Capítulo 37

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Cuando me quité el uniforme, pedí permiso y me dirigí a los aseos para quedarme un rato tranquila, intentando asimilar lo que había sucedido. Había herido a Iulian sin quererlo y no había reaccionado precisamente bien. Me había dejado llevar por aquella adrenalina de poder vencer a uno de los míos y seguramente estaba enfadado porque todos lo habían presenciado.

Suspiré y acto seguido, abrí el grifo para echarme un poco de agua en la cara.

— Buen asalto —pronunció una voz femenina detrás de mí, haciéndome que diera un respingo. — Perdón... no quería asustarte, skaliash.

— Por Kassiah, ¿no quieres asustarme siendo tan silenciosa? —respondí mirando a Raira— Algún día vas a conseguir que me dé un infarto... aunque pensándolo bien, a cualquier persona.

La mujer cuervo sonrío y no dijo nada, sino que se limitó a apoyarse en la pared compuesta por azulejos blancos e impolutos.

— Encuentro tremendamente satisfactorio ser igual de silenciosa que el enemigo, eso me genera una clara esperanza de que podré vencerlo algún día. —respondió mientras me miraba con sus ojos oscuros.

Y de pronto lo vi de nuevo, en un segundo sus ojos centellearon con un débil tono dorado y luego volvieron a su estado normal, al igual que había ocurrido aquella noche cuando estábamos en el despacho, con Matt, Elle y Iulian para que nos informara acerca de la misión de Nadya.

— ¿Qué le ocurre a tus ojos? —pregunté sabiendo que no me lo había imaginado.

— ¿Qué? —preguntó extrañada, pero mi intuición me decía que estaba fingiendo.

— Se han vuelto dorados por un segundo —expliqué intentando descifrar alguna emoción en aquel rostro impasible y pálido.

— ¿Dorados? Seguro que ha sido tu imaginación.

Aparté la vista pensativa, pero decidí no volver a preguntar, ya que sabía con certeza que no iba a descubrir nada.

— No sabía que tenías un vampiro en el laberinto y que se llamara Christopher.

— Sabía que tarde o temprano ibas a descubrirlo. —susurró sin dejar de mirarme.

— ¿Creías que no lo iba a notar al poseer La Visión?

Ella sonrío y acarició con lentitud a Zheriaj y yo puse los ojos en blanco.

— Hay demasiados secretos, Raira... demasiadas cosas que no entiendo y... —bufé— me agobio de no comprender nada de lo que hay a mi alrededor.

Ella me puso las manos en los hombros, en un intento de tranquilizarme.

— ¿Por qué los vampiros pueden transformarse en murciélagos? —pregunté aquello que me estaba matando por dentro.

— Es una habilidad muy difícil de desarrollar por estos seres, esa transformación solo la consiguen unos pocos... los vampiros de un linaje muy antiguo y poderoso, es decir, los de la Segunda o Tercera Dinastía. No cualquier upyr puede poseerla. —expresó como si aquello fuera suficiente.

— ¿Qué es eso de las dinastías?

— Son las distintas estirpes en las que se dividen los vampiros, va desde los vampiros pertenecientes a la realeza hasta los vampiros que se han convertido en bestias. Es como una sociedad piramidal, muy similar a la de los humanos.

Asentí comprendiendo.

— ¿Y qué nombre tienen los que pueden transformarse en murciélagos?

— Los denominamos vampiros leitery y aparte de transformarse logran que las criaturas nocturnas los obedezcan.

— Vale, muy bien... ahora dime si te suena este símbolo —acto seguido le enseñé el dibujo del tatuaje que había visto en la muñeca de mi salvador o salvadora en Moscú— Lo tenía grabado la persona que nos salvó a mí y a mi prima de unos vampiros en la capital. Y he descubierto que tiene relación con un símbolo de los Drakovich, la familia de cazadores de uno de los cuadros que están en el pasillo de Dirección.

La Cazadora de Vampiros © #TCE2019Where stories live. Discover now