❝ You're not my family, right? ❞
Primero de septiembre había llegado y con ello el regreso a Hogwarts o bien, para algunos, su inicio a este. Como todos los años una familia de pelirrojos y azabaches caminaba por King Cross dispuestos a llegar al edén donde el tren escarlata los llevaría a su hogar como todos lo consideraban. James Sirius, el mayor de los hijos del matrimonio Potter-Weasley arrastraba su carrito junto a su primo y buen amigo Fred Weasley II. Los dos ya planeando las travesuras que este año realizarían junto con los otros Merodeadores, como se habían apodado desde primero, el mayor sabía que ese sería su último año en el castillo y no había mejor manera de despedirse que haciendo del castillo su juguete, y por ende las mejores bromas ya habían sido planeadas con antelación. Ambos dejaron de reír y cada uno cruzo por la pared, donde lo primero que pudieron ver al otro lado fue varios carritos, estudiantes y padres que se despedían de sus hijos, algunos con emoción y otros con nostalgia de verlos irse.
Fred golpeo el hombro de su primo y se separó de él para buscar a su familia, algo un poco complicado cuando había miles de personas en aquel sitio, sus ojos escaneaban a cada persona que no se fijó cuando su carrito golpeo con el de otra persona, una suave voz comenzó a maldecir y eso atrajo la vista del morocho quien olvido por completo el accidente.
— Wow... —exclamó— No eres familiar mío, ¿cierto?
— Puedo estar un 99,1% que no, dando gracias a Merlín. —respondió la pelirroja con molestada y diversión en su voz, el muchacho río y se agachó para tomar unas dos maletas que habían sido tiradas a causa del choque de los caritos.
— Soy Fred Weasley II. —se presentó el morocho.
— Isabelle Bennett. —dijo la chica, quien, recibió la mirada sorprendida de Fred.
— Eres hermana de Alexander y Stefan Bennett. —la pelirroja asintió con la cabeza mientras una sonrisa de autosuficiencia se posaba en su rostro, característico de una serpiente. Pensó el morocho.
— Bueno Fred debo irme —comentó—, fue un placer conocerte, supongo. —beso la mejilla del nombrado y siguió caminando, la mirada de Fred la siguió hasta que vio cómo se encontraba con Alec.
Fred tenía que admitir que Alexander Bennett no era para nada alguien a quien soportará; prepotente, orgulloso, astuto y un idiota, adjetivos que Fred le catalogada a un Slytherin, a excepción de su primo que fue seleccionado a esa casa, por desgracia, el pequeño Albus fue expuesto a varias burlas por parte de todos sus familiares luego de que este fuera seleccionado a la casa de las serpientes, al menos es una de las pocas serpientes que no son despreciables.
El aludido seguía mirando a los dos hermanos hasta que el mayor le hecho una mirada y sonrió como si fuera la mejor cosa del mundo, el morocho rodó los ojos y siguió con su camino hasta encontrarse con las cabelleras rojas de su familia, bueno rojas, azabaches y rubias. Los Weasley ahora no sólo eran la familia de pelirrojos.
Por otro lado, Isabelle había mirado a su hermano y este la abrazo por los hombros mientras caminaban hacia sus padres que estaban a un lado despidiendo al menor de los Bennett, la pelirroja se detuvo junto a su carrito y miro a sus padres con cierto recelo, la mujer camino hacia ella y beso su frente, ella entendía la frustración que sentía Isabelle, ella la sintió cuando sus padres la obligaron a ir a Hogwarts en lugar de Beauxbatons para su intercambio, solo que esta vez la chica no iba a un pequeño intercambio, odiaba ver a su hija así pero la decisión ya había sido tomada, la chica se alejó de su madre y ahora fue su padre el que se puso frente a ella.
— ¿Lista para tu primer año? —preguntó
— Técnicamente es el quinto. —contestó— Todo esto es patético, todos ellos, aun no sé por qué tu emoción por venir a Hogwarts. —exclamó mirando a su hermano quien soltó una risa ante la respuesta de su hermana, su padre rodo los ojos e intento darle un abrazo que la chica negó.
— ¿Hasta cuándo estarás molesta?
— ¿Podre regresar a Salem?
— No.
— Entonces lo estaré hasta que regrese, adiós.
La pelirroja sacó al gato de su caja y camino con el hacia el tren, subió evitando topar con algún estudiante y busco algún cubículo vacío, para su mala suerte la mayoría ya estaba siendo ocupados, siguió con su búsqueda hasta por fin hallar un cubículo vacío, este estaba al final del pasillo, una sonrisa se extendió por su rostro, abrió la puerta y se sentó. Miraba por la ventana como cada vez sólo quedaban padres, el tren comenzaba a llenarse y unos minutos después este salió de su estación rumbo a su único destino, Hogwarts.
