-Lo que pasa es que este niño no comparte con nosotros. Llega de la universidad y de ahí no sale de su dormitorio, salvo a sacar comida. Ni siquiera duerme, ¿Le has visto esas ojeras?- pregunta con curiosidad.
-Lo sé, lo sé, él es así- contesta con soltura.
-Si no fueras tan chillona, tal vez bajaría más seguido.
-Ni en las fotos familiares contamos con tu presencia- reprocha seriamente.
-Si no las sacaran tan seguidas, tal vez saldría en alguna.
-¿Tú le crees, Ramata?
-No lo sé, él me ha mentido un poco- responde con resentimiento.
-No mientas, solo fue una vez, ¡Y una no es ninguna!
-¿Solo una? Sí, claro...
-¡Steph!- lo reta.
-Sale Natalie en busca de las fotografías de la niñez de Stephen-
-Por no decir que comenzó el chat con mentiras- contesta enojada.
-Es mi forma de protegerme de la gente que no conozco, y que posiblemente me hará daño.
-¿Por qué pensaste que yo te podría dañar?- responde dolida.
-No lo sé, aún no te conocía. Pero ahora te conozco y sé que eres una buena chica, rarita, pero buena- le guiña el ojo.
-Mira quién habla de rareza. Bueno, tu prima ya se fue y tengo cosas que hacer. ¡Adiós! ¡Y mándale saludos a Natalie!
-Bye- responde con tristeza.
Natalie en multimedia