Yo, ¿en Betty la Fea?

By IsamarP08

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Un deseo cumplido, toda una aventura por vivir y lo más insólito, se encuentra dentro de su telenovela prefer... More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17

Capítulo 7

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By IsamarP08

DESCLAIMER: Los personajes y situaciones narradas en ésta historia no me pertenecen, ésto es propiedad de Fernando Gaitán y RCN, yo solo escribo para mi entretenimiento y sin fines de lucro.

Me reporto nuevamente, aunque no sé si todavía haya gente leyéndome, pero voy a llevar a Betty hasta el final! Así que me complace dejar un nuevo capítulo por aquí, a la espera de que sea disfrutado.

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*

Capítulo 7

Tras haber salido victoriosa al evitar el casi despido del cuartel, Esmeralda estuvo el resto de la tarde en la oficina que compartía con su jefe, aunque en ningún momento pudo librarse de la galantería de éste en cuanto la vio con el traje. Se mordió el labio con fuerza para evitar responderle como se merecía, pero estaba segura de que no aguantaría mucho. De nueva cuenta sería presa de sus coqueteos y una idea brillante le pasó por la cabeza.

Al llegar la hora en que debía retirarse a descansar, llevó a cabo la primera fase de su plan. Recogió sus cosas asegurándose que nada se le quedara y abrió la puerta de la oficina, manteniéndola así para que la peliteñida se fijara en su persona, con una voz inusualmente melosa, se despidió del siempre seductor Mario Calderón.

— Hasta mañana, doctor — le guiñó un ojo con coquetería y se acercó a él de una manera muy sugerente para besarle la mejilla. Tomó el camino que la conduciría a la oficina de presidencia y bajo la mirada de reproche de la Fernández, escuchó unos pasos a su espalda, además de su nombre.

— Esmeralda, espere, ¿no quiere que la lleve a su casa? — ofreció el hombre, quien recorría con la mirada el cuerpo de su asistente, giró sobre sus talones y le dedicó una sonrisa de lo más superficial, no sin antes acortar la distancia que les separaba, dejándolos frente al escritorio de Patsy Pats — Es algo tarde y pienso que es mejor que un caballero como yo, la acompañe.

— Se lo agradezco tanto, doctor, pero no puedo dejar a Betty, quizá en otra ocasión — rechazó la propuesta sutilmente y ésta vez le besó cerca de los labios, antes de perderse en los sanitarios. Tres segundos después se le apareció la rubia desteñida completamente enfadada y bajo esa pose de "dueña del mundo" que comenzaba a desesperar a la castaña.

— Óigame, ¿qué está haciendo con Mario? Él es mi hombre y usted no tiene derecho a meterse con un ejecutivo de ésta empresa — la encaró mirándola de arriba abajo y abrió aún más la boca si es que se podía, le había descubierto el traje de la colección pasada.

— Entonces tú si tienes derecho a meterte con un Ejecutivo, no creí que esa cláusula estuviera en tu contrato, además, en ningún lado tiene tatuado tu nombre, ¿o sí, Patico? Probablemente no lo he revisado bien — argumentó a modo de broma y con la sonrisa más ancha que nunca, volvió hacia su reflejo en el espejo y la peliteñida tiró de su brazo para volver a gritonearle.

— ¡Deeesgraaciadaa! Le voy a decir a Marcela que no solo se está acostando con Mario, también que roba las prendas de la bodega, porque yo no recuerdo que Huguito se le haya prestado — movió los hombros como si hubiera algo que la estuviera molestando y Esmeralda solo levantó una ceja.

— Ahora comprendo que no solo eres tonta, también eres estúpida — enlazó sus dedos sobre el vientre — dile a doña Marcela todo lo que quieras, mi jefe me va a proteger y si tengo ésta ropa, es porque la compré, yo sí sé cómo invertir mi dinero — se le acercó arrugando parte del sastre que llevaba la mujer entre sus manos y frunció el entrecejo al mirarla con enojo — y sí me vuelves a tocar, te enseñaré como debes amar a Dios en tierra ajena.

