Almas Capturadas

By circulocolibri

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Natalia, es una chica joven estudiante de fotografía. Le apasiona lo que hace y acepta trabajar durante el ve... More

Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14

Parte 5

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By circulocolibri

Después del pequeño escándalo me metí a la oficina de papá buscando aplacar lo que ocurría dentro de mí. Primero toda la información que conseguí de Marina, ¡Dios! Una parte de mí lo entendía muy bien pero otra parte no lo hacía y lo veía como una excusa para vivir cómodamente. Estoy segura de que hay muchos lugares más donde buscar un buen trabajo que la mantenga a ella y a su hermana. Y luego la loca de Meli y todo lo que le dijo; se pasó mucho de la raya la mujer pero mucho. No tenía ningún derecho a denigrar a Marina de la forma en como lo hizo, me hizo sentir repulsión de llamarla mi amiga.

Por otro lado me dolía porque nunca me había peleado con ella, al menos no en serio. Alguno que otro malentendido pero nada como esto. Y me ponía peor el darme cuenta que la chica que me gusta es la que propició todo esto. Aunque, realmente, fui yo la que provocó todo esto; al aceptar el trabajo que papá me dio; al responder el teléfono; al ir a la casa de R; al embobarme con ella. ¡Ah! Odio todo esto. No debería estar eligiendo entre una chica y otra.

Daba vueltas por la oficina rascándome la cabeza pensando en las formas de salir de esta locura. Saqué el teléfono de la bolsa y medité por varios minutos si hablarle a Meli o no. Decidí que era mejor no hacerlo, al menos por ahora. Esperaría unas horas antes de que se le baje el enojo aunque conociéndola esto le va a tardar más que un par de horas. Y tiene razón. Decía una pequeña voz en mi mente. Estaba a punto de reprenderla cuando entraron a la oficina.

-¿Cómo te fue?- Preguntó papá con una sonrisa.

-Hola, papá estuvo bien.- Mi cara no decía lo mismo.

-¿Qué pasó?, ¿pelearon?-

-Fue un pequeño disgusto con Meli, ya sabes que está un poco loca.-

-Ustedes han sido amigas inseparables y sé que se mantendrá así por mucho tiempo más. No te preocupes.-

-Gracias.-

-Ahora, ¿quién es la chica guapa?, ¿será mi nuera?-

-¡No! Es sólo una amiga que está... pasando por momentos difíciles.-

-Nunca la había visto.-

-Apenas nos conocimos.-

-¿Y ya es tu amiga?- Me llevé las manos a la cabeza.

-Muchas preguntas en un lapso corto de tiempo.- Papá rió. –Es una amiga, agradecería que no le dijeras nada a mamá, con tu interrogatorio es más que suficiente.-

-Bien, pero me tendrás que contar como va esa "amistad".- Enfatizó la última palabra.

-Sí, papá.- Me abrazó.

-Tu coche ya está, un pequeño problema con las bujías, nada grave.- No sé qué mierda son las bujías pero que bueno que ya quedó arreglado. –Llévalo a casa y descansa un poco. Mañana será un nuevo día para trabajar.- Me acerqué a él y le di un beso.

-Te veo más tarde, pa.-

-Hasta más tarde.- Busqué mis llaves y me monté al taxi. Pasé por unos kebab antes de ir a casa. Ya estando ahí tomé un refresco del refrigerador y corrí a mi habitación.

No quería dramas, no quería peleas, no quería discusiones ni pensar en ellas así que abrí mi portátil y me puse a ver Arrow mientras comía. Necesitaba un distractor al menos por un rato. La cabeza me dolía y sentía una extraña sensación en el estómago. No quería nada de eso, al menos un poco de tranquilidad mientras comía.

Vi un capítulo en completa calma pero luego los recuerdos y los eventos de hoy aparecieron en mi mente. Casi por reflejo llevé mi mano a mi mejilla; Marina me besó y a pesar de la locura en la que estábamos inmersas en ese momento pude sentir la calidez de sus labios. Los cuales se sentirían mejor sobre los míos. Realmente me gusta.

Dejé de lado a Oliver Queen y su equipo para centrarme en Marina, como solía hacerlo desde unas semanas para acá. No imagino el dolor de perder a tu mamá para después ser acogido por la madrastra de Cenicienta; luego tomar la difícil decisión de cambiar de país y hacerse responsable de su hermana por completo. Se requiere mucho valor para hacer semejante cosa y vaya que Marina era valiente.

