Soldat

By Atabeyra_RD

114K 9.2K 4.3K

Peach competirá para ganar una beca. ¿El problema? Ninguno. ¿El nombre del problema? Wrathly. Él es el chico... More

Prólogo
Beca Perlman
Schlammmädchen
Sueños
Interview
Lügner
Conocimiento mitológico
Der Nichttermin
La invitada no esperada
Miss Piggy
Freunde (amigos)
Audi
küssen
Eifersucht
¿En qué estamos tú y yo?
Saminabach
Descubiertos
Unterschiede
Großvater
Alejandra
Nunca revueltos pero siempre juntos.
Karottenmädchen
Honestidad
Sirena vs Ballena
En efectivo
El último consejo
Las Víboenas
Le prendí fuego a la lluvia
Y el ganador es...
En un lugar que solo nosotros conocemos
Agradecimiento
Un último favor

Húmedas interrupciones.

2.4K 275 135
By Atabeyra_RD

En voz de Wrathly...

Mi madre me ha pedido, de forma encarecida, que regrese a casa, nuestra última conversación no salió como la esperaba. Duramos casi dos horas, traté de llegar a un acuerdo, me costó bastante, pero accedió cuando le prometí que tomaría el primer vuelo al resolver un asunto de suma importancia para mí.

No abundé demasiado en el asunto, a pesar de que me bombardeó con cientos de preguntas. Amo a mi madre, el único problema es que tanto amor me asfixia. Si no hubiera contado con la ayuda de mi abuelo, mi padre y Akos, bien estaría encerrado en una torre como si fuera una princesa, porque según ella, su único deseo es que nada malo me pase.

Me río para mis adentros, pienso en quién de los dos saldría ganador si se diera una lucha entre mi madre y el señor Kauffmann. Los dos son huesos duros de roer, poseen una personalidad bastante fuerte.

Alejo las cavilaciones de una batalla que difícilmente sé que se resolverá. Debo de ponerme a practicar para mi próxima evaluación con el señor Kauffmann. No puedo cometer el error de confiarme y más cuando, según las propias palabras de él, no soy alguien digno de ganar la competencia. Y no es que no tenga razón, en verdad no necesito de la beca para lograr algunas de mis metas. El único problema es que no deseo ser un violinista reconocido por estar bajo la sombra de mi apellido. Estoy cansado de que muchas cosas que he logrado, en parte hayan sido cuando un jurado se entera de mi linaje.

Por eso decidí participar en la beca Perlman. Sé cuáles son sus normas y que en esta competición a los jurados no les da ni frío ni calor tu procedencia y de quién seas hijo. Ganarla será para mí la confirmación de que tengo talento y que puedo lograr todo lo que me proponga... Hacer que otros apuesten por mi talento es maíz de otro costal. Contar con padres influyentes siempre trae sus ventajas y desventajas, es muy difícil destacarte por ti mismo. Es como una espada de dos filos, tienes que saber cómo manejarla porque si triunfas, dirán que fue porque te colgaste de la fama de tu apellido, pero si fracasas, todos dirán por qué desperdiciaste tu tiempo.

Me estiro como si fuera un gato sobre mi cama, hace rato que Akos se llevó a mis pequeños a un centro veterinario que queda cerca. Estar sin hacer nada me aburre, me levanto y hago lo que él desde pequeño me enseñó que hiciera todas las mañanas. Me tiro en el piso para hacer mis reflexiones, así trabajo la espalda alta, pectorales, hombros y brazos. Después hago un poco de ejercicio cardiovascular, salto, hago sentadillas y abdominales. Por primera vez lo hago a mi modo, pues si Akos estuviera aquí, me entrenaría como si él fuera Rocky Balboa y yo su pupilo Adonis Creed.

Al finalizar mi sesión, camino poco a poco en dirección a la mesa en donde creo que dejé mi mochila, después de dejar a Luccas en su casa y de recibir en todo el trayecto las reprimendas de Akos alegando que actué de manera imprudente y torpe al permitir que él condujera el Audi, al final, solo fue puros rayones, nada del otro mundo. Cuando llegamos al hotel, me amenazó que a primera hora de la mañana llamaría a mi madre, que tendría que lidiarme solo con ella.

