerta–. Klaus, Kol, vamos a fuera.


Klaus suelta un gruñido de protesta y está a punto de decir que no cuando Elijah lo empuja hacia la salida. Kol es el último que sale, regalándole una sonrisa falsa y un pequeño asentimiento de cabeza a su hermana mayor, cerrando la puerta detrás de él y dejando solas a las dos mujeres.


—No es momento para que enfermes, Nini –susurra Freya con voz pausada, acariciándole el cabello a Aisha–. Estamos en medio de una guerra y tenerte vulnerable a ti, nos hace vulnerables a nosotros.


Aisha permanece dormida, su respiración yendo lenta y pausada.


—Debes de ser fuerte, cariño –le dice, como si la estuviera escuchando–. Sé que duele, pero no voy a dejarla salir.


Con delicadeza retira la mano para después poner ambas sobre el pecho de la pelinegra. Freya cierra los ojos, empezando a mover las manos mientras murmura un hechizo que, con el paso de los días, se le ha hecho conocido. La magia que ha estado haciendo desde que vio los recuerdos de Aisha, era secreta y estaba haciendo poco efecto en la pelinegra. Sentía todo el poder contrario peleando contra el suyo, así que apretando más fuerte los ojos, puso más empeño en su hechizo.


Le había costado demasiado hacerlo, era algo que incluso para alguien como ella se le dificultaba. Pero haría todo por mantener esa parte de Aisha dormida, encerrada en lo más recóndito de su subconsciente, para que no volviera a ver la luz. Daba gracias que las hierbas y pociones que ponía en la comida, bebida y medicina de Aisha, fueran de ayuda.


Nadie más sabía sobre cosas que ella sí. Todos pensaban que su afinidad por proteger a Aisha era simplemente porque la veía como una hija, ciertamente lo era. Pero eso había cambiado desde que vio sus recuerdos, desde que supo sobre la muerte de su madre adoptiva y toda una infinidad de cosas que eran increíbles y horribles para ojos de cualquiera. Entendía que Aisha no era normal, que era alguien fuerte, poderosa.


Lo había ocultado de sus hermanos por que el hecho de que si alguien más lo supiera ponía en peligro a todos. Había algo que llevaba preocupándola todos esos días y semanas. Algo que era incluso más fuerte que cualquier Mikaelson. Algo que pertenecía en parte a la profecía que seguía a su familia.


Había visto los poderosas y verdadera que eran esas dichosas voces. Voces que eran de temer y que no terminaba de comprender.


Sintió un jalón en su pecho, imágenes proyectándose en su cabeza. Y lo que vio, no le gustó para nada, dejándola totalmente confundida.


—Ugh –murmura abriendo los ojos. Se pasa las manos por la nariz, limpiando la sangre que sale de esta–. ¿Está... Está recordando?



























— ¿Cómo te fue con Aurora y Camille después de ver a Stefan? –Elijah pregunta hacia Klaus una vez salen de la habitación de Aisha.


—Dentro de lo que cabe; bien. Camille está empeñada en querer matar a Aurora.


Elijah asiente, caminando por el pasillo junto a sus hermanos.


—Es razonable, fue ella quien la mato y convirtió en vampiro.


—Lo sé, sin embargo no puedo dejar que la mate. Eso iría en contra de todos sus principios –murmura, deteniéndose en el filo de las escaleras.


— ¿Estás seguro de eso? –Elijah le da una mirada despectiva–. ¿No quieres que Camille la mate por ella misma o por ti?


Klaus alza una ceja. — ¿Que estas insinuando?


—Solo digo que Aurora fue tu segundo amor después de Tatia. Camille el tercero y no sé... ¿Tal vez hay alguien más?


Elijah cierra la boca ante el claro gesto de incredulidad por parte de su hermano.


—No sigo amando a Aurora, Elijah –chasquea la lengua–. No siento más que lastima por ella y no, no hay nadie más.


—De acuerdo –responde simplemente, empezando a bajar las escaleras.


Kol, quien se ha mantenido callado todo ese tiempo, únicamente observando a sus hermanos, habla alzando la voz un poco más de lo normal.


—Hay algo que me inquieta.


Ambos originales se detienen a mitad de la escalera para girarse a verlo.


—Si es sobre tus problemas amorosos con Davina –Klaus empieza–. No me interesa.


