El regreso de Eileen Prince S...

By Samira85106

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Lord Voldemort ha sido vencido y Severus está feliz con su vida de casado junto a Lily y su hijastro Harry. A... More

El cumpleaños de Harry
Un encuentro inesperado
Intransigencia
El abrazo de una madre
Conociendo a Eileen
Visita a Hogsmeade
El nuevo residente de Hogwarts
El nuevo amor de mamá
Una extraña entrevista
Una gran decepción
Una excelente noticia
Todos se enteran.
Gryffindor contra Slytherin
La llegada de otro Malfoy
La boda
¿Tú también Bellatrix?
Draco se lleva un susto
El escape
El secuestro
La busqueda
El plan perfecto.
El compromiso
El fin del curso y un evento especial
Un nuevo Snape
El heredero de los Lestrange
Un sueño hecho realidad
Un cumpleaños muy feliz

El rescate

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By Samira85106


Severus, se colocó la capa invisible de Harry que éste le prestó para aquella ocasión y continuó avanzando a través del bosque, quería evitar cualquier altercado antes de llegar a su destino, o que lo tomaran por sorpresa. Los demás esperaron hasta que él hubiese avanzado lo suficiente para ir tras él, tenían que salir de los previos de Hogwarts para poder hacer la posterior aparición en el lugar acordado.

El profesor de Defensa Contra Las Artes Oscuras y Pociones estaba muy nervioso conforme avanzaba, pero no por su propia seguridad sino por la de su madre, además imaginaba el sufrimiento de ella y el de Lily si los mortífagos llegaban a lastimarlo, definitivamente el plan tenía que funcionar, tenía que llegar solo al lugar que acordó con Macnair para ganarse la confianza de éste y de Rookwood.

Detrás de él, Alastor Moody, los aurores y los miembros de la Orden del Fénix ya habían salido de los previos de Hogwarts y esperaban atentos la señal.

- Ahora sólo nos queda esperar – Dijo William Granger sin dejar de mirar la pantalla del teléfono celular.

- Si, pero en cuanto llegue esa señal usted deberá regresar en compañía de algunos de mis aurores señor Granger – Le advirtió Ojoloco.

- Pero ¿por qué? – Objetó el hombre – Si ya he llegado hasta aquí no entiendo por qué no deba seguir avanzando, estoy rodeado de excelentes magos ¿No es así?

- Gracias por el elogio señor Granger pero le recuerdo que usted es muggle y por lo tanto muy vulnerable en una batalla que implica encantamientos y maldiciones que usted, con todo respeto, no puede conjurar – Explicó Moody – En pocas palabras ya conoce el dicho, mucho ayuda el que no estorba.

El muggle bufó entre molesto y decepcionado.

- Tranquilo amigo, nos quedaremos contigo – Dijeron los Longbottom.

A sólo unos palmos del valle de las Ninfas, Rookwood y Macnair esperaban impacientes dentro de la cúpula de protección que rodeaba la cabaña.

Severus estaba llegando ya al valle y vio cuando una hermosa mujer de cabellos verdes salía del hueco en el tronco de un árbol de cedro mirando con una sonrisa el cielo ya teñido de rojo. El hombre comprendió entonces que se trataba de una ninfa del bosque, ella se unió a las demás que salieron de otros árboles y comenzaron a bailar entorno a una hoguera que hicieron aparecer por arte de magia. Snape dedujo que aquella debía ser la danza del crepúsculo que celebraban las ninfas cuando cada día llegaba a su fin, pero él no se quitó la capa invisible sino que se alejó de las ninfas para situarse detrás de un árbol de tronco grueso y así aguardar a que los hombres aparecieran con su madre, quería ver si era cierto que ella estaba viva, y de ser así no quería arriesgarse a que sus captores lo sorprendieran jugándole sucio, él sería quien los sorprendería.

Aguardó sólo unos segundos con la mirada fija en un claro que estaba frente a él y de repente vio a los hombres salir junto a su madre de la nada.

- ¿Qué rayos?... ¡Ah! Ya comprendo – Se dijo a sí mismo contento de ver a su madre – Deben haber estado bajo un encantamiento desilusionador.

Severus se fijó en que Rookwood iba desarmado, pero Macnair llevaba la varita puesta sobre el cuello de Eileen amenazándola mientras la hacía caminar a empujones hacia el valle. Snape sacó entonces el teléfono celular del bolsillo, el cual no tenía ni una barra de cobertura. No había pensado en eso, tenía que pensar en algo y rápido, debía evitar que los mortífagos llegaran al valle antes de que sus amigos se aparecieran allí, pero ¿Cómo lograría avisarles?

