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By EMMolleja

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Scarlett Brandon está desesperada por encontrar un trabajo de verano y así poder ganar dinero para pagar un a... More

Prólogo
Capítulo 1: La jugosa propuesta
Capítulo 2: La familia Patterson
Capítulo 3: Un "refrescante" primer día
Capitulo 4: La vista exótica del ventanal
Capítulo 5: Mañana en el parque
Capítulo 6: A las tres de la madrugada
Capítulo 7: Las paredes que se derriban
Capítulo 8: El primo Luke
Capítulo 9: Hellboy
Capítulo 10: Noche en Zathura
Capítulo 12: La canción de Evan
Capítulo 13: Evangeline Reneé Patterson
Capítulo 14: Luke y su poder de persuasión

Capítulo 11: Ceguera cortical

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By EMMolleja

Durante el corto plazo de vuelta a casa, ninguno de los dos habló. Él se limitaba a sostener mi mano y acariciarla suavemente con su dedo pulgar, en silencio. No lo detuve, ni me aparté, porque parecía estarlo calmando.

Y me calmaba a mí también.

El dolor en mi pierna empeoró en el camino, tenía que morderme el labio cada vez que pisaba en pedal para evitar quejarme, pero creo que lo que más me tenía preocupada era no saber lo que nos esperaba al llegar.

El momento que habíamos tenido en la carretera había sido demasiado íntimo e intenso como para sólo irnos a dormir y despertar mañana ignorándolo. Al menos, a mí me costaría ignorar y olvidar la forma en que sus brazos me rodearon, y la manera en que se aferró a mí, como yo fuese la única la única cosa que pudiese ayudarlo a mantenerlo en pie.

Durante un segundo, incluso me atreví a pensar que Theo estaba teniendo la misma lucha interna que yo.

Aparqué el auto en el gran garaje de donde Luke lo había sacado y apagué el motor. Fue entonces cuando nuestras manos se separaron para bajar de Hellboy. Extrañé al instante cómo se sentía tenerlo tocándome.

<<Oh, Scarlett, estás tan, tan loca por él que es patético>>.

Odiaba a Bess en estos momentos.

Entramos a la casa, todavía en silencio. Era primera vez que realmente me sentía incómoda a su alrededor. El ambiente estaba pesado, diferente, y podía percibir que él tampoco sabía qué decir, ni qué hacer.

—¿Quieres que... te acompañe a tu habitación? —hablé al fin, sin poder soportar el silencio por más tiempo.

Para mi sorpresa, Theo sonrió.

—En otra ocasión, diría que soy ciego, no inválido —contestó en tono burlón—, pero, no tengo mi bastón, así que... —Alzó su mano en mi dirección.

—Está bien —dije, volviendo a la comodidad de su mano.

<<Oh, Dios, ¿qué estás haciendo, Scar?>>.

En mi cabeza había un serio debate entre las diferentes formas de interpretar su actitud. ¿Era una manera de agradecerme por ayudarlo? ¿O era algo más?

Madre mía, ¿por qué Theo tenía que ser tan ilegible?

Mejor dicho, ¿por qué tenía yo que están pensando esto?

Subimos las escaleras en silencio para no despertar a nadie de la casa. Tuve que apoyar todo mi peso en mi pierna sana, ya que el dolor se intensificaba en cada escalón que subía.

Esperaba que no fuese tan grave.

—¿Te encuentras bien? —La voz de Theo me tomó por sorpresa—. Tu respiración es entrecortada.

Que él se percatara de mi estado por sólo mi respiración me impresionó. Había estado conteniéndome precisamente para no preocuparlo. Era increíble confirmar y ver de primera mano cómo la mayoría de las personas en su condición tenían los cuatro otros sentidos más desarrollados que nosotros.

—Creo que un músculo de mi pierna se tensó cuando pisé el freno —le conté, sintiendo mis mejillas arder.

—¿Te duele mucho? ¿Necesitas algún medicamento para el dolor? —Su rostro se llenó de preocupación.

Theo, deberías dejar de comportarte así o será muy difícil para mí volverte a odiar.

—Me duele un poco —mentí, mordiendo mi labio y deteniendo mi paso frente a su puerta—, pero creo que un analgésico me haría bien.

—Espera aquí, te traeré algo —me dijo él, tanteando la puerta junto a nosotros hasta dar con el picaporte.

Esperé pacientemente, escuchando cómo revolvía cosas dentro de su habitación. Quise entrar a ayudarlo, pero temí arruinar el momento y que volviera a ser el detestable ogro de todos los días.

