El hecho de que Yaiza estuviese dormida cuando ella llegó al cuarto le supuso una alegría dentro de lo que su cuerpo podría ofrecerle en ese momento. Se metió en la cama de un impulso, y sólo cuando estuvo tumbada en ella mirando al techo se puso a pensar en lo que había pasado desde que dejó la popa y llegó al dormitorio.
Se llevó las manos a la sien y empezó a masajear su cabeza para intentar parar el mareo que le había producido la velocidad a la que había corrido. Sentía que su corazón no disminuía el ritmo de sus pulsaciones, y aunque el temor que la hizo escapar de allí parecía haberse ido, el resto de pensamientos querían dormir con ella. Tenía los ojos abiertos, mirando la oscuridad plena de su cuarto en el que se sentía a salvo sabiendo que Yaiza dormía bajo ella. La oyó moverse, cambiando de postura, y respiró tranquila al no sentirse sola.
No pestañeaba, no quería perder la conexión con el techo pese a ni siquiera distinguirlo. Por un momento el miedo la poseyó y empezó a pensar en que no sabía a qué altura estaba aquella cama respecto al techo, ni si podría sentarse sobre la cama sin darse con él en la cabeza. Se sintió agobiada, con presión en todo el cuerpo, y decidió no mover siquiera un dedo por miedo a sentirse aplastada por las paredes. Ahora ni siquiera la presencia de Yaiza la tranquilizaba, al contrario: el sentir que su amiga contaba con pleno conocimiento sobre la distancia entre su colchón y la cama de arriba la daba una envidia terrible hasta llegar a tal punto que sentía ganas de llorar.
Seguía masajeando su sien. Estaba completamente borracha, y no entendía cómo semejantes locuras pasaban por su cabeza sin ser capaces de llevarse el recuerdo de lo que había sucedido hacía apenas unos minutos. Alzó la mano, con el brazo completamente en vertical. Buscó el techo, se estiró un poco, agobiándose al no encontrarlo, y tranquilizándose a la vez al saber que el aire correría a su lado con mayor facilidad.
Volvió a apoyar sus manos en toda su frente, y se mordía el labio mientras negaba por lo que acababa de pasar. No entendía nada. Por más que intentaba darle una explicación, sólo llegaba a la conclusión de que había hecho lo que su cuerpo la había pedido en ese momento. Se recordaba hablando con él, claramente borracha pese a sus intenciones de negárselo, y se recordaba completamente indefensa ante su mirada penetrante y su silencio. Un estado de debilidad que desde el primer momento sintió que compartía con él, y al que no sabía si él encontraba significado alguno.
Repetía su imagen una y otra vez en su mente, y se mordía los labios cada vez que Kimi la besaba en su recuerdo. Seguía negando, con los ojos cerrados, como si su cabeza fuese capaz de proyectar las imágenes como una película en plena oscuridad. Volvió a elevar la mano para asegurarse de que el techo no bajaba hacia ella, y empezó a agobiarse más pese a que la pared seguía en su sitio.
Sentía que se estaba volviendo completamente loca, y con el paso de las horas una voz le decía que se tranquilizase, que todo era causa del alcohol, que todo pasaría cuando saliese la luz del sol. Pero llegaron las ocho de la mañana, y en el cuarto entraba una leve claridad que traspasaba la parte baja de la puerta, y ella seguía sintiendo una presión sobre el pecho que le hacía repetir aquella imagen una y otra vez en su mente. Y seguía mordiéndose el labio cada vez que él la besaba, impidiéndole así el paso en una realidad que no le permitía cambiar el pasado.
A las diez y media, Yaiza se movió más de la cuenta en la cama de abajo, y Sandra sintió que su amiga se sentaba sobre el colchón ya despierta. Volvió a envidiarla, y su extremo cansancio volvía a debilitarla hasta tal punto que se le aguaban los ojos pensando en que su amiga había podido dormir y ella no.
Tenía completamente asumido que había estado toda la noche mirando al techo, y sin embargo durmió a intervalos de media hora que no le sirvieron para nada, pues su propio recuerdo se encargaba de despertarla cada treinta minutos para volver a ahogarla. Yaiza abrió la puerta, sin mirar a una Sandra que se mordía el labio inferior y apretaba sus párpados para fingir que dormía. Su pecho subía y bajaba a gran velocidad, queriendo no ser descubierta, y cuando Yaiza salió por la puerta, cerrándola a su paso, Sandra se acomodó sobre la cama de un impulso, como si hubiese estado retenida con la espalda pegada al colchón durante toda la noche. Se tapó la cara con las manos mientras intentaba respirar con velocidad. Terminó retirándolas y apoyándolas sobre el colchón para darle mejor paso al oxígeno para llegar a sus pulmones, y se agarró a la sábana para evitar caerse de la cama por el nuevo mareo.
El barco se movía, impidiendo que Sandra se pudiese soltar de la tela, pues había amanecido un domingo de viento que hacía que la mar perdiese su calma. Yaiza subía las escaleras hacia la cubierta intentando no caerse, y llegó arriba medio adormecida, dirigiéndose a la proa y sentándose en el sofá que allí había. Hacía mucho viento, pero la temperatura tan calurosa que la acompañaba ayudaba a la chica a relajarse sobre el asiento.
Sebastian también se levantaba en esos momentos, y paseaba por la sala de estar del yate pretendiendo hacer algo que le concentrase lo suficiente. Abrió la nevera y encontró las últimas galletas que quedaban de la sesión culinaria de Yaiza, y decidió sentarse en el sofá a comérselas pensando que era el único allí despierto. Tenía la mirada perdida sobre el plato ya vacío, y sólo la desvió para observar a Kimi, que salía de su dormitorio pidiendo no ser interrogado. Saludó a Sebastian con un movimiento rápido de cejas, y su amigo le correspondió con lo mismo y media sonrisa poco entusiasmada. Le dio tiempo a asimilar que se había despertado, y le permitió aun vigilándole con la mirada que fuese a la nevera a coger una cerveza. Se sentó frente a él en el sofá circular.
- Es muy pronto para una cerveza ¿No?-Kimi se encogió de hombros y le pegó un largo trago a la bebida.
- La resaca se pasa con alcohol.-Sebastian intentó buscar un comentario ingenioso que le permitiese enlazar aquello con el tema del que tenían que hablar, pero no se le ocurrió nada más que dejar que el silencio reinase en la mesa. A los pocos minutos, Kimi dejó el botellín, ya vacío, en medio de aquella tabla redonda.
- ¿Mejor?-su amigo asintió, mintiendo.- ¿Tienes fuerzas suficientes para hablar ya o prefieres que te traiga la segunda?-Kimi, que había tenido la mirada perdida desde que se sentó, conectó con los ojos de Sebastian, que lejos de querer actuar como padre furioso que quería regañarle parecían querer actuar de hermano mayor que buscaba saber los motivos de la travesura del pequeño. Kimi quiso reírse en su interior, pues la escena de Sebastian actuando de adulto le parecía suficiente castigo.- ¿Estás bien?-Kimi se encogió de hombros otra vez, y alzó una ceja acompañando su expresión seria.- ¿Puedo preguntar el por—
- No lo sé.-le respondió antes de que le preguntase. Sebastian no insistió en repetirle la pregunta.- Pasó. Eso es todo.
