Los Cuentos de Príncipes sin...

Door LaJodidaAutora

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Sinopsis Erase una vez, en un mundo encantado donde la magia, los personajes fantásticos y los seres humanos... Meer

PRÓLOGO
"El Príncipe Rojo y el Gran Lobo"
"Sir Quinn de los Puercos"
"El Príncipe de las Nieves y los Siete Enanitos"
"El Príncipe de las Nieves y los Siete Enanitos" -Parte Final-
La Venganza del Príncipe Tritón
Ganadora del 1º Lugar Concurso LGTB
La Venganza del Príncipe Tritón -Parte Final-
La Leyenda de La Doncella Dragón
La Leyenda de La Doncella Dragón -2° Parte-
Ganadora por "Elección del público" en los Lgbtawards 2016
La Leyenda de La Doncella Dragón -3° Parte-
La Leyenda de La Doncella Dragón -4° Parte-
La Leyenda de La Doncella Dragón -Parte Final-
"El Niño y el Príncipe Bestia"
"El Niño y el Príncipe Bestia" - Parte 2
"El Niño y el Príncipe Bestia" - Parte 3
"El Niño y el Príncipe Bestia" - Parte 4
"El Niño y el Príncipe Bestia" - Parte 5
"El Niño y el Príncipe Bestia" - Parte 6
"El Niño y el Príncipe Bestia" - Parte 7
"El Niño y el Príncipe Bestia" - Parte 8
"El Niño y el Príncipe Bestia" - Parte Final
CUENTOS QUE... ¿NO TERMINARON?
¿QUÉ LEER MIENTRAS ESPERO LA 2° TEMPORADA?
¡YA DISPONIBLE EL LIBRO FÍSICO!
¿DÓNDE COMPRAR EL LIBRO EN FÍSICO?
¡CONÉCTATE CONMIGO!
Los Cuentos de Príncipes sin Princesas... ¡Parte 2!
LOS SIETE REINOS (Mapa)
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La Venganza del Príncipe Tritón - 2°Parte

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Door LaJodidaAutora


—¿Crees que tenemos suficiente agua dulce? —El capitán observaba a los marineros subir los barriles del vital líquido a la nave.

—Tomando en cuenta el tiempo que estaremos en Alta mar, es más que suficiente. En pocas semanas por la humedad del océano comenzará a podrirse...Así que es mejor llevar la cantidad justa y así ahorramos espacio. De todas formas el Ron y el Brandy no se pudren y mantienen felices a la tripulación...

—¡Sólo espero no tener que amarrar a todos los marineros para evitar que caigan al mar de las borracheras que agarran!

—¡Hay gente que no sabe beber! ¡Se merecen ahogarse entonces! —Clamó a gran voz Pol mientras sonreía.

Ultán, anotaba en una inmensa lista todo lo que requerían para zarpar. Tenían muchísima mercancía valiosa que debían entregar, pero para eso tenían que devolver al océano al "Dragón del Mar" y la nave no estaba en las mejores condiciones. Todos trabajaban afanados en distintas partes del barco para acondicionarlo, los hombres más fuertes ajustaban las velas y hacían mantenimiento de los mástiles, entre tanto otros raspaban los restos de conchas y cal del casco de la nave. Aun los más chicos limpiaban la cubierta y ayudaban a trasladar la mercancía hasta la bodega interna del "Dragón". El capitán Aldair se acercó a Ennis que venía junto a su hermano menor cargando un gran barril.

—¡Ennis! ¡Suelta eso! ¡Ven acá!

Al escuchar la voz del capitán que lo llamaba, soltó el barril y junto a su hermano se aproximaron a él.

—¡Mande, Capitán!

—Dime algo, Ennis, ¿cómo está mi huésped? ¿Pasó bien la noche?

—Pues...creo que no estaba muy acostumbrado al frio y está hambriento, pero al menos está bien. Aunque no nos dejó dormir en toda la noche golpeando las cadenas con todo lo que encontraba.

