MyLoveNess

By TheDKbooks

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"Mía, y siempre mía, señorita Contadora". More

Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33

Capítulo 22

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By TheDKbooks

Editado

Peter

—Gracias —le dije a la chica que me entregó el vaso de café. Tenía hambre y mi cuerpo me pedía energía.

—No hay de qué —me respondió con una sonrisa coqueta—¿Desea algo más?

—No, gracias —Tenía demasiada hambre y no había tomado desayuno al haberme levantado tan temprano para ir a recoger a Emily. Aún así, tenía que llegar luego a la empresa.

—Aquí tienes —me dijo ella entregándome un pequeño plato con una dona en él. La miré de inmediato con una ceja en alto. «¿Qué parte de No, gracias no entiende?»—Invita la casa, ten —añadió sin quitar su sonrisa.

Me sentí algo incómodo pero de todos modos le sonreí agradecido.

—Gracias —dije una vez más, recibiendo el dulce.

—Vuelve cuando quieras —Me guiñó un ojo antes de girarme. Necesitaba quedarme un rato para satisfacer mi hambre, así que me senté en una de las mesas y comencé a tomar de mi café. No me había dado cuenta que en el envase de éste salía un número de teléfono anotado, miré a la vendedora quien se encontraba ordenando los vasos y bombillas. Me he acostumbrado a estas cosas que ya no es algo que me sorprenda. Volví mi vista a la mesa, probeé de mi dona y me dispuse a mirar por el gran cristal hacia el exterior, estaba tan distraído observando a las demás personas cruzar la calle o a los diferentes autos que pasaban que la vibración de mi celular me hizo pestañear.

—Oliver —Contesté y acto seguido bebí más café.

—Peter...algo pasó —Su voz sonó preocupada y molesta que casi escupo el líquido de vuelta al vaso. Esto de inmediato me dio mala espina y quedé algo sorprendido cuando me llamó por mi nombre.

—¿A qué te refieres? —pregunté con el mismo tono.

—Peter, será mejor que vengas al edificio —Me siguió diciendo casi en susurros. «Pero, ¿qué mierda...?»

—Oliver, será mejor que hables de una vez —le pedí sonando autoritario—¿Ocurrió algo con los valores?

—No —respondió y luego escuché un suspiro—Es algo peor—Y con eso fruncí el ceño.

—¿Qué pasó? —pregunté una vez más intentando mantener mi paciencia.

—Señor, debe venir, los Personales lo esperan. Harán una reunión —me informó alzando la voz, se escuchaba molesto.

—Mierda, Oliver...

—No le diré nada más, señor. Lo esperamos —Y colgó haciéndome gruñir. Me levanté del asiento causando botar el envase de café, las demás personas me miraron al ver mi brusquedad pero no quise agacharme y recoger el vaso, sino que caminé hasta la salida para subir a mi auto.

Iba todo el camino con el ceño fruncido, algo andaba mal y me causaba curiosidad al saber que no era respecto a los valores. Pisaba el acelerador llegando rápidamente al edificio, ni siquiera dejé el vehículo en el estacionamiento sino que en la calle principal. Caminé dando pasos largos y firmes hacia las puertas y apenas entré las personas me miraron algo interrogantes. Avancé hasta el ascensor y los demás me dieron el paso hasta entrar solo, marqué el botón del último piso y me encontraba impaciente mientras subía.

Cuando las puertas se abrieron, el ambiente del piso era un desastre, ruido de aquí para allá, algunos corriendo y docenas de papeles en el suelo. Fruncí aún más el ceño y me dispuse a caminar hasta salir del ascensor. Todos me miraron, como la primera vez, algunos se veían frustrados y otros muy molestos, los ignoré y me dirigí a la escalera para llegar a mi oficina. No vi a nadie en los otros despachos y eso me hizo saber que estaban en la mía, lista para la reunión que nombró Oliver.

Y como acertando a mis conclusiones, al abrir la puerta estaban todos debatiendo en la mesa. Se callaron al verme y sus expresiones demostraban rabia, indignación y cansancio.