- ¡Revelio! – Musitó Severus apuntando al frente, donde habían salido los mortífagos junto a Eileen, inmediatamente la cabaña fue apareciendo frente a sus ojos

- ¿Qué demonios está pasando aquí? – Preguntó Rookwood deteniéndose en seco al mirar hacia atrás y ver la cabaña, Severus sonrió satisfecho, eso le daría algún tiempo extra - ¿Cómo pasó eso?

- ¿Acaso fuiste tú estúpida? – Preguntó Macnair sacudiendo a Eileen. Severus sintió ganas de lanzarle una maldición asesina allí mismo por maltratar a su madre.

- ¿Cómo podría? – Preguntó Eileen tan sorprendida como ellos – Si estoy desarmada, tú tienes mi varita.

Macnair comprendió que la bruja tenía razón.

- ¡Ya suéltame asqueroso mortífago! – Dijo la mujer pugnando por su libertad mientras era conducida a empujones al interior de la casucha.

Snape fue cuidadosamente tras ellos y escuchó tras la puerta.

- Me parece que tu hijo no te quiere, pues ya cayó el crepúsculo y no aparece – Dijo Macnair tratando de herirla.

- Pues quiera Dios que no venga – Contestó ella – Yo no dejaré que le hagan daño.

Rookwood y Macnair rieron con maldad y entonces Severus decidió actuar, se despojó de la capa invisible y entró en la cabaña abriendo la puerta con un puntapié.

- ¡Vaya! ¡Vaya! – Exclamó Macnair – Hablando del rey de Roma.

Rookwood que en ese momento estaba encendiendo unas lámparas de aceite se volvió para mirar al recién llegado, Eileen tenía el terror dibujado en su rostro.

- ¿Por qué viniste mi cielo? – Le preguntó con lágrimas en los ojos a su hijo.

- No iba a dejarte sola mamá.

- ¡Pero qué conmovedor! – Se mofó Macnair – La tierna madre y su dulce hijo se reencuentran, no me hagan vomitar.

- No le hagas daño por favor – Suplicó Eileen – Si quieres cobrar venganza desquítate conmigo pero no con mi hijo.

Pero Macnair lleno de ira hacia el hombre que tenía en frente, fue sordo a las suplicas de la madre, sentía mucho odio correr por sus venas.

- Al fin te tengo ante mí maldito traidor.

- ¡Déjala ir! – Ordenó Snape – Ya me tienes ¿No es lo que querías?

- Así te quería ver – Espetó Macnair mirándolo con asco – Suplicando ante mí, después de que solías ser tan altivo, claro, como tenías la gracia del señor tenebroso, lo apuñalaste por la espalda.

- Sé que actué mal – Dijo Snape en un intento por ganar tiempo – Pero Dumbledore me tenía amenazado.

- Esas son tonterías, Rookwood ¡revísalo!

Rookwood parecía nervioso de cumplir la orden, se sentía completamente vulnerable al no tener varita, pero su valor se incrementó cuando logró hacerse con la de Snape que encontró en el bolsillo de su pantalón. Severus comprendió que era el momento de avisarles a los demás que se aparecieran así que comenzó a meter la mano en el bolsillo de su túnica. Inmediatamente Rookwood lo apuntó con la varita y Macnair a Eileen.

- ¡No te muevas! – Amenazó Rookwood nervioso – No intentes nada.

- ¡Quítale lo que sea que tenga en el bolsillo! – Ordenó Macnair.

Pero Severus en un movimiento rápido logró sacar el teléfono celular de su bolsillo y los dos mortífagos fruncieron el entrecejo en un gesto de confusión ante el aparato que tenían frente a sus ojos y que desconocían totalmente.

- ¿Qué demonios es eso? – Preguntó Rookwood.

- Lo que sea ¡quítaselo! – Volvió a ordenar Macnair también nervioso – No intentes pasarte de listo Snape porque será ésta preciosura la que pague las consecuencias.

Snape sintió la ira carcomer sus venas, pero decidió actuar con aplomo, sabía que si lograba enviar el mensaje su situación de desventaja cambiaría masivamente pero no sabía si el teléfono había logrado capturar alguna señal.

- Es un simple aparato muggle – Contestó– Se los entregaré pero no le hagan daño a mi madre ¿De acuerdo?