—¡Es un poco tonto, pero me gusta su actitud! Ve con tu hermano a la cocina y díganle a Fionnbar que le sirva un gran plato de lo mejor que tenga allí, como si fuera para mí.

—¡En seguida, Capitán! —Gritaron los chicos que corrieron a cumplir lo que se les encomendó.

Entretanto, Azaês había pasado la peor noche de toda su vida. Su cuerpo no estaba acostumbrado al frío ya que en las profundidades del océano la temperatura era más bien cálida. Sentía mucho cansancio y dolor, sobre todo en sus "piernas" ya que aún no se acostumbraba del todo a usarlas. Verse encadenado allí abajo en condiciones tan poco dignas para el otrora soberano de la Atlántida, era sumamente humillante y deprimente, además le atormentaba el hecho de que tenía muy poco tiempo para cumplir su misión y que mientras permaneciera encerrado allí sus esperanzas se desvanecían.

—Quizás debería aceptar la oferta de ese hombre, si me saca de aquí podría fingir obediencia hasta tener una oportunidad de escapar y retomar mi búsqueda. —Pensaba el tritón mientras se recostaba de la mohosa pared de la bodega.

En ese instante su nariz llegó a percibir un extraño aroma que le hizo incorporarse de inmediato. Esa mezcla de esencias despertaba su hambre y su estómago comenzaba a retorcerse desesperado. Cuando abrieron la puerta de la vieja bodega y vio entrar a los chicos con la bandeja de comida, por muy poco el hambriento tritón no logra liberarse de la cadena de la emoción.

—¿Qué es eso? ¡Lo quiero! ¡Denme de comer!

—¡Vaya que tienes hambre! —Sonrió Ennis mientras le extendía la bandeja de comida.

Azaês ni siquiera respiraba mientras tragaba a toda velocidad. Devoraba como una bestia las piezas de pavo y la guarnición de la bandeja que le trajeron los chicos. Ennis y su hermano Éamon reían al verlo comer de esa forma. En poco rato, el tritón sonreía satisfecho con la panza llena, la comida humana era algo sumamente exquisito y ya se había vuelto muy amante de la misma. Entonces el menor de los hermanos le extendió una copa de vino tinto y este la recibió con curiosidad.

—¿Qué es eso?

—¿Nunca has probado el vino? Es bueno para después de comer.

El curioso tritón tomó la copa y bebió su contenido de un trago. Al principio le pareció desagradable, pero cuando atravesó su paladar y sintió el dulce sabor del vino en su interior, le encantó. El licor le fue muy reconfortante y pronto sintió su divina calidez en su estómago.

—¡Quiero más de eso!

—¡No hay más, Keirán! La botella pertenece al capitán, sólo pudimos servirte una copa. —respondió Ennis sonriéndole.

—Keirán, deberías obedecer al capitán. ¡Si lo haces te dejará salir y podrás comer y beber todo lo que quieras! —comento Éamon.

—¡Es cierto! Además le agradas mucho al capitán, seguro va a concederte muchos privilegios. No a cualquiera le ofrece una porción de su comida y menos de su vino predilecto. ¡Eres muy afortunado al haber llamado su atención! ¡Seguro querrá que seas su compañero! Eso es un gran honor, Keirán.

—¿De qué hablan? ¿Ser su...compañero? No entiendo.

—Bueno, esteee...tú sabes... ¡le gustas! Claro que él no va a obligarte a nada que tú no quieras, puedes simplemente ser agradecido y servirle con el resto de la tripulación. Aunque, si tú le correspondes...pues...ya no tendrías que hacer los trabajos pesados y tediosos que todos hacemos. En cambio tendrás buena ropa, podrás comer y beber todo lo que quieras y tu aposento será el camarote del capitán. ¡De eso se trata que seas su compañero! ¿No es estupendo?

