El karma de Shirley [YA EN LI...

By LBSilva

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EN LIBRERIAS CON LA EDITORIAL MIRIFICAS. Cuando Shirley tenía nueve años creó su primer escrito para un tall... More

Sinopsis.
Aviso antes de leer
1. El inicio de la locura.
2. El no fantasma.
4. Un amigo es una luz.
5. Ratatouille
6. Macrisis
7. F.F.F
8. Como Christian Grey.
9. Despacito.
10. Falsas esperanzas
11. Lengua atada
12. Prohibido nuestro amor
13. Fantasmas en la casa.
14. Farsante.
15. Julian no está, Julian se fue.
16. Espejos.
17. Amante. [+18]
18. Helados.
19. El tren.
20. Mi reflejo.
21. Frío
22. Todo concluye al fin [Capítulo final 2021]
Epílogo
Nota final.
EL KARMA DE SHIRLEY EN FÍSICO

3. ¿Real o no real?

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By LBSilva

Al día siguiente decidí cambiar la cerradura de mi casa. Desperté llena de energía, a pesar de haber dormido pocas horas ante el miedo que vivía constantemente y traté de no analizar lo que había pasado esa noche. En mi cerebro no existía una explicación, así que decidí tratar de ignorarlo todo. Una vez que cambié las cerraduras, solo hice una copia de la llave y la guardé en mi bolso para que nadie la robara.

Laura llegó temprano y empezamos a limpiar la casa de mis padres al instante. Estar con ella me daba mucha seguridad, pero tenía una vida que mantener y yo no podía simplemente pedirle que se quedara a conmigo porque estaba asustada. Así que simplemente traté de despejar mi mente con conversaciones sin sentido y me informé un poco sobre el barrio. Laura sabía un montón sobre todos en ese barrio y me sorprendía que no le faltara nadie.

Así que decidí comenzar a preguntarle por la gente con la que fuimos al secundario y al ver la alegría en sus ojos me di cuenta que era su tema favorito. Me contó las desgracias de mis ex compañeros y no me sorprendió entender que había hecho muy bien en irme del país. No muchos habían tenido éxito, algunos habían tenido hijos de jóvenes y otros se habían marchado de la ciudad. Buenos Aires estaba llena de posibilidades y ellos eran jóvenes llenos de conocimientos. Así que no muchos quedaban pero a veces, cada cinco o cuatro años, se juntaban para demostrar que triste eran sus vidas.

—¿Te acuerdas de Julián Kugat? —pregunté de manera desinteresada, mientras trataba de llegar a la alacena más alta de mi cocina. Noté que ella pertenecía en silencio y decidí observarla para entender qué había sucedido. Claro, no me había escuchado. Volví a decirlo, esta vez usando las señas para deletrear el nombre de nuestro antiguo compañero de colegio.

—¿Julián? Tu noviecito de secundaria, ¿no? —se burló ella riéndose un poco y sentándose en una de las sillas de la cocina, que había puesto recientemente. Levanté una ceja, sin entender porque ella estaba descansando y yo trabajando como esclava—. Cuando nos graduamos se mudó a Junín, nunca supe realmente que hizo pero lo tengo agregado en Facebook si quieres saludarlo...

Junín era la ciudad más cerca de Lincoln y algunas veces los estudiantes decidían ir a ahí en vez de a La Plata, capital de Buenos Aires. Había universidades un poco menos gloriosas como en La Plata, pero algunas personas no querían alejarse de su modo de vivir. Buenos Aires era enorme y abrumadora, costaba mucho acostumbrarse a la ciudad de la furia. Cuando viví en Nueva York, me costó mucho acostumbrarme a su locura y muchas veces necesité espacio para entender ese mundo tan grande. Que Julián hiciera eso me hizo pensar que tal vez algo había sucedido.

—¿No fue a La Plata? Raro...

—Creo que algo pasó con María José, pero no teníamos Facebook como para saber qué pasaba. Ya sabés cómo es ahora... repito, tenés que hablarle. Varias veces me preguntó por vos —confesó Laura y no pude evitar sorprenderme—. Lo sé, odiame. Pero no quise interrumpir tu grandiosa vida enterándote que tu ex preguntaba por vos.

Suspiré, aceptando la realidad, no me iba a servir saber que Julián había preguntado por mí. No tenía sentido hacerlo y cuando volví a girarme para quitar una telaraña enorme del interior de la alacena, pensé que no era una mala idea contactarme con él.

Estaba muy asustada por lo que había sucedido con el fantasma de Julián esa noche y no sabía si era una buena idea contárselo a Laura aún. Tenía que confirmar que mi compañero de secundaria no estaba en la ciudad y que no era esa persona que me acosaba de noche. Había estado toda la noche pensando, tratando de entender cómo era posible que eso estuviera pasando, pero ninguna explicación llegó a mí. Había cosas que no tenían sentido en todo eso. El fantasma sabía de mi novela, que lo había matado y no había razón alguna para que el verdadero Julián estuviera al tanto de eso. Él nunca había leído la novela, nunca se había enterado de su existencia y yo la había quemado. Entonces... ¿Cómo podía saberlo?

