Esta soy yo

By littlemood_

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Camino resignado hasta llegar a la oficina del director y me siento en un asiento que vi disponible al lado d... More

Prologo
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capitulo 15.
Capitulo 16
Capitulo 17.
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 20 2/2
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capitulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30.
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
NOTA
Capitulo 37
¿Que es la Navidad?
Esta soy yo
Epilogo
Estamos de vuelta

Capitulo 20 1/2

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By littlemood_

- ¿Vendrás mañana? – Pregunto des-abrochándome el cinturón de seguridad.

- Lo intentare. Mi padre tiene una organización con los directivos de su empresa y pues tenemos que ir todos – Se rasca la nuca nervioso – Apenas tenga la chance, vendré corriendo para acá – Asiento, le doy un casto beso y me bajo.

La verdad cuando me saco a arrastras de mi cama no tenía la menor idea de que iba a divertirme tanto, tenía tiempo sin divertirme así, de sentirme liberada. Sin presiones ni comentarios de mal gusto, una tarde – noche donde solo éramos él y yo; Daniel sin duda estos meses se ha encargado de hacer cada momento único e inigualable, porque sí, tenemos salidas como cualquier pareja, pero el siempre intentara que una sea diferente a la otra o por lo menos hará que cada una sea especial a su modo.

Sonrío atontada recordando su arrebato de celos ¿En serio cree que me podría fijar en alguien en más que en él? Mi alma siente un vacío al no tenerlo, un vacío que no llenara ni podrá llenar alguien tan fácilmente.

Los miedos que tenía al principio de aceptar que me gusta, siguen. Pero ya estoy volando plácidamente sobre mí parapente, disfrutando la felicidad que me da, sin mirar abajo, porque sé que si lo hago, en cualquier momento caeré en un abismo difícil de escapar. El amor es fuerte, fuerte que te que arropa y protege, pero también es fuerte que te puede destruir en cualquier momento.

***

Termino de hacer las ultimas ondas en los últimos mechones de cabello que faltaban y apago la maquina; comienzo aplicando un poco de base liquida en los puntos estratégicos y lo difumino, un poco de corrector, polvo, mascara de pestañas y listo. Delineo un poco mis ojos en la parte superior para darle más vida y aplico rubor en mis mejillas para darle color a mi cara. Un lip -gloss y ahora si estoy lista.

Me calzo mis botas marrones que van acorde con mi vestido de flores verde y mi chaqueta de cuero y me coloco un poco de perfume. Tomo mi celular y bajo a recibir a los pocos invitados que habían llegado.

Fui saludando no más por cordialidad a las personas que estaban en mi casa, algunos eran más que todo amigos de la familia de mi padre y es que a pesar de ser domingo se organizó una reunión parecida a un evento mega importante. Y lo es, setenta y nueve años no se cumplen todo los días.

- El amor te asentó bien, bitch – Respiro aguantando el golpe en mis glúteos y volteo para encontrarme con la causante de ello. Pego un chillido de sorpresa y la abrazo fuertemente.

Elena.

- ¿Cuándo llegaste? ¿Por qué no me dijiste que venias? – Pregunto con éxtasis – Hubiese ido por ti

- Porque si no, no hubiese sido una sorpresa, dah – Reímos al unísono – Te ves diferente – Me da un leve repaso.

- Lo sé. Y me siento diferente – Sonrío tímida ganándome una pirada picara por su parte.

Sin esperar mucho, me bombardeo de un montón de preguntas que según ella, era importante para seguir el hilo de la historia Annie – Daniel, así que no me quedo más remedio que empezar a relatar desde lo último que le conté, sin dejar de mencionar cada detalle.

El tema de Patricia y todo lo que conllevaba salió a relucir, obviamente sus consejos no fueron otros que ya me esperaba: Se indiferente ante todo, es la única manera de matar a quien sea que intente molestarte. A diferencia de Clarisa, Elena es la más pacífica de las tres. Tiene el poder de la palabra para destruir a cualquiera que intente hacerle daño, sin llegar a los insultos.

Una mezcla entre dulce y amargo.

Ella no se quedó atrás, me conto su no romance – Así lo llamo- con Ricardo, así se llama el chico que le roba los suspiros a mi prima. Pero sigue insistiendo que es solo para pasar el rato, porque luego que se gradué cada uno tomara su camino y tendrá eso, como un lindo recuerdo escolar. Cayó como un balde de agua fría, porque su historia a pesar de ser diferente, se asimila en la separación al final del camino.