El original mejor rueda los ojos, agarrándose del barandal. La bruja no tenía nada que ver en lo que le inquietaba, la verdad era que nada de la dichosa profecía que envolvía a su familia lo hacía, era extraño, pero sus instintos se disparaban cuando se trataba de la mocosa inconsciente. Desde aquella vez que se abalanzó hacia Davina tan repentinamente, una espina de inquietud se había clavado en su pecho y lo hubiera ignorado como generalmente lo hacía con cosas que no le importaban, sin embargo, esta vez era diferente, porque la espina todavía seguía ahí y el hecho de que esa niña fuera tan dulce e inocente no le gustaba mucho que digamos.


—No es eso, idiota –escupe–. Es sobre la mocosa.


—Aisha –Elijah corrige.


—Sí, Aisha –hace un ademan, restándole importancia al nombre–. Me inquieta.


Klaus vuelve a alzar una ceja. — ¿Por qué debería de hacerlo?


Kol hace una mueca, mirando directamente a su hermano.


—Si yo mismo lo supiera, créeme que ya lo hubiera dicho –dice–. Simplemente pienso que todo esto es demasiado raro. Ella es demasiado rara para mi gusto y ustedes saben que me gusta la gente rara.


Elijah lo interrumpe. —Al grano, Kol.


— ¿Ustedes no se han preguntado porque es así? Tan dulce, extrovertida, ilusa e inocente, si lo piensan bien hasta da escalofríos –se pasa las manos por los brazos, simulando un temblor–. Sobre lo poco que se de ella sus padres murieron y tuvo que venir aquí para que Hayley le cuidara -cosa que no resultó porque ustedes hacen de niñeros- está la odia y tiene alguna clase de enfermedad mental. Aunque no creo que sea una enfermedad...


—Kol, al grano –repite el honorable.


—No sé cómo explicarlo, Elijah. Simplemente me siento inquieto con ella, es la clase de sentimiento que no se debe pasar por alto, ustedes lo saben y me sorprende que tampoco lo sientan. Esa niña es rara, muy rara, sumándole que le pasan cosas aún más raras.


Klaus suelta un suspiro, retomando su camino por las escaleras.


—Cuando dejes de decir tonterías y aclares tus ideas, ven a decirme lo que sea que quieras –le dice.


Kol baja a velocidad vampírica las escaleras, plantándose frente a él híbrido.


—No he terminado –pone la mano en el pecho del contrario–. Escucha; sé que incluso para ti toda la situación debe de parecerte un poco extraña, me consta, piénsalo. Hay muchas preguntas, Klaus, sé que las tienes tanto Elijah, Freya y tú, porque igualmente yo las tengo, son preguntas que no sabemos las repuestas –se lame los labios, sintiéndose repentinamente nerviosos, como si hablar sobre eso, a unos metros de distancia del cuarto donde Aisha y Freya estaban, fuera malo–. ¿Por qué Hayley odia a Aisha? –baja la voz. Elijah, todavía parado a mitad de las escaleras escucha atento–. ¿Por qué Aisha se comporta así? La tonta canción que siempre está tarareando, las cosas raras que hace, jugar con cuchillos, lanzarse del segundo piso –mira de reojo a Elijah–. ¿Qué es toda esta situación? Y muchos, muchísimos por qué –señala su cabeza–. Ella ha dicho que hay voces en su cabeza.


Klaus se tensa, recordando la ocasión donde Aisha le pedía veneno para ratas sólo porque las voces de su cabeza le decían que debía de matar a todas las que había en la casa. Si bien sólo le había dicho a sus hermanos fragmentos de esa vez, se guardó la parte de las voces mandando en la cabeza de la pelinegra. No quiso prestarle atención en ese entonces, pues Aisha ya era lo suficientemente rara e infantil como para inventarse cosas como esas, así como también suponiendo que lo de la esquizofrenia que Hayley les dijo la noche que encontraron a la oji-azul llorando en su cuarto fuese verdad.


No quería pensar sobre eso, porque lo encontraba como una pérdida de tiempo a pesar de que, ciertamente, tuviera miles de preguntas en su cabeza sobre eso. Aisha era así, rara por naturaleza y él estaba bien con eso, ya era más el pensar sobre cosas tontas que en otras más importantes. Sin embargo, ahora que Kol había sido el primero en decir todo lo que él, sin darse cuenta, también tenía guardado, se tornaba todo diferente.


Porque él no era el único que pensaba sobre eso pocas veces al día.


— ¿A qué quieres llegar con esto, Kol? –inquiere Elijah, llegando hasta ellos.


Kol retira la mano del pecho de Klaus, para mirar al honorable.


