Mr. & Mrs. Somerhalder |en pa...

By xdreamwithmex

75.5K 3.3K 284

Abogado reconocido. Estudiante de abogacía. A el director no se le ocurre mejor idea que traer un abogado par... More

Mr. & Mrs. Somerhalder
Capitulo #1
Capitulo #2
Capitulo #3
Capitulo #4
Capitulo #5
Capitulo #6
Capitulo #7
Capitulo #8
Capitulo #9
Capitulo #10
Capitulo #12
Capitulo #13
Capitulo #14
Capitulo #15
Capitulo #16
Capitulo #17
Capitulo #18
Capitulo #19

Capitulo #11

2.9K 148 9
By xdreamwithmex

 Martes 24 de septiembre de 2013

Golpes continuos interrumpieron el sueño que tanto me había costado conseguir. Un gimoteo salió de mi boca a modo de queja.

A los golpes se le sumaron unos gritos. Tuve que poner en funcionamiento mi cerebro para reconocer las palabras “despierta maldita sea”, no hizo falta ningún tipo de acreditación para saber que era la voz de mi hermana. Tanteé debajo de la almohada hasta llegar a mi celular, miré la hora. En media hora entraba a la Universidad y seguía en la cama. Hundí mi rostro en la almohada y ahogué un grito. No iba a llegar ni en un millón de años. Le grité a Tiffany unas cuantas palabrotas, salí de un salto de mi cama y luego deslicé sobre mi cabeza una camisa blanca, que tenía los botones ya abrochados, me coloqué unos jeans color aqua y mis vans negras.

—Mierda...—susurré al ver mi rostro en el espejo. Tenía unas ojeras deplorables y los ojos hinchados. No pensé mucho más en ese asunto, de todas formas, anoche mientras lloraba sabía en qué condiciones me iba a levantar. Mientras bajaba las escaleras, de dos en dos escalones, me hice una coleta alta. Tomé mi morral que ahora estaba en una silla gracias a mi madre, ya que la noche anterior lo había aventado a la oscuridad y realmente no me había importado donde cayó.

Una vez afuera de mi humilde hogar, corrí hasta la parada de colectivos, pero sabía muy bien que  si esperaba ahí nada iba a pasar. Me rendí, como para variar. Vivía rindiéndome, estaba cansada de eso.

El sonar de un claxon me hizo despertar. Levanté la cabeza para ver un Bugatti Veyron. Sabía que mi suerte podría ser cada vez peor, y que esto que estaba pasando era una mala jugada del destino, que me quería ver miserable. La ventana del pasajero se abrió,  dejando ver de ese modo a Ian, con una camisa de popelina celeste, y una sonrisa en los labios.

—¿Necesitas que te lleve a alguna parte?—preguntó ampliando su sonrisa. Me pregunté cómo podía ser tan desvergonzado, teniendo en cuenta lo que ayer le dije. Él simplemente se presentaba con su sonrisa deslumbrante y pretendía que todo estaba bien.

—No—respondí simplemente, mirando a cualquier otra parte que no sean sus ojos. Sabía que necesitaba con urgencia que me llevara, pero lamentablemente ser cabeza dura me jugaba en contra.

—En diez minutos empieza la clase—comentó él, a sabiendas de lo que me preocupaba la Universidad. Arrugué la cara, miré al cielo, y soltando un par de maldiciones me dirigí a la puerta del auto.

—Espero no tengas que dar ninguna explicación por esto de que me llevas—expresé con la mirada perdida en la gente que caminaba por la calle— ¿El profesor y la alumna llegando a clase tarde? ¿Los dos al mismo tiempo? Un poco sospechoso…

Lo miré por el rabillo del ojo.  Pude notar que tenía la mandíbula apretada y los labios en una línea.

—Dejá de decir eso—dijo en un susurro, con la mirada todavía en la carretera.

—Como sea...—tomé un largo respiro, conté hasta diez. Seguía sin saber porque demonios me molestaba tanto lo que él tenga para decirle a la prensa. Sabía que no eramos novios, pero no fué que lo haya negado lo que me molestó, fue la forma. Seguramente estaba siendo muy exagerada, pero a esta altura del partido no me preocupaba lo suficiente como para dejar de serlo.