Fiel a su promesa, mi mañana comenzó con la insistencia de mi madre para que regresara. Me gustaría poder ver su cara cuando se dé cuenta de que me salí con la mía, aunque sea por poco tiempo. Busco mi mochila cuando el fuerte golpe en mi rodilla me indica que llegué a mi objetivo, procedo a palpar entre los objetos que están sobre la mesa, sin lugar a dudas mi morral no está aquí.

Siento la ligera impresión de que lo tiré sobre el colchón y que no lo coloqué sobre la mesa como pensé. Con el dolor punzante en mi rodilla, regreso a la cama. Empiezo a palpar sobre esta. Algo cae sobre mi pie y como acto reflejo, lo pateo muy fuerte lejos de mí.

En un nanosegundo, mi cerebro procesa que lo que acabo de patear posiblemente era mi mochila, me golpeo la frente con la palma con frustración ante mi torpeza. Me arrodillo en el piso, sé que daría lástima si alguien me viera. Comienzo a gatear como si fuera un bebé, estiro mi mano y trato de dar con el dichoso morral. Lo más sensato sería esperar a Akos para que me ayude. Sin embargo, hacer eso me haría sentir más inútil de lo que soy.

Cuando por fin doy con ella, siento el ligero sentimiento de triunfo. La abrazo fuerte, estos pequeños triunfos me demuestran que puedo hacer cosas por mí mismo. El teléfono de la habitación da algunos timbrazos. Guiándome por su sonido, llego hasta donde está para contestar la llamada. La recepcionista me informa que Mady se encuentra en el Lobby, le aclaro que le permita subir y en un par de minutos, oigo los pequeños toques que produce ella al tocar la puerta.

Llego hasta la puerta, no sin antes tropezarme con otros objetos. Al abrirla, Mady estrella su cuerpo contra el mío. Le devuelvo su cálido abrazo y le doy un ligero beso en su cabecita.

—¡Qué grata sorpresa, Mady!

Me aprieta más fuerte y la escucho inhalar en mi pecho. Luego lleva sus manos a mis mejillas para acunarlas, presiona sus pulgares en estas y provoca que mis labios se abran en un círculo.

—No mientas, Aiden. —Percibo en su tono de voz, pequeñas notas de enfado—. Ni siquiera contestas mis llamadas.

—No digas eso, he estado un poco ocupado —contesto con un toque burlón.

Me aparto un poco para que Mady pueda cerrar la puerta. Es muy dramática cuando se lo propone. Nos sentamos en la cama, trato de apartar algunos mechones de mi cara.

—¿Cómo te ha ido con tu amiga?

—¿Cuál amiga? —musita, como si no supiera.

—La que viniste a visitar aquí en Vaduz.

—¡Ah!

—¿Me estás mintiendo, Mady? —resoplo, confundido.

—¡Claro que no! —escupe con voz fuerte—. Me ofendes, Aiden.

—Lo siento. —Levanto mis manos.

Alarga su mano y cubre la mía con la de ella.

—Sabes que yo te perdonaría cualquier cosa —susurra, suave. Levanta su otra mano para acariciar mi mejilla—. No entiendo por qué estás aquí, vámonos a casa.

No puedo ocultarle mi malestar a Mady. Primero mi madre, ahora ella. Aparto su palma para rascarme un poco el mentón.

—Estoy participando en las audiciones para ganar la Beca.

—¿Lo dices en serio?

Me cabrea un poco su pregunta, estoy seguro de que Mady aún piensa que estoy aquí tratando de olvidar a Hannah. Mi relación con ella fue algo irrelevante para mí, ya pasé la página. Siempre tuvo razón con respecto a ella, y eso que era su mejor amiga, mas no voy a hacer a leña con el árbol caído.

—No te preocupes innecesariamente.

—No necesitas para nada esta estúpida beca, y lo sabes bien. Te desapareces sin más. Cuando por fin tomas una de todas las llamadas que te he hecho, me vienes con este cuento —reprocha y siento por momentos que se le quiebra la voz—. Siento que me ocultas algo... Pensaba que entre nosotros no había secretos.

—Créeme cuando te digo que mi estancia aquí en Vaduz, es por las audiciones. —La abrazo y espero que sienta la sinceridad de mis palabras—. Si no te avisé es porque no tengo que decirte todo lo que hago, yo tampoco te he pedido que lo hagas.