Azaês tragó seco y enmudeció al comprender lo que joven le había explicado. Hasta el vino que había probado se le revolvió en el estómago sólo de pensar en ser "el compañero" del engreído capitán. De inmediato volvió a su actitud orgullosa y altiva, he hizo una mueca de gran desprecio ante los jóvenes.

—¡Está loco! ¡Por nada del mundo haría una cosa semejante! Preferiría ser tragado vivo por el Kraken antes de siquiera pensar en algo tan asqueroso como eso.

—¡Keirán! ¡Al menos podrías ser un poco menos orgulloso y trabajar para el capitán! Él no es tan malvado como crees, de hecho es un buen hombre, todos aquí le respetamos y le tenemos gran aprecio porque ha hecho mucho por nosotros. A mi hermano y a mí nos salvó de una vida horrible de esclavitud, donde nos tenían antes nos trataban con crueldad y violencia, ¡y tan sólo éramos unos niños! Pero el capitán nos compró, pagó un alto precio en oro por nosotros. Y ahora le servimos, no por obligación, sino por agradecimiento. Si dejas de comportarte de ese modo él te liberará y hasta podría ayudarte a volver a tu casa.

Ennis y Éamon le hablaban en tono casi suplicante intentando hacerlo entrar en razón. Y aunque el orgulloso príncipe tritón despreciaba profundamente a los humanos, ya estaba fastidiado de estar encerrado en esa fría bodega...y quería seguir comiendo bien y bebiendo esa deliciosa cosa llamada "vino". Suspiró con fastidió y terminó cediendo ante la propuesta.

—¡Esta bien! Le serviré por un tiempo, hasta que pueda retomar mi camino ¡Pero que no se me acerque con ninguna otra intención o lo mataré!

—¡Buena decisión, Keirán! Le diremos al capitán que has decidido ser parte de la tripulación... ¡Y bien que necesitamos bastante ayuda! ¡Hay mucho trabajo que hacer para que "El dragón del Mar" regrese a la acción! —exclamó Ennis muy emocionado.

—¿¿¿Qué has dicho??? ¿El Dragón del Mar? ¿Ese barco anclado en la cueva es el "Dragón del Mar"? —El corazón de Azaês se estremeció al escuchar ese nombre.

—¡Si! ¡El barco más temido en más de cinco océanos! ¡"El Dragón del Mar" es toda una leyenda! ¡Y nosotros somos su bravía tripulación!

—¿Cuál es el nombre del capitán? ¿Cuál es? —preguntó consternado el tritón.

—¿Del capitán? No le llamamos por su nombre, sería una falta de respeto. Debes dirigirte a él sólo llamándole "Capitán".

—¿Pero sabes cuál es su nombre, Ennis? ¿Lo conoces?

—Su nombre es Aldair, Capitán Aldair.

—Aldair...

Su corazón se llenó de un odio intenso al pronunciar su nombre. Azaês sin saberlo ya se había topado con su gran enemigo, el hombre culpable de la terrible muerte de su hermana menor. Ahora tenía muchas más razones para salir de esa sucia bodega y culminar su terrible venganza.

—¿Sucede algo, Keirán? —preguntó preocupado Éamon al ver la expresión tan seria en la que se tornó el rostro de su amigo.

—Nada, chico. Díganle al capitán que quiero salir de aquí. Haré lo que me pida...

—¡Bien! ¡Así se habla!

Los muchachos salieron emocionados de la bodega a darle la buena noticia al capitán Aldair.

Entretanto, Mêstôr tenía el camino libre al trono de la Atlántida. Su hermano menor Euênôr permanecía encerrado en la profundidad de los calabozos del templo de Poseidón; mientras su padre se encontraba totalmente desconsolado tras perder a su hijo predilecto, el príncipe Azaês. Muy deprimido, el soberano del océano reunió a lo más selecto de su ejército, un grupo de guerrero atlantes fieros y de temible aspecto con el fin de hallar al rebelde príncipe.

