Nathan: Un Mundo Sin Color

By StoriesOfATeenage

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Olivia Clark, una chica de 16 años. Inocente y medio tonta, ignorante de lo perverso. Bonita, lista, graciosa... More

Nota de la autora.
1: Curiosidad.
2: «Ten cuidado, Olivia»
3: Negocios ilegales.
Personajes.
4: El inicio de la crueldad.
5: Oficialmente vendida.
6: Primera desgracia.
7: Hospital
8: ¿Otra faceta?
9: Miedo.
10: De regreso al instituto.
11: Sangre y Lágrimas.
12: Huír.
13: Más problemas.
14: Un poco de ternura
15: Besos.
16: Pasar el día.
Hola!
18:
19: Avanzar.
He vuelto a Wattpad.

17: Cosas Nuevas.

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By StoriesOfATeenage

Pools North, un bonito club que contaba con un área de piscinas.
Aún no me animaba a salir del baño usando este bikini. No me percaté de cómo me iba a quedar. No me queda mal, pero no me gusta mostrar demasiados.
Solté mi cabello, me puse labial rojo, y por último unos lentes de sol negros.
De seguro Nathan está desesperado. Pero claro, como él es hombre, sólo tiene que ponerse un short de baño y ya está. Y como tiene un cuerpo perfecto, no tiene que preocuparse por si hay alguna imperfección.
Al salir del baño, me topé con varios chicos y chicas. Algunos chicos me miraron y dijeron cosas que no logré escuchar.

Nathan estaba tumbado en una silla que parecía muy cómoda, tecleaba en su móvil y, también miraba el trasero gigante de una mujer.

—Ya llegué—le avisé, puse mis manos en sus hombros. Se giró para verme, su mirada recorrió cada parte de mi cuerpo, lo que me intimidó un poco y me cubrí sutilmente.

—Luces muy linda, Olivia—me sonrojé—Me sorprende que no seas de esas modelos que son delgadas y bonitas, luces como ellas.

Mi corazón se encogía, sus cumplidos me gustaban y me daban ganas de darle mil abrazos.

—Gracias—respondí algo tímida y me senté junto a él—trabajé muy duro diariamente por dos años, quería ser capitana del equipo de las animadoras.

—¿Vas a la piscina?

—No todavía, tengo un poco de frío.

Nathan lucía perfecto. Esos lentes oscuros le daban un toque sensual, su rostro era hermoso, su cuerpo perfectamente formado, todo en él era perfecto. No podía parar de observarlo.
Le sonreí. Desbloqueé mi móvil y activé la cámara.

—¿Te tomas una selfie conmigo?—le pregunté temerosa. Tardó varios segundos en responder para finalmente asentir.
Puso un rostro serio y yo sonreí a medias. Listo, él salió perfecto.

No había mucha gente, sólo un grupo de chicos y algunas chicas como de 13 o 14 años. Y una chica como de 20, con un trasero gigante.

Uno de los chicos, no paraba de mirarme, como coqueteandome. Le decía algo a sus amigos y estos también me miraban. Estoy súper incomoda.
Nathan bufó al darse cuenta de la escena. Pasó su brazo alrededor de mis hombros y besó la comisura de mis labios. Podía acostumbrarme a esto todo el día, a sus besos repentinos.

—Vamos por allá—susurró y señaló una zona llena de césped y árboles sin hojas, las cuáles amontonadas en un rincón.

—Vale—respondí. Me tomó de la mano y fuimos hasta esa zona, vacía de personas.
El ambiente era agradable, pero no el clima. No es divertido usar bikini en otoño.
Nathan puso una toalla en el césped para que me sentara, él a mi lado, sin soltar mi mano. Me sonrío y yo le regresé una sonrisa tímida.

—Olvidemos todos los problemas ¿vale?—su voz pausada me relajaba—No estés nerviosa... Se que lo estás.

—Tengo miedo de que alguien nos vea y te lleven a la cárcel—confesé con los ojos cristalizados. Me sentía angustiada.

—Tranquila, Olivia—se acercó más a mí. Se quitó los lentes y yo imité su acción.—olvida todo y concéntrate en lo que sucede ahora—acercamos nuestros rostros hasta unir nuestros labios en un beso.
Puso su mano en mi cintura, sentí un cosquilleo.

Nathan.
Olivia me proporcionaba calma. Ella era simplemente hermosa en todos los sentidos.
Acaricié su pequeña cintura y la besé con más intensidad. Podía percibir su nerviosismo, lo inexperta que era. Pero eso me gustaba.
Atraje su cuerpo más al mío, hasta sentir sus pechos rozando mi pecho desnudo.
Acaricié su espalda baja, su cintura, su cabello, sus mejillas. Quería besarla y besarla.

