Entre un latido de corazón «M...

By NocturnaIV

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El tejado del Louvre parecía el mejor lugar del mundo en ese segundo. Ni siquiera podía culpar el ímpetu que... More

Y un nuevo inicio
Siempre es lo mejor

Un Solo Corazón

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By NocturnaIV


Sus dedos recorrieron el suave cabello rubio, podía sentirlo sonreír contra su mejilla acorde llegaba hasta el cuello masculino y lo abrazaba estrechamente. El corazón le palpitaba con fuerza y no podía esconder la dicha que sentía al saberse amada por un chico como él. Repentinamente, lo sintió reírse con cierta travesura infantil, mientras los labios masculinos bajaban lentamente por todo el camino desde su mejilla hasta llegar a su mandíbula y continuar hasta su mentón, obligándola a mirarlo. Los ojos de color esmeralda lucían especialmente brillantes en esa cercanía y el corazón se le aceleró cuando notó que él estaba por capturar sus labios sin duda alguna. La piel se le erizó cuando el aliento cálido llegó hasta su boca justo antes de sentir el beso directo y profundo que la obligó a apoyarse contra la pared para no perder el equilibrio.

- Mi lady... -lo escuchó murmurar, al momento exacto en que se separaba y el cascabel de su cuello resonaba ligeramente.

Abrió los ojos de golpe y ahogó un grito cuando notó los grandes ojos de Tikki mirarla con preocupación.

- Marinette... -la pequeña criatura ladeó el rostro, sobrevolando a la joven- ¿Qué ocurre...? Lucías muy feliz mientras dormías pero te despertaste asustada.

- ¿Qué...? –abrió los ojos con sorpresa y un rápido sonrojo se formó en sus mejillas- ¡Claro que no estaba feliz! Tuve una pesadilla, Tikki, una... -sus ojos se clavaron en el reloj y dio un fuerte brinco fuera de su cama- ¡Voy tarde! –gritó, apresurándose a tomar un baño y cambiarse.

Ese sueño debía tratar sobre Adrien... no sobre... él.

Quince minutos después, sonrió culpable cuando su madre le lanzó una última mirada reprobatoria. Al parecer, había estado llamándola por casi media hora y no se había despertado. No podía creer que estuviese próxima a cumplir dieciocho años y siguiera siendo tan poco organizada como años atrás. Pero se había trasnochado vigilando la ciudad con Chat Noir, ser una heroína no era fácil. A veces... le faltaban las horas de sueño. Por lo menos, sospechaba que su compañero de patrulla estaría igual de agotado.

Oh...

Toda la culpa la tenía él. Ya recordaba, él era la razón por la que ese día se sintiese como si fuese a ahorcar a alguien, se quisiera ocultar entre las sábanas y estuviese a punto de reiniciar la noche pasada. Todo al mismo tiempo. Él tenía toda la responsabilidad sobre esa extraña sensación en su corazón... como si fuese una extraña en su propio cuerpo. Pero por fortuna, había logrado llegar a tiempo a clases y deslizarse hasta su asiento junto a Alya. Ya no debía pensar en esas cosas, oficialmente se daba un descanso de Ladybug y sus problemas. En ese momento era Marinette y nada más, sin gatitos traviesos ni sueños extraños.

- Estoy sinceramente sorprendida, has llegado a tiempo. –su amiga le sonrió con el mismo orgullo que tendría una hermana mayor ante las proezas de una infante.

- Todos los días son un reto. –admitió Marinette, sacando de su bolso una pequeña caja con galletas y aprovechando que aún tenían tiempo la abrió- Mi papá las horneó esta mañana.

- Oh... siempre tengo espacio para uno de sus dulces... O dos... O tres... –Alya tomó una y la lanzó en su boca, disfrutando del crocante exterior y el extremadamente suave interior- ¿Ya aprendiste a hacer unas así, verdad? Para cuando vayamos a la universidad. Alguien debe saber crear estas delicias.

- Eso huele bien.

Marinette levantó la mirada y notó que Adrien se había girado y tenía sus ojos clavados sobre la pequeña cajita roja.

- ¿Quieres un poco? –ofreció la pelinegra, extendiendo las galletas hacia él- ¿Y tú, Nino? ¿Te animas?

- Estaba esperando que lo preguntaras. –el otro chico tomó un par y se las metió a la boca sin miramiento- Mi mamá adora estas galletas, debería comprarle unas mañana.

- ¿Acaso te fue mal en el examen de física? –Adrien regresó a ver a Marinette, tomando otra galleta- ¿No crees que sería algo muy propio de Nino intentar usar las galletas de tu padre para ganarse el perdón de su propia mamá?

Marinette soltó una pequeña risa, sorprendiendo tanto a Adrien como a Alya. Por fortuna, Nino comenzó a protestar y defender su caso. Aunque en realidad era cierto que le había ido mal en el examen y todo por no haber estudiado con Adrien. Marinette extendió la cajita que contenía sus galletas y le ofreció más a Nino para que tomara un respiro y dejara de ametrallar a todos con sus excusas que realmente eran innecesarias. Lo que había que admirar al chico, era que podía protestar y comer al mismo tiempo. Eso debía ser un don. En ese momento, como una salvación, la profesora entró en el aula, porque Marinette sospechaba que no tendría suficientes galletas para calmar al chico.

- Hey... -Alya le codeó suavemente y bajó más la voz- ¿Qué fue eso...?

- ¿Qué? –Marinette abrió los ojos con sorpresa y observó hacia Nino- Solo quería calmarlo, tengo otra caja con galletas, descuida. Te prometo que todas serán para ti.

- No. –Alya negó con fuerza- Hablaste con Adrien tranquilamente ¿O acaso no te diste cuenta...?

La pelinegra abrió los ojos con sorpresa y dirigió su atención hacia el frente, sin poder creerlo ¿Ella...? Pero... su corazón no había latido con fuerza y aunque tenía sus ojos clavados en la ancha espalda de Adrien y podía notar su cuello ligeramente bronceado siendo acariciado por su suave cabello...

No sentía nada...

No...

- Oh... ¿No te habías dado cuenta? –la voz de Alya sonó lejana.

No podía ser...

Todo eso debía ser un error. Sí, eso debía ser. Marinette se concentró en la clase, pensando que tal vez había estado algo dormida y todo se aclararía cuando su cerebro terminara de despertarse. Un poco de literatura podría ayudarla ¿Verdad? Algo de trabajo para hacer que sus engranajes personales funcionaran era lo que necesitaba ¿Verdad...? Si, definitivamente. La chica se obligó a prestar atención a la clase de ese día como si fuese el remedio para su extraño comportamiento. En ese momento la profesora hablaba de "La Divina Comedia" y exponía el trágico camino que el autor había realizado para llegar hasta su amada Beatrice. Cuando Adrien levantó la mano, ella se mordió el labio inferior y recorrió con sus ojos los dedos alargados y el anillado plateado que era la única joya que el chico tenía.

Pero nada...

En realidad...

Marinette abrió los ojos con sorpresa y dejó de morder su labio. Rápidamente ocultó su rostro atrás de su cuaderno cuando pensó que estaba saboreando el mismo lugar donde Chat Noir la había besado la noche anterior. El corazón se le disparó ante el recuerdo y sus manos temblaron hasta que casi soltó su agarre.

No podía pensar... debía estar nerviosa por Adrien, con el corazón acelerado... no ante el recuerdo de Chat Noir ¡No por él! Eso era... raro ¡Eso estaba mal!

¿Verdad...?

- Oh... ya vuelves a ser Marinette. –bromeó Alya, apoyando su mano en el cuaderno y obligándola a bajarlo.

- Claro que no... -gimió, dejando descansar su frente contra la fría mesa y con ese argumento abandonó a su amiga en la completa intrigada.

