Travesías [CHANBAEK]

By haneblossom

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➤ Muchas veces necesitas alguien que comparta eso que nadie es capaz de entender. Ese alguien que este igual... More

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By haneblossom

El bullicio de las personas en la calle, bocinas de autos desesperados y el sonido de las sirenas, invadían cualquier centímetro vital. La ciudad era protagonista de una de esas noches enérgicas, en las cuales cualquier minúsculo objeto del entorno, se convertía en el peor de los contratiempos para los justicieros. Era un robo más, uno de esos que no tenía un final decisivo, donde el destino siempre se encargaba de dejar a un lamentoso perdedor.

― ¡Detengan el auto y sean buenos bastardos!

A través del megáfono se escuchaba la potente voz del policía. Frustración acompañada de ira, era lo que albergaba su cuerpo y su límite había sido sobrepasado, como para lograr controlarlo. Las siguientes palabras quedaron en su garganta cuando música del tiempo actual comenzó a salir del auto primero. Tiró el intercomunicador estampándolo contra el tablero.

― ¡Una más, una estúpida vez más, son unos malnacidos! —dijo otra vez entre dientes.

Un Packard Twelve 1005 de 1933 innovado con componentes de última generación, les llevaba la delantera; cuestionando a los autos policiales, los que no eran suficientes para dar con el fin: capturar al par de maniáticos que desde hacía un par de años perturbaban la paz del país entero con sus actos delincuentes. Desde ese entonces, todos los intentos por acabar con ellos, se iban volando.

El fuerte de aquel par, era el designado como conductor del Packard; parecía ser experto innato. La agilidad con la que el alucinante auto se desplazaba sobre cualquier terreno, era acto deslumbrante. De las mil persecuciones implicadas, jamás se había presenciado algún accidente por parte de aquella carrocería blanca; ni leve ni grave. Sin embargo, los autos policiales tendían a provocarlos, debido a las mofas de aquellos criminales.

― ¡Esta será la última oportunidad, malnacidos! ―el superior de cabello corto volvió a sentenciar en el intercomunicador.

Estaba hasta la coronilla de ser el encargado cuando aquellos dos hacían acto de presencia con un nuevo delito. Una parte de su cerebro le repetía que era absurdo intentar atraparlos; las cuentas del tiempo en tal situación, sin resultados positivos, le hacían reforzar la idea.

― Estamos en desventaja, Kyungsoo. El festival de bienvenida será una distracción a favor de ellos, nosotros no podemos atentar contra la vida de las personas. Estamos fuera de ganar... otra vez. ―la intención de su compañero no era poner sus nervios de punta, lo sabía, nunca decía sus palabras con la intención de desencantar, pero ciertas veces llegaba a odiar ese lado suyo; en el que no medía lo que su lengua soltaba sin pudor.

― Lo sé, Minseok. Nuestra ética no va con lastimar a los demás, a los inocentes, pero estos bastardos me tienen pisando el infierno mismo. Haría cualquier cosa por verlos entre mis manos, como ratones en las garras de un león.

― Tu metáfora es muy intensa. Les odias, lo entiendo. Sólo recuerda que somos nosotros y una patrulla más, esto es imposible, Kyungsoo. ―la voz de Minseok expresaba cuán pesaroso se sentía. También estaba cansado de aquellos hombres, pero a un nivel distinto.

― Y ellos son dos en un maldito auto, ¡uno solo! ―alternó la mirada entre su compañero y la carretera― ¿Qué tienen en la cabeza? Según los reportes la anciana era familia del mayor entre ellos, ¡están locos! ―el tono era de repulsión e impotencia. Pisó aún más el acelerador, cuando se percató de que el auto blanco había ganado una cantidad de distancia gracias a su distractora conversación.

―Nunca se relacionó realmente con ella. En el historial de la anciana se especificaba sufrir pérdida de memoria constante, por poco declarada con Alzheimer. Estaba por mudarse a un asilo, siquiera la hirieron y cuando entramos, ella se encontraba tranquila en su habitación.

―Calla de una vez, tú sabes perfectamente que ese no ha sido su único ataque. ―gruñó Kyungsoo.

―Nunca han matado. Tú también sabes perfectamente que el accidente de Jongdae fue culpa de nosotros mismos y nuestros descuidos.

― ¡Cállate, Minseok, cállate!