Como dos conocidos que se acompañan en una noche oscura y luego toman caminos diferentes para ir a su casa. Esperando reencontrarse la mañana siguiente, en este caso, cuando el destino decida juntarlos.

Sé que a pesar de querer al chico, se rehúsa a desarrollar cualquier sentimiento. Elena es de esas que teme apegarse demasiado a las personas para no sufrir, intento hacerlo con Rodrigo y salió perdiendo, y por más que le insistí que se diera una oportunidad, que le diera carta blanca al chico, su respuesta siempre fue un no rotundo.

El tema de Clarisa no pasó desapercibido, a pesar de que Elena solo se comunica con nosotras a través de un aparato tecnológico, pudo notar lo extraña que estaba nuestra alegre rubia, que de alegre perdió todo el concepto. Los exámenes y todos los sucesos de ello, Elena estaba al tanto, así que ahora nos encontramos frente a una farmacia, haciéndonos cargo de un problema donde nuestras manos no deberían entrometerse.

Pero es nuestra prima. Y la familia siempre es más importante, por encima de todo.

- ¿Estas segura que puede ser eso? – Muerdo el interior de mi mejilla, preocupada. Ya tenía mis sospechas pero comprobar si son ciertas, me asusta más que a Clarisa.

- Es obvio, Annie. Las náuseas constantes, sus cambios de humor y su repentino apetito solo puede significar una cosa

- Tal vez es una extraña enfermedad. Digo, ha pasado ya un mes de ello y no he visto un cambio en su cuerpo – Salvo sus caderas. Pienso.

- Te hace falta un poco más de malicia, primita. Acabemos con esto.

Nos bajamos de mi volvo gris –Ya lo extrañaba- de manera dramática, como si se tratase de una película y nos adentramos por los largos pasillos de la farmacia hasta llegar a la zona de medicinas.

Ambas nos miramos entre sí, mandando señales de quien iba a ser la que pidiera la prueba. Con mi mirada le di entender que lo hiciera ella.

Su idea, pues que ella pregunte.

Suspira y carraspea, llamando la atención de la farmacéutica.

- ¿Las puedo ayudar en algo?

- Si. Necesito una prueba de embarazo que sea cien por ciento segura – Dice Elena con extrema seguridad e intimidante.

La farmacéutica arrugo su cara, seguro con mil pensamientos pasando por su cabeza en estos momentos. Tanteo con sus dedos a través de los anaqueles y dio con una pequeña caja rosa y no las entrego aun desconforme.

- Deberían comprar más protección y menos de esto. Niñas tan chiquitas desperdiciando su vida así tan fácil

- Y usted debería trabajar más y hablar menos. Si quiere dar consejos mejor busque trabajo como psicóloga – Gruño. Son molestos esos adultos que creen que pueden meterse y comentar de la vida de un desconocido.

Sin decir una palabra más, ambas nos dimos la vuelta para ir de regreso a casa. El viaje fue relativamente corto y rápido, en cuestión de segundos ya nos encontrábamos aligerando el paso en búsqueda de la susodicha.

Luego de encontrarla hablando animosamente con mi tía Carmen, la tomamos por el brazo y la llevamos hasta la habitación más cercana, que por suerte era la mía.

- ¿Qué les ocurre? ¿Se volvieron locas?

- Nena, es hora de terminar con esto de una vez por todas – Brama Elena seria.

- ¿De...de estas hablando? ¿Qué hay que terminar?

- Lo que te ocurre, Clarisa. No puedes huir para siempre del tema. O lo afrontas ahora o lamentaras las consecuencias luego – Cruzo mi brazo debajo de mis pechos.

Elena saca la cajita rosa por la aun confusión de Clarisa, su cara palidece al ver el objeto que se encuentra frente a sus ojos y comienza a negar deliberadamente. Intenta huir pero le bloqueo el paso.

- ¡No lo hare! De ninguna manera me hare esa prueba – Su voz suena nerviosa y remueve sus manos de manera incontrolable.

- Hey, es mejor salir de dudas. ¿No eres tú la que dice que es malo adelantarse a los hechos? – Aun dubitativa toma la caja, asqueada y se adentra al baño.

Cinco minutos después sale de esta cabizbaja, mordiendo fuertemente su labio inferior.

- ¿Y...?

- Nada, hay que esperar quince minutos – Asiento.