—Sabes que me preocupo por ti, Aiden. —Se acerca un poco más para abrazarme y esconde su rostro en mi cuello—. No quiero que te pase nada malo.

—Lo sé, agradezco tu preocupación, algo injustificada, por cierto. —Me enternece su preocupación—. Sé cuidarme muy bien. Akos siempre me acompaña.

—Eso lo sé, pero no puedo evitar preocuparme. —Siento que sonríe—. Aiden, me gustaría peinar tu cabello... ¿Puedo?

No entiendo la manía que tiene Mady con mi pelo. Le afirmo que puede peinarme, a lo que responde dando un grito de alegría y deposita un beso en mi mejilla. Pasa un buen rato para que entre Akos con mis cachorros, mi Peach reclama su puesto junto a mí, en pocas palabras, casi saca de la cama a mi amiga.

Ya entrada la tarde, logro sacar a Mady a patadas de mi habitación. No deseo ser egoísta y abusar de su generosidad, ella debe de conocer a Vaduz junto con su amiga, sin tener a un pobre ciego como mochila.

Dejo que Ozzy me lleve hasta la terraza para escuchar una que otra agrupación musical, sin prestarle mucha atención a ninguna. Escucho que abren las puertas, él ladra y escucho a Akos ordenarle que se calme. Después de que calma los ánimos del animal, pasa a decirme:

—Wrathly, no veo bien que recibas a Mady mientras estés solo. Cuida de tus acciones, muchacho, las personas pueden olvidar lo que les dices, pero nunca cómo los hiciste sentir.

No entiendo su reproche, Mady es mi amiga desde que éramos unos niños.

—Y según tú —replico molesto—, ¿qué ves que le hago sentir?

—Eso pregúntaselo a ella.

 Tengo que salir del hotel a como dé lugar; Akos no ha dejado de reprocharme que dejé pasar a Mady mientras estaba solo, no entiendo su molestia. Ella, más que mi amiga, es como mi hermana. Sería imposible que yo me propasara si esa es su preocupación. La respeto demasiado como para hacerle algo así.

Cuando lo veo oportuno, le solicito que me lleve al viejo puente Rin para practicar un poco. Pese a ser un lugar muy transitado por visitantes y turistas, no deja de ser un sitio idóneo para practicar.

—¿Cuánto tiempo piensas practicar? —Gira el auto hacia la derecha.

—No lo sé, tal vez dos o tres horas, lo mínimo. ¿Por qué me lo preguntas?

—Por nada —responde con parsimonia—. Aprovecharé el tiempo leyendo algún libro.

—Me imagino que un libro de historia —me río un pelín, y trato de romper un poco el hielo entre Akos y yo— No te cansas de leer eso.

—Uno nunca se cansa de lo que le apasiona—afirma con confianza—. ¿Te cansa tocar el violín?

—Claro que no.

—Allí está tu respuesta.

Nos quedamos en silencio por un buen rato, luego es el mismo Akos que se encarga de agregar conversación.

—Aparte de leer libros de historia, le he agregado un poco de mitología a mi investigación.

—¿Estás investigando algo?

—Sí... No me sorprende que no lo sepas. Últimamente te la has pasado haciendo nuevos amigos, sobre todo, buscándote una nueva novia.

—Me gusta tener amigos. —Mejor me iré por la tangente—. ¿Qué estás investigando?

No quiero entrar en el terreno de Akos, sé lo que quiere. Desde hace varios días he esquivado sus indirectas con relación a mi amistad con Peach. Según él, se me ilumina la cara cuando hablo con ella, algo que no es cierto. Me cae bien, fin del asunto. Lo escucho soltar una risa burlona.

—¿Sabías que el nombre del río Rin es de origen celta y significa Curso de agua? —Vuelve a girar el auto, pero esta vez a la izquierda—. ¿Y qué nace en los suizos y sirve como frontera natural?

—No sabía ese dato. —No puedo evitar soltar un bostezo.

—Además, según la mitología germánica, existió una sirena llamada Lorelei que se colocaba en una roca sobre el Rin y con su canto seducía a los navegantes hasta llevarlos a la muerte. Existe una escultura que se levanta a orillas del río en Renania.

—Creo que Renania se encuentra en Alemania —agrego sin mucho interés de seguir con la conversación.

—¡Exacto! —gorjea, sorprendido—. Y yo que pensaba que eras un caso perdido.