Era verdad, pero su odio debía ser alimentado, así el delito fuese botar un residuo en las aceras. Amaba su trabajo y dentro de eso se incluía el desear hundir en las peores profundidades de una celda, a criminales como aquellos dos.

El auto policial retomó el ritmo acelerado. Si no terminaban esto pronto, toparían con el desfile de bienvenida que habían organizado para los muchos ministros de cultura extranjeros. Una festividad no oficial pero sí muy esperada por todo el país, donde esos funcionarios tan importantes traían con ellos reliquias de sus respectivos países, para ser expuestas en carrozas hacia el público.

Repentinamente el auto blanco bajó su velocidad, haciendo que Kyungsoo quedara en un trance al creer que, a pesar de todo, los maniáticos habían tirado la toalla y se rendían, sin embargo, uno de los que viajaba en el interior de aquel Packard se hizo mostrar, exponiendo la mitad de su cuerpo y mirando hacia ellos.

Un chico de tez blanca movía su cabeza al compás de la música que salía del coche, logrando que su cabello se revolviera, con ayuda del ingenioso aire. Los ojos de Minseok se atontaron al ver que ese chico de cabello negro con sonrisa de dientes perfectos, sacó un megáfono pequeño y, con agilidad, lo sostuvo en la mano que afirmó sobre la cubierta del vehículo. Unos segundos después, escucharon su voz.

― ¡Realmente no creí que nos pisaran los pies hasta aquí! ¡Has mejorado, Kyungsoo! ―la piel del nombrado se erizo. Aquél malnacido sabía su nombre. ― ¡Pero, nos estorban y no podemos permitirlo más! ―gritó con burla― ¡Hicieron un buen trabajo! ¡Feliz noche, amigos! ―sonrió ampliamente y con dosis de travesura.

Con un movimiento rápido mostró su otra extremidad, dejando que esta cayera libre. Alguna sorpresa se avecinaba y así era, por lo que, sin más; lanzó su flamante puño hacia la dirección del auto policial, no obstante, las pequeñas piezas de vidrio cayeron al pavimento, logrando que en menos de cinco segundos aquellos coches justicieros tuviesen los neumáticos estallados, imposibilitándoles el movimiento.

― ¡Malditos, bastardos! ―gritó Kyungsoo con frustración saliendo rápidamente de su lugar, a su vez, desprendió su arma y unos débiles disparos se estamparon en el parachoques trasero del auto blanco, ahora fugitivo; nuevamente. Gritó y gritó aún más, porque por razón alguna sentía que esa había sido su última oportunidad con aquellos criminales.

El chico pelinegro sonrió al notar la mirada de odio por parte de su enemigo. Agitó su mano simbolizando la despedida, sonrió con victoria y volvió a su posición dentro del auto que compartía con aquél desequilibrado ser humano. Se acomodó y tiró el megáfono al asiento trasero y miró las maletas que se encontraban ahí también.

― ¿Sabes? Me siento mal por la abuela, no aceptamos su taza de té. ―su voz era de lamento falso.

El conductor viró su rostro mirando fijamente el perfil que tenía en frente. Tan magnífico e irreal. El contrario lo observó y rió con ganas, seguido de él. Estaban jodidos, era verdad. Hacía más de seis años que se habían conocido, pronto atraído y por último... estar donde estaban justo en ese momento. Sin importar el nivel de locura que tenían, juntos eran un conjunto perfectamente explosivo.

― Al menos le dimos las gracias por brindarnos la brillante idea del vidrio y llantas, además de los trajes y las armas. —sugirió el conductor.

―Siempre la quise mucho. —esta vez habló con tono tranquilo el de piel blanca.

―Yo también. Me dejó manosearte en su casa, Baekhyun.

―Creo que ella quería también.

―Pudo haber sido, pero se nos hacía tarde.

Volvieron a reír. Ninguno de los dos podía imaginar momentos como aquellos sin sus estúpidas risas desde que cada uno estaba presente en la vida del otro. Se habían conocido cuando Baekhyun había decidido escapar del orfanato después de cumplir dieciocho años y topar con un extraño fumando en un callejón, que minutos después le ofreció una estadía. El extraño era amigo de Chanyeol. Uno que se dedicaba a realizar un tipo de trabajo muy incorrecto pero interesante.