La habitación se inundó de un total silencio, dos a la expectativa por saber si es o no lo que ya suponíamos y otra siendo carcomida por los nervios y la preocupación. El repiqueteo constantes de sus bailarinas en la madera me estaban exasperando, queriendo arrancarme los cabellos de un solo tirón.

Suspiros eran los únicos que podían salir de nuestras bocas, fueron los quince minutos más largos de mi vida. Armándonos del valor necesario par a apoyar a Clarisa, nos dirigimos en busca de la respuesta con nuestras manos unidas.

Como cuando éramos chiquitas y juntas, afrontábamos cualquier regaño o castigo que estaba por avecinarse. Juntas, nos dábamos la fuerza necesaria para hacerle frente a cualquier problema. Y nuevamente juntas, por obras del destino, le hacemos frentes a un cambio o no, inesperado, de una de nosotras.

Inhalo y exhalo varias veces antes de volver a tomar la prueba entre sus manos, al revés y con los ojos cerrados, soltó el último suspiro para darle vuelta a la prueba, quedando estupefacta, dejando caer el elemento blanco de manera brusca, al piso. Eso, solo pudo significar una cosa. Clarisa está embarazada.

Las lágrimas no tardaron en llegar y acompañando de los temblores de su cuerpo, Elena y yo la acogimos en un fuerte abrazo, tratando de calmarla pero obvio, era imposible ¿Cómo reaccionas ante algo que no planeaste? ¿Cómo reaccionas ante lo inesperado cuando este no es bueno? ¿Cómo lo enfrentas?

Luego de unos minutos de largo silencio, la llevamos a mi cama para sentarla; Elena salió corriendo en busca de un vaso de agua y regreso tan rápido que el vaso y el líquido dentro de este se lo permitía. Con pequeños hipidos, tomo un sorbo del líquido, calmando un poco el torrente de emociones que presentaba.

- ¿Qué voy a hacer ahora? – Pregunto aun entre sollozos – Un niño no estaba en mis planes, no todavía

- Yo... yo no sé qué decir – Mi mente pensaba una y otra vez en frases motivacionales pero no lograba dar con alguna.

- Porque no hay nada que decir, Annie. Esto es un completo error, no debió haber pasado maldita sea – Volvió a llorar – Todo se fue abajo, mis sueños, los estudios, todo... ¿Qué le diré a mis padres? ¡Van a matarme! – Temblaba, agarrando su vientre fuertemente. Como si así fuese a desaparecer lo que allí dentro se formaba

- El problema ya está, Clarisa ¿Qué harás? Lo primero será tenerlo, ese bebe no tiene la culpa de haber venido al mundo cuando nadie lo esperaba

- ¿Estás diciendo que yo sí? – Sisea entre dientes - ¿¡Crees que no tome todas las precauciones para que esto no pasara!? Diablos, claro que si

- No hay que buscar culpables. A veces las cosas llegan cuando tienen que llegar, sea o no planeado...

- No vengas con tus frases filosóficas ahora, Annie. No eres tú la que se le frustro un futuro completo

Hunde su cara entre sus manos, tirando fuertemente de su rubio cabello.

- Tienes que decirle a Tomás – Zanjo,

- No ¡Nadie tiene porque saber esto!

- Es el papá Clarisa, fue el que se sembró la semilla ahí – Señala su vientre – Ambos tienen que salir de esta. Mira, mejor vamos a calmarnos. Ya sabemos lo que era entendible así que mejor

- Si, volvamos abajo – Continuo – Cuando nuestras mente estén frías, pensaremos mejor como resolveremos esto

Clarisa entra al baño una vez más, tomando la prueba con los dedos, viéndola con suma rabia e indignación. Por cualquier cosa que sea, la cosas no siempre se van a dar de la manera como pensábamos que estaban destinadas a ser; lava su cara para luego aplicar un poco de polvo y así ocultar lo enrojecida que se encontraban sus mejillas. Acomoda su cabello y con asentimiento de cabeza, nos dirigimos al porche, donde la felicidad y las risas solo reinaban. Personas ajenas a todo lo que a nosotras nos pasaba.

Tía Carmen no paso de imprevisto nuestras miradas y menos la de Clarisa, la cual tenía una sonrisa más fingida que la de los payasos en los retratos.

- ¿Todo bien por acá?

- Si. Solo que vimos el final de... de... ¡Titanic! Si, de titanic y pues ya ves cómo se pone Clarisa – Miento. Mi tía achina su mirada, examinándome. Evaluando cada movimiento, no la culpo. Soy la peor mintiendo.

