La Cazadora de Vampiros © #TC...

By Viole95

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Desde que era una niña crecí con la idea de que el mundo era un lugar seguro, que las leyendas eran simples h... More

Introducción
POSIBLES PORTADAS [CERRADO]
POSIBLES PERSONAJES
VOCABULARIO Y MAPA DE LUGARES
Prólogo (YA EDITADO)
Capítulo 1 (YA EDITADO)
Capítulo 2 (YA EDITADO)
Capítulo 3 (YA EDITADO)
Capítulo 4 (YA EDITADO)
Capítulo 5 (YA EDITADO)
Capítulo 6 (YA EDITADO)
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25 (1ª parte)
Capítulo 25 (2ª parte)
Vídeo por los 50.000 leídos
Capítulo 26 (1ª parte)
Capítulo 26 (2ª parte)
Capítulo 27 (1ª parte)
Capítulo 27 (2ª parte)
Preguntas a la autora [CERRADO]
Vídeo por los 100.000 leídos
Capítulo 28 (1ª parte)
Capítulo 28 (2ª parte)
Capítulo 29 (1ª parte)
Capítulo 29 (2ª parte)
Capítulo 29 (3ª parte)
Capítulo 30
Capítulo 31 (1ª parte)
Capítulo 31 (2ª parte)
Capítulo 32
Capítulo 33 (1ª parte)
Capítulo 33 (2ª parte)
La Cazadora de Vampiros participa en 2 iniciativas
Capítulo 34
Capítulo 35
La Cazadora de Vampiros llega a los 500.000 leídos
Capítulo 36
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41 (1ª Parte)
Capítulo 41 (2ª parte)
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47 (1ª parte)
Capítulo 47 (2ª parte)
Capítulo 47 (3ª parte)
Capítulo 47 (4ª parte) ANTE ANTE PENÚLTIMO CAPÍTULO
CAPÍTULO 48 (ANTE ANTE PENÚLTIMO CAPÍTULO)

Capítulo 37

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By Viole95

Cuando me quité el uniforme, pedí permiso y me dirigí a los aseos para quedarme un rato tranquila, intentando asimilar lo que había sucedido. Había herido a Iulian sin quererlo y no había reaccionado precisamente bien. Me había dejado llevar por aquella adrenalina de poder vencer a uno de los míos y seguramente estaba enfadado porque todos lo habían presenciado.

Suspiré y acto seguido, abrí el grifo para echarme un poco de agua en la cara.

— Buen asalto —pronunció una voz femenina detrás de mí, haciéndome que diera un respingo. — Perdón... no quería asustarte, skaliash.

— Por Kassiah, ¿no quieres asustarme siendo tan silenciosa? —respondí mirando a Raira— Algún día vas a conseguir que me dé un infarto... aunque pensándolo bien, a cualquier persona.

La mujer cuervo sonrío y no dijo nada, sino que se limitó a apoyarse en la pared compuesta por azulejos blancos e impolutos.

— Encuentro tremendamente satisfactorio ser igual de silenciosa que el enemigo, eso me genera una clara esperanza de que podré vencerlo algún día. —respondió mientras me miraba con sus ojos oscuros.

Y de pronto lo vi de nuevo, en un segundo sus ojos centellearon con un débil tono dorado y luego volvieron a su estado normal, al igual que había ocurrido aquella noche cuando estábamos en el despacho, con Matt, Elle y Iulian para que nos informara acerca de la misión de Nadya.

— ¿Qué le ocurre a tus ojos? —pregunté sabiendo que no me lo había imaginado.

— ¿Qué? —preguntó extrañada, pero mi intuición me decía que estaba fingiendo.

— Se han vuelto dorados por un segundo —expliqué intentando descifrar alguna emoción en aquel rostro impasible y pálido.

— ¿Dorados? Seguro que ha sido tu imaginación.

Aparté la vista pensativa, pero decidí no volver a preguntar, ya que sabía con certeza que no iba a descubrir nada.

— No sabía que tenías un vampiro en el laberinto y que se llamara Christopher.

— Sabía que tarde o temprano ibas a descubrirlo. —susurró sin dejar de mirarme.

— ¿Creías que no lo iba a notar al poseer La Visión?

Ella sonrío y acarició con lentitud a Zheriaj y yo puse los ojos en blanco.

— Hay demasiados secretos, Raira... demasiadas cosas que no entiendo y... —bufé— me agobio de no comprender nada de lo que hay a mi alrededor.

