Nathan: Un Mundo Sin Color

By StoriesOfATeenage

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Olivia Clark, una chica de 16 años. Inocente y medio tonta, ignorante de lo perverso. Bonita, lista, graciosa... More

Nota de la autora.
1: Curiosidad.
2: «Ten cuidado, Olivia»
3: Negocios ilegales.
Personajes.
4: El inicio de la crueldad.
5: Oficialmente vendida.
6: Primera desgracia.
7: Hospital
8: ¿Otra faceta?
9: Miedo.
10: De regreso al instituto.
11: Sangre y Lágrimas.
12: Huír.
13: Más problemas.
14: Un poco de ternura
15: Besos.
17: Cosas Nuevas.
Hola!
18:
19: Avanzar.
He vuelto a Wattpad.

16: Pasar el día.

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By StoriesOfATeenage

Cuando desperté todavía no amanecía. El brazo de Nathan reposaba sobre mi cintura. Sonreí al recordar sus besos anoche, todo fue tan perfecto junto a él.
Aparté su brazo con cuidado de no despertarlo.
Me dirigí al cuarto de baño, mi vejiga estaba a punto de explotar gracias al frío.

Miré a Nathan por segunda vez; lucía tan tranquilo, su respiración era pausada y sus labios estaban ligeramente abiertos.
Sonreí.
Me acerqué hasta él, recordando que debíamos irnos en menos de media hora.

—Nathan—lo moví un poco. Se quejó.—Nathan, despierta—le quité la sábana. Abrió los ojos de golpe. Me miró y frunció el ceño.

—Odio que me despierten, Olivia—refunfuñó mientras bostezaba y se sentaba en la cama.

—¿Hay algo que no odies?—algo me decía que Nathan no había despertado de buen humor, lo que implicaba un mal día para mí también.

— —

Íbamos camino a McMinnville, según el GPS está a una hora y 12 minutos. Sólo llevamos dos minutos en el auto y ya estoy cansada. Tengo sueño y frío. Y Nathan no quiere encender la calefacción.

Aún no teníamos pensado qué íbamos a hacer. Yo tenía algo claro.
Nathan estaba acusado de secuestro y abuso a menor de edad, pero en realidad, él no ha abusado de mí y yo estoy con él por mi propia voluntad. Si yo declaro eso ante las autoridades, todos quedaremos felices, nadie irá a la cárcel. Pero, ni siquiera sé a dónde iré cuando eso pase.

—¿Cuál es el paso a seguir?—interrumpí el silencio que nos abarcaba.

—Desayunar.

—No estoy de acuerdo con ir a McMinnville—confesé con seguridad.

—¿Qué otra opción hay?

—No lo se...—rodé los ojos—quizá regresar a Portland, dar la cara, y que todos sepan la verdad.

—Necesito pensar muchas cosas antes de dar ese paso.

—¿Qué cosas?

—Una de ellas es qué haré contigo.

—Lo dices como si yo fuera una carga para ti—expresé algo dolida.

—Pues no te equívocas.

Algo en mí se llenó de ofensa, hasta el punto de querer gritar. Mis ojos se llenaron de lágrimas, pero las contuve. Después de lo que pasamos anoche, me duele que hoy me trate de ésta forma tan cruel. Llego a pensar que ni tiene sentimientos.

—Detén el auto—hablé seria. Frenó en seco.

—¿Qué jodida cosa quieres ahora, Olivia?—me quité el cinturón de seguridad, abrí la puerta del auto y salí, dejándolo totalmente desconcertado.

Ya no aguantaba más, no estaba dispuesta a ser la víctima de sus cambios de ánimo, a salir afectada por su forma de tratarme.
Aceleré los pasos, quité con brusquedad las lágrimas que se atrevieron a salir. No me importaba nada, quería huir y dejar de sufrir tanto gracias a él.

—Joder, Olivia, regresa tu culo al auto ahora mismo—escuché su tono enojado. Lo ignoré y empecé a correr.