- ¿Por qué no vamos por unos tacos? Muero de hambre – Elena soba su barriga, cambiando el tema antes que mi tía empiece a sospechar.

Fuimos hasta la mesa donde se encontraba cualquier tipo de comida para picar; dos mesas largas ubicadas en el centro del patio, con un montón de platos diferentes sobre ella: Tacos, Vampiros, Burritos, enchiladas... Un montón de comida capaz de alimentar a todo un ejército e invitados.

Mi madre sí que se esmeró.

Mi madre, la busco con mi mirada hasta dar con ella, sumida en una interesante conversación con Ismael, Andrea, Mary, Lluvia y otras personas de la cual no tenía idea.

Me acerco hasta ellos hasta quedar lo suficientemente cerca para escuchar de lo que hablaban, cosas sin sentido, recordando momentos ya vividos y soltando una que otra carcajada de vez en cuando.

- Oh ¿Y te acuerdas esa vez que tu hijo armo un gran escenario para casarse con mi hija? Si no fuese tan pequeño hubiese estrangulado su cuello – Dice Ismael, burlón – Sí que se había encaprichado con ella.

Doy una mirada cómplice con Lluvia, haciendo que esta se ahogue con el vino que acaba de tomar. Las cosas entre ellos no han avanzado, van y vienen y Lluvia va más de lo que viene, huyendo a cualquier intento de acoso de mi hermano, y sí que el chico se ha comportado persistente.

A pesar de los muchos rechazos de la castaña, mi hermano no ha abandonado el campo de juego y sigue tan firme como un soldado, pero, por lo incomoda que se encuentra Lluvia por el tema a colisión, deduzco que algo más paso entre ellos. Y mis dudas aumentan cuando el nombrado intenta acercarse y esta huye de él, excusándose de ir a saludar a Inés ¿No la había saludado ya?

- ¿Estás bien? – La pregunta de mi padre esfuma la creación de mis hipótesis. Volteo y lo encuentro con la cara de mamá acunada entre sus manos.

- Si, amor. Te dije que era algo pasajero. Nada de qué preocuparse - ¿Eh? ¿Mi mama estuvo enferma?

- Espero no me estés mintiendo, negrita. Me preocupa tu salud y lo sabes, no más comida extra picante para ti – Da un tierno beso en la punta de la nariz para luego aclamar sus labios.

¡Claro! Por la cena de anoche más el estrés causado por todos los preparativos de hoy, hizo que mi madre acogiera el peor dolor de estómago de todos. A mi padre no le agrado ver a mi mamá, desvanecida en una cama, pálida y sudando frio con todas sus defensas bajas.

Según las palabras de Eduardo.

Eduardo. Dejo a mis padres en su mundo acaramelado y me dirijo a la búsqueda de mi querido hermano. Me acerco sigilosa hasta estar a su lado, sirviéndose un trago, estando tan sumido en sus pensamientos que no se percató de mi llegada.

- ¿Se puede saber que le hiciste a Lluvia? – Da un respingo, derramando unas gotas de su bebida.

- ¿Qué? ¿De qué hablas? Todo está bien entre nosotros – Replica tajante.

- Uhm. No lo creo, ha estado huyendo de ti como gacela ¿Qué le hiciste?

- Te digo que nada. Ustedes, las mujeres, suelen tener cambios de humor radicales; un día están bien y al otro están poseídas por el orgullo

- ¡Somos así cuando algo nos pasa, idiota! – Golpeo su brazo – Mas te vale que no la hayas liado, Eduardo Loera. Yo misma me encargare de arrancarte los ojos por fijarte en Lluvi... - Tapa mi boca con su mano, asustado, inspeccionando que nadie más nos haya escuchado.

- Puede que haya pasado algo – Con mi mirada o invito a que siga – Puede que sin querer nos hayamos besado – Mi ojos se expanden como dos orbitas y mi boca forma una perfecta O.

¿Se besaron? ¿¡Se besaron!?

- ¿¡La besaste!? – Pregunto atónita. Eso explica el comportamiento de Lluvia.

- No consideraría eso, como un beso. Limpiando, se resbalo y pues por detener la dolorosa caída nuestros labios se rozaron – Achino mi mirada- La mujer se volvió loca, como si nunca hubiese sido besada por un hombre en su vida

- Es Lluvia de la que estamos hablando, idiota. Claramente se sorprendió, con lo acosador que has estado seguro pensara que lo hiciste apropósito ¡La presionaste, Eduardo!