Caminé hasta el fondo de la oficina, a mi puesto y apoyé ambas manos en la gran mesa para mirarlos uno a uno.

—Hablen —les pedí, mi voz sonó muy calmada a pesar de la molestia que crecía en mi interior. Todos se miraron uno a uno y yo sólo esperaba que me explicaran de una vez que diablos sucedía. Oliver también estaba en la mesa y me miró con su ceño fruncido.

—Su padre, señor —me comenzó a decir Ron. Volví a fruncir mi ceño.

—¿Que pasa con mi padre? —le pregunté mirándolo a los ojos.

Volvieron a mirarse uno al otro.

—El dinero que obtuvimos ayer...bueno, resulta que Mark mandó a uno de sus Contadores para ir a dejarlo a la Cuenta Bancaria...y... —Kristina se calló cuando Mark entró a la oficina.

—Con permiso, señor. Estaba ocupado con una entrevista —se disculpó sentándose en su respectivo puesto. Ni siquiera al pensar en Emily mi confusión y molestia disminuyó.

Ya comenzaba a saber lo que ocurría pero no quería creerlo.

—¿Y? —pregunté alzando mi voz.

—El que se suponía que era mi Contador...resultó ser uno que trabajaba para su padre...y él mismo lo mandó a que sacara todo el dinero de la cuenta privada —me terminó de contar Mark, dejándome sin aire en mis pulmones. Esto definitivamente no estaba ocurriendo.

—¿Qué? —pregunté aunque para mí mismo—Estan hablando de mi padre...escuchen, será mejor que detengan esta maldita broma —Mi enojo aumentó más y sentía que mi respiración se aceleraba. Miraba a cada uno, casi desesperado.

—Peter —me llamó Oliver haciendo que lo mirara—Es verdad—me dijo totalmente serio.

—¡¿Están diciéndome que mi propio padre nos robó todo el dinero que recaudamos en estos pocos días?! —Mi voz sonó más fuerte de lo normal y mi expresión de molestia era obvia.

—Lo siento, señor —me dijo en voz baja Tom, haciéndome saber que todo era verdad.

—No puede ser cierto —Me decía a mí mismo, aunque en voz alta—Esto es una estupidez—Y me reí a pesar del dolor y la rabia, me veía demasiado patético. Al ver su expresión seria de cada una de sus caras, detuve mi risa de golpe. No aguanté la rabia—¡¿Cómo es que esto pasó?! —pregunté casi gritando. Ninguno me respondió aumentando mi enojo—¿Mark?—lo miré casi dando un golpe en la mesa.

—Como le dije, señor. Uno de mis Contadores trabajaba para su padre y hoy, temprano, se dirigió al banco con la contraseña de la cuenta... —Bajé mi cabeza y llevé mis manos a mi cabello intentando entender toda esta situación—...sacó todo el dinero, señor y se lo entregó a su padre—concluyó Mark.

—Estamos en quiebra, señor —me dijo Oliver, levanté de inmediato la cabeza y lo miré sin creerlo.

«¿Cómo pudo hacerme esto, mi propio padre, el donador de esperma y el único compañero que tuve en toda mi vida?»

Sentía que el suelo bajo mis pies se movía, sentía total indignación. Mierda, jamás me sentí tan traicionado en mi vida y a la vez sentía un pequeño dolor en mi pecho.

—¿Qué hay de mi padre? —pregunté mirando el suelo. Estaba rendido, mi voz era calmada casi quebrada—¿Dónde está mi papá ahora mismo?

Sabía que estaba de viaje pero eso significa que tal vez les dijo otra historia a sus ex trabajadores.

—Está de vacaciones, señor —me respondió Shawn, quien recién me di cuenta de su presencia—En Miami.

De inmediato reaccioné.

—¿¡Qué?! —Volví a alzar mi voz, mirando casi furioso a mi despachador quien me miraba confundido—¿Miami? Él me dijo que iría a Arizona...¡yo mismo lo fui a dejar al Aeropuerto!—Estallé en furia.

—Pero no le mostró el boleto, ¿o si? —me preguntó Oliver con una ceja en alto—Se fue en un Jet privado, haciendo que su destino fuera información clasificada.

