la chica del maíz; camren

By milanolivar

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epílogo
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By milanolivar

           

Lauren's POV

—¿Es que no lo entiendes, Lauren? Tú tienes que trabajar. Tienes un puto contrato conmigo, y sin embargo aceptas la maldita baja que te da el médico. —Me echaba en cara mi tío. Caminé con la mandíbula apretada para no darle un puñetazo en la cara.

—¿¡Y qué coño hago si tengo el hombro dolorido!? No puedo hacer esfuerzos, a ver si te enteras. Y me voy al lago, déjame en paz. —Salí de casa, y él me siguió algo ofuscado.

—¿¡CÓMO QUE A VER SI ME ENTERO!? Trabajas para mí, eres mi empleada ante todo, no empieces a desviarte. —Me señaló con el dedo.

—¿Desviarme? Si para ti desviarme significa hacer cosas de jóvenes, créeme que lo haré. —Caminé hacia las cuadras, que estaban algo más alejadas de la casa. Él me siguió.

—Lauren, te juro que como mañana no vengas a trabajar, te...

—¿Me qué? ¿Me vas a despedir? —Solté una risa abriendo la puerta del establo, caminando hacia la cuadra de Silver. Él se quedó en silencio en la puerta. —No puedes. Porque, nadie, nunca, va a hacer las cosas que yo hago por ti, Arthur. Lo miré mientras sacaba a Silver de su cuadra. —Y, sinceramente, estoy un poco harta de que me mandes a cortar leña a las cuatro de la mañana cada vez que hago algo que no te gusta.

—Ese es el precio que tienes que pagar por estar aquí. —Solté una risa mientras preparaba a Silver, terminando de ponerle la silla, enganchándola con cuidado.

—Eso se llama explotación laboral.

—Mira, si haces una tontería más como eso de irte a comer con los O'Donnell, o con esa chica, estás fuera. —Me señaló con la mandíbula apretada.

—Estate tranquilo, tío Arthur. —Recalqué ese tío con una sonrisa, poniendo un pie en el estribo e impulsándome para subirme en Silver. —Ella no tiene nada que ver en esto.

Salí disparada con Silver, escuchando las quejas de mi tío, pero sinceramente, yo no quería escuchar nada. Los O'Donnell estaban en el porche tomando té o limonada, sinceramente no sabía qué era, pero Camila no estaba.

Salí por el carril del campo de maíz, y al fondo vi a Camila. Llevaba una mochila a la espalda, unos shorts vaqueros, y una camiseta de tirantes blanca. Había un coche parado en la entrada, esperándola. Eran las chicas.

—Hey, ¿dónde vais? —Camila alzó la mirada al verme, pasando una mano por el lomo de Silver con una sonrisa. Dinah sacó la cabeza por la ventanilla del coche.

—Al río Millestone. Vamos a subir, dicen que hay corrientes muy chulas. Además, haremos barbacoa. —Asentí mirando a Dinah, y luego a Camila. —Puedes venir si quieres.

—Está bien. Yo sé llegar, ¿quieres que te lleve, Camila? —Ella arrugó la nariz con una sonrisa y asintió. —Vale, pues pon el pie ahí. —Quité el pie del estribo y agarré su mano. —Ahora impúlsate. —Camila se impulsó, pero no con la suficiente fuerza, aunque yo tiré de ella más fuerte hasta que pudo pasar su pierna por encima del caballo.

—Gracias. Qué alto. —Dijo riendo. Noté sus brazos rodear mi cintura, y puse mi mano sobre las de ella para que afianzase bien el agarre.

—Nos vemos allí, Lauren. —Normani sacó la cabeza por la ventana, era la que conducía. Asentí, y el coche arrancó, desapareciendo en el horizonte.

—Vamos a dar un paseo. —Di un pequeño golpe en el costado de Silver, sin fuerza, y él comenzó a caminar.

—Nunca he montado a caballo. Pero... Creo que los coches son más rápidos y llegarán bastante antes. —Solté una pequeña risa y me giré de nuevo para mirarla.

—Agárrate fuerte, Mila. —En cuanto sus brazos se estrecharon un poco más, sacudí de un golpe seco las riendas del caballo y Silver comenzó a galopar. Sentí su cara pegar en mi espalda, y solté una risa. —¿No te gusta? —Pregunté en voz alta.

—¡Sí! —Dijo riéndose.