—Ese es el punto, hermano –da un paso atrás, pasando miradas entre ambos originales frente a él–. No sabemos nada sobre los años anteriores de Aisha o de su vida entera aparte de su nombre, edad, que sus padres murieron y que Hayley es su hermana adoptiva –toma aire–. ¿A que quiero llegar? –repite–. No lo sé –le da un vistazo al final de las escaleras en la planta baja para después volver a mirarlos–. Y supongo que ustedes tampoco.


Kol tenía un punto, y sólo bastó con esa sencilla respuesta para que la misma espina de la inquietud se enterrara en el pecho de Elijah y Klaus. Una espina que tenían pero que no le habían tomado la más mínima atención.























—Hayley.


La nombrada alza la mirada del diario que leía para encontrarse con Elijah, quien yacía parado en la puerta que divide el estudió de la sala.


— ¿Qué haces aquí? –inquiere cansada–. ¿Vienes a sermonearme? Porque si es así, Freya ya lo hizo muy bien.


Elijah da un paso dentro de la habitación, negando sobre la pregunta.


— ¿Freya vino?


—Sí, ayer por la tarde –responde volviendo su atención al libro. Sabía que todos los Mikaelson estaban enojados con ella por lo de Aisha, y no podía soportar el que Elijah le tratara con tanta indiferencia y seriedad.


En cambio, Elijah se hace una nota mental sobre preguntarle más tarde a Freya de la visita a la loba.


—Bueno, pues yo no vengo a sermonearte, considero que ya eres lo suficientemente grande para que esté detrás de tu espalda como una madre todo el tiempo, ¿no lo crees?


Hayley aprieta la mandíbula ante el tono, sin embargo todavía finge concentrarse en el diario.


—Solo dime a qué has venido, Elijah. Deja tus rodeos y resentimientos tontos para después.


Caminando hasta uno de los sofás, Elijah se sienta, acomodándose el saco del traje para evitar arrugas.


—Quiero conversar contigo sobre algunas cosas que me tienen... Curioso –dice–. ¿Podrías?...


Hayley rueda los ojos, cerrando el diario con ambas manos, provocando que este haga un pequeño sonido. Sabía que el tono aunque fuera de pregunta no lo era, por lo que mira directamente los orbes cafés del original, perdiéndose por un segundo en ellos.


—Bueno, por lo menos has tenido la decencia de preguntarme –espeta sarcásticamente–. ¿De qué quieres hablar?


Sabe la respuesta mucho antes de que Elijah hablé, no era de suponerse de que el tema iba solo centrado a una sola persona y esa era su tonta hermanastra oji-azul.


—Es sobre Aisha y tú –responde provocando que asienta automáticamente–. Tengo algunas preguntas.


—Y yo tengo que contestarlas.


Elijah sonríe sin gracia. —Siempre he admirado que seas astuta, ahora –hace un ademán–. Te molestaría si empezamos.


—No vas a irte hasta que hable.


Elijah vuelve a sonreír. — ¿Cómo conociste a Aisha?


Hayley enarca una ceja, ella podía simplemente te negarse y mandar a la mierda al original, más ya estaba un poco harta de toda la situación. No perdía ni ganaba nada si respondía, pero aun así se guardaría algunas cosas que no quisiera contestar.


—No lo recuerdo, era muy pequeña –dice con sorna–. Fue hace ¿Qué? ¿Hace veinte años? Era una niña muy solitaria, no tenía amigos hasta que ella había llego al orfanato, me encariñé, creamos los lazos de la hermandad y ya.


Elijah asiente, no satisfecho con la respuesta. —De acuerdo, a ambas las adoptaron la misma familia, ¿recuerdas algo sobre eso?


Já, ¿que si recordaba algo? Recordaba todo, no era como si fuese fácil de olvidar a menos que lo quisiera demasiado.


—Más o menos –miente–. Pheobe quería adoptar solamente a Aisha, pero la madre del orfanato le dijo que iba a ser imposible porque éramos algo así como inseparables –hace comillas–. Mamá no se negó y nos adoptó a ambas en paquete, siempre fue su sueño el tener una familia grande, pero no podía tener hijos propios. Tenía seis cuando eso pasó.


—Cuéntame sobre Pheobe –pide amablemente–. Sobre tu vida viviendo con ella.


Hayley se cruza de brazos, ella amó, ama y amará a su madre adoptiva, pero el hablar de ella no quitaba lo doloroso.


