La Ilusión de una Verdad |ECA...

By AzenethMireles

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Primera parte de la saga: El Camino al Paraíso. Aunque te vallas, sabes que jamás podrás huir de tu pasado... More

Aclaración
Dedicatorias
Prefacio
Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 6
Capitulo 7
Capitulo 8
Capitulo 9
Capitulo 10
Capitulo 11
Capitulo 12
Capitulo 13
Capítulo 14
Capitulo 15
Capitulo 16
Capítulo 17
Capitulo 18
Capitulo 19
Capitulo 20
Capitulo 21
Capitulo 22
Capitulo 23
Capitulo 24
Capitulo 25
Capítulo 26
Capitulo 27
Capitulo 28
Capitulo 29
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capitulo 35
Capitulo 36
Capitulo 37
Capitulo 38
Epílogo
ESPECIAL *Conociendo a Cathalinna Capaldi*
ESPECIAL *El desastre que es mi vida*
ESPECIAL *Compras Navideñas*
Último especial

Capitulo 5

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By AzenethMireles

( Problemas con el agua... )

Afortunadamente si encontré a Athala en la azotea del edificio, ella estaba sentada en una caja mirando a la puesta de sol. Había decidido no comentarle nada acerca de Raymond, Athala sabía perfectamente sobre el amable trato entre Rickford y yo, al menos por lo que les había platicado a las chicas. Sabía que no me llevaba nada bien con mi compañero de literatura, si le contaba lo que había pasado hacía apenas unos minutos, no iban a terminar nunca las burlas sobre ello.

Aún con mi atrofiada mente, ahora no solo por Clary, sino también por Raymond, logré organizar la idea de lo que le diría a Athala. Ella estaba pintando realmente, pintaba los edificios de Manhattan en la puesta de sol. Cuando me acerqué a ella pude notar que tenía sus ojos enrojecidos.

—¿No hay mejores vistas? —inquirí, sabía que si mencionaba algo de su llanto ella se cerraría a mi y jamás me diría nada.
—Las hay, pero suelo pintar los lugares donde suceden cosas importantes en mi vida —dijo y entonces me miró— y no pensaba pintar el edificio de Delta Gamma.
—Tienes razón —cedí— este edificio no tiene tanto encanto como los otros edificios.
—Tonta —rio ella— me gusta cómo se ve la puesta de sol desde aquí —explicó— vengo cada que puedo para así poder pintarlo antes de que acabe la estación, de otra forma debo esperarme hasta el siguiente otoño y no quiero hacer eso.

—Eso está bien, y si ayuda a que dejes de tener ojos de sapo, apoyo la idea
—Cállate Capaldi —dijo, sin embargo, sonrió. Jalé otra caja y me senté a su lado.
—¿Qué sucede Thals?
—Todo Cathy, todo —suspiró. Y con una sonrisa añadió— Sé que escucharon mi pelea con Briseño. Hay muchas cosas en las que tiene la razón, sin embargo, en otras se equivoca.

—Thals, yo no te estoy juzgando, no entiendo qué extraña relación tienen ustedes, ni porque es su disputa, pero confío en que pueden al menos no matarse la próxima vez que se vean.
—No creo que llegue a llevarme bien con ella, sin importar que pase —dijo dando pinceladas en el lienzo— a veces es frustrante, además, ella sabe cómo lastimarme.

—Así como tu a ella —le dije mirándola, ella buscó mi mirada— no me engañas, claramente vi cómo te diste cuenta que habías metido la pata.
—¿Podemos dejar de hablar de temas tristes Cathy? —preguntó ella, entendí que no diría más al respecto sobre Roxana, así que asentí.

—¿Qué hay de Apolo? —pregunté insinuante, ella dejó el pincel y pude ver cómo estaba ella más roja que el atardecer, entonces el sonrojo se fue tan rápido como apareció.
—Supongo que debe estar con Helen Parker —dijo torciendo la boca.
—¿Y ella es? —pregunté al no ubicar el nombre.
—Es una enfermera, es maestra —explicó Athala.
—¿Y por qué piensas eso? —inquirí al ver su ceño fruncido.
—Van varias veces que se les ve juntos, hay rumores, se especula que podrían tener una relación.

