Yin & Yang

By NataliaTrujilloRodrg

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TRADUCCIÓN. Del fic francés de Sedgie del mismo título. AU Swanqueen. Regina es madre de una niña de doce año... More

Primer día
Bienvenida a Nueva York
Un alocado día
Tener paz
Halloween
¿Cita o no?
Una verdadera pantomima
El comienzo de la gloria
Alrededor de una copa
El gato y el ratón
Sentimientos e historias de abetos
Algo de locos
Destino
Claroscuro
Navidad
De madre a hijas
Mea culpa
¿Quieres o no?
Íntimo
La vuelta
San Valentín
Un error fatal
Vuelve a mí
El tiempo avanza
Reencuentro
Y ahora...
Primer paso
Después de la lluvia
Viene el buen tiempo
Nochebuena
Una nueva Navidad
En plan cita
Un cuento de hadas
Déjame amarte
Di sí
Epílogo

Tregua

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By NataliaTrujilloRodrg


El día siguiente estuvo marcado de buenas resoluciones por parte de cada uno de los adolescentes: por un lado, Henry, que tenía que excusarse por sus duras palabras ante Evelyn, por otro, esta última que debía entonar su mea culpa. Regina también estaba bien decidida a pedir disculpas por su aspereza ante Emma a la que apenas conocía, pero a la que ya había juzgado sin ni siquiera escucharla.

«Hoy te llevo a clase yo» dijo Regina durante el desayuno

«¿De verdad?»

«Sí»

«Pero...¿Tu trabajo?»

«No pasará nada porque llegue una hora más tarde. Debo pedirle disculpas a la señorita Swan. No tolero la injustica y mucho menos si viene de mí. Ayer me dejé llevar»

«Pensé de verdad que iban a llegar a las manos» concedió Evelyn recordando la discusión

«Por eso. No quiero dar una la mala impresión a una persona que además acaba de llegar a la ciudad. Valgo más que eso»

«¿Por qué te preocupa lo que ella pueda pensar?» dijo descuidadamente Evelyn mientras picoteaba sus cereales

«Porque todas las opiniones cuentan, sabes. En este mundo, cada cosa que se dice, un día sale a la luz. Bastaría para que esa señorita Swan se enteré de quién soy y me haga mala prensa. No necesito eso, y Elixir, tampoco»

Evelyn entonces sonrió: a pesar de sus buenas intenciones, su madre todavía y siempre pensaba en su revista

«Por supuesto...Y yo debo disculparme con Henry»

«Cierto, pero no olvides que él también te dijo cosas muy duras»

«Pero palabras que reflejan la verdad»

«Pero hay otras maneras de decirlo y hacerlo comprender. Y una batalla de comida no es ciertamente la mejor de las maneras»

«Sí...» murmuró ella recordando los acontecimientos del día anterior

«Y hablando de eso, ¿has acabado tu redacción?»

«Sí. Granny la he leído por las faltas»

Regina sonrió, ella siempre podía contar con Granny en su ausencia, cosa que últimamente se daba mucho. Pero había tomado una buena decisión: estar más presente para su hija y responder a sus expectativas.

«Venga, date prisa»


Evelyn acababa de entregarle su redacción al director. Al enterarse de que Henry aún no había llegado, ella aprovechó para contarle lo que había pasado. Teniendo en cuenta la buena fe de la niña y su irreprochable expediente escolar, el director no le puso ninguna sanción, sino simplemente le dio un consejo: que fuera a hablar con Henry y suavizara las cosas.

Y es lo que hizo. Lo encontró cerca de su casillero, hablando con un pelirrojo alto

«Hey...» Los dos chicos se giraron y la miraron sin decir una palabra. Ella se sintió incómoda «Yo...¿Puedo hablar contigo? ¿A solas?»

Arthur se giró hacia Henry y le hizo una señal con la cabeza

«Ok, bien, bah...Te espero...más allá» Y mientras él se alejaba, Henry se quedó mirando a la chica

«Escucha...No sé por dónde comenzar, yo...nunca antes me había disculpado»

«No me digas...»