Rookwood esperaba con la mano estirada hacia él mientras lo apuntaba con su propia varita y miraba el aparato con recelo. Severus tomó el aparato aliviado al ver que la pantalla mostraba dos barras de cobertura, suficiente para enviar el mensaje salvador, debía haber una antena cerca o serían las que habían instalado en Hogwarts cuando quitaron los hechizos de restricción sobre estos aparatos para poder impartir lecciones de tecnología en las clases de Estudios muggles.

Sin pensarlo dos veces, pulsó el botón que accionaría el envío del mensaje que estaba pre escrito en la pantalla, y luego lo colocó en manos de Rookwood que cerró su mano temblorosa sobre él.

- ¿Qué es Rookwood? – Volvió a indagar Macnair.

- No lo sé – Contestó éste arrojando el aparato sobre un catre.

Algo lejos de allí, William Granger recibía el mensaje.

- ¡Es hora! – Exclamó.

Moody, Tonks, Remus, Sirius, Jean Baptiste, Lucius, Hagrid y Rodolphus se dispusieron a desaparecerse en compañía del resto de los aurores, los Longbottom, algo decepcionados tomaron el camino de vuelta hacia el castillo junto a William Granger. Sólo segundos después, los aurores y los amigos de Severus llegaron al valle de las ninfas y divisaron la cabaña.

- ¿Y ahora dónde rayos está Severus? – Musitó Rodolphus mirando en todas direcciones tratando de ver a través de la oscuridad del bosque pues ya la noche había caído.

- Debe estar allí – Musitó Lucius.

- Hagrid ¿Qué no es esa la cabaña de la que hablabas? – Preguntó Tonks señalando la casucha.

- Esa exactamente – Contestó el semigigante – No entiendo cómo es que antes no estaba.

- Un encantamiento ocultador – Respondió Alastor Moody con simplicidad – No son tan imbéciles estos mortífagos.

- Eso quiere decir que ayer cundo estuvimos buscándolos, de seguro nos vigilaron todo el tiempo – Resumió Sirius.

- Y sin que nos diéramos cuenta – Agregó Remus.

- Lo que no entiendo es como los dementores no los detectaron – Se preguntó Lucius.

- Porque ese tipo de encantamientos engañan incluso a los dementores – Respondió Moody – No olviden que ese par de malnacidos fueron fieles seguidores de Voldemort, deben conocer muy bien varias de sus mañas.

- Esta bien pego pog favog, ya basta de tanta chagla – Intervino Jean Baptiste impaciente – Debemos llegag a esa cabaña paga salvag a Eileen y a Sevegus, tenemos que ig ahoga.

Lucius y Alastor lo tomaron por los brazos.

- ¡Espera hombre! – Dijo Moody – Si es cierto que están allí, debemos ser cautelosos o de lo contrario los matarán

- Ojoloco tiene razón primo – Añadió Lucius soltándolo – Debemos aproximarnos sin hacer ruido y encontrar el momento oportuno para entrar.

- No quiego que le hagan daño – Repitió el francés.

- ¡Vamos! – Dijo Moody haciéndoles señas a los aurores y a los demás mientras se aproximaban a la cabaña y giraba su ojo mágico sin cesar – Sin hacer ruido, ¡alerta permanente, alerta permanente!

En ese momento, se escuchó como si alguien se hubiese tropezado.

- ¡Auch!

Todos giraron el rostro para ver de qué se trataba y vieron a Tonks tomando la mano de Remus mientras éste la tomaba por la cintura con la otra mano.

- Lo siento – Se disculpó la bruja – Me tropecé con una raíz.

Alastor negó con la cabeza.

- Creo que tendré que prestarte mi ojo mágico para que puedas ver mejor – Comentó Moody entretanto se aproximaban a la cabaña.

Luego aguardaron mientras escuchaban la conversación de adentro.

- ¿Para qué demonios tenías eso? – Le preguntó Rookwood a Snape - ¿Qué pretendías?

- Nada – Contestó él encogiéndose de hombros – Sólo quería sacarlo de mi bolsillo porque me molestaba, por favor suéltala, déjala ir, ella no tiene nada que ver con mi traición.

Macnair soltó una risa malvada, quería molestarlo y hacerlo sufrir hasta el extremo.

- De verdad piensas que yo dejaré ir a esta belleza – Dijo tomándola por la cintura colocándose frente a ella, Eileen trató de apartarlo, Snape estaba furioso – Tú madre es muy hermosa Snape, muy hermosa aunque tiene algunos de tus rasgos.