—¡Oye! —me quejo ante su comentario.

—La región de Renania es el nombre con el que se designa a las tierras de ambos lados del río Rin, al oeste de Alemania. Dentro de la cultura alemana, los habitantes de la región tienen fama de llevar un estilo de vida desenfadado, caracterizado por la tradición de los carnavales, el cultivo y consumo de vino, así como la tradición del canto y las canciones locales.

—Tío Fausto estaría feliz de vivir allí —añado con una risa al recordar al hermano de Akos a quien, con cariño, le digo tío. Es todo lo contrario de lo que es mi "guardaespaldas".

—Si le añades a las mujerzuelas, no habrá nadie que lo saque de ese lugar —dice mientras siento que poco a poco disminuye la velocidad—. Pero olvidemos al tío Fausto, y déjame continuar con el tema que es más importante que la vida de mi hermano.

—Vale.

—Como te decía, el valle del Rin se caracteriza por tener paisajes de gran belleza, y estos junto a sus pueblos y castillos, han sido objeto del romanticismo germano desde el siglo XIX, con numerosos cuentos, leyendas, poemas y canciones, haciendo referencia a la localidad. Entre los múltiples escritos que lo mencionan, Lorelei de Heinrich Heine y el Cantar de los nibelungos, son los más conocidos. Además de que Beethoven fue un célebre renano.

—Akos... ¿Falta mucho? —Me rasco un poco la mejilla.

—No, estoy tratando de estacionarme. Mientras tanto, me gustaría recitarte el poema de Heinrich Heine.

—Akos, por favor, no...

—«Busco en vano esto que siento. De por qué estoy tan triste y apenado; una historia me ha dejado sin aliento, sin descanso en éxtasis he quedado. Fresco está el aire y oscurece calmo está el Rin en su mover; la cima acantilada luz, parece es el último brillar del sol atardecer. La más pura de las doncellas sentada allá arriba lleva a maravillar. Su dorado tesoro se mostraba, su dorado cabello ella al peinar. Con un peine de oro ella al usar, canta una canción ensoñadora su melodía extraña, al sonar es intensamente abrumadora. El pescador en su pequeña barca, apresado es en su anhelo y suspirar. No ve las rocas, no las abarcas. Solo allá arriba se pierde en su mirar. Creo que el oleaje pronto arrojará a ambos, a su fin a la barca y al ser; eso es lo que esa canción logrará. La Lorelei en hechizante atardecer».

Nos estacionamos, si pudiera ver, desde hace rato me hubiera desmontado del vehículo. Una de las tantas desventajas de ser ciego. Al llegar, despierto a mi querida Peach que se quedó dormida en todo el trayecto.

Tomo mis cosas y me dejo conducir por mi cachorra que sabe hacia dónde tiene que llevarme. Me despido de Akos lo más rápido que puedo, rezo para mis adentros a cualquier dios de que no se le ocurra retenerme para recitarme otro poema. El ruido que produce las aguas aparte de la fría brisa, me indica que he llegado a mi lugar. Le quito la correa a mi mascota para que corra un poco. Saco mi violín dispuesto a practicar alguna que otra melodía. De repente el ladrido, de Peach me indica que hay alguien cerca. Me pongo en alerta.

—¿Puedes decirle a tu perra que deje de ladrarme? —Reconozco a la dueña de esa voz. No sé por qué mi corazón se alegra al escucharla—. Me está poniendo nerviosa —se queja de manera histérica y lanza en el proceso, algunos gritos de terror—. Tranquilízala, parece una perra loca.

—Me sorprende que no se lleven bien, si hasta se parecen.

—Idiota —masculla—. Tu perra no es como todas las demás que, si le tiran una pelota, sale corriendo tras ella.

—Mi cachorra no es como las demás, no la ofendas. No te miento cuando te digo que ustedes se parecen mucho. —Peach se cree muy lista, la escucho muy bien murmurar improperios en contra de mi cachorra y de mí. Cualquiera la deja sufrir un poco, la muy princesa no me contestó la llamada que le hice—. Ya deja de decir ñoñerías, si mal no recuerdo, hasta la llegaste a acariciar.

Le ordeno a mi cachorra Peach que deje de ladrar. No me hace mucho caso, por eso tengo que modular mi voz a una más grave, esto es producto a que la tengo muy consentida. Ella obedece a mi orden, se me acerca y le acaricio la cabeza.