—Quiero que encuentren al barco de ese asesino: "El Dragón del Mar". Mi hijo, el príncipe Azaês salió tras el en busca de venganza. Si le encuentran, maten a todos los que se encuentren allí, ¡no tengan piedad de esos malditos humanos! ¡Que todos conozcan la ira de los atlantes! Y si dan con el paradero del príncipe quiero que lo traigan con vida ante mí. ¡Le haré pagar por su desobediencia!

Los guerreros tritones asintieron y salieron de su presencia para iniciar nuevamente la búsqueda del misterioso barco. Poseidón apretaba con mucha ira e impotencia su tridente, sabía que existían muy pocas esperanzas de encontrar esa nave y menos a su hijo. Su hija Nerea tuvo la oportunidad de acercarse a su padre y tomándolo del brazo nadó a su costado para confortarlo.

—¡Padre! ¡A todos nos duele lo que ha sucedido! Pero no puedes dejar que el dolor nuble tu juicio como ocurrió con Azaês.

—Mi hijo, el principal de los príncipes de la Atlántida, convertido en un miserable humano. ¡Es una vergüenza! ¡Una deshonra! ¿Cómo pudo hacer algo tan abominable? ¿Acaso su sed de venganza le enloqueció, Nerea?

—¡O quizás alguien se aprovechó de él! Me temo que pudo haber sido manipulado por alguien que quería sacarlo del camino.

—¿De qué estás hablando, Nerea?¡Azaês no es ningún tonto como para que vengan a manipularlo! Sabía muy bien lo que hacía cuando entró a mis aposentos mientras dormía y robó la llave que colgaba en mi cuello. ¡No vengas a tratar de defenderlo!

—¡No trato de defenderlo! Sólo quiero que el verdadero culpable de todo esto sea detenido.

—¿Quién? ¡No busques más culpables donde no los hay!

—Pero...padre...

—¡Basta! ¡Sal de mi presencia! ¡No quiero escuchar más ese absurdo! Mis hijos se han extraviado, el reino está débil y dividido y aun el asesino de mi hija sigue con vida. Me siento completamente decepcionado de mi linaje...

—¡Padre! ¡No te expreses de esa forma! ¡Aún podemos salvar a Azaês!

—¡Largo! ¡No quiero escucharte más!

La princesa sirena tuvo que abandonar la sala. Fue entonces hasta el templo y allí con mucho esfuerzo buscó la prisión a donde encerraron al menor de los príncipes, pero los guardias le impidieron verlo.

—¿Qué pretendes, Nerea?

La sirena se puso muy nerviosa cuando se topó allí con su hermano. Este la miraba con odio, sabía que ella desconfiaba de él, pero aun así la princesa le plantó cara con valentía.

—¡Exijo ver a mi hermano, Mêstôr! ¡No puedes tener a Euênôr encerrado allí como si fuese un criminal!

—¡Lo es! ¡Él y Azaês se confabularon para llevar a cabo ese abominable acto de traición! Euênôr no merece ser parte del linaje de Poseidón, ni tampoco Azaês. Lo que hicieron en el templo fue algo realmente detestable...

—¿Y tú si eres digno de sentarte en el trono de la Atlántida? Hay muchas cosas que no concuerdan, Mêstôr. ¿Cómo pudo enterarse Azaês de la existencia de esa reliquia prohibida? ¿O cómo pudo realizar ese ritual sin conocimientos? Muy pocas personas tienen acceso a los secretos que allí están recluidos... ¡Y tú eres una de esas personas!

—¿Me acusas sin pruebas? Nerea, pensé que eras más inteligente. No importa lo que pienses de mí, soy el único apto para gobernar la Atlántida y reivindicaré el legado de nuestro padre. Deberías apoyarme en vez de perder el tiempo con ideas absurdas.

