Cruzados -El infierno en la T...

By TheAngelicalMadness

14.6K 421 190

Un hombre, quien vive en medio de la nada, se despierta debido a unos extraños ruidos, por lo que decide inve... More

Capítulo 1 -Invasores de la noche-
Capítulo 2 -Al otro lado de la puerta-
Al otro lado de la puerta (parte 2)
Capítulo 3 - Unos días en el Limbo
Capítulo 4 - Una vela en la oscuridad
Capítulo 5 -La Huida (Primera parte)
Capítulo 5 -La Huida (Segunda parte)
Capítulo 6-¿A salvo? (Primera parte)
Capítulo 6-¿A salvo? (Segunda parte)
Capítulo 7- Un merecido descanso (Primera parte)
Capítulo 7- Un merecido descanso (Segunda parte)
Capítulo 7- Un merecido descanso (Tercera parte)
Capítulo 7- Un merecido descanso (Cuarta parte)
Capítulo 7- Un merecido descanso (quinta parte)
Capítulo 7- Un merecido descanso (Sexta parte)
Capítulo 8 - El Juicio
¡REQUIERO OPINIONES!
Trailer
Capítulo 10 - FirestormCore

Capítulo 9 - Paria

377 19 3
By TheAngelicalMadness

Afortunadamente, mis heridas habían sanado más rápido de lo que imaginaba, aunque de no haberlo hecho el Commotio Magus me habría enviado de todas maneras a esta misión de… ¿cómo calificarla?¿reclutamiento?

Dado que el juicio no había devorado mi día tanto como había supuesto y, probablemente, Angie aún estaría recuperándose, decidí visitar a Magnus otra vez. Por un lado, lo hacía para matar el tiempo, mientras que, por otro, entre el equipo de mi nueva compañera de habitación no había encontrado más que un simple revólver con balas de plomo y un cuchillo de combate, por lo que quizás mi nuevo amigo tecnófilo podría facilitarme algún tipo de armamento. Me retiré del rincón apartado del cuartel en que estaba la biblioteca y volví a salir a la calle principal justo cuando unas gruesas gotas comenzaron a caer. Intenté cubrirme con la capucha, pero un Zarigüeya con prisas conducido por una adolescente me cubrió de barro por segunda vez en dos días. ¿Qué rayos? ¿Una joven de unos catorce años manejando un transporte cruzado? Ni siquiera había podido vislumbrar un uniforme en los pocos segundos que estuvo cerca, tan sólo una sonrisa burlona al comprobar por el espejo mi estado, junto con un fugaz mechón rojo. Suspiré resignado, me quité la capucha y proseguí mi camino. Las pocas gentes que encontré me ignoraron, siquiera me dirigían la mirada, lo cual no tendría nada de novedoso dado que yo no era más que un miembro más de la organización, pero una vez que las dejaba atrás sentía sus ojos clavarse como agujas en mi espalda. Quizás estuviese volviéndome paranoico.

Para cuando llegué, nuevamente, a la plaza central, mis ropas se habían convertido en lo más parecido a las sopas de barro que hacía de pequeño en el terreno yermo que lindaba con el campo de mi familia, lejos de la mirada de mi padre. De todas maneras, siempre sabía que me esperaría un reto por haberme llenado de barro hasta el cuello en vez de haber estado trabajando. Dejando mi pasado más remoto en el lugar que le corresponde, continuaré relatando los tiempos pretéritos más cercanos.

Abrí la puerta y esta vez el pánico había desalojado al usual rencor inexplicable de la mirada de la recepcionista del edificio. De hecho, el miedo había desalojado cualquier otra sensación de los ojos de quienquiera que se percatase de mi presencia, incluyendo a los guardias que antaño me habían conducido, indiferentes, a las entrañas del fuerte. Bueno, cualquier sensación excepto, quizás, el asco.

Intentando ignorar la excesiva frialdad con que me trataban ambos hombres, luego de que ambos discutieran entre sí por lo bajo, fui escoltado hasta la enorme puerta subterránea que conducía a las entrañas del taller por uno de ellos que, si mi memoria no falla, respondía al nombre de Gerard o algo así.

