How many more shots (until yo...

By raquellu47

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Cuatro veces que Beca y Chloe se besaron borrachas, y una en la que el alcohol no tuvo nada que ver. More

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N/A: Sé que no es jueves, estoy despistada pero no tanto. Es solo que mañana es San Juan, y me voy a pasar todo el día en la playa de fiesta así que, para no dejaros sin una merecida actualización, os la adelanto un par de horillas.

¡A leer!

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Dice la Ley de Murphy que, si algo puede salir mal, saldrá mal.

Esta es una norma que Beca siempre ha tenido muy presente en su vida, ya desde bien pequeña. Aprendió que era mejor vivir sin expectativas, se dio cuenta de que las decepciones dolían menos si una ya iba preparada para lo peor desde el primer momento.

Sus padres le enseñaron eso. No conscientemente, pero la DJ siempre fue observadora y analizaba sus reacciones, sus comentarios. Veía la forma en que el ceño de su madre se hacía cada vez más profundo con cada minuto que el puntero del reloj se alejaba de las cinco de la tarde y su padre seguía sin llegar a casa una noche más. Veía la sonrisa forzada que su madre le regalaba cuando cruzaban miradas en mitad de una actuación escolar de teatro, el móvil firmemente agarrado por una mano que ya no se molestaba en llevar el anillo de boda y una silla vacía a su izquierda que señalaba como un cartel de neón la ausencia de su padre. Escuchaba las peleas, los reproches siseados, las acusaciones gritadas, el ensordecedor silencio que seguía al portazo que daba su padre al marcharse de casa y los sofocados sollozos de su madre.

Pronto aprendió a dejar de esperar ver aparecer a su padre por el umbral de la puerta de casa. Dejó de esperar que se acordase de sus funciones de teatro, de felicitarla en el día de su cumpleaños y no un día después tras la pelea de turno con su madre.

No se sorprendió el día que llegó del colegio y encontró a sus padres sentados cada uno en una punta del sillón. No se sorprendió al ver maletas en la entrada. No se sorprendió cuando su madre le informó con voz nasal y ojos hinchados por el llanto que habían decidido que lo mejor era separarse. No se sorprendió cuando su padre le dio un último beso en la coronilla y salió por la puerta para no volver.

Cierto fue que, el estar preparada para ello no hizo que doliera menos. Al fin y al cabo, su padre las había abandonado y las había sustituido por una rubia, más joven, llamada Sheila.

Esa misma filosofía fue la que mantuvo funcionando a Beca durante el instituto, la enfermedad de su madre, tener que irse a vivir con su padre y la brujastra; y, por último, pero no menos importante, ser obligada a renunciar a su sueño de vivir en L.A. para hacer un año de universidad.

Precisamente, ese año en la universidad fue lo que cambió todo. Barden supuso un antes y un después en la vida de la DJ, porque, aunque hubo unos cuantos baches, se dio cuenta de que vivir siempre esperando lo peor no era vivir. Además, todo iba bien. Se las había apañado para encontrar un novio súper dulce y que, a pesar de su obsesión con hacerle ver películas, la quería incondicionalmente. Había encontrado a las nueve hermanas – diez si contaba a Aubrey – que nunca quiso... hasta que las tuvo y se dio cuenta de lo divertido que era todo ahora, especialmente por lo locas que estaban. Sabía que podía confiar en ellas y que estarían dispuestas a ir al fin del mundo y volver si Beca se lo pedía. Tenía una mejor amiga por primera vez en su vida, había permitido que alguien se acercase tanto a ella como para contarle todo, buscar su consejo, su apoyo y su consuelo cuando tenía un problema. Y, bueno, las Bellas estaban arrasando en el panorama de la a cappella.

¿Qué podía salir mal?

La respuesta a esa pregunta es: todo. Absolutamente. Todo.

Después del incidente de Amy con los pantalones rotos y sin ropa interior colgando de un columpio de tela, las Bellas se desmoronaron. Perdieron su reputación, su credibilidad, su gira y su derecho a defender el título nacional de a cappella. Se despertaban cada día con un patrocinador menos, y se iban a dormir con otros dos menos, porque "dañaba su imagen estar asociados con una institución tan mal vista por, no solo Estados Unidos, sino el mundo entero"; y sin patrocinadores, también escaseaban las actuaciones. Era un milagro que el rector de la universidad no intentase echarlas de la casa teniendo en cuenta lo mucho que las odiaba.