- ¡Déjala, infeliz! – Soltó Severus mirándolo con furia, sin poder contenerse ya.

Pero él ni le prestó atención a su demanda, Rookwood se le acercó todavía más a Snape mientras lo apuntaba con la varita.

- ¡Aléjate de mí! – Decía Eileen empujándolo para apartarlo.

- Si, aléjate de ella porque no respondo – Amenazó Snape apretando los puños con furia.

Afuera, Jean Baptiste se mordía los labios empuñando con rabia su varita queriendo entrar de una vez para saber lo que ocurría.

- Más bien aléjate tú porque te juro que la mato – Volvió a amenazar el mortífago – ¿Sabes una cosa? Como te dije en el mensaje, no sé si me contenga las ganas de besarla.

- ¡No te atrevas! – Amenazó la bruja.

Jean Baptiste intentó entrar, pero Hagrid lo retuvo con una sola mano. El mortífago se acercó a los labios de Eileen y le robó un efímero beso lo que provocó la una furia renovada en Snape que se acercó a él para golpearlo, pero Macnair volvió a apuntarlo con la varita de Eileen mientras ella se frotaba los labios con la manga de su túnica.

- Satisfice mi capricho – Soltó Macnair, Rookwood rió divertido – Ahora sólo me falta satisfacer otro que tengo desde que fuiste el favorito del señor.

- ¿De qué hablas?– Inquirió Severus.

- De esto – Respondió Macnair mirándolo con ojos desquiciados - ¡Crucio!

- ¡NOOO! – Gritó Eileen desesperada soltándose del agarre de su captor para correr hacia su hijo tratando de auxiliarlo.

Macnair y Rookwood reían frenéticos al tiempo que Severus se retorcía de dolor en el suelo intentando no gritar, Eileen estaba desesperada...

- ¡Mi niño! aquí estoy – Decía sollozando, luego se volvió hacia Macnair - ¿Cómo pudiste hacer eso maldito mortífago?

En ese instante, Alastor seguido por los demás irrumpieron en la casucha. Los dos mortífagos los contemplaron incrédulos.

- ¡Maldito Snape! – Soltó Rookwood recorriendo a todos con la mirada – Sabía que no cumplirías con tu palabra.

- ¡Bajen las varitas! – Ordenó Remus con determinación – Están perdidos.

- No sé en qué rayos estuvieron pensando cuando escaparon de Azkaban – Añadió Alastor.

- En destruirlos a todos – Contestó Macnair sin dejar de apuntar a Snape y a su madre.

- ¡Bajen las varitas los dos! – Ordenó Nymphadora.

- ¡Ya se acabó! – Dijo Lucius.

- Tú eres otro asqueroso traidor – Soltó Rookwood señalándolo con la varita – Ustedes dos – Señaló también a Rodolphus – Deberían estar pudriéndose junto a nosotros en Azkaban.

- O quemándose en el infierno – Completó Macnair.

- ¿Junto a Voldemort? – Preguntó Sirius sonriendo.

- No te atrevas a nombrarlo – Espetó Macnair.

Eileen se sentía ahora con más valor, ya que estaba rodeada de todos esos aurores y amigos, además la furia le carcomía las venas al recordar que su hijo fue torturado por Macnair, de modo que sin dejar de desafiarlo con la mirada avanzó hacia él.

- Ma... mamá – Musitó Severus con un hilo de voz al tiempo que se incorporaba, Hagrid lo ayudó con eso – ¡No te acerques!

- Entréguense de una vez y no intenten nada – Ordenó uno de los aurores – Ya lo hemos dicho, están perdidos.

- Precisamente por eso no me importa nada – Contestó Macnair – Te haré sufrir como nunca Snape, te quitaré lo más preciado para ti.

Todo pasó muy rápido, Macnair sin dejar de apuntar a Eileen lanzó la maldición asesina contra ella, pero en un abrir y cerrar de ojos Jean Baptiste la cubrió con su cuerpo y al mismo tiempo varios hechizos de desarme impactaron contra el mortífago, lo que terminó desviando la trayectoria del hechizo hacia una ventana lanzándolo a él hacia atrás, quedando inconsciente.