En realidad...

¡Si! La culpa había sido de Alya. Exacto. Ella tenía toda la culpa de que estuviese pasando por tan terrible situación. Absolutamente toda la culpa. Si Alya no hubiese tomado recientemente subido un video en donde ella había besado a un inconsciente Chat Noir... Bien, no lo había besado, le había dado respiración de boca a boca para salvarle la vida ¡Exacto! Ella había salvado la vida de su leal compañero y aliado ¡Nada más! Marinette le lanzó una rápida mirada a su amiga, que era indiferente a todo el sufrimiento que había causado cuando había grabado a Ladybug completamente asustada, dándole respiración a Chat Noir y rogándole para que no la dejara sola. Cuando el chico había reaccionado, lo había abrazado el suficiente tiempo antes de que él se diera cuenta.

Marinette había estado asustada cuando Chat Noir no había respirado, sus manos habían temblado y solo la fuerza de su mente le había obligado a pensar seriamente, como un ser humano y no dejar que el miedo la venciera. Obviamente había estado aterrada e indudablemente le había dado respiración boca a boca sin siquiera pensar, por más de un segundo, que el chico tenía labios suaves pero extremadamente fríos y que tenía un ligero sabor a hierbabuena que le había durado por unas horas. No había tenido tiempo de analizar todo eso, porque la prioridad había sido la vida de él y cuando Chat comenzó a toser, todo su cuerpo se debilitó y lo había abrazado desesperada.

Si algo le hubiese pasado...

¡Aunque había estado asustada porque se trataba de su leal amigo!

Pero... Alya había grabado todo y lo había subido a su página web. No, no solo eso. Tal vez si hubiese hecho eso no tendría tantos problemas. Lamentablemente, Alya había recordado la fotografía que años atrás había tomado a Ladybug besando a Chat Noir para liberarlo de la influencia de Dark Cupid. Al parecer, la Alya de años atrás había encontrado muy íntima esa fotografía para publicarla.

Oh... pero la Alya de ahora había creído interesante exponer un posible romance entre Chat Noir y Ladybug en donde no solo el chico sentía algo por ella, sino que podía ser algo mutuo.

Alya...

Y al parecer Chat Noir había visto el video y la fotografía, porque al día siguiente del incidente lo había visto completamente feliz, rebosante de energía y mucho más sonriente. Al punto que el muy indigno y atrevido gatito había aprovechado la emoción de la victoria para besarla profundamente hasta que ella había sentido que su corazón iba a explotar por la sorpresa.

"Esto es por ese beso de años atrás. Aun debes pagarme por el más reciente, mi lady"

El muy...

...indigno...

Y así, se había ido, con un ridículo grito de júbilo, saltando por los techos hasta perderse de vista. Marinette se mordió el labio inferior para contener un grito e inmediatamente soltó su agarre ¿Esa iba a ser la historia de su vida? ¿No iba a volver a morder su labio inferior porque inmediatamente recordaría el atrevido e inesperado beso que la había dejado sin aliento? O peor... ¿Sus sueños transformarían a su dulce y amable Adrien por ese audaz gato de labios traviesos?

Rayos...

Ya estaba poniéndole adjetivos positivos a Chat Noir...

Marinette soltó un pesado suspiro y apoyó su frente sobre la mesa, mientras la hora de clases terminaba y comenzaba el receso.

- ¿Te encuentras bien?

La preocupada voz llegó a ella de forma cercana. Al abrir los ojos, notó dos grandes esmeraldas muy cerca de su rostro y por un segundo su corazón latió. Hasta que notó el suave brillo inocente y las delicadas cejas de Adrien.

No era Chat Noir...

Marinette se enderezó de golpe y gritó mentalmente ¿Cómo...? ¿En serio estaba lamentando que no fuese Chat Noir? No podía ser... No podía ser... En verdad no podía ser verdad que todo eso le estuviese pasando ¿Qué le ocurría a su corazón?

¡Se le había descompuesto! ¿Podría ser eso posible?

Por favor... que fuese posible.

Eso solo implicaría que habría una forma de arreglarlo.

- ¿Te encuentras bien? –Adrien se enderezó con ella, ligeramente sorprendido por su reacción tan inesperada.

- Lo siento. –Marinette suspiró ligeramente y por mucho que miró el rostro del chico por el que tantas emociones había sentido... su corazón siguió tranquilo- Solo estoy meditabunda.

- Tal vez, cuando terminen las clases, debas ir a casa a descansar ¿Alya te podría hacer compañía? –sugirió el chico.

- Creo que tienes razón. Pero Alya tiene cita con el dentista. –se encogió de hombros- Y mis padres están asistiendo a una conferencia de pan.

¿En serio estaba teniendo una conversación casual con Adrien?

- ¿Una conferencia de pan? –el chico enmarcó una ceja y sonrió ligeramente de lado.

- Si. –Marinette se rio - Todos los años hay unas conferencias, sobre panadería y pastelería, con talleres y todo eso. Algunas personas llegan con ideas nuevas y otras hablan sobre nuevas técnicas en el mercado. Si queremos que nuestra panadería siga siendo buena, es necesario actualizarse constantemente. –se encogió de hombros- O eso dice mi papá.

Hasta Adrien lucía sorprendido al verla tener una conversación tan natural con él. Por primera vez, Marinette pensó que después de tantos años, tal vez el chico tenía la ligera sospecha sobre su enamoramiento o algo así.

No podía ser tan ingenuo ¿Verdad?

- Bueno... -Adrien se rascó ligeramente la nuca- tal vez encuentres una forma de distraerte en casa. –regresó a ver sobre su hombro y le hizo una señal a Nino- Debo irme, pero... avísame si puedo ayudarte en algo.

- Gracias. –Marinette se despidió suavemente, sabiendo que en ese momento su corazón debía estar latiendo con todas sus fuerzas.

Pero nada...

En lugar de eso, le daba gracia porque ¿De qué forma iba a avisarle si lo necesitaba? No tenía ni su número celular.

El resto del día, Alya le preguntó incontables veces si se encontraba bien. Ella francamente no creía que tuviese los cinco sentidos totalmente en orden. Mucho menos que su cerebro estuviese bien. Pero simplemente se encogió de hombros y sonrió culpable. No, no estaba bien, obviamente no se encontraba ni a la mitad de su capacidad mental ¿No era obvio? Su cabeza no dejaba de pensar en Chat Noir y... todo ese último beso. Eventualmente Alya le dio un ligero respiro cuando las clases terminaron y Marinette se encaminó hacia su casa, pensando que no tenía sentido lo que le estaba ocurriendo. Por años había deseado tener una charla civilizada con Adrien y por primera vez lo había conseguido pero obviamente no había resultado como hubiese deseado. El chico seguía siendo el mismo dulce caballero y atractivo modelo, de perfectos gestos y excepcional cerebro.

Entonces ¿Había cambiado ella...?

Marinette suspiró pesadamente, subiendo a su dormitorio y se dejó caer en su cama. Tikki salió volando de su bolso y la sobrevoló con curiosidad.

- ¿Qué ocurre hoy? –consultó la pequeña criatura, visiblemente preocupada- Hoy no eres la misma.

- Lo sé. –la chica se sentó rápidamente y observó a su pequeña amiga- No entiendo qué pasa conmigo, Tikki.

- ¿Esto se trata sobre Adrien?

- ...y sobre Chat Noir. –murmuró la joven, antes de ocultar su rostro atrás de un pequeño cojín- Oh Dios... todo es peor cuando lo digo en voz alta. Esto se trata de Adrien y de Chat Noir. Esto se trata sobre mi pasividad respecto a Adrien y sobre no dejar de pensar en Chat Noir.

- Oh... -Tikki desvió la mirada un momento, bajando su vuelo hasta apoyarse sobre la cama- Bueno... era de esperarse.