—¡A mí no me engañas, Mêstôr! Siempre envidiaste a Azaês, codiciabas su trono y su fuerza. Viste la oportunidad de sacarle del camino y apoderarte de su honor, pero estoy segura que él volverá a reclamar lo que le pertenece.

—¿Volverá? ¡Si lo intenta sólo conseguirá su muerte! Ya decidió su suerte, y no hay marcha atrás. Azaês ahora es humano y ya no podrá regresar al reino que abandonó.

Mêstôr le dio la espalda con desprecio a su hermana. Le pareció tan insignificante que sencillamente la ignoró, ya sus mayores rivales habían sido derrotados con poco esfuerzo, una simple sirena no significaba una amenaza ni para él ni para sus planes.

Cuando el capitán Aldair recibió la noticia de la buena disposición de Keirán para servirle, se emocionó muchísimo. Ordenó que fuese liberado de inmediato y que el experimentado Pol le ayudase a incorporarse con el resto de la tripulación. Desde su camarote le espiaba a través de una ventanilla mientras le veía trabajar en las duras tareas del barco. Ultán, preocupado por su amigo, no dejaba de intentar hacerle entrar en razón, pero Aldair se había enamorado locamente del extraño desconocido y no atendía a ninguna de las cosas que este le decía. El corazón del joven pirata estaba muy encaprichado con Keirán.

—¿No es Apuesto? ¡Jamás había visto un hombre tan alto y fuerte y al mismo tiempo con un rostro tan hermoso! Se parece a esas estatuas de dioses que hay en los templos. Sencillamente es único... ¡Tendré un compañero formidable! ¡Y le gustó! ¡Lo sé! Se hace el duro, pero sé que en fondo se derrite por mí...

—¡Aldair! ¿Cómo puedes estar tan seguro de eso? ¡No conoces a ese hombre! Yo no me como ese cuento de que perdió la memoria, algo trama, ¡estoy seguro de ello! ¡No debes permitir que venga con nosotros cuando zarpemos! ¡No sabes lo que puede planear!

—Ultán...Ultán...Ultán... ¡Siempre tan medroso y angustiado! Keirán no representa ninguna amenaza, es algo...obstinado y malhumorado, pero eso sólo lo hace más interesante. Se lleva bien con el resto de la tripulación y hasta ahora ha cumplido mis órdenes sin rechistar. ¿Qué peligro podría representar para nosotros?

—¡Podría tratar de matarte y apoderarse de "El Dragon del Mar"! ¿Quieres otra razón?

—¿Matarme? ¿Keirán? ¡Debes estar bromeando! Él será mi protector, con ese porte y ese carácter fiero no tendré que preocuparme de ningún enemigo. Será como leoncito domado una vez que acepte lo que siente por mi.—Aldair caminaba presuntuoso por la habitación con una copa de plata en la mano. Sólo de pensar en su adorado Keirán su corazón latía emocionado en su pecho.

Ultán se llevaba las manos a la cara con frustración. Era una pérdida de tiempo intentar convencer al capitán Aldair del peligro que le acechaba. Tendría que tomar el mismo el asunto en sus manos, buscaría una forma de deshacerse del peligroso naufrago de una vez por todas. Al salir del aposento del Capitán, convocó a los hombres de más confianza y les expresó sus inquietudes:

—¡Tenemos que proteger al capitán a toda costa! Muy en especial de sí mismo. Está muy encaprichado con el extraño naufrago y yo tengo mis sospechas sobre ese hombre.

—Keirán hasta ahora no ha dado razones para pensar mal de él. Es muy extraño, bastante orgulloso y muy tonto, pero se ha mostrado obediente estos últimos días...eso sí: ¡No lo dejen solo en la cocina! ¡Acaba con toda la comida el muy maldito! — Fionnbar reía al recordar los desastres de Keirán cuando entraba a la cocina de la nave.

—No creo que este fingiendo, Ultán. En realidad parece que no conociera nada de nuestras costumbres. ¡Anoche mismo hubo que enseñarle como ir hacer sus necesidades! ¡Es un completo salvaje! —comentó Pol muy enojado.