Isabelle soltó un suspiro a sabiendas de lo que le esperaba, ya se había resignado a la idea desde que envió su carta de respuesta, no tenía otra opción, aunque en realidad había sugerido a su padre la idea de ir a Beauxbatons, sabía que también seria negada esa idea, pero nada perdía con intentar un poco, saco la carta de su bolsillo y susurro unas palabras para ver como esta se quemaba entre sus manos. Sonrió cuando el fuego se extinguió, pero su sonrisa no duro mucho pues la puerta de su compartimiento se abría mostrando una cabellera azabache.
— Hola... —saludó tímidamente— ¿Podríamos sentarnos aquí los demás vagones están llenos y....?
— Claro, pasen. —respondió la muchacha resignada a tener que compartir el vagón. El chico sonrió y por la puerta paso él junto a una pelirroja y un rubio platinado, el cual supo enseguida que era un Malfoy. Stefan le había dicho que aquella familia de platinados eran los Malfoy, una familia sangre pura.
— Mira Albus, de seguro es familiar tuyo. —comentó divertido el rubio.
— Imposible. —respondió el azabache y comenzaron una pelea entre ellos dos. Isabelle sintió una pequeña molestia cuando ambos hicieron eso, pero decidió dejarlo pasar, la pelirroja que había entrado con ellos y que estaba sentada al lado de Isabelle la miró y sonrió.
— Soy Rose Weasley —se presentó—, el azabache es mi primo Albus Potter y el rubio Scorpius Malfoy. Disculpa los modales de las cavernas que tienen esos dos.
— ¡Oye! —se quejaron ambos y la muchacha por primera vez rio, su padre, en uno de sus tantos intentos por convencer a su hija del cambio aseguro que los alumnos eran amables y simpáticos, Isabelle sabía que no era tan cierto eso, pero al menos aquellos tres parecían serlo, sin embargo, era muy pronto para decirlo.
— Soy Isabelle Bennett. —se presentó y los dos chicos de no ser porque tenían la mandíbula sujeta a su cabeza de seguro ya se hubieran caído y sus ojos igual hubiesen salido de sus orbes. Por otra parte, Rose sonreía aún más.
— ¡Eres hermano de Alec! —exclamó emocionada Rose, recibiendo una mirada severa por parte de Scorpius— No me mires así hurón.
— ¿Acaso tiene algo de malo? —preguntó la muchacha a lo que los tres negaron con la cabeza.
— Para nada es solo que... —dijo Rose acercándose más como si fuera a decir un súper secreto que nadie más debía escuchar— Fue el primero en vencer a James en Quidditch tres veces en el año pasado, Slytherin se llevó la copa de Quidditch gracias a tu hermano.
— Imagínate como se puso en casa. —comentó el azabache con notable irritación en su voz,
— Pero fue increíble ver la cara de todos esos leones. —dijo divertido Scorpius quien recibió un golpe de Rose.
— No es tu primer año, ¿cierto? —preguntó Albus ignorando el comentario de su amigo.
— Voy a quinto. —respondió
— ¿Por qué te has cambiado? —volvió a preguntar, entonces Isabelle volvió a sentir el enojo y frustración dentro de ella.
— Eso es privado. —respondió y el chico desvió la mirada ante el tono de la respuesta, quizás aquella no era la mejor forma de tratar a alguien, pero ella era así la mayor parte del tiempo, con un pequeño susurro se disculpó y el azabache volvió a sonreír, Rose para dejar la incomodidad de la situación comenzó a hablar con la chica y por supuesto a hacer preguntas siendo la más importante; ¿En qué casa quieres quedar? Cuando su hermano mayor había ido a Hogwarts esta había leído todo un libro sobre la historia de este lugar y allí había visto que los estudiantes eran seleccionados por un sombrero.
Estaba la casa de los leales y trabajadores Hufflepuff, la casa de los inteligentes e ingeniosos Ravenclaw, los astutos y orgullosos Slytherin y por último los valientes y osados Gryffindor.
Al día siguiente de la partida de su hermano, una carta había llegado informando que había quedado en la casa de las serpientes al igual que su padre y años después pasaría lo mismo con su hermano menor. Los hombres de la familia habían sido serpientes. Ahora Isabelle se enfrentaría a la elección y sus hermanos, tanto como sus padres sabían que sería enviada a la casa de las serpientes. Su casa en Salem era Parris, la cual era considerada la de magia negra, los magos que eran seleccionaos a aquella casa comúnmente tenían las cualidades que un Slytherin poseía para ser seleccionado ahí e Isabelle cumplía cada uno de los requisitos.