La empujó con el hombro después de soltarla, para poder llegar donde su amiga Betty, una sonrisa cínica adornaba su bello rostro y la sola idea de molestar a esa mujer con sus múltiples bromas, le llenaba de completa satisfacción. Ahora no solo protegería a Beatriz, sino que dedicaría parte de su tiempo en regresarle una a una las burlas que destinaba a "vampirín".

— ¡¡Maquillar el balance!! Beatriz, ¿sabes lo que eso representa para ti y la empresa? — la castaña caminaba de un lado al otro en la habitación de su amiga, no podía creer que hubiera aceptado hacer ese movimiento dentro de los informes. Aunque sabía que de todos modos lo realizaría, no encontraba la manera de estarse acordando de cada paso que daba el esperpento de mujer, quien le hacía ademanes para que guardara silencio.

— Es necesario, las ventas no fueron buenas y el Dr. Armando no llegará a las metas que propuso, he revisado las proyecciones y habría que ajustar los costos — se defendió con sus más aguerridos argumentos de financiera, sin embargo, Esmeralda no solo se estudió los balances, sino que entró en detalles de los recursos productivos, publicitarios, capitales humanos y stocks de almacén. No por nada se había graduado con honores.

— Betty, EcoModa puede alcanzar esos números, pero necesita cambiar la estrategia — la miró acomodarse en su computador, al tiempo en que la chica tomaba el resto de la información para usar la cama de su amiga como otro escritorio — lo único que va a lograr con todo esto, es que la empresa se endeude hasta el cuello.

— No diga eso, yo confío en el Dr. Armando y le ayudaré en todo cuanto me necesite — rodó los ojos con fastidio, cortando la línea de su razonamiento para continuar con el trabajo pausado desde la oficina; tal vez debía haber aceptado la propuesta del Dr. Calderón, así habrían llegado a tiempo para empezar cuanto antes. En aquel momento, Nicolás entraba bonachón al cuarto, saludando como de costumbre.

— ¡Hola, hola! — sonrió recargándose en el marco de la puerta — Pelusa... — el muchacho dejó su boca abierta al mirar el traje nuevo que vestía su vecina de cuarto, aunque ya la había visto con ropa igual de ajustada, aquel individuo aún no se acostumbraba a la presencia de la chica —... mi mamá está preocupada porque casi no la ha visto en la casa — se mordió el labio conmovida, tendría que compensarle todas las atenciones a Doña Eugenia.

— Gracias Nick — se abalanzó sobre él para poder abrazarlo y sentir la calidez de su cercanía — en cuanto Betty me dé un respiro, dile que estaré encantada de ser su aprendiz en el arte de la panadería — acarició suavemente la mejilla de su compañero y regresó a la información sobre la cama. Nicolás parecía más asombrado que de costumbre y en cuanto se recuperó, volvió el cuerpo hacia su amiga de toda la vida.

— Betty, ya me tiene aquí, ¿para qué me necesitaba? — arrimó una silla al lado del computador de "vampirín". La ojinegra se adelantó a la explicación sobre la situación de la empresa y lo que deberían terminar antes de mañana al medio día, entre tres probablemente terminarían más rápido.

Con calculadora en mano y cerca de las dos de la mañana, Betty hacía cálculos y anotaciones en los informes de los demás departamentos, Esmeralda escribía a toda velocidad los datos que le eran proporcionados, de algún modo se las arreglaba para tener los dedos más rápidos del oeste. Nicolás ayudaba en el resto de los documentos, logrando que cada uno de ellos cuadrara a la perfección y libre de errores, por otro lado, la extranjera se mantenía firme en las estrategias que tanto le estaban rondando en la mente.

