Abrí mis ojos teniendo en primer plano dos tubos negros, observando mejor noté que era tela negra, eran piernas, vestidas en pantalones negros, y también los pies llevaban zapatos de vestir del mismo color.
-¿Eh? Mat, cuándo me dormí o que pasó.- terminé de despertar y miré hacia arriba, había un hombre vestido completamente en negro, y su cabello estaba hasta los hombros, igual de color negro, lo único que no era color negro era su piel blanca y parte de sus ojos.
-¡Oh!- gritó haciendo bizco.
-¡QUÉ! - me levanté del susto.- MI ROSA.- la busqué con la mirada rápidamente.
-¡Madostuki!- volvió a gritar y volteó, ahora miraba el perfil de su rostro, pero su ojo camaleónico violaba las reglas y la lógica humana pues me seguía mirando, y se movía como loco de vez en cuando hacia arriba y hacia abajo.
-¡BAS-TA!- chillé
-...- calmó su ojo.- ¡Pero ya está traumada!- luego de decir esto emitió una tonadita extraña que iba ascendente y luego descendente.
Su ojo loco que me miraba volvió a la normalidad y volvió a mirarme de frente, por fin estaban quietos y normales.
La risita cercana de Mat reinó en el mini silencio, cuando estuvo cerca de nosotros abrazó a aquel hombre alto y, sin dejar de hacerlo me lanzó un pan.
-Encontré esto en una máquina expendedora, ya tiré el envoltorio.
-¿Dónde va a haber algo así?- me asombré.
Respiré con dificultad mientras tomaba torpemente el pan, me obligaba a mantener la calma ya que aún tenía el susto de antes atorado en mi pecho.
-En mi mundo.- me sonrió apretujando al hombre extraño.- Y de paso traje a este loco conmigo.
Lo señaló con una de sus trenzas, el hombre respondió haciendo esos ojos chuecos y otro sonido raro.
-Uh...
-Su nombre es Masada, dile Masada-Sensei.
El hombre hiso lo anterior de nuevo mientras Mat me sonreía.
-Uh. H-hola.
Se puso normal y sonrió.
-No me tengas miedo, Ib.
¿¡Puede hablar normal?! Gritaba esto en mi mente para no hacerle sentir mal.
Mientras tanto, sacó del pecho de Mat un hexágono, con lo cual ella se molestó y lo tapó enseguida.
-¡Hey!, ¡es MI mochila!- exclamó mientras pateaba una de sus piernas largas.
-Sí, pero guardé ahí MI piano.- respondió dándole un pequeño golpe en el hombro.
-Bueno.- bufó molesta.
Masada acarició la cabeza de Mat y ésta sonrió. Yo intentaba parecer normal para no ofender al ser extraño o incluso a Mat, pero aún estaba un poco temerosa por su presencia, simplemente no podía acostumbrarme a él.
Masada hiso del hexágono un piano amplio y un banco para piano, ambos de color blanco, se sentó y comenzó a tocar.
-¿Qué sucedió? – pregunté sin dejar de apreciar el ser extraño mientras tocaba.
-Oh, bueno.
Mat se sentó en el piso y soltó un silbido para que volteara a verla y me sentara con ella. Me acomodé despacio alejando mi atención de Masada poco a poco decidida a comer el pan.
-Ok, encontramos una ventana en la pared con el interruptor, ¿recuerdas?- yo asentí - bueno, en la ventana vimos a Garry y-
-¿¡Y dónde está!?
-...Tranquila.- me dijo subiendo su voz a un tono agudo, como siendo sarcástica.
De pronto se le veía triste, y yo comencé a alterarme, aunque no lo demostré por obvias razones, así que mejor mordí el pan.
-Bueno, pasa que también estaba esa tal Mary.- su voz la cambió a algo para narrar algo épico, y Masada comenzó a tocar algo como para escenas de acción – Si es que era ella.
-¿Rubia?- le pregunté mientras terminaba de morder el pan.
-Sí. Sacó una caja de crayolas y escribió en el suelo 'Día'. Entonces los cuadros y las muñecas cobraron vida, todo...- remarcó esa palabra- cobró vida... y nos atacaron.
