[ML] Atrapados en otro cuerpo.

By Jukkishi

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•• Miraculous Ladybug •• ¿Quién iba a pensar que aquel Akuma les causaría tantos problemas a los héroes de la... More

1. Problema inevitable
2. Incómodo restaurante
3. Primera noche
4. El baño de Marinette
5. La ayuda de Plagg
6. Día escolar
7. Discusión y sorpresa
8. Fotografía llena de rojo
9. Modelaje en proceso
10. Apuesta acompañada de spaghetti.
12. Excusa creíble
13. Cine amoroso
14. Golpes físicos y emocionales
15. Intuición y descubrimiento
16. Suerte, Chat Noir
17. ¿Marinette?
18. Cena alarmante
19. Poder mejorado
20. Joya quebrada
21. Chica normal con vida normal

11. Código rojo

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By Jukkishi

Previamente:

—Mentí. Tu día si puede empeorar.— soltó neutral la criatura al ver que el agua adquiría un color ligeramente rojizo.


Un gran silencio se apoderó del cuarto de baño. La chica no se movió ni dijo nada, sólo se limitó a tensar su cuerpo. Ambos ojos azules se abrieron más de lo normal.

—¿Por qué se está poniendo roja el agua?— con nerviosa voz, cuestionó la Cheng sin cambiar su actitud.

Tikki no dijo nada al instante: la pequeña criatura no sabía si preocuparse o empezar a reír. —Digamos que...— se acercó a su contraria. —Te haz convertido en toda una señorita.— De nuevo, el silencio apareció en la sala.

«¿Señorita? Pero si yo no...» pensó el Agreste hasta procesar correctamente la información. De inmediato, su ya sonrojado rostro aumentó su tonalidad, la adolescente parecía un tomate vivo. Un grito se escuchó en el lugar, el pánico y la pena empezó a apoderarse de la estudiante.

A los pocos segundos de salido la fuerte exclamación de angustia del verdadero Adrien, se escucharon tres golpes en la puerta. —¿Marinette? ¿Te encuentras bien?— se trataba de la madre de la mencionada.

«No. Absolutamente no lo estoy.»

—Eh? ¡S-si mamá!— la azabache trataba de ocultar su gran nerviosismo. —Casi me resbalo con el agua, sólo eso.— justificó la dama para después reír falsamente.

—Ya veo... Si necesitas algo, avísame, ¿de acuerdo?— dulcemente advirtió la adulta.

«Desearía regresar a mi propio cuerpo» se dijo mentalmente la chica, pero ésta simplemente contestó un "de acuerdo".

—¿¡Qué hago, Tikki!?— preguntó Marinette con gran preocupación y vergüenza, mientras movía sus manos aleatoria y agitadamente fuera del agua.

—Espera un segundo... Mientras trata de lavarte el cabello.— indicó la Kwami para después salir de la habitación.

—Aunque digas eso...— musitó la muchacha después de irse la criatura mágica. Sentimientos de pena, nerviosismo e incluso curiosidad invadían al joven. —No voltees hacia abajo, Adrien.— se decía a sí mismo. Trató de lavar su cabellera lo mejor y lo más rápido que pudo; al término de esto, Tikki había aparecido con un pequeño paquete entre brazos.

—Tendrás que ponerte esto.— indicó la carmesí. De nuevo, los nervios invadieron al corazón del interno chico; sabía, gracias a la escuela, de que se trataba. —Si no quieres que una desgracia ocurra, tendrás que ponértela.

—¡No puedo!— soltó llena de color rojo la azabache mientras cubría sus ojos con ambas manos. La Kwami simplemente exhaló resignada.

—De acuerdo... Lo haré yo.

—Gracias Tikki... ¿Te he dicho que te amo? Porque es verdad.— dijo la de azules ojos mientras éstos se iluminaban y en su boca aparecía una sonrisa grande.

La carmesí rió un poco. —Deberías de decirle eso a Marinette.— aconsejó la pequeña. Si no hubiera sido porque la chica no podía sonrojarse más, un fuerte color rojo hubiera aparecido en ella.

Esquivar aquel comentario o continuar hablando de su no-tan-pequeño problema; esa era la cuestión. La mente del Adrien real estaba hecho un completo desastre.

—Ya puedes salir.— advirtió Tikki. La de intenso rojo le hizo caso y de inmediato salió de la tina para colocarse la ropa interior: primero la inferior y luego la superior.

—¿Y ahora qué hago, Tikki?— preguntó con nerviosismo la dama, le resultaba imposible tranquilizarse ahora.

—Vamos a la habitación. Allí podremos pensar con más tranquilidad.— aunque la Kwami dijera eso, ambos sabían que era imposible. La dama se colocó la bata y salió rápidamente de la habitación, no sin antes retirar el agua de la tina.

Una vez en su lugar personal, el verdadero Agreste no sabía qué hacer. ¿Se sentaba? ¿Caminaba? ¿Se quedaba quieto? Mil preguntas aparecían en su mente.