Ella me puso las manos en los hombros, en un intento de tranquilizarme.

— ¿Por qué los vampiros pueden transformarse en murciélagos? —pregunté aquello que me estaba matando por dentro.

— Es una habilidad muy difícil de desarrollar por estos seres, esa transformación solo la consiguen unos pocos... los vampiros de un linaje muy antiguo y poderoso, es decir, los de la Segunda o Tercera Dinastía. No cualquier upyr puede poseerla. —expresó como si aquello fuera suficiente.

— ¿Qué es eso de las dinastías?

— Son las distintas estirpes en las que se dividen los vampiros, va desde los vampiros pertenecientes a la realeza hasta los vampiros que se han convertido en bestias. Es como una sociedad piramidal, muy similar a la de los humanos.

Asentí comprendiendo.

— ¿Y qué nombre tienen los que pueden transformarse en murciélagos?

— Los denominamos vampiros leitery y aparte de transformarse logran que las criaturas nocturnas los obedezcan.

— Vale, muy bien... ahora dime si te suena este símbolo —acto seguido le enseñé el dibujo del tatuaje que había visto en la muñeca de mi salvador o salvadora en Moscú— Lo tenía grabado la persona que nos salvó a mí y a mi prima de unos vampiros en la capital. Y he descubierto que tiene relación con un símbolo de los Drakovich, la familia de cazadores de uno de los cuadros que están en el pasillo de Dirección.

Ella cogió el papel y lo miró muy seria.

— No sé qué relación tiene con los enemigos de los Kartain, pero lo que sé es que... —se echó el pelo hacia un lado— este símbolo, sin la cruz cristiana pertenece a una leyenda conocida en Bulgaria, Macedonia y los Balcanes, la de una cazadora de vampiros. Un vampiro atacó y bebió la sangre de su madre cuando estaba embarazada y desarrolló cuatro habilidades, número de partes en las que está dividido el rombo... pero solo se sabe una habilidad, que es la detectar a vampiros a través del olfato.

— ¿Y qué tiene de especial esa cazadora?

— Que era una dhampira, mitad humana y mitad vampira. Cuentan que tenía rasgos de ambos... pero es imposible que existiera alguien así. —negó con la cabeza— Además que está el hecho de que tu símbolo tiene una cruz cristiana por lo tanto, eso está ligado a alguna asociación de cazadores de la iglesia católica.

— Pero... —empecé a decir.

— No le des importancia, Anna... seguramente fue algún cazador que solo estaba haciendo su trabajo y os ayudó a ambas. —concluyó— Es solo una leyenda.

Fuera una leyenda o no iba a seguir investigando, ya que mi intuición me decía que en el mundo de los vampiros cualquier cosa podía ser cierta y para ello iba a hablar con cierta persona ya que tenía la sensación de que podía ayudarme.

— ¿Algo más que quieras preguntarme? —me miró de forma inquisitiva.

— No —dije automáticamente— Eso es todo.

— Bien, salgamos de aquí... los demás van a preocuparse.

Al salir, vi que todos se habían ido salvo el muchacho rubio y el profesor Patrick. Cuando fui a coger mi mochila, Iulian se acercó a mí por detrás y me puso una mano en el hombro. Parecía que ese gesto no era de enfado, parecía que me había equivocado.

— Creo que te he subestimado, Anna —confesó en voz muy baja.

— No te preocupes, solo he tenido suerte. —me volví para mirarle.

— Suerte es lo que se tiene al aprobar un examen... lo tuyo es destreza con el florete, pero falta pulirla y no precisamente poco. Tienes bastantes fallos. —eso hizo que me viniera abajo— Lo siento, mi intención no es desanimarte.

Hice un ademán con la mano para restarle importancia.

— Lo sé, lo sé... a propósito, me gustaría pedirte un favor. Tú perteneces a la Asociación y quizás puedas descubrir a quién pertenece esto —a continuación le tendí el dibujo de forma disimulada— Se trata de un símbolo... he hablado con Raira y parece estar ligado a una leyenda de una dhampira y a una asociación cristiana de cazadores —vi como abrió los ojos realmente sorprendido— Ayúdame... necesito saber a quién pertenece.

En ese momento Patrick empezó a caminar hasta nosotros y fue en ese momento en el que el atractivo muchacho me abrazó y me susurró al oído:

— Haré lo que me pides y en unos días tendrás noticias mías. —y luego se quedó hablando con el profesor, así que yo aproveché para salir de allí.