Compartían la misma edad, sin embargo, el conductor tenía más experiencia en esa curiosa forma de vivir. Robos, alcohol, un poco de drogas y muchísimo dinero fácil. Después de unos meses conviviendo les asignaron trabajo también, unidos, como un grupo y poco a poco se convirtieron en estafadores con un nivel de profesionalismo blanco, nunca antes visto por cualquiera.

Con el tiempo ganaron más fama de la pensada, con robos a casinos, hoteles, bancos y estados públicos muy famosos. Todo se les atribuía a los peculiares estilos de robo, totalmente impecables en cada escena, logrando un éxito monetario en los bolsillos. Una pequeña mina de oro se había formado, la que culminaría con la noche de hoy; donde arrebatarían de las manos de muchos ministros, aquellos anacronismos o ese era el plan en sus cabezas.

Viraron hacia la derecha en un callejón solitario, sucio y oscuro. Chanyeol estacionó el auto y apagó el motor de este. Enseguida su acompañante bajó y se dirigió hacia la cajuela de la hermosa joya blanca. Con rapidez sacó una gran maleta negra y la tiró al pavimento desgastado.

— Quiero respirar un poco, así que apresúrate. ―Baekhyun señaló el objeto y miró a su pareja una vez ésta estuvo fuera.

Chanyeol con agilidad abrió el equipaje y desprendió dos cubiertas plásticas que contenían smokings enteros de los más finos. Muy apropiados para la noche de hoy. ―Esto va muy fácil. ―habló con una gran sonrisa.

Cada uno tomó el traje correspondiente, dispuestos a despojar sus vestimentas en cuero y algodón negro. Baekhyun fue recibido por el frío de la noche una vez desprendió sus pantalones ajustados, siguió con su camisa y tembló. Siendo el más bajo de estatura, se escabulló entre el capote y cuerpo de su pareja –quien estaba en las mismas condiciones–, aprovechando la gran estatura contraria. Sonrió con travesura y se colocó los pantalones primero.

―Tu culo me va a distraer y no podré cambiarme, Baekhyun. —habló el alto con desdén.

―No seas altanero, Chanyeol. Sólo no quería estar expuesto y tenía frío. —Baekhyun rodó los ojos.

―No soy estúpido. Aquí nadie puede verte.

―Como sea, pero sí tenía frío.

El pequeño se alejó para terminar con su tarea y dejando al otro, lograrla también. Chanyeol al finalizar se acercó nuevamente a la maleta y sacó un par de armas, lanzando una de ellas junto a un casquillo de repuestos, hacia Baekhyun. Él tomó la correspondiente, posicionándola debajo de su saco. Por último, tomó de la maleta también, unos antifaces negros que complementaban el atuendo. Colocó el propio primero para después acercarse al contrario que lo miraba atentamente.

―Déjame colocarte el velo, mi amor. ―habló con fingida dulzura.

―Aún no sé qué hacemos juntos.

―Te recuerdo que tus orgasmos me pertenecen, eres feliz a mi lado, Baekhyun.

―Quizás te ame.

―Quizás lo haces.

Sonriendo con picardía y un guiño, Chanyeol se inclinó hacia el rostro ajeno y ajustó el antifaz, donde tuvo la oportunidad de rozar sus labios con los de Baekhyun. Este gruñó en protesta al no recibir la dosis completa de aquella acción, por lo que en un hábil movimiento tomó del cabello al alto, logrando que inclinara su rostro una vez más. Sonrió con suficiencia y mordió aquellas pieles rellenas.

En ese instante, ambos se miraban fijamente. La intensidad de sus miradas siempre era la misma y aquel color negro alrededor de ambos ojos, lo llevaban a un nivel superior. La química parecía no tener explicación cuando se miraban así. Podrían estar en medio de un tiroteo y seguir mirándose con tanto anhelo, como ahora... como siempre. Dentro de su mutua locura, lo único que parecía tener razón era eso que los hechizaba.

El alto sin soportar más, posó con firmeza sus manos sobre las caderas ajenas. Los centímetros que separaban sus bocas eran absurdos por lo que con precipitación y fuerza tomó los labios de Baekhyun entre los suyos, descargando adrenalina en ambos cuerpos. El bajo enrolló sus brazos en el cuello contario, hundiéndose en la humedad de aquellos labios. Sensualidad y pasión los cautivaba, dejando esa predilección sin mucho que desear y poca saciedad. Sus bocas danzaban vorazmente, deleitándose el uno con el otro.