- ¿Cuánto bebiste?
- No lo suficiente.
- Suficiente para qué.
- No lo suficiente como para no ser consciente de lo que hacía.-se restregó los ojos, y echó de menos el haber ido al baño antes de sentarse para poder lavarse la cara con agua helada.
- ¿Fuiste consciente de todo?-él asintió, dejando sus ojos otra vez frente a los del chico.- ¿Cómo de consciente?-Kimi estaba cansado de las preguntas desde que se había sentado en la mesa con él, pero estaba atado al sofá por su propio amigo, que no le iba a dejar escaparse sin acabar esa conversación.
- No sé qué quieres que te responda. Era consciente, eso es todo.
- Puedes ser consciente de lo que haces y poder controlarlo, o puedes ser consciente y no poder hacer nada.-no le gustaba nada el papel de hermano mayor que había adquirido Sebastian, y esa bronca que parecía no iba a llegar la veía cada vez más cerca.
- Era consciente pero no sé si podía controlarlo.-Sebastian esperaba una explicación más profunda.- Quería besarla, y algo me decía que no lo hiciese, pero algo me dijo también que mandase a la mierda a lo que me decía que no.
- Y la besaste.-Kimi asintió con ironía, protestando ante la obviedad de su frase.- Por tanto se podría decir o bien que no podías controlarlo, o que podías controlarlo pero no quisiste.-Kimi asintió.- ¿Puedo opinar?-Kimi volvió a asentir, pero con menos ganas.- Creo que querías besarla.
- Eso ya te lo he dicho yo.
- Me refiero a que no quisiste no hacerlo. Podrías haberlo evitado si hubieses querido, pero lo que querías era besarla. Y lo hiciste.
- ¿Por qué llegas a esa conclusión? ¿Te has metido en mi mente mientras dormía? Porque ni yo mismo he llegado a ella por mi cuenta.-Sebastian se encogió de hombros con naturalidad.
- Sabes que llevo pensando que te gusta Sandra desde hace tiempo. Esto sólo ha servido para confirmármelo.-Kimi le ofreció un gesto de desaprobación e indignación que se mezclaba con la ira que sentía por hacerle callar. Y el concentrarse en expresar facialmente todo lo que sentía le impedía pensar una respuesta.- No intentes negármelo, no te va a servir de nada.
- Por eso prefiero callarme. Es mejor ignorar las estupideces cuando se oyen.-Sebastian soltó una pequeña risa que le llenaba de poder ante la notoria rabia de su amigo.
- El hielo también se derrite, Kimi.-sus rostros participaban en una pelea de sentimientos que dio como vencedor al alemán, que miraba con los ojos abiertos como platos a Yaiza, que bajaba la escalera animada por ver a alguien despierto.
- ¿Lleváis mucho aquí?-sonreía. Sebastian miró a Kimi, hablando con la mirada algo que no habían sacado en la conversación. Kimi negó sin que ella se diese cuenta, y Sebastian asumió que debía guardar silencio respecto al tema.
- Un poco.-la respondió con media sonrisa, y ella asintió.
- Voy a despertar a Sandra.-fue a abrir la puerta y Sebastian volvió a mirar a Kimi, que ahora observaba la mesa.- ¿Qué haremos hoy?-ellos no respondieron, y Yaiza se chocaba de lleno con una Sandra que parecía querer salir del cuarto.- ¡Ey! Te iba a despertar.-Sandra buscaba con un urgencia un baño en el que refrescarse, y el toparse con su amiga no la ayudaba a parar su mareo. Salió por la puerta ignorándola y vio justo en el frente el motivo por el cual sentía que no había dormido en toda la noche. Frenó en seco, y agradeció que Kimi ni siquiera se girase pese a saber que ella estaba allí. Sebastian la miraba, y la chica fijó sus ojos en los del alemán buscando una explicación a la extraña situación que vivían. Sebastian alzó las cejas, sin mucho sentido, y Sandra siguió su camino hacia el baño.- ¿A qué vienen esos humos?-le reprochaba Yaiza a su amiga, de brazos cruzados en la puerta. Miró a Sebastian ella también, y este se encogió de hombros fingiendo no entender nada. La chica cogió una botella de agua de la nevera, mientras seguía murmurando, y salió de nuevo hacia la cubierta. Al poco, llegó Sandra de nuevo.
- Yo...-Sebastian se ponía en pie, acaparando la atención de ambos con ese monosílabo.- Yo voy arriba, a ver qué día hace.-Kimi le había mirado exigiéndole que tomase asiento de nuevo, y Sandra se mostró completamente asustada agarrando el manillar de su puerta, en la cual quería volver a esconderse. Sebastian no quería que alargasen más esa conversación que tanto les atemorizaba.- Así habláis.-fue hacia la escalera y pasó por el lado de Sandra, apoyando su mano en su hombro mostrándole un apoyo que no le servía para nada. Llegó a la cubierta y decidió irse con Yaiza y adentrarse en otra conversación.
En la sala, Sandra miraba su manillar debatiéndose en si entrar o quedarse donde estaba. No quería saber los motivos por los cuales Kimi la besó, y tampoco los que la hicieron a ella seguir aquel beso. Soltó el manillar sin dejar de mirarlo, como si su metal quemase entre sus dedos, y caminó a paso lento hacia la mesa. Se quedó justo detrás de él unos segundos, de brazos cruzados, esperando una indicación que la hiciese sentarse o quedarse de pie, pero Kimi seguía mirando la mesa con las manos sobre sus piernas, y no tenía mucha intención de moverse.
Sandra dio otros pequeños pasos y se sentó en el sofá. Cada uno estaba en el borde de aquel asiento circular, y pese a que se tenían de frente, ninguno optó por mirar al otro y decidieron vivir de ese silencio que crearon durante un rato. Sandra había llegado a aquel sofá asumiendo que no iba a hablar ella, pues pensaba que si alguien debía dar explicaciones era él, pero a lo largo que aumentaba el tiempo sin que ninguno hablase empezaba a buscar algo que decir para no levantarse e irse de allí.
Kimi por su parte fingía una normalidad que en su interior parecía haberse esfumado durante la noche. Le dolía la cabeza, y cada vez que buscaba un argumento que ofrecer a la aún no iniciada conversación sentía que su estómago se movía y le hacía aumentar el dolor que se apoderaba de su frente. Sentía que ambos le estaban dando una importancia de la que carecía al no dirigirse la palabra ni la mirada, y pese a que buscaba la forma de romper ambas cosas, no se sentía capaz, y se preguntaba si de verdad aquello requería tanto drama como le estaban dando.