Entre pensamientos e ideas comenzaba a quedarme dormida cuando sentí mi celular vibrar. Te espero mañana a las 11. Tendrás que conocer a R. Sentí que el sueño se fue de pronto. ¿Es seguro? Tardó un poco en responder: Es preferible que te conozca y no que se entere por otro lado (Dalia). Aparte nunca te pondría en peligro. Descansa, Natasha. Sonreí como tonta, medité un momento antes de contestar: Confiaré en ti :) Descansa, Marina. Esperé una vez más pero nada llegó. Me quedé pensando en ella un rato más antes de sucumbir ante Morfeo.

Me levanté más temprano de lo normal, estaba demasiado ansiosa por verla de nuevo pero estaba aún más ansiosa por la cita con R, ¿cómo sería?, ¿cómo manejaría el hecho de que Miguel no era más el chofer?, ¿me aceptaría? Decidí meterme a la ducha para ahogar tantas preguntas que rondaban por mi mente.

Agradecí que al terminar ni mamá ni papá estaban en casa esto evitaba el típico interrogatorio matutino. Un poco de fruta, jugo y cereal para comenzar el día aunque poco pude comer porque las dudas y miedos llegaron a mí de nuevo. Encendí la tele mientras intentaba comer; pasaba por todos los canales hasta que me quedé en Cartoon viendo antiguos capítulos de Scooby-Doo.

Vi un par de capítulos, llevé mis trastes al fregadero y subí de nuevo a mi habitación. Vi un destello en la pantalla de mi teléfono justo cuando entraba, fui hasta él y me encontré con un mensaje de Marina: No estés nerviosa, todo saldrá bien. Buen día. ¿Por qué no puede ser así de agradable todo el tiempo? Respondí: ¿Nervios? Para nada. ¿Quién te dio mi número? No tardó: Tengo mis contactos ;) Te veo pronto. Pero por supuesto que te veo pronto.

Me monté al taxi justo a las diez en punto, no aguantaba más la desesperación y pensé que quizá unas vueltas en el taxi me ayudaran a menguar la espera y los nervios.

A la hora exacta que Marina me dijo, estaba tocando el timbre de la casa del tal R. Unos segundos después me abrió Dalia. La chica me miraba con una sonrisa maliciosa mientras sostenía con la mano la puerta y con otra un cigarrillo. Detrás de ella pude ver a Marina que miraba con odio a la morena que tenía frente a mí.

- Es un placer volver a verte...- me dijo mientras me estudiaba de arriba abajo. Se quedó esperando a que le dijera mi nombre.

- Natalia.-

- Natalia-repitió. Había algo en su mirada que me decía que no se podía confiar en esa chica- pasa- abrió más la puerta y se apartó dejándome pasar dentro de la casa.

La casa tenía un hall bastante amplio. Comencé a mirar disimuladamente todo lo que allí había, jarrones, cuadros, muebles, se me hacía como un intento de mostrar opulencia, pero no logrando su objetivo, es decir, todo parecía falso y exagerado, incluso vulgar. Llegué al lado de Marina que me recibió estrechándome la mano. Su semblante era muy frío y serio.

- Por aquí- abrió una puerta doble que llevaba al salón.

Al igual que el pasillo, el salón era muy pomposo y recargado. Tenía dos sofás enormes alrededor de una mesa de café cuadrada y en uno de esos sofás había un hombre esperándonos.

Cuando me vio entrar se puso de pie y al acercarme lo pude ver bien. Era un hombre alto, de unos treintaitantos, rapado, aunque se podía apreciar que su rapado era a causa de estar calvo en algunas zonas de la cabeza, y era delgado. Llevaba un traje y, tal vez si lo veías de lejos, se podía pensar que era un hombre distinguido pero cuando lo tratabas a distancias cortas la cosa cambiaba. Pretendía aparentar, al igual que con su casa, lo que no era o esa impresión me daba.

-Hola, soy Robert- al igual que Dalia, la mirada de Robert tampoco me transmitía mucha tranquilidad.

- Natalia- dije seria.

- ¿Quieres algo de beber Natalia?- Levantó su copa de whisky con hielo.

- No, gracias.- Los tres nos sentamos, Marina y yo en uno de los sofás y Robert en el de enfrente.

-Así que tú eres la que ha estado llevando a mi chica a su trabajo- sentí como mis músculos se tensaban y mi sangre hervía. Tenía que controlarme ya que yo era la única que podía salir perdiendo. Respiré hondo y asentí lentamente- Daisy me dijo que echaron a Miguel, ¿en qué lío se metió ese gordo hijo de puta?-

- Lo echaron por trabajar borracho.- Le dije intentando mostrar tranquilidad e indiferencia, sentimientos que en realidad no sentía. De repente, Robert empezó a carcajearse el solo.