Sin separarse, caminaron hasta quedar contra las puertas del coche y aprovechando Chanyeol esa oportunidad, deslizó una de sus manos sobre el muslo del pequeño y con fuerza lo alzó hasta tenerlo a la altura de su propia cadera. Baekhyun gimió, enviándole espasmos de excitación. Presionaron más sus cuerpos, deseando que fuesen uno, sin barreras de ningún tipo. Y por mucho que el oxígeno faltara en sus pulmones, no lograban separarse, hasta que los interrumpieron.

Chanyeol frustrado se alejó del pequeño y con la mano libre, sacó el móvil del traje ajeno. ― ¿Qué?

―Me interesa una mierda su maldito retraso, pero los necesito aquí, ¡ahora, Chanyeol!

―Relájate, Yixing. Estamos de camino. —gruñó y colgó enseguida.

Con un gruñido devolvió el móvil a su lugar y soltó el cuerpo de su pareja. Acomodó su cabello, sugiriendo que el otro lo hiciese también. Baekhyun de repente rió y levantó las cejas hacia su alto novio.

— Tienes una erección, Chanyeol.

— Creí que era un tumor en mi pelvis. ―se apresuró a contestar.

― ¿Tan caliente te pongo?

―No hables, Byun. Tu entrepierna habla por sí sola, también.

Baekhyun volvió a reír e incitó a irse de una vez por todas. Yixing era muy tranquilo, pero si lograbas hincharle las pelotas, podrías declararte muerto. Así que una vez más comprobaron llevar lo necesario y junto a un manoseo en su trasero, agilizaron los pies.

El desfile solo sería una muestra al público, la exhibición de las reliquias para todas las entidades importantes sería en uno de los museos más prestigiosos del país. Ese que contaba con niveles de seguridad muy elevados y, para su desgracia, un empleado de origen chino llamado Zhang Yixing.

"Perla Negra", ese había sido el nombre otorgado al presente trabajo tres meses atrás, donde la noticia de tal acontecimiento cultural era revelada. Yixing había logrado entrar a trabajar en el museo, gracias a corruptos de alto renombre. Así lo demás, estipulado en el plan, fue fluyendo con el pasar de los días.

El dichoso museo quedaba a unas calles de donde se encontraban, por lo que no les tomó más de diez minutos salir frente a aquella cueva de antigüedades sobre la calle principal de la ciudad. Caminaron con elegancia y determinación hacia la entrada principal, donde lo único que debían hacer era registrar una tarjeta electrónica, suministro de Yixing. Con confianza, ambos saludaron a los hombres de seguridad con una leve inclinación; aquellos claramente solo estaban para asustar a los visitantes. Una vez traspasada la puerta, respiraron el costoso aire que transitaba en aquella distinguida infraestructura.

Mujeres con vestidos extravagantes y caros, acompañados de antifaces estúpidamente llenos de accesorios brillantes y hombres con atuendos sofisticados, junto a objetos negros en sus rostros, como los del par de criminales. Era un ambiente extraño para una festividad cultural como aquella, pero así era la gente tan malditamente millonaria, sin ningún sentido común.

Chanyeol sacó el móvil ajeno, nuevamente y marcó el único número registrado. ― ¿Qué sigue?

―En el cuarto de baño, la primera puerta al entrar, ahí encontrarán el paquete. Desháganse de esa mierda y apresúrense, el último ministro nos visitará dentro de media hora. —Yixing cortó la comunicación abruptamente.

Sin más preámbulos se dirigieron al lugar y una vez dentro del baño indicado, dejaron el móvil dentro del tanque de agua, tomaron la caja negra que encontraron y colocaron los pequeños dispositivos de audio-voz que estaban dentro, también suministrados por Yixing.

―Espero que ya me puedan escuchar, malditos. ―la voz del hacker les habló.

―Es bueno saludarte, Yixing. ―la burla en Baekhyun era total.

―Me saludarás cuando salgas de aquí, estúpido.

―Como sea, habla. ―intervino Chanyeol serio, como siempre lo era en estos casos.

―Como lo pensamos, no seleccionaron las reliquias, todas están en la sala principal, organizadas de acuerdo al país. Encontrarán dos maletas, ahí podrán agrupar las diminutas bellezas. La exposición será dentro de una hora. El tiempo nos sonríe, así que actúen con tranquilidad. Esto ya estaba en nuestros bolsillos desde el principio. —la voz del instructor era de absoluta felicidad.