«...»

«¿Quieres que te ayude? Me disculpo» La chica lo miró, incrédula «Por lo que te dije. No tenía que hablarte de aquella manera. Y te pido disculpas por la comida en tu pelo»

Evelyn sonrió

«Tenías razón...en lo que me dijiste»

«Quizás, pero no tenía que decirlo de esa manera, lo siento»

«Yo...Yo también lo siento por lo que dije de ti y de tu madre, no tenía derecho. Sinceramente...lo dije porque...»

«Yo había sido malo contigo»

«No, porque habías sido sincero. Por primera vez, desde que estoy aquí, has sido el único en decirme la verdad. Y no lo pude soportar porque todo el mundo....me miente o es amable conmigo por interés»

«Lo siento por ti, de verdad»

«Yo también siento lo de la comida, y por ese castigo que nos llevamos. Por cierto, he ido a ver al director, y le he dicho la verdad. Ha sido comprensivo»

«Ok entonces»

«¿Y si empezamos de cero, ok?» ella le tendió la mano «Hola, soy Evelyn. Evelyn Mills. ¿Y tú? ¿Eres nuevo?»

Henry arqueó una ceja, divertido, pero le siguió el juego

«Henry Swan. Sí, vengo de Maine»

«Oh, interesante»

Al estrecharse la mano, estallaron en carcajadas los dos. Finalmente, Henry había encontrado una aliada en ese mundo hostil, mientras que, por primera vez, Evelyn había encontrado una persona que era sincera con ella.


Emma había cogido el turno de la mañana. Pocos clientes, pero, en una semana de trabajo, se había podido quedar con los habituales: en la mesa cinco, había una pareja, bastante joven, que todas las mañanas se tomaban un café y bollería antes de ir a clase. En la mesa ocho, un hombre mayor, viudo, que leía su periódico mientras se comía una magdalena con arándanos y un café negro. Después, en la mesa tres, siempre la misma mujer rubia con gafas, seguramente una ejecutiva a juzgar por su traje chaqueta y su maletín.

«Hey Em'...¿Te tomas tu descanso?»

Emma echó un vistazo a su reloj

«En cinco minutos, Jerry» A continuación, ella tomó una carta antes de dirigirse a una nueva mesa donde una persona, escondida tras un gran periódico, se encontraba «Buenos días. Tome la car...» se detuvo cuando el periódico bajó para dejar aparecer a «¿Señorita Mills?»

La bella morena entonces se enderezó, ofreciéndole una sonrisa educada

«Buenos días, señorita Swan»

«Oh, euh...¿Qué hace aquí?»

«Quería verla»

«¿A mí? Pero, ¿cómo se ha enterado de dónde trabajo?»

Regina arqueó una ceja

«Tengo mis recursos. ¿Podemos hablar cinco minutos?»

Emma se quitó rápidamente su delantal y se sentó en el sitio libre frente a Regina y se rehízo raudamente su cola de caballo.

«¡Hey, Em'!»

«¡Me tomo mi descanso, Jerry!» gritó ella, haciendo sobresaltarse a Regina «Lo siento» dijo con un crispada sonrisa «¿Qué...qué quiere de mí?»

Se dio cuenta de la repentina incomodidad de la bella morena que carraspeó antes de hablar

«Quería excusarme por las palabras que le dije ayer»

«Oh...¿De verdad? Pero...»

«Mi hija me ha explicado lo que de verdad pasó»

«Henry también»

«Oh...Entonces debe saber que...mi fogosidad me impulsó a decir cosas totalmente fuera de lugar. Le pido disculpas»

«Disculpas aceptadas. Puedo comprender que usted simplemente quería proteger a su hija, como yo al mío» Regina le sonrió débilmente «Le pedí a Henry que le pidiera disculpas a su hija»

«Evelyn me ha prometido hacer lo mismo hoy»

«Entonces, mejor que mejor... Está bien lo que acaba bien» dijo divertida Emma

«Cierto. No sé si usted sabe quién soy, pero...»