—Aquí. —me indicó al volver, mientras extendía un pequeño frasco color naranja—. Esto era lo que tomábamos cuando nos lesionábamos en el lacrosse, calmará el dolor. Si hay inflamación, aplica hielo.

—¿Cómo es que distingues los medicamentos? —le pregunté, curiosa.

—Las tapas tienen diferentes patrones —respondió, pasando sus dedos por la tapa blanca del frasco—. No es demasiado difícil.

—Me gustaría saber más de tus habilidades —solté, sin analizar mis palabras hasta después de haberlas dicho.

Su risa hizo que todo mi cuerpo se calentara de vergüenza, sabiendo que él estaba malinterpretando lo que trataba de decir.

—Bueno, podría mostrártelas algún día, sin problemas —respondió, dándome una brillante sonrisa traviesa.

Theodore Patterson siendo travieso conmigo era el límite de lo que podía manejar por esta noche.

—Uh... Supongo que debo irme ya —le comenté, arrebatándole el frasco de su mano—. Es tarde, uh, sí, es tarde.

—Sí, tienes razón —asintió, divertido—. Ha sido una noche un poco loca.

—Sí, buenas noches, Theo —me despedí, tocando su brazo para anunciarle mi partida.

No me esperé que su mano se posara sobre la mía y le diera un firme apretón.

—Gracias, Scarlett, por cómo manejaste la situación.

Me asustó lo mucho que me gustó el sonido de mi nombre salir de su boca.

Pero más me asustó lo que dijo después:

—Hay algo en ti... no lo sé, algo que me da calma.

Dejé de respirar durante un segundo, procesando el peso, el tono y la intensidad con la que venían sus palabras. Honestamente no entendí cómo logré detener las ganas de actuar y escuchar a la vocecita dentro de mí que me gritaba que lo besara.

<<Porque a esa vocecita no le importa joder las cosas, Scarlett, pero a ti sí>>.

—Me alegra haber sido de ayuda —dije lo primero que mi cerebro pudo conjugar—. Buenas noches.

Y me fui antes de arrepentirme.

***

A la mañana siguiente, mi buen humor era notable. Una prueba de ello era que a pesar de que el sol no estaba siendo muy amable con mis ojos, decidí salir un rato al balcón de la casa de huéspedes, no sólo para apreciar la vista del jardín, sino... sino para ver si tenía suerte de encontrar a Theo en su balcón también.

Mis plegarias al parecer fueron escuchadas, porque de hecho, él estaba asomado en su balcón.

Y como algo característico de su día a día, se encontraba sin camiseta, dándome una cruel vista de su trabajado torso.

¿Cómo se suponía que debía ser fuerte ahora si me lo ponía así de difícil? Al menos con la actitud de ogro detestable podía reprimir cualquier sentimiento que tuviese hacia él, mas después de lo que había ocurrido anoche, decir que quería sólo besarlo sería un eufemismo.

<<¿En serio?, ¿en serio, Scarlett?>>.

Me quedé mirándolo mientras estiraba su recién levantado cuerpo en calzoncillos. Dejó escapar un bostezo y recargó sus brazos sobre la baranda del balcón. Fruncí el ceño, confundida, cuando sus ojos se achicaron al alzar su cabeza hacia el sol, como si le molestara la claridad de este.

Traté de buscarle lógica a esa acción, pero un grito en la planta baja me sacó de mi acosamiento.

Sólo había una persona que entraba de esa manera aquí.

¿Cómo es que no había visto pasar a Luke hacia acá?

Claro, estaba ocupada comiéndome a Theo con los ojos.

Entré a la casa y busqué mis zapatos para bajar a recibir la temprana visita del primo Luke.

—Buenos días, Scar —me saludó en cuanto estuve al pie de las escaleras.

Lo miré confundida al percatarme de que sostenía una cesta de picnic en una mano y a un sonriente Evan en la otra.

—¿Qué está pasando? —pregunté, enarcando una ceja.

—Iremos a un picnic-desayuno, y como sabía que no aceptarías debido al trabajo, nos llevaremos tu trabajo con nosotros —explicó, risueño—. Deberíamos irnos ya, Evan se muere de hambre.

—Es cierto —terció el pequeño, acercándose a mí—. Vamos, vamos ya, Scarlett.

Alcé una ceja hacia Luke, haciéndole saber que esto era una emboscada bastante astuta. Él simplemente se encogió de hombros con una expresión de exagerada inocencia.