- ¿Qué...?

- Él siempre ha estado interesado en ti...

- En Ladybug. –aclaró.

La pequeña criatura observó el techo por un momento, como si estuviese midiendo sus palabras delicadamente antes de dar una respuesta.

- Ladybug eres tú, Marinette. La máscara te hace más segura, pero sigues siendo tú ¿Verdad? No cambias. En todo caso, puedes ser completamente tú, sin miedo a que te juzguen.

- Lo sé...

- Pues Chat Noir también es un chico atrás de una máscara, que puede ser él mismo frente a ti de la manera que, tal vez, no lo es con nadie más. –Tikki saltó sobre el regazo de Marinette y acarició la mano de la chica- Tú conoces más a Chat Noir que a Adrien ¿Por qué no te gustaría más él? Eventualmente... claro.

- ¿Eventualmente...? –susurró la pelinegra, levantándose de la cama y observando su computadora.

- Eso es lo que te tiene inquieta ¿Verdad? –Tikki voló junto a ella- El hecho que no puedas sacar de tu cabeza a Chat Noir y saber que no es un error o algo pasajero. Porque...

- ...lo conozco. Y sé que ese beso fue sincero, que él quería dármelo... como tantas otras cosas que me ha dado... -la chica relajó sus puños, sorprendida de haberlos tenido cerrados- Esto no se trata solo de un beso, sino del miedo que tuve por perderlo... ¿Qué digo? –miró el techo de su habitación, como si sus ideas estuviesen nadando ahí- Del miedo que siempre tengo cuando creo que voy a perderlo porque se arriesga constantemente para salvarme. Esto se trata de la forma en que puedo leer sus pensamientos y por eso hacemos tan buen equipo. También se trata de los y si... Porque solo puedo pensar ¿Y si algo entre nosotros pudiese funcionar? ¿Y si esa sincronización perfecta solo es una señal? Aunque ¿Y si algo sale mal? ¿Y si pierdo a un leal compañero porque me arriesgo?... –miró a Tikki.

- ¿Y si lo pierdes por no hacer nada? –aventuró la pequeña, sabiendo que esa era la pregunta más pesada.

La sensación de vértigo en su vientre fue aterradora al pensar en esa pregunta.

Sin pensarlo demasiado, Marinette se acercó a su computadora y cambió el fondo de pantalla por un paisaje de París ¿Era normal que le doliera no sentir ni una pisca de duda al quitar el collage que había hecho de fotos de Adrien...?

Una pequeña sonrisa se formó en sus labios. Por lo menos no eran fotos de Chat Noir, ni algún gato negro cualquiera. Por lo menos no estaba replicando las cosas de un chico a otro.

Porque Chat Noir era diferente...

El sonido de un cascabel la hizo dar un respingón. Como siempre, unos segundos después unos golpes desde la ventana de su habitación la hizo mirar sobre su hombro, pero Tikki ya se había ocultado.

Hablando del Rey de Roma...

"Princesa" pudo leer en los labios de Chat Noir, que se colgaba ágilmente en el alfeizar de su ventana. Marinette le sonrió y abrió la ventana, dejando al chico entrar en un ágil salto que de seguro buscaba impresionarla.

- Perdón la tardanza, princesa.

- ¿Te estaba esperando? –consultó Marinette y de repente recordó la promesa que él le había hecho la noche anterior.

Él la besaría.

Eso se lo dije.

Él iba a besarla...

- ¿Princesa...? –Chat Noir abrió los ojos con sorpresa y dio un paso hacia adelante cuando notó que la joven se tapaba la boca- ¿Acaso te moriste la lengua...? ¿Estas mareada? ¿Te encuentras bien?

¡No! Él le había dicho eso a Ladybug.

Pero en ese momento él solo veía a Marinette. Así que sería mucho más tranquilo si su corazón dejase de latir entre nervios y... anticipación estúpida.

- Me mordí. –mintió, sentándose en su cama- Y no has respondido ¿Te estaba esperando?

- Algo me dijo que necesitabas compañía. –explicó el chico, girando la silla del escritorio de Marinette para sentarse a ahorcadas sobre esta y apoyar su mentón sobre el respaldo de la misma con esa enorme sonrisa infantil que solía poner- ¿Mis instintos felinos estaban en lo correcto?

¿No le dolerían las mejillas cuando sonreía tan abiertamente?

Aunque era una sonrisa sincera, se notaba. Una sonrisa agradable.

Oh no...

- ¿Acaso tienes cámaras de vigilancia siguiéndome? –preguntó, apartando la mirada de la boca masculina y de cualquier idea que la empujase a pensar más en besos y menos en sonrisas.

Ese era Chat Noir, el chico que conocía por años, con sus ridículos chistes y ademanes caballerosos que rayaban en el coqueteo ridículo. El mismo compañero de trabajo que había crecido en esos últimos años y seguía tan lampiño como siempre, aunque ahora era mucho más alto y su espalda era tan ancha como un escudo creado para protegerla...

Enfócate...

- Solo me preocupo por ti, princesa. –el chico la observó largamente, frunciendo el ceño- No luces tan vital como siempre. –se explicó.

- ¿Es tan obvio? –Marinette subió sus piernas hasta abrazarlas contra su pecho- Todo el mundo se ha dado cuenta, hasta Adrien.

- No creo que él sea ciego o pase de tu existencia. –regañó el rubio.

Oh... era gracioso como Chat Noir se había vuelto tan o más amigo de Marinette como de Ladybug. Tikki tenía razón, era la misma chica, con o sin el antifaz. La única diferencia que existía era que Chat Noir no coqueteaba con Marinette. Si, a veces se exhibía y bromeaba pero con el tiempo se había dado cuenta que lo hacía como un juego. Al final del día, a él en verdad le importaba causarle una buena impresión y eso era increíblemente tierno.

Oh genial...

Ahora pensaba que era tierna la forma en que él se comportaba con ella cuando era Marinette.

- Bueno, puedo decir, sin sonar mojigato...

Marinette rodó los ojos ¡Esos ridículos juegos de palabras!

- Chat Noir... -rogó, sin ocultar su fastidio- No es gracioso.

- ¿Segura? Tal vez tu caja de la risa está dañada. –bromeó el chico, balanceándose en la silla ligeramente- Está bien... está bien... no me mates con esa mirada y deja de fruncir el ceño, princesa, no te sienta bien. Lo que quiero decir... -y se relajó en ese momento- es que te conozco ¿No crees? Y sé cuándo estas sobre-pensando las cosas.

- Voy a sospechar que en verdad tienes cámaras puestas por aquí... -acusó, mirando a un lado y a otro, fingiendo estar en búsqueda cualquier indicio de vigilancia en su propio dormitorio.

- Princesa, me ofendes. Nunca le haría eso a nadie, menos a una dama como tú. –el chico sonrió- Y sé que estás eludiendo el tema.

Bien, Chat Noir era su amigo y ella con o sin máscara, era alguien quien depositaría su vida sin dudarlo en las habilidosas manos del rubio. Él la había salvado incontables ocasiones y aun así, por alguna razón, él lucía mucho más relajado cuando era Marinette.

Lo que había sido una pequeña misión de "protección" años atrás, había terminado en una amistad curiosa. Nunca había esperado jugar a la damisela en peligro, pero Chat Noir había hecho una notable diferencia entre ella y Chloé, había sido mucho más agradable y relajado con ella. Pero todo había cambiado cuando, semanas después, lo había encontrado rondando en su tejado, meditabundo. En un inicio había temido que su leal gatito se hubiese percatado que Ladybug era ella, pero cuando se percató que él lucía perdido e indiferente a su alrededor, se dio cuenta que posiblemente Chat Noir ni siquiera se había dado cuenta que estaba parado sobre su casa.