—Era la mujer más buena del mundo o por lo menos lo era para Aisha y para mí. Nos cuidó muy bien, nos metió a una escuela, nos hacía comida, galletas y jugaba con nosotros, todo lo que una madre haría con sus hijos. Sin embargo, algunas cosas no estaban bien en nuestra pequeña familia. Paul, el bastardo que era esposo de ella y nuestro padre adoptivo, la golpeaba, a ella, a Aisha y a mí.


Elijah abre los ojos sorprendido.


— ¿Les golpeaba?


—Sí, era una persona demasiado impulsiva y celosa, con todas nosotras –sonríe amargamente–. Mamá decía que él era una buena persona, que realmente no era así, pero nosotras nunca lo vimos haciendo otra cosa que no fuera golpearnos o gritarnos. La mayor parte del tiempo se iba contra Aisha por que siempre ha sido así –pausa–. Toda ilusa, extrovertida e inocente, era algo que me gustaba de ella en ese entonces y un factor común para ganarse golpizas. Siempre, siempre encontraba una forma para joder a Paul indirecta o directamente y mamá siempre que podía la defendía, recibiendo ella los golpes.


>Aisha no tenía la culpa la mayor parte de las veces, era como si el simple hecho de ser como era le molestara a Paul. Yo igualmente en ocasiones recibí las palizas que a ella le tocaba, yo... Yo siempre cuide de ella sin importar los diferentes lazos sanguíneos. Cuando alguien la molestaba en la escuela yo iba detrás de ellos, si alguna de mis amigas hablaba cosas desagradables sobre su persona, las golpeaba o dejaba de hablar, incluso a esa profesora que le decía estúpida. Tal vez sea difícil de creer, pero Aisha era importante en mi vida, la amaba como una hermana debe amar a su hermana, la protegía hasta donde mis límites alcanzaban, porque al ser de esa manera, era un blanco fácil, sobre todo cuando tenía/tiene esa manía de hablar con todos, hacer amigos y ayudar sin importar si son buenos o malos. Vivimos disfrutando de los buenos momentos junto a mamá y a nuestra abuela a quien íbamos a visitar de vez en cuando. Aisha no tenía amigo, salvó por los imaginarios que se empeñaba en crear.


— ¿Amigos imaginarios? –Elijah cuestiona.


Hayley asiente. —Siempre hacia amigos imaginarios a donde sea que fueramos, en el supermercado, en la escuela, en la calle, en la casa, en cualquier lugar. Siempre de la pasaba en el árbol que estaba en nuestro patio trasero hablando y jugando con uno de ellos. A mamá y a mí no nos importaba, porque ambas lo veíamos como un escape al aislamiento que las personas le daban y la dejamos ser feliz entre todo lo que vivíamos con Paul.


>Desde pequeñas ciertamente ambas fuimos inseparables, pero al entrar en secundaria empecé hacer más amigas, las cuales me invitaban a fiestas o pijamadas, casi nunca quería ir pero terminaba yendo para experimentar. En ese entonces Paul estaba más insoportable que nunca, mamá tenía que pintarse la cara y parte del cuerpo para que no vieran sus moretones e incluso algunas veces no salía por lo fatal que se veía. Aisha, como ya dije, recibió abuso de nuestro padre, tanto física, psicología y sexualmente, por lo que cada noche, me pedía que le leyera un cuento –toma aire–. Era algo sólo de nosotras, el que ella me pidiera eso significaba una silenciosa petición de; te necesito, quédate a mi lado siempre. Suena tonto, pero fue algo que hicimos desde muy pequeñas.


>Conforme los años pasaban, Aisha empezaba a tener ataques de esquizofrenia –aprieta los labios, guardándose algo para ella misma– también se le desarrollaron personalidades diferentes, algunas veces podrás verla alegre mientras que otras estaba totalmente callada como una sombra, y otras cuantas se comportaba de manera anormal. Hacia cosas raras, no lo sé, no lo recuerdo muy bien, pero eso asustó demasiado a mamá, pensó que quizás todo eso era producto de los maltratos que Paul nos daba, por lo que tomó la decisión de mudarnos a otro lado sin decirle nada a este. Estábamos escapando, así que aunque nos tomó algo de tiempo y percances, logramos hacerlo. Nos fuimos a casa de la abuela, donde vivimos un año tranquilamente hasta que murió, de ahí, mamá decidió mudarse de casa a las afueras de la ciudad y nosotros estábamos felices por el nuevo hogar al aire libre, pero eso provoco que nuestra madre trabajara de prostituta, igualmente vivimos bien en esa casa, hasta que Paul nos encontró. Lo demás, no quiero hablar sobre ello –aparta la mirada–. Sólo voy a describirlo como el mismo infierno. Después de eso, cuando cumplí 16 active mi maldición en un crucero borracha, Aisha estaba ahí y por milagro salió viva, ella supo que era un licántropo. Pero como la bocaza que era y es, le dijo a mamá, quien se asustó, me dijo algunas cosas nada agradables y corrió de la casa.