—¡Pues yo no me fío de ese hombre y ustedes tampoco deberían hacerlo! Por ningún motivo deben permitir que se acerque al capitán y mucho menos que estén solos, ¿quedó claro esto?

Los hombres asintieron y luego se retiraron a sus labores. El príncipe Azaês, ahora Keirán, limpiaba la cubierta con un trapejo. Esperaba con paciencia la oportunidad para cumplir su venganza, sabía que en dos días zarparía la nave y en altamar le sería más fácil huir luego de asesinar al capitán. Mientras tanto, se ganaba la confianza de la tripulación y del enamorado Aldair, que no dejaba de rondarle y procuraba hacer cualquier cosa para atraer su atención. A Keirán le costaba contener el odio que sentía hacía él, más de una vez estuvo a punto de matarlo con sus propias manos, pero permanecía rodeado de sus hombres bien armados, por lo que se contenía.

Aun a pesar del odio y del desprecio que sentía por los humanos, no podía evitar sentir simpatía por los jóvenes hermanos Ennis y Éamon quienes siempre estaban cerca de él para ayudarle en sus labores y enseñarle todo cuánto sabía sobre ser marineros. Fionnbar era también muy amistoso a pesar de su aspecto tosco y su hablar fuerte, y aun Pol y el resto de los viejos piratas de "El Dragón del Mar" comenzaban a parecerle menos odiosos al orgulloso tritón.

Pero había algo que atormentaba su corazón: Toda la tripulación hablaba con respeto y mucha admiración de su joven capitán. Contaban de sus hazañas en altamar, decían que era temerario y muy osado. Incontables fueron los pillajes, saqueos y terribles abordajes que hicieron bajo su mando a muchos barcos, pero, algo muy poco común en un pirata era su nobleza, ya que de alguna forma había ayudado a sus hombres en diferentes situaciones ganándose por completo su lealtad incondicional. ¿Cómo era posible que este hombre fuese el mismo que causó la muerte de su hermana? El príncipe Azaês buscaba la forma de conocer más la historia de la captura de Gadiira, pero en ningún momento nadie mencionó nada sobre ese asunto, era como si tal cosa nunca hubiese acontecido en ese barco.

—¡Pero no puedo estar equivocado! ¡Gadiira estuvo en este barco prisionera! Aldair fue quien la capturó y la retuvo aquí, ¡no sé cómo, pero él lo hizo!

Las dudas golpeaban su corazón, más cuando contemplaba discretamente al presuntuoso capitán, que lejos de ser un hombre déspota y malvado, era alguien amable que siempre estaba sonriendo y cuidaba del bienestar de la tripulación como si fuese su familia. Aun de él, que era un completo extraño, Aldair le trataba con dignidad, aunque a veces era más bien demasiado "empalagoso" colmándolo de demasiadas atenciones y regalos. Keirán debía pasar la mayor parte del tiempo escondiéndose del enamorado capitán.

Fue hasta que le enviaron a la vieja bodega del barco a descargar mercancía, que todas las sospechas del tritón se hicieron ciertas: Contempló con horror aquella enorme "pecera". Casi oculta en muchas cajas de madera, barriles y sacos apilados, apenas era visible en el fondo de ese polvoriento lugar. Keirán se acercó muy conmovido al cristal y le parecía ver a su hermana tratando de sobrevivir en ese reducido lugar. El contenedor estaba seco y muy lleno de polvo. Quitó las cosas que estaban a su alrededor y una gran alfombra que pretendía cubrirlo, y en ese momento notó unas hebras de cabello dorado intenso que permanecía en el fondo de la pecera.

—Gadiira...—Lloró al recordar a la sonriente y feliz sirena de cabellos dorados y brillantes como el sol.

Entonces su corazón se inflamó de odio, todas sus dudas se disiparon y el deseo de venganza le consumió nuevamente.