—Deberías de llamarle a Marinette...— propuso la rojiza. —Nadie mejor que ella sabrá que hacer... O eso espero.

De manera torpe, la dama asintió con la cabeza; fue hacia donde se encontraba su celular y marcó el primer número que estaba en la lista de "Recientes". No pasaron muchos segundos hasta que contestaron la video-llamada.

—¿Adrien? ¿Qué pasa?— recostado en la cama y algo dormido, preguntó el de ojos esmeralda. A su lado se podía observar al felino comiendo su delicioso Camembert.

Las palabras no podían salir de la garganta de la azabache. Sus nervios aumentaron y su sonrojo también; en eso, apareció la criatura enfrente de la pantalla del celular.

—Marinette, tenemos código rojo.

—¿Código rojo? ¿A qué te refieres, Tikki?— acomodándose en la cama, cuestionó el Agreste. —Dime, ahora estoy media dormida y no entiendo.

La pequeña inhaló lentamente, mientras cerraba sus ojos. —Adrien está en su periodo.

Silencio. Un enorme silencio de escasos segundos apareció en ambas casas; de inmediato, las mejillas del joven se tornaron escarlata por completo. Al parecer, la pesadez debida al sueño que hace un momento tenía el modelo había desaparecido por completo.

—¿¡Qué!?— por fin gritó el rubio, haciendo que llamara la atención de su gatuno compañero. —Espérenme, en un segundo voy allá.— prometió para después terminar la llamada.

—¿Qué significa lo que dijo Tikki? ¿Periodo... De exámenes?— preguntó iluso el de negro para terminar de comer su amado queso.

Aún con un gran sonrojo debido a la pena y fuerte preocupación, la verdadera chica tenía que visitar a su amado en problemas. —No Plagg... Luego te explico, ahora tengo que transformarme.— dijo para que después el Kwami ingresara al anillo, mostrando a un preocupado Chat Noir; éste salió por la ventana de su habitación en dirección al hogar de los Dupain-Cheng.

Después de eternos dos minutos, se escucharon golpes en la puerta que daba a la azotea de la chica. Al instante, Marinette la abrió, dejando pasar al felino.

Sus miradas se encontraron mientras el rubio daba el primer paso para bajar las escaleras; una enorme vergüenza se apoderó de ambos cuerpos. Una vez ya bien ingresado el joven, podían hablar con tranquilidad.

—Plagg, puedes salir si quieres.— comentó la voz varonil, el mencionado le hizo caso. La criatura mágica flotó hasta donde se encontraba su pequeña compañera.

—¿Periodo de qué?— volvió a preguntar el felino.

La carmesí exhaló algo cansada. —Creo que será mejor dejarlos solos un momento. Vamos a la cocina, creo que hay queso.— explicó Tikki mientras tomaba al glotón del brazo y se alejaban del lugar.

Una vez solos, un incómodo silencio los envolvió, haciendo que la escena se volviera tensa.

—¿S-sabes todo lo q-que deberías de saber o te e-explico algo?— se atrevió a preguntar el de pijama cómoda, por supuesto, sin observar directamente a la chica que tenía frente a él.

—L-lo más básico lo se p-por la escuela... Así que creo que estaré bien.

—De acuerdo...— el muchacho hizo una pequeña pausa. —Lo bueno es que s-sólo serán tres o cuatro días... No es mucho.— soltó mientras trataba de calmarse.

«¿No es mucho?... Entonces, ¿cuánto será mucho?» se preguntó a sí mismo la esencia de Adrien. —Que alivio...— fue lo único que atinó a decir.

Ambos jóvenes no hablaron mucho más del tema, si acaso el Agreste le dió alguna recomendación a su contraria. Esperaron a que los Kwamis regresaran, los cuales no tardaron tanto, y el de mirada verdosa regresó a la fría mansión en la que habitaba.

***

Un nuevo día se posaba en las calles de París y en todo el mundo, se escuchaban las aves cantar y el Sol aseguraba que se mantendría otorgando calor todo el día; era un amanecer hermoso, excepto para una chica azabache, la cual había amanecido con un ligero dolor en el abdomen bajo.

—¿Estás seguro de que te encuentras bien, Adrien? Desde ayer tus mejillas están rojas.— algo preocupada, preguntó la Kwami.

—Si Tikki... Es sólo que...— la de coletas hizo una pausa y sintió una punzada en el área donde sentía dolor. —De repente me duele... No se cómo Marinette no se queja.— reconoció el interno rubio.

La criatura se escondió en la bolsa rosada que su portadora siempre trae consigo, desayunó un delicioso baggette y salió de su casa para llegar a la escuela. Mientras subía las escaleras, sintió un calor en su vientre bajo, a lo que atinó a sólo sonrojarse en gran medida.

—¡M-Marinette!— escuchó la mencionada una voz grave; cuando giró para ver al propietario de la conocida voz, un fuerte tono escarlata apareció en ambos.

—Adrien... Hola.— Respondió la de blusa floreada.