«¡Esto es increíble!» Gruñí para los adentros.

Suficiente, esto de verdad había pasado el límite. No pude controlar mi rabia, necesitaba desquitarme con algo y sabía que no iría a lograr nada teniéndolos a todos aquí.

—Déjenme solo, por favor —les pedí bajando la voz, volví a apoyar mis manos en la mesa y bajé mi mirada. Ninguno se movió, agotando mi paciencia —¡Por favor, retirense!—Y cerré mis ojos para respirar hondo al ver que cada uno se levantaba.

—Peter...no sé que decir pero... —comenzó a decirme Shawn.

—No importa, sólo déjame sólo —lo interrumpí sin mirarlo aunque pude ver por el rabillo del ojo cómo asentía con la cabeza para luego caminar hacia la puerta.

Levanté mi mirada y suspiré angustiado al ver a Mark en la puerta, observándome.

—Quería decirle, señor... —«Mierda, saldré de mis casillas en cualquier momento»

—Mark, basta. Vete, por favor —le pedí intentando de sonar amable.

—Lo entiendo, señor. Sólo quería decirle sobre la señorita que vino hace poco... —No lo dejé terminar.

—¡Lo único que estoy pidiendo es que me dejen solo por un momento, por favor! —Alcé mi voz, levantando mis brazos algo frustrado. No. Totalmente frustrado.

—Disculpe, señor —Y se retira para al fin quedar sólo en mi oficina.

Volví a cerrar mis ojos para respirar hondo y al abrirlos me dirigí a la ventana. Comencé a mirar el exterior y a repasar todo lo que había ocurrido. Estaba a punto de pensar en todo cuando escuché que alguien abrió la puerta.

Me volteé y sentí como toda la ira floreció a peor. Estaba Claire ahí, con una pequeña bandeja en sus manos, mirándome con una gran sonrisa pícara, su vestimenta lo decía todo, sabía que venía a sacarme más de mis casillas de lo que estaba.

—Hola, señor —Caminó hasta a mí aunque agradecí cuando se detuvo a unos metros. Recordé cuando Emily me llamó así, me encantó tanto que desearía escucharla de nuevo, sólo para volver a nalgarla. Mierda, ahora que la vuelvo a pensar, me gustaría tanto tenerla a mi lado—Le traje el desayuno.

—No tengo hambre, quiero estar solo —le dije con voz baja, rogando para mis adentros que se fuera.

—Nadie quiere estar solo, señor —Llegué a sentir náuseas cuando me llamó así una vez más. Sabía que debía calmarme pero ella no me lo hacía fácil—Te ves algo triste—añadió haciendo un asqueroso puchero—¿Quieres que te haga sentir bien?

—Lárgate —le solté con brusquedad, ella al parecer no le importó sobre todo cuando dejó la bandeja en la mesa y se acercó para acariciar mi torso. «Mierda, me acabo de dar cuenta que odio cuando me hacen eso» me dije angustiado. «Pero no te quejabas cuando Em lo hacía» me recordó mi vocecita. Estoy de acuerdo con él, Emily es la única que me hace sentir diferente.

—¿En serio quieres que me vaya? Sabes que puedo hacerte sentir muy bien...con sólo mi lengua —me susurró al oído causándome un leve escalofrío. Antes esto era buena idea para mí, tener sexo como distracción pero ahora no sé por qué me resulta lo más terrible del mundo.

—Te lo diré una vez más —La alejé algo suave—Lárgate—Aunque mis palabras no sonaron suaves.

—Definitivamente tienes hambre, a veces las personas se ponen de mal humor cuando no comen la comida más importante del día —me dijo luego de recoger la bandeja y mostrármela —Yo puedo ser parte de tu desayuno—Y me guiña un ojo, haciéndome respirar hondo para intentar calmarme...pero no funcionó.

Sin darme cuenta, le empujé la bandeja de sus manos provocando que cayera al suelo, haciendo un ruido horrible sobre todo cuando el plato y la tasa se hizo añicos.