Esa noche habían conversado como dos amigos, él no le había dicho muchas cosas en un inicio pero por lo que había podido entender, él tenía problemas con su padre y había salido a despejar su mente. Marinette nunca hubiese imaginado que su alegre amigo pudiese cargar tantos problemas y antes de darse cuenta le había ofrecido que cada vez que se sintiera mal fuese a visitarla. A ella, a Marinette.

Y una cosa llevó a la otra. Antes de darse cuenta, se encontró acompañando al chico en largo silencios amigables, en animadas charlas y hasta había comenzado a confiar en él. Al punto de confesarle sus sentimientos por Adrien. Sin poder evitarlo, soltó una carcajada ante el recuerdo y levantó la mirada, notando los curiosos ojos color esmeralda que la analizaban.

- Acabo de recordar la cara que pusiste cuando hace dos años te conté sobre mi enamoramiento hacia Adrien. –admitió.

Oh... confiaba en ese gatito.

El chico se rio de forma nerviosa y se rascó la nuca, mirando el techo, boqueando suavemente.

Aun cuando ese gatito era el peor consejero romántico que conociera.

- Bueno, me tomó por sorpresa. Además, no me lo contaste, me enteré por culpa de eso... -y señaló la computadora.

En eso tenía razón, Chat Noir había encontrado el protector de pantalla y se había caído al suelo de la pura impresión.

Literalmente...

- Anda, míralo. –animó Marinette.

- No lo sé... ¿Por qué querría repetir eso? Además, aún estoy procesando el hecho de que tienes todo el horario de Adrien en uno de esos pliegos que cuelgan de tu habitación. –Chat Noir negó con fuerza- Tú lo confundes con uno de esos cantantes famosos que las chicas adoran o un actor reconocido. Bueno, tú y muchas otras personas.

- Bueno, es un modelo. –pero por primera vez admitió para sus adentros que no era un tipo de romance muy... concreto y realista... lo que había sentido por Adrien.

Oh... "sentido"...

En verdad su corazón era muy radical cuando sacaba un sentimiento para dejar otro.

¿Debería preocuparle eso?

- Anda... -dijo Marinette, concentrándose en el chico, mientras se levantaba de la cama y caminaba hacia el lugar donde estaba ese enorme pliego de papel con el horario de Adrien.

Chat Noir había tenido un punto.

- Si insistes, princesa. –el chico aplastó un botón al azar de la computadora para que esta mostrara el fondo de pantalla- ¿Qué...?

- ¿Sabes? –Marinette llamó la atención del sorprendido chico, justo antes de jalar el largo papel que colgaba de su pared y comenzara a romperlo- Creo que soy demasiado leal...

- ¿Qué haces? –el chico se levantó de golpe- ¿Qué ocurre? ¿Qué te pasa? –hablaba demasiado rápido, sin saber si moverse o no, parecía perdido- ¿Acaso... Adrien te hizo algo malo? -lamentó, dejando caer sus hombros- ¿Estás enojada con él?

- Casi luces ofendido, Chat Noir. –Marinette negó, sorprendida de su repentina actitud- No, claro que no. Adrien no me ha hecho nada y no creo que pudiese hacer algo que despertara malos sentimientos en mí. Créeme, él sigue siendo el caballeroso y diplomático chico de siempre. –partió por la mitad el calendario de actividades de Adrien- Pero, como te iba diciendo, soy demasiado leal.

- No entiendo, princesa...

- Mi corazón. –explicó ella, soltando una pequeña risa, fascinada de la forma en que se sentía, segura y confiada cuando miraba a Chat Noir- ¿Has visto como hay gente que puede enamorarse de varias personas? Ellos entran en dudas, no saben a quién escoger y simplemente no pueden elegir. Yo no puedo... -y sonrió orgullosa, era algo que acaba de descubrir en ella pero le alegraba inmensamente- Mi corazón es demasiado leal. Si me gusta alguien, debe ser con la apuesta más peligrosa de todas: Todo mi corazón y desde el fondo de mi alma. –rompió otro pedazo del enorme pliego- Y aunque por un momento pensara que otro chico es increíble o genial, no podría ni siquiera pensar en amarlo, porque mi corazón le pertenece a otro ¿Entiendes?

- En realidad... sigo confundido...

- Oh, deja de verme con esos ojos. Casi parece que estoy terminando contigo. –Marinette llevó los pedazos de papel a su basurero y los dejó caer ahí, sintiendo que era importarte hacer eso, dejar las cosas atrás, porque le estaba poniendo incómoda todo el culto que había creado alrededor de un chico sin siquiera... conocerlo realmente- Solo puedo amar a una persona, por lo menos de forma consciente. –apoyo su mano sobre su pecho, para recalcar esa parte- Pero al parecer llevaba bastante tiempo gustándome otro chico... -los ojos esmeraldas del rubio lucieron casi alarmados y eso hizo a Marinette soltara una risa ¿Qué pasaba con ese gatito el día de hoy?- Bueno, al inicio ese gustar fue de forma inofensiva. Pero no pude detener este sentimiento, tal vez porque me negaba a aceptar que estuviese ahí y cuando me di cuenta, mi corazón ya lo amaba. Y cuando eso ocurrió, dejó de gustarme Adrien. Inmediatamente, sin avisos, sin preparaciones... No –racionalizó- ¿Sabes qué? Tal vez ya iba un tiempo sin gustarme Adrien, pero simplemente no me había dado cuenta, me había acostumbrado a adorarlo –señaló a Chat Noir- y como bien dices, lo adoraba de la misma manera en que lo haría una fanática con su cantante favorito. Lo adoraba. La diferencia es... que cuando fui consciente que estaba enamorada de este otro chico, no pude seguir adorando a Adrien, porque sería traicionar estos sentimientos. –suspiró- Unos mucho más sólidos y reales. Mi corazón lo sabía antes que yo y mi cerbero me lo informó hoy. Oh... creme, fue aterrador al inicio. –se encogió de hombros- Pero entre más lo pienso, más me gusta todo esto. Yo amo a este chico. –miró a Chat Noir, ligeramente sonrojada, porque estaba confesando todo eso a un amigo, si, a un leal y buen amigo pero también estaba diciendo todo eso al chico que le gustaba- No importa cuánto intente huir de esto, siempre he sido una persona que sigue su corazón. Aunque sea un camino peligroso. Él es muy diferente a Adrien y mi corazón lo escogió. –y entre más miraba a Chat Noir, a la forma en que centraba todo de él en ella, buscando comprenderla, aunque luciera confundido y perdido, más se daba cuenta de lo real que era ese sentimiento en su pecho- Si, es obvio que él me gusta y que en serio es un fantástico chico. –ella levantó la mirada, agradeciendo que en ese momento fuese Marinette y no Ladybug, porque sería terriblemente vergonzoso confesar todo eso ¡Sobre todo a él! Ya tenía un enorme ego sin que ella tuviese que justificárselo- Aunque, una amiga mía dijo que tenía sentido todo lo que mi corazón está viviendo. A este chico lo conozco más. No, lo conozco realmente. Así que era cuestión de tiempo... enamorarme de él.

- ¿Quién es...? –Chat Noir avanzó rápidamente hacia ella y la tomó de los hombros, lucía cada vez más preocupado, sin un atisbo de picardía en su mirada- ¿Estas segura de esto? Te he visto enamorada de Adrien por años, ilusionada, emocionada... ¿Estás segura que te gusta este otro chico, princesa? Esto es demasiado repentino.

- Chat... ¿Qué ocurre? Pensé que te alegraría saber que ya no sigo ilusionada con algo imposible... -Marinette apoyó sus manos sobre las de él- ¿No es esto bueno?