―Me hubieses ahorrado el traer un arma, Yixing. Puedo atacar a cualquiera.

―No será necesario, Baekhyun. Guarda tu sentimiento homicida, no va contigo.

―Conmigo sí, así que espero de verdad no vaya a ser necesario. —habló Chanyeol más serio.

Tras una pausa considerada, Yixing prosiguió: ―Al salir, deberán caminar hacia su izquierda, verán el ascensor, pulsen el último piso y ¡voila! Todo está bajo control.

―Bien. ―sentenció el alto.

Seguidamente tomó la mano de su pareja y caminaron hacia el salón. Frente al ascensor se sorprendieron al notar solo dos agentes de seguridad que les sonrieron y se adentraron. Sí, Yixing debía pertenecer a un gran monopolio corrupto. Al abrirse las puertas metálicas, les saludo un amplio pasillo de vidrio, mostrando al final la sala de exhibición. Caminaron con pasos relajados y al llegar, casi gritaron de emoción.

Ante sus ojos se encontraban cualquier cantidad de maravillas en oro, plata, bronce, cobre y cualquier material brilloso o mate. Sonrieron ampliamente pensando en que la cereza en su pastel estaba a unos minutos de ser coronada. Ambos se distribuyeron dejándose llevar por lo que más les atraía. Chanyeol rió y sacó su arma para lanzar un silencioso disparo a una vitrina que contenía un collar árabe muy antiguo, según decía la etiqueta. Baekhyun le siguió para ver unas pulseras de la antigua Italia.

―Muevan el culo. ―Yixing sentenció a través del auricular.

Baekhyun quiso responder, pero fue sorprendido por Chanyeol, quien se colocó frente a sus ojos y con rapidez estampó los labios sobre los suyos. El beso fue brusco y un poco doloroso, debido al material de los antifaces y la rudeza del alto. El pelinegro se alejó queriendo desaparecer el objeto, pero las manos contrarias lo detuvieron, sonrieron y sin esperar más, se besaron nuevamente estampándose contra la pared.

Chanyeol exploró mil sensaciones. Esas que experimentaba siempre que tocaba cualquier minúscula parte del cuerpo contrario. Saboreó su boca, dejándose hundir en la perdición que le brindaba el pelinegro, mordió y lamió, succionó y profundizó, llenándose cada vez más de esa poción mística que el destino le regalaba. Aun así, no era suficiente. Presionó sobre el trasero del pequeño y lo incitó a rodear su cadera, logrando que sus pelvis se friccionaran. Ambos gimieron, no soportando más el fuego que los quemaba por dentro.

Al separarse las miradas intensas y oscuras fueron suficientes para entenderse. Sonrieron cómplices y enviaron lejos el equipo auditivo de sus respectivos cuerpos. Chanyeol volvió a besar sus labios y mordió, haciendo que el pequeño chillara y bajará de él.

―Tendremos sexo en un museo. —Baekhyun habló en un susurro divertido.

―No estaba dentro de mi lista, pero ya que estamos aquí. —el alto habló tirando de su antifaz primero, siguiendo con el contrario; dejando expuesto aquel rostro deslumbrante.

―Me darás un orgasmo en una sala de exhibición.

―A menos de que los objetos puedan escuchar. —dijo Chanyeol desviando su mirada un poco hacia atrás.

—Y no lo hacen.

—Exactamente.

Ambos rieron y decidieron seguir extasiándose. Chanyeol mantuvo sus manos en las caderas ajenas, presionando. Baekhyun se alejó, un poco abrumado, y buscó con su mirada por toda la estancia, hasta que sus ojos toparon con una mesa, al otro extremo de la sala. Una de un estilo medieval que tenía encima copas utilizadas en la Grecia antigua. Tomó la mano de Chanyeol y una vez frente al objeto subió a éste, tomando nuevamente la boca de su amante.

El alto se posicionó entre sus piernas, masajeando sus muslos y mordiendo su cuello. Gimió y gozó, aquél estúpido gigante parecía conocer puntos exactos para convertirlo en una clase de instrumento tocado por el más experto sobre la tierra. Dirigió sus dedos al pantalón contrario y se deshizo del cinturón junto al cierre, dando una leve impresión de lo excitado que estaba Chanyeol.