-Qué cabronazo, con todas las adicciones que tenía y lo echan por ir borracho- Tan rápido como había empezado a reírse se paró- entonces... Natalia, ¿dime qué has hecho para que Daisy se encapriche de esa manera para que tú seas su chofer?- Se cruzó de brazos esperando mi respuesta.

-Simplemente porque soy la mejor.- Mi respuesta le hizo reír a carcajadas.

-En serio, dime una razón contundente para que mi chica vaya contigo.- Dijo al parar de reír con un tono un tanto amenazante. Los cambios de humor de este tío eran preocupantes.

-Te voy a ser sincera- vi por el rabillo del ojo como Marina se tensaba- yo tuve que sustituir a Miguel cuando lo arrestaron y ese día cogí el teléfono con el que tú te ponías en contacto con él y simplemente hice bien mi trabajo, la llevé a su destino en el menor tiempo posible, esperé y la llevé de vuelta, sólo eso.- Se hizo un silencio en la habitación. El tipo me miraba fijamente y yo hacía el gran esfuerzo de no sentirme intimidada por su mirada.

-¿Sólo eso?- Se rió- ¿Tú crees que es una razón de peso para que deje a la mejor de mis chicas en tus manos?- Negó con la cabeza- necesito que Daisy esté protegida y no creo que tú le puedas dar mucha protección. Parece que acabas de salir de las faldas de tu mamá ahora mismo.- Ese comentario me enfureció, yo ya no era ninguna cría.

-Te aseguro que conmigo estará segura; ¿crees que con Miguel lo estaba?, ¿qué hubiese pasado si hubiesen pillado a Miguel borracho mientras llevaba a Daisy a una cita?, ¿crees que ese gilipollas no habría hablado? Nadie desconfiaría de mí y más sabiendo que soy la hija del jefe.-

-¡¿Qué?!- Robert escupió el whisky que estaba bebiendo y se levantó. A Marina casi se le salen los ojos de las órbitas al escucharme.- Me estás jodiendo, ¿no?-

-En absoluto- dije con falsa indiferencia- soy la hija del jefe de la empresa de taxis.- Antes de que pudiera discutir yo levanté la mano para que se callara y me dejara seguir.- Míralo de esta manera, a quién pillarían antes, ¿a un tío con malas pintas como Miguel o a mí? la dulce hija del jefe que ayuda a su padre con la empresa. Mi padre no sabe nada de esto y te aseguro que seguirá así.-

-¿Y qué sacas tú metiéndote en esto?-

-¿No es obvio? Dinero. Necesito dinero para mis proyectos personales y mi padre lo único que quieres es que trabaje para él por el sueldo mediocre que le paga a los demás.- Saqué toda la frialdad y toda la soberbia que pude encontrar.- Yo llevo a Daisy a su destino cada día, nadie se entera de esto y todos salimos ganando. Simple.- Robert se lo pensó por unos largos segundos que me parecieron eternos.

-Está bien... acepto. Pero no quiero ninguna tontería.- Yo simplemente asentí. Él no parecía del todo conforme.

-Perfecto.- Me levanté y le estreché la mano- es un placer hacer negocios contigo. -Me fui hacia la puerta. Tenía que salir de allí antes de desmoronarme.

-¡Natalia!-

-¿Sí?- Me giré para ver a Robert.

-Llévatela, dentro de media tiene que estar en el Pegasus.- Simplemente asentí y esperé a que Marina me siguiese hasta la calle, le abrí la puerta del coche y me monté yendo lo más tranquilamente posible.

-¿Se puede saber qué cojones has hecho?- Me gritó Marina nada más arrancar el taxi. Yo no contesté pero cuando giré la calle y la casa de R se perdió de nuestra vista aceleré todo lo que pude para salir de ahí. Mientras, Marina seguía recriminando la locura que acababa de cometer.- Tú sólo tenías que tener la puta boca cerrada y asentir mientras que él hablaba pero no, Natalia no puede tener su boca cerrada ni un puto segundo. Diste demasiada información.-

Por fin llegué hasta un callejón tranquilo en la zona industrial de la ciudad donde pude aparcar el coche y me bajé, buscando como descargar mi frustración. Comencé a pegarle patadas a unas cajas que había a lado de uno contenedores hasta hacerlas pedazos, luego apoyé mis manos contra la pared y me incliné hacia ella soltando un grito de frustración. Había cometido la mayor locura de toda mi vida. Me había expuesto a que un loco me pegara una paliza o que incluso me matase por ella y se me ocurre decirle que mi papá está a cargo de la empresa, ¿y si van por él o le quieren hacer algo? También sentía frustración por cómo había actuado. La había tratado como un trozo de carne. Había sido un papel, pero aun así sentía como mi estómago se revolvía.