- ¡Si!... No... -él bajó la mirada- No lo sé... -lamentó- tal vez prefiero que te guste Adrien... -pero al segundo en que esas palabras salieron de su boca, él levantó la mirada, alarmado- No, claro que no. Olvídalo, no dije nada. –sonrió culpable- Solo estoy confundido.

- Supongo que es una noticia muy grande para digerirla tan fácilmente. –bromeó ella, buscando animarlo.

- Si. –él le sonrió, pero apenas y su boca se movió para confirmar ese gesto- Lo único en lo que estoy seguro, completamente seguro, –y la tomó del rostro, con sus manos enguantadas, mientras la miraba fijamente- es que quiero que seas feliz. Tú y ese noble corazón tuyo, princesa. Para mí, es importante que seas feliz. El resto de cosas no importan, son lo de menos. –la soltó suavemente, deslizando sus manos por el cuello femenino hasta volver a sus hombros, donde se detuvo- Solo quiero saber ¿Esta es tu decisión definitiva?

- Estoy segura. Y tal vez no es repentino, simplemente me he tardado en darme cuenta de la verdad. Porque créeme, él lleva años luchando por meterse en mi cabeza y ahora no quiere salir. –admitió, apoyando sus manos sobre los fuertes brazos del chico.

Oh no... ya estaba pensando en que tenía fuertes brazos...

¡Ese era el problema! Por mucho que luchara contra esos sentimientos, su corazón no paraba de hundirla en esos brillantes ojos de color esmeralda...

¡Basta!

- Pero... -se quejó el chico, aunque con mucha menos fuerza que antes.

- En verdad, actúas como si estuviese terminando contigo o algo así. –la chica abrió los ojos con sorpresa- Adrien sigue pareciéndome un chico increíble, un excelente partido, pero tienes razón, no lo conozco realmente. Por años, me lo has dicho: No sé quién es en realidad, mi enamoramiento fue el de una fanática. Tal vez, ahora que puedo hablar con él tranquilamente, pueda conocerlo. Tal vez y en verdad llegue a gustarme...

- No luces muy segura... -murmuró Chat Noir.

- Eso es porque el chico que me gusta ahora es alguien que conozco completamente, en lo bueno y lo malo. –se encogió de hombros- Y es alguien que ha esperado por mí, esforzándose siempre por mi bien.

- ¿Quién...? –el chico aclaró su garganta- ¿Quién es?

- Eso es un secreto. –ella rio suavemente- Por ahora.

- Eso no es justo... -el chico se soltó y volvió a su silla- Tú sabes lo que siento por mi lady... -abrió los ojos, al ver la hora y dio un ágil brinco- Oh no... ¡Mi lady! –avanzó hacia la ventana, casi a tropezones- Siempre que hablo contigo, el tiempo vuela, princesa. –Chat Noir se inclinó y besó la mejilla de Marinette- Hoy llega una exposición de Gran Bretaña, entre ellas, las joyas de la corona. Ladybug y yo vamos a custodiar la entrega, solo por precaución. Pero me alegra verte mejor. –hizo una suave reverencia- Aunque no hemos terminado de hablar –advirtió y saltó por la ventana.

- Me alegra ver que aunque te gusta, puedes hablar tranquilamente con él. –comentó Tikki, saliendo de su escondite- Eso es un amor mucho más maduro, has ido creciendo en todos estos años que te conozco, hasta en tu corazón. Me siento muy orgullosa de ti.

- Si... -Marinette acarició su mejilla, sintiendo un suave hormigueo- Él me conoce mejor de lo que yo le conozco a él...

- ¿Eh...? –la pequeña criatura voló hacia la mano de la joven, presa de la curiosidad.

- Él me conoce como Marinette, me aprecia como soy, Chat Noir dice que soy su mejor amiga y... le gusto como Ladybug... Él me acepta completamente aunque no lo sepa. –negó con fuerza, para concentrarse- Pero dejemos de hablar de eso... Ya lo oíste, hora de trabajar ¡Tikki!

Horas después, el último artículo era depositado en una caja de seguridad y los guardias agradecían la ayuda de Ladybug y Chat Noir. El dúo había tenido una relajada jornada, aunque la joven se dio cuenta de lo meditabundo que se encontraba su amigo.

- Bien... parece que hemos terminado por hoy. –la joven levantó la mirada y observó la luna menguante saludarle como la sonrisa de un gato.

Oh no... ¿En serio...? ¿Tenía que ponerse así de cursi?

- Si... -el chico suspiró largamente pero le dedicó una amplia sonrisa- Siempre es un placer estar a tu lado, mi lady.

- Gatito... -negó ligeramente pero sorpresivamente él la tomó de la mano y la besó justo sobre sus nudillos.

El corazón se le desembocó. Totalmente de golpe y sin poder frenarlo. El muy... indigno, la dejó con la garganta seca y tuvo que desviar la mirada para no delatarse.

- ¿No quieres hacer algo? Podríamos dar un paseo. –sugirió Chat Noir, sonriendo de lado- No tienes que irte ahora.

- Oh, sí, podríamos dar un paseo, nadie prestaría atención al traje rojo y a las orejas ¿No? –bromeó la chica, soltándose.

Y la mirada que él le puso... hizo que su corazón se encogiera ¿En verdad él quería dar un paseo con ella? ¿Así de simple? ¿Chat Noir tenía esos deseos tan normales? Una caminata con la persona que le gustaba... No era mucho pedir.

Y ella se lo estuvo negando.

¿...en verdad todas las veces que la había invitado a hacer algo fuera del trabajo le había puesto esa misma mirada melancólica y añorante...?

Oh... gatito...

- Bueno... -Chat Noir se enderezó y llevó sus manos hacia atrás- Supongo que tienes razón...

- En realidad... -Ladybug se mordió el labio inferior, teniendo muy presente el recuerdo que despertaba ese gesto.

Pero esa vez era un buen incentivo.

No quería perder la oportunidad. Tikki tenía razón ¿Y si lo perdía por no hacer nada? Todo eso era ganar o ganar ¿Verdad? Él tenía sentimientos por ella, así que ser sincera con sus emociones debería ser algo bueno. Además, él aun le debía un beso. Eso era un ganar o ganar... ¿Verdad...?

Eso era una locura...

- ¿Y si subimos? –señaló al tejado del Louvre, armándose de valor- Me gustaría...

Y un ligero grito escapó de sus labios cuando él la tomó de la cintura y la apretó contra su fuerte costado hasta robarle el aire. Antes de darse cuenta, él los había impulsado hacia arriba con su propia arma y en un ágil movimiento se había dejado caer en el tejado del edificio, manteniéndola lejos del suelo por un par de centímetros. Ladybug soltó su agarre de la cintura del chico y dio un par de pasos hacia un costado.

¿Siempre había olido tan bien...?

¿Siempre había sido tan cálido...?

Tal vez la peor parte era escuchar la afirmación en su cabeza...

Simplemente ella no había querido aceptarlo por todos esos años.

Un solo corazón... un solo amor. Y ahora la balanza se inclinaba hacia él.

Chat Noir iba a ser un tormento para su trabajo si es que no hacía algo al respecto.

- Siempre es una buena noche, si puedo compartirla contigo, mi lady. –comentó el chico, recuperando su grata sonrisa.

- Una parte de mi quiere gritarte ¿Sabes? –comenzó Ladybug, caminando por el borde del edificio para crear distancia y tomar aire.

- ¿Por el beso de ayer...? –preguntó Chat Noir, con una voz ligeramente culpable, pero algo taimada.

Obviamente no iba a disculparse por eso. No cabía duda de que estaba contento con sus acciones.

- Oh, también por eso, créeme. –ella se giró- No puedes ir por ahí, robándole besos a la gente.

- Solo he querido robártelos a ti. –aclaró el chico, con una enorme sonrisa orgullosa- Mi corazón es leal.

