Marina: No quiero perderte (H...

By Wilmy52

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«Marina tenía un destino más grande lo esperado, David solo quería conocer lo que había más allá de la superf... More

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No quiero perderte
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3 (Parte I)
Capítulo 3 (Parte II)
Capítulo 4 (Parte II)
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Alía: Luchar por un reino sin conocerlo (Herederos del Mar #2)
Zafiro: Descubriéndome (Herederos del Mar #3)
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Capítulo 4 (Parte I)

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By Wilmy52

Publicado Originalmente: Mediados del 2014

Versiones Pasadas: 4 de Julio de 2016, 31 - enero 2020

—Rafael, ¿crees que se lo hayan creído de verdad? —pregunto David mientras nadaba a su lado.

—Espero que sí, no vi nada que indicara lo contrario. Por ahora debemos ser más precavidos. No puedes contarle a nadie lo que paso. ¿Entendido? —respondió Rafael.

David lo miro, vio que estaba muy tenso. Tenía arrugado el entrecejo y podía sentir perfectamente sus deseos de regresar. Recordó sus palabras, algo le había dicho aquella mujer para que él estuviera así. Prometió contarle, pero sentía que no podía esperar para saber lo que estaba sucediendo.

—Lamento preguntar cosas que no me incumben, pero me tienes preocupado. ¿Te encuentras bien? Porque parece que te fuera a dar algo ahora mismo.

El silencio reino por varios minutos. David se sintió peor y se culpó por ser tan curioso y entrometido. Pero algo andaba mal y podía verlo. Muy en el fondo sabía que Rafael había descubierto algo, algo que lo había dejado muy mal y por eso deseaba regresar.

Rafael sabía que David estaba preocupado por su culpa. Era solo que no sabía cómo manejar la reciente noticia. Tenía dos hijos que no sabían de su existencia. ¿Cómo podría dormir después de eso? Debía de crear un plan para regresar. No descansaría hasta asegurarse de que sus hijos estaban bien. Por otro lado Betty estaba comprometida con un hombre al que no amaba. No podía permitir que ella cometiera el error de casarse con alguien sin amor. Vio en sus ojos el dolor de volverlo a ver. No sintió ningún tipo de odio, pero si sintió el rencor que esta guardaba por una vida que no pudieron tener juntos.

No conoció a su hijo, pero Marina sin duda era la clase de chica que veía por el bien de los demás. Que ayudaba sin ningún problema al que necesitara. Lo que hizo por ellos sin conocerlos le dejo una buena imagen. Sentía esa especie de orgullo y eso que no la conocía bien. Necesitaba asegurarse de que ellos no estuvieran en peligro. No conoció al tal Roberto, pero algo le decía que ese hombre no era de fiar. No permitiría que sus hijos estuvieran en peligro. Quería ser parte de su vida.

—Prometo decirte todo cuando lleguemos —le contesto.

—Está bien, dejare el tema de lado por el momento. Pero hay otra cosa que necesito preguntarte. ¿Quién crees que le habrá dicho al rey lo que estábamos haciendo?

Rafael soltó un suspiro. Esa era una buena pregunta. Porque conocía a muchas personas que le odiaban, pero no sabía cuál de ella se había tomado tantas molestias para saber lo que él ha estado haciendo.

—No lo sé David y eso es lo que más me molesta. Alguien se ha dignado en averiguar cada cosa que hago y ahora lo peor es que te tienen muy vigilado a ti. La única persona que sabía lo que íbamos hacer es la hechicera, pero te aseguro que ella no fue. Es mi amiga y jamás me traicionaría.

— ¿Y si en realidad este problema es conmigo y no contigo? Soy el heredero de este reino. Cabe más posibilidades de que las personas me tengan como su objetivo principal.

—No pienses en eso ahora, David. Te prometo que voy averiguar quién está detrás de todo esto y no permitiré que te hagan nada. Mejor nademos más rápido, comienza anochecer y los tiburones de esta área prefieren la carne fresca.

David asintió y continúo nadando detrás de Rafael. El mayor de los dos continuo pensando en las mil y una forma de regresar. Tenía que hacerlo, pero antes debía asegurarse de quien era la persona que tenía al hijo del rey en la mira. Había demasiadas personas interesadas en su futuro. Sobre todo su madre, quien quiere casar al pobre muchacho cuando todavía este ni estaba seguro de lo que quería para su futuro. El matrimonio no era un juego y él lo sabía perfectamente. Por eso nunca se casó. Todavía podía recordar como su padre le reclamaba por no haber aceptado casarse con Alexandrine, una muchacha de los mares de Inglaterra. Jamás acepto irse lejos de su hogar.