Su último año en Barden, Beca era 1'57 metros de puro estrés. Tenía que barajar su último curso universitario lleno de clases y proyectos y ensayos y exámenes y... en fin, la universidad; tenía que organizarse para encajarla con sus prácticas en la discográfica de Residual Heat – y que estas permanecieran siendo un secreto –, con seguir canalizando su creatividad en forma de mash-ups, con coordinar con Chloe los ensayos de las Bellas, con tener tiempo para Jesse y con evitar que las chicas se desmoronasen.

Chloe fue la que peor se tomó la noticia. Entró en una espiral de desolación y pánico que se contagió al resto de las chicas hasta que todas estaban sumidas en la más absoluta ansiedad a excepción de Beca. A la morena le tocó mantener la mente fría y ser la voz de la razón – excepto cuando tenía que hablar con esa... rubia alemana de la competencia que les había robado la gira y no dudaba en restregárselo por la cara con sus suaves manos y ojos de un azul pálido que volvían las rodillas de Beca gelatina.

Normalmente, la DJ invertiría todo su tiempo y esfuerzo en asegurarle a Chloe que todo saldría bien, que se las apañarían para recuperarse, que ya habían salido de la desgracia antes y con mucho éxito así que podrían hacerlo otra vez.

Pero la situación no era normal.

Más que nada porque su relación con la pelirroja también estaba resentida. Notablemente. Después de ese tercer beso en la fiesta de cumpleaños de Jesse, la morena se había pasado la noche entera dando vueltas en la cama de su novio hasta que decidió levantarse a dar un paseo. En el camino a la casa de las Bellas, se dio cuenta de que eso no podía continuar. Tenía que establecer cierta distancia con Chloe, o Beca terminaría cometiendo un gran error – no lo veía realmente como un error, solo como algo que podría arruinar todo lo que había conseguido en esos tres años de evolución.

De modo que cortó ciertas cosas de raíz: las fiestas de pijama en las que solo estaban ellas dos y terminaban durmiendo en la cama de la pelirroja hechas un lío de extremidades, los masajes en la espalda que siempre arrancaban sonidos placenteros de la garganta de la DJ que hacían reír a Chloe, las noches viendo películas con las Bellas en las que su mejor amiga aprovechaba para usar a Beca de almohada, etc. Cortó todas aquellas muestras de afecto que sobrepasaban el umbral de lo estrictamente amistoso y Chloe lo notó, aunque nunca hizo comentario alguno.

Aubrey también lo notó en el mismo instante en que las vio interactuar la una con la otra en su retiro espiritual. Vio la tensión en sus hombros cada vez que hablaban. Cómo la pelirroja parecía dudar antes de tocar a Beca, como si no supiera si estaba permitido o no, cuando Chloe nunca antes se había parado a pensar antes de tocar a alguien. Se dio cuenta de que Beca sentía que estaba a punto de ahogarse, apenas logrando mantener la cabeza fuera de la superficie teniendo tanto peso tirando de ella hacia el fondo. Se dio cuenta de que Chloe estaba al borde de un ataque de ansiedad, muerta de indecisión, de miedo y de dudas, y sin ninguna de sus mejores amigas a su lado para tranquilizarle y asegurarle que todo iba a salir bien al final.

El problema no lo tenían las Bellas. El problema lo tenían Beca y Chloe. Y, como capitanas del grupo, su tensión se estaba trasladando a las demás chicas y estaban perdiendo la harmonía que habían encontrado en una piscina vacía con un mash-up de Just the way you are y Just a dream.