Justo con las manos sobre su pantalón, el sonido del ascensor los detuvo. Ambos gruñeron y se separaron para reincorporarse rápidamente. Chanyeol ajustó su pantalón y Baekhyun se colocó a su lado. Se miraron, aún con las respiraciones alteradas y cautelosos en su lugar, escuchando los pasos por el pasillo, que al detenerse dieron la bienvenida a dos hombres vestidos totalmente de negro y máscaras de payaso en el rostro. Eran de estaturas similares, diferenciándolos la contextura corporal.

—No recuerdo haber llamado a ningún circo. —habló Chanyeol sin esperar más tiempo.

―No recuerdo haber llamado una puta para que te la follaras durante el trabajo. —atacó con voz sigilosa el tipo endeble. Chanyeol avanzó un poco pero el hombre robusto intervino.

—Cuidado, titán. Vinimos a finalizar con esto, pero veo que siquiera han empezado.

—¿Yixing los envió? —fue Baekhyun esta vez.

—Bingo, precioso. Está hecho un mar de furia y no podemos perder más el tiempo.

Chanyeol movió sus pies, pero Baekhyun lo detuvo esta vez, tomando su brazo. El alto lo miró con severidad pidiendo que lo soltara, sin embargo, el pelinegro lo condujo hacia donde habían colocado las maletas anteriormente para depositar las reliquias. Chanyeol se encontraba sumamente extrañado por la silenciosa actitud de su novio. No cuestionó más y quiso sujetar uno de aquellos objetos, pero lo detuvieron nuevamente.

—Hombre, que son impacientes y poco inteligentes, pero lo diré claro: su trabajo ha terminado aquí.

—Los esperan en el último piso, amigos. —añadió el tipo robusto.

Baekhyun y Chanyeol se miraron por varios segundos antes de caminar hacia los dos hombres, tomar sus armas y golpearlos en la cara con éstas. Ambos sujetos cayeron, soltando una maldición y dar a la pareja la oportunidad de encaminarse al ascensor, no sin antes buscar la alarma y activarla. Se apresuraron y dentro de la estructura metálica, Chanyeol gritó.

—¡No sé cómo no pudimos prevenir esto! ¡Hijo de puta! —miró a Baekhyun lleno de ira.

—¡Cálmate, Chanyeol! Hemos activado la alarma; debemos huir de aquí. —tomó su rostro entre las manos.

—Lo sé, ¡maldito seas, Yixing!

—De nada sirve maldecir ahora. Lo sentí, esos tipos tenían otros planes ahí. Necesitas cuatro para poder dejar atrás dos.

—Estoy seguro que desde un principio fue su plan y nos envolvió fácilmente. Lo voy a matar.

—Olvídate de eso ahora.

Baekhyun presionó el botón que los guiaría hacia el estacionamiento y así poder escapar lejos de las manos de cualquiera. Deseaban que no fuesen las manos de Yixing, primordialmente. Los segundos que duró el elevador, se sintieron como años y aun así fuera de él, el aire no circulaba bien por ninguno de los dos. Estaban sumamente agitados y aturdidos. Querían de cierta manera una venganza por aquella traición.

Nunca creyeron que Yixing les jugaría sucio. Simplemente fueron peones en su juego de ajedrez. Ahora su libertad pendía de un hilo, uno muy fino que en cualquier momento podría romperse y acabar con lo que alguna vez fueron. Al estar en el estacionamiento, se tomaron de las manos y corrieron, en busca de una salida. Lograron pasar muchas filas de autos, pero sin resultados y justo cuando parecía ir bien, un coche se interpuso en su camino, acorralándolos. No tenía sentido seguir corriendo. La puerta del conductor se abrió y dejó a la vista un hombre vestido igual que los anteriores.

—Perfecto, más circo.

—Suban al maldito auto. La policía está por llegar y sé que no quieren eso. —la voz fue fuerte.

—Dile a Yixing que se puede meter...

—¡Iremos! —interrumpió Baekhyun al alto. Chanyeol lo miró incrédulo.

—¿Qué te pasa?

—Es eso o la policía. No quiero la policía. —Baekhyun rió y en un rápido movimiento tiró del brazo de su pareja, metiéndolo junto a él, en el vehículo.