— ¡Betty! — le vio levantar la vista de las cifras para fijarse en ella — deja de darme el avión y atiende a lo que te dije, EcoModa tiene la capacidad de ampliar su mercado, no solo dirigirse a la clase alta, también a la clase media, los centros comerciales son los puntos de venta ideales para complementar los desajustes que se han tenido los meses anteriores...—

— El doctor no aprobará esas tácticas, todo debe estar sustentado en los estudios de mercado que tú y el Dr. Calderón realizan, dudo mucho que él quiera entrar a analizar a la clase media — interrumpió la "fea" desviando sus ojos de vuelta a los informes y la morena continuó traspasando datos.

— No sé quién es más idiota, Betty, el Dr. Armando por pedirte maquillar el balance, tú por hacerlo o nosotros por seguirte — replicó luego de un bostezo, empujó suavemente a Nicolás que comenzaba a quedarse dormido sobre su hombro, la chica estaba por entumirse por doceava vez en esa noche. Con el fin de amenizar un poquito la convivencia entre tanto número, comenzó a cantar con voz queda "Amor Prohibido" de Selena.

Con unas ansias locas quiero verte hoy, espero ese momento en que escuche tu voz — le guiñó un ojo a su amigo a modo de juego y le notó sonrojarse, siguió con la letra un poco más fuerte, sonriéndole a Betty, quien se desperezó un momento de su improvisado escritorio — y cuando al fin estemos juntos los dos...

Qué importa qué dirán tu padre y tu mamá, aquí sólo importa nuestro amor, te quiero — una sorprendida castaña amplió su sonrisa al escuchar al ratón experto en finanzas que tenía por amiga, no recordaba que ella tuviera ese tipo de humor y menos las ganas de hacer el ridículo por un rato — Amor prohibido murmuran por las calles...

Porque somos de distintas sociedades — ese fue el turno del único chico de la estancia, lo que causó una risa por parte de las dos mujeres que tanto afecto le tenían, ninguna de las dos se imaginó que él supiera la letra de aquella canción y nunca se les pasó la cabeza que se animaría a continuarla, las siguientes horas la pasaron cantando y riendo por los espantosos falsetes que cada uno realizaba.

— Son más de las cuatro de la mañana — Esmeralda miró su reloj de pulso con la fuerza sobrenatural de mantenerse despierta, aplicó cambios en los documentos e intercambió el disquete para tener más de una copia de la información, si su dormida mente no le fallaba, en esa junta le dañarían el computador a Betty, aunque esperaba que ella pusiera en su lugar al presidente la compañía. Lo merecía después de tanto grito que daba.

— Y hemos terminado — tomó el disquete en sus manos y lo presentó como un trofeo, por fin podría irse a la cama — si me duermo en la oficina, voy a tener que inventarme una muy buena excusa, de lo contrario nos terminarán corriendo a ti y a mí — guardó la copia en su cartera para poder ir a recostarse a un lado de Nicolás, quien ya estaba en su quinto sueño desde hace rato.

Mantuvo la cabeza recargada sobre el escritorio mientras cerraba los ojos unos momentos, el desvelo de la noche anterior la tenía completamente exhausta y a causa de ello, esa mañana habían llegado tarde a EcoModa. Tan pronto estuvo en el refugio de la oficina del Dr. Calderón, soltó su cartera para acomodarse en aquella posición, esperaba que nadie entrara a interrumpirla o tendrían que demandarla por intento de homicidio.

Por otro lado, Betty se encontraba tranquila en la seguridad de su cueva, esperando el instante en que el presidente le pidiera el balance maquillado, cuando la peliteñida se acercó a la oficina para comentarle de la información que el Dr. Olarte pensaba sería importante para el balance que entregaría en la junta directiva. Sin Esmeralda cuidándola, la colombiana caía demasiado fácil en los engaños de esa gente.

Unas voces resonando en la puerta contigua, lograron que la castaña abriera sus ojos, Marcela, Don Hugo y los Doctores Mendoza y Calderón, se encontraban conversando acerca de lo que sucedía dentro de la empresa y la muchacha estaba de acuerdo con el diseñador. Bajar la calidad de las prendas significaba un desconcierto y enojo por parte de los consumidores.

