Amor de Agua Salada

By PilarVidal12

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"La cura para todo es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas o el mar". ... More

Prólogo
Capítulo 1: Lucas Taylor
Capítulo 2: Un refugio
Capítulo 3: La apuesta
Capítulo 4: La novia de Lucas
Capítulo 5: Miedo
Capítulo 6: Cita
Capítulo 8: Tabla de Surf
Capítulo 9: Concurso de Surf
Capítulo 10: Te quiero
Capítulo 11: El beso
Capítulo 12: El tiempo
Capítulo 13: Amor de verdad
Capítulo 14: Siempre serás la única
Epílogo
Dedicatoria
Especial

Capítulo 7: Los Taylor

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By PilarVidal12

Luego de que Camila me despertara con sus llamadas, me di un baño y luego me dispuse a ir a encontrarme con ella como me había pedido, seguramente quería verme para hablarme de lo bien que se la paso en la "cita doble" y lo maravilloso que era Mario.

Salí de la habitación y caminé por el pasillo mientras respondía un mensaje de mi madre.

—Hola Maia.

Levanté la vista al escuchar la voz de Lucas, él iba saliendo de su habitación y me miraba con esa sonrisa tan suya.

—Hola Lucas —dije correspondiéndole el gesto mientras terminaba de acercarme, cuando llegué a su lado lo saludé con un beso en la mejilla.

—Que raro tu levantada tan temprano —dijo sonriéndome burlonamente.

Lo golpeé en el brazo mientras comenzábamos a bajar las escaleras —Cállate, Camila me ha despertado luego de siete llamadas. Quiere hablar conmigo, seguramente va aburrirme hablándome de tu hermano —dije soltando un suspiro.

Lucas rió —Espero que también la aburras hablándole de mi —dijo formando una sonrisa arrogante.

Sonreí con malicia —Por supuesto, no dejaré de quejarme sobre cuán idiota puedes llegar a ser.

Él se tocó el pecho como si estuviera ofendido, pero no dijo nada, solo siguió sonriendo.

Luego de un rato en silencio, sentí la mirada de Lucas en mí, así que lo miré.

—Casi lo olvidaba, hoy no podremos juntarnos, mi padre quiere entrenarme, la competencia va a empezar en una semana y no me vendría mal practicar un poco más —dijo, podía notar cierta emoción cuando hablaba de la competencia.

—No hay problema. ¿Puedo ir a verte? —pregunté.

—No —dijo seriamente haciendo que lo mirara confundida.

—¿Por qué? —pregunté desconcertada por su respuesta.

Sonrió, de nuevo esa sonrisa sincera que tanto me gustaba —Porque si vas, entonces no podré dejar de mirarte y no voy a poder concentrarme —dijo, no estaba segura si lo decía enserio o en broma, creo que era un poco de ambas.

Sin poder evitarlo sentí como me sonrojaba, miré los escalones que tenía en frente mientras pensaba en que contestar.

—Entonces creo que debería ir, después de todo tengo una apuesta que ganar —dije sonriendo levemente.

—No vas a ganar esa apuesta —dijo de nuevo con una sonrisa arrogante.

—Ya lo veremos —dejé las palabras flotando en el aire por un momento —Por cierto, no me has dicho que es lo que quieres, si por algún raro motivo llegas a ganar.

Lucas no dijo nada, lo que hizo que volteara a verlo, tenía una sonrisa de suficiencia en el rostro.

—¿No vas a decirme? —pregunté.

Negó con la cabeza.

—Eso no es justo —crucé los brazos sobre mi pecho —Me da miedo no saber que vas a pedirme.

Lucas me miró divertido.

—¿Acaso no confías en mi? —preguntó haciéndose el ofendido.

Achiqué los ojos hacia él —No —contesté.

Hizo un ruido con los labios antes de sonreír ampliamente, se acercó un poco a mi rostro antes de hablar.

—Lastima, quien sabe lo que podría pedirte —sonrió una vez más y me guiñó un ojo, luego se alejó.

Me quedé viendo como se iba sin saber que contestar, si antes me preocupaba lo que iba a pedirme, ahora realmente me asustaba.

No era que pensara que Lucas fuera a pedirme algo terrible, él no haría eso, pero estaba segura de que sería algo que me molestara, después de todo a él le encantaba verme enojada.

Tardé unos segundos en reaccionar, cuando lo hice, sacudí la cabeza alejando cualquier pensamiento y me encaminé a la habitación de Camila.

—Por fin llegas —dijo cuando me abrió la puerta.