Las hojas de los árboles yacían en los suelos, la brisa helada mañanera congelaba mis piernas. Maldita falda corta. Me crucé de brazos y corrí más, dejando atrás sus gritos y palabrotas.
Miré un momento hacia atrás y lo vi entrar al auto y hablar por teléfono.
En menos de un segundo, mi pié chocó con algo, lo que me hizo perder el equilibrio y caer al pavimento de la carretera. Fue tan fuerte el tropiezo, que me barbilla se estampó en el piso, provocando un dolor intenso en toda mi cara.
También me golpeé las rodillas.
Me incorporé lentamente hasta quedar sentada. Que mierda de día.
Ambas rodillas estaban lastimadas, pero levemente.

Nathan corría en mi dirección, se detuvo frente a mí. Parecía asustado.

—¿Estás bien?—me preguntó en tono de preocupación. Asentí en respuesta. —Joder, tu barbilla.

—¿Qué?—cuestioné asustada.

—Está sangrado.— me ayudó a pararme por completo.—Traeré el auto.

Genial. Muy genial. Eso me pasa por actuar sin pensar, por actuar impulsivamente.
Nathan regresó en el auto y me ayudó a subir. Abrió la guantera y sacó una cajita de toallas humedas.

—Te voy a limpiar, no te muevas—sacó una toalla húmeda y la dobló.
Mientras limpiaba la sangre y la tierra de mi barbilla, yo estaba concentrada en sus ojos, eran verdes, pero tenían un toque especial. Me gustaba observarlo mientras estaba en silencio.

—No es una herida grave—dijo finalmente mientras, esta vez, sacudía mis rodillas.—¿A dónde pensabas ir? 

—Lejos de ti y tu mal humor—respondí cabizbaja y me alejé un poco.

—Deja de decir tonterías, Olivia.

—Estoy hablando en serio.

—Estoy tratando de ser amable contigo—contrarrestó y lo miré incrédula.

—Claro, eres amable diciendo que soy una carga—me crucé de brazos.

—¿Tienes frío?—preguntó como si no fuera algo obvio.

—Claro que no, solo me están temblando las rodillas—miré hacia otro lado.
Cerré los ojos y me dispuse a dormir un rato más.

—Ven aquí, Olivia—me atrajo hacia él y me abrazó. Me tomó por sorpresa. Depósito un cálido beso en la coronilla de mi cabeza. Recosté mi cabeza en su pecho.—actuaste como una tonta al salir corriendo.

—Me diste a entender que no querías estar conmigo—justifiqué.

—¿Crees que si no quisiera estar contigo te abrazaría?—me apretó aún más. Me sentía segura cerca de él, su presencia me daba protección.

—Aveces creo que me odias—confesé en voz baja.

—No te odio—rió despacio, me encantaba su risa—Es sólo que tu actitud me llega a desesperar.

—¿Iremos a McMinnville?—volví a preguntar.

—No—ay, gracias al cielo—pasaremos la noche bosque adentro—lo miré confundida.

—¿A qué te refieres con "pasaremos la noche bosque adentro"? ¡Apenas son las 6 de la mañana!

—Pasaremos el resto del día en cualquier lugar, y por la noche, llegaremos a cualquier pueblo.

—Aún no entiendo.

—Vamos a entrar con todo y auto a uno de esos lugares llenos de árboles que están en los pueblos, dónde no hay nadie.

Oh.

—Suena tenebroso—farfullé.

—¿Qué te parece si tu y yo disfrutamos éste día?—depositó un beso casto en mis labios. Me sonrojé. Cerré los ojos y asentí en respuesta.—Vamos a comer algo.

Regresé a mi posición inicial, solo que ésta vez mi mano y la de Nathan estaban juntas.
Es raro, Nathan es raro. Hace 10 minutos era el chico más frío del mundo, ahora no quiere soltar mi mano.

—Me gustan tus piernas—dijo, con la mirada puesta en la carretera. Dios, éste chico quiere matarme hoy.

—¿Mis piernas?—cuestioné nerviosa—no tienen nada de especial—me encogí de hombros.

Media hora más tarde, nos encontrábamos desayunando en una bonita panadería. Nathan pidió 2 muffins de mantequilla y zanahoria, acompañado de un vaso de zumo de uva.
Yo opté por algo típico: tostadas dulces con mantequilla, y una malteada de fresa.

—¿Cuándo regresaremos a Portland?—le pregunté para luego darle una última mordida a mi tostada.

—Quizá mañana temprano, para así iniciar el proceso.