«Oh, lo sé. En fin, no lo sabía hasta que mi hijo me metió en las narices su revista»

«Ya veo»

«¿Sabe? Que usted sea rica y célebre o una sencilla habitante de Nueva York, no cambia nada, por lo menos para mí» Regina entones se puso recta, frunciendo el ceño «No me malinterprete. Es genial lo que usted es y a veces leo su revista, pero...solo quería decirle que eso no cambia nada para mí. Acepto sus disculpas porque usted es la madre de Evelyn, no porque sea una reputada mujer de negocios»

Emma entonces la miró con una pequeña sonrisa, mientras que Regina suspiró ruidosamente

«Cosa que la honra»

«¿Le sirvo algo?»

Regina dobló el periódico antes de levantarse

«No, gracias, tengo que irme a trabajar»

Y cuando estaba a punto de marcharse, Emma la llamó

«Yo...Espero que ahora todo vaya bien...con nuestros hijos, quiero decir»

«Mi hija no tiene ningún interés en hacerle nada a su hijo. Si hay algún problema, definitivamente no vendrá de parte de ella» dijo con aire altanero, antes de marcharse sin darse la vuelta.

Emma hizo una mueca, tenía que conformarse con eso. Regina Mills seguramente solo era capaz de eso.

Sonrió entonces: esa mujer tenía un endiablado temperamento y un carácter enérgico, aunque una belleza, glacial sí, pero cautivadora.


«¿Entonces? ¿Me vas a decir qué ha pasado con la Glacial o no?» preguntó Arthur entre puñado y puñado de papas fritas

«No hay nada. Solo hemos aclarado las cosas»

«¿Sin historias de guisantes o puré?» dijo divertido el pelirrojo

«Sin eso. Creo que hemos empezado desde cero»

«¿De verdad, tío? ¿Quieres decir que te has hecho su amigo?»

«No sé si somos amigos...pero en todo caso enemigos ya no»

«Ya es algo, sobre todo si es con la Glacial»

«¡Deja de llamarla así!» protestó Henry «No es Glacial, es una incomprendida»

«¿Ahora la defiendes? Te recuerdo que te tiró su comida encima»

«Para mí eso ya es pasado»

Arthur suspiró

«Si no es tan fría como aparenta...¿Puedes conseguirme una cita con ella?»

Henry hizo una mueca

«¿Hablas en serio? No hace un minuto, la llamabas glacial»

«Sí, pero...Nunca he tenido un compañero que de verdad fuera amigo de ella, entonces...»

«No te arreglaré nada con ella...no ahora, en todo caso»

«Hey, ¿vienes a la salida de mañana?»

«¿Qué salida?»

«Ah, mierda, has llegado a mitad de curso, seguramente no tengas la autorización para salir»

«¿Qué autorización? ¿Y qué salida?»

«Todos los años, salimos a Staten Island durante el fin de semana. Pero, si no tienes el papel...»

«¿Dónde se pide?»

Henry no podía perderse tal ocasión. Tenía que conseguir ese ese papel, pues, lo sabía, su madre no se opondría. ¡Solo era una formalidad, pero tenía que hacerlo!

Sin esperar, se dirigió a la secretaría para retirar el formulario de autorización parental. Y aunque la señora le dijo que ya era demasiado tarde, él cogió el papel y corrió a la clase del señor Gold.

«¡Señor Gold!»

«Henry Swan, hay maneras más apropiadas de entrar en un aula»

«Perdón»

«¿Qué quieres?»

«Quería hablarle de la salida de mañana»

Gold arqueó una ceja antes de subirse sus gafas sobre la nariz

«Oh, sí, ya veo. Evidentemente, no has sido avisado»

«He conseguido la autorización, solo hace falta que mi madre firme»

«Pero, las pedí hace una semana. Tenía que tenerlas para llevar la cuenta»

«Pero Ryan no está y su hermano nos ha dicho que no vendrá. ¡Podría ocupar su plaza!»