—Oh, bien, vamos ya —rezongué, dejándome llevar hacia la salida por la impaciente manito del niño.

La pierna había amanecido mucho mejor esta mañana, gracias al consejo de Theo, la aspirina y el hielo habían sido efectivos, apenas sentía molestia. Gracias a Dios, iba a poder seguir trabajando sin problemas.

—¿Cómo fue tu noche? —le pregunté mientras caminábamos más allá del jardín, hacia una especie de bosque junto a la casa.

—Estuvo bien. —Él me sonrió—. Aunque hubiese sido mejor si te hubieras quedado, mucho más divertido.

Me encogí de hombros, sin saber qué decir.

—¿Qué hay de ustedes? ¿Llegaron bien? —Se detuvo finalmente en un lugar un poco alejado de la casa, estábamos entre los árboles, en un prado del tamaño de un campo de béisbol.

Supuse que era un espacio utilizado por la familia, porque había marcas en el suelo como si hubiesen venido a tener un partido improvisado.

—Tuvimos un incidente, pero estamos bien —le comenté, sintiendo mi estómago dar un vuelco al recordarlo.

—¿Qué clase de incidente? ¿Se lastimaron? —inquirió, preocupado.

—Un ciervo se atravesó en la carretera, sólo fue un susto —contesté, tranquilizándolo—. No pasó nada grave.

—Debí acompañarlos de vuelta —dijo, luciendo apenado.

—No, no fue nada. —Sacudí la cabeza, brindándole una sonrisa reconfortante—. Pasa que soy una excelente conductora. A diferencia de ti, yo sí quiero vivir hasta los noventa años.

Él se echó a reír.

—¿Qué puedo decir? Soy amante de la adrenalina.

—También deberías probar ser amante de la vida.

Luke ignoró mi comentario y se concentró en sacar una manta de la cesta y extenderla en el césped. Lo observé mientras sacaba tazas de plástico de diferentes tamaños y con variedad de comida. Por último, sacó un frasco con jugo de manzana.

—¿Tú organizaste todo esto? —indagué, echándole un vistazo al contenido de las tazas.

—Tuve convencer a Letty que cocinara. No fue fácil, pero eventualmente aceptó —confesó, apartando un plato de comida para Evan.

Nos dispusimos a desayunar los tres. Evan en ningún momento nos dejó hablar, ya que se sumergió en una intensa conversación sobre sus amigos de la escuela. Luke intentaba intervenir, pero el niño era tan apasionado en querer que conociéramos cada cosa sobre ellos, que nos limitamos a mirarnos en silencio, riéndonos de la efusividad del pequeño.

En un punto, Evan terminó de hablar y de comer, y su atención se desvió hacia sus juguetes. Comenzó a jugar con su avión favorito mientras nosotros lo observábamos desde lejos. Por unos minutos, caímos en un cómodo silencio, donde nuestra atención iba hacia el pequeño Patterson.

—Theodore anoche me sorprendió —dijo de repente, haciendo que apartara la vista de Evan y le diera mi atención—. Sé que él cambió, mucho, después del accidente, pero pensé que tal vez ya estaba volviendo a ser el mismo. Volviendo a ser sociable, arriesgado, fiestero, coqueto, pero... empiezo a creer que quizá no debo seguir esperando por algo que no va a llegar.

Tragué saliva con fuerza. Luke lucía bastante melancólico ante el recuerdo del Theo de antes. Me daba pena verlo fuera de su faceta de chico carismático.

—Teníamos un plan desde hace mucho tiempo, ¿sabes? —retomó, evitando mi mirada y concentrándose en Evan—. Él se reuniría conmigo en Yale al salir de la secundaria, estudiaría Administración para unirse al tío Will en el negocio de la familia, entraríamos en la misma fraternidad y nuestros años de universidad serían los mejores. Entonces, pasó lo del accidente y todo cambió. Ahora ni siquiera piensa en ir a la universidad. Él está... encerrado en su propia burbuja de miseria. Amargado, retraído, fastidiado. De verdad creo que su decisión de no recuperarse tiene motivos ocultos que no quiere decirnos.

Fruncí el ceño, intentando procesar la última frase en mi cabeza. ¿A qué se refería Luke con "su decisión de no recuperarse"? ¿Acaso Theodore había tenido la oportunidad de poder ver de nuevo?

—¿De qué hablas? ¿Había una manera de reparar... su condición? —inquirí, haciendo que me mirara.

