Historia dedicada a Tsukishima-Is-Bae.
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El invierno había comenzado.
Relamente aquella estación podía ser tan buena como mala para aquel azabache.
Buena, porque cuándo nevaba las clases terminaban antes. Malo, porque las actividades del club muchas veces eran pospuestas.
Las estaciones del año no eran algo que necesariamente le importaran a Tobio. A aquel oji-azul, en realidad no le importaba nadamás que el voleibol, pero había casos, -como éste- en las que las estaciones eran un problema para él.
ーTchー. Chasqueó la lengua molesto al comenzar a oír los gritos de un enano peli-naranja que lo irritaba constantemente.
ー¡Kageyama, Kageyama...!ー. Llamaba imperactivo.
ー¿Qué quieres?ー. Estaba molesto.
Era la hora del almuerzo y él recién comenzaba a dormir después de que anoche no hubiese dormido por quedarse hasta la madrugada viendo partidos de voleibol grabados.
La presencia e interrupción del más bajo era de la mayor molestia que podía sentir en ese momento.
ー¡Daichi-san nos llama en el gimnasio ahora...!ー. Explicó emocionado.
ー¿Ahora...?ー. Kageyama estaba más que confundido, ¿Qué podría ser para lo que los haya citado su capitán a esa hora?
ー¡Tenemos que ir a avisar a Yamaguchi y Tsukishima...!ー. Comenzó a correr fuera del aula.
ー¡Hey, espera idiota...!ー. Tobio comenzó a correr siguiendo al enano, se encaminaban hacia la clase de Tsukishima y Yamaguchi.
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Cómo todo en su vida escolar de convivencia con aquel peli-naranja, habían hecho una carrera para ver quién era él más rápido en llegar a la clase del pecoso y el cuatro-ojos.
Al final, Hinata se perdió de camino causando una gran ventaja para Kageyama, quién finalmente llegó a la clase de ambos chicos ya mencionados con anterioridad.
ーFu...ー. Jadeó cansado por correr el chico amante del voleibol.
De inmediato entró al aula, intentando buscar a Tsukishima y Yamaguchi. Pero sólo pudo visualizar al cara de poker.
No era que aquel rubio le desagradase... Sólo tenía la sensación de querer matarlo cada 2 minutos, no era la "gran cosa", ó al menos, así se dedicaba a llamarle Tobio.
ーOye, malditoー. Llamó al rubio de lentes, quién tenía sus audiculares puestos.
Él rubio lo miró atento, pero con expresión neutra en sus ojos.
ー¿Qué trae por aquí a su majestad?ー. Preguntó cínico.
ーHe venido a buscar a una persona molesta que ha sido condenada a la horcaー. Contestó serio aquel azabache.
ーOh, ¿Y de qué se le acusa?ー. Siguió el juego.
ーDe vivirー.
ー¿No puede contratar a un abogado?
ーNo, idiotaー. Contestó finalmente cerrando aquella molesta actuación el más bajo.
ーEso es injusticia, su altezaー. Fingió tristeza.
ーYa basta con eso malditoー. Dijo secamente Kageyama con tono molesto.
ーEs sorprendente que el Rey venga hasta aquí. ¿Qué ocurre?ー. Cuestionó el rubio recobrando un poco su neutralidad.
ーDaichi-san nos llama en el gimnasio, quizá para una reuniónー.
ーEntiendoー. Contestó el de lentes levantándose de su asiento.
ー¿Dónde está Yamaguchi?ー. Cuestionó con un toque de curiosidad leve el azabache.
ーFue a comprarse una bebidaー. Contestó sereno el más alto dejando sus audiculares en su asiento.
ー...ー Kageyama se quedó observando cómo sin ninguna prisa el rubio molesto hacía sus movimientos tan sereno, sin estar apresurado.
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Comenzaron a caminar por los pasillos tranquilamente, encaminandose hacia el gimnasio.
Estaba nevando levemente afuera.
Salieron y de inmediato lograron sentir el helado viento golpearles los rostros. Tobio en ese momento maldecía haber olvidado su bufanda en su aula.
En cambio, el rubio parecía ni siquiera inmutarse, ante el frío, dado que, llevaba una bufanda de color negro en el cuello.
ーOh, al parecer el Rey no parece tener problemas con el fríoー. Mencionó burlónー ¿Es a prueba de resfriados?ー. Preguntaba con un tono burlón el rubio, mientras observaba con delicadeza y sigilo las mejillas algo rojas del más bajo.
Además, aquel azabache no llevaba ni siquiera guantes en sus manos para protegerse del frío. Realmente era un idiota.
ーNo molestes ahoraー. Contestó con tono molesto el oji-azul sonrosado por el frío.