Dejándose llevar por el sueño que la invadía, esperó que los brazos de Morfeo volvieran a acunarla. Unas manos sobre sus hombros la sacaron de su ensoñación, levantó la vista asustada y se encontró con los ojos de Armando Mendoza sobre ella, se mordió el labio con nerviosismo. Su deseo no se había cumplido y ahora estaba esperando el regaño que bien merecido tenía, ¿ahora que se inventaba para justificarse?

— Doctor, disculpe, no creí que alguien más entraría aquí — se levantó presurosa y apartando la silla de su camino, así tendría más espacio entre ese hombre y el escritorio a su espalda.

— No se preocupe, quería venir a verla — le sonrió de aquella manera tan encantadora que solo sucedía cuando estaba con el "moscorrofio", aunque no pudo ocultar su asombro, ¿desde cuándo se había percatado de su existencia? — Supe que usted colaboró en el trabajo que le mandé a Beatriz — el temor la invadió, ¿estaba ahí para despedirla?

— Perdone, sé que ella no debía decirme nada, pero no podía dejarla trabajando sola — el corazón se le aceleró a un punto insospechado — fui yo la que la obligó a decirme lo que pretendía hacer, no era mi intención que usted también estuviera al tanto — comenzó a temblar de pies a cabeza, colocando las manos en el filo del mueble para detenerse.

— Tranquilícese, no estoy aquí para reprenderla y mucho menos despedirla — como un acto insólito, que la chica interpretó como camaradería, sintió los suaves dedos de su jefe acariciándole la mejilla, provocando que Esmeralda se tensara bajo ese toque, casi podía escuchar la singular tonada de la novela, que solo se utilizaba para las situaciones más bizarras dentro de la historia.

— En... entonces, ¿qué hace aquí? — se aclaró la garganta sin quitarle la vista de encima, la distancia que le separaba de él empezaba a reducirse, aquellas manos fuertes que solo había tenido el placer de contemplar en la pantalla de su computadora, ahora las tenía sosteniendo su rostro como si fuera lo más delicado del mundo. Armando continuó acerándosele y la chica no dudó en cerrar los ojos.

— Esmeralda — le escuchó murmurar muy cerca de sus labios, se sonrió sin poder evitarlo — Esmeralda — repitió con la voz aterciopelada, la muchacha creía estar en el paraíso — Esmeralda — con gran lentitud fue abriendo los ojos y lo que encontró frente a ella, le hizo pegar un salto de susto, su perfecto sueño había sido cortado y toda su humanidad se vio recibida por el suelo junto a la mirada preocupada de una mujer con las gafas más espantosas sobre la tierra.

— ¡Betty! — con toda dificultad logró incorporarse, sobándose la parte de atrás de la cabeza, antes de reparar en las lágrimas que no dejaban de salir de los ojos de su amiga — ¿qué sucedió? — de inmediato la vio refugiarse en sus brazos y la mexicana rodeó a su amiga esperando por una explicación.

— El computador... yo no lo dañé — levantó una ceja tratando de regresar a la historia, ¿el computador dañado? — la junta directiva ya está reunida y no tengo el balance — ¿junta directiva? Estaba tardando demasiado en procesar toda la información, se separó de la economista hilando cada punto y se irguió luego de haber captado el mensaje, ya había sucedido el bloqueo de la computadora y ella se quedó dormida.

— ¡¿Qué haces aquí, entonces?! Vamos con el técnico — rápidamente tomó camino a la puerta de la oficina y se detuvo un momento — ya la llevaron allá, ¿verdad? — la vio asentir, pero seguía en su mismo sitio con la vista clavada en ella, soltó un suspiro y colocó sus manos sobre la cadera — ¿Qué pasa ahora, Betty?

— ¿Esme, usted hizo una copia de ese balance ayer, no es cierto? — consultó a su amiga, dejándola pensativa y con la mente trabajando lo más rápido que el sueño le permitía, se mordió el interior del labio y se lanzó sobre la bolsa en el suelo.