- ¿Has dormido bien?-la chica dio un pequeño brinco al oírle hablar, y le miró sin saber por qué para cruzarse de nuevo con los ojos que había aparecido por su mente durante toda la noche. Les retiró la mirada.
- No.-guardó silencio, y sintió que había dado una respuesta demasiado brusca que podría malinterpretarse.- No he dormido, vaya. El alcohol no me ha dejado.-Tenía los brazos apoyados sobre la mesa, recogidos hacia ella permitiendo a sus manos que jugasen con sus dedos. Estaba completamente echada hacia delante mientras que Kimi permanecía con la espalda pegada al sofá.
- Dijiste que no estabas borracha.-ella asintió.
- Obviamente sí lo estaba.-volvió a recurrir a ese silencio que no le gustaba.- Aunque no lo suficiente.
- ¿En qué sentido?-Kimi había adquirido la capacidad verbal de Sebastian.
- En el sentido de que me acuerdo de todo.-Kimi asintió.
- Ya, bueno, eso era obvio.-Sandra volvió a mirarle.
- ¿Sí?
- Mírate.-la señaló con la mano, de forma dejada.
- ¿Qué tengo que mirar exactamente?-fruncía el ceño.
- Tu actitud conmigo.
- Hombre, no pensarás que te lo devuelva como saludo de buenos días.-no supo por qué dijo eso, pero dio un aire de tranquilidad a la conversación haciendo que Kimi, que se pasaba la mano por la nuca buscando calma, riese sin muchas ganas, pero al menos dejándose ver.
- No, no. Tranquila.-ella negó volviendo la mirada a sus manos, mucho más relajada. Le miraba de reojo, aunque él tenía la mirada perdida en la ventana de enfrente. Se sentía ahora dominada por su resaca, y no por el alcohol como durante la noche. Se mostraba decepcionada ante sus propios pensamientos, y ahora no era capaz de encontrarle tal dramatismo ante lo que había pasado la noche anterior. No al menos tanto como para no dormir.
- ¿Por qué me besaste?-aprovechó su libertad emocional en ese momento para interrogarle. Kimi le devolvía la mirada, ignorando la vista del mar. Se encogió de hombros.
- Supongo que quería hacerlo.
- Supones.
- Estaba borracho. –ella le miró atónita. Kimi tampoco supo muy bien qué rumbo quería darle a todo aquello, y se dejó llevar.
- ¿Perdón? –él la miró fingiendo sorprenderse.- ¿Qué más da eso? Yo también lo estaba y—
- Y me besaste.-volvió a indignarse.
- ¡Tú me besaste a mí!
- Y tú me seguiste.
- ¡Claro que te seguí! ¡Estaba borracha!-ya no sentía nada que la impidiese no mirarle fijamente.
- Pero has dicho que no lo suficiente.
- ¡No lo suficiente como para no acordarme! ¡¿Se puede saber qué te pasa!? ¡Tú me besaste a mí! ¡Y perdona que te diga, pero no estabas tan borracho!
- ¿Tú qué sabes si estaba tan borracho?-actuaba a la defensiva, y sabía que no iba por el buen camino al ver que ella cada vez se enfadaba más.- Oye ¿qué narices quieres que te diga? Fue un beso, ya está.
- ¡Claro que ya está! ¡¿Qué esperabas!? ¡¿Que viniese llorándote y suplicándote otro!?-se levantó furiosa, y Kimi se echó aún más atrás al verla de frente a punto de lanzarse a matarle.
- Lo prefiero a que me mates, pero no, no. Tranquila.-el comentario bromista de Kimi terminó de sacar de sus casillas a Sandra, que cogía aire prometiéndose no darle un puñetazo.
Salió de allí y se metió en el cuarto, y se sentó sobre la cama de Yaiza aún indignada mientras daba vueltas a la conversación. Ni siquiera sabía el sentido de su enfado, al menos no el origen del mismo. No le gustaba que Kimi volviese a recurrir a su tono humorístico para no afrontar los problemas, y sentía que sólo ella había puesto de su parte. Pero por otro lado, se había llevado el alivio de saber que el hecho de que Kimi la besase no fue nada. Se extrañaba por no alegarse y sentirse más tranquila al saber que fue algo circunstancial. Negaba todo el rato, intentando darse un motivo para seguir así de enfadada, y lo encontraba en la actitud de Kimi.
Justo arriba, en la sala de controles, Yaiza hablaba a Sebastian sobre algo que el chico no había llegado a prestar atención. Ella lo sabía, y hacía rato que decía cosas sin sentido sólo para verle asentir a las cosas más absurdas que se le ocurrían.
- ¿Entonces estás de acuerdo?-Sebastian asintió como hacía cada rato, y ella rió. Chasqueó los dedos delante suya, y él apartó su mano mirándola inquieto.
- ¿Qué haces?
- ¿Qué haces tú?-rió de nuevo.- Te acabo de decir que si te parece bien que vayamos al centro a quemar algunas casas y me has dicho que estás de acuerdo.-Sebastian no entendía nada, y sintió que sus mejillas ardían de vergüenza. Yaiza reía.- ¿Qué te pasa?
- N-nada. Perdón, en serio. No te escuchaba.-reconoció. Ella asintió.
- Eso ya lo sé. Llevo un rato hablando y tú llevas un rato ignorándome...-la chica bajó su mirada, habiendo sustituido su risa por una lástima que la hizo pensar que le aburría. Sebastian se puso nervioso.
- ¡No, no! No pretendía ignorarte, es que... Apenas he dormido hoy.-buscaba una excusa al haber estado todo el rato pensando en Kimi y Sandra y en lo que estarían diciéndose el uno al otro.
- ¿Por qué? ¿Estás bien?
- Sí, sí, pero supongo que no debí beber tanto.
- Tampoco bebiste mucho... Te quedaste dormido antes.-rió, y él sonrió con timidez.
- Luego me desperté y estabas tú dormida. Y tú ni siquiera bebiste.
- Pero lo mío fue por vuestra culpa...tú dormido, y Sandra y Kimi fuera, pues no me quedó otra.-Sebastian volvió a asentir sin haber escuchado el final de la frase, pues el oír el nombre de los otros dos le hizo ponerse nervioso. Miraba a la puerta, esperando a que alguno de los dos viniese y pudiese así saber qué había pasado, pero el tiempo pasaba y allí no aparecía nadie. Yaiza dejó de hablar al ver que el chico volvía a ignorarla, y Sebastian ni siquiera prestó atención a que ella no hablaba. Se dejó caer en un sofá que había justo frente al panel de botones, y Yaiza se quedó de pie mirando las teclas, intentando averiguar qué había hecho esa vez para que el chico no quisiese escucharla.
Ella fue a girarse a Sebastian, para preguntarle de nuevo si estaba bien, pero el móvil del chico comenzó a sonar y este se puso a hablar en alemán con la persona del otro lado. Yaiza le miraba, y su gesto y su impaciencia controlada le demostraban que tenía intenciones de hablar con él, pero Sebastian se disculpaba de ella saliendo por la puerta para hablar en soledad. Yaiza frunció el ceño, atónita, y se dejó caer en el mismo sofá en el que había estado él sin entender nada.