****

Tras coger mi comida, busqué a Lucy por el comedor pero no la encontré y eso hizo que me sentara en el banco de una mesa vacía. No conocía a nadie y me daba vergüenza sentarme con los del club de música ya que parecían conocerse entre ellos.

Hice ademán de coger un poco de ensalada Olivier cuando alguien se acercó a mí.

— ¿Puedo sentarme? —preguntó Matthew mirándome.

Me encogí de hombros, dándole a entender que aún seguía enfadada.

Acto seguido, apareció ante mis ojos un vaso a rebosar de helado de chocolate, que portaba una nota que tenía escrito un "lo siento" y junto con un dibujo de una cara triste. Al verlo, se me iluminaron los ojos, gesto que me delató pero me hice la dura y volví a ponerme seria, aunque sin mucho éxito.

— Pero si te estás aguantando la risa... —musitó sonriendo.

En ese momento me eché a reír y le di un puñetazo en el hombro.

— Estás casi perdonado —contesté llevándome una cucharada a la boca— pero esto aún no es suficiente... hay muy poco helado de chocolate, vas a tener que cambiar el vaso por uno más grande.

— Para ti, el vaso nunca sería lo suficiente grande para todo el helado de chocolate que querrías tener y estarías enfadada conmigo para toda la eternidad.

— Me gustan tus deducciones, pequeño Sherlock.

— ¿Estás halagándome solo por qué vas a pedirme alguna clase de favor y necesitas urgentemente mi ayuda?—el muchacho de ojos marrón verdoso me lanzó una mirada divertida pero no dije nada— El que calla, otorga... Anna.

— Vale, vale... sí, quiero pedirte algo. —bajé la voz— He descubierto una carta que mi madre me escribió antes de que aquel vampiro... —Matthew asintió comprendiendo— y desde un principio sabía que iba a tener que sacrificarse para protegerme, ella quería apartarme a toda costa de todo este mundo y que fuera una humana más. —expliqué— Por lo le oí decir a mi padre, Svetlana guardaba secretos... y ella me dio una pista para empezar a descubrirlos.

Él apoyó la cabeza entre las manos, interesado.

— Sigue hablando —pidió amablemente— Has captado toda mi atención.

— Parece ser que el origen de todos los secretos es en un lugar, que lo describe de esta forma: "el faro de cúpula de oro donde se escucha el rumor de las aguas es la clave de todo... una vez fue el centro ortodoxo del Padre, Hijo y Espíritu pero que ahora se haya olvidado y ya nadie recuerda el detalle de cierta inscripción, en cómo lanza su último brillo antes de caer el sol"

— Mmm... parece un edificio ortodoxo, una catedral o una iglesia —sugirió— Aunque lo tenemos complicado porque la mayoría tienen cúpulas doradas.

— Sí, eso he pensado yo... y también lo puede estar cerca algún canal o el propio río Neva... aunque deberíamos considerar otros edificios como El Almirantazgo. Maldita sea, va a ser como buscar una aguja en un pajar.

En ese momento saqué el bloc de notas naranja que llevaba siempre conmigo y empecé a apuntar lugares que recordara que tuvieran cúpulas de oro.

— ¿Qué tal si incluimos la Catedral de San Nicolás, la que estaba al otro lado del edificio en el que nos adentramos para lo de la misión? —propuse.

— Sí, inclúyela también... vamos a darnos prisa en comer y directos a la biblioteca. Tenemos una hora libre antes de empezar las clases de tarde y muchos edificios que investigar. —concluyó.

Un cuarto de hora después, cuando entramos en la biblioteca vimos que estaba casi vacía salvo un par de estudiantes que estaban estudiando y la bibliotecaria. Dejamos nuestras cosas en una de las mesas y ambos nos dedicamos a buscar un par de libros de historia sobre las iglesias y catedrales de San Petersburgo. Con eso y la documentación de Internet fuimos sacando datos hasta elaborar una posible lista de lugares que cumplían los requisitos de lugares como el de la carta.

— Apunta este también —me señaló la foto de la catedral de Kazán— Era la principal catedral de la ciudad y prácticamente estaba en el centro.— Vale ahora que tenemos la lista, iremos tachando lugares y acortando la búsqueda.

— ¿Con cuántos lugares nos vamos a quedar?

— Con cinco será suficiente y si puede ser con menos —respondió pasando unas páginas del libro — Y ya a partir de ahí tendremos que decidir a donde ir.