—¿Y eso te molesta? —pregunté como quien no quiere la cosa.
—¿Debería? —dijo tratando de evadir el tema.
—No lo sé —le respondí— no es a mí a la que invita café todos los días después de mi clase de Estructura. Y no llego hasta las altas de la noche por estar hablando con él.
—Ese es un golpe bajo Cathalinna —dijo ella dejando ya todas las pinturas de lado.

—Athala, ¿Te gusta él?
—Jamás lo quise así ¿Sabes? —dijo mirándome después de un silencio algo largo— Cuando lo conocí él era nuevo en la universidad, y era maestro de Camille, ella estudió Filosofía un año entero, pero después se dio cuenta que eso no era lo suyo. Así que se fue a Medicina.

<< Igual ese año Apolo le dio clases, lo recuerdo como si fuera ayer... Ese día iba con Camille porque me sentía mal y no fui a la escuela, se supone que mi primo debía cuidarme, pero él salió y me dejó con Camille, ella tenía diecinueve así que me llevó a su clase para no dejarme sola.

<< Apolo se portó muy bien conmigo, y me encantó escuchar la pasión con la que hablaba sobre literatura. Cuando Camille se cambió de carrera, obviamente Apolo dejó de ser su profesor. Sus clases siempre han sido en la tarde, de hecho, antes incluso eran más tarde así que busqué la forma, mi papá me inscribió en clases de pintura por mi insistencia, desde entonces, a veces me brincaba las clases para ir a las clases de Apolo. Con el tiempo Apolo comenzó a ser más amable conmigo, ya no me hablaba de usted y siempre era muy caballeroso. Inclusive me llevaba a casa, nos volvimos cercanos, era tal vez como una especie de tío, yo le contaba todo, incluso... cuando salí con ese imbécil.

<< Apolo siempre estuvo ahí para mí, tal vez porque fue al único al que dejé entrar completamente en mi alma. Fue ahí cuando me di cuenta que sentía algo más por él. Algo más fuerte de lo que podía controlar, me asusté y desde entonces solo lo miraba a la distancia, no me había vuelto a topar con él en tres años hasta ahora que tú eres su alumna.

—Estás enamorada de Apolo —dije con cuidado, no fue una pregunta, pero ella asintió.
—No lo escogí Cathy, y sé que está condenadamente mal, él es mayor que yo y...
—Nadie escoge de quién se enamora —dije fijando mi mirada en el horizonte, un horizonte obscuro, que cubría la ciudad de Manhattan, así como los recuerdos cubrían mi mente.

—No soy la única que se enamoró de alguien que no debía por lo que veo —dijo ella mirándome.
—Es diferente Athala —aclaré al ver su mirada— yo me enamoré de alguien que no puede amar y ya he pagado las consecuencias. Tú estás enamorada de alguien mayor, no es un pecado. ¿Él lo sabe?

—No lo creo —explicó la chica— me alejé apenas me di cuenta de lo que sentía, no creo que hubiera tenido tiempo de darse cuenta de nada. He pensado que tal vez es solo un capricho.
—Que vallas desde los doce a verlo y confiases en él no se le llama capricho Athala, tu lo ama...
—¡No! —exclamó Athala sobresaltándome— No Cathy, no lo digas, por favor no lo digas, eso solamente hace más real todo esto, no necesito que sea más real de lo que ya lo es.

—Está bien, no diré nada de nuevo —prometí— ni de eso, ni de tus sentimientos, sé guardar un secreto.
—Sabía que había escogido bien —dijo Athala.
—¿De qué hablas?
—De mi amiga —dijo ella simplemente— no puedes encontrar muchas en Columbia.
—Hablando de la univesidad... ¿Crees que pueda cambiar Teatro por Natación? Necesito hacer algo de ejercicio.