— ¿Entonces ese fue el factor? –inquiere interrumpiéndola. Hayley le mira sin entender–. Para odiarla, a Aisha. Amabas a tu madre por quererlas a ambas, fue alguien muy importante en tu vida.


Hayley chasquea la lengua. —Tienes razón, Pheobe fue mi madre, con o sin lazos sanguíneos, la amé, la amo y la amaré por siempre, sin importar que –lo mira, sonriendo de lado–. Pero te equivocas en una sola cosa, y es que el hecho de que me corriera de la casa y dijera cosas horribles -que sé que no quiso decir- fuese el factor de por qué odio a Aisha –hace un sonido de negación con su garganta–. Ojalá hubiera sido eso, Elijah, ojalá.


Elijah, un tanto sorprendido por toda la información dada, se desabrocha los botones del saco, sintiendo un sabor amargo en la boca. Presentía que fuera lo que fuera no le iba a gustar.


— ¿Entonces qué, Hayley? Dime qué pudo haber hecho alguien como Aisha para merecer tanto odio de tu parte.


Hayley se inclina hacia adelante, poniendo sus manos en las rodillas.


—Ahí esta su error, ustedes se dejan llevar por su apariencia de niña buena, pero dejo de serlo ocho años atrás –parpadea–. No conocen a Aisha tanto como yo, no saben absolutamente nada y lo que te acabo de decir no es ni la mitad de todo.


—Solo responde a mi pregunta.


Hayley toma aire como si repentinamente se le hubieran ido de los pulmones. Vuelve a echarse hacia atrás en el respaldo y tomando dos segundos, decide que si quiere que ellos vean lo doble cara que es Aisha, debe hablar sobre lo que se prometió borrar de su mente para su propia salud y paz. Todavía dolía siquiera pensar en ello aunque el recuerdo no fuera tan claro ante su insistencia en olvidarlo.


Extiende su mano temblorosa hacia Elijah, quien le mira curioso.


—Me he empeñado ocho años en borrarlo de mi mente y no quiero recordarlo –cierra los ojos mientras mueve la mano, incitándolo a que la tome–. Si quieres la respuesta, búscala tú mismo.


Elijah le mira la cara antes de mirar la mano y tomarla comprendiendo la acción. Escucha a Hayley soltar un suspiro, la imita cerrando los ojos, metiéndose a su cabeza. No sabía cómo buscar siquiera el origen del odio y la respuesta a su pregunta, pero como si está le hubiera escuchado, la primer imagen pasó frente a sus ojos, sintiendo como el cuerpo de la hibrida se pensaba notablemente.



Había tenido un sueño mientras dormía, un sueño que a pesar de no recordarlo con exactitud le dejaba un sabor amargo en la boca y un hueco en el estómago.


No sabía qué hora era cuando despertó de aquel fatídico sueño. Pero lo hizo en el piso, justo sobre la alfombra de la sala. Su primer instinto fue tomar aire y removerse, pero tal acción causó dolor en cada una de sus extremidades.


Su cabeza dolía como si estuviera teniendo la peor de las migrañas, el cuerpo se le sentía pesado, como si hubiera peleado a tal magnitud de quebrarse cada uno de sus huesos.


Todo empeoró cuando intento levantarse, impulsándose con sus brazos. Los movía pero dolía, dolía demasiado lo que junto con su inestabilidad provoco que fuera directo al suelo otra vez.


¿Qué había pasado?


Desde su sitio miro el poco campo de visión que tenía delante, al estar justamente en medio de la habitación, rodeada por los sofás de le hacía difícil mirar más allá, pero lo poco que vio le dejó inquieta.


La mesa de centro había desaparecido, el mueble donde siempre descansaba la tele esta hecho pedazos junto con el aparato. Los cojines estaban por doquier y los sofás estaban levemente movidos, uno de ellos tenía manchas de tierra.


