En tus labios [ET #1]

Bởi OliveBeckett

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Anna Lux tiene una vida muy ordinaria. Sale todos los días en la mañana para ir a trabajar y tiene problemas... Xem Thêm

Dedicatoria
Epígrafe.
I. ¿Un nuevo vecino?
II. Oh, diablos.
III. Mr. Me despierto de malas.
IV. Desde cero.
V. En las nubes.
VI. Lucile.
VII. Emma.
VIII. No lo necesito.
X. ¿Bailas conmigo?
XI. Cuando el pájaro voló.
Agradecimientos.

XI. Descontrol de sentimientos.

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Bởi OliveBeckett

Una puerta se escuchó rechinar provocando que Anna limpiara con rapidez sus ojos.

—Te van a comer los cuervos si sigues aquí, Anna.

—¿Qué haces aquí?, ¿y qué quieres?

—Lo siento.

Antes de darse media vuelta, Klaus la miró y supo que había llorado. Era un estúpido, pues hizo llorar varias veces a Anna. ¿Y así quería que ella siguiera en su vida? «Bien ahí, Klaus», se regañó.

—Ayer hablé con Emma.

—No sé de quién hablas. Además, ¿eso a mí qué?

Klaus suspiró con fuerza.

—Fue mi ex novia. ¿Y sabes? Por primera vez me sentí feliz de hablar con ella después de mucho.

—Pues bien por ti. Y si me disculpas, tengo que volver al trabajo.

Tapándole el paso, la miró. «Sí, había llorado».

—Tienes el día libre.

—No eres mi jefe.

—Hablé con tu jefa y aceptó. —Dio un pequeño paso hacia ella—. Anna, por favor, escucha.

—Dime con sinceridad: ¿qué quieres? —suspiró de manera forzada—. ¿Qué quieres de mí? —Abrió ambos brazos y miró con impaciencia al músico.

—Bien, te lo diré. —Se acercó a ella—. Quiero conocerte más, Anna, quiero saber qué te divierte, qué te gusta o qué te da miedo. Yo... —entreabrió sus labios. Era ahora o nunca— quiero salir contigo, Anna.

—No es posible.

—Pues viéndolo de otro lado, sí, porque ya está pasando.

—Ya...

—¿Sabes qué me dijo Emma? Me dijo que baile esa nueva melodía que estaba comenzando a instalarse en mi corazón para que así vean lo feliz que soy de nuevo. —Se mantuvo callado por un momento—. Después de haber terminado con ella, no volví a ser el mismo. Perdí mi carrera por su culpa o, bueno, más bien por la depresión en la que caí. Y-Yo... me aferré tanto a memorias desgastadas que me perdí. Hasta que te encontré. —Sonrió por inercia—. Sí, tal vez suene descabellado, atrevido o como quieras llamarlo.

—Loco —comentó de inmediato.

Klaus sonrió y siguió:

—Pero no podemos controlar los sentimientos, Anna. Tengo que admitir que desde el primer día que nos conocimos, algo en ti me llamó la atención. Logré mirar el cómo te esmerabas en tu trabajo dándome a demostrar que amabas lo que hacías a pesar de levantarte a una hora muy temprana —rio a secas—. Sin embargo, quise conocerte más a fondo.

Las cejas de Anna se hundieron.

—¿Sabes? —Alzó ambos hombros—. Tenía pensado venir casi todos los días a tomar café aquí, pero mi sorpresa fue que eras mi nueva vecina. Así que dije "esto me facilitará mucho las cosas". Oh, qué equivocado estaba. —Se pasó una mano por el cuello—. Llegué a confundirme, no sabía si yo igual te llamaba la atención o qué, porque ¿quién iba a creer eso? Digo, alguien me gritó que no se iba a enamorar de mí, ya que la vida no es como una novela.

Anna sonrió.

—Después de eso, quise saber más sobre ti. Creí que con lo de tu hermana había ganado pasar la línea de confianza, pese a eso, me volví a equivocar. ¡Fue todo lo contrario! —Hizo su cabeza hacia atrás y soltó una carcajada seca—. Y ahora me encuentro aquí, confesándote de una manera extraña que me gustas, Anna.

El corazón de Anna palpitó apresuradamente mientras miraba al músico. No sabía qué decirle. La castaña le dio la razón a Klaus acerca que todo estaba yendo un poco rápido, pero también empezaba a quererlo. ¿Debía alejar con lentitud todo el dolor que habitaba en su corazón? Anna volvió a mirarlo y habló.

—No sé qué hacer o pensar. Siento que todo va a explotar dentro de mí.

