Siempre ángeles © ✔️

By kevincronwell

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Esta historia es desde aquí en adelante un fenómeno que describe así los cuentos de hadas como obras dónde si... More

Sinopsis
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Epílogo
Agradecimientos

Capítulo 7

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By kevincronwell

Dolor; percepción sensorial localizada y subjetiva que puede ser más o menos intensa, molesta o desagradable y que se siente en una parte del cuerpo; es el resultado de una excitación o estimulación de terminaciones nerviosas sensitivas especializadas. Básicamente en el ano, aproximadamente.

El trabajo termino por dejarlo caer en el precipicio de los olvidos y Damien y yo respiramos hondo tras tener sexo. Ambos al acabar nos miramos a los ojos y actuamos como si no hubiera pasado nada teniendo en cuenta de que la cama se había convertido en danger zone y que nuestros sudores colmaban el vaso.

Fue recoger mi ropa, vestirme, coger mis cosas de clase y bajar hasta el pasillo de la puerta principal. Por su parte, Damien se colocó una toalla alrededor y bajo hasta la puerta para despedirnos. Miraba al suelo cada segundo y luego se paso las manos por sus pectorales marcados y sudorosos esperando una respuesta de mi parte.

Anhelado y después de haberme roto el trasero, le miré a los ojos y le di un beso en cada mejilla. Me sujete a la tira de la mochila y me abrió la puerta lentamente.

—Nos vemos mañana, Cat.—anheló detrás de mi con una voz temblorosa. Me giré y asumí con la cabeza. El mientras sonrió y cerró la puerta con una palmada en el cante. Era todo extraño pero a la vez intenso. ¿Quien dijo que ambos íbamos a tener algo más que sexo? Era como si el cuento hubiera dado la vuelta a la historia.

Dos ángeles en busca de jugar con las travesuras, de surcar las esponjosas nubes y viajar a través de una serie de arcos que cambiarían el cauce de un amor lleno de baches tóxicos y miradas oscuras. Quien lo diría... estaba ante la cima de un amor verdadero pero mi corazón estaba atrapado bajo una espesa cadena; mi confianza.

Toda esa adrenalina vivida aquella tarde y casi noche no fue explotada como el jugo de un limón hasta el día siguiente cuando en el recreo me había juntado para desayunar con Melody que no había aparecido hasta las tres primeras horas ya que tenía problemas personales.

Fue como un torbellino pues al sentarme había sacado su parte del trabajo y me miró con las manos abiertas para ver lo que hice con Damien. Y de no ser por mentir, acabé sacando un sandwish de crema de cacahuete. Melody arqueó la ceja y guardo sus apuntes en la carpeta nuevamente y se cruzó de brazos algo misteriosa.

—¿Sabes que hoy se entrega el trabajo?—puso morros pero aún así seguía sin darle explicaciones. —Cat, si no tienes nada, vas a suspender.

—¿Y que mas da? no será el único en todo el curso, habrán más.—asumí con riesgo a llevarme un cero y vi pasar a Damien con su pandilla. Alzó un gesto de saludo y yo a su vez le guiñe un ojo mientras daba un bocado.

—¿Me he perdido algo?—bajo mi sandiwsh y me hizo mirar a los ojos. —Explícame con peros y señales, ¿que hiciste en el trabajo? no me lo digas, os estuvisteis toda la tarde jugando a juegos de ordenador ¿cierto?

—Sinceramente, no.—recalqué. —Solo hablamos y bueno me enseño su casa, nada más que pasó eso.—ladeaba la cabeza intentando no meterme en graneros.

—La casa...¿acaso tiene pases a otras salas tipo Hogwarts? Cat te noto raro, es como si no me quisieras contar con detalle que hiciste en su casa. De seguro tenía una escopeta y un cuarto oscuro para jugar con sus víctimas.

—Ojala hubiera cuarto oscuro...digo, que estaría guay tenerla para así dar acción y vida al a casa, pero para otro tipo de cosas.—sonreí torcidamente.

—¿Un cuarto con juguetes sexuales tipo Grey?—río y luego freno la risa en seco dando a idea algo que podía ser la respuesta que ella esperaba. —Un momento, ¿jugaron con juguetes sexuales?

—¡No! mira Melody no jugamos a nada de eso, solo tuvimos...—moví la mano como su fuera un rodillo pero seguía en blanco. —En resumen, el, yo, cama, desnudos, media hora, fin.—me volví a sentar y seguí comiendo.