Reuniendo toda la fuerza posible volvió a impulsarse con brazos y piernas, sintiendo un ardor recorrerle desde la rodilla hasta arriba del muslo. Gimió ante el esfuerzo y se dio cuenta que llevaba puesto solo el pequeño blusón blanco que utilizaba como pijama, el cual tenía rasgaduras, como si alguien lo hubiera cortado. Cuando logró ponerse por fin de pie sin trastabillar de nuevo al suelo, aparto la tela que le cubría el muslo, sorprendiendo al ver la sangre seca en su piel y la herida que recorría a toda esta. Una línea fina que descendía por su piel cortada.


Su corazón latió ante el solo pensamiento de alguien haciéndole eso, preocupándose aún más sobre su madre y hermana. Alzo la vista, quedando aún más sorprendida ante la visión completa de toda la sala.


Todo era un desastre.


Los cuadros que su madre con tanto empeño había colgado en la pared estaban todos en el piso con los cristales rotos, el librero favorito de Aisha estaba totalmente destruido y los libros regados; unos desojados y otros simplemente abiertos. Había demasiada tierra y rogaba a todos los cielos que el líquido rojo que veía no fuera sangre.


Apuro su caminar, soltando leve gemidos por el dolor de su cuerpo y repasando las marcas en los respaldo del sofá a su derecha. Tenían cortadas en distintas direcciones, hechas por tijeras o cuchillos.


Se dirigió hacia el pequeño pasillo que llevaba a las escaleras. Donde se percató de la maceta y el florero volcados en el suelo junto a una pequeña mesita de decoración. Sus sospechas sobre el cuchillo se confirmaron cuando lo halló a un lado de esta, pero lo que llamó su atención otra vez fue el líquido espeso que tenía en la hoja y la huella en la pared que parecía estar hecha del mismo líquido.


— ¿Mamá? –susurra entrando en pánico–. ¡¿Mamá?! ¡¿Aisha?!


Se aproxima a las escaleras, importándole poco ya el dolor cuando su corazón volvió a saltar ante la imagen de más huellas en la pared y piso: manos, pies, borrones de sangre, cada uno de ellos conduciendo al segundo piso.


— ¿Qué está pasando? ¿Qué está pasando?


Camino más de prisa, subiendo de dos en dos las escaleras mientras murmuraba una y otra vez. Se detuvo cuando llegó a la cima donde el pasillo estaba incluso más destrozado que la sala. Siguió el rastro de sangre y mugre, repitiendo una y otra vez el nombre de las dos mujeres. Pasó cada una de las habitaciones, hasta que llegó a la última, precisamente a la que compartía con Aisha.


La puerta estaba entre abierta y ahí dentro se perdía el rastro, el aire se sentía pesado, espeluznantemente frio. Pidió a Dios que su madre y hermana estuvieran bien, que no estuvieran en esa habitación. Sin embargo, sus pedires bajaron en un santiamén cuando escucho un gemido proveniente de la habitación, más que eso parecía una risa y cuando lo reconoció no dudo en armarse de valor.


Con un pequeño movimiento de mano, empujó la madera,


Esta pareció moverse en cámara lenta hasta que le dejó ver todo el panorama. Y cuando lo hizo, cuando miro, jamás deseo ver aquella imagen.


Justo donde terminaba su cama, había dos personas en el piso, una acostada de manera vertical, mientras que la otra estaba sentada en cuclillas, inclinada levemente y sosteniendo algo entre sus manos frente al cuerpo de la otra.


— ¿A-A... A-Aisha?


Su voz sale en un pequeño susurro, el cual parece bastar para que la figura en cuclillas se quede quieta antes de retirar el cuchillo del otro cuerpo. Hayley vuelve a rogar, pide, implora que no sea su hermana quien sostiene ese cuchillo.


No es escuchada.


La cabellera negra se alza lentamente y cuando sus ojos miran los contrarios carentes de emociones, lo confirma. Pero todo se va al demonio cuando la cabeza de su madre gira en el suelo hacia su dirección, mirándola por un segundo antes de que todo rastro y brillo de vida desaparezcan de su cuerpo, dando final con un último suspiro. Es ahí cuando todo se derrumba, cuando todo cae en pedazos.


Y las imágenes de la noche anterior llegan a su cabeza como un tornado. Recuerda el extraño comportamiento de Aisha en la cena, su manera tan fría y silenciosa. Recuerda verse a ella peleando y defendiendo a su madre de Aisha, se ve lanzándola hacia algún lugar de la sala, escucha gritos, llantos, risas, cuadros cayendo, vidrios y jarrones rompiéndose. Y no sabe, no sabe si eso paso hace pocas horas o muchas.