Todavía podía sentir la mirada molesta de la mujer cada vez que visitaba a la reina. Ella no le perdonaba el no haberla aceptado como su mujer. Ahora estaba casada con un príncipe de allá y tenía un hijo de edad aproximada a la de sus hijos. Alexandrine debería agradecerle el no haberse casado con ella. Jamás la hubiera hecho feliz. No cuando sabía que su elegida estaba muy cerca, pero muy lejos a la vez. Betty era su elegida, ambos tenían la marca del poder. Su destino siempre ha estado junto aunque ellos se hayan empeñado a vivir separados.

Las leyes del mar son muy distintas a las del destino. El destino quiso que su elegida fuera humana. ¿Qué culpa tenía sobre eso? Él no lo pidió así. Esa mirada azul seguía muy clavada en sus ojos. Su confesión seguía clavada muy en su ser. Betty le amaba y él seguía amándola con la misma intensidad de joven. Porque siempre fue ella a quien quiso. Terminaron por protección de ambos y cometieron el terrible error de no buscarse cuando las cosas se enfriaron. Él tenía que haberlo intentado, pero las cosas no siempre son tan fáciles como parecen.

Eran muy jóvenes, todavía eran muy inexpertos en ese gran mundo de maldad. Ellos se enamoraron y amaron como nunca creyeron amar. Él nunca se imaginó que esa hermosa humana de cabello rubio y ojos azules era la persona que estaba destinada a estar a su lado. Tener tan presente el pasado provocaba grandes estragos.

Arreglar el daño provocado sería una meta muy complicada. Ya no era el mismo de hace años y ella tampoco. Ambos habían crecido, madurado y ahora eran dos adultos que conocen muy bien los riesgos. Él estaba dispuesto a cometer cualquier estupidez por ella y ahora por ellos. Sus hijos. No iba a permitir que se casara con ese hombre solamente por no quedarse sola. Era una estupidez si tenían en cuenta que los chicos no se llevaban bien con ese hombre. No iba a lograr crear un ambiente de paz entre ellos.

El plan poco a poco se iría trazando y él lograría cumplir sus objetivos. Se ganaría la confianza de los muchachos y así le demostraría a Betty que él podía llegar a ser un buen padre. No se daría por vencido sin antes luchar por ellos, por su confianza y amor.

Con lo poco que hablo con su hija sabía que ella aceptaría su cercanía. Era una chica increíble e igual de hermosa que su madre. Demasiado parecidas. Si le decía la verdad ella comprendería. Sabía que las chicas necesitaban crecer con una figura paterna. Las niñas siempre han necesitado de la protección de un padre. Él deseaba ser ese padre para ella. Ser esa persona que la aconseje ahora que está casi a una edad adulta. Necesitaba estar con sus hijos de dieciocho años antes de que fuera demasiado tarde. Sabía que había perdido demasiado tiempo. Pero nunca es lo suficientemente tarde como para cuidar a un niño.

David no podía dejar de pensar en esa chica, en Marina. Dios, se sentía tan confundido. Su mente no dejaba de invocarla, torturándolo con su sonrisa. Él sabía que tenía que haber una explicación para que se sintiera tan atraído a ella. Cuando la vio en la playa sus ojos azules les fueron muy atrayentes. Él sentía la necesidad de saber más de ella. Necesitaba alguna explicación para que no se la pudiera quitar de su cabeza. Tenía que hablar con su primo Alex y contarle lo que le estaba pasando. Él ha leído bastante los libros de la historia y tenía que saber algo como para contestarle sus dudas. Llegaron al pueblo y ambos pararon.

—Tengo que ir a ver a tu padre. Necesito convencerlo de que todo está bien y que hubo un error. Puedes mantenerte alejado por si las algas. Sé que si hablo con él se quedaría más tranquilo. Eso sí, tienes que actuar como si de verdad en el poco tiempo yo te hubiera hecho comprender algo. ¿Entendido?

—No te preocupes Rafael. Buscare a Cab y a Alex. También veré si me encuentro a mi hermana.

—Si encuentras a Cab dile que necesito verlo con urgencia.

—Entendido.