A la DJ le costó darse cuenta de todo esto, pero lo hizo. Cuando por fin estalló después de tantas provocaciones disimuladas por parte de Aubrey, podía ver la sonrisa satisfecha de la rubia por el rabillo del ojo mientras Chloe le reprochaba que no había estado ahí para ellas. Para Chloe. La descoordinación no se debía a las Bellas y su obsesión por ganar los Mundiales, sino al distanciamiento con la pelirroja que ella misma se había impuesto. Ella y Chloe siempre han sido tan opuestas en tantos aspectos que a veces Beca se preguntaba cómo lograban trabajar y encajar tan perfectamente juntas. De alguna forma, se las apañaban para hacerlo funcionar suave y sin complicaciones. Habían alcanzado un acuerdo mutuo de respeto y confianza que Beca había roto sin darse cuenta al renegar de una parte esencial de quien Chloe era como persona.

Después del retiro, estaba determinada a arreglarlo sin importar lo que hiciera falta para conseguirlo.

Curiosamente, su vida amorosa fue el único aspecto que sobrevivió sin daño alguno. Por lo menos al principio. Jesse comprendía por lo que Beca estaba pasando y le dio todo el espacio que ella necesitaba. El Treble estaba contento con aceptar lo que la DJ estuviera dispuesta a darle, lo cual, eventualmente, terminó suponiendo un problema porque cada vez la morena estaba menos dispuesta. Cada vez peleaba menos con su apretada agenda para hacerle un hueco a Jesse. Cada vez tenía menos ganas de llamarle a él en busca de consuelo, sabiendo que probablemente fuera el contestador el que le contestase y no su novio. Tenía la sensación de que ya no era tanto una relación, sino una amistad.

De modo que puso un parche a su "relación" con Jesse para que aguantara mientras Beca centraba todos sus esfuerzos en los demás aspectos de su vida. En crear un set para las Bellas con el que arrasasen a los estúpidos de DSM, en compensar a Chloe por haberle dado la espalda, en ayudar a Emily a hacer una demo que sorprendió a su jefe y eliminó de su mente la idea que se había formado de que Beca solo servía para hacer mash-ups.

Y efectivamente, arrasan con su set y se coronan como Campeonas Mundiales de A Cappella, lo cual no es tan patético como a Beca le sonó en un primer momento casi cuatro años atrás. Las Bellas recuperan así todo su prestigio como si nunca lo hubieran perdido, y la morena sabe que está dejando la capitanía en buenas manos con Emily. Además, unos días antes de viajar a Copenhague, su jefe le hizo una oferta para empezar a trabajar en Residual Heat, y Beca por supuesto aceptó sin dudarlo ni un segundo.

Todo vuelve a la normalidad, relativamente, y la DJ es capaz de respirar.

Ahora es hora de celebrar. Porque siguen en Europa, tienen un pedazo trofeo en la habitación del hotel, más alcohol del que once chicas de veintipocos años deberían consumir, y es muy probable que sea la última vez que tengan la oportunidad de estar todas juntas en mucho tiempo. En cuanto lleguen a Barden, cada una recogerá sus cosas de la casa y se marcharán en direcciones distintas, y aunque eso no significa que vayan a dejar que su amistad se desvanezca en el aire, significa que será difícil cuadrar sus agendas para reunirse.

Es lo único que nubla un poco sus ánimos esta noche, pero pronto queda olvidado en cuanto comienza a rular el vodka. Se dejan llevar por el momento, la adrenalina que todavía corre por sus venas mezcladas con el ardor de los cubatas que les llueven de todas direcciones, regalos de enhorabuena de otros grupos de a cappella que no han tenido su suerte, pero son lo suficientemente simpáticos como para acercarse a hablar con alguna de las Bellas y felicitarles. Se hacen con la pista de baile de las tres discotecas que visitan, todo el mundo deja un hueco mientras ellas bailan en total coordinación, aún vestidas con los chalecos azules y las camisetas básicas blancas. Algunos europeos se animan y se unen a ellas, hablando en inglés con marcado acento y recurriendo a las señas para aquellas palabras que se quedan atascadas por la neblina del alcohol.

En un determinado punto de la noche, Beca escucha de forma algo distante el inicio de una canción, con sus bases graves resonando a través de los múltiples altavoces dispersos por la sala haciendo vibrar su cuerpo de una forma especial, y deja bailar abruptamente, más tensa que una tabla de madera. Stacie y Chloe pierden el cómodo equilibrio con el que habían estado bailando con la morena, felizmente embutida entre ambas mujeres. Las dos Bellas se giran para comprobar que su capitana se encuentra bien, ligeramente preocupadas porque, al fin y al cabo, llevan bebiendo sin descanso desde hace horas.