—¿Qué haces por aquí? No me digas que me andas acosando. —La fastidio.

—Esto es un lugar público —se defiende, después lanza un bufido—. No seas presumido.

Mi mascota echa a correr, y vuelven a mezclarse los gritos histéricos de Peach y los ladridos de mi can. Después oigo el sonido de unas ramas moverse, lo más seguro es que mi cachorra volvió a desaparecerse entre los arbustos.

Al poco tiempo, escucho los pasos de Peach junto con sus quejas y amenazas en contra de mi persona. Le resto importancia a sus palabras y le pregunto si recibió, al igual que yo, un mensaje por parte de Kauffmann.

Decidimos que lo mejor es estar preparados para la próxima audición, uno nunca sabe con lo que vendrá este juez con sus métodos poco ortodoxos. Nos sentamos en la grada mientras escucho la experiencia de Peach en lo que se refiere a sus primeras audiciones con Kauffmann.

Le pregunto por qué desea ganar la beca, me contesta que anhela ganarla porque así puede cumplir el sueño de su madre, convertirse en una cantante respetable y no terminar cantando en un bar de mala muerte. Me gustaría decirle que yo podría ayudarla a ir a la Academia de Música de Londres sin necesidad de ganarla.

Aunque recuerdo que haría lo mismo que hacen conmigo, allanarme el camino eclipsando mi potencia. Me sumerjo en mis pensamientos hasta que siento que Peach toca mi hombro.

—Wrathly, ¿qué se siente no poder ver?

—«He aquí mi secreto, el cual no puede ser más simple: solo se puede ver bien con el corazón, porque lo esencial es invisible para los ojos».

—¿Me citas El principito? —resuella, sorprendida.

—Creo que esa es la mejor respuesta que te puedo dar, Peach. —Hago un leve silencio antes de proseguir—. Tal vez has leído que una persona ciega vive en penumbras, pero no es del todo cierto, es verdad que no podemos ver, mas nuestra vida no es tan vacía y fúnebre como los demás lo quieren pintar. En mi caso, soy ciego de nacimiento. No sé por qué dicen que vemos todo negro si nunca hemos visto los colores. No podemos hacernos la idea por más que nos traten de explicar. Mira, por ejemplo, el color rojo es sinónimo, según ustedes, a sentir el calor del fuego. Sin embargo, para nosotros el calor del fuego es sinónimo de quemarse si nos acercamos demasiado, en nuestro cerebro se instala la frase, «camina con precaución». No que el color rojo es fuego, ¿me doy a entender?

—Fue una pregunta estúpida —me responde apenada, así que me apresuro a responderle.

—«A veces, para poder ver, hay que cerrar los ojos y encender la mente y el corazón» —cito una frase de un libro que lee mi madre, cortesía de la plataforma naranja—. Solo así se abre nuestra visión interior, permite que se ensanche nuestros horizontes para sopesar las dificultades que se nos presentan.

Al terminar, Peach toma mi mano entre las suyas, me gusta mucha la sensación que me produce su contacto. Nos quedamos así por un largo rato, con nuestras manos entrelazadas y oyendo el fluir armonioso del río.

—Cuando era niño, unos primos de Mady me preguntaron si podía soñar o imaginar cosas. —Suelto una bocanada de aire—. Para poder imaginar algo, uno tiene que haberlo visto con anterioridad y, como ya sabes, soy ciego de nacimiento. En cuanto a los sueños, generalmente los míos se repiten y la gente con la que sueño, también. Sueño que estoy con mis padres o que estoy en la casa o en el carro o caminando con mis amigos. No los veo, pero sé que están allí, me hablan y yo los escucho.

Ese tipo de preguntas no me gusta mucho contestarlas, he aprendido por las malas que muchas personas te preguntan no con el deseo de saber, sino porque quieren satisfacer el morbo que causa.

—Wrathly, ¿Mady es tu novia?

La pregunta me toma fuera de base, ¿qué pregunta es esa? Hablábamos de mi ceguera, para cambiarla en un santiamén por mi estado sentimental. ¿Quién entiende a las mujeres?

—Es imposible que entre Mady y yo exista algo que no sea amistad.

—Si tú lo dices —susurra no muy convencida de mis palabras—. Como se te enredó como una boa la primera vez que la vi.