David nadó hasta la escuela de entrenamiento. Se suponía que él estuviera ahí, pero con lo del permiso que busco Rafael le dieron dos días de descanso. Lo más seguro que los maestros se sorprendan al verlo, pero no les pueden decir nada. Él es el hijo del rey, futuro heredero y gobernante. Nadó hasta dentro del gran edificio y comenzó a nadar hasta llegar al pasillo que se encontraba la biblioteca. Sabía que encontraría a Alex ahí. Ahora tenían libre. Entro a la biblioteca que estaba inmersa de escrituras. Nado hasta la mesa en la que su primo siempre estaba. Al verlo apresuro más el paso.

—Hola Alex, ya volví. Tengo que hablar contigo con urgencia —dijo él y su primo se giró para verlo de frente.

— ¿No estabas con Rafael en las profundidades? —pregunto.

—Hubo... complicaciones pero de eso hablamos luego. En otro sitio, aquí todo el mundo escucha y pueden correr con el chisme. ¿No se molestaran porque salgas un poco antes? —pregunto.

—No, ya hemos terminado por hoy. Reunión de los grandes. ¿Todo está bien? Vayamos al castillo.

Ambos salieron de la academia y nadaron hacia el castillo. Cuando estuvieron lo suficientemente cerca esquivaron a los guardias y nadaron hasta la parte más alta. Encontraron una de las piedras que sobresalía del resto y Alex la hundió. Una de las rocas se movió dejando un hueco y ambos entraron. La roca se cerró detrás de ellos y estos nadaron por el largo camino oscuro. Las aguas se sentían más frías, pero era porque estaban en la parte del castillo más apartada y oculta. Allí nadie entraba y era el lugar más seguro para ocultarse. Alex y David lo habían hecho suyo.

— ¿A dónde fueron exactamente? Comienzo a pensar que no fueron exactamente a donde dijeron. —pregunto él una vez que se sentaron.

—Al pueblo más cercanos de humanos, Alex. Y te aseguro que no tienes ni idea de todo lo que sucedió —contesto David emocionado. Alex lo miro sin poder creerlo. ¿Había escuchado bien? Se preguntó mientras lo miraba fijamente.

— ¿Entonces era verdad lo que decían en el castillo? ¿Qué Rafael te había obligado a desobedecer a tu padre?

—Sí y no. Rafael no me obligo a nada. Él solo quería enseñarme lo que mi padre me prohíbe. Las personas allí eran excelentes —dijo con una sonrisa—. Creo que conocí a mi elegida. Estoy muy seguro. Quizás me esté equivocando y solo sea una atracción hacia una chica hermosa, pero Dios, no lo veo así. Esta sensación que tengo es muy distinta a cualquier otra. Tenerla cerca me daba escalofríos.

Los ojos marrones de Alex brillaron con mucha intensidad.

— ¿De verdad estas seguro de lo que estás diciendo? —pregunto.

—Conocí a una chica llamada Marina. Te digo desde ahora que no podía apartar mi mirada de ella. Era como si la necesitara, como si ella fuera para mí. Puedo recordar perfectamente sus ojos azules y su cabello rubio con mechas rosas. Puedo recordar su piel blanca y su voz melodiosa. Te digo que era algo inexplicable lo que sentía en ese momento. No podía dejar de mirarla. Mi mente no deja de imaginarla. Mis deseos de volver a verla aumentan.

—Por todo lo que he leído e investigado, cuando te encuentras con tu elegido sabes que es esa persona porque tu mente se bloquea. Solamente están ustedes dos a pesar de haber más personas alrededor. Tu corazón comienza a palpitar y tus ojos no se pueden apartar. También dice que cuando ambos consumen el acto completo, las mascar comienzan a brillar y dejan de ser del color que era antes. Es increíble que diferentes especies puedan ser elegidos. En los libros no dicen nada sobre que eso esté prohibido. Y tenemos el caso de Rafael, su elegida era humana pura.

—Exacto. Alex, me paso absolutamente todo lo que los libros dicen. Mi corazón no dejaba de palpitar y mis ojos solo la vieron a ella. Sé que todo esto parece una locura, pero ahora con más razón no me puedo casar con Aurora.

— ¿Te das cuenta del lio que puede resultar esto? —pregunto Alex.

—Créeme que lo sé. Las cosas pueden terminar mal. Mis padres no lo aceptaran —contesto David—. Pero creo que si ella es la elegida soy capaz de dejar todo por ella.

— ¿Todo? ¿Hasta a tu pueblo? No puedo creerte esas palabras, lo siento. Te he visto esforzarte para ser un buen príncipe. Para dar lo mejor de ti y orgullecer a tus padres. ¿Serias capaz de dejarlo todo? Sé que te gustaría poder cambiar muchas cosas y aunque una parte de ti no se visualiza como gobernante, tu parte más sensata si lo hace. Te conozco sé que no podrías ser capaz de dejar esta vida, pero si serias capaz de traerla a ella para que te haga compañía —dijo Alex.