Después de diez cuadras, ya estábamos en la puerta de la Universidad, ni un minuto tarde. Como deseaba tener un auto, solucionaría tanto las cosas. Bajé del transformer,  le di las gracias a Ian y caminé rápido hacia el salón dieciséis. Me detuve en el umbral de la puerta al recordar la apuesta que había hecho el día anterior. Si trataba mal a mi profesor, nunca iba a conseguir un beso de su parte. Jamás. Giré en mis talones y corrí a su encuentro. Él iba por la mitad del pasillo, tenía los ojos más oscuros de lo normal. Frené para encontrarme con su mirada confundida. Claro, si alguien me trataba mal y después venía corriendo, también estaría confundida.  

—Gracias—dije soltando todo el aire de mis pulmones con solo esa palabra, inhalé—, gracias por traerme hasta aquí. No tenías por qué.

El timbre sonó sobre nuestras cabezas, él asintió con una sonrisa, le sonreí de vuelta y ambos nos dirigimos a donde se suponía que teníamos que estar. La sonrisa se negaba a salir de mi rostro, pero por un motivo que desconocía, no me molestó.

Susurros y más susurros se escuchaban mientras entrabamos al salón ¿por qué era tan raro vernos entrar juntos? ¡no estábamos desnudos, cielos!

Recorrí el lugar con la mirada, solo dos cosas llamaron mi atención: Maureen estaba con un rastro de sonrisa en su rostro, cuando sus ojos se encontraron con los míos, su sonrisa se amplió. Dejé de mirarla a mi mejor amiga y pasé a la segunda cosa que llamó mi atención, Gwen. La chica estaba roja como un tomate, hasta parecía que esa descripción quedaba corta. A kilómetros podría notar el mal humor que tenía. Sonreí al saber que era la causante de su enojo. En cierto punto no podía creer que yo odiara tanto a una persona, pero las niñas ricas, consentidas, y que piensan que su vida es mejor que la de cualquier otro realmente pueden sacarme de mis casillas. Traté de olvidar el hecho de que estaba bajo la mirada de al menos veinte personas y me fuí a sentar al lado de Paul.

No iba a esperar un saludo que nunca iba a llegar, no de parte de él, al menos, así que tampoco puse mucho esmero en saludarlo yo. Ví a Ian apoyar su maletín en el escritorio y sacar el libro de aproximadamente quinientas páginas que estábamos usando de momento, apuntó el la pizarra “página 150. Leer y responder ejercicios”. Todavía sin poder sacar la sonrisa de mi rostro, extraje el libro de mi morral y me lo puse en las piernas para empezar a leer. Al terminar con todas las preguntas, que me habían resultado bastante fáciles, me apoyé en el respaldo de la silla y dejé que mi mente se pierda…

Después de corregir las respuestas, el timbre sonó. Como unos bebés, casi todos salieron corriendo. Rodé mis ojos al mismo tiempo que ponía el libro en mi morral. Me llevé una sorpresa al ver a Gwen todavía en su lugar. De esto no saldrá nada bueno, pensé. Sin más preámbulos, me paré, dejando de lado el hecho de que Ian y Gwen se iban a quedar solos en una misma habitación. Miré por arriba de mi hombro hacia atrás, una vez afuera del salón, imaginando lo peor, pero para mi suerte, ella sólo se encontraba hablando con él, acercándose poco a poco, pero seguía sin ser nada comprometedor. Mi mente divagó, empecé a sacar conclusiones, como de qué color sería el pelo de sus hijos, o cuan costoso sería su casamiento. Traté de no torturarme más con mis pensamientos y terminé la acción que me proponía.

Una vez afuera, el frío chocó contra mis mejillas. Me lamenté, el otoño se hacía notar y no había pasado ni un día de su llegada, yo era definitivamente una chica de verano; playa, calor, amigos, trajes de baño. No mil prendas que te hacían ver como un muñeco de nieve andante. Obligué a mi cuerpo reaccionar y paso a paso me dirigí a mi trabajo. Tendría que lidiar con el ceño fruncido de Mía y las miradas sugestivas de Sam. Que suerte la mía.