-¿Y Garry?- seguía comiendo.
-No lo sé- se cruzó de brazos, y Masada calmó un poco lo épico de la música.- Tuve que cortar cabezas 'muñequiles', parar los maniquís con mi semáforo y luego deshacerme de ellos, no preguntes cómo. En cuanto pudimos nos escapamos. Fue divertido romper cosas.
Reía al contarme todo eso, pero después regresó a estar un poco seria.
-Nos llevé a mi mundo, pero te mareaste en el nexo, no soportas nada jaja.
-¿Nexo?- para entonces ya llevaba medio pan, por alguna razón estaba bueno.
-¡Sí! Y espera, entramos al mundo grafiti y ¡te pusiste peor!- seguía riéndose de mi.- Pero llegamos al mall para descansar, pensaba en si ir por Masada o Poniko, quizá-
-¿Quién?- la interrumpí.
-No sale de su cuarto, uh, no soy nadie para quejarse de eso jeje, ella me ignora mucho pero... pensaba que podría ayudarnos. Enseguida opté por el loco pues me quedaba más cerca, y obvio porque él SI me iba a ayudar.
-No entiendo.- terminé mi pan.
-Sólo te diré que, agradezco que te hayas desmayado cuando él estaba con nosotras, Pues no hubiera podido cargarte.- me dijo entre risas.
-¡Te desmayaste con mi cara!- escuché una voz con tono sarcástico.
Como si de tele transporte se tratara ya tenía en frente la cara rara de Masada... y sin previo aviso.
Solo grité dejándolo aturdido.
-¡Oh no, gritos!- se quejó moviendo sus ojos a todos lados y alejándose de mí.
Mat se reía como loca mientras Masada se recuperaba de mi ensordecedor grito con algo de risas y sus ojos girando, ¿y yo?, pues me puse como tomate intentando acostumbrarme a la nueva cosa-hombre que estaba presente.
-¿Dónde estamos?- pregunté para apartar mi pena.- No es mi casa, bueno, el mundo fabricado que está basado en mi casa.
-¡Mi mundo!- me contestó ansiosamente feliz.
-¿Dónde?- preguntó Masada mientras el piano volvía a ser un hexágono y lo guardaba en... su cuerpo.
-En una de las casas del desierto, tu bien que lo sabes tonto.- le hiso un gesto guiñando un ojo.
-Volvamos al mundo fabricado, Mat.- me puse de pie - Quiero encontrar a Garry.
-Ah, el chico de cabello despeinado.
-Y mi rosa.- recordé.
Masada se acercó a mí, mientras jalaba desde su pecho lo que yo iba a buscar en ese momento. Se puso serio y comenzó a agacharse para tendérmela.
-Uh. Gracias.- La tomé sonriendo de lado.
-Tranquila.- me dijo.- No tiene sangre, yo no tengo sangre.- soltó una pequeña carcajada.
-... ¿Bueno?- reí, era muy raro, pero también empezaba a agradarme.
-Ok, antes de que me ponga a Medamaude, toquen cada uno un hombro mío y luego no suelten en donde sea que quede su mano.- pausó unos segundos y luego suspiró - espero que antes de regresar a tu verdadera casa Ib, pases a conocer mejor mi mundo, mejor que el interior de una casa vieja.- me sonrió sosteniendo el hexágono, enseguida asentí a su petición.
Casi me desmayo (de nuevo) al ver ese otro efecto. Tenía ascos que tuve que esconder y a la vez mi corazón latía fuerte, Mat se había convertido en una mano grande con un ojo en medio; la piel, el ojo incrustado, todo eso era demasiado para mi. Masada me tomó de la muñeca para apresurarme a tocar el "hombro" de Mat pues la transformación había sido muy rápida y no lo hice antes de eso.
Entonces ella cerró su cabeza-mano gigante y todo comenzó a verse borroso. Estaba asustada, pero resistí.
-¡Oye!, no la sueltes. Si quieres volver a ver a ese chico.- me dijo Masada.
-...Tengo miedo.
-Tranquila cabezota, no la sueltes.- giró sus ojos con una gran sonrisa, de alguna manera me hizo sentir relajada.