Solo había una respuesta: ese chico era realmente mi creación y por eso me atormentaba.

Miré el lugar en donde me había acorralado la noche anterior, recordando el miedo que había sentido y como había deseado que desapareciera. Estaba al borde del llanto y rogándole a un Dios en el que no creía que me cuidara. Pero él no me había hecho caso, simplemente había desaparecido, evaporado. Y me había dejado con más preguntas que antes.

Esa misma noche, con la casa totalmente cerrada, decidí buscar a mi compañero en Facebook. Lo encontré más rápido de lo que pensaba y envié una solicitud de amistad. No estaba él en la imagen de perfil, sino una nena de unos seis o siete años. No entendí que podía significar eso, pero de todos modos decidí enviar la invitación. Laura se fue en el momento que terminé de bañarme, con miedo a ser violada por un fantasma, y no tenía nada que hacer mientras esperaba que aceptara.

Me tiré en la cama y cerré los ojos por unos segundos. Al abrirlos, Julián estaba mirándome. Volví a gritar y me subí a la cama como si eso pudiera defenderme del intruso. El chico no mostraba ningún tipo de miedo por la situación y yo empecé a creer que tal vez tendría que comprar un arma. ¿Cómo había entrado nuevamente? ¡Todo estaba cerrado!

—He sido un desconsiderado la última vez, quiero que empecemos de nuevo —me dijo como si nada, como si fuera normal lo que estaba haciendo. Quise ponerme a llorar al darme cuenta que me estaba volviendo loca y busqué algo que pudiera defenderme—. Sé que debe ser una locura verme pero estaba tan enojado que no pensé en las consecuencias. Lamento lo que pasó ayer...

Agarré una almohada y la tiré sin pensar en las consecuencias, simplemente queriendo que el golpe fuera efectivo. Lo fue y me sorprendió entender que no era un fantasma, realmente estaba ahí. La almohada golpeó su cuerpo y soltó una maldición ante el dolor recibido. Bajé de la cama de un salto y me acerqué a la mesa de luz para buscar otros misiles. Lancé todo lo que había cerca, desde el reloj despertador hasta la biblia de mi madre y solo algunas cosas golpearon a Julián.

—¡Salí de acá! ¡Ya! —grité sin pensar en lo loca que estaba pareciendo en ese momento y quise que los vecinos se dieran cuenta que estaba pasando. Pero no, parecían ajenos a mis gritos. Julián levantaba las manos en señal de paz y yo lo odiaba con toda mi alma por eso—. ¡Sos un loco psicópata! ¡Voy a llamar a la policía!

—¿Y le dirás que uno de tus personajes ha aparecido en tu casa para vengarse de su muerte? ¿Te haces una idea de lo loco que sonará eso?

Gruñí furiosa y me incliné para desconectar la lámpara, deseando usarla como arma. Él se dio cuenta al instante de mi idea y se subió a la cama como había hecho yo. Pude desenchufar la lámpara, pero Julián ya había bajado de la cama para acorralarme una vez más. Yo traté de protegerme con ella y volví a temer por mi vida. Otra vez estaba siendo atrapada por este hombre, parecía la eterna pelea entre el gato y el ratón. Me había convertido en un ratón idiota y asustadizo.

—Shirley, por favor. Solo déjame explicarte lo que sucede. Te daré pruebas e incluso puedes llamar al otro Julián —dijo hablando lo más lento y claro posible, seguramente para hacerme entender que estaba diciendo. Apoyó sus manos sobre las mías, para que soltara la lámpara, y su tacto me hizo ver que era real. No estaba frío como un fantasma o un muerto viviendo, sus manos eran cálidas y dio un pequeño apretón para que yo reaccionara. Estaba tan asustada que solté la lámpara, haciendo que él la dejara nuevamente sobre la mesa.

Lo peor de todo era lo lindo que era. , ya sé que están pensando. No podía estar tan loca como para ponerme a pensar en su aspecto en ese momento de completo miedo, pero a veces la mente funciona de maneras extrañas. Me encantaban sus facciones tan marcadas y deseé delinear con mis dedos la línea de su mandíbula.

—¿Vas a matarme? —pude susurrar finalmente y Julián murió de risa. Me sentí un poco más tranquila al escucharlo reír y, sí, me encantó esa sonrisa que soltó. Era el típico hombre con sonrisa divina que iluminaba su rostro por completo. Mi estómago se contrajo como cuando era una chica tonta y vivía enamorada del otro Julián.

—Sé que sonó extraño como me presenté, pero podemos intentarlo de nuevo.

No, no podíamos. Estaba asustada al punto de querer llamar a la policía en cualquier momento. Me quedé unos minutos en silencio viendo como se sentaba en la cama, frente a mi notebook. Parecía tan familiarizado con mi casa que hasta que me sorprendía como se movía, como si estuviera en su hogar. Giró la computadora para que yo la viera y vi que Julián me había aceptado la solicitud. Y no solo eso, hasta tenía un chat que él había iniciado.