 ~♡~

Deseé poder dejar de pensar en Ian, o en que era lo que estaba haciendo con Gwen. De ese modo nunca terminaría lo que me proponía hacer: prestar atención a los pedidos de las personas. Tenía la mirada en un punto fijo del lugar, apenas escuchaba a las gente que se paraba delante mío con rostro cansado, dejado a la vista cuan fatigados estaban. De las trece personas que había atendido a cada una de ellas le había preguntado qué era lo que quería de tomar por segunda vez.

Juré que a la próxima persona la iba a atender como Dios manda, era lo que se merecían los clientes, y yo no quería ser despedida sin siquiera cumplir un mes como empleada. Sacudí mi cabeza para así poder despejar la ola de pensamientos que me invadía.  

—¿Tratando de espantar el sueño?—su voz me hizo sonreír casi de manera involuntaria ¡mierda! debía controlar mis impulsos.

—Supongo—solté, traté de parecer desinteresada, casi llevándolo al límite, me dí cuenta al ver la mueca en el rostro de Ian— ¿tú de nuevo por aquí?

Ya, en serio, ¿qué hacía aquí otra vez? Parecía un psicópata, y no es que no tenga ganas de verlo o algo parecido, pero detrás de sus constantes visitas se escondía algo, lo tenía tan claro como que mi nombre era Nina.

—Si, de nuevo mi humilde persona—dijo elevando casi imperceptiblemente las comisuras de sus labios, rodé los ojos ante comentario que era, naturalmente, erróneo—.

—Seguro...—coincidí alzando las cejas— Bien ¿qué es lo que quieres tomar?—pregunté, notando que las personas en la fila comenzaban a fastidiarse y a lanzar comentarios de a donde podíamos ir a continuar con nuestra conversación, por ellos mismos catalogada, amorosa.

—Dos cafés negros—pidió evitando mi mirada. Así que dos… ¿estaba con él el muchacho del otro día, acaso? Apunté su nombre en dos vasos plásticos y se los entregué a Mía, que se encontraba a mi izquierda. Esta lo recibió de muy mala gana, bufando y farfullando algo que a mis oídos no fueron más que palabras sin sentido.

—Que simpática—murmuré para volver a poner mi atención en el muchacho de ojos celestes inevitables que se encontraba a menos de un metro—. ¿Has venido otra vez con tu amigo? Ese… el rubio del otro día.

—¿Theo? ¡No, no! ¿Acaso te agrada?—preguntó, y al ver como negaba rápidamente con la cabeza continuó hablando— He venido con…

—¡Ian! ¿Cuánto te falta?—lo interrumpió una voz desagradablemente conocida, asomé mi cabeza sobre el hombro de Ian para encontrarme con mi reciente peor pesadilla. Estaba agitando la mano como un niñito que ha perdido a su madre.

—Ya veo—mi tono se volvió gélido—. No hace falta que lo digas—procuré mirarlo a los ojos mientras esas palabras salían de mi boca, para que note… no sé, ese algo que yo no podía entender cuando la veía con otra chica, en especial Gwen, por la apuesta. “perra”, pensé. Ignorando completamente la presencia de Ian, pedí por favor al siguiente cliente que se adelantara. Pude ver por el rabillo del ojo que Ian había mirado al suelo después de morderse el labio inferior, y se había marchado a esperar su café.

—Menudo idiota—comentó la persona que estaba ahora en el lugar del pelinegro—.

—¿Disculpa?—pregunté tratando de comprobar que había oído bien y ese hombre acababa de maldecir. Dado a que no estaba en mi mejor humor, la pregunta fué más como una demanda.

—El hombre ese—dijo moviendo la cabeza a su derecha, precisamente donde estaba mi profesor—. Si te hace quedar más tranquila, eres mucho más atractiva que esa rubia plástica de allí.