Tomó mi brazo y me metió dentro de la habitación, era bastante temprano para tener esa energía, bueno en realidad era cerca del mediodía, pero bueno, yo solía levantarme a la una de la tarde, lo cual hacía que esta hora se sintiera como madrugar.

—¿De qué querías hablar? —pregunté sentándome en la cama, aunque ya sabía cual sería su respuesta.

Soltó un grito de alegría y sonrió ampliamente —¿Mario no te parece súper encantador? —preguntó.

—Supongo —dije rodando los ojos sin que me viera.

Se sentó a mi lado, aunque no estaba del todo quieta, era como si le fuera imposible estarlo.

—Ayer fue tan lindo, Dios. ¿Te has fijado en sus ojos? —soltó un suspiro demasiado dramático —Son tan hermosos, al igual que su sonrisa —sonrió tontamente —Me dio su número y me dijo que quería que siguiéramos conociéndonos. Sabes —me miró volviendo a sonreír —Creí que sería un idiota, ya sabes, cuando son guapos es muy difícil que también sean cariñosos, pero estoy segura de que me equivoqué.

Sonreí y pensé en Lucas, él tenía la apariencia de un idiota, y eso era lo que pensaba de él al principio, porque bueno, casi siempre se comporta de ese modo, pero sabía que en realidad no era así, que no era tan idiota como parecía.

—Yo también creo que es un buen chico —le dije.

Hacía tres días que había conocido a Mario, y antes de la cita solo había hablado con él una vez, pero realmente me había parecido alguien agradable, y si se parecía a su hermano, entonces creo que no tendríamos problemas.

—Lo sé, es muy divertido y dulce —miró detrás de nosotras y sonrió.

Volteé hacia donde ella veía y me encontré con el osito que Mario le había dado ayer.

—¿Y tú? —preguntó luego de un rato.

La miré confundida —¿Yo qué? —pregunté juntando un poco las cejas.

—¿Qué pasa con Lucas? Ayer los vi muy juntos.

Puse los ojos en blanco —Solo somos amigos. ¿Cuántas veces lo tengo que repetir?

—Bueno, no parecían solo amigos ayer cuando se abrazaban —dijo sonriendo levemente y paseando su vista por la habitación.

—Lucas es así, yo tenía frío y él me abrazo. No creas que es algo importante —ella me miró levantado una ceja —De verdad, al principio también me desconcertaba su forma de ser, pero ya no.

—Si tu lo dices —soltó un suspiro teatral haciéndome rodar los ojos de nuevo —¿Harás algo esta tarde? —preguntó luego.

—Si —una sonrisa apareció en mi rostro al recordar lo que me había dicho Lucas hacía unos minutos —Lucas está entrenando para entrar en el concurso de surf, iré a verlo.

—¿Es surfista? —preguntó algo sorprendida.

Asentí —Si, es bueno, pero no le digas que dije eso, hicimos una apuesta, yo aposté a que él no ganaría el concurso.

Camila rió —Eres de terror Maia.

Me encogí de hombros —¿Quieres venir? —pregunté —Quizás este Mario —dije dándole un codazo divertida.

—No lo sé, lo voy a pensar —puso una mano en su mentón y miró el techo —A quién engaño, no me lo perdería por nada —dijo luego de un segundo mirándome con una gran sonrisa.

Me reí y negué con la cabeza divertida, nunca cambiaría.

—Bueno pues, nos vemos luego, yo paso a buscarte. Ahora iré a desayunar, muero de hambre —dije pasando una mano por mi pansa.

—Maia van a ser las doce —me miró divertida.

Me encogí de hombros —Entonces pediré hamburguesas —hice una pausa —Y claro, helado de postre.

Ahora rió —Tú y tu obsesión con el helado.

Me encogí de hombros —No puedo evitarlo.

Sin más me puse de pie y salí de la habitación.

***

Cuando llegó la tarde pasé por la habitación de Cami y nos dirigimos a la playa, Lucas no había dicho a que hora entrenaría, pero si no nos juntaríamos hoy significaba que sería a esa hora o un poco más tarde.

Caminamos un rato por la playa buscándolo con la mirada, a él, a Mario o a Cris.

—Allá está Mario —dijo emocionada Camila mientras comenzaba a correr en su dirección, la seguí.

—Hola chicas —dijo Mario cuando nos vio, pero su vista quedó fija en Cami mientras le daba una sonrisa.

—Hola —dijimos ambas al mismo tiempo.

—Maia —Cris se acercó a donde estábamos con una sonrisa en el rostro —Que bueno que estás acá —dijo alegré, le sonreí, este niño era un encanto —Y tu también Camila —dijo desviando su vista hacia ella.