—No me atormentes, primo. Bastante tengo con este sentimiento de pérdida que siento. Estoy loco por volverla a ver. Por estar a su lado y hablar con ella hasta el amanecer. Solo estuvimos un par de horas juntos y ya siento que no puedo vivir sin ella. Te digo que tiene que ser mi elegida. De lo contrario no sé cómo explicar esto que siento.

Alex negó, no podía ser su elegida. Su tía no aceptaría que su hijo se casara con una humana. Además su tía sería capaz de encerrar a la chica. Ella no aceptaría ese tipo de seres en su reino y su tío hacia caso a todo lo que decidiera su mujer.

—Todo esto es una completa locura. Digo a mi me gustaría estar viviendo lo que tú estás viviendo, pero sigo creyendo que sería una locura. Si tu elegida es esa chica, a tu madre le daría un infarto y tu padre no lo aceptaría.

—Pero es una locura de la que estoy dispuesto a vivir sin que me importe nada. Si pudiera estar con ella ahora, sería un pez bastante feliz.

Ambos comenzaron a reír. Estaban pensando en muchas cosas.

— ¿Sabes? —pregunto David luego de unos minutos.

— ¿Qué?

—Creo que en otra vida fui humano. Me sentía tan a gusto con piernas que de verdad desee tenerlas; desee tenerlas y vivir una vida normal como ellos. Nunca pensé que me gustaría tanto.

—Ese es el tipo de pensamientos que una persona tiene cuando nunca había probado algo que deseaba. Pero deberías sentirte orgulloso de tu origen, de tu reino y de lo que el destino quiso para ti.

—Lo sé, todo esto es una locura y espero que no se complique. A mí también me gusta mi origen. Pero cada día me siento más prisionero en este lugar.

— ¿Qué se encuentra haciendo Rafael en estos momentos?

—Hablando con mi padre. Pobre, mi padre debe estar interrogándolo completamente.

—Busquemos a Cab. No lo he visto en todo el día y ese pez me preocupa que ande solo. Es muy inquieto.

—De viaje le decimos que Rafael desea verlo con urgencia.

Rafael no dejaba de escuchar lo que su jefe le estaba diciendo. Se sentía tranquilo al saber que ya había arreglado todo con él. Ya no se preocupaba por el hecho de que Mariano pensara que quizás había llevado a su hijo a ese lugar que tanto odiaba.

Él de verdad había llevado a su hijo a la tierra. Al final sabía que le estaba mintiendo y eso no lo hacía sentir bien. A pesar de todo Mariano era su amigo y sabía que tarde o temprano él sabría que le ha estado mintiendo. Ahora le estaría mintiendo más porque él no puede saber que tiene dos hijos mitad humanos. Él no podía saber de la existencia de ellos porque podía encerrarlos en la cárcel. Unos híbridos en su tierra sería una calamidad. Rafael tenía que ser bastante cauteloso y cuando creyera conveniente decir la verdad.

—Me gustaría hacer una fiesta —menciono Mariano de pronto. Este lo miro con una ceja alzada.

— ¿Cuál sería el motivo de esa fiesta? —pregunto Rafael. Mariano lo miro y sonrió.

—El que al fin mi hijo este tomando las decisiones correctas. De verdad necesito que ese tritón recapacite y sepa ver bien las cosas que tiene en sus narices. Tu sabes que solo quiero lo mejor para él. Es mi hijo y el heredero.

—Él es solo un muchacho. Un pez adolescente que está experimentando las libertades prohibidas. No lo puedes culpar de querer hacer lo contrario a lo que tú dices. Recuerda que ese chico es idéntico a ti.

—Es que tengo miedo de que su camino se vaya por otro lugar y en vez de coger hacia el camino a los mares del sur, coja hacia el oeste. No quiero que en su vida haya malos ratos. Él y Agatha son todo lo que tengo en esta vida. Me preocupo por ellos. Todo padre quiere lo mejor para sus hijos. Sé que a veces mi mujer no es de mucha ayuda. Pero intento hacerle ver a ella que obligarlos tampoco ayuda.

—Vuelvo y reitero, es un niño que está aprendiendo a vivir. No lo puedes culpar que sea como tú en tu juventud. Agatha de lo contrario es una sirena hermosa e inteligente. Tiene el porte de su madre y la inteligencia de su padre. Esa chica sería una gran reina.