—Te juro que tienes un gusto...que sigo sin comprender.—miró al suelo renegada tras saber que Damien y yo habíamos tenido sexo. —Y...por curiosidad ¿Damien daba bien o tu le dabas a el?—se pasó un mechón de cabello tras su oreja derecha para escuchar mejor.

—Eso ni te incumbe.

En ese momento reaparece Damien saliendo de un sendero hasta nosotros. Melody me dio un codazo y se separo a escasos centímetros de mi para marcar espacio. Yo como un gordo y con el sanwish en la mano aún, me pase el antebrazo por la boca para limpiar restos alimenticios y Damien paró delante de mí.

—Oye, esta tarde voy a hacer una fiesta en mi garaje con unos amigos y pensé en que si te apetecía venir.—se pasaba una mano por su cabello más de treinta veces.

—Suena genial...¿sobre que hora debo estar allí?—me puse una mano por encima de mi ojos a la altura de mi frente ya que un rayo de sol me daba de fronte.

—¿Te parece bien a las ocho?—acertó con la hora perfecta y asumí con la cabeza con ganas de ir. —Muy bien, te espero allí.—se marchó moviendo sus nalgas al son del viento en sus pantalones pitillo de vaquero. Melody boquiabierta me miró desencajada y se acerco otra vez hacia mi.

—Orgía me decían...—susurró en mi oído.

—¡No seas exagerada! es solo una fiesta, seguramente no hagamos nada, escuchaste que llevará a amigos.—me acabé el sandwish y lancé la bola de papal de aluminio monte abajo por la pequeña pradera de césped en lo que la señora McFee clavó su mirada en mi señalándome con el dedo índice.

—¿Y si todos los amigos que irán son gais? estoy por segura que eso será una fiesta inicial para celebrar que sois abiertamente libres y que al fin Damien sabe desenvolverse con personas de su misma ideología, el es salvaje y le gusta la locura aunque por fuera sea un chico pijo.

—Vete a fumar espárragos.

Literalmente aquel recreo fue algo express ya que finalmente nos pasamos el otro cuarto de hora hablando de lo que me podría esperar de la fiesta, pero mis dudas comenzaron a salir desde la tarde cuando no sabía que hacer. Mi mente se había quedado en blanco. ¿Una camisa blanca con unos vaqueros claros? ¿una camisa negra con unos vaqueros oscuros? ¿camiseta y shorts cortos?

De por si fuera poco me había rodeado una avalancha de prendas de ropa pero aún seguía sin saber que llevar. Quería estar guapo. Que su mirada so,amente se enfocara en mi como si fuera el protagonista de una obra en Bodway.

Pasados unos minutos largos, acabé por ponerme una camiseta en color negro con rosas en forma de estampa y clips y unos vaqueros remangados por los tobillos entre unas zapatillas negras. Por el frío cogí una vaquera y me la puse sobre los hombros directamente. Un poco de peine aquí y allá y un sabor a mentolado para la boca. ¿Quien sabe si me iba a recibir con un beso?

Listo y acabado cogí el móvil y marche hasta su casa dónde dijo que la fiesta se iba a organizar en su mismo garaje como si fuéramos parte de una banda grunge en plena década de los noventa.

Al cruzar la esquina que daba para su calle, vi y note que el garaje ya estaba abierto. Se oía algo de música variada y vi dos chicos sentados en la acera. No veía astro de Damien así que seguí hasta ponerme en frente de la supuesta fiesta y los dos chicos me saludaron moviendo la cabeza hacia delante como un asumir sin conocer.

—¡Cat!—gritó la voz de Damien quien luego salía de una puerta que daba al trastero. Sobre sus brazos habían platos y vasos y me acerqué a ayudarlo. —Gracias Cat, no veas todo lo que llevo aquí haciendo esto y...¡me alegro de que hayas venido!—me cogió de los brazos y me dio un simple abrazo.

Un abrazo del que note algo frío y congelado de que por si fuera invierno ya estaría muerto. ¿Que le había pasado en estas últimas horas desde que nos vimos en el recreo? No se si era porque se le había cruzado un cable, de los nervios de la fiesta y su preparación o si tenía vergüenza de que tuviéramos contacto ya que estaban sus amigos presentes.

Pero tan solo había afectado a un 12% de mis sentimientos que me supo a poco hecho. Espere a que pasara algo de tiempo a ver las próximas reacciones y algo empezó a formarse entre uno de sus amigos. Era como algo solitarios, un llanero en busca de una fulana a la que remediar lazos, de poder atarla y llevarla a su caballo de vuelta al granero.