—Podrías hablar con los responsables de los talleres, puedes escoger Basquetbol, Voleibol, Football o Natación. ¿Cuál crees que sea mejor?
—Ninguna para mí, hago ejercicio porque debo hacerlo, no porque sea de mi agrado —respondí y riendo juntas bajamos al cuarto tras recoger el lienzo y las pinturas de Athala.

Como de costumbre últimamente, Gemma y Victoria seguramente estarían donde Roxana. Era increíble cómo se habían modificado las cosas últimamente, por circunstancias de la vida, más que nada los horarios, esas tres chicas se veían muy seguido, tan seguido como Athala y yo.

Era viernes, así que sin perder mucho más tiempo, hice mi rutina pre-bed y me fui a la cama, tenía ya un largo día por venir, y aún no sabía cómo es que haría para no asesinar a Rickford y sacar bien el trabajo.

*                     *                    *

Al despertarme el lunes, después de hacer la rutina pre-day salí rápidamente a clases pues me había levantado algo tarde, la evidencia en el baño decía que Gemma ya se había ido, No cualquiera lo hubiese notado, es solo que mi amiga es un poco despistada acerca de dónde pone sus cosas.

Realmente casi pasé de todas mis clases, necesitaba que ya fuese sábado, así el trabajo estaría terminado y yo podría alejarme de Rickford y todo lo que implicaba para mis sentimientos el estar cerca de él.

Athala y yo fuimos a almorzar a la hora de siempre, que, por alguna extraña cosa retorcida del destino era la misma en la que Raymond comía con sus amigos. Y al parecer a él también le agradaba la misma cafetería que a nosotras. No es que me fijara ni nada, era solamente que ya habíamos coincidido ahí varias veces y justo a esa hora. Necesitaba verlo para confirmar sobre el trabajo, no pensaba hacerle su parte y que él solo hablara en el estrado.

Estaba decidida a hablar con él y decirle todo lo anterior hasta el momento en que a mi mente llegaron imágenes del día anterior en el parque y mi sistema nervioso decidió traicionarme por completo. Estaba confundida, muy, muy confundida acerca del cómo me hacía sentir. Por suerte para mí, ese día no estaba en la cafetería con sus amigos, así que tuve tiempo de calmar mis nervios, hoy era el último día para cambiar algún taller si así lo queríamos, así que queriendo terminar ese trámite cuanto antes y al tener dos horas libres antes de tener que ir a Historia del Arte y luego directo a Literatura, seguí las indicaciones de Athala y me dirigí a la alberca. Tenía todo el teatro que quería en mi vida, y si, por si a caso hacía falta un poco, Victoria siempre podía ayudar con ello.

Cuando entré estaba solo, no había nadie, y la oficina estaba del otro lado, así que comencé a caminar hasta ella, pensando en si estaría abierta o no, cuando fui empapada de repente, bueno, yo y un libro de Arquitectura carísimo (que por cierto no era mío sino de la biblioteca).

—¡Idiota! —exclamé hacia la persona que me había empapado.
—Lo lamento Cathalinna —dijo la voz de Raymond, sonaba agitada.
—Lo has hecho adrede —le dije entrecerrando los ojos, sin pasar por alto que había ocupado mi nombre en la oración.
—No he sabido que eras tú hasta que has lanzado el insulto, créeme, tienes un peculiar acento con esa palabra. Qué mal vocabulario para una señorita.

—Cállate Gordo —dije por inercia para responder el comentario y enseguida caí en la cuenta de lo que había dicho.
—¿Gordo? —inquirió divertido.
—¿Algún problema Rickford? —dije en defensa.
—Creo que me quedo con "Gordo" suena mejor.
—¿Te cansaste de tu apellido? —inquirí socarrona.

—No, pero mi apellido pronunciado por ti suena horrible Princessa —puse mis ojos en blanco y retomé mi camino a la dirección, Raymond salió del agua tras de mí— a esta hora está cerrado Princessa.

—Y ¿Cómo es que tú estás aquí? —pregunté sin voltear.
—Digamos que como capitán del equipo tengo ciertos beneficios.