—Hola Cris. ¿Cómo has estado? —le preguntó.

—Bien, aunque Mario no ha dejado de hablar tuyo —dijo sonriendo inocentemente, aunque claramente lo había dicho a propósito, este chico era el calco de Lucas.

Me reí al ver como Mario lo fulminaba con la mirada y Camila se sonrojaba levemente.

—Y Lucas de Maia —agregó haciendo que mi risa se desvaneciera.

Cris ya no me parecía un encanto.

—¿Qué haces Lucas? —escuché a alguien gritar.

Desvié mi vista al agua y vi que Lucas se volvía a subir a la tabla, señal de que se había caído, no pude evitar sonreír al pensar que podría haber sido por mi culpa.

Sus ojos se encontraron con los míos, él los entrecerró hacia mi confirmando mis sospechas.

Sonreí aún más y levanté una ceja divertida. Él se encogió de hombros.

Desvié mi vista de Lucas y miré a la persona que había gritado, era un hombre, no creo que tuviera más de cuarenta años, tenía el cabello rubio, era alto y de perfil se parecía bastante a Mario, supe al instante que se trataba de su padre.

Como si hubiera sentido mi mirada, desvió su vista de Lucas hacia mi, ahora que me miraba notaba que sus ojos eran verdes, un verde profundo.

—Papá —dijo Mario acercándose un poco a él —Ellas son Maia y Camila —dijo señalándome y luego a Cami.

Una mirada divertida cruzó por el rostro del papá de Lucas, y me pregunté cual sería la razón.

Sonrió amablemente antes de acercarse —Leonardo Taylor —se presentó —Pero todos me dicen Leo.

—Un gusto —dije sonriendo levemente.

—Un placer —dijo Camila a mi lado.

Desvié mi vista al agua, Lucas nos miraba, cuando vio que lo veía me guiñó un ojo, volví a mirar al frente y noté como Leo desviaba su vista hacia mi divertido.

Miré hacia otro lado inmediatamente sintiendo como me ruborizaba, estaba segura de que Lucas lo había hecho a propósito, sabiendo que su padre nos estaba viendo, maldito.

Volví a mirar a Lucas, él me sonreía burlonamente, lo fulminé con la mirada y luego me dejé caer en la arena quedando sentada.

Lucas desvió su mirada de mi y siguió entrenando mientras Leo le daba indicaciones.

Mario y Camila se fueron a caminar y Cris se sentó a mi lado sin decir nada.

Observé detenidamente a Lucas, aunque estuviera bastante lejos podía verlo con suma claridad, estaba concentrado en lo que hacía, sus labios estaban un poco fruncidos y su vista fija en las olas, las cuales eran bastantes salvajes el día de hoy.

A pesar de eso podía notar su cuerpo relajado, como si estar en el mar le transmitiera una inmensa paz, aunque sabía que era así, como había descubierto hacía un tiempo, el mar era el segundo hogar de Lucas.

Repasé las líneas de su rostro, su frente, sus ojos, su nariz, sus labios, que ahora formaban una pequeña sonrisa, y su mandíbula algo cuadrada, bajé la vista por sus brazos, estaban extendidos a sus costados, era musculoso, pero no de un forma exagerada, aunque siempre había pensado que Lucas representaba más edad de la que tenía.

Desvié mi vista hacia el costado encontrándome con Cris, él estaba muy concentrado mirando a Lucas, y podía notar en sus ojos la admiración que sentía por su hermano.

—¿Crees que gane? —preguntó de repente, de seguro supo que lo estaba viendo.

Me encogí de hombros —No lo se, quizás si.

Cris me miró y me regaló una de esas sonrisas llenas de vida que lo caracterizaban —Yo quiero que gane, aunque eso haga que pierdas la apuesta.

Sonreí y le hice un gesto para que se acercara —Entre tú y yo, no me importa esa apuesta, solo lo hice para que el tonto de tu hermano participara.

Cris sonrió todavía más —¿De verdad? —asentí —¿Eso quiere decir que no piensas que él va a perder?

Volví a encogerme de hombros —No lo se, es cierto que los otros competidores son buenos, pero también pienso que tu hermano lo es —miré hacia el mar, Lucas iba pasando entre un ola —Pero no se lo digas, eso solo aumentaría su ego.

—No lo haré —dijo Cris entusiasmado.

Nos quedamos en silencio mirando a Lucas, no se cuando tiempo pasó antes de que volteara a verlo.

—Lo admiras mucho. ¿Verdad? —le pregunté.