En ese momento, el móvil que había en la mesa sonó y mi amigo lo cogió rápidamente. Estuvo hablando durante unos minutos, pero parecía que fuera importante porque al muchacho de pelo castaño le cambió la cara radicalmente. Cuando colgó, me dirigió aquella típica mirada suya que significaba que estaba tramando algo.

— ¿Qué es lo que ocurre? —pregunté curiosa.

— ¿Te acuerdas lo que te conté acerca de la Unidad Especial de Investigación de la Hermandad? —asentí rápidamente— Pues un amigo de allí me ha comunicado que les ha llegado un nuevo caso de homicidio aparentemente resuelto... pero no parece ser así. El capitán de la UEI lo ha seleccionado por alguna razón pero adivina que caso es... —se calló unos minutos para darle emoción— El de la familia del bosque de la ruta 25, el que ocurrió la noche de tu Ascenso.

Me quedé sin respiración durante unos instantes y lo miré seria.

— P-pero, ¿ese caso no se había cerrado ya? ¿No habían cogido al culpable?

— Sí, pero no... lo van a soltar pronto porque ha conseguido un buen abogado y también porque faltan pruebas para cerrarlo. Y por eso lo han mandado a la Hermandad... pero por otra cosa indudable, porque seguramente esté relacionado con vampiros justo como sospechaba. Encontraron el arma homicida pero no tenía ninguna huella, —recordó— encontraron los cuerpos sin huellas, no había testigos y todo se le achacó a ese vecino por haber amenazado a la familia por la propiedad de unas tierras y porque su coartada no se sostenía.

— ¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Vas a hablar con tu amigo?

— Sí, es justo lo que voy a hacer... —cerró el libro de un golpe seco— Quiero que me vaya informando de ese caso y lo que deberías hacer tú es ir y hablar con él, porque estoy seguro de que el vampiro que mató a esos dos fue el que te atacó a ti. —sugirió— Eres la única testigo, Anna.

— No pienso ir, no pienso inmiscuirme en eso... no quiero que me interroguen, ya tuve bastante en lo de la misión de Nadya. —en ese instante recordé la nota amenazante que encontré semanas atrás y suspiré— Lo siento, no quiero tener nada que ver con vampiros... es peligroso.

Él se encogió de hombros.

— Bueno, no se puede decir que no lo he intentado.

Empecé a hacer dibujitos en el bloc de notas hasta que rompí el silencio.

— ¿Pero de verdad crees que un vampiro está detrás de todo?

— Claro... los vampiros son muy escurridizos y la mayoría de los casos de la UEI son de ese patrón —explicó rápidamente— Creo que deberíamos irnos a clase.

— Sí, es verdad. Ya nos veremos —chocamos los cinco y nos despedimos.

****

Habían dado las ocho de la tarde y ya había terminado las clases por ese día. A la salida, me había encontrado otra vez con Volker Mürer, el muchacho que me odiaba sin saber por qué y me había dirigido esa mirada odiosa pero no se había acercado a mí.

Miré al cielo preocupada. Quedaba muy poco tiempo para que anocheciera y debía de darme prisa para llegar al internado lo antes posible. No quería ir sola por aquellas callejuelas por si algún vampiro me atacase, no obstante estaba en el núcleo donde vivían los caza-vampiros y era imposible que pasase, pero ya no podía fiarme.

Al acabar una de las calles, seguí adelante a paso rápido hasta llegar a la calle donde supuestamente se encontraba un árbol caído, o eso me había dicho Edik. Fue pasar unas cuantas tiendas de diverso tipo cuando lo vi.

Al fondo, alrededor de un cerco de hierro se encontraba un gran roble caído y seco, que parecía tener cientos de años. En un lado, había un letrero metalizado que tenía una inscripción en ruso que decía:

"En memoria de todos los que cayeron en la batalla

y los que aún siguen luchando cada noche para

que el mal no predomine sobre el mundo"

Acaricié las letras incrustadas sintiendo una ligera sensación de deja vú, como si hubiera estado en aquel lugar antes pero negué con la cabeza. Era prácticamente imposible que hubiera estado, a menos que mi madre me hubiera llevado de paseo por alguna de las calles de Kassivor cuando era muy pequeña.


La fachada era de madera clara, muy similar a una casa de campo rústica y tenía macetas colgadas de las ventanas que le daban un aspecto alegre y campestre. A un lado, poseía un pequeño escaparate donde había un vestido de época de color verde, expuesto al público.