—Ya no me importa si muero en el intento, voy a vengar tu muerte hermana, ¡voy asesinar a ese maldito de Aldair!

Y no pasó mucho tiempo antes de que tuviera la oportunidad que esperaba: En la mañana siguiente, mientras trapeaba la cubierta, sintió la mirada intensa de Aldair a sus espaldas. Le era realmente insoportable tenerlo cerca, pero en cambio, el testarudo capitán parecía no advertir el odio que emanaba de la mirada del tritón y se empecinaba en atraer su atención de cualquier modo.

—¡Keirán! ¡Qué bueno que te encuentro por acá!

—¿En qué puedo servirle...capitán? —masculló entre dientes el tritón.

—Estaba pensando...Keirán...zarparemos mañana, será un viaje sin mucha algarabía ya que sólo iremos a llevar la mercancía a la isla de Haad, que a sotavento son como 3 semanas, quizás menos, si el clima nos favorece. Llegamos allá, entregamos la mercancía, nos surtimos de provisiones y armamento y luego regresamos con nuestros barriles repletos de oro. ¡Nada complicado! Pero...siempre hay imprevistos: "El Dragón Mar" tiene muchos enemigos, cuando estos se enteren que regresamos a la acción pueden querer atacarnos. Humildemente puedo decir que los siete reinos que comparten este mar están sobre nosotros...en especial, quieren mi cabeza. Por este motivo cada hombre en esta nave debe saber empuñar un arma y proteger nuestra valiosa carga y a su capitán. Esto te incluye a ti, mi querido Keirán...

El tritón le miraba con desprecio. Aldair, siempre confiado y presumido se acercó a él y le extendió una espada, Keirán se sorprendió con este gesto.

—¡Vamos, Keirán! Supongo que ese tamaño y esa fuerza se pueden emplear en algo más útil que trapear la cubierta. ¡Atácame! ¡Quiero ver de qué estás hecho!

Al escuchar esto, el tritón le arrebató la espada y se fue contra el confiado Aldair, pero el humano era mucho más hábil de lo que se esperaba y Keirán, por el contrario, no estaba acostumbrado a manejar ese tipo de armas. El pirata aventajaba por mucho a su contrincante, era rápido, sagaz y muy diestro con la espada, entretanto el príncipe tritón era torpe y no entendía muy bien como atacarle.

—Pareciera como si nunca hubieses usado una espada. ¡Me decepcionas, Keirán! Se supone que debes protegerme. —comentó riendo Aldair a su consternado rival.

Entonces Keirán completamente enfurecido, arrojó la espada con desprecio y tomando nuevamente su trapejo se acercó amenazante con este a Aldair. En ese momento ya la tripulación les rodeaba y gritando en alta voz aupaban a su capitán para que le diera una lección al soberbio tritón.

—¿Soltaste la espada para atacarme con el trapejo? Bueno, ¡si no logras matarme al menos me dejarás bien limpio! —Se burlaba Aldair mientras sus hombres le animaban.

Pero Keirán no estaba jugando, con sus propias manos partió como si fuera pan mojado el trapejo, quedando una punta afilada al final del palo de gruesa madera. Las armas que solían usar los guerreros tritones eran los largos y pesados tridentes y unas lanzas semejantes a los arpones de cacería. Estas armas eran inmensas y muy pesadas, hechas de oricalco, sus puntas afiladas eran letales contra cualquier clase de enemigo pudiendo penetrar aun aquellas bestias acorazadas o de escamas muy gruesas. El príncipe tritón sujetó el palo del trapejo a modo de arpón y estaba tan furioso en ese momento que pretendía a atravesar el corazón de Aldair sin importarle que estuviese rodeado de sus hombres.