-¡Mierda!- Sentía mi cuerpo temblar, mucha adrenalina.

-¿Terminaste?- Preguntó sarcásticamente Marina.

-¿Podrías callarte? A diferencia tuya yo no estoy acostumbrada a este tipo de personas... no sé cómo mierda tratarlos... ¡ah! Todo es tu culpa.-

-¿Y por qué es mi culpa?- No le iba a decir que me gustaba y no podía dejar de verla, al menos no por ahora.

-Porque no me dijiste cómo actuar.-

-Eso es...-

-Andando que se te hará tarde.-

-Nadie me espera en el hotel.- Soltó.

-¿Y a qué vas?- Meditó un momento.

-Vamos y lo averiguas.- Sin más se metió de nuevo al coche; después de unos segundos hice lo mismo.

Hicimos el recorrido en completo silencio. Yo seguía muy nerviosa. Las palabras de Marina me habían hecho darme cuenta de que por intentar ayudarla a ella había puesto a mi padre en peligro. ¿Podría ser más gilipollas? Creo que no, yo ahora mismo estaba rozando límites insospechados de idiotez. Aparqué en la entrada del hotel. Marina se bajó del taxi y se me quedó mirando.

-¿Qué?

-¿Vas a bajar o qué?- lo pensé unos segundos cosa que hizo a Marina impacientarse y resoplar- tienes dos opciones: o quedarte aquí dos horas esperándome o pasarlas conmigo arriba.- Esas últimas palabras hicieron que un escalofrío rozara mi cuerpo.- Hay bebidas y una tele súper grande- completó ella. Parecía que ella también se había percatado de a lo que sonaba su propuesta.

-Está bien- guardé mis cosas en mi mochila y cerré el coche.

Avanzamos por el hall del hotel. Marina avanzaba con toda la seguridad que a mí me faltaba, con la cabeza bien alta, como si fuera la dueña del hotel y mientras yo la seguía con la cabeza baja. Se acercó a recepción y el recepcionista le pasó una tarjeta negra sin intercambiar ni una palabra, tan sólo un leve gesto con la cabeza a modo de saludo. La seguí hasta los ascensores y subimos hasta la última planta en silencio. Las puertas del ascensor se abrieron y antes nosotras había un corto pasillo pero bastante amplio con un hall con sofá justo en el centro de éste. Pude contar sólo ocho habitaciones en el amplio pasillo. Marina se acercó hasta la número seis y pasó la tarjeta por la puerta dándonos acceso a la habitación de hotel más jodidamente impresionante que había visto jamás. Era enorme, las paredes estaban pintadas de rojo oscuro y blanco, todos los muebles conjuntaban con estos colores con un estilo muy moderno. Posiblemente esa habitación era casi como mi casa pero lo que más me llamaba la atención fue la zona de la cama; estaba orientada a una de las paredes que daba a la calle la cual era, desde el suelo al techo, entera de cristal, y te dejaba ver toda la ciudad. Yo estaba como una tonta mirando para todos lados y Marina soltó su bolso en el suelo y se dejó caer en la cama como si nada. Ella está mucho más acostumbrada a estos lugares que yo.

-Ese mueble es un minibar, coge lo que quieras- al ver que no me movía y me cruzaba de brazos, rodó los ojos exasperada- ¿qué?-

-¿Por qué estoy aquí?-

-Porque no hay nadie ni va a venir nadie y parecías al borde de un ataque de nervios gracias a tu gran cagada.-

-¿Cómo no estarlo? Y te vuelvo a repetir que no es mi culpa, él ha sido el que ha empezado a hacer preguntas de las cuales tú no me habías advertido- la señalé ofuscada- se levantó de la cama para encararme.

-Cuando contrató a Miguel lo hizo mientras le vendía un gramo de cocaína. Cómo iba a saber yo que el estúpido de Robert iba a ponerse tan tiquismiquis esta vez.-

-Arg- le gruñí y me giré. Tenerla tan cerca no me dejaba pensar. Me acerqué a la pared de cristal y me apoyé en ella.