La pelirroja se fija en que los brazos desnudos de Beca están recubiertos de piel de gallina a pesar del calor sofocante que hace en el interior de la discoteca, y comparte una mirada de incomprensión con Stacie, quien se encoje de hombros y sigue bailando como si nada.

I usually love sleeping all alone

This time around bring your friend with you

But we ain't really going to sleep at all

La DJ se remueve en el sitio, incómoda. Sabe que es cuestión de segundos que Chloe descubra lo que está pasando porque fue algo que Beca le confesó una noche tras beberse una botella de tequila entre ambas directamente de la botella, porque estaban demasiado cómodas tiradas en la cama como para levantarse a por vasos y algo con lo que suavizar el alcohol. No recuerda cómo salió la conversación, porque en general esa noche está llena de bastantes lagunas, pero recuerda que estaban hablando de algo relacionado con la música justo cuando la morena dejó caer, con una risita y tras hacer prometer a su mejor amiga que no se lo contaría a nadie, que la canción de Often de The Weeknd tenía el mismo efecto en ella que Titanium tenía en Chloe. Era su "canción especial".

No sabe exactamente por qué. Puede ser por la voz del cantante, que siempre le ha parecido muy sugerente; o puede ser porque la canción habla de forma bastante explícita sobre sexo; o puede ser por la base grave que marca un ritmo lento y sensual.

(Puede ser porque vio a Chloe bailar esa canción en una fiesta durante su primer año en Barden y desde entonces la DJ es incapaz de escuchar Often sin ver a la pelirroja moviendo las caderas de una forma intoxicante, sus manos enredadas en mechones cobrizos que caían por su espalda, descubierta por el vestido que llevaba y que marcaba todas sus curvas perfectamente.)

Es consciente de que está irremediablemente perdida cuando su mejor amiga se gira para encararla con una sonrisa traviesa en los labios y un brillo peligroso en sus ojos azul bebé. En un flash provocado por el segundo de absoluto pánico que se apodera de su cuerpo, Beca se da cuenta de que, una vez más, ha roto todas las normas que se había impuesto y volvía a estar juntando el factor alcohol + el factor Chloe Beale + el factor discoteca.

La pelirroja tira de ella para pegar sus cuerpos totalmente y empieza a mover sus caderas de esa forma que llena la mente de Beca de imágenes de cuerpos desnudos, y sudorosos, y actividades nada amistosas; y la DJ piensa que, si esta va a ser su muerte, no se le ocurre una mejor forma de irse de este mundo.

Pero, milagrosamente, consigue sobrevivir. Para el último "oh yeah" de la canción, está respirando trabajosamente y siente una capa que actúa como una segunda piel compuesta únicamente de sudor. Sus nervios están vibrando por la sobre estimulación que ha sido tener las manos de Chloe recorriendo su cuerpo entero, su pecho contra la espalda de Beca, sus caderas empujando las de la morena hasta dibujar círculos en el aire al ritmo de cada base. De cada "often". De cada "oh yeah".

Total y completamente azorada, Beca se despega de la pelirroja con la piel ardiendo y un cosquilleo delator entre las piernas. Necesita establecer algún tipo de distancia o es probable que termine atacando a Chloe ahí mismo en plena pista de baile de una discoteca de Copenhague.

Apoyada contra la fría pared de hormigón del local, descansa la cabeza y respira profundamente, llenando sus pulmones del aire todavía húmedo por la lluvia casi constante del día; exhalando el intoxicante aroma de la pelirroja y su perfume de vainilla que marea y tortura a Beca con su dulzura. Acaba de reponerse cuando ve salir tambaleándose a la causa de que haya huido a la calle, seguida por todas las Bellas en distintos estados de intoxicación.

- ¡Somos las campeonas del mundo, aca-zorras! – brama Stacie alzando los brazos por encima de la cabeza, coreada por las demás.

- Stace, no creo que un trofeo de a cappella evite que nos arresten por escándalo público, así que baja la voz – le regaña Aubrey, que aparentemente es la que menos borracha va.