La pelirroja muy en el fondo también esperaba quedar en la casa de las serpientes, Slytherin siempre le había parecido lo más semejante a su casa en Salem, además de que sus hermanos estarían ahí con ella, incluso aquellos dos agradables chicos, Scorpius y Albus estaban en la casa de las serpientes, tenía más apego por ellos, mientras que Rose era una leona y a veces un poco insoportable.
— Deberías cambiarte. —dijo Rose, Isabelle asintió y de una maleta sacó su uniforme, caminó detrás de Rose hasta los baños y allí pudo cambiarse, ella admitía que el uniforme era algo soso, pero se acostumbraría, terminaría haciéndolo quiera o no.
Salió del baño y se arregló la ropa frente a un espejo, soltó un suspiro y caminó de nuevo a su compartimiento, tomó a su pequeño gato y caminó hacia la parte de atrás para colocar al felino en su caja, Stefan le había asegurado que este apareciera en la casa donde fuera seleccionada. Regreso al compartimiento y espero a que el tren se detuviera, los chicos fueron los primeros en salir del compartimiento emocionados, detrás de ellos fue Rose y por último luego de lanzar varias maldiciones salió Isabelle, los estudiantes se movían a través de los pasillos del tren hacia la salida, entre ellos encontró a su hermano menor quien la guio hasta donde estaba el guardabosque, Stefan explico que debía que ir con los de primer año en los botes, tendría que atravesar el lago negro.
— ¿Algún niño se ahogó alguna vez? —preguntó Isabelle y Stefan sonrió mientras negaba con la cabeza.
— Eso sería una tragedia.
— Pero sería una historia interesante.
— Eres rara, debo irme, no seas la primera en ahogarte.
En otro lugar, James quien bajaba recién bajaba del tren riendo a carcajadas se detuvo cuando a lo lejos vio una cabellera pelirroja que hablaba con Hagrid, al principio pensó que sería una de sus primas, pero desistió cuando vio unos ojos verdes y una sonrisa que no había visto antes.
— Muévete Potter. —exclamó Evan Sanders empujando a James quien simplemente no hizo nada por estar concentrado viendo a la chica. James fue arrastrado hacia una de las carrozas, antes de subir a una de ellas regreso a ver a la misteriosa pelirroja para observar cómo caminaba hacia los botes.
— ¿Qué miras? —preguntó Fred, pero el chico negó y subió a la carroza que los llevaría directo al castillo, en la cabeza del azabache no desaparecía la imagen de aquella chica, la curiosidad estaba carcomiéndole y quizás fue esa la razón por la que el viaje al castillo fue más corto que de costumbre. El azabache se dirigió hacia el gran comedor y se sentó en la mesa de los leones junto a su primo Fred y comenzaron a hablar, pero él seguía sin poder sacar de la cabeza a la bonita pelirroja que vio con Hagrid. El gran salón se había llenado y después de un pequeño silencio las puertas se abrieron y entraron todos los de primero, James busco a la pelirroja hasta que la encontró en medio de dos niños iguales, quien sonrió ante algo que dijo uno de ellos y por ende hizo sonreír a James.
El sombrero comenzó a cantar la canción de bienvenida, donde mostraba e indicaba cada casa, pero James ignoró todo lo que sombrero decía, pero, ¿cuándo James Potter prestaba atención a esta?
Isabelle miró a Adam uno de los gemelos con los que se sentó en el bote, este subió a la silla y el sombrero se posó en su cabeza, el sombrero al igual que con su hermano lo envío a Ravenclaw, este bajo y sonrió a la pelirroja. La selección había acabado con un último niño que fue a Hufflepuff, ahora solo quedaba ella.
— Pocas veces recibimos nuevos alumnos para cursos superiores, pero sabemos que no nos decepcionaremos de recibirla... —murmuró el profesor Longbottom quien había sido el encargado de nombrar a cada uno— Isabelle Bennett.
La pelirroja dio un suspiro antes de subir por las escaleras y sentarse, sus ojos se pasearon por todo el comedor hasta que ellos se posaron en un morocho que lo saludo con una gran sonrisa y un movimiento de mano, que la hizo sonreír. Sus ojos se posaron finalmente en la puerta del gran salón, no quería demostrar que sentía nervios, algo que muy pocas veces sentía.
Hum... Curioso, eres toda una caja de sorpresas. Todavía recuerdo a tu padre, astuto y orgulloso Slytherin y tu madre una valiente y testaruda Gryffindor. Tú eres distinta, podrías encajar en cualquiera de las casas, tu inteligencia, astucia, orgullo, lealtad y valentía hacen de ti una persona única, creo que no llegaría a toparme con alguien como tú, Isabelle Bennett. Tienes un gran poder, grandes cosas te esperan y a pesar de que no pueda saber que será de ti en la casa que he decidido, sé que será la indicada, lograrás grandes cosas. Suerte y bienvenida a...
— ¡Gryffindor! —gritó el sombrero.
— ¿Qué?