El viento golpeaba en nuestra cara, y abandonamos el paisaje amarillo, seco y árido de Knoxtenville para adentrarnos en el verde de la montaña.  El ambiente era mucho más fresco. Las copas de los árboles dejaban entrar la luz suficiente para iluminar, y el calor se quedaba en las hojas, en las ramas, nos cobijaban las sombras de la cúpula verde que nos cubría. Esa era una de las razones por las que no quería irme del pueblo por mucho trabajo que tuviese, era como un mundo aparte. Aquí, no existía la granja, ni la piscina, ni nada. Aquí sólo había... Paz.

Paré un poco el ritmo en cuanto llegamos a la montaña, Camila debía disfrutar de aquello. Sentí cómo despegaba la cabeza de mi espalda, pero no dije nada.

—Esto es precioso. —Asentí a su afirmación, viendo a las chicas caminar con sus mochilas, saludándonos con la mano al vernos.

—¡Hey! Qué rápido habéis llegado. —Comentó Ally, mirando hacia arriba.

—¿Os importa que vaya a caballo? Camila es un poco perezosa y...

—Y tú idiota. —Noté un suave mordisco en mi espalda e hice una mueca riéndome.

—No, claro, ¿sabes por dónde tenemos que ir? —Preguntó Dinah colocándose bien la gorra.

—No, no lo sabe. Se ha perdido. —Sacó la lengua y me dio con ella en la oreja.

—Ew, qué asco. Ven, anda, si tanto sabes, ponte tú aquí. —Giré el cuerpo y la cogí de la cintura con un brazo, pasando a Camila por encima de mí hasta sentarla delante.

—Pero, que yo no sé cómo se conduce a un caballo. —Todas se rieron de ella, incluso yo. Tomé sus manos y agarré las riendas, apretándolas un poco.

—Yo te guío. —Dije más bajo en su oído, para que las demás no lo escuchasen.

La mochila de Camila no abultaba mucho, así que estaba casi pegada a ella. El sonido del agua corriendo río abajo era música, podría pasarme horas escuchando aquello que jamás me cansaría. Las piedras se veían a través del agua cristalina que obtenía un color verde gracias al reflejo de los árboles en el río. Era precioso.

El agua se iba haciendo más profunda, así que tuve que apretar algo más las riendas para poder dirigirlas, y cuando ya vieron que el agua iba a llegarles hasta el pantalón, se salieron del río hasta la orilla.

—Oye, ¿nos quedamos aquí? —Sugirió Normani, señalando una bajada de agua fuerte entre rocas y una pequeña poza que llegaba hasta la cintura. —Aquí podremos bañarnos y hacer la barbacoa.

—A mí me parece perfecto. —Dije girando a Silver para que saliese del río. —Además, ahí puede tumbarse Silver.

Llegamos a la orilla, y sujetando a Camila de la cintura, la bajé al suelo, y luego me bajé yo. Lo guie hasta el río, y até una cuerda a un árbol para que no se fuese. Luego, comenzó a beber.

Todas nos quitamos la ropa, pero no los zapatos; nos mataríamos con aquellas piedras que inundaban el río. Inflaron dos roscos y comenzaron a deslizarse por el rápido que formaban las piedras; era como un tobogán de agua.

—¿¡Y no me haré daño!? —Gritaba Camila desde arriba, agarrando el flotador.

—¡No! ¡Vamos, tírate! —Grité delante de la bajada, con las manos en la cintura. —¡Estoy aquí para agarrarte si te caes!

—¡Está bien! —Dijo riendo.

Camila se montó en el flotador, se aferró a las agarraderas que tenía a los lados, y de un golpe se impulsó bajando.

—¡Wooooohoooooo! —Gritó riendo, deslizándose por la corriente que formaba la velocidad del agua y las rocas, hasta llegar al final.

—Te tengo. —Dije agarrando su pierna para que no se fuese con la suave corriente río abajo. —Oye, ¿necesitáis ayuda para la barbacoa? —Antes, yo había preparado la hoguera, las piedras, el carbón que traían.

—No, tranquila Lauren. —Sonreí y miré de nuevo a Camila, tirando de su pierna para acercarla a mí.

—Tú, déjame a mí. —Ella negó, dando una patada para que la soltase. —¿Cómo? ¿Qué no me vas a dejar? —Negó riendo, mordiéndose el labio inferior. —Mira, me tumbo yo y te tumbas tú encima.

—Está bien. —Dijo levantándose.

Para que no se fuese el flotador, até una cuerda a una piedra que rodeaba el río, y até otra a una cuerda que llevaba el flotador por la parte superior. Luego, me tumbé, y sin esperar mucho más, Camila se sentó sobre mi entrepierna.

—¿Estás cómoda? —Se tumbó encima de mí, con su cabeza sobre mi hombro y los ojos cerrados.