Si él iba a ser mi capitán, definitivamente prefería teatro, una y mil veces. No necesitaba otra clase para estar discutiendo con él. Suelo ser demasiado competitiva.

—¿Qué necesitabas Cathalinna?
—Nada —mentí— solo iba a entregar unos papeles que me encargó... Tomás —era el único chico que sabía estaba en natación, por lo tanto, era mi salida más fácil.
—Sí bueno, espero sean sus justificantes, ya ha faltado dos veces, y el entrenador es increíble, siempre y cuando no lo hagan enfadar.
—Enterada, le diré a Tom —dije con una sonrisa forzada— gracias por el dato.

Comencé a caminar hacia las gradas para acomodar mis cosas antes de irme a Historia del Arte, su cercanía me abrumaba bastante y había necesitado toda mi fuerza de voluntad para sonar "normal" y para no comprobar lo que todas las chicas en Delta Gamma rumoran. Estaba pensando en una forma de guardar el libro sin que se mojen mis demás cosas cuando las puertas se abrieron estruendosamente dejando paso a dos figuras abrazadas en un estilo de DAP's clasificación No Apta para menores.

—Deberías buscarte otro lugar para... comerte a media escuela Gardner —dijo Raymond enojado, aunque parecía estar meditando las palabras que usaba, lo cuál me hizo voltear a verlo de inmediato, jamás le había escuchado ese tono, ni siquiera cuando discutíamos.

—No creo que sea de tu incumbencia Rickford, así que largo ahora, porque estamos ocupados.
—No tengo por qué irme, en todo caso, quien se va eres tú.
—Largo, esta hermosura y yo estamos algo ocupados.
—Vallan a ocuparse a otro lado entonces, aquí no.

Bruno y Raymond seguían retándose con la mirada y de vez en cuando sentía la mirada de Raymond de reojo. Quería salir de ahí lo más pronto posible, ya que mi segunda opción era intervenir y definitivamente no pensaba hacer eso. Me acerqué a la puerta lentamente, sin embargo, tropecé con algo e hice ruido, Bruno volteó a verme sorprendido.

—¿Qué haces con el perdedor de Rickford, Cathy?
—Estaba acomodando unas cosas —dije cortante.
—No, no, no, tú hacían algo acá ¿Qué era?
—Solo vine a preguntar alg...
—Bruno, váyanse —me interrumpió Raymond con una amenaza poco sutil hacia el chico.
—Oh no, no lo haremos —Bruno sonrió con maldad y se abalanzó sobre Raymond a puño cerrado. La chica con la que iba Bruno intentó detenerlos y yo al darme cuenta, estaba haciendo lo mismo.

Entre la pelea, la chica casi resbala y cae a la piscina, por fortuna alcancé a sostenerle el brazo, sin embargo, yo no tuve la suerte de que alguien evitara que cayera al agua cuando mi pie resbaló.

*                      *                     *

Aún no había abierto los ojos, pero escuchaba voces, hice el intento un par de veces hasta que por fin lo logré, siendo una enfermera a quien vi primero en cuanto mis ojos se acostumbraron a la luz. Ella sonreía, al parecer aliviada de que estuviese bien. Intenté incorporarme, pero ella me lo impidió. "No te levantes, necesitas descansar" dijo con voz dulce, se alejó de mi en cuanto se dio cuenta de que iba a obedecerle y salió por una puerta. La escuché murmurar sin poder distinguir lo que decía, al final por la misma puerta entró uno de los imbéciles que me había tirado.

—¿Estás bien?
—¿Qué me pasó? —dije omitiendo su tonta pregunta. El puso los ojos en blanco.
—¿Sabes Princessa? Es de pésima educación contestar una pregunta con otra pregunta.
—Tengo derecho a saber —dije poco amable. Él suspiró pesadamente.

—Caíste mal, tu pie resbaló y te golpeaste la cabeza cuando caíste, Amberly y yo intentamos sujetarte, pero no pudimos, al final te saqué del agua y te traje acá.
—Oh valla, esto es fantástico, ahora resulta que tengo problemas con el agua —dije entre dientes.