Le daba vueltas a todo y volvía a pensar que era una locura. Había empezado esa semana que ya acababa asustada por si Sebastian se enteraba de lo sucedido con Lewis, y después de enterarse y de alejarse de ella, el chico volvía al barco sólo a recordarla que se había cansado de esperar. Y después de eso, Sebastian volvería para decidir olvidarlo todo, para ahora ni siquiera escucharla hablar.
Buscaba el acontecimiento entre medias que la impidiese entender la actitud del alemán, y pese a que habían pasado una larga temporada sin dirigirse la palabra, sentía que siempre se había comportado así. Recordó su llegada a Melbourne, y el claro entusiasmo mostrado por él al verla, y la rápida forma de olvidarse de ella los días de después hasta que peligró su estancia en la Fórmula 1. Miró por la ventana, y allí seguía Sebastian, apoyado en la barandilla del yate hablando por teléfono y riendo ante lo que le decían desde el otro lado. Volvió la mirada al panel de control del barco, y se sintió disgustada por no saber cómo hacer que el yate girase bruscamente haciendo que el móvil de Sebastian cayese al agua.
- Era mi hermano.-entraba de nuevo a la sala mientras Yaiza le miraba con desprecio e intriga. Él se sentó a su lado.- ¿Qué pasa?
- Nada.-no le dio mucho tiempo a preocuparse.- ¿Qué tal tu hermano?-no le interesaba, pero quería dejar de pensar en que Sebastian tenía una actitud bipolar con ella.
- Bien.-Yaiza le mostró una sonrisa irónica, y volvió a mirar a un lado para ignorarle.- ¿Qué pasa?
- Ya te he dicho que nada.-Sebastian arqueó las cejas y se echó hacia delante para buscar su rostro.
- ¿Por qué me mientes?-no entendía nada. Sintió la voz del chico demasiado pegada a la suya, y le miró de reojo, aún ignorándole con los brazos cruzados.
- ¿Y tú? ¿Por qué me mientes a mí?-se encaró a él, y Sebastian se echó hacia detrás asustado por la pregunta.
- ¿Yo? ¿Qué?-no sabía a qué hacía referencia, más que nada porque ni siquiera había hablado con ella durante esa mañana como para poder mentirla.
- ¡Que por qué me mientes! Llevas toda la mañana ignorándome.-sabía que actuaba como una niña, pero le molestaba en demasía que Sebastian no la hubiese siquiera prestado atención en toda la mañana y que este saliese corriendo con su teléfono dejándola sola.
- ¿Q-qué? Oye—
- No oigo nada.-se levantó, molesta por la actitud de Sebastian, y este la vio salir disparada por la puerta sin poder impedirlo. Se quedó ojiplático mirando la salida, y movía las manos en el aire en señal de duda preguntándose qué había pasado. No le dio tiempo a comerse mucho la cabeza, pues Kimi entraba por la puerta mirando sus pasos.
- ¿Qué le has hecho?-Sebastian seguía encogiéndose de hombros y moviendo las manos.
- No lo sé.
- Pues iba hecha una furia.
- ¡Pero si no he hecho nada!-se exculpaba, y Kimi se asustó.
- Vale, vale, a mí no me muerdas.-se sentó a su lado.- ¿Qué le has dicho?
- ¡Nada! Si ni siquiera he hablado con ella casi.
- ¿Lleváis aquí dos horas callados?-Sebastian negó, avergonzado de nuevo.
- Ella hablaba, yo pensaba en otras cosas.-Kimi negó.
- Y pretendes que no se enfade, pareces idiota. No sabes que a una mujer hay que escucharla hasta cuando habla de ropa o qué.
- Estaba más ocupado pensando en cómo enterrarte si Sandra te mataba.
- Qué honor, ocupo tus pensamientos.-bromeó, pero Sebastian se giró de frente a él.
- Qué te ha dicho, venga.-le animaba a hablar.
- Nada.
- Kimi.-le reprochó.
- Nada, que estaba borracha, pero que se acuerda de que nos besamos. Nada más.
- ¿Crees que soy tonto?
- ¿Le puedo preguntar a Yai la respuesta?
- No, que te dirá que sí.-volvió a mirar a la puerta, como si esperase una repetición de la escapada de la chica.- ¿Qué le has dicho tú?
- Que yo también estaba borracho, que sólo fue un beso, y ya.
- ¿Por qué la mientes?-Kimi le miró con odio.
- ¿Mentir? ¿Dónde?
- No fue sólo un beso, ya sabes que—
- Ah sí, que tú piensas que yo...-hizo gestos con las manos que en realidad no representaban nada.- No es mi problema lo que tú pienses.
- En realidad sí lo es. Porque lo que pienso es verdad, y tú la has besado porque es verdad.
- La he besado porque estaba borracho y me apetecía. Da gracias que no hubiese sido Yai, te habrías llevado un disgusto.
- Tú no quieres besar a Yai, y ella no te quiere besar a ti. Sin embargo tú querías besar a Sandra y Sandra te quería besar a ti.
- ¿Por qué no llamas a Geroge Lucas? Podéis hacer una película juntos.
- Oh, venga, por qué no lo asumes.
- Porque no asumo mentiras, Seb.-era difícil saber quién de los dos parecía más irritado, si uno por las presunciones del otro, o el otro por las negaciones de uno.
- Está bien, pues haz lo que quieras.-Sebastian se fue hacia la puerta, repitiendo en sus carnes la escena que había hecho antes Yaiza.
- ¿Dónde vas?
- A buscar a Yai, que bastante tenemos con tenerte a ti de tonto, no quiero ser yo otro más.-Kimi le burló mientras cerraba la puerta, y se fue rumbo al interior del barco. Allí estaba Yaiza sentada en el sofá de siempre, mirando el móvil como si tuviese algo interesante en él.- ¿Qué haces?-fingió que no pasaba nada, y se sentó a su lado, pero ella le miró con desprecio y se desplazó hacia un lado, ignorando que él había puesto el brazo encima del respaldo para acogerla.- Eh...-le reprochó con lamento.
- Qué.-se cruzó de brazos y le miró con furia.
- No sé qué te pasa, y me intriga...-bajó el brazo del respaldo.
- Ya te lo he dicho.
- Pero no te he mentido, no sé por qué—
- Me has dicho que no te pasaba nada, y sin embargo has seguido ignorándome. Luego te llaman por teléfono y sales corriendo. Por el teléfono sí que escuchas. ¿No?
- Era mi hermano...-se exculpaba.- No iba a colgarle.