- ¿Qué hacías aquí sola, capi? ¿Estás tratando de que algún copenhaguense te lleve a casa creyendo que eres un enanito de jardín? – Amy la Gorda se ríe de su propio chiste y alza una mano en busca de alguien que le choque los cinco.

Aubrey abre la boca para corregir a Amy, pero Chloe sacude la cabeza y apoya una mano en el hombro de su otra mejor amiga, indicándole con solo un gesto que no merece la pena que gaste su energía en eso. Beca le lanza una mirada furibunda que pierde todo su poder porque le cuesta un poco enfocar la vista y, como ya no tiene la solidez de la pared tras su espalda, se balancea de lado a lado para compensar la rapidez con la que el mundo gira.

- No, en serio, Beca, no deberías estar aquí fuera tú sola – comenta Aubrey cuando las pocas Bellas que encuentran gracioso el comentario satisfacen a la australiana chocando sus manos. No es desdén lo que transmiten sus ojos azules, solo simple preocupación. Atrás queda ya el resentimiento entre ambas capitanas –. Si te hubiera pasado algo no nos habríamos enterado.

- Solo... Necesitaba un poco de aire fresco – ojos azul medianoche tropiezan con otro par azul bebé que brillan con la noción de por qué exactamente Beca ha tenido que salir a calmarse.

La DJ aparta la mirada rápidamente, pero capta los inicios de una sonrisa orgullosa curvando los labios de Chloe, y la odia y adora al mismo tiempo. Porque no debería de ser capaz de provocar el huracán de emociones que desata con un simple roce en el pecho de la morena, no debería porque es su mejor amiga y no es normal. Pero lo hace. Y la pelirroja lo sabe, es bien consciente de las reacciones de Beca y sigue buscando cómo desencadenarlas, saltándose sin problemas las medidas de seguridad que la morena pone en un intento – inútil – de protegerse. Lo cual es, a la vez, exasperante y encantador.

Deciden que las tres de la mañana es una buena hora para ponerle fin a la noche. Las once Bellas se amontonan como pueden en las camas de Beca y Chloe y por el suelo, porque al ser las capitanas, tienen la habitación más grande todas. Con voces suaves y de forma todavía algo inconexa, rememoran anécdotas que han compartido en esos cuatro años juntas. La excitación de de la victoria y su posterior celebración se va desvaneciendo poco a poco hasta dejar paso a una sensación agridulce. Se están haciendo conscientes de que este es el final de una gran etapa, probablemente, la mejor de sus vidas.

Cuando entras en la universidad, siempre te dicen que es una experiencia increíble, y que te aporta recuerdos que meterás en el cajón de "Nunca olvidar". Beca siempre bufaba y ponía los ojos en blanco cuando su padre trataba de convencerla a ir a Barden con este argumento.

Ahora, alza la cabeza del abdomen de Chloe para ver a sus amigas esparcidas por la habitación con tristes sonrisas en sus rostros, sus oídos pitan por la música demasiado alta de la discoteca y los ecos de las risas de la noche, y su corazón se agita y se alegra. Se alegra de haberse presentado a las audiciones, se alegra de haber vuelto con la cola entre las piernas en busca de su perdón, y se alegra de haber superado su miedo a los lazos personales y haber vuelto año tras año. Si pudiera volver atrás, haría exactamente lo mismo.

No las cambiaría por nada del mundo.

Poco a poco, las Bellas se van quedando dormidas. El alcohol hace que los párpados de Beca pesen y los dedos de Chloe jugando con mechones de su pelo le adormecen, pero no quiere rendirse al sueño. Tiene miedo de dormirse. Porque el tiempo seguirá avanzando y sus últimos instantes con las chicas los pasará con los ojos cerrados.

Con cuidado de no despertar a Lilly, que está hecha una bola a los pies de su cama, trepa hasta apoyar la cabeza en la almohada al lado de la pelirroja y se coloca de costado.

- ¿No puedes dormir? – susurra Chloe, su mano busca la de la morena y entrelaza sus dedos.

- No quiero dormir – contesta Beca en el mismo tono de voz.

