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By Intersidereall

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Borde, controlador, impulsivo, arrogante y burlesco, aquel era Drew Hopkins, ese tipo de persona de la cual n... More

Prólogo
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Epílogo
The witch of Windness

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By Intersidereall

Drew

Metí la ropa que había utilizado dentro del bolso y sacudí mi húmedo cabello luego de haber tomado una ducha después del arduo entrenamiento. Era la mejor sensación poder descargar cualquier sentimiento, a veces simplemente me perdía golpeando ese saco de boxeo.

Tenía una sola cosa en mente y era que debía ganar a como dé lugar, de todas formas si no lo conseguía, sabía que me enfrentaría a la mirada recriminadora de mi entrenador, pero esto lo hacía por mi. Era lo que me gustaba hacer, golpear a una persona no era algo que me diera remordimiento.

Tomé el bolso saliendo del viejo edificio y lo tiré en la cajuela del coche para luego subir.

Me gustaba practicar temprano, en verdad comenzaba bien mi día, si eso no sucedía, mi humor andaba de los mil demonios.

La música pesada comenzó a retumbar en el auto y cogí un par de discos que estaban esparcido en el asiento para luego lanzarlos a cualquier espacio del coche. Manejé concentrándome en la carretera que se reflejaba en mi mirada mientras encendía un cigarrillo que deslice hasta mis labios, con la intención de que el tabaco inundara mis pulmones de ese adictivo sabor.

Expulse el humo que había retenido, disfrutando cada de segundo.

Tiré la colilla al suelo ya consumida y la aplaste con la suela de mis tenis. Subí al ascensor, apoyando mi cabeza en el frío metal pero se sentía bien. Mis cabellos se apegaron aún húmedos a mi cuello y me vi en la obligación de bajar cuando escuché un pitido que me indicaba que ya había llegado al piso.

Miré hacia el pasillo y la vi a ella, acariciando con delicadeza las hebras rizadas del chico que la besaba insistentemente. Caminé despacio, casi con una caminata torturadora.
Ella me miró fijamente ¿Quizás avergonzada? No sabría decirlo.

Tense mi mandíbula, casi haciéndome daño y luego le sonreí, o quizás tan solo fue una mueca de mi parte, pero ella no quitó sus ojos verdosos de los míos. Entré a mi apartamento antes de seguir viendo la escena que se reproducía delante de mis ojos. No tenía intenciones de seguir viendo como se besaba con el tío que tenía cabello de chica; recordaba cuanto le había molestado que hablara así de su novio, pero era lo que pensaba y no me arrepentía de hacérselo saber, es más, no me sorprendería que el tío fuera gay y que solo estuviera con ella para ocultarlo.

Sonreí silencioso por mis pensamientos, pero esa idea me resultaba tentativa.

Dejé el bolso en el suelo, ahora simplemente debía comer algo antes de que mi estómago exigiera algo de comida, cosa que sentía que pasaría pronto.


Un chiquillo de unos dieciocho años intentaba acertar en sus golpes contra el saco de boxeo, pero se veía el miedo en cada uno de sus movimientos. Bufé comenzando a exasperarme.

-Debes golpear con fuerza.

Le miré fijamente, hablándole duramente, pero si los trataba como unos niñatos, definitivamente nunca conseguirían superarse.

-No puedo-Su voz se escuchó temblorosa y suspiró dejando los brazos a sus costados.

-Golpea el maldito saco.

Gruñí observándole y él casi salto por la manera en la cual le hablaba.

Le vi asentir suavemente y consiguió dar un par de golpes en cualquier dirección, en las cuales, en algún momento consiguió darle a su objetivo pero no fue lo suficiente bueno. Golpeaba rápidamente y daba un par de gritos con los cuales me daban ganas de gritarle que se callara, pero me mantuve en silencio, intentado que mi paciencia no se acabara. No entendía como había aceptado este trabajo, era bueno no lo niego pero enseñarles boxeo a un par de adolescentes me hacía perder la poca paciencia que poseía. Yo sabía que era de esas personas que no servía para enseñar y prontamente me salía de mis cabales.

-Ya déjalo, puedes ir a sentarte-Vi al chico de cabello rubio que me miraba agotado y asintió caminando con el resto de sus compañeros.

Un chico más alto, hizo lo mismo que el anterior, con la gran diferencia que este si tenía la seguridad de golpear sin estar temblando constantemente.

Sonreí viéndole, esto era lo que necesita ver. No un pequeño niño asustado con ganas de correr.