Oh... el muy indigno estaba usando sus propias palabras en su contra.

Bueno... las palabras de Marinette.

- Aun así, no puedes hacerlo. Solo puedes hacer ese tipo de cosas con tu novia.

- Eso sería fácil de arreglar... -Chat Noir le dio la espalda y comenzó a balancear su cuerpo en el borde del edificio como si fuese una cuerda floja- Lo sabes...

Ladybug se mordió el labio inferior... ese gatito no tenía vergüenza. Todo eso era como tratar con un niño, sin miedos, ni complejos. Él se sentía seguro atrás de esa máscara, diciendo lo que pensaba, sin temor alguno. Él se mostraba con orgullo y sinceridad, travieso, algo infantil, pícaro y si, extremadamente leal.

Pero, él no era el único que se sentía seguro atrás de una máscara. Una pequeña sonrisa se formó en sus labios y avanzó lo más sigilosamente posible hacia Chat Noir, cerrando su mano en la cola del chico, que por tanto tiempo le había dado gracia y que últimamente encontraba increíblemente curiosa. Así que la jaló en su dirección, con cierta fuerza. Y de un segundo a otro, el rubio terminó perdiendo el equilibrio y cayendo de espalda contra el pecho de Ladybug, con su cabeza sobre el hombro femenino y los ojos increíblemente abiertos.

En ese momento lucía tan inocente como Adrien...

- Lo sé, gatito. Eso se podría arreglar fácilmente. –y lo hizo, porque iba a termina arrepintiéndose tarde o temprano, así que decidió no pensarlo.

Lo besó, por propio impulso y sin excusas. Lo besó, porque el corazón le había estado latiendo rápido, porque olía bien y tenía una espalda tan ancha como un escudo personal. Lo besó, porque lo conocía bien, como amiga y como aliada de la justicia, porque sabía todos sus terribles defectos pero también sus enormes virtudes. Y lo besó, porque él había sido ciegamente leal a ella y por fin había dejado de amar a su chico idealizado y podía dedicarse a su real y sólido gatito.

Chat Noir se quedó inmovilizado por un momento, presa de la increíble impresión. Pero eso no le importo, Ladybug acunó el rostro del chico, que estaba a punto de caerse al suelo y acarició su boca despacio, con tiempo, dejando la expectativa colgando en el aire y llevándolo muy despacio hacia su propio territorio. Una pequeña risa escapó de sus labios cuando lo sintió resbalarse y tuvo que usar su brazo libre para sostenerlo por la cintura e inclinarse más para besarlo hasta que él ¡Por fin! La rodeó con sus brazos por el cuello, estrechándola, abrazándola cálidamente y correspondiendo su beso de la única forma que él conocía.

El chico usó esa travesura innata en él para morderle el labio inferior, obligándola a abrirlos y así poder explorar su boca rápidamente, sin dejar pasar la oportunidad y la suerte. Ladybug suspiró despacio y dejó caer sus manos por los costados del firme cuerpo, correspondiendo su profundo beso, sin dudarlo. Ese era Chat Noir, protector en su agarre pero peligroso con sus labios que parecían dispuestos a dejarla sin aliento a pesar de ser él quien, técnicamente, estaba en sus brazos.

Muy despacio se separó, sorprendida de la forma en que él levantó su rostro hasta el último segundo, negándose a dejarla ir pero resignándose con un fuerte sonrojo y una respiración entrecortada. Chat Noir le sonrió bobamente y antes de darse cuenta él terminó cayendo al suelo, resbalándose de su agarre. Ladybug soltó una pequeña risa, aunque también tenía el pulso acelerado y las rodillas débiles.

- Eso... -Chat Noir la observó con sorpresa y como si temiese que huyese, la tomó de la mano, aun sentado en el suelo y con su pecho subiendo y bajando- Este día ha sido totalmente extraño...

- ¿Eso es malo? –preguntó Ladybug, sentándose entre las piernas de él, aceptando que sus piernas tampoco estaban dispuestas a sostenerla del todo- ¿Muy malo?

- Hace unos minutos estaba preocupado por lo extraño que había sido mi día... ahora estoy feliz. –admitió el chico, impulsándose hasta apoyar su frente contra la femenina- Muy feliz, mi lady.

- No sabía que era tan fácil complacerte. –murmuró Ladybug, dejándose llevar por la traviesa mirada.

Ese era Chat Noir, su gatito, su peligroso pero seguro compañero.

Oh... eso era real.

- Si, deberías complacerme más seguido. –bromeó, inclinándose hacia los labios femeninos.

Pero ella lo esquivó, negando con cierta diversión.

- ¿Recuerdas? Aún hay una parte de mí que quiere gritarte. –le recordó.

- Si lo de hace poco fue un grito, estoy dispuesto a que me dejes sordo, mi lady. –el chico respiró pesadamente y apoyó sus manos a los costados de las caderas femeninas, impulsándose para retomar terreno, poniéndose ligeramente sobre ella- Muy sordo... -murmuró, con voz ronca, lamiéndose el labio inferior, sin ocultar el brillo expectante y adictivo que tenía en la mirada.

Bien ese era el completamente peligroso compañero...

- Espera... -apoyó su dedo índice en la respingada nariz del chico y lo empujó lo suficiente para poder respirar- Solo déjame hablar...

- No, no... -Chat Noir negó, insistente, esquivando la mano femenina hasta apoyar sus labios debajo de su delicada oreja, justo donde empezaba su mandíbula- Menos hablar, más besos, mi lady... -pidió, dejando un camino húmedo por la pequeña parte de cuello que estaba descubierta.

Ladybug cerró los ojos sin poder evitarlo ¿Cómo culparlo? Él había estado esperando por ese momento por años, ella apenas se había dado cuenta de sus sentimientos y ni siquiera había contenido sus deseos un día. Un suave suspiro escapó de sus labios y se apoyó sobre sus codos, dejándolo ganar terreno sobre ella. El tejado del Louvre parecía el mejor lugar del mundo en ese segundo. Al igual que esos pequeños besos que volvían a su oreja se sentían como pequeñas llamaradas calentando su piel en esa oscura noche. Ni siquiera se dio cuenta cuando había lanzado su cabeza hacia atrás y su espalda se había arqueado, buscando el contacto sólido y masculino. Una de las manos de Chat Noir estaba acariciando su costado y vientre, subiendo peligrosamente, provocándole más escalofríos.

Pero...

- Gatito... -rogó y cuando notó que eso solo parecía motivarlo para morderla de tal forma que casi olvidó como se formaban las palabras, se empujó a si misma sobre él, girando y quedando sobre el chico- Gatito. –regañó.

- Mi lady. –sonrió, dichoso, presa de pura emoción, con la misma traviesa mirada, acariciando con sus garras la espalda baja de la chica, sin ocultar el gusto que tenía de tocarla al fin.

- Déjame hablar. –ordenó, arqueando la espalda ante el afilado tacto y controlando todo el impulso que tenía por recostarse sobre el fuerte torso del chico, dejarlo seguir con todas sus traviesas distracciones y posiblemente ella misma unirse a su humor tan atrevido.

- Pero... -jugó el rubio, besándola bajo su mentón- Hay tantos lugares en ti que aun muero por besar. Me van a faltar horas para sentirme completamente vivo.

- Por favor. –rogó, moviéndose inquieta, entre sus palabras y largos dedos, era difícil ordenar sus ideas- En verdad, necesito hablar... sin distracciones, es algo importante. –y lo observó con sinceridad.

Así que él se detuvo, asintiendo, ligeramente regañado pero franco en sus acciones. Ese era su seguro y confiable Chat Noir, después de todo.

- En serio deseo gritarte... -intentó continuar.

- ¿No puedo dar un alegato? –consultó el chico, con una sonrisa ladeada.

