Cuando me quité el uniforme, pedí permiso y me dirigí a los aseos para quedarme un rato tranquila, intentando asimilar lo que había sucedido. Había herido a Iulian sin quererlo y no había reaccionado precisamente bien. Me había dejado llevar por aquella adrenalina de poder vencer a uno de los míos y seguramente estaba enfadado porque todos lo habían presenciado.
Suspiré y acto seguido, abrí el grifo para echarme un poco de agua en la cara.
— Buen asalto —pronunció una voz femenina detrás de mí, haciéndome que diera un respingo. — Perdón... no quería asustarte, skaliash.
— Por Kassiah, ¿no quieres asustarme siendo tan silenciosa? —respondí mirando a Raira— Algún día vas a conseguir que me dé un infarto... aunque pensándolo bien, a cualquier persona.
La mujer cuervo sonrío y no dijo nada, sino que se limitó a apoyarse en la pared compuesta por azulejos blancos e impolutos.
— Encuentro tremendamente satisfactorio ser igual de silenciosa que el enemigo, eso me genera una clara esperanza de que podré vencerlo algún día. —respondió mientras me miraba con sus ojos oscuros.
Y de pronto lo vi de nuevo, en un segundo sus ojos centellearon con un débil tono dorado y luego volvieron a su estado normal, al igual que había ocurrido aquella noche cuando estábamos en el despacho, con Matt, Elle y Iulian para que nos informara acerca de la misión de Nadya.
— ¿Qué le ocurre a tus ojos? —pregunté sabiendo que no me lo había imaginado.
— ¿Qué? —preguntó extrañada, pero mi intuición me decía que estaba fingiendo.
— Se han vuelto dorados por un segundo —expliqué intentando descifrar alguna emoción en aquel rostro impasible y pálido.
— ¿Dorados? Seguro que ha sido tu imaginación.
Aparté la vista pensativa, pero decidí no volver a preguntar, ya que sabía con certeza que no iba a descubrir nada.
— No sabía que tenías un vampiro en el laberinto y que se llamara Christopher.
— Sabía que tarde o temprano ibas a descubrirlo. —susurró sin dejar de mirarme.
— ¿Creías que no lo iba a notar al poseer La Visión?
Ella sonrío y acarició con lentitud a Zheriaj y yo puse los ojos en blanco.
— Hay demasiados secretos, Raira... demasiadas cosas que no entiendo y... —bufé— me agobio de no comprender nada de lo que hay a mi alrededor.
Ella me puso las manos en los hombros, en un intento de tranquilizarme.
— ¿Por qué los vampiros pueden transformarse en murciélagos? —pregunté aquello que me estaba matando por dentro.
— Es una habilidad muy difícil de desarrollar por estos seres, esa transformación solo la consiguen unos pocos... los vampiros de un linaje muy antiguo y poderoso, es decir, los de la Segunda o Tercera Dinastía. No cualquier upyr puede poseerla. —expresó como si aquello fuera suficiente.
— ¿Qué es eso de las dinastías?
— Son las distintas estirpes en las que se dividen los vampiros, va desde los vampiros pertenecientes a la realeza hasta los vampiros que se han convertido en bestias. Es como una sociedad piramidal, muy similar a la de los humanos.
Asentí comprendiendo.
— ¿Y qué nombre tienen los que pueden transformarse en murciélagos?
— Los denominamos vampiros leitery y aparte de transformarse logran que las criaturas nocturnas los obedezcan.
— Vale, muy bien... ahora dime si te suena este símbolo —acto seguido le enseñé el dibujo del tatuaje que había visto en la muñeca de mi salvador o salvadora en Moscú— Lo tenía grabado la persona que nos salvó a mí y a mi prima de unos vampiros en la capital. Y he descubierto que tiene relación con un símbolo de los Drakovich, la familia de cazadores de uno de los cuadros que están en el pasillo de Dirección.
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La Cazadora de Vampiros © #TCE2019
ערפדיםDesde que era una niña crecí con la idea de que el mundo era un lugar seguro, que las leyendas eran simples historias inventadas para asustar a los niños, pero estaba realmente equivocada, descubrí que los monstruos eran reales. Una noche, apareció...