Con mi lengua, pedí entrada a su boca, ella me lo permitió y gustoso comencé a jugar con su lengua. Me excitaba el rose de nuestras pieles.

—Con ese diminuto traje de baño—susurré—haces que me ponga celoso—apreté su pierna. Ella rió por lo bajo.

—Tu le estabas estudiado el trasero a la tipa esa y yo no te dije nada—reprochó.

—¿Celosa?—deposité un beso casto en sus labios.

—Claro que no—rodó los ojos.
Miré su rostro de cerca, lucía cansada.

—¿Te parece si alquilamos una habitación de aquí y dormimos? —le propuse. Su mirada desgastada es muy obvia, no dormimos mucho anoche.

—¿Tu quieres?—asentí.

En recepción, alquilamos una habitación. El chico que atendía me obsequió condones. Si supiera que en realidad vamos a dormir.

La habitación no era tan grande, pero parecía muy acogedora. Olivia se quitó las sandalias y las dejó en un rincón de la habitación.
Su cuerpo atrapaba mi mirada, quería evitarlo pero no podía, su rostro bonito y natural me hacía querer observarla.

—Ven, descansa—la invité a acostarse a mi lado. Ella caminó rápidamente y se metió en la cama, se cubrió con la sábana y cerró los ojos. Me acomodé a su lado y acaricié su cabello.

—¿Por qué eres así hoy?—se volteó para mirarme a los ojos.

—¿Así cómo?

—Me abrazas, me tratas bien, me besas... Tu no eras así.

En realidad, no tengo una respuesta. La abrazo porque me gusta sentir el contacto de su piel con la mía, la trato bien porque su sonrisa me relaja, y la beso porque se siente diferente. Pero no le responderé eso.

Me acerqué para besar sus labios, tenía que evadir la pregunta de alguna forma. Olivia puso su mano en mi pecho. La besé con más intensidad, con un movimiento rápido la cargué de tal forma, que quedara sentada en mis piernas.
Quería tocar su trasero, pero no sabía cómo llegar. Así que comencé acariciando su espalda baja, luego su cadera, bajé a sus piernas y, lentamente puse mi mano en la tela de su bikini. Se sobresaltó y no pude evitar reírme.

—Eres malo ¿sabes?—dijo en medio del beso. Tiró suavemente de mi labio inferior y se me escapó un gemido leve. Acaricié la zona, apreté su piel y ella parecía disfrutarlo.
Sus manos recorrían mi pecho.
Decidí besar su cuello y clavícula.

—Mmm—gimió despacio.
La temperatura de nuestros cuerpos aumentó, así como la velocidad de los besos y el movimiento de nuestros cuerpos. Estaba excitado y ella también.
No me importa nada, sólo quiero que sea mia, hacerle de todo.
Quité su sostén, dejando sus pechos a mi vista. Sus mejillas estaban rojas.

—No tienes pie qué avergonzarte, eres hermosa—besé sus labios antes de tocar sus pechos y hundir mi rostro en ellos.
Comencé a lamer sus pezones. Ella gemía despacio y cerraba los ojos. Me excitaba verla excitada.

—Me encanta—mordí la piel de sus pechos. Regresé mi mirada a su rostro, sus ojos estaban cerrados, mordía su labio.—¿Qué sucede?—me incorporé.

—No sé que sucede—me miró. Pude percibir que estaba a punto de llorar.

—Escucha, Olivia—junté sus manos con las mías—es tu decisión si quieres seguir, yo no te obligo, si no quieres, tranquila.
—No es que no quiera—dijo entre pocas lágrimas que recién salían.—Cada vez que me tocas, por mi mente se cruzan esas primeras veces que intentaste tocarme y me golpeabas. Y quiero convencerme de que todo está bien pero en realidad tengo miedo.

Me siento como un estúpido ahora mismo. Respiré profundo y pensé muy bien antes de decir o hacer algo.

—¿Qué te asusta?

—Me da miedo que me lastimes, que yo no te guste, que no sea suficiente para ti ahora... ¡No sé qué hacer!, nunca había estado así con alguien, y temo de quedar como una tonta inexperta.

—Basta—dije serio—no eres una tonta inexperta. No te voy a lastimar esta vez, si me gustas y no me importa si no tienes grandes pechos.

—Tu solías tener sexo con Brooke, y yo no soy como ella—su voz era desesperada, me dolía verla así.—No te voy a satisfacer.

—Tranquila, tu sólo deja que yo haga todo y verás que esta vez será diferente.

—No puedo, Nathan, no puedo—se cubrió con la sábana y se apartó de mi agarre.