—Eres muy buen colchón. —Su brazo estaba estirado junto al mío, y sus dedos rozaron un poco los míos.

—Es el mejor piropo que me han dicho nunca. —Cerré los ojos yo también, dejándome llevar por el sonido del agua, y la corriente que nos mecía lentamente.

—Seguro que no. —Murmuró ella, y sus dedos comenzaron a acariciar la palma de mi mano lentamente. —¿Nunca te han dicho que tienes unos ojos preciosos? —Murmuró ella. Un nudo se formó en la boca de mi estómago al escuchar aquello.

—No. —Respondí. A decir verdad, nunca había tenido novia, sólo... Rollos de una noche y casi nunca se molestaban en decirme si era guapa o no, sólo se acercaban a mí y nos acostábamos, o en su defecto, nos liábamos.

—Pues ya lo sabes. —Entrelazó sus dedos con los míos lentamente, sintiendo la suavidad de sus manos tocar las mías, más ásperas. Mi brazo quedo bajo su cuello, casi como si estuviese encima de sus hombros, como en el coche, y se giró un poco para mirarme.

Miré sus labios que se acercaron a mí para morderme la barbilla con una pequeña risa.

—No hagas eso. —Dije entre risas, sintiendo un nuevo mordisco de Camila, esta vez en la mejilla. —¿Quieres venir conmigo al 4 de Julio? —Murmuré acariciando sus dedos entre los míos, humedeciéndome los labios al hablar.

—Claro que quiero. —Susurró con un leve beso en la comisura de mis labios.

¿Las llamamos? —Se escuchaba de fondo en voz baja.

No sé, les cortaríamos todo el rollo... —Camila y yo comenzamos a reírnos, incorporándonos en la colchoneta. Yo estaba sentada con Camila encima, mirando a Normani y Dinah.

—¿Sabéis que si os escuchamos hablar se corta el rollo igual? —Dije entre carcajadas, y Camila se puso de pie delante de mí, con su culo en mi cara. Vaya.

—La verdad es que tengo hambre. —Camila salió del agua, y yo también tras ella.

Olía de fábula, y Dinah, Normani y Ally se peleaban por ver quién tenía el mejor trozo. Ally finalmente me lo dio a mí, porque 'esa carne era mía'. No pude evitar reírme.

—¿Por qué a mí nunca me dejáis sitio? —Preguntó Camila, buscando una silla en la que sentarse.

—Porque queremos que te sientes con Lauren. —Dijo Dinah ironizando, pero Camila señaló mi regazo, y asentí echándome un poco hacia atrás para que se sentase. —Pero mírala, será zorra, que la ha dejado que se siente.

—Por supuesto. Su regazo es mi asiento. —Mi mente estaba muy sucia, porque directamente pensé que ojalá lo fuese mi cara. Rodeé su cintura con un brazo, y con esa mano sujeté mi plato, con la otra comía.

Durante la comida, Normani nos contó cómo le iba a con aquél chico que conoció en el bar, dijo que había quedado con él el 4 de Julio para ver qué pasaba. Ally seguía con su novio, Troy, y luego Dinah nos contó que mi primo Darren la había llamado, pero que le dijo que no después de ver lo que le hizo a Camila.

Tras la comida, Normani y Camila salieron corriendo al agua. Yo me quedé mirando cómo botaba el culo de Camila al correr, y Dinah se echó a reír. Cuando entraron al agua, sus pechos también lo hacían, y yo no sabía dónde meterme.

—Lauren, ¿qué tetas te gustan más? —Preguntó Dinah, y Normani y Camila la escucharon. Me quedé mirándolas a las dos, y achiqué los ojos.

—No me hagas esas preguntas.

—Oh, venga ya, te molan los melones de Camila. —La cubana se echó a reír por las palabras de Normani. —Si te gustasen mis tetas, habrías corrido a meterme el cimbrel a mí.

—¿El cimbrel? —Dije riéndome casi a carcajadas. —Yo no tengo cimbrel. Bueno, según de qué cimbrel hablemos.

—No sé, ¿tú tienes el arnés ese que lleva un pene? —Me quedé casi perpleja al escucharla.

—No te voy a contestar a esa pregunta, Normani. —Negué riéndome, y me levanté de la silla yendo hacia el agua.

—Eso es que sí. —Dijo Camila señalándome con una sonrisa burlona.

—Eso es que te calles. —Dije mirándola con las cejas alzadas.

—Eso es que como no te calles lo va a usar contigo. —Abrí los ojos mirando a Normani.

—¿Y eso sería un castigo?

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