ー...ー Tsukishima no volvió a hablar más y se quedó pensativo un rato, faltaban unos cuantos minutos para llegar al gimnasio, dado que iban a paso lentoー. Espera un momentoー. Dijo de la nada parando su caminar.
El azabache sin entender de que hablaba, siguió caminando.
ーTe estoy hablando a ti idiotaー. Lo oyó llamarlo detrás de él.
ー¡¿¿A quién llamas idota cuatro ojo-..?!ー volteó rápidamente a verlo dándose la vuelta por completo y de repente se topó con el rubio envolviendo una bufanda en su cuelloー ¿Qué estás...?
ーCállate y quédate quietoー. Regañó el rubio dado que el azabache no dejaba de moverse.
Tobio hizó caso omiso y siguió removiendose un poco. Kei fastidiado se molestó y sin pensarlo dos veces decidió envolver su cabeza hasta la frente de manera brusca.
ー¡Oye, alto!ー. Se movió rápido Kageyama intentando detener al rubio.
La nieve seguía cayendo lentamente Kei y Tobio seguían "debatiendose". Kageyama intentando quitarse la bufanda de la cara y Kei intentando cubrir su cabeza por completo.
ー¡Para con eso cuatro-ojos!ー. Regañó Kageyama.
Tsukishima seguía intentando.
Hasta que de un momento a otro el azabache logró descubrise la cara hasta topar con su nariz. Kei en un movimiento impulsivo tomó las manos de Tobio y las alzó en alto mientras las sostenía con un poco de fuerza.
Tobio se estremeció ante la diferencia brusca de temperaturas en sus manos. Extrañamente las manos del más alto se encontraban cálidas, mientras que las de él casi entumidas.
El acto del rubio sorprendió en sobremanera al más bajo.
Kei se sorprendió por su acción impulsiva, más no soltó las manos del azabache. Estaban demasiado frías, entumidas, demasiado, quizá.
ーTe dije que te quedarás quietoー. Susurró Kei frente el rostro del oji-azul.
Para lograr esto el rubio tuvo que inclinarse un poco hacia el más bajo.
ーH-Hu...ー. Balbuceó el azabache sorprendidoー. Su-sueltame...
Después de ello, el rubio pareció pensarselo un poco, la sensación de tener entre sus manos las manos ajenas del más bajo era de muy cómodo.
Sin contar la sensación tan extrañamente impulsiva de no querer soltarlo.
ーNo quieroー. Musitó en un susurro.
ー¡¿HUH?!ー.
ーNo te muevas tanto, podrías resbalar y hacer que yo resbaleー.
Kei observaba atentamente las reacciones del pelinegro, a pesar de que en un principio estaba rojo de frío, ahora sus orejas estaban totalmente rojas, siendo que éstas en un inicio estaban normal.
¿El más bajo estaba nervioso?
Para lástima ó ayuda de Kei la nieve seguía cayendo. Sí se quedaban ahí les daría más frío y alguien podría verlos sí se acercaba a ellos. De lejos, era casi imposible el verlos.
ーTe soltaréー. Susurró aún cerca del rostro del azabache Tsukishimaー. Pero, espera unos segundos...ー se acercó aún másー cierra un poco los ojosー susurró sereno.
ー¿Para qué...?ー. Apenas pudo preguntar Kageyama cuando de la nada Tsukishima en un movimiento veloz soltó sus manos y tomó los laterales de su cabeza.
Kei posó sus labios junto a los de Tobio por encima de la bufanda que cubría la mitad de su cara.
Tobio se quedó estático, ¡¿Qué se supone que hacía el rubio en ese momento?!.
Kei se separó rápidamente y siguió su camino cómo sí nada.
Dejando a Tobio aún paralizado con los brazos hacia arriba estático, mirando a la nada. Petrificado facialmente.
ー...ー Kei en silencio siguió su camino hacia el gimnasio.
Tobio pudó sentir sus orejas arder mucho, demasiado.
Kei dándole la espalda a Tobio caminaba tranquilo, el viento pegaba contra su rostro de forma brusca. Pero no sentía frío, al contrario, tenía una sensación en sobremanera cálida en sus manos, y rostro, sobretodo en sus labios.
¿Había sido por el contacto por la bufanda?
Recuerda en esos segundos, la sensación tan cercana de tener al chico oji-azul tan cerca.
A pesar de que había tocado sólo la bufanda con sus labios aquel azabache temblaba, su boca temblaba. Quizá en aquellos momentos tenía una mueca impresa en su rostro.
Kei había adorado esa sensación.
No era que a Kei le importasen necesariamente las estaciones del año, en realidad, invierno le parecía más molesto, por el simple hecho de tener que salir de su cama con el frío del clima.
Odiaba la sensación de que sus manos se enfriasen y su rostro también, dolía en sobremanera aquello.
Pero ese día sin duda alguna, él...
... había experimentado el lado más cálido de aquel invierno.
[Fin]