GHOST ➳ The Originals.

By lynmex

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❝- ¿Por qué hiciste eso? Pudiste lastimarte o romperte un hueso. La oji-azul hace morritos con s... More

♙ Prólogo.
♙ 1.
♙ 2.
♙3.
♙4.
♙ 5.
♙6.
♙7.
♙8.
♙ 9.
♙10.
♙11.
♙Nini and Ley-Ley.
♙12.
♙13.
♙14.
♙15.
♙16.
♙17.
♙18.
♙19.
♙21.
♙22.
♙23.
♙24.
♙25.
♙26.
♙27.
♙28.
♙29.
♙30.
♙31.
♙32.
♙33.
♙34.
♙35.
♙36.
♙37.
♔38.
♔epilogo.
Especial de navidad.

♙20.

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By lynmex

El sonido de las manecillas del reloj es lo único que se escucha en toda la planta baja. La mujer escanea todo el lugar con aburrimiento mientras juguetea con un mechón rojo de cabello, sillones tirados y rasgados en el suelo, vidrios, jarrones y retratos despedazado, libros fuera de su sitio, flores marchitadas.


Camina a través de la habitación apretando la nevera que llevaba en la mano izquierda y dirigiéndose hacia las escaleras donde puede distinguir manos manchadas de sangre en la pared. Ignora eso, cuidando de no aplastar algo que pueda manchar sus zapatos, a su vez subiendo peñaldo de dos en dos. Cuando llega a la segunda planta se detiene en seco para hacer una mueca de asco, el hediondo olor a putrefacción inunda sus cosas nasales nada más puso un pie en el pasillo, las ganas repentinas de vomitar se hacen presentes, aunque de contiene y se hace una nota mental de que nada anda mal mientras sigue avanzando por el pasillo.


Conforme se va acercando al final de corredor las manchas de sangre seca empiezan a ser más grandes y continuas, así como también el olor va disipándose. Realmente todo ya era tan malditamente familiar que sabía en donde pisar y en donde tocar, ir a ese lugar una vez al mes durante los últimos años era lo suficiente como para que todo aquel desastre se grabará en su mente.


Se detuvo en la puerta a final del pasillo, giró el pomo de está entrando segundos después antes de soltar un suspiro. Las tenues luces de las velas a cada extremo de la habitación fue lo primero que captaron sus ojos cuando entró, cerró la puerta detrás de sí, dejando la nevera arriba de un escritorio y rodando los ojos se acercó al bulto que descansaba en el suelo, justamente en medio de la habitación con un círculo de sal y demás yerbas a su alrededor.


—Hey, despierta.


El bulto se mueve nada más termina de hablar, la mujer sabe que puede escucharla y que está despierto.


—Vamos, levántate, no me hagas perder mi tiempo –gruñe golpeándolo con el pie–. Te traje comida.


El bulto se remueve en un parpadeo logrando que la pelirroja de un paso atrás de la impresión, frente a ella yace parada una figura menuda, su piel totalmente blanca como la de un muerto, el cabello desordenado por todos lados, la ropa rasgada con manchas de sangre. Los ojos negros con orbes deslumbrantes le miran mientras muestra los colmillos y golpea la pared invisible del círculo de sal.


La nariz de la mujer se frunce cuando el mismo olor a putrefacción inunda sus fosas nasales, sin embargo este no proviene de la habitación continua al pasillo, proviene de la figura frente a ella.


—Claro, todo por la comida –murmura ganándose un siseo de la contraria. Da vuelta en su sitio para caminar hasta la nevera que dejó en el escritorio–. Tienes que buscar otra fuente de alimento, ¿sabes? –le dice abriendo la tapa, se escucha otro siseo–. Es difícil ir por ahí cazando, no puedo hacerlo por siempre –escucha un gruñido. Chasquea la lengua cuando se mancha de sangre al tomar con la mano el gran pedazo de carne que yacía en el recipiente. Se gira volviendo a encarar al contrario y con pasos lentos se aproxima–. Cómelo con calma.


Termina aventando el pedazo de carne hacia el centro del círculo de sal, cayendo justamente a un lado de la figura menuda, la cual no pierde tiempo en hincarse en el piso y comenzar a comerlo.