Estupefacto por el aplomo del joven, puso una expresión de sorpresa

«Veo que has pensado en todo. Salvo que necesito la autorización antes de partir»

«Si llamo a mi madre para que venga a firmarla, ¿habrá algún problema?»

Gold miró al adolescente cuya determinación rozaba el límite del respeto, después suspiró

«Claro»

«¡Gracias!» dijo alegremente el adolescente saliendo del aula. Se dirigió a los primeros baños que encontró, se metió dentro y llamó a su madre

«¿Ma?»

«¿Y ahora qué? ¿A quién le has tirada las legumbres esta vez?»

«Nada que ver. Necesitaría que te pasaras por aquí»

«¿Qué? ¿Ahora? Pero, ¡estoy en el trabajo!»

«¿Podrías acabar antes esta tarde y venir a buscarme?»

«¿Qué ocurre?»

«Mañana hay una salida escolar, todo el fin de semana, y necesito que firmes la autorización. Si no lo haces antes de que acaben las clases, no podré ir»

Algunos minutos de silencio más tarde y un suspiro que Henry distinguió al otro lado de la línea

«Ok, ok. ¿A qué hora acabas?»

Henry entonces sonrió...Su madre no podía negarse.


Al final de las clases, Henry esperaba pacientemente a su madre. Mirando sin cesar su reloj, estaba de los nervios.

«¿Qué haces?»

Henry se sobresaltó al ver a Evelyn, con su mochila a la espalda

«Espero a mi madre»

«¿No tomas normalmente el autobús?»

«Sí, pero necesito que ella...Espera, ¿cómo sabes que cojo el autobús?»

Evelyn frunció el ceño y desvió la mirada

«Y...y tú, ¿a dónde vas así?»

«A clases de piano»

«Oh, guay...»

Ella se sentó a su lado

«Y tú, ¿tocas algún instrumento?»

«No...Bueno, lo intenté con la batería, pero no gustó a los vecinos» dijo divertido

«Ya veo...»

«Y tú, no coges el autobús, supongo...»

«No. ¿Y cómo que tú supones

«Bueno, me he dicho que con la madre que tienes, debes tener chofer con limusina, ¿no?»

Evelyn hizo una mueca.

«¿La madre que tengo?»

«Oh, ya sabes...Es rica, ¿no?»

«¿Y por qué sería eso un problema?»

«Bah, nunca he dicho que lo fuera» dijo él rascándose la nuca «En fin, si piensas que es algo negativo...»

«No, no, lo siento. Soy yo que estoy muy sensible con el tema, perdón. Y para contestar a tu pregunta: sí, tengo un chofer, pero no una limusina, solo es un Mercedes»

«Tampoco está mal» sonrió él

«De hecho, esta tarde no puedo darte clases...»

«Oh...no es grave»

Evelyn entonces se quedó mirándolo

«¿Me escondes algo?»

«¿Eh?»

«Desvías la mirada. Cuando la gente miente, siempre desvía la mirada. ¿Entonces?»

Él carraspeó y la miró

«Hemos decidido empezar de cero, ¿no?»

«Es lo que dijimos, sí»

«Entonces, voy a ser franco contigo: no necesito clases particulares»

«¿Ah no? ¿De verdad?»

«De verdad. Lo que en este momento estamos dando en clase, yo ya lo estudié el año pasado con mi abuela»

«¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué me mentiste?»

«No lo sé...Quería que todo saliera bien. Quería tener amigos»

«Así que te has reído bien de mí...» dijo Evelyn mirando el horizonte

«No era el objetivo buscado»

«Eso quiere decir que eres mi principal competidor »

«¿Perdón?»

«Por la clasificación general. Si lo que dices es verdad, entonces seguramente serás uno de los mejores alumnos del trimestre próximo. No puedo perder mi primer puesto»

«Espera, ¿hablas en serio? ¿Seguimos...seguimos siendo amigos o no?»

«Somos rivales»

«...»