- ¡Tonterías! Fue un mínimo toque, no era para que actuara como una demente – Bufa – He intentado disculparme pero apenas me acerco ella sale corriendo. No estaré tras ellas sabiendo que nada malo paso

- Hablare con ella ¿Está bien? – Masajeo mis sienes. Más problemas, por favor que no aparezcan más.

Suspirando me alejo de el para distraer mi mente en otra cosa, con el nuevo embarazo y el capricho de mi hermano por Lluvia, acabaran conmigo. Le texteo otro mensaje en lo que va del día a Daniel, preguntando si va venir y obteniendo otro visto como respuesta. Bufo. Ha de estar muy ocupado con su familia, si está intentando reanudar su relación con ellos, será mejor darle su espacio.

Un golpe brusco a la mesa me hace dar un saltito.

- No sé cómo haces para ganar cada partida, mujer – Dice mi abuelo sonriente tirando sus cartas a la mesa, tomando un sorbo de su wiskye.

- Una Ávila nunca revela sus secretos, Elias – Replica mi madre, picara – Es mejor que te andes con cuidado

- Sin duda mi hijo se encontró al mejor partido de mujer. Brindo por ello – Alza su vaso en el aire – Y por la felicidad que me pudieron dar al traer estos pequeños al mundo. Miren nada más, hicieron un buen trabajo – Me atrae hacia sí, sentándome en sus piernas.

Rodeo su cuello para abrazarlo otra vez en el día, nunca me cansare de hacerlo y que se me pegue su olor a cítrico y tabaco a la vez en mi ropa. Me encanto verlo tan feliz, verlo siendo el en su máxima expresión, desde que llego su enorme sonrisa no se ha borrado de su cara y es lo que me genera felicidad plena a mí. No le gusta que nos tomemos el atrevimiento de armar grandes cosas para él, pero lo valen, sé que aunque diga que con celebraciones pequeñas le bastaba, le hace feliz tenernos a todos reunidos, aunque sea por un día, en el mismo lugar.

- ¿Te cansaste de ese noviecito tuyo que ahora corres a los brazos de este viejo? – Hago un mohín. Sonrío.

- Nunca me cansare de este viejo, podrán existir miles de chicos pero tu si siempre serás mi favorito

- Hey ¿Qué hay de mí? – Rechista mi padre del otro lado de la mesa mientras masajeaba los hombros de mamá.

Rio negando. Los hombres Loera y su posesividad ante cualquier mujer que le pertenezca.

- ¿Cuándo lo conoceré? Tengo que darle el visto bueno al chico que hace feliz a mi terroncito – Pellizca mi nariz. Como cuando era pequeña.

- Prometo que lo conocerás. Podemos salir los tres la semana entrante ¿Qué dices?

- Estaré encantado, princesa – Una fuerte presión en mi pecho hizo que me angustiara sin razón alguna. Y él se dio cuenta, sonrío como respuesta para alivianar las arrugas que se estaban formando en su entrecejo.

¿Qué fue todo eso?

La tarde transcurrió con tranquilidad, la gente en grupo se reía y divertía entre tragos de manera alguna, pronto los platos con carne asada empezaron a ser servidos. Mi estómago gruño de emoción, ya era hora de ingerir algo. Clarisa logro cambiar de humor, olvidándose un poco de lo que pasaba y prometió divertirse por hoy aunque sea, antes de enfrentarse a la temible realidad. Tomás sin duda aún estaba ajeno a todo lo que ocurría con su novia, su severo control descendió cuando las náuseas de Clarisa pasaron ¿Cómo actuara al saber que será padre? Espero que bien sino yo misma lo hare entrar en razón, de la manera que sea.

Los jóvenes nos sumimos en una interesante conversación mientras devorábamos nuestros platos, éramos como caníbales que nunca habían sido alimentados.

- ¿¡Alguien me puede explicar que mierda significa esto!? – La voz colérica de Pablo interrumpió las conversaciones de cada uno de los presentes.

Con paso frenético se acercó a Clarisa, con su respiración agitada y sus ojos complemente dilatados por la ira. Mis ojos rápidamente se desplazaron por su brazo, hasta su mano y palidecer al encontrar el motivo de su total molestia.

La prueba, encontró la prueba.

- ¿Qué carajo hacia esto en tu bolso? ¡Respóndeme, Clarisa! ¿¡Que hacia esto en tu bolso!? – El tono de su voz solo hizo alterar y asustar a Clarisa, sintiéndose como un pequeño ratón, atrapado bajo las garras de un temible gato – Es que... No logro entender ¿Tan estúpida vas a ser para dejarte embarazar por este niño?

