TIME OUT. Defiance (II)

By Fmgatlo

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Kálay continua con su desesperada búsqueda del camino que lo lleve de vuelta a casa. Exhausto y sin apenas fu... More

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CAPITULO 62
MUY PRONTO

CAPITULO 10

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By Fmgatlo

Emily apuró su tazón de café, aún humeante, mientras observaba a través de los ventanales del salón como las primeras rosas de color blanco aparecían en el pequeño jardín. Era temprano y la casa estaba en silencio. Thomas y Kálay apenas hacía unas horas que habían llegado. Hacía ya una semana que los dos habían empezado a trabajar como personal de mantenimiento en el aeropuerto de Gatwick, al sur de la ciudad. Desde que llegaron habían hecho todo lo posible para entrar y poder tener así acceso libre al Odein, ahora rebautizado como Exode. El único inconveniente para ellos era el horario nocturno. Era difícil adaptarse a la convivencia con esos horarios, sobre todo para Emily y Kálay; cuando él llegaba procuraba mantenerse siempre despierto hasta que ella se levantaba, era la única oportunidad que tenían para verse en todo el día, ya que cuando ella volvía, Kálay ya se había marchado. Y aunque sabían que el cambio al horario diurno era cuestión de días, se lamentaban a cada minuto por no poder compartir  un tiempo que para ellos era oro.
Fue hacia la cocina y lavó su tazón en la pila. Susan apareció aún medio dormida.

—Buenos días —le susurró Emily.

—Buenos días —respondió estirando los brazos.

—¿Qué haces levantada tan temprano?

—Thomas me despertó.

—Ya, claro —dijo Emily cabizbaja.

—Ehh, ¿qué pasa?

—No es nada. Es que apenas lo veo, solo unos minutos cuando llega. Viene muy cansado y no tarda nada en dormirse. Espero que les cambien pronto el horario —se lamentó.

—Lo entiendo. ¿Por qué no vienes hoy a comer y le das una sorpresa? Le encantará, el pobre va todo el día como un zombi sin ti.

Emily no pudo evitar esbozar una tímida sonrisa.

—Ya me gustaría, pero no tengo tiempo —se quejó—. Me voy, quiero llegar antes a ver si consigo unas entradas para el musical del Rey León, me han dicho que está genial y nos conviene distraernos un poco. ¿Te parece que coja entradas para todos?

—Sí, genial. ¿Por qué no lo hacemos para el cumpleaños de Thomas? —dijo dando palmas y saltitos—. Podríamos ir al teatro y luego a cenar a uno de esos restaurantes tan chics de Covent Garden. ¡El Rey León! —Suspiró—. Me encantaba, de pequeña tenía un peluche de Simba. Era monísimo. —El solo recuerdo la hizo entristecer al instante.

—Decidido, necesitamos animarnos —dijo al ver la cara de su amiga—. Nos vemos esta tarde —se despidió dándole un fuerte abrazo.

Se puso la chaqueta y cogió el bolso antes de abrir la puerta. Salió al pequeño jardín que daba paso a la casa  y levantó la vista hacia el cielo plomizo. Amenazaba lluvia. Avanzó hacia la pequeña cancela blanca que la separaba de la calle. Empujó pero la puerta no se movió. Agarró el pomo y bajándolo tiró de él varias veces ayudándose con el pie para hacer palanca. La puerta estaba atrancada y por mucho que se esforzara era incapaz de abrirla. Se arrodilló para ver más de cerca la manilla cuando una voz masculina la sobresaltó.

—Debe ser por la humedad —dijo la voz desde arriba—. Déjame probar. Aparta no te hagas daño, intentaré abrirla.

Emily levantó la vista y miró al joven que tenía enfrente. Se quedó muda, impactada por su dura imagen. Sin duda era el vecino que había visto a través del jardín días atrás. Se incorporó frente a él. Era un chico atractivo de unos veinte pocos, con grandes ojos color miel, casi felinos y una mirada seria e intensa. Varios piercings adornaban su cara y unas gruesas líneas negras tribales surgían del cuello de su sudadera gris, aferrándose a su morena piel.

—Cuidado —le advirtió dando un golpe seco que abrió  la puerta—. Ya está.

—Muchas gracias. Me llamo Emily —se presentó tendiéndole la mano.

—Rembran —dijo estrechándosela con fuerza.
Emily sintió un escalofrío al ver aparecer el tatuaje en forma de dragón chino que parecía enroscarse en su brazo. Era un chico extraño, intimidante, pero con un punto altamente adictivo.

—Nos vemos —saltó el muchacho bruscamente girando sobre sus talones con un gesto casi militar.

Emily no pudo evitar seguirlo con la mirada hasta que giró la esquina y desapareció.


A finales del mes de mayo, la primavera extendía su manto de color por todo Londres y las calles se inundaban con el suave aroma a limpio de sus flores. Tenía un buen tramo hasta llegar a la boca de metro más cercana en Ladbroke Grove. Bajó por  Oxford Gardens deleitándose con los frondosos jardines de las casas a ambos lados de la calle. Cogió el metro para bajar cinco paradas después en Baker Street, desde allí tardaba apenas cinco minutos en llegar a Bickenhall Mansions, el edificio de ladrillo rojo donde estaba la agencia de publicidad. Salió al exterior y como cada día se detuvo en Starbucks para comprar un gran vaso lleno de café y una bolsa repleta pequeños croissants de mantequilla. Abrió la bolsa y metió la nariz en ella, adoraba el aroma que desprendían.