«Pero, sin embargo, podemos llevarnos bien» dijo ella con una medio sonrisa que, no obstante, no tranquilizó a Henry. Pensaba que todo estaba arreglado, si lo hubiera sabido, se habría callado.

«Mi chofer está allí. Hasta mañana Henry. ¿Vienes a Staten Island?»

«Sí, si mi madre decide llegar»

Ella le sonrió

«Hasta mañana»

Ella subió en un viejo Mercedes de colección antes de desaparecer. Henry entonces suspiró antes de mirar una vez más su teléfono...su madre se retrasaba. Observaba la salida de los profesores, esperando que Gold no se fuera aún

Cuando escuchó finalmente el ruido metálico característico del motor de su madre, finalmente suspiró. Emma salió disparada del coche y corrió hacia su hijo, sin aliento

«¡Estoy aquí, estoy aquí!»

«¿Qué estabas haciendo?»

«Había tanto tráfico que ya no sabía qué hacer. ¡Sinceramente voy a tener que plantearme coger el metro en esta endiablada ciudad! No es demasiado tarde, ¿no?»

«¡No, firma!»

Él le tendió el papel que ella apenas recorrió con la mirada

«Entonces, ¿de qué se va esto?»

«Una salida de todo el fin de semana a Staten Island. Vamos a dormir en un albergue y todo...»

«Super. Toma»

Él se lo arrancó de las manos y saltó del banco

«¡Ahí está Gold, ya vuelvo!»

Siguió a su hijo con la mirada hasta verlo llegar a la altura de un hombre de mediana edad, bastante delgado, con un bastón. Lo vio darle el papel a ese hombre, después volver minutos más tarde, mientras el hombre subía en su coche.

«Di, parece tan amable como la puerta de una prisión»

«Es mi tutor. A él tenía que darle la autorización»

«¿Todo bien?»

«Todo bien. Salimos mañana a las diez»

«Entonces, hay que hacerte la mochila»

«No hay prisa. ¿Pizza esta noche?»

«¿Otra vez?»

«Chino, entonces...»

«¡De acuerdo con el chino!» lo agarró por el cuello y lo atajo hacia ella

«¡Mamáaaa!»

«¿Qué? ¡No te voy a ver en dos días!»


Cuando Regina volvió esa noche, se encontró, como de costumbre a esa hora tardía, sola. Granny seguramente fregaba los últimos platos mientras que Evelyn ya estaría en su habitación.

Suspiró: era más fácil hacer las promesas que mantenerlas. Así que subió despacio los escalones que la llevaban a la habitación de su hija. La luz bajo la ranura de la puerta le decía que su hija aún no estaba dormida. Tocó antes de abrir la puerta con delicadeza.

«¿Eve?»

«¿Sí?»

Regina se acercó entonces y se sentó en el borde de la cama donde su hija estaba recostada, leyendo un libro de Julio Verne, su autor favorito.

«De la Tierra a la Luna...» suspiró Regina leyendo el título del libro «¿No los has leído ya?»

«Sí, dos veces. Pero definitivamente prefiero La vuelta al mundo en 80 días, la historia es más atractiva»

«Entonces, ¿por qué continuas leyendo este?»

«Porque lo he comenzado» dijo Evelyn, como si fuera algo evidente. Cerró el libro antes de mirar a su madre «¿Has hablado con la madre de Henry Swan?»

«Sí. Trabaja en un Diner's...No muy potable para la clase del barrio»

Evelyn suspiró: su madre no podía evitarlo. Y repentinamente, tuvo un flash: ¿acaso actuaba ella así con sus compañeros de clase? Todo lo que Henry le había dicho era verdad, pero hasta ahora no se había dado cuenta de hasta qué punto.

«¿Eve? ¿Estás bien?»

«Huh...Sí, perdón. ¿Y qué te dijo ella?»

«Nada. Me ha escuchado. Realmente es...extraña esa mujer. No sé si todos los que vienen del interior son así, pero...»

«No puedes evitarlo, ¿eh?»

«¿Perdón?»