Cerré mis ojos sintiendo vueltas en mi cabeza y ruidos extraños. Cuando los abrí me sentía muy mareada, veía dos puertas en frente de mí, una rosa y la otra morada.
-¿Eh?- tallé mis ojos.
-Tardaste en despertar.- dijo Mat, si mal no vi ella estaba guardando el efecto.
-¿A dónde vamos?- preguntaba masada mientras caminaba a una puerta con ojos.
-¡NO!, vamos aquí.- ella reía al ver a su amigo regresar corriendo para abrazarla.
La escena fue rara pero tierna a su manera, creo.
-El cómo llegué a tu mundo - me miró un poco mientras deshacía el abrazo gentilmente- Fue, dibujando una puerta en el centro del nexo.
Abrió su caja y sacó una cosa en forma de palito extraña.
-Es una crayola- me dijo.- La encontré en el mar rosa, es transparente pero ¡dibuja!, aunque, no sé cómo llegó allí, nunca vi una crayola como ésta- se arrodilló y dibujó una puerta del largo de Masada.
Pero la presionaba muy fuerte en el trazado, soltando así virutas blancas.
-¿Estás bien?- le pregunté.
-¿¡Bien!?- repitió Masada tapándome la vista con su cabeza, menos mal su cara no era para mí, sino para Mat.
Ella lo apartó sonriendo.
-Estoy bien, solo que debo hacerla gruesa.- se rio.- Es que se cierra. Gruesa durará para que entremos los tres.
Al abrir la puerta vi mi cuarto destrozado como si alguien hubiera entrado para hacer eso o como si mucho aire hubiera azotado sólo ahí; entramos bajando con cuidado uno por uno y empezando por mí.
Una vez dentro, las paredes se estiraron e hicieron un cuarto enorme.
Tocaba caminar otra vez.
-¡Siento una presencia!... ¿Marte-san?- Masada detuvo sus pasos y comenzó a saltar como niño emocionado.
-¡¿Que?!- Mat miró a masada confundida.- Aquí no puede estar, dah.- giró los ojos.
-No.- detuvo sus brincos y se puso tenso.-Es alguien diferente.
-Ya tranquilo amigo. Debemos tener-
-¡Alguien nos emboscó!- gritaba girando en círculos como loco.
-Eh, tranquilo.- le dije a Masada a pesar de estar asustada, me acercaba a él con cautela.
-¡Ib, no hagas eso!
No entendí el porqué de la regañada hasta que noté que Masada sacó una espada larga de quien sabe dónde y se puso aún más loco gritando '¡Proteger!' a cada rato.
Su espada rebanaba todo, incluso las paredes fueron rasgadas. Estaba como loco golpeándolo todo.
Mat sacó un efecto que la convertía en una cabeza con sangre y me miró guiñando un ojo.
-Qué.- me quedé atónita, ahogando el asco, pero pronto comprendí la idea.- Oye, ¡cuidado!
Grité moviendo mis brazos para atraer la atención del ahora espadachín suelto, y cuando obtuve su atención le señalé la cabeza.
-¡Oh!- soltó su espada y corrió a abrazar a la cabeza de Mat llorando como pésimo actor.
-Esperen.- dije, y el lloriqueo falso cesó.- Tu espada, nunca la escuché caer.
-Ah, ¡es verdad! Mi espada.- me respondió soltando la cabeza de Mat y girando sus ojos.
Y ella volvió a la normalidad con sus hexágonos.
-¡Auch!
Los tres giramos hacia el quejido al mismo tiempo.
Era Mary, quien ahora estaba dibujándose un brazo nuevo pues la espada estaba en el anterior brazo, el cual ahora estaba cercenado
-¡¿Poniko?!- gritó Masada.
-No, ya quisiera que fuera ella, se llama Mary.- lo abrazó - ¡Y estoy bien, mira!
-¡Me asustaste!- la levantó del suelo y dio vueltas con ella, también sus ojos daban vueltas, pero fuera de lo extraño se les veía muy felices.
Mat fue devuelta al piso y después Masada corrió por la espada.