- Cierto ¿Para qué colgarle? Estábamos teniendo una conversación superinteresante.-seguía cruzada de brazos, y volvía a girar la cara para no mirarle. Sebastian se sintió mal al sonreír, pero el enfado de Yaiza carecía tanto de fuerza que le pareció que duraría poco. Se acercó a ella y pretendió abrazarla por la cintura, pero ella se intentaba resistir.- No me toques.-Sebastian volvió a reír mientras rodeaba su cintura y apoyaba su barbilla en su hombro, y ella giró la cara hacia él con rabia, indignada por su actuación.- ¿Te divierte?-él intentó aguantar la risa y ella volvió a negarle la mirada. Entonces Sebastian tiró de ella hacia atrás para que se apoyase con él en el sofá. Y ni siquiera intentó evitarlo. Se colocó con él, pero siguió cruzada de brazos sin mirarle.
- No te enfades, va.
- ¿Cómo no me voy a enfadar?-se separó de él para mirarle de frente, y él se asustó por el repentino movimiento.- ¡Me estás volviendo loca!
- ¿Sí?-sonrió, y ella le dio un golpe en el pecho.- ¡Eh!-protestó.
- ¡Por qué no te lo tomas en serio!
- ¿El qué? Ahora me voy a volver loco yo.-la volvía a ver seria de verdad, y no cuadraba con la actitud que había mostrado segundos atrás.
- Primero te enfadas conmigo, luego vuelves para decirme que estás enfadado, luego vuelves para decirme que ya no lo estás porque no quieres estarlo, y ahora me ignoras para luego venir otra vez detrás.
- ¿Todo eso hago?-volvió a darle otro manotazo en el pecho.- ¡Vale, vale! Lo siento.-se masajeaba la zona dolorida.
- Ni siquiera he asumido que hayas vuelto y ya estás ignorándome de nuevo...-ahora la vio más entristecida que enfadada, y se sintió peor que al oírla gritar.
- No te ignoro, Yai... Si lo dices por lo de antes—
- Claro que es por lo de antes. Te he estado hablando más de una hora y tú ni siquiera me has prestado atención.
- Es que una hora es mucho—¡Vale vale!-se protegió al ver que ella iba a darle de nuevo.- No me pegues más. No hago más bromas.
- ¿Ves? Es que no le das importancia.
- ¡Es que no la tiene!-se echó hacia delante con ella, y la cogió de las manos.- De esto se trata lo que te dije, lo de dejarlo todo atrás. No le des más vueltas a lo de que me fui o volví o lo que sea.
- Qué más da si lo dejo o no, me ignoras.-volvió a ese enfado poco profundo. Sebastian sonrió.
- Perdón, no lo volveré a hacer.
- Tenlo claro, no volveré a hablarte más así. Para eso hablo sola.-Sebastian se rió y pretendió que ella hiciese lo mismo, pero la puerta del cuarto de las chicas se abrió y de allí salió Sandra. Yaiza se separó de Sebastian, como si no quisiesen que la descubriesen con él. El chico miraba a Sandra, que a la vez le miraba a él.- ¿Qué hacías escondida?-Yaiza sonreía, pero Sandra miraba a Sebastian.
- ¿Todo bien?-el alemán le preguntó con unas segundas que ella no tuvo complicación en entender.
- Sí, sí.-Sebastian asintió, y la chica salió de la sala subiendo las escaleras a la cubierta. Yaiza le observaba atónita.
- ¿Qué narices pasa?-Sebastian la miró actuando, fingiendo que no pasaba nada.
- ¿Qué? ¿De qué?-miró a los lados.
- Seb. No me mientas más.
- ¡Que no te he mentido! ¿Por qué dices que te miento?-rió, y Yaiza se cansó de esa conversación. Cogió su móvil negando y se dejó caer hacia el sofá y Sebastian, que se había apoyado en la mesa para hablar con ella, la miraba riendo, aunque su risa se fue apagando poco a poco mientras fingía seriedad. Se dejó caer también hacia atrás, y se apoyó a ella para mirar su móvil.- ¿Qué miras?-preguntó intrigado, y la chica le miró de reojo mientras giraba el móvil. Sebastian intentaba aguantarse la risa, y ahora ella le imitaba al ver lo absurdo de todo lo que acababa de pasarles. Negó varias veces y él rió para zanjar el tema por entonces mientras la chica ponía de nuevo el móvil de cara a los dos.
Sandra había subido para despejarse, y en el fondo agradecía saber que Yaiza no estaba al corriente de nada, pues no soportaría aguantar a su amiga si esta supiese que se había besado con Kimi. Fue a la proa, y aguantó poco allí pues el incontrolable viento del día pegaba más en esa zona que en cualquier otra. Volvió a trasladarse, esta vez a la popa, y se dejó caer en una hamaca a disfrutar del calor sin que el viento la entorpeciese el disfrute.
Estaba mucho más tranquila que antes, y la resaca parecía haberla dado un descanso después del mal rato tras hablar con Kimi. Sentía que necesitaba hablar con alguien, pero no iba a contarle nada a Yaiza, y no sabía si era buena idea hablar con Sebastian, pues como bien habían dejado claro, su relación era más intermitente que otra cosa. Decidió hablar consigo misma, debatir si de verdad había estado una noche entera sin dormir por besarse con Kimi, como ella pensaba. Se dejó llevar por la Sandra que había hablado con el finlandés, y asumió esa actitud era la correcta. La de no darle importancia, la de asumir que sólo fue un beso y que esas cosas pasan cuando bebes. También asumió que no quería beber nunca más, por miedo a repetir aquello.
- ¿Pretendes tomar el sol? Porque hoy no hace mucho.-se sobresaltó al oír la voz de Kimi, que paseaba ahora por la proa buscando algo.- ¿Has visto mis gafas de sol?
- ¿Qué? No.-habló malhumorada, dolida al ver que Kimi se dirigía a ella sin apenas inmutarse.
- ¿Sigues queriendo matarme?-desistió en su búsqueda.
- Nunca he dejado de hacerlo. Desde el primer día.-Kimi rió, y Sandra negó. Ambos sintieron que habían vuelto a sus orígenes.- Veo que te da igual todo.
- Son sólo unas gafas, no voy a morirme.-se dejó caer en la hamaca de al lado.
- No hablaba de tus gafas.
- Ya lo sé.
- Pensaba que no te gustaban las bromas cuando adquirías un tipo de confianza con la gente.
- ¿De verdad vas a volver con lo de la confianza?
- ¿Por qué actúas como si no hubiese pasado nada?-se sentó sobre el borde de la tumbona para quedar frente a él.
- Porque no ha pasado nada, Sandra.-la chica sintió un golpe en el pecho, y no supo ponerle nombre a eso. Volvía a pasarle lo que hacía unos minutos. Se sentía aliviada por saber que no fue más que un beso, pero otra parte de su cuerpo la decía que eso era una mala noticia.- En serio, nos hemos besado, ya está. La gente le da demasiada importancia a los besos.-se tumbó sobre la hamaca, y Sandra siguió sentada, mirándole.- De hecho mira a Yai y Seb, esos ni siquiera se besan porque son gilipollas.-ella negó, no queriendo reír a una de sus bromas tan pronto.- No voy a dejar que eso me quite el sueño.