«Criticar a la gente»

«Pero Eve...»

«Probablemente es diferente a nosotras, pero no necesariamente inferior. Comprendo a Henry cuando dice que mirando a todo el mundo desde arriba, al final, se acaba por no ver de verdad a las personas...»

«¿Qué te ha dado de repente? ¿Por qué estás tan arisca? Nunca me has levantado la voz...»

«Perdón, pero...»

«Creo que esta salida del fin de semana te hará muy bien» Se levantó y se puso el pelo en su sitio «Bien, hora de dormir, no vaya a ser que mañana pierdas el barco»

«Sí, mamá»

«Buenas noches, cariño» dijo ella dándole un beso en la frente

«Buenas noches»

Regina salió de la habitación y cerró la puerta tras ella, dejando a una Evelyn frustrada y enfadada. Su madre le había prometido que las cosas cambiarían...Llevaría más tiempo de lo previsto.


«¡Mamá, vamos a llegar tarde!» gritó Henry tragándose rápidamente su última tortita

«¡Ya voy, ya voy! ¡Qué morro, mi único día libre!»

Emma terminaba de ponerse su top

«¡Oh, mamáaaaaaaaa, es asqueroso!»

«¡Venga, deja de comportarte como una vieja cascarrabias! ¡Algún día verás a mujeres desnudas!»

«¡Mamá!»

«¡En todo caso, no antes de los 18!»

«¡Mamá!»

«¡Y no en Internet!»

«¡MAMÁ!»

«Ok, ok, era broma...Por Internet...» murmuró antes de coger la chaqueta «Venga, te llevo en coche»

«¿En coche? Pero, ¿Y el tráfico?»

«Na...No te preocupes, aún es temprano»

«¿Estás segura? Si pierdo el barco, no te hablaré en toda mi vida, ¿lo sabes, no?»

Emma lo miró antes de suspirar

«Ok. Vamos en metro. No deseo estar enfadada con mi hijo por el resto de mis días»

Él sonrió y cogió su mochila


«Marco, yo llevo a Evelyn esta mañana»

Cuando Regina tomó el volante, el anciano frunció el ceño

«Muy bien, señora»

«¿Mamá?» dijo asombrada Evelyn al subir en el coche «Pero...»

«Yo te llevo, sube» la niña no protestó «Les he dado el día libre a Marco y a Granny» encendió el motor y abandonaron la mansión

«¿Y tú?»

«Como tú no estarás, me las apañaré muy bien sola, aún sé cocinar»

«Hace mucho tiempo que no me has cocinado»

Regina frunció el ceño

«Es verdad. Debería hacerlo más a menudo. Cuando vuelvas, te haré mi famosa tata de manzana»

«¿Tu famosa tarta de manzana? Granny también sabe hacerla» dijo en tono desafío

«Oh, pero la mía es mucho mejor»

«Quiero creerte...Mientras, las de Granny son muy buenas»


Henry estaba de los nervios, subiéndose por las paredes de impaciencia. El metro que habían decidido coger no solo estaba a reventar sino....bloqueado en el raíl.

Impotente, Emma no podía hacer nada: volver sobre sus pasos hasta su casa llevaría demasiado tiempo y no llegarían hasta el barco. No, deberían armarse de paciencia y rezar para que el metro se pusiera en marcha lo más pronto posible.


Evelyn se revolvía en su asiento. Golpeaba su frente contra el cristal de la ventanilla del coche: estaban atrapadas en mitad del tráfico, Regina no había previsto los embotellamientos en un sábado por la mañana.

Regina no se atrevía a decir una palabra: sabía que esa salida era muy importante para su hija y se preguntaba si Marco, al encontrarse en su lugar, se hubiera anticipado o cogido ese camino...

Se culpaba a sí misma y cada cierto tiempo echaba ojeadas a su hija que no soltaba prenda. Podía sentir su decepción, pues, salvo milagro, no llegarían a tiempo antes de que el ferry partiera.