— Tú igual tenías una copia, ¿dónde quedó? — inquirió rebuscando entre el mar de cachivaches que cargaba, dejó caer el resto de su maquillaje en el suelo, ¿lo habría olvidado en la casa de Betty?

— Se dañó cuando el computador se apagó, intenté rescatarlo, pero la única manera de hacerlo es abriendo el CPU — la castaña levanto la mirada y con el temor en su rostro, se dirigió a la azabache.

— Pues tienes suerte, mi joven padawan — sacó el pequeño pedazo de plástico y metal de entre las hojas de su inseparable libro — te imprimo aquí las copias que necesites, así mientras tú estás en la junta, yo voy donde el técnico, espero que no le hayas dado tus claves.

La vio tensarse, logrando que la mexicana dejara caer los hombros, golpeó levemente su frente y se apresuró a darle la información que necesitaba. Una vez que la vio irse, retomó el camino hacia el ascensor de alguna manera debía impedir que ese hombre obtuviera lo que estaba buscando. Se apareció por el departamento de sistemas, cuando la jirafa solterona golpeaba a ingeniero, ¿en qué momento había sucedido todo eso?

Atropelladamente, las muchachas del cartel comenzaron a explicarle lo que había pasado con ese hombre, entregándole unas copias donde podía leerse "Balance Real", ¿no habían dejado ese informe en el computador de su casa? Lo leyó detenidamente, aquel era el resultado verídico sobre la situación de la empresa, lo abrazó contra su pecho y les pidió que la acompañaran en manada hasta presidencia, junto al computador de su amiga.

Horas después del incidente, tanto el ingeniero Ortiz, como el Dr. Olarte, fueron despedidos de sus puestos, dejando a la empresa bajo un sentimiento de pesadumbre y pena por los dos individuos, dado que su trayectoria en la empresa era de muchos años de servicio, sin embargo, la noticia más relevante de la tarde fue que la fea mayor había sido ratificada como asistente de presidencia y además tomaría las funciones de la vicepresidencia financiera.

Ser la guardiana de esa mujer la estaba acabando, no recordaba que fueran tantos problemas los que le causarían y ahora que los estaba viviendo en carne propia, no podía concebir la forma en que ella hubiera tenido la energía de soportar tanto maltrato. Al volver del almuerzo que tan merecido se tenían, regresó a la comodidad de su oficina, tallándose los ojos con pesadez en un intento de mantenerse despierta.

Aguardó varios minutos sin que su jefe se hubiera asomado si quiera en aquel lugar y la curiosidad le jugó en su contra, ¿no podía dejar de meterse en problemas? Negó sonriendo de lado y recordando un par de líneas que leyó en alguno de sus libros: Yo no busco problemas, los problemas, normalmente, me encuentran a mí. Con esas palabras en mente, se acercó hasta la puerta de presidencia.

Oyó cada uno de los puntos que tendrían un ajuste dentro de la empresa y se recargó sobre la madera sin poder creer que en verdad caerían en el endeudamiento de EcoModa, ¿es que Betty no había confiado en sus argumentos? A pesar de estarlo escuchando y que la castaña conocía la fórmula para evitarlo, no se creía capaz de romper con el curso de la historia, al menos no en esa magnitud.

Su presencia dentro de la novela ya era una completa variación, pero una cosa era ayudar a Betty a sufrir lo menos posible y otra muy distinta cambiar por completo el desarrollo de su aventura. Por otro lado, estaba disfrutando enormemente el poder desquitarse de la peliteñida, lo que no había podido hacer con sus compañeras de universidad, lo estaba logrando con esa mujer.

El sonido de la puerta al deslizarse la devolvió a la realidad y a toda velocidad, con un par de golpes en el camino, se situó en su lugar de trabajo antes de que el Dr. Calderón acudiera en su encuentro. Recibiéndolo con una sonrisa encantadora, simuló el dolor que le causó una de las sillas en la sala de juntas, casi se apresuró a mover los labios para que el sujeto no la mirara extrañado.