A Sandra le pareció una frase irónica, y agradeció no haberle dicho a Kimi que se había tirado toda la noche en vela por ese beso al que él quitaba importancia. Se terminó tumbando sobre la hamaca, y se ignoraron durante toda la mañana para disfrutar juntos de la paz que reinaba por allí.
Le dio vueltas a lo que le había dicho Kimi, y su lógica le daba la razón al pensar en lo que pasó. Con la mente fría y a punto de llegar la hora de comer, no entendía cómo se su cabeza le seguía dando tantas vueltas a aquello. Habían estado mirando las vistas de Mallorca tumbados en un coche días atrás, y eso podía parecer tan descabellado como besarse estando borrachos, o eso le gustaba pensar. Y sin embargo sólo se comía la cabeza por aquello. Ni siquiera la excusa del alcohol parecía quererla hacerse olvidar de ello, y aunque cada vez tenía más claro que era una tontería, a la vez tenía más claro que no lo era.
Yaiza apareció al rato por el lado para debatir sobre qué comer, y Kimi ofreció a los chicos repetir el restaurante de su amigo al que fueron en los primeros días. Puesto que ninguno tenía una idea mejor, aceptaron ir sin problema. Las chicas se ducharon mientras ellos hacían tiempo, pues tardaron la mitad de tiempo que ellas en salir del baño. Kimi dejó al chaval de siempre a cargo del yate, y los cuatro fueron al restaurante del amigo de Kimi al que las chicas entraron sin mucha emoción.
Se sentaron y comieron, y pese a que los chicos parecían hablar con normalidad y sin nada que les comiese la cabeza, Sandra y Yaiza aguardaban en silencio sin siquiera mirarse entre ellas. Una dándole vueltas a lo sucedido por la noche con Kimi, y la otra pensando en que la actitud del otro chico seguía siendo bastante extraña. El amigo del finlandés llegó, y les volvió a dar la misma charla que el otro día a la que sólo reía Kimi, pues ya ni Sebastian le veía la gracia. Cenaron otra recomendación del local, y eso fue lo único que aprobaron los tres acompañantes de Kimi de aquel sitio, pues la comida estaba deliciosa. Terminaron y el hombre volvió a traerle el mismo recuerdo en la bandejita.
- Los ha cambiado.-comentó Sebastian, mirando el envoltorio.
- ¿Dedica parte de sus ganancias a ello o qué?-Sandra acompañaba a Sebastian en la inspección del material.
- Algún día le preguntaré.-Kimi asentía asumiendo su parte de intriga, y volvió a repartirlos, esta vez tirándoselos todos a Yaiza.- Toma, que ahora los tendréis que usar.-Los tres se quedaron de piedra ante el comentario, y Sebastian se puso tan colorado como ella mientras le miraban jurándole una muerte lenta y dolorosa a la vez que Sandra negaba ante el comportamiento del finlandés.
- Ya te dije que uso la píldora.-se la quiso devolver haciendo como que no le importaba, aunque sus mejillas seguían sonrosadas. Kimi reía.
- ¿Y qué? Las enfermedades se pasan igual, no me vale eso que decías el otro día.-Sandra le miró con asco, y Sebastian le pidió explicaciones sin hablar, sólo posando sus manos bocarriba sobre el aire tan sorprendido como las chicas por aquello.
- Entonces espero que uses condón con todas las chicas a las que te tiras, porque ya sabes que las putas no tienen tanto cuidado como gente como yo.-Sandra rió y Sebastian se mostró orgulloso de la chica y su respuesta.
Kimi asumió que había perdido esa batalla, pero lo asumió con risas y aceptando el buen juego de su amiga, que acabó tan orgullosa de sí misma como Sebastian. Tras la comida dieron vueltas por Mallorca, y todo siguió igual que en la comida. Sebastian hablaba y Kimi le seguía, y mientras tanto Sandra y Yaiza iban a sus lados observando mientras le daban vueltas a la cabeza una y otra vez a lo mismo.
Cenaron en un restaurante diferente y más alejado de todo, y disfrutaron de una velada más calmada mientras el silencio les acompañaba durante toda la cena. El finlandés fue el encargado de ofrecerles a todos ir a algún sitio a pasar la noche tras aquello, y acabaron yendo a un local bastante escondido en el que Kimi también tenía un amigo. "Espero que este no dé condones..." fue el primer comentario que Sandra le hizo a su amiga en todo el día, y ninguna pareció darle importancia al hecho de que fuese el primero.
Esperaron en la puerta con Sebastian a que Kimi regresarse, y cuando lo hizo le siguieron a un reservado en el que había demasiada gente para ser exclusivo. Ninguno le puso muchas pegas y se sentaron en los sofás a tomar una copa. Hubo un momento incómodo cuando Yaiza les avisó de que no bebiesen demasiado, amenazándoles con no hacerse cargo de ellos si así lo hacían, y Sebastian decidió mirar a Sandra y Kimi, que escondían la mirada, para ver si ellos habían pensado lo mismo que él.
La música cada vez estaba más alta, y la selección de la noche entusiasmaba a las chicas, que parecían haberse olvidado ambas de los problemas que las habían perseguido todo el día una vez las ganas de bailar aparecieron por su cuerpo. Sandra intentó tirar de su amiga, que insistía, pese a las ganas, en querer quedarse sentada.
- ¡Ey! ¿Bailas?-ambas, que estaban de pie forcejeando, se quedaron de piedra al ver a un chico alto y rubio justo a su lado que por su idioma y presencia tenía que ser norteamericano. Miraba a Sandra, con una sonrisa de oreja a oreja, y Yaiza se soltaba de su amiga mientras la daba un pequeño empujón.
- ¡Claro que baila!-Sandra ni siquiera se molestó, pues fue asintiendo hacia ese hombre recién salido de una revista de moda masculina. Él la cogió de la mano y tiró de ella a la pista mientras Sandra miraba a Yaiza asombrada, recibiendo el mismo gesto de su amiga.
Yaiza rió mientras Sandra empezaba a bailar con el chico, disfrutando de la escena, y mientras tanto Sebastian miraba de reojo a un Kimi que se había quedado a cuadros al ver aquello. Intentaba mostrarse sereno, pero tenía una ceja más alzada que la otra y observaba de forma detallada a aquel chico bailando pegado a Sandra una canción que nadie conocía pero que animaba a no separar los cuerpos.
Sebastian intentaba buscar una forma de despistarle, pero entonces Yaiza se puso en pie asumiendo que a ella nadie la iba a invitar a bailar y se fue corriendo a la pista, dejando con la misma cara de asombro al alemán, que ni siquiera había pensado en ofrecerle bailar.
Cada uno estaba en un sofá diferente, y Sebastian decidió irse a sentarse con su amigo para tener la pista frente a ellos. Miraban con el mismo gesto de incertidumbre como las chicas empezaban a bailar , de The Black Keys de forma diferente a la par que parecida. Sandra lo hacía con ese chico sacado de pasarela, y pese a que él mostraba claras intenciones de ir a más con ella, Sandra no parecía querer salirse de su baile. Yaiza bailaba sola, pero Sebastian sentía que todos la miraban.