Cuando finalmente llegaron al puerto, corriendo hasta el embarcadero, solo pudieron ver el barco alejándose...Regina, jadeante, apoyaba sus manos en sus rodillas, mientras que Evelyn miraba con desesperación el barco marchándose a lo lejos, sin poder hacer nada. La decepción era grande, había esperado tanto ese fin de semana lejos de la prisión de soledad de su casa...

«¡Mierrrrrdaaaa!»

Frunció el ceño mientras se giraba y veía llegar corriendo a Henry y a su madre, echando pestes. Emma se sujetaba el vientre, asaltada por pinchazos, mientras que Henry veía el barco en el horizonte alejarse con sus sueños de evasión.

«Henry...Cariño, lo siento, lo siento de verdad» dijo Emma, poniéndose de rodillas delante de su hijo, sus manos sobre sus hombros «Sé lo importante que era esta salida para ti y los esfuerzos que hiciste para conseguirla, lo siento»

Henry enarbolaba una triste sonrisa

«No es tu culpa. Yo insistí para que cogiéramos el metro. Si hubiéramos hecho como tú decías, si hubiéramos cogido el coche...»

«...estarían como nosotras» completó Evelyn, captando la atención de los Swan «Habrían estado atrapados como nosotras en el embotellamiento»

Emma entonces se enderezó, se quitó el polvo de sus rodillas

«Entonces, también ustedes...han perdido el barco»

«Exacto» respondió sobriamente Regina. En ese momento su teléfono sonó y ella se apartó para responder

«Bueno, solo podemos volver...¡Te prometo darte un día sin igual!»

«No estás obligada mamá...»

«Sí, sí, quiero hacerlo. Entonces...¿cine, parque de atracciones, cochinadas para comer y videojuegos a mansalva?»

Henry no pudo sino sonreír ante ese programa que haría las delicias de cualquier adolescente

«Ok» Evelyn, envidiosa, sonrió tímidamente ante esa complicidad.

«Eve...Tengo que volver al despacho, me necesitan» dijo Regina, con prisas

«¿Vuelvo a casa?»

«Le he dado el día a Granny»

«¡Pero, soy lo bastante grande para quedarme sola en casa!» protestó la niña

«¡No es negociable! ¡Voy a buscarte una canguro!»

De repente, un carraspeo llamó la atención de las dos

«Si se me permite...Yo...hoy es mi día libre y tengo a Henry, así que...puedo cuidar de su hija si usted quiere»

Regina arqueó una ceja

«¿De verdad? ¿Quiere cuidar a mi hija?»

«No me molesta en absoluto, ¿eh, Henry?»

La adolescente no dijo nada, pero se encogió de hombros. Regina entonces miró a su hija.

«¿Qué piensas tú?»

Evelyn resopló

«Hubiera preferido estar sola en casa, pero...tendrá que ser, creo»

«Genial entonces...¿Está bien, no? Tómese su tiempo y venga a buscarla cuando pueda. Y si por casualidad hay algún contratiempo, bueno, ella tiene sus cosas con ella y yo tengo sitio para que duerma...solo...por si acaso»

Regina suspiró: aunque era una madre algo ausente, la idea de dejar a su hija con una casi desconocida no le gustaba. Pero, al mismo tiempo, era impensable que su hija se quedara sola todo el día o incluso la tarde: ¿quién sabe lo que podía pasar? Se inclinó hacia la hija

«Cariño...si no hay ningún problema, entonces...de acuerdo. Vas a ir a casa de la señorita Swan y...»

«Llámeme Emma» dijo con una sonrisa la bella rubia

Regina le lanzó una mirada de soslayo antes de volver a su hija

«Si tienes el menor contratiempo, llámame»

Evelyn sonrió, dejando que su madre la besara en la frente antes de dirigirse hacia Emma y Henry, este último la acogió con una ligera sonrisa contrariada.

«¡Bien, vámonos muchachos!» Cogió a cada niño de un hombro y los condujo hacia la boca de metro ante la mirada de Regina que salía de su contemplación ante una nueva llamada.


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