La escuché resoplar y segundos después se acercó y se apoyó en el cristal para mirarme a la cara.

-Oye, no le des más vueltas, ya está hecho. Lo único que tenemos que hacer es no cagarla.- Era la primera vez que la veía un poco angustiada por como yo me sentía. Era de las pocas veces en las que había podido verla sin la careta de arrogante. La verdadera Marina, me dije.

-Es más fácil decirlo que hacerlo- le dije en apenas un susurro. Marina se acercó y besó mi mejilla.

-Inténtalo- me susurró al oído y se fue a tumbarse en la cama como si nada.- Puedes hacer lo que quieras durante dos horas- dijo en tono normal.

Lo primero que se me pasó por la mente incluía a Marina y a esa cama pero obviamente no era buena idea así que lo segundo que se me pasó por la cabeza fue capturar esa preciosa panorámica de la ciudad. Comencé a sacar mi cámara de mi mochila. Justo antes de comenzar a disparar recordé algo.

-Aún no me has explicado por qué tienes dos horas libres en una habitación, que por lo que veo, es la más cara del hotel.-

-Es la segunda más cara, aunque en la primera también he estado- dijo con una sonrisa amarga. A mí tampoco me había hecho ni puta gracia su chiste. Al ver que me quedaba callada, ella siguió.- Hace unos meses comencé a tener unos clientes. Uno de ellos es el dueño de este hotel y otro el dueño de una de las cadenas de centros comerciales más grande del país. Estuve viéndome con los dos por más de tres meses. Un día, estaba vistiéndome mientras uno de ellos veía la tele, salió el anuncio de uno de los centros comerciales. Este cliente hizo un comentario acerca del mediocre centro comercial que había construido su hermana- ¡¿QUÉ?!- Y ahí me di cuenta de que había estado trabajando para los dos hermanos. Yo le dije que había estado trabajando para los dos y que no sabía que era de su familia. Al principio él reaccionó fatal. Tuve miedo de que me pegara pero sólo estuvo maldiciendo un rato. Después de unos días fue a casa de Robert para convencerlo de que no volviera a dejar que su hermana me contratara. Su hermana llamaba a Robert incluso le ofreció el doble- se rió sin ganas- lo que no sabía ella era que su hermano ya le había ofrecido el triple con la condición de no aceptar ninguna oferta de ella.-

-También trabajas para...- me había quedado en esa parte de la historia. Estaba helada. Marina había tenido relaciones sexuales con mujeres.

-¿Mujeres?- Volvió a reír- no te imaginas la cantidad de mujeres que contratan los servicios de prostitutas.-

-¿Y dónde está tu cliente?- intenté no centrarme en el detalle de que Marina posiblemente tuviera más experiencia con las mujeres que yo.

-Después de eso, él no fue capaz de volver a estar conmigo. Había herido su hombría o su ego o yo qué sé. Él sigue contratándome para que su hermana no me contrate y te aseguro que no le sale barato- rió.- Aprovecho estas horas para ver la tele, darme un buen baño de espuma o simplemente estar un rato sola.- Me gusta esta Marina más habladora.

-Siento que tengas que soportarme en tus horas de descanso- bromeé.

-No te preocupes, te soportaré- me respondió juguetona.

Decidí pasar un rato tomando fotos a la preciosa vista, y no me refiero a la chica en la cama, matando el tiempo. Después tomé algunas fotos dentro de la habitación, de reojo pude ver a Marina viéndome por lo que decliné la opción de tomarle una foto desprevenida. Unas fotos más y bajé la cámara, la dejé cerca de la televisión; nuestros ojos se encontraron un momento, le sonreí y antes de que pudiera responderme me aventé sobre la cama un lado de ella.

-¡Bomba!- Grité antes de chocar contra la cama, lo cual hizo que se moviera.

-¿Qué te pasa?- Se veía un poco molesta.

-Me dijiste que podía hacer lo que quisiera, quiero brincar en la cama.-

-Me refería a actividades acordes a tu edad.- Me eché a reír.

-Venga, Marina suéltate un poco- volví a brincar y ella volvió a moverse bruscamente. –Es divertido.-

-No lo es.-

-Si vas a estar de amargada bájate de la cama.-

-Yo llegué primero.-

-Pero soy tu invitada así que debes darme preferencia.-

-Preferencia mi trasero, vete de aquí, Natalia.-

-No.-

-Vete.-

-Bien, me voy con una condición...-

-No voy a brincar.- Acotó de inmediato.