La pelirroja asiente, sin necesidad de que su mejor amiga elabore más su respuesta porque sabe perfectamente a qué se refiere y le da un cariñoso apretón para mostrarle su apoyo.

- No es como si no fuéramos a volver a vernos nunca – trata de asegurarle –. ¿...Verdad?

Pero la DJ puede ver los huecos entre palabra y palabra que están llenos de dudas, de incertidumbre. Puede sentir la ligera desesperación que permea la pregunta. Y no responde, es incapaz de responder. Ante el delator silencio de Beca, Chloe se muerde el labio inferior con clara preocupación y busca una promesa tranquilizadora en los ojos azul medianoche de su mejor amiga. Solo que no encuentra ninguna porque la morena no está segura. Daría lo que fuera por ser capaz de calmar la ansiedad que puede ver burbujeando hacia la superficie de los ojos azul bebé de la pelirroja, pero no sabe cómo darle seguridad a Chloe cuando ni ella misma la tiene.

- No lo sé – murmura la DJ, y es sorprendente cómo se palpa su desolación en apenas un hilo de voz.

Ha dicho la verdad, lo que, muy a su pesar, siente y teme. Los ojos de la pelirroja se inundan con lágrimas que ruedan por su nariz y su mejilla hasta morir en la almohada. Beca se maldice internamente, porque tendría que haber encontrado la forma de mentirle, sonreír como si no pasara nada y asegurarle que por supuesto que no, que hallarían la forma de quedar todas juntas constantemente, que no dejarían que su amistad muriera.

- No puedo perderos – confiesa la pelirroja de forma apenas audible, su voz temblorosa por el esfuerzo de contener las lágrimas –. Prométemelo – exige, repentinamente fiera y llena de urgencia.

- Chlo... no sé... – empieza a decir Beca.

Porque por ella puede hablar, sabe que ni loca dejará marchar a las Bellas; pero no puede decir lo mismo de las demás, por mucho que le gustaría. Su mejor amiga se seca el rostro con el dorso de la mano y se sobre la nariz, asintiendo. Entiende lo que la DJ está tratando de explicar, incluso si no ha terminado de hacerlo todavía.

- Lo sé, no puedes hablar por ellas, pero, Becs... – el agarre de la pelirroja en la mano de la morena se hace más fuerte, transmitiendo la necesidad que siente Chloe por oír esas palabras –. Prométemelo por ti. Las demás me dan igual.

La mano que Chloe tiene libre se alza hasta acariciar la mejilla de la morena, y tanto su expresión como su mirada se suavizan ligeramente. Ese simple gesto es capaz de aportar calma a su co-capitana. Es algo que Beca descubrió relativamente pronto en su relación con la pelirroja: nada mejor que el contacto físico para tranquilizarla, daba igual si Chloe lo recibía o lo daba, le servía de ancla frente a sus preocupaciones o sus miedos.

- No me malinterpretes – vuelve a hablar con velada emoción –. Sabes que adoro a las Bellas, pero yo que, si las cosas van mal, aunque me daría pena, podría vivir perfectamente sin volver a hablar con algunas de ellas – baja la mirada brevemente, y Beca reconoce el gesto porque ella misma lo hace antes de contar algo para lo que necesita reunir coraje –. Pero no sin ti, Becs. No podría vivir sin ti.

La DJ siente una punzada en el pecho, y por una fracción de segundo teme que le esté dando un infarto por la mezcla de demasiado alcohol y emociones intensas. Pronto, sin embargo, se da cuenta de que ese dolor proviene de pensar cómo sería su vida sin Chloe.

No sería, directamente. La pelirroja tiene razón: no podrían vivir la una sin la otra.

- Prométemelo – pide de nuevo. Suplica. Tanto con su tono de voz como con sus ojos llorosos.

Las ansias de lanzarse a asegurarle que jamás la abandonará hacen que a Beca se le trabe la lengua y se le atasquen las palabras. Los segundos pasan y sigue igual de incapaz de expresarse, y con cada tick-tack de un reloj que resuena en la habitación, la expresión de la pelirroja cae más y más. Azul bebé se inunda de nuevo en lágrimas que ruedan por sus mejillas hasta empapar otra vez la almohada.