Los pasillos estaban vacíos, lo cual consideré una fortuna debido a que la mayor parte de los miembros participantes del juicio tenían sus talleres y oficinas en el subsuelo. Esta vez, a pesar de encontrarme en un ambiente tenso, presté mayor atención al recorrido. Descendimos por unas escaleras de caracol que se me hicieron infinitas, salimos al tercer subsuelo y caminamos por el pasillo principal hasta llegar al noveno cruce. No recuerdo haberlo dicho antes, pero a mayor distancia de la superficie, mayor prestigio dentro de la organización, por lo que Magnus debía de ser bastante apreciado por los altos mandos.

Nos detuvimos delante de la enorme puerta metálica remachada y mi escolta me pidió que me diese vuelta mientras colocaba el código de desbloqueo. Un poco cansado por el exceso de precauciones, miré en dirección contraria hasta que me avisó que podía darme vuelta. Agradecí a regañadientes y entré. La puerta se cerró a mis espaldas.

Nuevamente el lugar estaba a oscuras. Sin embargo, no me dejé engañar y me mantuve alerta, buscando al anciano mecánico entre las sombras.

Un ruido a mi derecha me sobresaltó y, antes de que pudiera hacer nada, me encontraba sobre el suelo con algo metálico alrededor de mi cuello. Mis manos se dirigieron, desesperadas, hacia lo que fuese que me estaba sofocando y cuánto me sorprendí al descubrir que era un brazo metálico. Las luces se encendieron y me encontré cara a cara con una joven cuyo rostro me resultaba familiar. Sus ojos verdes se abrieron mucho al verme, como si me hubiesen reconocido y, automáticamente, me soltó. Qué raro,-pensé irónicamente.-más tratos extraños.

-Por favor,-comenzó a decir con una voz algo chillona y temerosa.- no le digas al maestro.

-¿Qué qué?-exclamé confundido. Entonces mis neuronas hicieron contacto, encendiendo una chispa: esa chica era aquella que, minutos atrás, me había cubierto de barro. Sonreí para mis adentros y decidí divertirme un rato.- ¡Ah! ¡Así que eras tú! Si no me lo hubieses dicho no me hubiese dado cuenta, pero agradezco tu sinceridad.

-No le dirás nada a Magnus, ¿no?-su voz esta vez sonó firme y controlada. Sus ojos me penetraban el cráneo, como si estuviese escaneando mi cerebro.

-Depende.

Me miró con desconfianza, cruzando los brazos.-¿De qué?-

-De que te mantengas alejada de mí.-Respondí medio en broma.- En menos de veinte minutos me has cubierto de barro y lanzado al suelo como si fuese un demonio.

-Bueno, disculpa.-esta vez su tono pasó a ser más desafiante, aunque inmediatamente pareció arrepentirse, porque hizo un puchero suplicante.

-Lo pensaré.-continué jugando. Hacía un buen rato que no me divertía ni mantenía una charla más o menos amistosa con alguien, exceptuando mi charla con Karion del día anterior.

-Bueno, tú sigue pensando, pero si puedes hacer dos cosas a la vez me gustaría que me dijeras a qué vienes.-nuevamente, su voz era dura. Esta jóven con llamas en vez de pelo era, definitivamente, muy cambiante.

-Vine a que me lanzaran al suelo repentinamente. Es mi actividad preferida.-bromeé, pero al ver que su rostro se mantenía impasible decidí cambiar mi estrategia.- Venía en busca de armas, dado que mi compañera tan sólo tiene un revólver con balas de plomo.

-Uhm,-dijo pensativa.-en teoría yo no puedo darte nada, tan sólo soy una aprendiz.

-¿Y en la práctica?-inquirí, creyendo ver adónde podía llegar.

-Bueno, en la práctica puedo darte armamento de nivel Beta como máximo, no tengo acceso a los códigos superiores.

-Supongo que puedo vivir con eso.-

La joven se internó entre las sombras y regresó arrastrando con un brazo una caja de tamaño considerable, lo cual me impresionó, dado que no aparentaba ser alguien de grandes cualidades físicas. Rápidamente, tecleó un código en un panel oculto. Sin embargo, el contenedor no se abrió, sino que las luces se apagaron y comenzó a sonar una alarma.

Sobresaltado, por instinto, mis manos se dirigieron a mi cinturón en busca de algo con qué defenderme, pero recordé, al tiempo que palpaba el vacío, que no me había colocado la pistolera. El rostro de mi aprendiz, en cambio, mostraba una expresión compungida. Pocos segundos más tarde, el penetrante sonido cesó y las luces volvieron a encenderse. Me encontraba desconcertado, no entendía absolutamente nada de lo que acababa de suceder. Sin embargo, no bajé la guardia.