—Sí, la comida –habla entre dientes, sarcásticamente, mirando como empieza a devorar–. Realmente te llevaste la peor parte de todo esto –repite como cada vez que le ve–. Si tan solo ella no hubiera sido egoísta ninguna de las dos estaríamos aquí –camina hasta el espejo con líneas y gotas de sangre, mirándose el pelo rubio despeinado con el ceño fruncido–. O tal vez sí. Supongo que nunca lo sabremos –se ríe sin gracia, volviendo a acomodar los mechones rojos en su lugar.


—Estas siendo sentimental otra vez.


La voz tan ronca y rasposa hace que mire a la figura a través del espejo. Alza una ceja junto con una mueca de asco al ver como se para correctamente y lame los dedos llenos de sangre.


—Me compadezco de tu desgracia. Te recuerdo que yo no estoy siendo utilizada como un juguete.


—Nací para hacer esto –gruñe mostrando los dientes–. Nací para hacer esto.


La mujer rueda los ojos. —Ni siquiera tenías que nacer.


—Tu tampoco.


—Y vivo aceptándolo, vivimos aceptándolo –se cruza de brazos–. Si no lo hiciera, no estuviera ni tu ni yo aquí.



La sonrisa tan escalofriante que le dedica hace que la mujer vuelva a rodar los ojos.


—Es bueno saberlo, amor mío.


—Ugh –hace una mueca de falda repulsión ante el apodo cariñoso–. Como sea, ya terminé todos mis asuntos pendientes –arrastra los pies hasta estar cara a cara–. Y dentro de poco va ser hora de despertar.


La figura se mueve inquieta, soltando lo más parecido a un aullido. La mujer le regala una sonrisa sincera cuando divisa en los ojos negros un destello de azul normal.


—Pronto, mocosa, pronto.





— ¿Aisha, estas escuchándome?


Aisha parpadea un par de veces, mirando hacia Freya, quien tenía los dedos frente a ella, chasqueándolos. Su nariz se arruga ante el repentino recuerdo que aparece en su mente y no sabe porque se siente confundida.


Pronto.


—Ah, lo siento –murmura pasándose las manos en la cara–. Me duele un poco la cabeza.


— ¿Te duele? –se inclina sobre la idla, tocándole la frente–. ¿Quieres un poco de agua? ¿Ya bebiste tu medicina?


—No, gracias, estoy bien –sonríe a medias, mirando de reojo la cabellera negra en la esquina de la cocina–. Sólo estaba intentando comprender algo y mi cabeza empezó a doler, tal vez tengo migraña.


Freya luce notificada cuando termina de explicarle, pero el gesto se borra después de unos segundos.


—Tienes que beber lo que el doctor te ha recetado, si no nunca vas a recuperarte.


—Estoy bien –dice haciendo un puchero.


—Termina de comer y ve a tomar tus medicamentos como es debido –ordena señalándola con el dedo–. ¿Me oíste?


—Pero, Freya –chilla mortificada–. No me gustan como saben. ¿No puedes hacerme de tus agüitas mágicas para que me cure completamente?


— ¿Y qué crees que has estado tomando aparte de los medicamentos? –alza una ceja con diversión–. El jarabe que está en el bote de vidrio don hiervas curativas para el dolor de cabeza y vómito.


Aisha abre los ojos. — ¿Qué? ¡Pero ese es el que sabe más feo!


— ¿Qué esperabas? Son yerbas no chocolate –pasa por su lado despeinándole el cabello–. Termina de comer y haz lo que te dije, voy a ver a Hayley.


Freya se lleva una mano a la boca y se detiene abruptamente. Aisha ha alzado la mirada de su plato, curiosa.


— ¿Quién es Hayley? –mira fijamente la espalda de la rubia, quien sólo le da una mirada de reojo.


—Termina de comer –repite con voz neutra–. Regreso en un rato.


Aisha ladea la cabeza aún más confundida cuando Freya sale de la cocina con pasos apurados. ¿Quién era Hayley? Nunca había escuchado sobre ella o él.


¿Sería alguna amiga de Freya? O ¿una novia de Klaus así como Camille? Talvez ¿de Elijah? ¿Alguien de la familia? ¿Amiga de Kol?