Mi madre de una vez interviene, logrando aligerar la tensión que se había creado.

- Pablo, Pablo. Sera mejor ir adentro, no es lugar para

- ¿Para qué, Adriana? ¿Para que nadie se entere de la idiotez más grande que cometió mi hija? ¡Mi hija!

- Seguro que lo podemos razonar, pero ahora no. Justo aquí no – Los murmullos se hicieron presente, tanteando la mirada entre todos nosotros. ¿Más problemas? Parecen nunca acabar

- Entiendo que puedas estar molesto, Pablo. Pero no puedes hablarle así a tu hija

- ¿Quién eres tú para decirme que debo y que no debo hacer? Di todo por ella, cumplí cada capricho ¿Y así es como me paga? ¿Abriéndose de piernas ante cualquiera? – Clarisa suelta un sollozo que nos alarma a mí y a Elena. Fijo la mirada en mi amigo el cual está completamente perdido - ¡Son niños apenas! Niños que no se saben cuidar por su cuenta y traerán ahora otro niño al mundo ¿Es eso aceptable? No. Me decepcionaste, Clarisa. Eres idéntica a tu madre

- Un momento, no te voy a permitir que hables así de mi familia. Seguro es el significado de la mala atención que recibe en casa, si te preocuparas más por ella y menos por tus clientes esto no hubiese pasado – Brama mi madre, furiosa ahora.

- ¿Ah sí? ¿Quién me lo dice? ¿La persona que trafica droga alrededor del mundo y en casa tiene ínfulas de la mejor madre y esposa? No me vengas con esas, Adriana por favor. Y ocúpate de tus asuntos

- Me ocupo, claro que me ocupo. Clarisa también es de mi familia y no defiendo lo que hizo, pero no dejare que la dejes en vergüenza delante de todos

- Seguro lo aprendió de tu hija. Dime, Adriana, das tantas lecciones de cómo ser un buen padre ¿Cómo sabes que tu hija no anda en malos pasos? - ¿¡Que!? ¿¡Y a este que le ocurre!? – De nada vale darle toda la atención necesaria si a la final terminan arrastrándose por cualquiera. Un futuro, un futuro lo tenías esperando por ti y lo dejaste ir – Tira la prueba furioso y respira agitado –Nos vamos. No tolerare más esto, acepte ocuparme de ti, mas no de ese bastardo. Veras donde te metes ahora – De un tirón, levanta a Clarisa de la silla donde estaba sentada. Los sollozos de esta se incrementaron.

Papá rápidamente intento intervenir, descubriendo que Pablo estaba tomado, y por la manera en la que trataba a su propia hija no era recomendable que se la llevase en tales condiciones.

- Sera mejor que te retires y dejes a la niña acá – Interviene ahora mi abuelo - Cuando te calmes podrás venir con ella, no tolerare yo, un insulto más a mi familia

- Hágame el favor y regrese a su silla, viejo. Que usted no está liado a la pequeña puta que llevo acá, se merece ser tratada como lo que es – Mi mirada es incrédula. La faceta de Pablo siempre fue de un hombre serio, estricto sí, pero para mantener un control entre su familia y trabajo.

Sin prever si armo una disputa entre mi padre, Ismael, José y cualquiera que intentara separarlos. Mi tía Carmen rápidamente acogió a Clarisa entre sus brazos, la cual no paraba de llorar, envuelta en un mar de lágrimas y temblores. Busco a Tomás y sin encontrarlo, entiendo que el muy idiota huyo como un completo cobarde. Intente ir tras él, capaz lo alcanzaba antes que se fuera por completo cuando un estruendoso golpe hizo que frenara en seco. Gire mi cuerpo y mi respiración se paralizo y así como mi corazón se contrajo fuertemente.

No...

- ¡Papa!

El pánico se apodero de mi sin poder apartar del cuerpo que ahora yacía en el piso, la mirada de todos rápidamente fueron a parar en él, corriendo de un lado a otro para intentar socorrerlo y en mí solo quedo grabada la manera en que su sonrisa se desvaneció al momento de caer al piso. Presione mi pecho fuertemente intentando que mi respiración se volviera a ralentizar, la presión de hace rato, volvió a meterse en mi sistema, presionando más fuerte que antes, sintiendo mi pecho quemar mientras las lágrimas caían sin poder evitarlo...

Por favor que este bien.

shes_eƭ��

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