Cuando las clases habían concluido, ya era lo suficientemente tarde. Quite los vendajes de mis manos, viendo un par de magulladuras de la semana pasada. Suspire bajo, moviendo mis dedos y caminé hasta los vestidores para quitarme la ropa de entrenamiento y cambiarme por una limpia.

Salí del lugar caminando tranquilamente y me monte en mi coche, no quería llegar pronto a casa, quería comer algo primero, así que solamente me deje ir por las oscuras calles.

Estacione el auto al frente de una cafetería que me resultaba llamativa.

Entré al lugar, era bastante moderno y espacioso. Fijé mis ojos en la castaña de cabello corto que me resultaba conocida, sonreí yendo hasta una mesa que estaba vacía y esperé allí a que vinieran a ver mi pedido.

Una chica de cabello negro y largo se acercó a mí, viéndome cansada.

-¿Puedo tomar tu pedido?

Preguntó moviendo insistentemente una bola peluda de color rosa que colgaba de su lapicero.

-Quiero que la chica de allá me atienda-señalé a la castaña que recibía el dinero de un pelirrojo.

-No creo que sea posible eso, ella no es mesera.

Negó despacio volviendo su vista hacia mí y me sonrió disculpándose.

-No me importa si no lo es, quiero que lo haga ella. No creo que quieras que llame a tu jefe.

Me estaba comportando como un hijo de puta pero necesitaba de alguna manera que la pequeña castaña me viera aquí y además porque me encanta sacarla de sus casillas.

Soltó un suspiro tembloroso y asintió dejando salir de sus labios un "Hablaré con ella".

Se encaminó hasta la castaña y le habló apuntando hasta la mesa en donde yo me encontraba, la chica que ya conocía me vio frunciendo el ceño, más que molesta por mi petición pero yo le sonreí divertido por su expresión. Que encantadora.

Caminó hasta mi lado y me vio furiosa, tanto que lo disfrute.

-¿Qué quieres Drew? -Preguntó enojada, sabía que no se refería a que quería beber o comer, sino simplemente por qué quería que ella me atendiera, si ya la otra chica se había acercado a mí, con la intención de llevarse mi pedido.

-¿Esa es la forma en la cuál atiendes a tus clientes, cariño?

-No me llames cariño y no pienso discutir contigo.

-Podría llamarte de mil maneras.

-¿Cuál es tú problema?

-Contigo, ninguno, quizás me encanta hacerte enojar. Te ves adorable.

Vi como intentaba callar cualquier improperio que pensaba lanzar y se mantuvo callada.

-Entonces... ¿Me atenderás?

Alcé una ceja viéndole, soltó un suspiro sacando de su pequeño delantal una libreta con un simple lápiz.

-¿Qué vas a querer?

Preguntó más amable y miré fijamente sus ojos verdosos, eran tan dulces e inocentes, y eso definitivamente me encantaba.

-Quiero dos cosas, primero un café y algo para comer... Y segundo voy esperarte a que salgas del trabajo para irnos juntos.

Me vio extrañada por mis sugerencias.

-¿Por qué quieres que vaya contigo? No me soportas, Drew.

-Porque ya que me has atendido, siendo que tú no eres una mesera, entonces me gustaría llevarte, Halle. Además no me molesta esperarte, vivimos en el mismo edificio.

-Vale, mi turno termina en media hora. Sólo dime que vas a querer.

Miré algo que me apeteciera y ella lo anotó rápidamente como queriendo alejarse de mi lado.

-De acuerdo.

No pasaron muchos minutos para ver mi apetitosa comida en conjunto con el humeante y negro café.
Comí saboreando el resto de dulce que quedo en mis labios.

Vi como Halle le sonreía a las personas que se acercaban a la caja a pagar, era tan amable con todos que lo odiaba, realmente lo odiaba.

Terminé de beber mi café y caminé hasta donde se encontraba la chica que me mantenía entretenido, pagué lo que debía y ella terminó su turno para luego salir conmigo de la tienda.

Su cuerpo se estremeció al sentir en su piel el frío abrazador que la envolvió y quité mi chaqueta de mi cuerpo, deslizándolo hasta el de ella. Me vio sorprendida pero su expresión cambio automáticamente y me sonrió de la misma forma en la cual les sonreía a las personas que había atendido en la cafetería y entonces me sentí satisfecho.

-Gracias.

Susurró abrazando su tembloroso y pequeño cuerpo, alejando de su piel el aire frío del ambiente.

-La necesitas más que yo.

¿Qué les parece la historia hasta el momento? Me gustaría saber sus opiniones y gracias por todo ♡

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