Cierra los ojos brevemente, permitiéndose sentir el calor de la mano de Chloe en su mejilla y sus dedos entrelazados. Y recuerda que la pelirroja requiere del contacto físico para sentirse tranquila. Es su tierra sólida.

El alcohol que todavía corre por sus venas y sume a su cuerpo en un cálido zumbido, elimina las líneas de lo que es correcto y de lo que no es correcto dada la relación estrictamente amistosa que tiene con Chloe. Siempre lo ha hecho, cuando está con su mejor amiga. Acalla la voz de su subconsciente y alienta a la de su corazón. Favorece que Beca actúe sobre sus impulsos.

Esta vez no es distinta. A falta de palabras, Beca pasa a la acción.

Adelanta su cabeza hasta hacer desaparecer los pocos centímetros que separan sus rostros y cubre los labios de su mejor amiga con los suyos. Nota la sorpresa de Chloe en la forma en que se tensa momentáneamente antes de relajarse y rendirse al beso que la DJ le está dando, cómo trata de que sus labios transmitan todas las emociones que no es capaz de emitir en voz alta.

Beca se mantiene suave. Atrapa el labio superior de la pelirroja entre los suyos, aplicando la presión suficiente para hacer llegar su mensaje sin resultar demasiado agresiva. Se separa brevemente, sin alejarse, su nariz apoyada contra la mejilla de Chloe y sus alientos se entremezclan en sendos suspiros. Ambas amigas se mueven en completa coordinación sin necesidad de compartir palabra alguna, solo sienten. Se encuentran a medio camino en un nuevo contacto de labio contra labio, y esta vez tiene más fuerza, más sabor a ligera desesperación en la forma en que Chloe se lanza hacia delante.

La DJ sabe de dónde viene el miedo de su mejor amiga. Es miedo a abrir los ojos y que todo haya sido un sueño. Miedo a que esta conversación nunca haya sucedido y sea producto de un subconsciente arrepentido de un "yo" futuro que despierta en su cama vacía deseando que ojalá, ojalá hubieran exigido esa promesa antes de partir en caminos separados.

Así que hace todo lo posible por extinguir el miedo. Responde a la intensidad de su mejor amiga con calma, manteniendo ella la suavidad por Chloe, asegurándole con cada roce de sus labios en los de la pelirroja que está ahí, y es real, y está pasando.

Es lento, y lleno de la emoción de la que estaban exentos los anteriores, porque es el sello de una valiosa promesa.

Vuelven a separarse y Beca acaricia la nariz de su mejor amiga con la suya mientras cambia de ángulo y se sumerge en un nuevo beso. Ninguna de las dos escucha abrirse la puerta de la habitación, solo se dan cuenta de que hay un recién llegado cuando se enciende la luz y se separan la una de la otra con un sobresalto.

Parpadean, tan acostumbradas a la penumbra que las luces les ciegan. Amy la Gorda murmura algo sobre el sol entre sueños y Stacie gruñe que apaguen la luz de una jodida vez mientras hunde la cabeza entre los omóplatos de Aubrey.

Beca se incorpora sobre un codo, una mano en la frente para protegerse y guiña los ojos para identificar a la figura parada en el umbral de la puerta de la habitación.

- ¿Jesse? – pregunta, entre sorprendida y asustada.

Porque, ahora recuerda que su novio se acercó a ella después de que bajaran del escenario de los Mundiales a felicitarla y compartieron un acalorado beso. El Treble se separó de ella para que pudiera ir a celebrarlo con las chicas, acordando que él se volvería al hotel a esperar a que regresaran para colarse en la habitación de la DJ. Beca incluso le dio su llave, asegurándole que le pediría a Chloe la suya para entrar y luego la mandaría a dormir con Aubrey.

Y es totalmente imposible que Jesse no haya visto a Beca besando a Chloe.

Oh, mierda.

Ambas amigas comparten una mirada de preocupación, lo cual parece ser la gota que colma el vaso para el Treble, porque gira sobre sus talones y desaparece por el pasillo del hotel. La pelirroja apoya una mano en el hombro de Beca, y esta sale de su parálisis. Le lanza una última mirada de disculpa a Chloe, salta de la cama y corre en busca de su novio.

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