Las lágrimas caen de sus magillas a la par que corre hasta donde yace su madre, propinándole un golpe tan fuerte a Aisha que logra lanzarla unos metros más allá, el cuchillo cayendo debajo de la otra cama.


— ¡¿Qué has hecho?! –grita con todas sus fuerza, tomando a su madre y poniéndola en su regazo, abrazándola contra su pecho–. ¡¿Por qué?! ¡¿Por qué?!


Aisha se levanta un poco, pareciendo no afectada por el golpe. Simplemente se queda en silencio, mirando a Hayley.


— ¡¿Por qué?! –vuelve a exclamar, acunando la cara de Pheobe y mirando los ojos verdes sin vida–. ¿P-Por qué?


Hayley llora, llora por que acaba de ver morir a su madre y todavía no logra entender del todo lo que había pasado. No encontraba motivos para que eso pudiera suceder, Aisha no había estado comportándose raro, no habían peleado, su madre no estaba muerta, Aisha no la había matado y eso solo era un mal sueño, una pesadilla.


Aunque todo afirma que es la vida real, que no es un sueño. Y la risa que escucha por toda la habitación le confirma que ciertamente no lo es.


Alza la mirada, confundida. Aisha se está riendo, el sonido empieza levemente hasta convertirse en todo un escándalo. Hayley se da cuenta que hay algo mal con ella, los ojos azules han perdido color, son tan intensamente negros que asusta. La sonrisa que tiene la pelinegra en la cara es tan afilada que parece de mentira.


Entonces es el turno de Hayley para explotar. La rabia empieza a nacer en su pecho, el dolor pasa a segundo plano cuando la sed de venganza e infinito odio la ciegan. Jamás se había sentido así, jamás pensó siquiera odiar a alguien, mucho menos a su hermana. Pero no entendía que era lo gracioso, ¿le divertía haber asesinado a la única mujer que les cuido y procuro durante la mayor parte de eso vida? ¿Le divertía matar a alguien? ¿Le divertía su sufrimiento? ¿Ni siquiera sentía algún tipo de remordimiento ante la situación?


—Tick, tock –la voz de la pelinegra suena tan ronca–. Las voces hablaron.


— ¿Qué idiotez estas diciendo? –exclama.


Aisha ladea la cabeza, luciendo indiferente. —Es el momento para que sepas la verdad, Ley-ley amor mío –el apodo suena tan desagradable–. Voy a resumírtelo; Fuiste un juego, un engaño, todos lo fueron. Tú, Paul, Pheobe.


— ¿Qué? –inquiere confundida.


—Tenemos un plan –vuelve a sonreír, los ojos negros mirándola atentamente–. Y para ese plan hay que tener a soldados o marionetas de juego, tu, querida, has sido uno de ellos –Hayley no sabe porque, pero siente que algo dentro suyo va a romperse–. Siempre fuiste eso. Nunca tu quisimos, niña tonta, ni a ti ni a esa tonta humana.


Puede escuchar el crack que suena dentro de sí misma al mismo tiempo que siente como si hubieran cerrado sus pulmones y golpeado en la cara con un balde de lava ardiendo. Había tenido peleas tontas de hermanas con Aisha, se habían dicho cosas de que no se querían o te odios, pero jamás lo sintió tan real como ahora.


Es que solo tiene que mirar el cuerpo entre sus brazos para darse cuenta de quién es verdaderamente la pelinegra delante de ella.


Hayley jamás pensó en lastimar a alguien al grado de matar. Pero ahora, que ha actuado ante la rabia floreciendo, sí que lo pensó. Y lo hizo.


Soltó el cuerpo de su madre, se puso de pie, tomó la primera cosa que vio, y disparo el primero golpe contra la pelinegra importándole poco si la atacaba. Le dolió más a ella que a Aisha, la cual se rio antes de soltar un repentino quejido de sorpresa. El aire en la habitación se volvió más ligero y un poco cálido, la presión en su pecho creciendo.


—Ley-Ley –el tono había cambiado, la voz era la misma de siempre. La suave, dulce e inocente–. ¿Q-Qué estás haciendo?


Pero Hayley sólo sonrió y lanzó otro golpe hacia la contraria.


— ¡Detente! ¡D-Duele! ¡Ley-Ley!