-Genial. Más idiotas a la lista, uno tras otro.- suspiró molesta mientras terminaba su brazo.
-Mary, donde está Ga-
-¡Muerto!- me interrumpió.
Mostrando con una sonrisa descarada un tallo algo torcido.
-.Es esa su...-caí de rodillas.- ¿En serio?
A lado de mí veía las siluetas de Masada y Mat acercándose a mí.
-Flor muerta.- dijo mientras llevaba a Mat en su espalda.- Dibujo muerto.
-¡Claro!, es un dibujo...- respondió ella agarrándose al cuello de su amigo.
Ambos rieron.
-Pero qué- dije a punto de llorar.
-¡No! ¡Nos referimos a que el tallo es un dibujo!
Ambos me miraron un poco confundidos por lo que pensé.
-... ¿Enserio?
-¡Bien!- gritó Mary lanzando el tallo con furia.- Esas cosas tienen razón. Esto es un dibujo, pero ¡no te diré nada!- hiso un puchero.- Va a morir tarde o temprano de todos modos.
De una bolsa en su vestido sacó la verdadera flor azul, se veía que le faltaba un par de pétalos.
-¿¡Cuál es tu problema!?- le gritó Mat.
-¡Loca!- secundó el otro.
-¡Exacto!
Chocaron palmas mientras sacaban sus lenguas hacia Mary en señal de odio. Comenzaba a reír despacio despertándome del mal susto.
-EL PROBLEMA ES QUE IB ME ABANDONÓ, se fue con Garry... yo quiero ser humana y salir de aquí, quería salir. ¡ME SIENTO SOLA!
Salió corriendo mientras empujaba lo que se le cruzase en el camino.
-Mm, creo que podemos ayudarle.- dije.
-¡Deprimida!- le gritó Masada a Mary.
-No te pases de cruel.- dijo Mat dandóle un golpe en la cabeza.- Puede venir con nosotros, quizá Poniko hable con ella.
-Bueno ella también está loca.
-¡Todos estamos locos!
De nuevo comenzaron a reír.
En cambio yo intentaba no colapsar.
-Por favor, busquemos a mi amigo.- supliqué.
-Si yo fuera Mary... lo escondería lejos, ¿no?
Mat me había dado una idea.
-¡Ah! ¡Su casa!
Recordé aquel lugar antes de la salida del mundo fabricado aquella vez, quizá estaba ahí.
-¿Cómo llegaremos?- preguntaron juntos, con unos segundos de diferencia.
-Mat, puedes hacer una puerta que conecte a un lugar específico. ¿No?- junté mis manos cerrándolas, esperaba tener un atajo.
-Sí, solo debo imaginar el color.
-Bueno, es una puerta café con dos perillas y un corazón amarillo arriba de las perillas.- toqué mi cabeza con una mano como queriendo recordar mejor porque en realidad no estaba segura.
-Ok.- me sonrió.
Escogió una pared y dibujó, apenas la terminó yo fui a abrirla impaciente.
La idea era buena, podía ver el lugar.
-¡Si, es posible!- giré a verlos feliz.
-¿Qué cosa, las puertas? Pues sí.- dijo Mat asomándose por la puerta.
Ahí estaba, una caja grande azul.
-¡Caja!, ¿qué tiene?- preguntó Masada empujando con su cuerpo a Mat para asomarse.- Ah, está dibujada.- soltó aire imitando a un gas.
-Tenemos que entrar a la caja- les respondí - Pero no creo que adentro de ella esté tranquilo.
-¿Hay más de esas cosas y pinturas?- Masada estaba curioso y entró por la puerta al instante, mirando alrededor.
-Sólo cosas.- asentí.
-Bien, voy a sacar mi cuchillo.- dijo Mat firmemente mientras comenzaba a entrar por la puerta, sacando un hexágono.
Y viendo lo que hizo, Masada sacó su espada de donde la haya guardado quien sabe cuándo, no sé cómo funciona su piel, si a eso se le llama piel. Pero al menos ya no cortaba cosas a lo loco.
-En fin.- me dije- Vamos a entrar.- pisé al otro lado de la puerta.