Bailaban finalmente despreocupadas después de un largo día de remordimientos, disfrutando de la música, y se movían al ritmo de la canción que las animaba a hacerlo con una sonrisa sin darle importancia a nada más. Sandra disfrutaba de ese chico tan perfecto se muriéndose por sus huesos, y seguía bailando con él pese a sus constantes insistencias en acercarse aún más.
Cada vez que aquel rubio de metro noventa intentaba ir más allá con Sandra, Kimi apretaba sus dedos sobre la palma de su mano, y Sebastian le miraba esperando tener que sujetarle si este se levantaba a pegarle.
- ¿Estás bien?-decidió entablar conversación para que el chico intentase dejar de mirar, pero era imposible.
- Sí.-le pegó un trago a su copa, y Sebastian se la quitó para ponerla en la mesa.- ¿Qué haces?
- A ver, no estás bien.
- ¿Por quién me tomas?
- Por un ser humano.-le ignoraba en todo momento, y aprovechó que había captado su atención.- Oye, no puedes estar fingiendo que no pasa nada y mientras morirte de celos aquí sentado.
- ¿Qué?-lo dijo con desprecio.- ¿Celos? ¿Cuándo vas a dejar tus historias en paz?
- Estás matando al chico ese con la mirada.
- Y tú deberías hacerlo. La está acosando.-Sebastian rió con ironía.
- Kimi, por favor. Están bailando.
- Mírale.-le señalaba, y Sebastian observaba fingiendo atención.
- Cierto, la veo acosadísima.-Sandra bailaba pegada a él por la cintura, cogiéndole la mano que tenía apoyada en su abdomen. La chica llevaba unos shorts vaqueros y un top ligero negro que estaba arrugado bajo su pecho debido a la mano de su acompañante.
- Tú qué vas a saber.
- Hombre, no tengo un máster en acoso.-Kimi no se inmutó con su gracieta, y siguió mirando como ahora Sandra se movía completamente pegada a ese chico, alejándole de ella de vez en cuando sin mucho esfuerzo para bailar más en solitario.- Kimi.-el finlandés volvió a mirar a su amigo.- En serio, se te nota que—
- Oye, me importa una mierda lo que pienses.-Sebastian no buscó seguir hablando.- En serio, no eres el más indicado para saber si una persona siente algo por otra, porque te recuerdo que Yai te la ha metido doblada unas cuantas veces sin que te dieses cuenta.-Sabía que había hablado más de la cuenta, y que se había arrepentido de ello nada más empezar, pero no iba a pedirle perdón a Sebastian porque sería quedar en evidencia, y en ese momento estaba más preocupado por ver a Sandra bailar al ritmo de de Kings of Leon con aquel chico. Sebastian seguía mirándole, abatido por la ofensa de su amigo, y asumiendo que todo eso se lo decía porque llevaba razón y miraba a Sandra lleno de celos. No quiso seguir intentando ayudarle, y se levantó pasando por delante para ir a buscar a Yaiza, que se había puesto a bailar con Sandra y el chico la canción de Kings of Leon mientras el muchacho se paseaba de forma bastante decidida entre sus cuerpos.
- Vámonos.-Sebastian hablaba en voz alta a Yaiza, que se despegaba de los cuerpos de Sandra y el chaval con cara de desprecio.
- ¿Qué?
- Que nos vamos.
- ¿Por qué?
- Porque si me quedo más rato voy a matar a Kimi, venga.-la cogió de la mano, y ella a Sandra, que cada vez estaba más cerca de ese chico.
- ¡Eh!-protestó, y Yaiza intentó explicarle con la mirada que no era cosa suya. Llegaron al pasillo que les llevaba del reservado a la zona común, y estaba completamente vacío.- ¿Qué os pasa?- Sandra reprochaba soltándose de Yaiza, que hacía lo mismo de Sebastian.
- Nada, vámonos.-él no quería explicar más de la cuenta, por el bien de la que iba más atrás.
- ¿Por qué no te vas tú y dejas de interrumpir a la gente?-Sandra seguía reprochando, pese a los intentos del alemán por no sacar a relucir nada del pasado, y Sebastian dejó la boca entreabierta asumiendo de esa frase muchas más cosas que le ayudaban en su idea de que aquello había sido más que un beso. Sandra se dio cuenta y decidió hacer como si nada mientras Yaiza no se enteraba de nada.
- ¡Ey!-aparecía por la puerta el rubio que había bailado con Sandra, y se acercaba a ella queriéndola coger de la cintura.- ¿A dónde ibais?
- Nos vamos ya.-Sandra no tenía ganas de más juerga, y se retiraba del chico sin darle importancia, pero él la retenía.
- Venga, no me dejes así mujer.-Sandra puso cara de asco, igual que Yaiza.
- Te hemos dicho que nos vamos, así que déjala en paz.-intervino Yaiza, separando a Sandra del chico, impidiendo que se atreviese a tocar a su amiga.
- No hablo contigo.-lo dijo con desprecio, volviendo de nuevo a Sandra, pero apenas pudo acercarse porque las manos de Sebastian le empujaban hacia atrás.
- Eh.-el chico miró al alemán, mucho más bajito que él y aparentemente con menos fuerza pero con mucha más rabia acumulada.- Tira.-le señaló con la mirada la puerta por la que había venido.
- ¿Perdón?-se encaró a él, y Yaiza pretendía volver a ponerse en medio mientras Sandra miraba atónita y nerviosa lo que pasaba. El chico volvió a apartar a Yaiza a un lado y Sebastian volvió a empujarle.
- No las toques.
- ¿Me lo dices tú?
- Te lo digo yo, y créeme no querrás que lo repita.-En ningún momento pareció que aquel chico supiese con quién estaba enfrentado, y volvía a recuperar la distancia que había recibido sin pedir al ser empujado.
- ¿No te han enseñado a ser educado y no interrumpir a la gente?
- No eres el más indicado para hablar de educación.-Yaiza volvía a intervenir, ignorando su miedo, ofendida por cómo habían tratado a su amiga y por cómo ahora se dirigían a su chico. Se acercó poniéndose al lado de Sebastian, que la miraba intentando decirla que se quitase de allí.
- Pero que cierres la boca, niña—
- ¡Eh!-Sebastian volvió a gritarle y le empujó mucho más fuerte.- Que ni se te ocurra mirarlas.-Yaiza agarraba a Sebastian del brazo.
- ¡Que te relajes, imb—fue a encararse de nuevo, pero recibió otro empujón por la espalda que le hizo acabar de boca contra el suelo. Sebastian retiró a Yaiza hacia atrás, protegiéndola en su espalda, mientras cogía a Sandra de la mano para hacer lo mismo mientras los tres miraban a Kimi encararse al chico desde la altura. El muchacho intentó girarse pero Kimi le empujó de nuevo hacia el suelo con el pie.