Esperaba conocerla pronto, ya que si de alguna manera la mujer tenía que ver con los Mikaelson, formaba parte de su familia. Había vivido por un largo tiempo con ellos y pensaba que ya tenían lazos familiares, era el simple hecho de que se sentía cómoda con ellos, había pasado un largo tiempo desde que no sentía el calor característico de tener un lugar donde perteneciera. Se había encariñado rápido con todos, para qué negarlo, esa era algo de lo que tenía que ser consiente por su personalidad manipulable e ilusa. De hecho, creía por una vez tenía un punto a favor, todavía recordaba esa vez que los conoció.


Uhm.


Su ceño de frunció mientras miraba su plato de comida. En su mente el recuerdo estaba difuso, realmente no lo recordaba con exactitud, sólo veía pequeñas imágenes de ella entrando a la casa y presentándose con los hermanos Mikaelson.


¿Por qué si quiera los había conocido?


—Ugh, jaqueca –murmura llevándose las manos a la cabeza. 


























—Hayley.


La nombrada detiene sus movimientos cuando escucha la voz de Freya detrás de ella.


— ¿Qué haces aquí? –pregunta caminando hacia la cuna de Hope, aún sin mirar a la rubia.


—Vine hablar contigo –responde con simpleza.


—Si es sobre lo que estoy pensado, te pido que dejes mi casa –recuesta a su hija en la cuna–. Suficiente he tenido estos días como para lidiar con tu faceta de mamá cuervo.


Freya frunce el ceño. —No es como si yo quisiera estar aquí, pero me estoy tomando la molestia de venir, hablar contigo en busca de respuestas.


—Si no quieres estar aquí, como ya dije, vete –antes de voltearse se pasa la mano desocupada por la cara. La mira–. La puerta está demasiado grande.


—Hayley.


—No vas a recibir nada de mi parte, Freya. Lo único que haces es perder tu tiempo.


—Hayley –brama como una madre regañando a si hija.


—Deja de decir mi nombre con ese tono –espeta de manera brusca–. Sólo lárgate y déjame en paz. ¿No tienes cosas más importantes que hacer?


—No voy a irme hasta que hablemos –presiona dando un paso hacia delante, ocasionando qué el ceño fruncido de la híbrida se acentué más–. No puedes simplemente mantenerte callada por siempre. Tienes que decirme por qué dejaste que le hicieran eso. Aisha es tu hermana y no creo que alguien merezca lo que le hicieron.


—Dices que Aisha es mi hermana –habla entre dientes, sarcásticamente–. Y en todo caso de que lo fuera por un papel, los problemas que tengamos no te incumben, a ti ni a nadie.


Freya aprieta los labios conteniendo el sentimiento de ira que nace en su pecho. No iba a actuar irracionalmente y a la defensiva como Hayley estaba empezando a hacerlo.


—Cuando Aisha llego te desguindaste de tu responsabilidad como hermana mayor e hiciste que fuera nuestra responsabilidad, ¿no crees que con eso estoy más que involucrada en esto?


—Pero los problemas siguen siendo míos y de ella.


—Estas siendo sínica.


— ¿Vez que me interese?


—Dejaste que la violaran cuando estaba a nuestro cuidado –alza la voz un poco–. ¡Tengo derecho a saber por qué! Ella es tu hermana, maldición, nadie merece que me hagan algo como eso.


— ¿Y que querías que hiciera? –dice de la misma manera–. ¡Estaba atada a una silla con verbena y mata lobos! ¡Intente hacer todo lo que pude!


— ¡No lo hiciste! –Hope de remueve en su cuna, provocando que ambas bajen el tono–. Si realmente hubieras querido ayudar habrías encontrado la manera de salvarla como lo hiciste antes de que mataran a Jackson. Ella es sólo una niña, Hayley, una niña inocente –la nombrada le mira en silencio–. ¿Sabes acaso como se siente? ¿Se te ha pasado por la cabeza en algún momento si ella está emocionalmente bien? ¿Si aquello le ha dejado alguna marca psicológica? –Freya niega con la cabeza, mirándola con ojos filosos–. No, por supuesto que no tienes ni idea. Estas tan hundida en tu poso de rencor irracional hacia ella que no te das tiempo para ver qué tan dañada esta la otra cara de la moneda.


Esa es la gota que colma el vado de la paciencia de Hayley.


— ¡Deja de hablar como si la única víctima fuera ella! –explota acercándose rápidamente para darle empujones en el pecho a Freya. La acción es tan repentina que la toma por sorpresa–. ¡Deja ese tono de lastima y compasión cuando hablas sobre algo que la incluya!