Entonces, por la enorme puerta, entró Magnus sentado en su palanquín tecnológico a lomos de Sulphur, el cuadrúpedo mecánico. No parecía tan amistoso como el día anterior.

-¿Quién se atreve a entrar en mi Magno taller sin mi permiso? O, aún más grave, ¿quién osa tocar el Magno armamento cuando no se encuentra presente mi Magno conocimiento?-Bramó colérico. Sin embargo, su enojo se congeló un instante cuando se percató de mi presencia.- Uhm… C’etoreh alias “el señor mudo”, ¿no es cierto?-para su regocijo, asentí sin decir palabra.- ¿Qué lo trae por aquí, mi querido amigo?

-Bueno, la verdad es que vine en busca de un arma para Angelika, mi nueva compañ…-Sin embargo, el estallido de Magnus no me dejó terminar.

-¡Con que buscabas un arma! ¡Yo estaba en lo cierto!

-Maestro, disculpe, pero la caja la he abierto yo. Pensé que tal vez…-Intervino la joven aprendiz, quien intentaba defenderme o defenderse o justificarse o váyase a saber qué, pero tan sólo fue para peor.

-¿¡Y tú lo ayudabas a robar!? ¿¡Y te atreves a llamarte frente a otros como mi Magna aprendiz!? ¡Ya hablaré contigo de tu castigo!-Luego de gritarle desde la autoridad que le confería su posición tanto física como dentro de la organización, volteó hacia mí.-Y en cuanto a usted, señor mudo... ¡Fuera de mi vista!- Sin dudarlo ni un segundo, me dirigí al exterior, haciendo caso omiso a los gritos que brotaban a borbotones de la boca del mecánico.

Cabizbajo, me dirigí hacia el exterior sintiendo mi corazón latir con fuerza. Detestaba tener discusiones tan repentinas con autoridades, me ponían nervioso y no sabía afrontarlas. Sólo podía llevarlas a cabo si yo hacía el primer movimiento, como durante el juicio.

Caminé velozmente por las calles por enésima vez en esos dos días, sin prestar atención a nada ni nadie, ni siquiera a las miradas furtivas que, de vez en cuando, sabía que me dirigían los transeúntes y no me detuve hasta llegar ante la descascarada puerta de mi nuevo refugio. Giré el picaporte e ingresé al recinto. Todo seguía como cuando me mandó a llamar el Maestre Bibliotecario, excepto porque ni mi compañera ni el uniforme que le pertenecía se hallaban en su lugar. Me alarmé, pero mi sentido común me advirtió que nada malo podría haberle pasado. El sonido de la ducha, detrás de una puerta oculta por las cajas de munición, me lo confirmó. Al mismo tiempo, no pude evitar pensar qué rayos hacía un baño en un almacén de munición.

Me recosté en mi camastro, el cual chirrió bajo el peso de mi cuerpo y cerré los ojos.

No sé cuánto tiempo estuve así, pero para cuando volví a abrirlos Angie ya había salido de la ducha, se encontraba vestida con su uniforme y me sacudía.

-¿Qué? ¿Qué? ¿Qué sucede?-pregunté aturdido.

-¡Nos encerraron! ¡Te digo que nos encerraron!-Exclamó con sus ojos muy abiertos, llenos de terror.

-¿Uh?-me sentía estúpido. Lentamente, como si hubiese terminado de compilar la información, mi cerebro se encendió y comprendí todo. Como un rayo, me levanté y me dirigí a la puerta  para comprobar por mí mismo lo que ella decía. Comencé a girar el picaporte, primero con parsimonia y luego de manera frenética y desesperada. Tras darle una fuerte patada al portal blindado, me senté en la cama. ¿Cómo podía ser que nos tratasen así? Al rato me invadió otra oleada de furia y arremetí nuevamente contra la abertura vedada, sin resultados.

-¡Ey! ¡Basta! ¡Basta Fernando!-gritaba Angie a mis espaldas. Me sentía impotente, prisionero e idiota. Mi estómago, para colmo, comenzó a rugir. Volví a recostarme y empecé a escudriñar el techo. Era verde oscuro, lo cual comprimía aún más el sitio de lo que ya era, con desconchones considerables que dejaban ver la mampostería de color amarillento detrás. Las telarañas se amontonaban aquí y allá como en un calabozo. Entonces me sentí más estúpido que nunca.