—Eres demasiado orgullosa para tu bien ¿Lo sabías? —dijo y me pareció ver un asomo de sonrisa burlona.
—¿Disculpa? —le dije ofendida.
—Un "gracias" sería suficiente.
—Supongo —digo a regañadientes— aunque no es que pidiera tu ayuda precisamente.

—Veo que ya estas mejor —dijo la enfermera aparentemente divertida— pueden irse —le dijo a Raymond y le entregó una hoja— esto es para sus profesores, me tomé la molestia de hacer uno para cada uno, ella no puede hacer esfuerzos, no debe tener emociones fuertes por unas horas o solo incrementará sus dolor de cabeza. Y nada de peleas, mantenla en calma.

Dicho esto la enfermera salió y me dejó sola con Raymond. No le dirigí palabra alguna, me molestaba que la enfermera no se dirigiese a mí, digo, ahí estaba, sin embargo decidí hacer caso a la enfermera y dejé que Rickford me dirigiera, cuando ví que no íbamos hacia mi clase, le miré confundida, él pareció entender mi mirada y se explicó encogiéndose de hombros.

—Ya te has perdido una clase Princessa, así que no tiene sentido que llegues faltando 20 minutos para el cambio. Estuviste dormida por más de una hora.
—Fantástico —murmuré.

*                    *                    *

El martes al llegar al aula de literatura no había nadie, estaba completamente desierto y era aceptable, usualmente no era un placer para nadie llegar temprano al aula de literatura, excepto que fueses Athala Smith...

Raymond llegó temprano ese día también, se sentó a mi lado. No hablamos por un buen rato, debía admitir que si era un poco orgullosa algunas veces, pero solo lo era con aquellos que se lo merecían.

En este caso, Raymond Rickford, mejor conocido por mis amigas como "El Idiota de mi Clase de Literatura" era una de esas personas merecedoras de la peor parte de mi carácter por ser tan voluble y bipolar. No podía pretender tratarme bien a veces y otras mal. Cada uno estaba pendiente de sus propios pensamientos, y seguramente habríamos podido seguir así una eternidad de no ser por la interrupción de Apolo.

—Veo que se llevan mejor —No es por nada pero, ¿Acaso lo había dicho con sarcasmo?
—Pues al menos no nos llevamos TAN mal, que ya es algo —dijo Raymond sorprendiéndome.
—Las mejores cosas Cathalinna, comienzan de las formas más extrañas, y sus finales y sorpresas son impensables Raymond.

Era la primera vez que escuchaba a alguien llamarle por su nombre desde que lo conocía, y al parecer no fui la única sorprendida, Raymond tenía los ojos abiertos como platos. Apolo miraba a Raymond de una extraña forma que no sabría describir exactamente, pero tenía cierto toque de superioridad, como si el supiera algo que Raymond se muere por ocultar.

—Prefiero evitar alguna otra "mejor cosa" en mi vida, gracias —dijo Raymond con repentino enojo en su voz, miré a Apolo y solo lo vi esbozar una sonrisa con una promesa implícita, que ¿Cómo lo sé? Bueno, Alethia solía mirarnos así a Gemma, Stella y a mi cuando íbamos a ir de Shopping.

—Ya veremos, ahora, mi clase está a punto de empezar —dijo manteniendo su sonrisa extraña y se dispuso a aclarar unos puntos acerca de la planeación de los temas que se revisarían inmediatamente después de la entrega de los temas a tratar en las ponencias.

—Espero estés mejor hoy Cathalinna —dijo como despedida al finalizar la clase, dejándome sorprendida.

******************

Mis Seres de Luz!!! Recuerden que si esta historia les gusta...

¿Se esperaban lo de Athala?

¿A que se refiere Cathalinna con haber pagado las consecuencias de un amor no correspondido?

Perdón por no actualizar el viernes, hubo falla de Internet porque una inteligente persona se estrelló con el poste de luz y tardaron en arreglarlo (¬¬)

Voten 🌟 y Comenten 📝 para + capitulos

Abrazos y Saludos

18/06/18
04/08/19

Azeneth

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