¿Él en serio juraba que eso era gracioso...?

- Voy a golpearte. –le advirtió, levantando su dedo índice como amenaza- Silencio. –suspiró- Ahora vas a escucharme... Y dado que te has portado tan mal, no iré directo al punto. –le castigó- ¿Sabes por qué quiero gritarte? Porque a mí me gustaba alguien confiable, alguien seguro. El tipo de chico que podría presentarle a mis padres. No, el tipo de chico que todo el mundo admira. Y aunque no me correspondiera, eso estaba bien... era algo tranquilo. Y pude seguir así... -lo fulminó con la mirada- Pero nunca te rendiste, seguiste insistiendo, sin importar cuantas negativas te diera...

- ¿Acabas de decir... gustaba? –el chico abrió los ojos con sorpresa- ¿Ya no te gusta ese chico, mi lady?

- Ya no... -admitió, rodando los ojos al notar la franca sonrisa que se formaba en los labios del rubio- Déjame continuar, gatito.

- Con gusto, mi lady, con todo el gusto el mundo.

- Ególatra... -ella negó- Y si, nunca te rendiste, siempre fuiste sincero conmigo y luchaste contra todo, en especial contra mí... Me gustaría gritarte porque me sacaste de mi mundo tranquilo y conforme. En realidad, sin darte cuenta, te tomaste la molestia de conocerme por completo, de apreciar todas mis facetas, aun aquella atrás de la máscara.

- ¿Mi lady...?

Ella suspiró y cerró los ojos. Chat Noir se había arriesgado tantas veces por ella... ya era hora de dar un salto de fe por él.

Por fin tomaría control de su vida.

Y lentamente su transformación despareció por completo. Marinette lo miró expectante, pensando que hubiese sido una mejor idea bajarse de su vientre antes de hacer eso. En ese momento todo era tan... vergonzoso...

Cuando era Ladybug se sentía mucho más poderosa...

- Princesa... -abrió los ojos de golpe y se sentó rápidamente, encarándola- Pero... -se calló- Cuando dijiste...

- Me refería a ti, el chico que me gusta ahora, eres tú. Por eso te dije todo eso, quería decírtelo, siendo yo... aunque no supieras que era yo... –aceptó, mordiéndose el labio inferior- Tú me conoces, ambas facetas...

- Pero tú... eres mi amiga... No, no... eres mi mejor amiga. -el chico parecía sorprendido, anonadado pero aun así algo divertido por su propia situación- A quien le conté todo... hasta mis problemas amorosos... también es...

- Si... -lo miró culpable- Lo siento, en serio... yo...

- Y cuando hablamos hoy, me sentí tan extraño, ansioso y celoso... -negó- No sabía por qué me sentía así, me asusté un poco, pensando que estaba traicionando mis sentimientos por Ladybug... -enterró sus dedos entre sus cabellos, completamente sorprendido- Me sentí el peor amigo del mundo por no querer que te gustara otra persona, porque prefería que te gustara Adrien, aunque no era lo correcto...

- Tal vez él debería ser sincero también. –la voz de Tikki sonó con seguridad y sobrevoló cerca del rostro de Chat Noir- Plagg y yo les daremos espacio. Pero ya es hora que ustedes dos hablen.

- ¿Tikki...? –preguntó Marinette.

- ¿Ella es tu kwami? –el chico sonrió dulcemente, sin poder evitarlo- Realmente eres muy bonita. –le dijo a la pequeña criatura, mirándola con ternura.

- Siempre tan encantador, con o sin la máscara. –Tikki observó a los chicos, con una amplia sonrisa, entre culpable y orgullosa- Plagg y yo somos guardianes, obviamente sabemos la identidad del elegido del otro. Nosotros debemos prevenir los peores escenarios y proteger a cada elegido. Después de todo, lo hacemos porque sus almas están en sincronía. –voló cerca de Marinette y la observó con sinceridad- Lamento no habértelo dicho, pero debemos proteger sus identidades y dejar que el destino siga su curso. –extendió su pequeña mano hacia Chat Noir- Ven, Plagg... las señales son obvias, este es su momento. No el nuestro, mi leal compañero.

Y sorpresivamente, la transformación de Adrien desapareció. El pequeño felino flotó hacia su compañera y besó su mano suavemente, mientras ella soltaba una pequeña risa con una mirada de condescendencia, antes de alejarse los dos. Por lo tanto, dejando a los chicos completamente sorprendidos, sin la seguridad de sus máscaras y solo con la verdad.

- Adrien... -rápidamente ella se apartó, completamente roja.

Y ahí estuvo el latido acelerado, la boca seca y las manos temblorosas ¡A la hora que volvían a aparecer! Justo cuando había aceptado sus sentimientos por Chat Noir...

...quien era realmente Adrien.

Oh...

- Tú sabías ya mis sentimientos hacia ti... -murmuró, sin acusarlo.

¿Cómo hacerlo? Ella había hecho lo mismo con Chat Noir, había sido su confidente.

- Por eso quería disuadirte de ellos con mi álter ego... Tú te mereces algo real, no solo... el exterior. –Adrien negó con fuerza, mirando sus manos- Obviamente yo sigo siendo yo... con o sin la máscara...

- Lo sé. –Marinette no supo de donde escapó una pequeña risa- Marinette sigue siendo Ladybug. La máscara...

- Solo te da más seguridad. –Adrien asintió, mirando el suelo- No odio ser Adrien... simplemente es muy pesado... siempre debo comportarme, cumplir expectativas, horarios, ser excelente en todo. A ti, a Ladybug y a Marinette, no les molestaba que fuese imperfecto, con mis bromas y...

- Tus enormes expresiones faciales, cada sentimiento lo vivías intensamente. –ella se mordió el labio inferior, recordando perfectamente cada enorme sonrisa, cada traviesa mirada, la forma en que él sacaba su lengua cuando estaba concentrado...- Hasta cuando te enojabas, lo hacías con todo el cuerpo, como un niño.

- ¡Hey! –se quejó, divertido y lanzó el rostro hacia atrás, con una risa despreocupada- Eso no es justo, yo no me estoy burlando de tu gusto por hablar usando todo tu cuerpo.

- ¿Todo mi cuerpo...?

- Como Marinette, agitas mucho los brazos cuando estás emocionada y no sabes quedarte quieta, a veces temía que hicieras un hueco en tu habitación de tanto caminar de un lado a otro y nunca he visto a alguien poder balancear su cuerpo de un lado a otro sin caerse. –el chico sonrió inocente- Creo que todo eso es tierno.

- Dado que eres extremadamente sincero, tendré que creerte... -ella enmarcó una ceja.

- Y yo tomaré eso como un halago. –apuntó, con la mirada brillante, traviesa.

Ella no pudo evitar negar en silencio. Todo eso era extraño, pero... ahí estaba, completamente obvio. Si solo lo miraba a los ojos, sentía la misma confianza ciega que existía entre los dos por tantos años. Ese era el mismo cabello rubio que a veces le picaba la nariz cuando él la levantaba en brazos y ese era el mismo rostro que podía trasmitir las más enormes y sinceras emociones que hubiese visto en toda su vida.

Adrien era Chat Noir.

Y eso estaba bien.

- Tu padre... -Marinette recordó, mientras extendía su mano hacia él y se la apretó- Lo que me dijiste como Chat Noir sigue siendo lo mismo siendo Adrien ¿Verdad...?

- Exacto. –el chico levantó la mirada- Él no es malo, desde que mi madre desapareció... se ha centrado mucho en el trabajo... Yo quiero hacerlo feliz, pero a veces...

- Me hubiese gustado poder apoyarte más...

