Lady [Agrio pero dulce #1]

By FeixYuzNovels

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Él era un elegante chico quien gustaba rodearse de dulzura. Ella era una chica normal que fábrica dulzura. ¿Q... More

I- Él
III-Él y ella.
IV- My Sir
V- My Lady
VI- Unidos por la dulzura
Extra: Ni piensas ser de azúcar

II- Ella

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By FeixYuzNovels

Ella no era la mejor en los temas relacionados con romance.

Decían que era por su falta de encanto.

Ella en realidad pensaba que todos eran demasiado blandos.

Por eso siempre le preguntaban que siendo ella tan... ella ¿cómo podía ser repostera? Simple; a Charity Blu le encantaba la dulzura.

Ella no comprendía porqué uno debía ser específicamente dulce en carácter y comportamiento para que le gustará la dulzura de los postres y pasteles. Todos, de una forma u otra, tenían algo de dulzura en sus vidas, en su caso ella la hacía. Así es como nació su hermoso Sweet Rose. Era su mundo, y su mundo junto a su falta de sensibilidad terminaron con la relación que mantenía con Carlos Ronson, su ex socio económico y actual competencia en el negocio pastelero.

- Triny, ¿estamos listas para abrir?

La castaña llegó hasta ella ajustándose el delantal.

- Si, señorita Blu.

Vio en la mirada de la chica una chispa de emoción combinada de nerviosismo.

- ¿Te haz puesto un nuevo maquillaje, Rin?

Su empleada se sonrojo y habló lo más digna que pudo.

- Si...es un nuevo color que mi hermana me ha regalado...¿me queda bien?

Blu le sonrió. Ella sabía que no era nuevo. Recordó que para una de las fiestas de aniversario de Sweet lo había usado y la joven asistente le comentó en aquella ocasión que sólo se lo aplicaba en ocasiones especiales. Apostaba que la ocasión especial de este momento era la llegada de Sir Hader. Ese hombre traía locas a todas sus chicas.

- Te queda lindo.

Triny le sonrió ampliamente agradecida y con pasitos emocionados abrió las puertas del local. Negó divertida; ella no le cortaría su rollo, después de todo ¿qué sabía sobre las reglas del coqueteo y el amor espontáneo? Se sorprendió recordando como Carlos se había fijado en ella y como al final habían terminado.

-·-

Tiró enojada los papeles de finanzas frustrada. No podía creer que le fueran a cerrar Sweet Rose, simplemente no podía. Su trabajo, su mundo, se venía abajo por unos simples meses de retraso. Maldito Carlos, sabía que no debía dejar que él arrendará el lugar a su nombre.

Eran las ocho de la tarde: hora de cerrar.

-·-

5 mensajes sin leer.

Bufó al ver la barra de tareas de su celular. Ella sabía perfectamente a quien pertenecían aquellos mensajes. Trató de ignorarlos, pero su curiosidad le estaba ganando. Tomo el aparato tecnológico y lo tiró contra el sillón. Ella no era débil, no lo es.

Luego de este violento acto, camino en círculos. No hacía más que pensar en las deudas, en su Sweet, en su desgraciado e inmaduro ex novio y ex socio, y su teléfono celular no ayudaba; no dejaba de sonar. Cansada y con un colapso mental se tiró a la cama. El pedazo de tecnología no dejaba de sonar. Aburrida y harta se levantó, tomo el celular, lo desbloqueo y, en los contactos, apretó en donde decía <<Carlos (hijo de su papaya)>> para bloquear sus mensajes y llamadas.

Sonrió triunfante; ella era una genio, ¿cómo no se le ocurrió antes?

Por fin ya no sonaba.

~·~

Ese día fue agotador, lo único que quería Charity era poder llegar de una vez a su pequeño y acogedor apartamento para lanzarse a su cama y dormir. Pero las cosas nunca le salían como ella quería.

Alguien allá arriba al parecer no le agradaba la rubia.

Casi al morir de un infarto sorpresivo y quedar en un corto estado de shock su mente analizó las palabras de Rick Hader, nada menos que el nene rico de Rick Hader. Por su lado económico le encantaba que fuera sábado y domingo y se comiera una infinidad de postres cada día, ¿quién podría quejarse de aquello? Pero sinceramente su lado personal no le agradaba él. No sabía si era su carácter confiando o su pinta de galán de Hollywood. No podía agradarle y no intentaría lo contrario. Cuando este le ofrecío tal oferta no pudo negar ni aceptar; para cuando fue totalmente consciente él se iba en un elegante auto y ella sostenía una elegante tarjeta negra con la dirección, el número fijo y el nombre del chico acompañado de <<Hader Inc.>>.

Puede que esto funcione...

...o quizá no.

-·-

-Bien, señorita Blu. Este es el contrato; una simple formalidad. -Agregó rápidamente el chico.

Él parecía emocionado.

Ella parecía como si fuera a vomitar.

-No estoy -apartó lentamente la mirada- segura de esto.

Rick se alertó con estas palabras y trató de convencerla.

- Puedes llevarte el contrato si quieres, leerlo y hasta pedirle a un abogado que lo revise.

Ella lo miro impresionada. Cuando tuvo que firmar uno de esos documentos con Carlos el chico le había apresurado a firmar.

-Total -le había dicho- tú ya sabes lo que pone el papel.

Había actuado completamente desinteresado e informal. Él no, Rick Hader era todo lo contrario a Carlos.

El rostro del chico - normalmente iluminado- se iluminó aún más.

- Si no te sientes segura o muy presionada llévate el contrato y leelo. -Cerro la carpeta negra en la que estaba y se la entrego.- Mejor aún, escribe lo que te gustaría añadir al contrato y si algo te molesta y quieres sacarlo con gusto nos juntamos otra vez y lo conversamos, llegando a un acuerdo razonable para ambos.

Ella accedió, no podía decir que aquéllo fuera una mala idea.

-·-

Bastante era la constante presión de los correos eléctricos de el arrendador y de Carlos -a quien debió volver a bloquear- para que la carpeta negra, intacta sobre la mesa, señalando la importante elección que debía tomar. Más que trabajar con él era confiar en él.

Una importante apuesta.

Mañana era sábado y lo volvería a ver, causando un piqueteo en su estómago.

Volvió a revolcarse en la cama dejando de lado el libro que leía en ese momento en un intento de distracción. Sus ojos se posaron en el nombre del autor de aquella saga mitológica.

Rick Riordan.

Suspiró entre un lastimoso quejido.Una entidad divina la odiaba, no hay duda.

Una apuesta importante.

Finalmente se levantó y tomo la maldita carpeta de plástico no barato negro.

-·-

Esperó impaciente a la llegada del pelinegro. Trataba de ser lo más serena que podía pero en serio no podía. Esos nervios inútiles la iban a sacar de sus casillas. En todo caso, ¿por qué estaba nerviosa? No lo podía comprender.

Esto es culpa de mi madre y los estúpidos genes femeninos, pensó, sino fuéramos tan complicadas la vida sin duda sería más fácil.

Observó la pantalla de su computador y vio que le habían enviado un mensaje por Messenger.

Carlos Ronson te ha enviado un mensaje.

Su cabeza cayó pesadamente contra el escritorio y, aún con la cabeza apoyada contra la fría madera, dijo un <<auch>>.

De verdad ella hubiera querido nacer hombre.

~·~

Avanzo, aparentando estar serena, hasta la autoproclamada mesa del riquillo y puso con poca suavidad la carpeta frente a esté.

- Trató hecho, socio.

Al parecer si tendría que tratar, al fin de cuentas, de que el chico le agradara.

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