No puedo obligarla, creo que ya he hecho suficiente daño. Y creo que es muy indebido si continúo con esto. No puedo, es mucho menor que yo. Olivia es muy insegura de sí misma, y es entendible, sus padres no están con ella. Literalmente depende de mí en todos los sentidos.
Tengo que hacerla sentir que la protejo y la cuido, que no le haré daño.
Y bueno, por ahora a controlar mis hormonas, hasta tengo una erección. Ojalá se pase.

—No me gusta que te apartes de esa forma—le extendí mi mano y ella la tomó. Se metió entre mis piernas y recostó su cabeza en mi pecho—No te obligaré a nada.

—Soy una completa tonta—dijo casi para sí misma.

—Claro que no lo eres—besé su frente.—Aquí el tonto soy yo, te exigí mucho.

—¿A qué te refieres?—bostezó.

—Soy más grande que tú, de todas las formas posibles.

—Eso dices ahora, quizá por la noche no me conozcas. No soy tan mala, sé que no te puedo dejar así. Lo que se inicia se debe terminar ¿no?

Debo admitir que estoy sorprendido, no parecen sus palabras.

—No pareces Olivia—puse mi mano en uno de sus pechos. En serio me gustaban mucho.

—¿Qué te parece terminar ahora?—se quitó la sábana. Wow.

Olivia.
De verdad estaba excitada, no podía dejar pasar por alto todo esto. 
Bajé sus pantalones, dejándolo en ropa interior. Su erección era visible. Comencé a besar su pecho, a pasar la lengua por su cuello.

—Mmm, Olivia—acarició mi cintura y luego puso ambas manos en mi trasero. Me gusta que me toque. Le sonreí, parecía sorprendido de mi actitud.

Lo empujé y me acosté encima de él, sintiendo su pene en mi abdomen.

—Quitalo—me dijo haciendo referencia al bóxer. Insegura, puse mis manos en orilla de la prenda, la cual saqué con algo de nerviosismo. Su pene quedó ante mis ojos y.. Y.. Es muy grande, y duro. Ya me empiezo a asustar.

—Tu no mandas en esto—su voz sonó ronca y sensual.
Cambiamos de posición. Él besaba mis pechos y tocaba mi cuerpo, yo acariciaba su cabello.
Nuestras respiraciones eran pesadas. El ambiente entre los dos se volvió una ola de calor. Mi cuerpo experimentaba todo tipo de sensaciones.
Ambos estabamos completamente desnudos, disfrutando el uno del otro, pero nuestros cuerpos pedían más.

—Creo que es hora, cariño—me miró desesperado. Asentí temerosa.

—¿Dolerá?

—Sólo cierra los ojos y piensa en lo mucho que me gustas.—Le gusto. Yo le gusto. Podría explotar de emoción ahora.—Abre las piernas un poco—me indicó,  lo hice. Pude sentir la presión en mi vagina.—Si estás tensionada te dolerá más.

—Me asusta—confesé. Me sonrío y me besó por unos segundos.

—Pon tu boca en mi hombro, y si te duele me muerdes y yo sabré qué hacer ¿vale?—le sonreí.

De nuevo sentí la presión, luego un poco más adentro y comenzó a doler. Clavé mis dientes en su hombro suavemente. Luego lo sentí más adentro y dolió más.

—Para, para, me duele—se me escapó una lagrimilla por los nervios.

—Estoy siendo lo más cuidadoso. Es que eres muy estrecha, cariño—veía su rostro de ansias.

—Mételo de una vez, Nathan—le pedí porque él ya estaba desesperado.

—¿Segura?—asentí.
Fue cuestión de segundos para sentir un fuerte dolor molestoso que me hizo morderlo y enterrarle las uñas. Poco a poco, el dolor fue cesando. Él todavía no se movía.
Besé sus labios con pasión. Él comenzó a moverse dentro de mi. El dolor incómodo se fue transformando en placer.

—Ummm, Nathan—no había comparación para lo que sentía.

—Me encanta que seas estrecha—se movía rápido, de adentro hacia afuera, en círculos.  Hasta que sentimos que el placer fue llegando a su punto máximo.
Mi cuerpo empezó a temblar y el de él también. Llegamos juntos al orgasmo.
Nuestra respiración agitada y nuestros cuerpos sudados. Salió de mí y me besó. Cerré los ojos y me aferré a su torso. Deposité un beso en su pecho. Él me abrazó.

—Eso fue increíble—susurró en mi oído, me sonrojé.

—Estoy exhausta pero feliz.

—Descansa, preciosa—me besó para luego cubrir mi cuerpo desnudo. Me reí por su acción.—No quiero que nadie te vea.

—Sólo estamos tu y yo, bobo.

—Hay que prevenir—se encogió de hombros.
Cerré mis ojos y me quedé dormida.

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