Observe por la mirilla de la llave de mi puerta como mis padres discutían con mi hermana mayor. Ella parecía tan desesperada, se agarraba la cabeza y negaba repetidas veces. No alcanzaba a escuchar lo que estaban hablando. Sus palabras eran murmullos y apenas llegaba a la mirilla por lo que menos podría escuchar por el agujero. Mis piernas temblaban y me dolían las rodillas.
Mi madre saco una maleta del cuarto y avanzo hasta la puerta. ¿Nos iríamos de viaje? ¿Porque no empacaron mis cosas también?
Corrí a sacar mi mochila de las princesas de Disney y corrí a buscar un vestido con unos zapatos. Guarde también mi peluche, porque sino me daba miedo en la noche y corrí hacia la puerta. Donde ya había escuchado como se encendía el auto. Trate de bajar lo mas rápido posible las escaleras pero mis piernitas no me dejaban.
— ¡Espérenme!—grité. — ¡Mami, papi!
Mi hermana me alzo en sus brazos y camino para arriba nuevamente. ¿Que estaba haciendo? ¿Porque no corría hacia papa y mama? Se podrían ir sin nosotras.
— ¡¿Qué haces?! Suéltame. Nos dejaran atrás.
Lagrimas caían por mis regordetas mejillas. Nos iban a dejar sino salíamos pronto.
— Ya se fueron. Deja de gritar o despertaras a tu hermana.— Me regaño mientras me llevaba a mi cuarto.
Me puso pijama y me entrego mi peluche. Lo abrace con fuerza apenas me lo tendió y moje con mis lagrimas su cara.
— ¿Volverán, cierto?
Mi hermana miro hacia la ventana y trago saliva sonoramente. No parecía muy segura de responderme.
— Si, cielo. Volverán pronto.