Freya la empuña de igual forma, utilizando algo de magia. Hayley era una total perra. Porque después de todo lo que le hizo a Aisha, después de todo el daño que le causó cuando eran jóvenes, cuando la dejó y ahora que están juntos de nuevo, se comportaba así. Como si la única culpable de todo el mal por el que ambas están completamente dañadas fuera únicamente hecha por Aisha. Freya realmente no entendía lo cínica que Hayley estaba llegando a ser en esos momentos y en el transcurso de estos meses, ¿qué acción justificaba aquello? Y por más que intentará buscar en los recovecos de su mente el recuerdo que pertenecía a Aisha y ella había visto en su propia cabeza cuando la toco aquella vez, lo único que venía a su mente está los horrores que la oji-azul había vivido en carne propia. Así como la única culpable de todos esos males.


—Ella es la víctima –modula su voz.


— ¡Tú no sabes nada!


Exclama con ojos brillantes, Freya puede distinguir pequeñas lágrimas acumulándose en estos y se ríe, se burla de lo patética que está siendo Hayley con todo su teatro, por qué para sus ojos, Hayley era una maldita mentirosa experta de primera.


—Te equivocas –la señala–. Lo sé todo, Hayley.


La confección toma a Hayley con la guardia baja. Su cara se convierte en una expresión entre estupefacción y desconcierto.


— ¿Qué? –susurra. Hope en su cuna empieza a llorar por el alboroto de momentos atrás. Pero ambas están ocupadas mirándose a los ojos.


—Lo sé todo, sé que fue lo que te hizo dejarla –empieza, frunciendo el ceño y hablando suavemente, como si estuviera entrando en terreno peligroso–. Sé sobre todo lo que viviste junto a Aisha, cuando se conocieron en el orfanato, el como la cuidabas siendo sólo una pequeña niña.


—Cállate –pide, Hope llora más fuerte cuando ve a su mamá llorar.


—Las risas, los llantos, las bromas –continua, importándole poco que Hayley este temblorosa e indefensa en su sitio–. La muerte de tu madre.


— ¿Lo sabes? –inquiere, alzando la barbilla, recuperando un poco de confianza–. ¿Tu... Sabes sobre la muerte de Pheobe?


—Dije que lo sé todo –espeta, intentando con todas sus fuerzas contener el gritarle en la cara que era una maldita mentirosa y que ella sabía que todo aquel teatro que se había armado era falso.


Hayley la escanea por unos largos dos minutos, Freya lo hace de igual forma. Hope, se ha calmado repentinamente, como si estuviera esperando a que su madre hablara.


—Lo sabes todo –dice, dando un paso más cerca, su mirada cambiando a una totalmente enfurecida–. ¡Lo sabes! ¡¿Y todavía vienes a hacerme pasar por esto?!


Oh, sí, Freya ahora esta confundida.


— ¿De qué estás hablando?


— ¿Qué es lo que pretendes, Freya? –pregunta con ácido en la voz–. ¿Qué es lo que ganas comportándote así conmigo?


Parpadea una par de veces. —No estoy entendiendo de que estas hablando, Hayley.


La nombrada frunce el ceño para después arder de cólera, si esto era un juego de Freya, no le encontraba la más mínima diversión.


—Largo de mi casa –gruñe dándose media vuelta para caminar hacia la cuna de Hope.


— ¿Qué?


—Que te vayas de mi casa –repite tomando a su hija en brazos–. No encuentro divertido nada de esto, no sé qué pretendes y no quiero saberlo. Estoy harta de esto, de tu actitud hacia mí, cuando creas que tu juego haya acabado, puedes venir hablar conmigo –le da una corta mirada muy intensa–. Después de todo, sólo existe un culpable.


Freya se queda quieta en su sitio viendo con la boca abierta como Hayley desaparece de la habitación hacia otra con Hope en brazos. Menea la cabeza saliendo de su estado e imita a la loba, dando media vuelta para irse de ahí. Hayley era la reina del engaño, de eso no había ninguna duda.




















— ¿Por qué me estás mirando así?