El conductor volvió a tomar su posición y los encaminó. Al salir del parqueo subterráneo, escucharon las sirenas, muchas que, al girar en una esquina, se convirtieron en simples ecos. La tensión dentro del auto era casi inquebrantable. Dentro de las mentes de los estafadores había muchas preguntas, mucha inquietud y quizá por primera en sus vidas, algo de miedo, y no el miedo de llegar a una prisión, quizá sí el de morir, el de no estar más tiempo juntos.

Después de unos cortos minutos de viaje, reconocieron el lugar al que habían llegado, aquel donde su bello Packard estaba escondido. Cuando el conductor detuvo el auto, inmediatamente bajaron con la intención de tomar su joya blanca y huir, pero fueron recibidos por más hombres enmascarados inmediatamente. Éstos los tomaron de los brazos y dirigieron al frente del vehículo innovado. Se encendieron las luces frontales, cegándolos y dando la entrada al hombre que salió del interior, aquel que una vez llamaron amigo.

—Tuvieron mucha valentía. ¡Vaya! ¿activar la alarma? Buena idea. —Yixing se burló.

—¿Qué quieres? —escupió Chanyeol.

—Sinceramente esperaba más. A fin de cuentas, la maldita alarma los tiene aquí. —rió—. Cuando se conocieron, no creí que se convertirían en mis preciosas armas, pero inconscientemente lo lograron. Eran perfectos para esto.

—Habla claro. Ahora me arrepiento de nunca haber intentado matarte por puro placer. —sentenció el alto de cabello grisáceo.

—Todo esto estaba planeado desde mucho tiempo atrás, junto a mi equipo secreto —rió con autosuficiencia—. Fueron las piezas más fáciles de moldear.

—Púdrete. Confiamos en ti.

—Deja el drama, Baekhyun.

Yixing dio un asentimiento y sin más, uno de los hombres al lado de Chanyeol, dirigió un aparato al abdomen del alto, logrando que éste inclinara su cuerpo y gimiera de dolor. El objeto emitía un leve zumbido, dando a entender que desprendía carga eléctrica.

—¡Chanyeol! —Baekhyun se removió entre los brazos de los hombres que lo sostenían a él— ¡Basta, Yixing! Di de una puta vez lo que quieres. —bramó.

—Siempre altanero, ni lo hubiese pensado esa vez que te encontré. Además, están jodidos ¿eh? Al parecer es real ese asunto de ustedes juntos.

—Deja la palabrería, bastardo. —gimió Chanyeol aún con su cuerpo contraído.

—Conozco sobre su minita de oro, producto de sus estafas —los miró y sonrió—. Lo quiero todo, absolutamente todo y a cambio, los enviaré lejos. Un lugar sin extradición y con lo suficiente para sobrevivir.

—¿Qué mierdas dices? —habló Baekhyun.

—Lastimosamente, les aprecio y bueno, sé que su minita puede igualar lo que me hicieron perder el día de hoy. Así que pueden decidir, irse o pudrirse en una prisión.

La pareja se miró. Habían considerado morir o estar tras las rejas, pero jamás pensaron que Yixing les ofrecería algún tipo de "amabilidad". Una oferta poderosa, muy jugosa, que a simple vista, parecía atribuir consecuencias no deseadas, sin embargo, ya no eran los mismos ingenuos de antes. La decisión estaba tomada; Yixing definitivamente debía obtener una cucharada de su propia medicina.

—El Packard tiene compuertas por todo su interior. Encontrarás la mitad de ello ahí. —habló Baekhyun entre dientes.

—Lo demás está dentro de tu caja fuerte, Yixing. Puedes despedazarla. —fue el turno de Chanyeol para burlarse.

La expresión de Yixing se volvió seria y dio otra orden para una descarga más en Chanyeol. Gimió nuevamente, sin gritar y dejarse humillar frente al hombre que en ese preciso instante se convertía en el principal de su lista negra.

—Nunca jueguen a ser más que su maestro. Ahora, muévanse y desaparezcan de mi vista.

—Con todo el gusto. —sonrió Baekhyun.

—Buen viaje, amigos míos.

Los tipos enmascarados tomaron el cuerpo de Chanyeol, pero Baekhyun los alejó. Uno de los sujetos se posicionó detrás de ellos y otro tomó lugar frente al volante. El bajo, con un esfuerzo considerable, colocó al alto dentro de los asientos traseros y él al lado.

—Necesitaré un buen sexo después de esto. —gimió Chanyeol con la mano sobre su abdomen.

—Eres estúpido, Chanyeol.

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