Aun a pesar de la latente amenaza, el joven capitán sonreía y le caía en gracia la actitud furiosa de Keirán. Desestimó una vez más el peligro y se fue al ataque, pero esta vez no se le hizo tan sencillo, el tritón esquivaba sus golpes con aquel simple palo y llegó a rozarle un costado de la cadera con la afilada punta. Al ver esto se emocionó mucho más como si de un juego se tratase.

—¡Entonces si eres un guerrero después de todo! Salvaje, muy fuerte y sobre todo hermoso, ¡definitivamente eres mi hombre, Keirán! ¡Me encantas!—Le gritaba a viva voz Aldair haciendo enfurecer aún más a su orgulloso oponente.

—¡Voy a matarte! ¡Humano despreciable!

Keirán se abalanzaba contra el capitán con gran furia lo que hizo que Aldair le tomara en serio esta vez. Por muy poco lograba esquivar al guerrero tritón que le embestía con aquella curiosa arma. El joven capitán no quería hacerle daño a su oponente, así que sólo podía evadir sus golpes, pero en cambio Keirán lleno de odio se iba sobre él intentando herirlo en cada ataque. Cuando en un momento de la lucha el filo del arma del tritón rasgó el chaleco de grueso cuero del pirata, este se percató que la amenaza era en serio e intentaba detenerle.

—¡Creo que ya has probado lo fuerte que eres, mi querido Keirán! ¿Qué te parece si dejamos de jugar y nos sentamos un rato a beber ron?

—¡Yo no estoy jugando! ¡Me tienes harto! ¡Voy a matarte!

—¡No hables así, Keirán! Voy a empezar a pensar que no me quieres...—Le gritaba Aldair que nunca perdía su buen humor.

En ese instante el tritón arremetió contra Aldair; le golpeó con su enorme brazo en un costado haciéndole tambalear y caer frente a él. Entonces levantó su arma con el fin de atravesarle el pecho, y de no ser por la rápida intervención de Ultán, le hubiese aniquilado allí mismo. Keirán sintió el filo del sable del hábil contramaestre en su garganta, lo que hizo que soltara el palo de madera rota que usaba de arma.

—¡Sabía que eras una rata traicionera! ¡Pretendías matar a nuestro capitán y apoderarte de la nave! ¡Confiésalo!

—¡Ultán! ¿Qué estás haciendo? ¡Sólo fue un juego! Keirán sería incapaz de hacerme daño... ¿No es así, Keiran? —Aldair se acercó preocupado al tritón que permanecía en silencio bajo el sable de Ultán.

—¿Hasta cuándo serán tan ciego como para no ver que él te odia? ¡Todos aquí vimos que trataba de matarte menos tú! ¡Abre los ojos, Aldair! ¡Ese hombre es un traidor!

El capitán se sentía muy consternado con las palabras de su amigo. Con su mano quitó el filo del sable que amenazaba la garganta de Keirán y se inclinó a él para ver sus ojos. Mirándole con tristeza le preguntó la verdad:

—¿Es cierto, Keirán? ¿Tratabas de matarme?

—Si...—respondió con odio el tritón.

—¿Pero qué te hecho para que me odies tanto?

—¡Porque por tu culpa murió mi hermana! ¡Tú la mantuviste cautiva como un maldito trofeo! Ella perdió su vida sólo por tu tonto capricho de tenerla como mascota. Eres un monstruo, ¡Y yo voy vengar su muerte!

—¿Tu hermana...? —Aldair se sintió muy confundido por sus palabras, en un principio no comprendía a qué se refería, hasta que miró más profundamente sus ojos. Ese color turquesa tan especial en los ojos de Keirán ya los había visto antes...en la hermosa sirena.

Antes de que el joven capitán pudiera reaccionar, Ultán lo apartó del furioso tritón. Entre varios le sujetaron y le amarraron con unas gruesas cuerdas de fibra y le arrastraron hasta una de las celdas de "El Dragón del Mar". Le mantendrían prisionero allí hasta ajusticiarlo a la manera de los piratas, una vez que la nave surcará el océano al amanecer.

CONTINUARÁ...

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