—Eso ha sido como un puñal —río Mariano—. Es como si dijeras que yo soy espantoso. Mi niña es muy lista lo reconozco. Quizás mucho más de lo que lo es David. Ella sabe cómo ganarse a los demás con suma facilidad. Su sonrisa nunca se borra. No me gustaría que David pasara todo por lo que yo pase.

—Recuerda que tú también tuviste tus momentos de rebeldía. En los cuales me acompañabas en mis locuras. Yo sí que era muy malo.

Mariano se perdió en la lejanía de sus pensamientos.

Así que... ¿eres un tritón? —pregunto la chica con una hermosa sonrisa. Mariano la miro y asintió.

¿Eso te molesta? —pregunto, tenía mucho miedo de que ella se alejara de él. Estaba dispuesto hacer cualquier cosa por ella.

¿Molestarme? ¡Me encanta la idea de que me hayas contado la verdad! —dijo ella mientras lo acostó en la arena y se sentó encima de él para besarlo en los labios—. Te amo y solo quiero estar contigo. Seas un humano o seas un tritón o seas cualquier otra cosa. Solo deseo pasar el resto de mis días contigo.

Mariano se sentó en la arena con ella en sus brazos y la abrazo.

No quiero perderte. No lo soportaría —dijo este rodeándole la cintura y volviendo a besarla.

Ella le devolvió el abrazo y lo miro a sus ojos pegando su frente a la de él.

Mariano, un día me dijiste que era tu elegida. Quiero decirte que tú eres mi elegido y a pesar de que el destino nos juntó yo estoy tomando esta decisión. Quiero estar contigo siempre.

Mariano sintió una gran felicidad y la beso en los labios. La abrazo sin querer soltarla nunca. La amaba demasiado, lástima que su padre se iba a oponer a esa relación. Jamás la aceptaría.

—La única locura que hice y de la cual me arrepiento es de no haber luchado más por ella —dijo él con la voz lejana.

—No fuiste el único que también sufrió por las decisiones equivocadas. De esas decisiones aprendimos a ser mejores personas. No vale la pena intentar pensar en que pudimos cambiar ese rumbo y no lo hicimos. Estábamos luchando contra personas con mucha más edad y poder que nosotros.

—Por lo menos tú estuviste hasta el final, yo me rendí demasiado rápido y por eso la perdí para siempre. Dejando que me odiara con todo su corazón.

— ¿Por qué no la buscaste aunque sea una vez? ¿Por qué decidir casarte con la madre de tus hijos a pesar de que ella no ser la elegida? Ya esas preguntas no valen la pena que las contestes. En cambio, puedes comenzar a ser distinto a tu padre.

—Intento serlo, tú sabes que no quiero ser como él. Pero las cosas se están complicando demasiado, Rafael. Lo único que deseo es que las personas no sufran por las malas decisiones. ¿Qué pasaría si mi hijo encontrara su elegida en la tierra? Él se iría, lo conozco demasiado bien como para saber que él lo haría.

—Sabes que eso no es así. Les está cerrando la posibilidad de encontrar a su alma gemela generando así la infelicidad y el amalgamiento. Así como somos ahora tú y yo. No puedes hacer tales cosas. Ni a tus hijos, ni a nadie. Mariano, tienes en tus manos el poder de cambiar el rumbo de los demás. Solo recuerda que eres mucho mejor que tu padre. No cometas sus errores.

—Comienzo a creer que no tenemos mucha diferencia. Que quizás él no fue tan malo.

Rafael sabía que con la siguiente pregunta remataría.

—Y si David consigue por arte de magia a su elegida en la tierra ¿Qué harías tú? ¿Serias igual que tu padre y le prohibirías que este con ella? ¿Lo alejaría de ella y lo obligarías a casarse con la princesa Aurora como quiere tu mujer? ¿Le amargarías la existencia como lo hicieron contigo? Dios, Mariano contéstala bien.

Mariano lo miro muy molesto por preguntarle eso. Pero él también se ha llegado hacer esa pregunta y no era tan estúpido como parecía.

—No, la respuesta es no. No quiero hacerles pasar por lo que yo pase. Aunque espero que no se dé el caso, deseo de todo corazón no pasar por esto. Aunque creo que sería bueno que mi hijo se case con Aurora. Es una chica muy inteligente y su reino con el mío seria poderoso. Ni Cleiford nos destruiría. Pero hay que ver qué pasa.

Rafael no dejaba de darle vueltas al asunto.

—Me alegra escuchar esa respuesta. Todavía me hace ver que sigues siendo el mismo a pesar de esa seriedad que siempre posees.

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