- Aquí el que se va a relajar vas a ser tú.-le amenazaba, y el chico se ponía finalmente en pie quedando de nuevo a una altura mayor pero claramente en desproporción con la furia de Kimi. Sebastian se alejaba a malas de las chicas, a las que no quería dejar allí para intentar que Kimi se alejase del chico.
- Qué coño os pensáis, pringaos –aquel rubio de metro noventa parecía no entender que le querían fuera de allí, y seguía enfrentándose a ellos con superioridad. Y Yaiza se sentía inútil mirando cómo su amiga se quería ir de allí corriendo, y volvía a meterse entre medias sólo por no aguantar más a aquel impresentable.
- ¿Qué coño no entiendes? Te hemos dicho que te—
- ¡Que te calles ya!-volvió a recibir otro empujón de Sebastian, que le volvió a devolver al suelo, aunque se levantó de un impulso rápido para encararse al alemán mientras Yaiza volvía atrás con Sandra. El enfrentamiento no duró mucho, porque Kimi se puso delante de su amigo para volver a retrasar al chico hacia el suelo esta vez con un puño sobre su boca. Las quejas del muchacho dejaban claro alguna parte de su boca estaba rota, y ninguno de los tres pareció juzgar a Kimi por aquello.
- Ahora vuelves a hablar.-Kimi le amenazaba, y Sebastian le paraba con la mano para no seguir con aquello.
- Mejor nos vamos.-le dijo a su amigo, que no le escuchaba.- Kimi, vámonos.-el finlandés comenzó a andar sin mirar a nadie, y Sebastian miró a las chicas haciéndoles un gesto para andar, y si bien Sandra fue corriendo al alemán, aún asustada por todo mientras él la rodeaba con un brazo, Yaiza se quedaba al lado del chico, que seguía agonizando por su dolor de boca y la sangre que le caía por ella. Disfrutaba de la imagen y sólo se alejó de él cuando Sebastian la llamó para que no hiciese nada, preocupado por si el lisiado pensaba ponerse en pie frente a ella. Salieron del local y Sebastian se separó de Sandra, que iba ahora con Yaiza, para parar a Kimi.- No has debido hacer eso.
- Con empujones no se dan escarmientos—
- Ya pero no creo que debamos ir dando siquiera empujones, Kimi.
- No me vengas con esas. Si alguien me toca los huevos le voy a partir la cara. Y ah –se giró a él- ¿Decías algo del chico antes? Nada de acoso.-Sebastian no quiso responderle, y dejó que Kimi siguiese andando con orgullo.
Le seguían a él, en silencio. Sandra ya estaba más calmada, y miraba de lejos a un Kimi que ni siquiera se paraba a esperarles. Yaiza iba agarrada a ella por el brazo, mirándola preocupada intentando animarla con frases susurradas que su amiga agradecía con alguna sonrisa mientras se aferraba a ella. A su lado iba Sebastian, que las miraba más preocupado por las chicas que por su amigo, al cual daba por perdido unos metros más adelante.
Llegaron al barco, y Kimi se fue a la zona de mandos para alejar el yate de allí. Sebastian fue con él, pero no hablaron en ningún momento. Era como si el alemán sólo quisiese comprobar que estaba bien y no estallaba rompiendo cosas, y el finlandés se mantuvo sereno moviendo el barco, aunque le costó más de lo normal debido al viento que hacía de nuevo. Cuando acabó con todo volvió a salir de la sala seguido de Sebastian, que iba detrás como un perrito faldero, y llegaron a la proa y ambos compartieron la misma sensación de incomodidad al no entender qué hacían las chicas tumbadas en una especie de colchoneta, acurrucadas mientras reían.
- ¿Qué hacéis?-Sebastian preguntó. Yaiza miró desde la misma posición hacia atrás, dejando caer su cabeza por el borde de la colchoneta.
- Ya que nos hemos quedado sin fiesta...
- ¿Esto es una fiesta?
- Más relajada.-Sandra quitó el móvil a Yaiza y subió la música mientras Sebastian se sentaba en una hamaca dejando que una sonrisa le invadiese. Kimi seguía de pie atónito. Decidió ir a acompañar a Sebastian al rato, tras comprobar que las chicas iban muy en serio en eso de estar allí tumbadas mirando al cielo mientras escuchaban y canturreaban la música de su móvil. Kimi se mantenía serio, y era como si le molestase ver a Sandra tan feliz después de todo. Se sintió el culpable de no verla triste, y a la vez se sintió egoísta por ese propio pensamiento. Miró a Sebastian, queriendo hablar para no pensar, pero recordó que tampoco había acabado bien con él pese al momento en el que pararon los pies al chico aquel. Guardó silencio mientras se centraba en mirar a su amigo, que sonreía atónito al ver a las chicas tan bien.
- ¡Ay!-Yaiza levantaba la mano pidiendo silencio, y Sandra se callaba siguiéndola el juego.- ¡Ay, ay!-se intentaba poner en pie.
- ¿Qué pasa?-Sebastian preguntaba intrigado.
- ¡Amo esta canción!-le mandaba callar a él también, y subió el volumen lo más que pudo para dejar que de The Killers sonase. Yaiza empezó a canturrear la canción poniéndole dramatismo a sus movimientos de brazos, y se desplazaba alrededor de la colchoneta en la que Sandra estaba de rodillas mientras la seguía cantando. La que estaba sentada en el suelo sonreía y miraba a su amiga con los ojos abiertos como platos, acompañándola con gestos llenos de ilusión. Yaiza seguía cantando, y movía sus manos hacia su pecho, el aire, Sandra y todo lo que le merecía la pena recrear mientras seguía cantando esa canción que tanto le gustaba. Había decidido cantársela a su amiga, y Sandra decidió levantarse para facilitarle el trabajo mientras imitaba su pasión por la canción siguiéndola en cada movimiento. Cual representación teatral del siglo pasado. Cada vez que Brandon Flowers aumentaba su fuerza vocal, ella hacía lo mismo sumergida en la canción haciendo que Sandra la quisiese seguir en todo. Yaiza conseguía evadirse de sus problemas y sus pensamientos, y ni siquiera sabía que Sebastian la miraba completamente hipnotizado, porque ella sólo tenía ojos para cantar con su amiga, que hacía lo mismo olvidándose del incómodo encontronazo en el local y sus problemas con Kimi. Ninguna tenía problemas mientras The Killers sonaba de fondo, y se sentían protegidas sólo porque estaban las dos bailando sin preocupaciones. Y daba igual que sus propios causantes las observasen completamente atónitos, porque ambas sabían que algo pasaba, y sin embargo sólo querían despejarse la una a la otra. Yaiza terminó acompañada de la voz de Sandra en el tramo final de la canción, y subió con ella a la pequeña colchoneta agarrándola de la mano y girando con ella. Acabaron con las espaldas pegadas, gritando al cielo el final de Runaways. Mientras, se volvían a dejar caer sobre la colchoneta, cada una con la cabeza en una dirección, recuperando el aire que habían perdido sin venir a cuento, con una sonrisa que sólo entre ellas se sacaban.