Parecía que no había nadie, las luces estaban apagadas. Sin embargo, decidí subir los dos pequeños escalones y toqué la aldaba. Minutos después, la puerta se abrió lentamente con un chirrido invitándome a pasar. Algo insegura, pasé al interior pero me encontré con una negrura que me produjo una extraña inquietud en el cuerpo.

— ¿Hola? ¿Marie Rose? —pregunté algo temerosa.

En ese momento, se encendió una luz y me encontré de frente con la vampira de largos cabellos rubios, algo que hizo que diera un respingo del susto.

Malyshka, ¿qué es lo que la trae a altas horas de la noche a mi tienda? ¿has venido como clienta para conseguir un fastuoso vestido? Porque esta noche la tienda está cerrada por motivos personales.

Portaba una especie de vestido rosa, de tela fina, muy similar a un camisón para dormir que insinuaba sus formas y llevaba el cabello recogido con un simple moño. Llevaba abrazado a su pecho un libro pero no alcancé a distinguir el título.

— No no, he venido a hablar contigo... necesito contarte algo. —contesté rápidamente— Siento haberte molestado en... lo que estuvieras haciendo.

Ella me dirigió una sonrisa y negó con la cabeza.

— Tranquila, estaba preparándome para irme a dormir —dejó el libro a un lado y me hizo una seña para que me sentara en uno de los sofás de terciopelo.

— Pero... si los vampiros no duermen... —puntualicé.

Marie Rose me fulminó con la mirada y yo me quedé muy quieta.

— ¿Acaso crees que no soy consciente, niña impertinente? —replicó enfadada— ¿Piensas que no soy conocedora de mi condición de ser de la noche? —tragué saliva mientras notaba como se le iluminaban los ojos de color escarlata— Que sea lo que soy, no significa que haya dejado de ser una mujer y con ello, el desatiendo de mis respectivas costumbres de cuando vivía en palacio.

— ¿Vivías en un palacio? —abrí los ojos, interesada— ¿En cuál?

La vampira se cruzó de piernas y apoyó un brazo en el reposabrazos del sillón.

— Basta de preguntas, malyshka... el lugar donde residía en el pasado carece de relevancia en este momento. Explícame el motivo de tu ingrata visita.

— Lo siento, no te enfades pero intenta comprender mi curiosidad. —me disculpé— Me ha sucedido algo muy extraño y estoy casi segura de que tú puedes darme las respuestas que necesito. Es sobre el colgante que me diste en aquel túnel... —metí la mano bajo el uniforme y me lo saqué del cuello— Sé que parece una locura pero esta gema tiene alguna clase de poder.

— Sé más concreta, malyshka... no sé a qué se refiere. —me miró sin comprender.

— Me ha ocurrido dos veces... me ha transmitido recuerdos de una persona desconocida... la primera fue muy breve y mostraba las consecuencias de una guerra de la cual parecía ser víctima y en la segunda logré ver a Kassiah, la diosa en su forma humana y en cómo la convertía en skaliash.

Ella se quedó pensativa durante unos instantes, en silencio.

— Pero... ¿y su rostro? ¿sabes cuál es su identidad? —dijo tras unos minutos.

— El recuerdo me lo mostró en primera persona, como si fuera ella y no pude saber quién era. —confesé— Marie Rose, por favor, tienes que explicarme las visiones y los poderes del colgante... necesito saber quién es esa persona que posee La Visión al igual que yo.

— Te lo diría pero es que no tenía la menor idea acerca de las visiones del colgante... yo te hice ese regalo por nuestra amistad yporque me lo encontré... mis dedos se quemaban al tocarlo y no podía llevarlo enel cuello. 

Me removí en el sillón, deseando irme de allí pero aún no tenía lo que quería.

— ¿Qué te lo encontraste? ¿En qué lugar? ¿Y por qué te quema al tocarlo?

— Me lo encontré cuando iba de paseo, cerca de un castillo abandonado. —hizo un ademán con la mano— Y en cuanto a lo de su poder no tengo ni la menor idea de por qué reacciona sólo conmigo, malyshka.

— Vale, pero hay otra cosa... tú dijiste que este colgante era un amuleto que me protegería y me hiciste prometer que no se lo enseñaría a nadie y eso quiere decir que sabes algo que yo no sé... —levanté un dedo de forma acusatoria.

— Pequeña cazadora... cada vez que entrego un regalo, presupongo que es un amuleto que va a proteger a esa persona —se quedó durante unos segundos callada— y en cuanto a la promesa, lo hice porque me desagrada enormemente que se muestre un regalo, algo que yo considero muy privado.