—No eres la única que siente eso, tenlo por seguro.

—¿Y si no resulta como queremos?, ¿o simplemente no se da? —indagó con voz apenas audible, pero el músico alcanzó a escucharlo.

—Tenemos una vida entera para descubrir la forma correcta.

Anna se quedó pensativa. Tiempo atrás se había arriesgado por tener el amor en su vida, obviamente nunca cantó victoria; después de aquello se mentalizó que nada de lo que ella se propondría iba a cumplirse, así que se resignó y empezó a aceptar las cosas y situaciones sin importarle qué estragos iban a provocar en su vida. Tampoco le importó lo que sentía ella, solo hacía caso para complacer a los demás.

—¿Podrás soportar el descontrol acerca de mis sentimientos?

—Tú me soportaste todo este tiempo.

Anna sonrió con debilidad y pensó que arriesgarse una última vez... no era mala idea.

—Entonces... ¿ya sabe qué pedir de orden, señor Smith? —cambió de tema.

—Por supuesto, señorita. Un helado de... —se acercó a Anna— ¿qué sabor te gusta? —cuestionó y moduló un poco su tono de voz.

—Chocolate.

—Un helado de chocolate y otro de vainilla.

—En un segundo estará, señor.

Terminando la distancia que había entre ambos, se abrazaron. Tanto Klaus como Anna se sorprendieron un poco cuando sintieron que la atmosfera cambió; ya no había tensión entre ellos, tampoco sentían la inquietud que tienes cuando sabes que le gustas a alguien. Simplemente se sintieron cómodos, como dos adultos que debían llevar una relación de conocidos a amigos, y luego quizá de amigos a algo más, pero ambos se olvidaban de algo: cada uno gustaba del otro y el paso de "conocidos" iba a transcurrir más rápido de lo que se imaginaban y si no controlaban eso o, mejor dicho, no controlaban sus sentimientos, alguien iba a salir lastimado.

O sino ninguna melodía iba a ser bailada, que solo se quedaría en la mente y no en el corazón.



Sorbió por el popote y la malteada se terminó poco a poco. Cambiaron el pedido y en vez de helados, fueron a tomar una malteada. Obviamente que en otra cafetería. La música al fondo hacía que el ambiente fuera un poco relajado; varias parejas se encontraban ahí, entre ellas algunas familias con sus hijos, los cuales se encontraban en el área de juegos. Tanto Anna como Klaus se miraban con constancia y se sonreían.

—En verdad, Anna, deberías considerar en separar el orgullo de tu vida —le dijo Klaus luego de haberse acordado del problema de la castaña y su hermana.

—Lo he intentado, pero...

—Si algo he aprendido, y tal vez tú también, es que las cosas jamás se van a arreglar si en tu corazón existe rencor.

—No estoy lista...

—No te preocupes por eso, aquí me tienes.

Pasando una mano por sus cabellos, Anna sonrió.

—Y bueno... —dijo, nerviosa— ¿qué me dices de ti?

Klaus se quedó en silencio. No quería meter a la castaña en sus tontos problemas. Él estaba bien ahí, donde nadie lo reconocía. Sin embargo, sentía que aquella linda chica ya se había metido hasta su piel sin que le diera tiempo en cómo reaccionar.

—¿Yo? Ya sabes, soy un músico caliente y buenote.

—Ay, no, ¿todavía sigues con eso? —indagó entre risas.

—¿Qué tiene de malo? Eso dicen todos.

—Cof, cof, decían, cof, cof.

La mirada del músico cambió y habló.

—Anna.

Lo miró sorprendida al ver el cambio repentino del músico.

—Me preguntaba si... —se mordió el interior de su mejilla. «Vaya, sí que Anna sabe ponerme nervioso»— ¿quieres ir a cenar mañana conmigo?

—Eh. ¿Q-Qué?

—Sí, ya sabes, una salida como amigos. Un lugar, comida y todos felices. ¿Qué te parece? —preguntó con nerviosismo.

—Y-Yo... no sé. Todo esto es muy... ¡Klaus!

—¿Soy todo eso? Wow, no sabía que yo era la comida —gorjeó con una sonrisa pícara.

—¡¿Qué?! —chilló. Su cara se puso más que roja.

—Fue una broma, Anna, pero ¿aceptas?

—Y-Yo...

—Solo preocúpate por estar lista antes de las nueve, ¿qué dices?

La chica asintió.

«Dios... ¿voy a salir con el buenote y caliente de Klaus Smith? No, no, no», pensó ella.

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