Era el momento de saber si eran la misma persona.

Con el intruso mirando mi chat por encima de mi hombro, hablé con mi antiguo compañero. Él parecía realmente interesado en toda mi vida y yo terminé pidiéndole una conversación por teléfono. Era extraño que alguien quisiera recibir una llamada de su compañera de colegio pero Julián aceptó al instante.

Estaba nerviosa mientras el teléfono sonaba una y otra vez y cuando finalmente atendió, mi corazón dio un vuelco. Eran dos personas diferentes. Había un Julián recostado en mi cama, mirándome con tranquilidad, y otro en Junín.

Fue lindo hablar con él, a pesar de la confusión que vivía en ese momento, y estuvimos hablando por casi una hora. Hablamos de todo un poco y sentí que era una chiquilla de nuevo, hablando con su enamorado por teléfono. Me contó que había tenido una hija con María José y esa era la razón por la que vivía en Junín. Se habían casado cuando se enteró que estaba embarazada, casi al finalizar el colegio, y se había separado recientemente. Una locura. Ellos habían tenido un casamiento, una hija y un divorcio mientras que yo no había hecho mucho. Me sorprendía ver cómo la vida pasaba más rápido para algunas personas y tan lenta para mí.

También me invitó a tomar algo.

Riéndose me confesó que le gustaría tomar algo conmigo, saber más sobre mí. También se atrevió a decirme que me había "googleado" varias veces para saber qué estaba haciendo y se había sorprendido al descubrir mi paradero. Sonaba interesado en esa cita y, nerviosa por completo, le dije que iba a pensarlo. Acaba de llegar a la ciudad y me quería acomodar. Mentiras, no estaba preparada para eso.

Al cortar, me sentí vacía y sin razón alguna.

—Yo tenía razón, ¿no?

Esa voz me hizo volver al mundo real y recordé mi problema principal. Había perdido unos minutos la cabeza pensando en mi pasado y la vida cuando la realidad decidió hablar desde mi cama. Aunque no sabía si llamarlo realidad era lo correcto. Todo eso era una locura y no podía terminar de aceptar que eso estaba sucediendo.

—¿No sos un loco que perdió la cabeza y decidió hacerse pasar por mi ex novio?

—¿Quién tendría tiempo para semejante locura? —me hizo ver él. Chasqueé la lengua, tratando de analizar alguna otra razón lógica para todo eso—. Shirley, no le busques explicación lógica.

Me paré, dejando el sillón de mi cuarto, y él siguió mis pasos como de costumbre. Como había desenchufado una de las lámparas de mi habitación, solo nos iluminaba la del lado derecho de la cama. Daba una luz tenue que no ayudaba mucho y hacía a Julián aún más lindo. Estaba cada vez más bueno cada segundo que pasaba. Me estaba volviendo loca, no iba a negarlo.

—¿Y cómo puede ser que estés acá? ¡Sos el personaje de un libro! ¿No te das cuenta? ¿No entendés lo que sucede? ¡No sos real! —volví a gritar, demostrando que podía ser más histérica de lo que creía. Julián se encogió de hombros, como si fuera fácil para él aceptar que algo era raro y loco, sin buscarle una explicación—. No tenés familia, no tenés personalidad porque YO la creé. No sos nadie, sos el personaje de una niñita que soñaba ser querida. No...

—¿Ya terminaste de querer herirme por el miedo que tienes en este momento? —preguntó dando un paso hacia mí, clavando esos ojos oscuros en los míos. Se mostraba enojado, pero seguro de cada paso que daba, dejándome por completo a la deriva. Era una locura. Éramos la escritora y el personaje peleando. Acercó su mano para tomar la mía y dejarla en su pecho, siendo tan rápido que no pude analizar lo que hacía. El corazón de Julián latió con fuerza y mi mano pudo sentirlo a la perfección. Quise llorar al sentirlo, porque solo explicaba una sola cosa—. Soy real, Shirley. Te duela o no, soy real y estoy aquí. Yo tampoco lo entiendo, yo también tengo miedo pero tengo que aceptarlo. Soy un personaje, soy tu personaje pero soy real. Dilo, vamos.

Negué, al instante al entender que quería hacer conmigo. Quería que yo aceptara esa locura y me uniera a él en su demencia. Su mano hizo presión y pude sentir con más fuerza el latir de su corazón. Volví a negar al tiempo que él se acercaba a mí y creaba esa tensión que existía entre los dos. No solo sentía su corazón, sino que empecé a sentir el mío y me vi perdida en los ojos de mi personaje.

Mi personaje, lo había admitido. Había admitido que el chico estaba frente a mí era un personaje y era real.

—Sos mi personaje...


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¡Espero que les haya gustado el capitulo! :D He dejado el cast a la derecha en la versión de pc para que vean quienes me imagino para los niños, igual siempre juega su imaginación :) Toda opinión ayuda muchisimo y anima a seguir!

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