Aisha deja caer el libro, que Elijah le ha regalado, en su regazo y el marcador azul a un costado, mirando con un gesto de molestia a la pelinegra sentada en el sofá de enfrente. No había nadie más en la casa aparte de ella, el original trajeado y la mujer, Freya todavía no regresa de la visita a casa de su amiga y Klaus andaba atendiendo asuntos con una tal Aurora y Camille. Estaba leyendo cómodamente desde hacía aproximadamente veinte minutos, hasta que empezó a sentir una intensa mirada sobre ella, al principio se asustó pero por el rabillo del ojo pudo identificar quien era y la había ignorado, sin embargo la forma en que la pelinegra mayor le miraba empezaba a incomodarle. Lo mismo había pasado cuando despertó y al medio día cuando almorzaba con Freya.


— ¿Estas bien? –la pregunta es directa y no contesta a la suya. Bueno, por lo menos ya no le respondía con la otra.


Su ceño se frunce levemente. —Eso no responde a mi pregunta.


— ¿Estas bien? –vuelve a preguntar.


Aisha cierra el libro y baja los pies del sofá. —Sí, sí, estoy bien. ¿No me vez?


La pelinegra de inclina en su lugar, mirándola por cinco minutos, lo cual logra poner otra vez incómoda a Aisha.



—Lo hago –responde quedamente. Aisha la escucha soltar un suspiro–. ¿Recuerdas... Uhm... Recuerdas algo?


Ahí estaba la pregunta que llevaba haciéndole todo el día. Eran pocas las veces en que Aisha se irritaba, esta era un de esas.


— ¿Recordar qué? –dice modulando la irritación que detonaba su voz.


Vuelven a quedarse en silencio cuando Elijah sale al balcón de la terraza.


— ¿Con quién hablas? –le pregunta alzando un poco la voz.


Aisha se hecha hacia atrás, tomando el libro y abriéndolo mientras se encoje de hombros.


—Fantasma.


Elijah alza una ceja, mirando todo el lugar desde la terraza, sin pista de alguien más aparte de la oji-azul. Por el momento se queda callado sin decir nada al respecto.


Aisha continúa con su lectura, ignorando completamente la mirada que le dedica Elijah y la mujer sentada frente a ella. Esta por cambiar de hoja, cuando su mirada de pierde entre las letras del último párrafo, más específicamente en una que sus ojos no pueden dejar de ver. Carraspea sintiendo un pequeño dolor de cabeza picarle en la parte posterior, tomando el marcador que estaba utilizando para subrayar la palabra y cambiar rápidamente la página después, simulando que continuaba leyendo.


Se sentía extraña, no sabía explicarlo. La mujer en el otro sofá pareció notar su pequeño momento y la incomodidad que le causaba. Aisha alzo la mirada tapándose con los orbes azules de la contraria, le sonrió como si no pasará nada, pero la blonda ni siquiera le regresó la sonrisa como otras veces. Sólo sé la quedo mirando fijamente como lo hacía anteriormente, examinándola.


Aisha pudo notar que el brillo divertido que siempre permanecía en los ojos del fantasma había desaparecido.


Iba a hablar, más sus ojos se desviaron hacia uno de los pilares que habían debajo de la terraza de donde Elijah estaba parado.


Su cuerpo se tensó por inercia cuando vislumbró a la figura que se asomaba por el pilar. El cabello tan negro como el suyo, los ojos verdes y la sonrisa burlona que tenía plasmada, incitándole o anunciándole algo. Parpadeo un par de veces, para ver si era real lo que sus ojos veían. Efectivamente cuando volvió a dirigir la mirada hacia el sitio no había nadie, pero eso no la tranquilizó.


Su cabeza martilleo, las extremidades de su cuerpo ardieron y sintió como si estuviera entrando agua a sus pulmones en vez de aire. Intento con todas sus fuerzas disimularlo, no quería alertar a ninguna de las personas que estaban ahí.


Pero sólo recuerda que lo intento antes de desmayarse en el sofá, escuchando por último el suave tintineo de una melodía en su oído. 










































  ♡ ♡♡    

Les voy hacer dos preguntas para que reflexionen sobre algunas cosas.

¿En dónde estuvo Aisha todo el tiempo que Hayley la dejo? Y ¿Por qué Freya está muy a la defensiva con Hayley?

No me pregunten de la cosa del principio porque ni yo lo sé, bueno si se pero no les voy a decir. Ah, en el capítulo que sigue sabremos cómo murió Pheobe (mamá de A y H) o tal vez en el que sigue de ese, no lo seee.



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Todas las personas se cansan. Junior lo sabía y aun así continuó lastimando a quien estaba seguro que era el amor de su vida.