Nathan continúo desayunando, sus ojos estaban clavados en el plato con los muffins, de los cuales sólo había probado uno.

Empezaba a sentir cosas por él, además de querer estar a su lado, es una dependencia, me gusta observarlo, la forma en que articula cada palabra, su rostro serio. Cada pequeño detalles de su persona, causaba grandes emociones en mi. Admito que le temo a lo que siento.

—Tus muffins se ven muy buenos—interrumpí el silencio. Negó con la cabeza.

—En realidad no lo están—los apartó—fueron hechos con esencia de mantequilla, más no con mantequilla natural.

—Wow—quedé sorprendida—yo no lo hubiera notado.

—Tengo un paladar muy exigente.

Terminamos de desayunar al rato y salimos de la cafetería. Nathan propuso ir a pasar la mañana en una piscina (alberca, pileta o como lo llamen en su país), ya qué allí usaremos lentes, y será difícil que alguien nos reconozca. En realidad, no me apetece del todo la idea, estamos en pleno otoño y la brisa es fría. Pero me gusta nadar. Ah, también significa que sí llegamos a McMinnville, se le metió el tema y no pude hacer nada.

—Me parece una buena idea, pero no traje un bikini conmigo.

—Pues compraremos uno—afirmó y cambió la dirección.
No quería ir a comprar un bikini ahora, y mucho menos con Nathan. Sin embargo no voy a reprochar, porque sé que se va a enojar.

Entramos a una tienda de Victoria's Secret. Yo no dije nada, dejé todo en sus manos. Y pues, al parecer tiene buen gusto.

—Escoge el que quieras—me dijo antes de sentarse en un hermoso sofá rosa fuerte, estampado con la palabra 'Pink'.—Me siento como una nena—rechistó al verse rodeado de cosas de chicas por todos lados.

Había de todo tipo de bikinis; desde el más bonito hasta el más precioso, desde el más caro hasta el mas carisimo.
Todos eran hermosos, pero yo buscaba uno en especial.
Mis ojos se iluminaron al verlo, era perfecto.
Sólo quedaban dos de la misma referencia, sólo que uno era negro y el otro rojo. ¿Cuál escojo?

—Puede probarselos si lo desea—intervino una de las asesoras.

—No, gracias—le sonreí—estoy segura de que son mi talla. Es solo que no me decido por un color.

—¿Qué tal si le pides opinión a tu chico?—me sonrojé ante su comentario.

—No es mi chico—corregí entre risas—Pero es una buena idea. ¡Gracias!

Nathan seguía en el sofá, mirando sus uñas. Me acerqué y me senté a su lado. Observó lo que traía en mis manos.

—No es necesario, ya sé cuál es tu duda existencial—lo miré ceñuda—El color rojo es más de verano, el negro va bien contigo. Ah, y ese bikini es muy diminuto.

Le agradecí con una sonrisa e ignoré su último comentario.
Me encantaba este bikini. No tenía una cantidad de colores y tampoco tenia un modelo súper elaborado. Era negro, de dos piezas. Y sí, era pequeño, pero parecía cómodo.

—Me gusta este—le informé algo tímida. Él asintió. No quería recibir su dinero, así que le entregué la prenda para que él mismo pagara.

Antes de salir de la tienda, le agradecí de nuevo a la chica. Nathan sólo dijo un "gracias" casi inaudible y me tomó de la mano hasta que regresamos al auto.

—Creí que lo de "pasar el día juntos" lo habías dicho sólo para que no me sintiera mal. Veo que va en serio—dije.

—El problema está, en que tú piensas que yo soy satanás en persona—esbozó una risa sin gracia.

—¿Sabías que muchas veces las suposiciones traen malentendidos? Estoy segura que no, ahora ya lo sabes, así que no digas esas cosas y trata de sonreír más.

——————————
Holaa!  ¿Cómo están?
Disculpen si tardé mucho, ahora les debo un chocolate.
El capítulo no está editado, así que disculpen si hay algún error ortográfico o algo que dificulte el entendimiento de la lectura.

En multimedia les dejo el bikini de Olivia.

Gracias por leer, no se olviden de votar y comentar.

Les dejaré flores de agradecimiento 🌼🌼🌼🌹🌹🌹🌸🌸🌸🌷🌷🌷💐💐💐🌺🌺🌺🌻🌻🌻

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