«Primero Akos y ahora Peach».

— ¿A qué se debe este cambio de tema? —resoplo, un poco molesto.

Me arrepiento de mi comentario, no deseo que Peach vea mi mal genio. No por ahora. Puede ser que por la familiaridad Mady, estemos dando el mensaje equivocado. Tal vez hable con ella más tarde y le comentaré lo que me han dicho.

—Perdóname —musita con suavidad—. No debí de preguntarte eso.

Suelta mi mano mientras me pide disculpas, no me gusta la sensación de vacío que siento cuando las aleja. Por eso capturo su palma, la siento tensarse. Mi corazón empieza a latir como un maldito tambor. Me obligo a tragar saliva.

—¿Peach?

Abro la boca, pero la cierro porque no sé qué decirle, cualquier pensamiento por más simple que sea, no puedo conjugarlo. Levanto mi otra mano para tocar su rostro, es suave y, de inmediato, siento cómo desprende un agradable calor.

—¿Qué haces, Wrathly? —murmura.

Lucho contra los fuertes deseos que siento por pasar mis dedos por sus mejillas, por su frente, su nariz y a través de sus labios. Tan pronto como pensé en sus labios, un dolor se me instala en la boca de mi estómago.

Me inclino un poco más hasta sentir que la respiración acelerada de Peach choca contra mi boca, deseo besarla. Entonces es mi respiración la que se atora en mi garganta cuando siento sus dedos tocar mi cabello. Ella acorta la poca distancia que nos separa, es algo leve, mas no deja de alegrarme de que no le moleste lo que hago.

Tan pronto como siento que toma un mechón entre sus dedos, escalofríos recorren todo mi cuerpo. Nuestras caras se encuentran tan cerca que me permite acariciar su mejilla con la punta de mi nariz, sin dudarlo, inhalo un poco de su olor.

Suelto su mano para acunar su rostro entre las suyas, no creo que mi corazón pueda acelerarse más. Hago que nuestras frentes choquen; desciendo poco a poco en busca del lugar que anhelo tocar con mis labios. La escucho respirar hondo y aprovecho la ocasión.

—¿Alguna vez has besado a alguien?

Niega con su cabeza y mi corazón brinca de la emoción, si pensaba que él no podía acelerarse más, qué equivocado estaba, se aceleró más, porque ahora sé que tendré propiedad en esos labios. En pocos segundos, los haré míos.

Me muevo un poco para repartir besos desde el comienzo de su frente, para descender por su mejilla con la intención de terminar en su boca, cada beso que deposito lo hago de manera suave. Cambio el rumbo y planto uno en su nariz, porque el verdadero beso vendrá en pocos instantes.

Es ahora o nunca, me sumerge en el sabor de esos labios que sé que sabrán a gloria. Cuando voy a besarla, algo sumamente húmedo nos da varios lengüetazos. Nos apartamos al mismo tiempo.

— Qué asco —jadea.

Llevo mis palmas hacia mi rostro que aún conserva la humedad de los lengüetazos de mi cachorra. Suelto una risa seca, no puedo evitar fruncir el ceño y apretar los labios. Amo a mi cachorra que ladra y gira a mí alrededor, pega su húmeda nariz en mi cara. No me queda de otra que acariciarla. Oigo los chillidos y reproches de Peach.

Debo de pedirle una disculpa por la interrupción, aunque pensándolo bien, en qué rayos pensaba al querer besarla, nos hemos visto muy pocas veces para que haga algo así, ahora temo que me ponga una demanda por acoso sexual.

—Peach... yo...


Continue Reading

You'll Also Like

15.3K 1.9K 24
Harry Potter. Theodore, un chico que solo quería pasar desapercibido en el colegio, de pronto se encuentra envuelto en una relación que ni siquiera s...
84.1K 6.1K 15
Verano del 1978, el campamento era la única distracción que Tn tenía. Sola con su hermano y sus estupidos amigos, sin nadie con quien encajar. Pero t...
167K 17.7K 39
Cassidy nota las sombrías presencias en la oscuridad; oye voces ocultas en la negrura, y una parte de ella lucha desesperadamente por contestar. Toda...
4.7K 416 8
Sus academias y estudiantes son rivales...Pero, ¿ellas también? Las academias de baile JustJerk y L'Sans son rivales. Sin embargo, sus mejores bailar...