Suspiré y me llevé las manos a la cabeza, realmente cansada de la situación y empecé a andar por la tienda hasta llegar al mostrador, intentando decidir que iba a hacer a continuación. Pero en ese momento, algo llamó mi atención, concretamente el titular de la noticia de primera página del periódico de Rusia.

Era sobre uno de los huevos de pascua Fabergé, una de las sesenta y nueve joyas talladas del tesoro de los zares de Rusia que se consideraban obras maestras del arte de la joyería. Parecía que el presidente del grupo Renova, Viktor Vekserlberg uno de los hombres más ricos, había comprado otro de los huevos por 12 millones de dólares. Este negociador se destacaba porque tiempo atrás, se había dedicado a comprar estas piezas en distintas subastas a pesar de que era un tesoro que se había declarado como nacional.

El que había comprado esta vez había sido "el huevo de los lirios del valle", uno de la colección que Nicolás II le había regalado a su esposa, la zarina. Se caracterizaba por haberse realizado en esmalte rosa con perlas y diamantes con forma de lirios y por poseer tres retratos pintados al óleo, uno del zar y dos de sus hijas.

— Vaya, no tenía ni idea que este hombre había vuelto a comprar otro de los tantos tesoros de la familia Romanov —confesé mientras miraba la imagen que acompañaba al texto de la noticia.

— No es ninguna sorpresa, este hombre ha adquirido ya nueve huevos Fabergé y no descansará hasta conseguir tenerlos todos en su poder —agregó con un cierto tono de enfado que no supe cómo interpretar.

— ¿Pero la mayoría de estos se perdieron no, junto con el respectivo tesoro verdad?

Ella asintió mientras acariciaba con cariño el libro que tenía en sus manos.

— No del todo... la historia de ese tesoro es una gran controversia. Una parte fue saqueada y la vendieron en el mercado negro, de otra parte se apoderaron los bolcheviques —noté como pronunciaba esa palabra con un cierto tono de resquemor— y la mayor parte se perdió... lo poco que queda lo tiene él —señaló la foto de Viktor— y el Kremlin, expuesto a la vista de todos.

Levanté la vista y me dediqué a mirarla durante unos segundos. No sabía cómo pero mi intuición me decía que le pasaba algo. No sé si es que estaba enfadada conmigo por haberle preguntado acerca de su pasado o alguna otra cosa que parecía estar relacionada con los bolcheviques, ya que le había cambiado la voz y la cara por unos segundos.

— Es un objeto tan delicado y único... —susurró ella acariciando la foto— no hay otro igual en el mundo... pero no es de su propiedad. Esos tesoros pertenecen a una familia y no tiene ningún derecho a tomarlos como suyos. —apretó el puño.

— Sí, es realmente precioso... pero esa familia ya es historia y alguien tiene que hacerse cargo de eso para que no se pierda o se trafique con ellos. —contesté— ¿Puedo hacerte dos preguntas, Marie Rose?

Sus ojos azules me miraron expectantes.

— La primera es en qué lugar esconderías un secreto. —pregunté refiriéndome a la carta de mi madre— ¿lo esconderías a la vista de todos?

— Pues eso es una pregunta muy fácil... lo escondería en un lugar abandonado, un lugar donde supiera con certeza que no fuera a ir las personas.

En ese momento caí en la cuenta y me sentí tonta por no haberlo pensado antes. Matthew y yo habíamos estado buscando los sitios equivocados y no nos habíamos detenido a pensar como mi madre, a la que le gustaban los lugares abandonados, justo como estaba escrito en la carta.

— ¿Cuál es la segunda pregunta? —preguntó mientras tarareaba una canción.

Decidí ser directa y no andarme con rodeos.

— ¿Qué relación tienen los bolcheviques con tu pasado?

Ella dejó de tararear y sonrío de forma maliciosa.

— Eres muy observadora, malyshka pero mi secreto aún no puede ser desvelado, pero algún día, prometo contarte mi historia pero no intente sonsacármela cada vez que mantenemos una amena charla. Eso solo provoca que desee rasgarle la garganta para que no vuelva a preguntarme más. —acto seguido me enseñó los colmillos y eso hizo que me quedara petrificada. — No olvides nunca que... la verdad es hija del tiempo.



*Nota: He publicado un apartado de vocabulario de la historia que creo que a muchos os ayudará ya que varias personas me preguntaron sobre el significado de varias palabras. 

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