— Fue un día muy movido, ¿no creé, doctor? — acomodó los papeles que "revisaba" entre sus manos y así empezar a guardarlos en las carpetas, aquel hombre recogió su maletín antes de dirigirse a su asistente.

— Así fue, Esmeralda, es un alivio que ya estemos libre de ello — sin pensárselo, Mario le besó la mejilla del mismo modo en que ella lo había hecho el día anterior, no esperaba tener una reacción como la que tuvo y es que su rostro se encendió con violencia de un color rojo.

— Estoy de acuerdo — se mordió el labio, lo siguió con la mirada hasta que desapareció tras el portillo y soltó el aire que no sabía estaba conteniendo. Terminó de guardar sus cosas para poder irse con toda tranquilidad. De inmediato se dirigió a la presidencia, para encontrarse con Sofía, Bertha y Betty convocando a un 911, se acercó indiscretamente a sus amigas.

— Chicas, ¿a qué se debe la emergencia ahora? — sujetó su cartera desviando la mirada entre las tres mujeres.

— Betty necesita nuestra ayuda, va a acompañar a Don Armando a un coctel y debe verse presentable — alzó las cejas con sorpresa, un detalle más que se fue a la caja del olvido.

— En ese caso, debemos hacer la magia pronto — la castaña tomó el teléfono de Bertha y terminó de hacer las llamadas, unos minutos después, todo el cartel estaba reunido en la sala de juntas.

— Bien, muchachas, Betica está por regresar, fue por sus cosas y como no confío en el gusto que tiene para vestir, es mejor que nosotras elijamos lo que va a usar, además de ver si podemos arreglarle un poco el peinado — aseguró Esmeralda tan pronto Inesita entró al baño con un traje sastre del mismo tono que el suyo, aunque el anterior era de pantalón, frotó las manos entre sí recibiendo el apoyo del resto de las mujeres.

— Es qué me voy a desvestir acá, ¿enfrente de todas? — "vampirín comenzó a reírse de su chiste y la mexicana no dudó en hacerse de sus gafas.

— Fresca mija, que ninguna de nosotras va a contar lo que vio aquí — Aura María intentó calmarla con un comentario bien atinado, aunque la "fea" no dudo en responderle de nuevo. A petición de la señorita Galván y en contra de los deseos de su vecina, el capul sufrió un pequeño cambio, sin llegar a cortarlo, simplemente mejor peinado y casi inexistente en el rostro de la mujer.

— Betty, vas a tener que quitarte esas medias y deja de mirarme con esos ojos, que prometo llevarme toda tu ropa a la casa — levantó la mano a modo de juramento y con el tiempo encima, la obligó a deshacerse de ellas — Una cosa más, te presto mis aretes, son de oro, más pequeños y discretos que los que traes, te da un mejor estilo — le guiñó el ojo y procedió a hacer el cambio. Se sentía tan satisfecha con el resultado, hasta que su némesis se apareció por el lugar.

— ¿Qué pasa? ¿Y ustedes que están haciendo? — la mirada asesina de Sandra no se hizo esperar y la peliteñida no dudó en jugar con su cabello para ignorarla.

— Betty se está arreglando para salir — alzó el hombro para esquivarla, haciéndose poco a poco a un lado para unirse al resto del cuartel.

— ¡Ah! Betty se está arreglando — recorrió con los ojos a la pobre mujer, Esmeralda estaba esperando el momento en que comenzara con sus insultos.

— Sí, tiene un coctel con Don Armando — Sofía arremetió con fastidio y cierta satisfacción en la voz.

— Sí, ella.

— Y ¿esa ropa? No será de la empresa

— Sí, es de bodega, ¿por qué? — Inesita no se dejó amedrentar, respondiendo en el acto.

— ¿Tiene algún problema? ¿quiere que llamemos a Don Armando? — la mexicana tuvo que cubrirse la boca para no burlarse de la Fernández.