—¿T-todo bien?

—Pues... S-se podría decir que si...— de nuevo, la chica tuvo una punzada en el abdomen; debido al fuerte malestar, ésta se inclinó un poco, mientras abrazaba su estómago con molestia. —Sólo que siento que voy a morir con esto.

—Créeme, lo sé.— contestó el de cabello como oro. Le daba un poco de risa a la real Marinette ver a su amado con aquellos malestares, pero su vergüenza dominaba la situación.

Al apreciar la situación de la dama, el modelo tomó sin previo aviso a la chica para cargarla cual princesa se tratara. El sonrojo de ella seguía altamente presente; Adrien sentía la mirada de la chica, pero aún así, no se atrevía a verla directamente a los ojos.

El Agreste reunió aire para hablar. —No te quejes... Además, no puedes ni caminar, ¿cierto? Luego te disminuirá el dolor.— dijo para avanzar dentro de la escuela.

—¿Y qué pasa si alguien nos ve?— preguntó nerviosa la dama, mientras trataba de esconder infantilmente su rostro.

—Vamos... Me diste un beso enfrente de la clase, esto no es nada.— confirmó el rubio. Subió cuidadosamente las escaleras mientras escuchaba murmullos de jóvenes que se encontraban cerca de ellos, por lo que un tono rojizo se postró en sus mejillas. Afortunadamente, nadie de su clase los había visto.

El de ojos verdes bajó a la chica antes de ingresar al aula. El dúo entró al lugar y con quien primero se toparon fue con la chica de ropa amarilla y blanca, ésta sólo se dispuso a cerrar los ojos y caminar al lado contrario de ellos. Alya y Nino platicaban desde sus lugares correspondientes, para después saludar a sus amigos.

—Hola Marinette, Adrien.— algo curiosa comentó la de lentes. —Últimamente les he visto muy juntos... ¿Acaso sucedió algo que no sepamos?

«Cambiamos de cuerpo» pensaron ambos, pero estaba más que claro que no podían mencionar eso.

—N-no realmente...— dijo la azabache mientras se sentaba en su lugar y trataba de ocultar su molestia. Ella llevó su mano a la nuca y la rascó un poco.

—Cierto... Alya, ¿no te parece que éstos dos han actuado extraño? Es como si hubieran cambiado de cuerpo.— el de gorra comentó para los oídos de sus tres acompañantes. Los implicados se quedaron atónitos. ¿Era muy obvio?

—Vamos, amigo... ¿Qué tonterías dices?— una risa nerviosa salió del rubio. Nadie dijo nada más gracias a que la profesora pelirroja había llegado para empezar con la clase. Justo a tiempo.

La primer clase fue un martirio para la esencia de Adrien: no se podía concentrar en nada y se la pasaba recargado en la mesa, esperando que su malestar se fuera pronto.

—Amiga.— le susurró Alya al oído. —¿Estás en tus días difíciles?— preguntó. ¿Acaso todo el mundo se lo tenía que recordar?

—Si...— contestó cansada. —¿Cómo lo supiste?— con curiosidad, cuestionó la de coletas.

—Vamos... Soy tu amiga, se casi todo de ti.— soltó convencida la de camisa a cuadros; por supuesto que ella ignoraba que su mejor amiga era la heroína con la cual tenía un pequeña obsesión.

***

—¿Estas segura que si quieres ir?— le preguntó la ya-no-tan adolorada Marinette al modelo justos antes de irse a su casa.

—Claro; además, esas clases de Chino me servirán de algo.— respondió alegre el muchacho. El cláxon del carro en el que siempre se transportaba el Agreste sonó. —Creo que tengo que irme. Cualquier cosa, llámame.

—Claro... ¿Te das cuenta que parecemos un matrimonio así?— algo divertido, opinó la de cabello azabache. No pudo evitar sonrojarse tiernamente.

—Pero si ni siquiera somos algo...— se le escapó algo triste al de chaqueta blanca. Un fuerte color rojo apareció en él al mismo tiempo de que sus orbes se abrían notoriamente. —Creo que me tengo que ir. Adiós.— muy nervioso, replicó el joven para tratar de olvidar lo apenas mencionado. Éste salió rápidamente hacia el transporte y subió a él, para que después arrancara.

—Vaya... Tantas cosas que hemos pasado y tiene toda la razón.— melancólica, dijo en voz alta para si misma la chica.

«Cuando solucionemos nuestro problema, te aseguro que eso cambiará, Princesa» advirtió el verdadero Adrien para después avanzar a su hogar.

••••••••••••••

Nuevo capítulo: Adrien en situaciones vergonzosas. x'DDD
Espero que les guste como siempre. ^^
AVISO (no me maten, por favor): tendré que suspender la historia hasta el 17 de Junio debido a mis exámenes... Durante ese tiempo NO habrá actualizaciones. Espero lo comprendan. QwQ
Sin más, nos vemos dentro de 2 semanas. TTwTT <3 ~~

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