Rookwood estaba aterrorizado, sabía lo que le venía. Todos los aurores lo rodearon para sacarlo de la cabaña a empujones, a Macnair lo trasladaron en una camilla. Eileen temblaba y lloraba en los brazos de Jean Baptiste, estaba asustada y sorprendida, no podía creer que hubiese estado a punto de morir y al mismo tiempo Jean Baptiste también lo estuvo. Posteriormente se lanzó a los brazos de su hijo que también tenía los ojos húmedos con la idea de que ella hubiese sido alcanzada por el rayo de luz verde.

- Tú... tú la salvaste Jean Baptiste – Dijo Severus mirándolo con admiración – Salvaste a mi madre, ella es mi tesoro.

- No se te olvide que también es mi tesogo – Respondió éste – No iba a dejag que ese mogtífago la mataga.

Eileen también lo contempló con admiración, apenas dando crédito a lo que acababa de presenciar ¿Jean Baptiste la había salvado de la muerte? ¿La había cubierto con su propio cuerpo para resguardarla de una maldición asesina? No todo el mundo hacía algo así, evidentemente el que hiciese algo como eso debía sentir...amor, no había duda alguna.

- Eres un héroe – Le dijo antes de abrazarlo nuevamente – Un héroe y un loco también.

- Primo, el corazón casi se me sale por la boca – Comentó Lucius, Jean Baptiste sonrió con el comentario.

Severus recuperó el teléfono del señor Granger y la capa de Harry.

Una vez fuera de la cabaña, todos se desaparecieron y aparecieron nuevamente en el lugar en el que William recibió el mensaje de Severus y de allí se fueron caminando al castillo. A Macnair lo llevaron en una camilla que hicieron aparecer por arte de magia.

Una vez en el castillo, todos se reunieron con los demás. Lily estaba muy emocionada y no dejaba de abrazar a Eileen y a su esposo, Bellatrix hacía lo mismo con Rodolphus, al igual que Narcisa y Draco con Lucius. Macnair despertó de su letargo y junto con Rookwood fueron conducidos a una de las torres del castillo rodeada de dementores y al cabo de un rato se escucharon sus gritos de terror.

- Le dieron el beso a Macnair – Comentó Remus al oír los gritos desde el vestíbulo.

- Era la única manera de asegurarnos de que no volvieran a escapar, Alastor decidió que el dementor sólo besara a Macnair porque él era el líder y fue quien indujo a Rookwood a realizar su plan de venganza, Rookwood sólo quería escapar y rehacer su vida en otro país – Dijo uno de los aurores.

- Fue lo que nos contó Rookwood bajo efectos de verita serum, Alastor dice que aun así los llevaremos de vuelta a Azkaban para que les sirva de ejemplo a los otros prisioneros y además Macnair y Rookwood estarán en la misma celda, así Rookwood verá las consecuencias de haber escapado y cometido otro crimen – Intervino Tonks.

Más tarde, todos, incluyendo los alumnos, vieron cuando los aurores y los dementores conducían hacia una carreta a un par de hombres, uno de ellos más bien parecía un zombie, caminando sin voluntad alguna y con la mirada perdida en el negro horizonte.

Dumbledore mandó a los elfos a servir la cena y esa noche el banquete sería en honor a los héroes que habían rescatado a Eileen.

A Lily se le llenaron los ojos de lágrimas cuando supo que Severus había sido torturado por Macnair y que Eileen estuvo a punto de ser asesinada, pero quedó impactada al igual que los demás cuando Hagrid le contó lo de la heroica acción de Jean Baptiste, Dumbledore al oír aquello, no pudo evitar alzar su copa y dirigirse al alumnado nuevamente.

- Brindemos especialmente por el señor Jean Baptiste Malfoy que sin importarle el riesgo que corría, salvo a la madre del profesor Snape – Dijo el anciano.

Jean Baptiste estaba ruborizado mientras todos los vítores se desbordaban en él. Eileen aplaudía más fuerte y lo miraba con una sonrisa.

- Sí que ha demostrado una cosa ¿No es así? – Le dijo Lily a Eileen junto a ella.

- Si, ha demostrado valentía, mucha valentía – Contestó esta.

Lily ensanchó aún más su sonrisa y la miró directamente a los ojos.

- Y no sólo eso – Dijo – Ha demostrado que te ama, incluso más que a su vida.

Eileen sonrió también, Lily tenía razón, ahora lo sabía, estaba segura, ningún hombre le había demostrado tal amor, sólo él, ese rubio francés de quien tanto desconfiaba injustamente, había estado dispuesto a dar su vida por ella, solo por ella.

nao')

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