- Oh, sólo será una vez, venga- me puse de pie sobre la cama y extendí la mano a ella- una vez.- Me quedó viendo unos segundos antes de tomar mi mano.-

-Eres muy necia; si me lastimo te meterás en problemas con R.-

-Uy, no vayas a darte un salvaje golpe contra una almohada.- Levanté las manos en señal de disculpa al ver la mirada que me regaló. –Un chiste.- Comencé a brincar con su mano con la mía; a pesar de la ropa que traía hizo un esfuerzo por brincar.

-Ya, ahora vete.-

-Lo estás pasando bien, unos cuantos más.- Justo en el último brinco algo me hizo tropezar y me fui hacia adelante, cuando creí que Marina me detendría se hizo a un lado y me fui de largo hasta el piso. Ni medio segundo después la chica de ojos azules se retorcía de risa sobre la cama. Me puse de pie y me recosté. –Me alegra que te cause tanta gracia, me pude haber matado.-

-Eso es lo gracioso- dijo sin hacer ningún intento de contener la risa.

-¿Qué clase de ser humano goza con la desgracia ajena?- Pregunté dramáticamente.

-Yo.- Respondió antes de echarse a reír de nuevo.

Muchos segundos después cuando Marina por fin pudo controlarse y dejar de reírse al ver mi cara me recosté de lado para poder verla. Se veía muy bonita sonrojada y con una enorme sonrisa en su rostro.

-Así que chicas...- comencé un poco dubitativa -¿es raro?- su sonrisa no se borró.

-Al principio lo fue porque creía que esto era exclusivo para hombres pero no fue así; como te dije antes no imaginas la cantidad de mujeres que contratan nuestros servicios.-

-¿Quién fue tu primera mujer?- Se acomodó bien para quedar viendo al techo.

-Elena, una mujer de unos treinta años con la mirada profunda. Me asusté mucho cuando la vi en la habitación pero no podía echarme para atrás... de inmediato se dio cuenta que era mi primera vez con una mujer y fue realmente muy amable, me guió y se ocupó de que también lo disfrutara.-

-¿La viste de nuevo?- Negó.

-Fue la primera y última vez que la vi; cuando me pagó vi culpa en su rostro... eso no pasa muy a menudo- suspiró –ni la culpa, ni la gente amable, todos esperan algo de ti.-

-¿Qué prefieres?-

-¿Hombres o mujeres?- Asentí. –Prefiero las horas libres.- Contestó esquivando la pregunta.

-Yo no espero algo de ti.- Regresé a lo anterior. Simplemente sonrió.

-¿Por qué tantas preguntas?- Ahora si volteó a mí. -¿Te interesa el sexo lésbico?- mi curiosidad me había lanzado al abismo. Ya no había vuelta atrás.

-No sólo me interesa, es lo mío.- Su rostro no hizo ninguna mueca, se quedó tan quieta como estaba.

-Entonces, ¿para qué quieres saber?-

-Sólo quería hacerte plática.-

-Claro, es muy común hablar de sexo lésbico para matar el tiempo.- Me quedé en blanco, no sabía qué contestar. Ella simplemente se giró y me dio la espalda dejándome con la mayor cara de tonta de la historia ¿Acaba de salir del armario con ella y había pasado de mí? No le podía haber importado menos–Dormiré un rato, deberías hacer lo mismo.- Marina tiene una enorme habilidad para esquivar preguntas.

Aunque mi corazón iba a mil por hora por mi confesión, caí rendida. Ese día había tenido tantísima adrenalina, tantísimas emociones, tanta tensión, que estaba exhausta.

Desperté cuando sentí a alguien moviéndome fuertemente. Quité su mano y regresé a la posición fetal en la que estaba. La cama era sumamente cómoda y no quería desperdiciar la oportunidad de disfrutarla. Estaba por quedarme dormida de nuevo cuando sentí agua corriendo por mi espalda.

-¿Qué mierda?-

-Ya encontré cómo despertarte, Natasha, duermes como un oso.-

-Dijiste que podía hacer lo que quisiera y no me dejas disfrutar; eres una mala anfitriona.-

-Ya es hora de irnos.-

-¿Tan rápido?-

-Dormimos más de una hora- vio a su reloj –andando.- Asentí y un poco con sueño la seguí fuera del hotel.

La burbuja en la que estábamos explotó tan rápido como se infló devolviéndonos a la cruda realidad en la cual Marina era una chica de R y yo una ilusa que gustaba de una prostituta.

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