— ¿Es que acaso le parece que no está bien vestida para un coctel? — aquel fue el turno de Bertha, esa pobre mujer era una de las principales víctimas de la pelitelida por su peso. Se sonrió al recordar cómo es que la hacía escarmentar.

— No, no, no, ella sí está bien vestida — Patricia se fijó en su reflejo del espejo y miró despectivamente a la señora de Gonzáles — en cambio usted — hizo un mojín de burla antes de volver a mover su cabello con altantería — ¿Usted como es que se llama? Bertha, Beerthaa — concluyó su mofa de tal modo en que la denigraba con solo pronunciar su nombre.

Sin poder detenerse, la señorita Galván le arrebató el celular antes de que hiciera la supuesta llamada, colocándoselo en el oído y desatendiendo a los reclamos que la rubia desteñida le daba. Evidentemente no estaba realizando ninguna llamada, así que utilizaría su mismo guión para dejarla en ridículo.

— ¡Cathy! Hola, te hablo desde el teléfono de Patricia, tú sabes que es tan divina conmigo — comenzó con la voz más chillona de lo normal, tratando de imitar a Patsy Pats — sí, ya salgo para el "Le Noir", mira que me dejé el celular en el coche y me estoy dando una retocadita — le guiñó el ojo a modo de burla y huyendo de ella para evitar que le quitara el aparato — dile al Embajador que vaya pidiendo por mí, ya sabe lo que me gusta.

— ¡Devuélvamelo! ¡Le exijo que me lo regrese! — con un nuevo intento para hacerse de su celular, la castaña se lo dejó caer en las manos como si un papel desechable se tratara — ¡Deeesgraciadaaa!

— ¿Qué? Si te lo pedía prestado, no lo ibas a hacer, además... — simuló estarse quitando una pelusa de la blusa — Cathy estará encantada de que nos reunamos con el embajador, digo, por algo te estás arreglando — comenzó a guardar las cosas de su amiga dentro de la cartera que ella llevaba, se relamió los labios para después imitar sus movimientos y dirigirse al cuartel — ¡Listo! Estoy perfecta, ¿no les parece, muchachas?

La vio salir rumiando en su contra y llevándose lo poco que le quedaba de dignidad, el cuartel se soltó a reír a carcajada limpia, encabezadas por una castaña a la que le comenzaba a faltar el aire por la risa. Por un momento se dobló sobre el lavabo sujetándose el pecho y parte del estómago, respiró varias veces en un intento de aliviar el dolor, estaba segura de que ello no era a causa del jolgorio que provocó.

— Esme, mija, ¿se encuentra bien? — Inesita dejó a un lado la caja donde llevaba los zapatos que usaría Betty y la sostuvo con suavidad, apretó los dientes antes de asentir y les sonrió a sus amigas.

— Sí, Inesita, no se preocupe, reí tanto que me estaba quedando sin aire — miró con alivio como es que el resto de las chicas se calmaron, sobre todo Beatriz, no podía permitir que por un mal, ella tuviera que declinar de la invitación que le estaba ofreciendo Don Armando — Bueno, una vez aclarada la situación, poderos iros en paz, la misa ha terminado.

Luego de haber recibido el visto bueno de su jefe, Betty se fue tranquilamente con su amado, mientras que el resto del cuartel tomó camino a sus respectivos hogares, entre ellas, la castaña que aún sentía la molestia en la boca del estómago, con algo de suerte podría atribuirlo a un descuido de su alimentación, pero eso ya lo dejaría para otro momento, aquella noche le propondría una nueva apuesta a su inseparable amigo Nicolás.

*~*~*~*~*~*~*~*~*~*


Les he atrapado, sé que terminaron de leer el cap o se saltaron hasta el final xD  pero lo importante es que ésta vez escribí un poco más que de costumbre, estoy tan orgullosa de mi :')  por lo que confío en empezar a hacer los capítulos más largos a partir de ahora.

Espero un mensajito, un voto de confianza :B o lo que quieran dejar en ésta encantadora historia.

Les amo!! Ciao, ciao!

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