Sus ojos me dieron a entender que era un asunto delicado.

—Cuando despertó después del accidente, Theo no era capaz de ver absolutamente nada, todo era negro para él. Los doctores le hicieron unos estudios y lo diagnosticaron como un leve caso de ceguera cortical; es algo sobre daño en una parte del cerebro. Dijeron que podía recuperar la vista casi en su totalidad si seguía un corto tratamiento y se aplicaba una cirugía, pero él se rehusó —explicó con tristeza—. Al pasar el tiempo, me contó que su vista había mejorado; pasó de ver negro a ver sombras, y puede percibir levemente el movimiento, pero aunque le hemos pedido mil veces que se someta a la cirugía, él siempre se niega a ello.

Me costó procesar toda la información que Luke me acababa de decir. Ahora entendía lo de esta mañana. Esto era algo grande, algo demasiado importante y delicado, tenía que haber un gran motivo detrás de la negativa de Theodore. Una parte de mí se llenó de esperanza de tan sólo pensar que él tuviese la oportunidad de seguir con los planes que había detenido por el accidente; a que regresara a ser el Theo que Luke describía, que pudiese cumplir su sueño de ir a la universidad, ayudar a su padre en el negocio... que lograra superar el pasado.

¿Cómo era que no quería todo eso?

—No tenía idea de lo que me cuentas —comenté, recuperando la compostura—. Hay muchas preguntas en mi cabeza ahora mismo.

—Créeme, yo tengo el doble de preguntas que tú —Mi compañero se encogió de hombros—. No puedo negar que quisiera tener a mi verdadero primo de vuelta, ese que estaba lejos de irse de un club a medianoche sólo porque está fastidiado.

Su rostro se veía entristecido, nostálgico, y lo comprendía. Él veía a Theodore como un preciado hermano, hasta habían hecho planes para su vida, y era claro que le dolía verlo dejar que las heridas de su primo lo retuvieran de hacer todas las cosas de las cuales tendría oportunidad si tan solo aceptara la ayuda que necesitaba.

Entendía que Luke quería a su primo de vuelta.

—Está bien —lo reconforté, poniendo mi mano sobre la suya—. Quizá algún día puedas tenerlo de vuelta.

Me miró a los ojos con intensidad mientras una sonrisa de gratitud se levantaba en sus labios. En algún punto de la conversación, su rostro se había acercado lo suficiente para rozar lo peligroso e inapropiado. Había sido un movimiento inconsciente, deliberado, una especie de atracción ante el tema de Theo. Sin embargo, para él, fue alguna señal que lo hizo terminar de acortar la poca distancia que nos separaba y plantarme un beso en los labios.

Abrí mucho mis ojos, completamente sorprendida de su atrevimiento.

Es decir, ¿estaba soltera? Sí. ¿Él estaba soltero? Pues, sí hasta donde sabía. ¿Luke era atractivo, amable y carismático? Ni siquiera tenía que preguntar. Pero... ¿Quería que me besara?

No.

¿Por qué no?

Por Theodore.

Me aparté como si sus labios estuvieras en llamas.

—Lo siento —se disculpó, aunque esbozando una pequeña sonrisa—. Muy rápido, lo sé, lo siento.

<<Huye, Scarlett, corre mientras puedas>>,

—S-Sí. —Me levanté de tirón, sintiéndome incómoda—. Creo que será mejor que volvamos adentro, necesito... necesito preguntarle algo a Letty sobre una receta.

—Bien, está bien —dijo sonriendo, comenzando a abrir la cesta para guardar las cosas.

—Yo me adelantaré con Evan, te veré en la casa.

Recordé que no estábamos solos, Evan se encontraba cerca de nosotros y yo solo deseaba que no hubiese visto nada.

No quería que Theo se enterara de esto, no tenía sentido sentirme culpable... pero lo estaba.

Nota de la autora:

¡Holiss! Otro, otro capítulo editado.

No sé ustedes, pero a mí Luke me cae buenísimo, a pesar de ser un playboy que besa a chicas así de la nada, siento que no puedo odiarlo.

Theodore me enamora más en cada capítulo que escribo. No es muy cursi, ni MUY detestable, ni se da el odio, o sea, no lo sé, no sé cómo explicarlo.

Evan, Evan, ¿saben que los niños no mienten, no? Bueno, ahí se las dejo.

Ok, suficiente, me despido. ¡Hasta el siguiente capítulo! 

Bye girls, no olviden darme amor en los comentarios, siempre las leo ;).

I love you all <3

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