—¡No sé qué parte de que te vayas y me dejes solo no entiendes! —le grité mirándola con odio. Ella abrió los ojos más de lo normal—¡No quiero volver a verte en mi oficina!

—Pero, ¡¿qué mierda te pasa a ti, eh?! ¡¿es que acaso tu nuevo trabajito te hizo ser un imbécil?! —me gritó colocando una de sus manos en su cintura.

—¡Fuera de aquí! —le volví a decir, con el mismo tono. No quería hacer nada que luego me arrepiente así que intenté calmar mi rabia.

—¡Con gusto! —Se giró hacia la puerta para caminar hasta la salida, muy enojada—Imbécil—dijo al cerrar con un fuerte portazo.

Me aguanté las ganas de querer responder y me giré hacia mi escritorio para golpear la mesa contra mis nudillos. Llevé mis manos a mi cara y gruñí fuertemente maldiciendo a todo.

Bajé mis hombros y caminé hasta la puerta, cuando estuve afuera la mayoría me miró preocupado y algunos aún seguían molestos. Seguí caminando hacia las escaleras, ignorando las expresiones de todos.

—Peter —me llamó mi chófer pero no me giré—Peter, debemos hablar.

—¡No tengo nada de qué hablar, Oliver! —Ni siquiera me giré cuando le grité estas palabras y mi voz alzada llamó la atención de todos.

—Señor, creo que debe calmarse —me dijo un hombre que estaba cerca de los escritorios.

Lo ignoré para seguir mi rumbo hacia el ascensor, me urgía salir de aquí de inmediato. Cuando entré me giré para ver a todos mirarme con total preocupación e indignación y suspiré cuando las puertas se cerraron. No sé por qué sentí ganas de gritar y a la vez de llorar y eso no me gustaba para nada.

Salí del ascensor de inmediato y en unos segundos ya me encontraba en el auto. No mantuve la postura.

Apoyé mi cabeza en el volante y golpeé con mis puños a los lados de éste. No me di cuenta que estaba gruñiendo, gritando...y a la vez llorando. Me sentía tan enojado, traicionado por la única persona que jamás creí que me iría a hacer algo así. Golpeé más fuerte el portafolios, el dolor por alguna razón me hacía sentir mejor. Levanté mi cabeza para llevar mis manos a mi cara y secar las lágrimas, no quería seguir llorando por esa causa, no quería sentirme así pero era inevitable sentirme débil y herido. Mi padre me había mentido desde hace mucho tiempo...y jamás me había dado cuenta de ello.

La vibración de mi celular me hizo volver a gruñir. Lo saqué de mi bolsillo para mirar quién era, cerré mis ojos con fuerza cuando vi el nombre de Oliver.

—Peter, vuelve al edificio —me pidió, su voz sonó llena de tristeza.

—¡No quiero hablar con nadie! —estallé antes de colgarle. Unos segundos después volvió a sonar. Mierda—¡Por favor, deja de llamarme!—Y le colgué a mi chófer.

Mi respiración estaba rápida, dificultándome en respirar. Dejé caer mi cabeza hacia atrás y cerré mis ojos para calmar las lágrimas, mi rabia aún seguía presente y no podía hacer nada al respecto. Me dieron unas ganas de ir a buscar a mi papá y arruinarle sus malditas vacaciones en Miami.

Miami. El maldito bastardo estaba tomando sol en una de las playas de Miami mientras tenía a su hijo aquí haciéndole todo el trabajo para que luego él se quedara con todo el dinero. Y ahora que lo pienso, soy yo el hijo de un bastardo. Genial.

Mi celular volvió a sonar, haciéndome golpear el volante. Mi paciencia ya estaba ausente y sentía toda la rabia en la sangre. Lo ignoré pero segundos después volvió a sonar, no entendía por qué no dejaban de llamarme.

«Mierda, ya me harté»

—¡¿Qué mierda quieres!? —grité ante el aparato, totalmente fuera de mis casillas.

—¿Peter? —La voz de Emily me hizo saltar, casi estuve a punto de golpear mi cabeza contra el techo del auto.

«Mierda, es ella. Y le acabo de gritar. Mierda, Peter»

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