Oh, cielos. El rubor llegó a mis mejillas más rápido de lo que canta un gallo. El rubio estaba halagandome y  había dicho que era más linda que Gwen. Sonreí al ganar mi batalla interna acerca de quien se veía mejor.

—Uhm, gracias—dije con la mirada fija en la caja registradora— ¿que vas a tomar?— ¡El protocolo, Nina! Estaba yéndome por las ramas con cada cliente, Cielos.

—Dado a que no estás en el menú, llevaré un Earl Grey Té Latte, por favor—guiñó un ojo, haciéndome sonrojar por segunda vez.

—Mía, encárgate de la caja, yo serviré las bebidas—comenté y sin esperar una contestación puse manos a la obra con el Té del desconocido—¿Nombre?—pregunté mientras esperaba que la máquina termine su proceso.

—Ryan—respondió apoyando sus codos en el mostrador, su pelo rubio caía sobre sus ojos, haciendo más llamativos todavía sus ojos verdes.

“Vamos, Nina”, me alenté, “Estas cosas pasan una sola vez en la vida”.

 “Ryan, el chico de los maravillosos ojos verdes” apunté en el vaso plástico, debajo de eso anoté mi número telefónico, , aprovechando el hecho de que Ian estaba mirando en esta dirección a escasos centímetros todavía esperando los cafés. Después de verter el líquido en el objeto de plástico, se lo entregué guiñando un ojo.

“Aquí se va todo mi orgullo” pensé al mismo tiempo que preparaba los cafés para Ian.

No era una tarea muy difícil: poner un filtro a la cafetera, agregar espuma al final. Realmente quería lanzar un escupitajo en alguno de los vasos, pero no me atreví, realmente eso no iba conmigo. Dejé lo que había comprado en el mostrador, sin mirarlo a los ojos, al intentar girar, su mano sobre la mía me detuvo.

—Vine con ella solo porque me pidió que le explicara un tema que no entendió en clase—dijo aumentando su presión sobre mi mano, ya que me había intentado safar. Ian pretendía que yo lo disculpara por algo que en definitiva no tenía por qué molestarme, una de esas incógnitas que seguía presente en mi vida. Su cálida mano contra la mía no me dejaba pensar con claridad, debía ser esa la respuesta a como me sentía en ese momento.

—No veo por qué tienes que darme explicaciones...—dije frunciendo mis labios en una fina línea.

—Yo quiero darte explicaciones—comentó con seriedad, haciéndome levantar las cejas a modo de interrogante—. Solo… porque no quiero que pienses lo que sé que estás pensando o pasó por tu cabezota calculadora.

Sabía lo que había pensado, muchas variantes pasaron por mi cerebro al verlos juntos; sexo salvaje, noviazgo, noche de pasión, amor. El pelinegro había conseguido aclarar mis dudas y llenar de alivio mi pecho.

 ~♡~

N/A: Bueno, espero que les guste, por octava vez (o así...) les pido disculpas, no es de irresponsable con la novela, pero el colegio demanda más a atención de la que me gustaría brindar, sumado a que tenía un pequeño problema para plasmar mis ideas en la hoja. No muy buena combinación, lo aseguro. Espero que les haya gustado, comenten y voten. Saben lo feliz que me hacen. Infinitas gracias por apoyar este proyecto y por tooodos los comentarios que hacen, aunque sea un "sube pronto!" me anima. Las quiero ;) 

Continue Reading

You'll Also Like

263K 18.6K 35
Con la reciente muerte de su padre el duque de Hastings y presentada en su primera temporada social, Annette empieza a acercarse al hermano mayor de...
341K 25.4K 53
Historias del guapo piloto monegasco, Charles Leclerc.
659K 86.1K 63
"Y si no eres el amor de mi vida diré que me equivoque de vida y no de amor" Cuando Izuku observó como Kacchan le decía que sería padre, supo que en...
455K 30.5K 73
Boku No Hero Academia Viendo el Futuro: Los estudiantes de la U.A estaban a punto de tener una clase, como todos los días, pero fueron citados no sol...