No se detuvo, siguió golpeando cada vez con más fuerza, no iba a caer ante los lloriqueos. No iba a caer ante la fachada de niña inocente, no iba a volver a confiar en ella, no iba a volver a amarla, no iba a caer ante ella, no iba a dejarse manipular. Porque eso es lo que fue todo ese tiempo, Aisha la manipuló. Ella la amo incondicionalmente, la cuido, velo por ella y le pagaba matando a su madre, jugando con ella y riéndose de su sufrimiento.


— ¡H-Hayley!


Al demonio las dichosas voces, al demonio Aisha, se repetía alzando el pedazo de bate e impactándolo contra el cuerpo de la pelinegra.


No supo cuanto tiempo duro así, desquitándose y dejando salir sus sentimientos. Pero cuando se detuvo Aisha respiraba lentamente, tenía sangre en algunas partes del cuerpo y le miraba atentamente, mientras lágrimas salían de sus ojos ahora azules.


Escuchaba su propia respiración, sus propios sollozos desenfrenados, su corazón rompiéndose. No podía, no podía querer a alguien tan malo, a alguien tan sucio.


—T-Tú... –murmura soltando el bate–. Tú has dejado de ser mi hermana. Jamás voy a perdonarte esto, me escuchas, jamás voy a perdonarte el que hayas matado a mi madre, que hayas jugado con nosotras –hace énfasis en mi–. ¡Te quise como mi sangre! ¡Cuide de ti desde que eras un bebé! ¡Pensé que éramos familia¡ Pensé que realmente me querías.


—Ley-Ley, escucha...


— ¡No! –da un paso atrás y otro, y otro–. No. Te mereces esto y mucho más. Yo te odio. ¡Te odio! –repite, golpeándose contra el marco de la puerta–. He acabado aquí, puedes irte al demonio, seguir con tu mierda de plan, hacer lo que quieras, morirte si eso quieres...


—No... –pide intentando levantarse, pero todo su cuerpo duele. La castaña jura ver ese brillo asustado en los ojos azules de la pelinegra–. N-No me dejes.


—He terminado –espeta nuevamente–. Y voy a dejar de jugar en tu juego.


Hayley le da un último vistazo al cuerpo de su madre, para después huir de la casa.


Ya no le importaba nada.


Fue ahí cuando salía por la puerta principal y el aire nocturno le golpeaba la cara, que su corazón se rompió, su mundo se apagó y todo se volvió gris.


Fue ahí, cuando recordó la sonrisa de su ex hermana, cuando sus ojos fueron incapaces de mirar de nuevo a Aisha con amor. Fue ahí cuando nació el odio. Cuando todo cambió.


Cuando se juró jamás perdonarla. Cuando se fue y no miro atrás. Cuando ya no existía más un Ley-Ley y Nini. Cuando descubrió que la persona que más amo había sido asesinada por otra a la que igualmente amo.


Cuando se obligó a olvidarlo, siendo cobarde para vivir el luto y dejando solamente el odio. Cuando se dio por vencida. Cuando se dio cuenta que era un simple engaño.


Por qué eso fue lo que siempre fue: una mentira.



Elijah soltó su mano sobresaltada ante el final del recuerdo. Su cabeza trataba de procesar la información lo más rápido que podía y cuando miro a Hayley, quien tenía una mirada vacía, se dio cuenta que nada era mentira. Que estaba dañada, que todavía estaba rota aunque ella se hubiera empeñado en olvidarlo.


—Sea lo que sea que viste –empieza, limpiando una pequeña lagrima–. Es tu respuesta, Elijah. A toda y cada una de tus preguntas.


Todo era una fachada. Un demonio viviendo en un cuerpo de ángel.









































  ♡ ♡♡ 

Aprovecho para recomendar una historia de mi hermana, si a alguien le gusta EXO mas preciso el Chanbaek, pásense por el perfil de luxhyung, ahí encontraran una historia de la otp mafiaAu!

Cambiando de tema; Esta ha sido la cosa mas difícil de escribir, aunque este todo amorfo. 

Ahora, finalmente saben como murió Pheobe -sollozos- así como algunas cositas sobre Aisha. Me gustaría decirles mas, pero así que chiste.

Lamento no haber actualizado, pero mi única escusa es que tenia pereza de escribir, solo estoy esperando terminar esta historia, Sidus y Gemma para tomarme un descanso definitivo de wattpad. Sumándole que me es muy dificultoso escribir en el movil pero bue. 

Espero que le hayan entendido al cap, si no, pueden dejar todas sus dudas, yo veré si las respondo por que aveces algunas vienen con spoilers, jajaja. 

Gracias por leer, nos leemos prontito, bebus. 

  ♡Ros♡ 

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