-¡Angie!-exclamé repentinamente, a lo que ella me miró sorprendida.-Soy un idiota. ¿Cómo estás? ¿Cómo te sentís? ¡No te pregunté nada! ¡No puedo creerlo!

Ella sonrió.-No hay problema, recuerdo que eres un hombre y no puedes hacer dos cosas a la vez.-bromeó. Sonreí, su rostro se encontraba ojeroso y había perdido algo de peso, pero su humor se encontraba intacto.- La verdad es que estoy bien, aunque en el fondo esperaba poder llenarme el buche con algo en cuanto saliese de las mazmorras.-La miré, pidiendo que continuara.- La verdad es que son horribles. Me mantuvieron con los ojos vendados casi todo el tiempo, pero en los momentos en que podía ver creo que prefería que me dejaran la venda. Era todo gris, de piedra y frío, lleno de telas de araña. Parecía que lo habían sacado de una película de terror, sólo que yo era la protagonista. De todas maneras, no empezó siendo una pesadilla, incluso me trataban como si no fuese una prisionera, dudaban muchísimo que yo fuese peligrosa. Pero luego-empezó a explicar ladeando la cabeza y estirando algunas palabras, como si contase que había cruzado la calle para hacer las compras.-me hicieron las pruebas, me metieron en una especie de paisaje enorme que tardé en comprender que no era natural, sino que aún estaba varios metros bajo la superficie y bueno, de repente levanté una montaña de huesos de animales que se acomodaron como si estuviesen vivos y atacaron a los demonios. Luego de eso cancelaron el resto de las pruebas que tenían programadas y me encerraron, tenían miedo de acercárseme. Los muy malditos me miraban con repulsión, como si fuese… ¡no sé! ¡un gran vómito caminante! Incluso, en su afán de evitarme, no me daban ni siquiera un trozo de pan, supongo que se me nota que estoy más en los huesos.-asentí, rodeado de un silencio espeso y peligroso. La ira fluía por mis venas.-Al menos esa parte es buena, necesitaba bajar un poco para este verano.-bromeó. El hecho de que se tomara con tanto humor todo me apaciguó. Significaba que su mente se estaba defendiendo de la realidad de manera efectiva. Cuando dejé de sentir que el odio latía en mis sienes, volteé la cabeza para preguntarle cómo se sentía ahora, pero me encontré con un ángel durmiente. No pude evitar sonreír. Caminaba hacia el interruptor cuando una ráfaga de aire helado me puso la piel de gallina. Apagué la luz y, antes de acostarme, cubrí con mi capa el cuerpo de apariencia frágil que reposaba en la cama de al lado. Cerré los ojos, haciendo caso omiso a las protestas de mi aparato digestivo y relajé mis músculos, al tiempo que pensaba- Mañana será otro día.

 -------------------------------------------------------------------------------------------------

Buenas mis queridos lectores! Cómo andan? Bueno, no tengo mucho que decir sobre este capítulo, más allá de lo de siempre: agradecer a ustedes, que continúan leyendo mi historia pase lo que pase (?), a aquellos que votan y, cómo olvidarme, a aquellos que comentan. Espero que les haya gustado! Saludos y hasta la próxima! :D

Continue Reading

You'll Also Like

24.7M 2.9M 88
🔥Ganador de los premios Watty 2019🔥 (Los tres libros están incluidos, aunque los números sean un poco lío solo tenéis que leer todo seguido) ❤️Ya p...
276K 15.5K 19
-Esto... doloroso...-dijo una voz femenina -Padre e hijo, se fueron juntos. Dos hermanos que no pudieron encontrarse por culpa de un gobierno corrupt...
95.9K 7K 29
un joven de 22 años, fanático de Ben 10 viaja a ese universo luego de morir en un trágico accidente, estará preparado para enfrentar los peligros de...
MAGNATE By Patricia01234

Science Fiction

51.2K 9.2K 71
COMO ME CONVERTÍ EN UN MAGNATE HACIENDO NEGOCIOS DE REVENTA ENTRE DOS MUNDOS Total de capítulos 288 (novela original) (Otra obra maestra de Ye Yiluo...