XI. Descontrol de sentimientos.

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Una puerta se escuchó rechinar provocando que Anna limpiara con rapidez sus ojos.

—Te van a comer los cuervos si sigues aquí, Anna.

—¿Qué haces aquí?, ¿y qué quieres?

—Lo siento.

Antes de darse media vuelta, Klaus la miró y supo que había llorado. Era un estúpido, pues hizo llorar varias veces a Anna. ¿Y así quería que ella siguiera en su vida? «Bien ahí, Klaus», se regañó.

—Ayer hablé con Emma.

—No sé de quién hablas. Además, ¿eso a mí qué?

Klaus suspiró con fuerza.

—Fue mi ex novia. ¿Y sabes? Por primera vez me sentí feliz de hablar con ella después de mucho.

—Pues bien por ti. Y si me disculpas, tengo que volver al trabajo.

Tapándole el paso, la miró. «Sí, había llorado».

—Tienes el día libre.

—No eres mi jefe.

—Hablé con tu jefa y aceptó. —Dio un pequeño paso hacia ella—. Anna, por favor, escucha.

—Dime con sinceridad: ¿qué quieres? —suspiró de manera forzada—. ¿Qué quieres de mí? —Abrió ambos brazos y miró con impaciencia al músico.

—Bien, te lo diré. —Se acercó a ella—. Quiero conocerte más, Anna, quiero saber qué te divierte, qué te gusta o qué te da miedo. Yo... —entreabrió sus labios. Era ahora o nunca— quiero salir contigo, Anna.

—No es posible.

—Pues viéndolo de otro lado, sí, porque ya está pasando.

—Ya...

—¿Sabes qué me dijo Emma? Me dijo que baile esa nueva melodía que estaba comenzando a instalarse en mi corazón para que así vean lo feliz que soy de nuevo. —Se mantuvo callado por un momento—. Después de haber terminado con ella, no volví a ser el mismo. Perdí mi carrera por su culpa o, bueno, más bien por la depresión en la que caí. Y-Yo... me aferré tanto a memorias desgastadas que me perdí. Hasta que te encontré. —Sonrió por inercia—. Sí, tal vez suene descabellado, atrevido o como quieras llamarlo.

—Loco —comentó de inmediato.

Klaus sonrió y siguió:

—Pero no podemos controlar los sentimientos, Anna. Tengo que admitir que desde el primer día que nos conocimos, algo en ti me llamó la atención. Logré mirar el cómo te esmerabas en tu trabajo dándome a demostrar que amabas lo que hacías a pesar de levantarte a una hora muy temprana —rio a secas—. Sin embargo, quise conocerte más a fondo.

Las cejas de Anna se hundieron.

—¿Sabes? —Alzó ambos hombros—. Tenía pensado venir casi todos los días a tomar café aquí, pero mi sorpresa fue que eras mi nueva vecina. Así que dije "esto me facilitará mucho las cosas". Oh, qué equivocado estaba. —Se pasó una mano por el cuello—. Llegué a confundirme, no sabía si yo igual te llamaba la atención o qué, porque ¿quién iba a creer eso? Digo, alguien me gritó que no se iba a enamorar de mí, ya que la vida no es como una novela.

Anna sonrió.

—Después de eso, quise saber más sobre ti. Creí que con lo de tu hermana había ganado pasar la línea de confianza, pese a eso, me volví a equivocar. ¡Fue todo lo contrario! —Hizo su cabeza hacia atrás y soltó una carcajada seca—. Y ahora me encuentro aquí, confesándote de una manera extraña que me gustas, Anna.

En tus labios [ET #1]Where stories live. Discover now