- ¡Lo hiciste! –ambos parecieron sorprendidos ante el apasionado arrebato pero él rápidamente se inclinó hacia ella, seguro- Tú fuiste de gran ayuda al escucharme, todas esas noches, sin importar que no supieras que era Adrien. –le sonrió agradecido- Me daba un poco de celos que como Chat Noir pudieses ser tu misma. Realmente eres única... Al inicio pensaba que como Adrien me temías o tal vez creías que era demasiado importante y por eso me tratabas con tantos nervios. Luego, cuando me enteré de tus sentimientos... -bajó la mirada- solo pude pensar que te habías enamorado de alguien a quien nunca habías hablado y que eso se parecía mucho al tipo de amor que tienen muchas personas por sus ídolos, desconocidos y distantes. –levantó la mirada, culpable- Así que tenía celos de mí mismo por haberte podido conocer usando una máscara. A veces pensaba que tenía suerte de que nuestra amistad se basara en mí usando una identidad secreta, pues temía que si todo se hubiese dado siendo Adrien, me hubiese enamorado de ti y no quería apartar mis sentimientos por Ladybug. –rio- Bien, esto suena algo confuso. Pero tú me entiendes, tú eras sincera conmigo cuando yo usaba una máscara para hablar contigo.

- Y un cascabel. –ella asintió- Así sabía que habías llegado y Tikki podía esconderse. Tu cascabel sonaba claramente cuando me visitabas.

- Lo hacía para advertirte que iba a llegar. Ya era muy atrevido de mi parte entrar a tu habitación, quería darte algo de privacidad previa. –se explicó el chico, girando lentamente su mano hasta que su palma estuvo en contacto con la femenina- No creas, ni por un instante, que iba por ahí entrando en la habitación de otras chicas. Mi conciencia me atormentaba al pensar que invadía tu espacio principal... pero me gustaba mucho ese rincón del mundo para nosotros dos.

- Siempre tan caballero... -levantó la mirada, sintiendo hormigueos por la forma en que el pulgar masculino acariciaba descuidadamente la palma de su mano- Y como Adrien, sabías cuando necesitaba a Chat Noir, me estuviste observando.

- Era lo mínimo que podía hacer... como Marinette siempre me apoyaste.

- Siempre me cuidaste. Tú. –abrió los ojos, con sorpresa- con o sin la máscara, velabas por mí, por cualquier faceta de mí.

- En verdad tengo suerte... -y cerró su agarre, evitando que ella escapara si es que sus palabras eran muy intensas o atrevidas- Llegué a amar ambas partes de ti. Pero solo quería ser leal a Ladybug y me alegraba tanto tener a Marinette que no quería perderla, era la persona en quien más confiaba, así que me decía que lo que sentía por ella era amistad y si era un tipo de amor, debía ser del platónico o hasta fraternal. Aunque no siempre me convencía de eso. Tú... eres la persona en quien más confío, como mi aliada y mi amiga. El hecho de que seas Ladybug, solo lo hace mejor. El hecho de que seas Marinette vuelve todo más confortable. Tú traes suerte, obviamente eres digna de tu símbolo. –halagó, entrecerrando la mirada por un momento, mirándola profundamente, con dicha y así se quedó unos segundos hasta que pareció que una idea demasiado real llegó a su mente- Pero... -se inclinó hacia ella, muy despacio, permitiéndole quitarse cuando deseara- ¿Es igual para ti? Tú dijiste que ya no sentías nada por mí, por Adrien.

- Porque me había enamorado de Chat Noir. –negó, divertida por la confusión- Me enamoré de quien realmente eras y no de tu deslumbrante armadura. Lamento tanto haberme demorado... -y lo dijo de todo corazón, le parecía frustrante haber dejado pasar tanto tiempo- Pero gracias a que soy Ladybug he podido pasar ese exterior perfecto y conocerte realmente... Aunque es confuso...

- Tal vez un poco. –el chico se inclinó un poco más, sonriendo de lado- Adrien es como Chat Noir cuando tiene confianza con alguien... deberías preguntarle a Nino, está cansado de mis juegos de palabras. Aunque yo creo que son muy ingeniosos. –se quejó, con esa expresión de niño encaprichado que ella conocía tan bien.

Si, definitivamente Adrien era Chat Noir.

- Así que estas en confianza. –aventuró y el chico asintió contento, enérgicamente, endemoniadamente y dulcemente enérgico- Creo que es obvio que sigues siendo el mismo gatito, estás hablando de ti mismo en tercera persona. –bromeó, pero en voz baja al tenerlo tan cerca- No hay muestra de egocentrismo más grande que esa.

- Tú también decías "Marinette", en lugar de "yo". –le acusó, con una sonrisa mucho más segura- Siempre presto atención a lo que dices ¿Sabes? Con o sin la máscara.

- Siempre tan encantador, gatito... -sintió el aliento del chico contra sus labios, despertando una sensación de vértigo en ella- Entonces... ¿El Adrien público es de movimientos y actitudes perfectas pero en privado eres como Chat Noir...?

- Oh... -el chico rozó con su nariz la femenina- lo haces sonar mal de esa manera. Me gusta. Pero si... no necesito la máscara para querer besarte.

- ¿Aun quieres besarme...? –sus manos subieron por los brazos del chico, consiente de que ahora él estaba ligeramente a gatas sobre ella.

- Más que nunca. –admitió, con ese tono travieso, con esos ojos esmeraldas brillantes y sinceros- Ahora que lo pienso... cuando me tomaste confianza, te parecías mucho a Ladybug, solo que... menos mandona.

- Porque como Marinette no intentabas coquetear conmigo. –se defendió y sus dedos llegaron al suave cabello rubio- Y no es ser mandona... es proteger mis labios. Aun así, mi primer beso fue contigo. Todos mis besos fueron contigo, gatito... te he mimado demasiado. Pero debía proteger mis besos o te hubieses tomado libertades que no debías.

- Mi lady, ya no protejas tus labios. No conmigo... -sonrió de costado, tomándola de la cintura sorpresivamente y atrayéndola a su regazo, sentándola ahí- ¿Puedo besarte?

- No pareció que necesitaras mi permiso segundos atrás. –le acusó, pero siguió abrazándolo por el cuello.

- Tú me dijiste que no podía ir robando besos por ahí... simplemente soy de lento aprendizaje. –bromeó y se inclinó un poco más, hasta que sus labios acariciaron los femeninos, pero sin besarla realmente, solo creando un suave contacto con cada palabra pronunciada.

- ...dijo el chico más estudioso de la clase... -murmuró Marinette, inclinándose hasta besarlo con cierto mando.

Bien, tal vez si era algo mandona...

Pero había cosas positivas sobre eso. Por ejemplo, escuchar suspirar a su gatito, justo antes de que perdiera el equilibrio y cayera sentado en el suelo, con una mano sobre el suelo para no terminar recostado sobre el tejado y la otra bien aferrada a su cintura.

Ese era Adrien, el caballeroso chico, el bien educado y extremadamente diplomático, buen estudiante y leal amigo. Pero también era Chat Noir, travieso y peligroso, bromista e increíblemente sincero.

- Me gustan tus labios... -susurró el rubio, en un suspiro y se recostó un poco más en el suelo, soltándola para apoyarse sobre sus codos, quedando ligeramente inmóvil por eso y dejándola a ella con sus manos sobre su pecho, bajando por su vientre y recorriendo sus costados- Me gustan tus manos...

Increíblemente sincero.

Y era de ella. Lo besó con más gusto, dispuesta a dejarlo con la respiración acelerada y las mejillas rojas. Lo besó sin limitaciones, totalmente confiada, porque era su gatito. Él era completamente suyo.


¡Saludos gente nocturna y diurna! Me gusta la idea de que Marinette no sufra de dudas en su corazón, sino que sea leal con sus emociones hacia el chico que ama en lugar de debatirse entre dos.

¡Nos leemos!

Nocturnadrow

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