Se llamaba Brad, Brad Clayton y aunque Damien nunca me haya hablado ni mencionado nada de el, era de decir verdad que eran grandes amigos desde años anteriores. Es por eso que siempre iban juntos en la pandilla. Pero su mirada era tensa y aunque tenía pinta de chico malo podría ser un sol de persona hasta que se acercó hasta la mesa para coger un poco de vodka y me cogió de la camiseta.

—¿Tu eres Cat?—se echó un poco de vodka y le dio un sorbo en seco. —Damien no para de hablar de ti cuando estamos en el recreo y hemos estando hablando de formar un grupo.

—¿Un grupo? suena genial pero no se a que te refieres con eso, ¿te ha dicho que soy raro, verdad?—me eché las manos a la cabeza poniendo en aprietos dicho semejante ser de mirada penetrante con aquella camisa desbotonada hasta la mitad de la que se podía apreciar aquellos pectorales tan sumisos y en un tono moreno post-verano.

—Si, bueno, parte de la pandilla, quería decir porque hay veces que te vemos fuerte y muy enrollado y por hacer migas no hay problema ¿no?—me dio un codazo.

—¡Claro! todo es posible.—reí aferrado.

Brad asumió con la mirada y se marcho con el vaso de vodka entre sus manos. En eso, Damien lanza un chasquido hacia mi y me hizo señas para que fuera con el. Deje el vaso de zumo que cogí sobre la mesa y marche con el hasta la cocina dónde me esperaba.

—¿Pasa algo?—pregunté apoyado sobre la encimera.

—Sí, sí que pasa, ¿que hacía hablando con Brad?—dijo en un tono eufórico.

—Se acercó hasta mi a decirme que si quería unirme a la pandilla, ¿porque lo dices? te noto raro.—me incorporé y me crucé de brazos.

—Pues no lo hagas más, porque no quiero que te acerques a ese gilipollas que solo busca romperte el alma, ¿entiendes?—me dio dos bandejas.

—¿Y yo que se si lo hará? de momento lo veo pacífico y buen chico, no tengo porque juzgarlo desde primeras.

—Pero es mi fiesta y los invitados no deciden lo que harán en la fiesta a no ser que te de un pase vip.—se acercó quitándose la camisa.

—¿Los invitados tenemos derecho a irnos cuando nos apetezca?—deje las bandejas sobre la encimera. —Porque estoy seguro de que los que asistirán se dará cuenta del ego que se te ha subido.—lo aleje de mí con las manos haciendo que caminara dos pasos hacia atrás y me marche muy serio.

Había notado el egocentrismo de Damien a kilómetros de mi y no me había sentido querido por el. Era como si me hubiera usado el día anterior para dejar pasar sus penas por su semen del cual parecía toxico como si un vertido negro hubiera mezclado sus lágrimas y sus miedos.

Por mi parte acabé saliendo de aquel garaje ahumado para volver a casa en lo que Brad me vio ir y corrió hasta mi para cogerme del brazo. No entendía a donde iba con tanta velocidad.

—¿Ya te vas de la fiesta?—me miró de arriba a abajo.

—¿Para que engañar cuando puedo estar feliz en mi casa?—asumí encogiendo los hombros. —Para tu información me voy por orgullo y asi me dejas ir, te lo agradecería.

—¡Espera! yo tampoco me siento bien en la fiesta y si no te importa, ¿puedo ir contigo?—cogió mi mano.

—Pero si no sabes a donde voy ¿para que quieres ir?—solté su mano.

—Hay un antro a tres manzanas, ¿tomamos algo y así me cuentas que ocurre?—mojó sus labios pasando su lengua.

—No creo que te interese saber algo que aparte la gente ni sabe.—ladeé la cabeza con una sonrisa torcida.

—Bueno, yo tengo algo que puede que si te importe pero que a la gente no, y es muy interesante...—miró para la casa de Damien dando a entender que era algo sobre el. Pensé que estaría metiendo mierda si decía que sí y aceptaba quedarme horas en un antro tomando cerveza junto a Brad, chico del que Damien no quiere ni verme y por mi cabeza pasó una nube negra diciéndome que lo hiciera.

—¿Hasta que horas decías que ibas a quedarte en ese antro?—cogí su brazo como si fuera a ir al altar y Brad sonrió pícaro.

En ese instante, la historia había creado a dos demonios observados por un ángel frustrado desde un cielo del que las nubes se consumían por momentos dejando a la vista a dos seres apoderados por descubrir las verdades de un ser con alas alborotadas. ¿Quien iba a decir que ambos mundos iban a estar unidos?

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