Empujó la puerta de madera azul y entró en el edificio. Valiart era una pequeña pero prestigiosa agencia que presumía del esmerado servicio que ofrecía a sus distinguidos clientes. Agradecía la oportunidad que le habían brindado al contratarla y disfrutaba de su trabajo como ayudante del excéntrico Mika Olsson al que veneraba por sus magníficos trabajos. Entró en la lujosa oficina y saludó a la recepcionista. Era nueva. Una joven morena que se apresuró a devolverle el saludo con una voz dulce y firme. Emily se incomodó al notar como la chica la seguía con la mirada pegada a su nuca. Continuó por el estrecho pasillo hasta llegar a la sección de creativos donde tenía su pequeño despacho. Entró, colgó la chaqueta en la percha de madera y dejó el bolso, el café junto con los croissants sobre la mesa. El despacho era un pequeño espacio donde a duras penas cabía la mesa lacada de color blanco y el butacón. Las paredes estaban repletas de portadas de revistas, bocetos y anuncios en un desorden perfectamente ordenado. A su derecha una puerta siempre abierta comunicaba con el despacho de su jefe.

—Buenos días Mika —lo saludó sacando la cabeza por la puerta.

—¡No te lo vas a creer! ¡Estoy en shok! —dijo irrumpiendo en su pequeño despacho gesticulando con las manos en el aire.

Delgado y desgarbado, vestido siempre a la última y aspecto pulcro y cuidado. Mika era toda una institución en el mundo de la publicidad. Todo un genio con varios premios nacionales e internacionales a su espalda.

—¿Un croissant? —Le ofreció Emily.

—¿Qué quieres, que me atragante? Quita —dijo dándole un suave golpecito— ¡Qué fuerte!, ¡qué fuerte!, Liz dimitió el viernes a última hora. Así. —Manoteó.

—¿Liz?, no me dijo nada —se extrañó.

—Liz —afirmó asintiendo exageradamente—. El viernes a última hora presentó una carta de dimisión irreversible. Porque sí. Sin más. Fue muy fuerte —dijo con la mano en la boca y los pequeños ojos desorbitados.

—Al entrar ya he visto que había otra chica en su puesto y he pensado que Liz estaría enferma.

—De enfermedad nada, monada. Dijo que hoy ya no vendría. No dio ningún otro tipo de explicación. Después de doce años en Valiart, se dio media vuelta y se largó. La muy puta nos dejó a todos en un estado de shok total —gritó con exagerados gestos.

—Es muy extraño, todos sabemos los problemas por los que estaba pasando Liz. La separación, los niños. No me parece el mejor momento para dejar un trabajo.

—¿Y has visto a la nueva? Cada vez que la miro me da un no sé qué por todo el cuerpo —dijo Mika abanicándose con la mano—. Es un poco siniestra —susurró—. Exótica, guapa, pero siniestra.

—No me he fijado, la verdad. He entrado, la he saludado y me ha devuelto el saludo. Lo que sí que he notado es como me seguía con la mirada.

—¡Lo ves! Siniestra, lo que yo te diga. Y lo más extraño es que los de la empresa de trabajo nos han enviado a cuatro candidatas para sustituir a Liz y solo se ha presentado esta. Yo creo que se ha comido a las otras tres —dijo por lo bajo, como si alguien los estuviese escuchando. 
Emily no pudo evitar una risa.

—Bueno, cielo, pongámonos las pilas, Nickolas Trent, está al llegar y quiero que salga todo perfecto. 

—¿Trent? 

—Un cliente nuevo, espero.  Me llamó la semana pasada y viene a presentarnos su producto para que le hagamos una propuesta. Tengo una reunión con él en media hora y antes hay unos temas que quiero tratar contigo.

—Eres Emily, ¿verdad?  Emily Brams —la joven morena se plantó junto a su mesa—. Soy Olympia, la nueva recepcionista, ¿puedo? —dijo señalando la silla libre que tenía enfrente.

—Si claro —respondió Emily sorprendida.

—¿Vienes siempre a comer aquí? —preguntó con una encantadora sonrisa.

Emily no pudo evitar fijarse en sus ojos, tristes y vacíos. Un escalofrío le recorrió toda la espalda. 

—Solo a veces, cuando no como en el despacho —respondió con cautela—. Son rápidos sirviendo y la comida no está mal  ¿Qué tal tu primer día?

—Bien, al parecer he tenido suerte de que las demás candidatas no se hayan presentado. —Se encogió de hombros.

—Sí, eso parece. ¿No eres de por aquí, verdad?, lo digo por tu acento. —había algo familiar en su forma de hablar.

—No, hace apenas diez días que llegue del norte. Soy de un pequeño pueblo de la campiña escocesa. He sido afortunada al encontrar trabajo tan pronto, ¿no crees? —dijo levantando la mano para llamar la atención de una de las camareras.

—Tú en cambio eres americana —afirmó—. Se te nota.

—Bueno, pasé allí mi infancia —mintió—. Supongo que aún retengo algo de acento. Oye, encantada de conocerte. No quiero ser descortés pero he de irme —se excusó mirando el reloj—. Mika debe de haber acabado ya la reunión con Trent —sonrió.

—Sí, he visto salir al señor  Trent justo antes de marcharme.

—Madre mía, entonces será mejor que salga pitando. Mika estará histérico.

Nuevos personajes... quien seran??
Feliz noche de Halloween!! 😈😈

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