Cris asintió —Cuando sea grande quiero ser como él. Lucas lucha por lo que quiere, siempre lleva una sonrisa en el rostro y le cae bien a todo el mundo.

—Tu también le caes bien a todo el mundo —dije —Y pienso que así como eres, eres un encanto.

—Gracias —dijo sonriendo.

—Bueno, en ocasiones no lo eres, como cuando le dices a todo el mundo que soy la novia de tu hermano.

Cris rió —Es que así lo creo.

Rodé los ojos —Lucas no es mi novio —dije —Me agradas más que Lucas, no lo arruines —dije y aunque mis palabras fueron serias, sonreí divertida.

—¿Cómo es eso de que Cris te agrada más que yo?

Miré a Lucas, ni siquiera lo había escuchado llegar, él me miraba ofendido y yo le sonreí ampliamente.

—Es la verdad —respondí mientras me ponía de pie.

—Bueno quizás eso cambie ahora —dijo y una sonrisa maliciosa apareció en su rostro.

Lo miré confundida —¿Qué quieres decir? —pregunté y para cuando acabé la pregunta ya me encontraba en su hombro.

—Hace demasiado calor. ¿No te parece? —preguntó mientras corría de vuelta al agua.

—Ni se te ocurra —le dije, pero me ignoró —Lucas —le grité y luego comencé a golpear su espalda, pero eso solo hizo que se largara a reír.

Se adentró en el agua y cuando estuvo a la profundidad adecuada se hundió conmigo en brazos.

Salí a la superficie y lo golpeé en el pecho.

—Eres un maldito —dije mirando mi ropa mojada, por suerte había decidido ponerme la maya por debajo —Y ahora me agradas mucho menos.

Lucas sonrió de forma arrogante —Tu y yo sabemos que me amas.

Me reí —Sí, claro, en tus sueños —dije mientras me disponía nadar hacia la orilla.

Mi plan falló cuando Lucas tomó mis pies volviendo a hundirme.

Apenas me había dado tiempo de respirar, ni siquiera cerré los ojos.

Debajo del agua miré a Lucas, él también me miraba, una pequeña sonrisa apareció en su rostro, me acerqué a él dándole un empujón y luego pasé un dedo por mi cuello en señal de «voy a matarte».

Lucas llevó una mano a su pecho dramáticamente y luego formó un corazón con sus manos y las tendió hacia mi.

Sonreí apretando los labios, Lucas dijo algo, negué con la cabeza haciéndole saber que no había entendido.

Ya me estaba quedando sin aire, así que salí a la superficie y respiré profundamente, luego volví a sumergirme, Lucas hizo los mismo que yo, y cuando estuvo bajo el agua volvió a hablar, esta vez entendí perfectamente lo que dijo, «Te quiero», sonreí mientras le decía «Yo también».

Luego nos pusimos a hacer señas mientras el otro trataba de averiguar que era lo que quería decir.

Estuvimos al menos una hora divirtiéndonos en el agua, luego decidimos que era tiempo de salir.

Cuando llegamos a la orilla noté que ya no estaban ni Leo, ni Cris, pero Mario y Camila se encontraban sentados en la arena charlando alegremente.

—Al fin vuelven —dijo Camila —Pensé que se quedarían a vivir en el agua.

Rodé los ojos —No seas exagerada —dije mientras me sacaba la remera mojada, quedando con solo la maya.

—Oye Maia —dijo Mario haciendo que volteara a verlo —Mamá hará una pequeña reunión esta noche en la casa. ¿Te nos unes? Cami ya dijo que si.

Junté mis cejas confundida. ¿Acaso había dicho en la casa?

—¿En la casa? —pregunté desviando mi vista hacia Lucas, quien miró hacia otro lado con nerviosismo y pasó una mano por su cabello.

—Eh —mi atención volvió a Mario, quien también miraba a Lucas un poco confundido —Si —dijo luego de un momento volviendo a verme —Hemos alquilado una casa, era más cómodo que estar todos separados en el hotel —explicó.

Volví a mirar a Lucas, pero no dije nada, luego le preguntaría porque él aún estaba en el hotel.

—Está bien. ¿A qué hora es? —pregunté formando una leve sonrisa.

—Pueden ir a las siete u ocho, como les quede mejor —dijo sonriendo.

Asentí y luego miré a Camila, quien miraba fijamente a Mario con una sonrisa en los labios.

—Creo que me voy —dije mirando hacia el hotel —Tengo que hacer algunas cosas.

—Si yo también —dijo Lucas y comenzó a caminar hacia el hotel.

—Nos vemos —les dije siguiendo a Lucas.

—Adiós —dijeron Mario y Camila al mismo tiempo, luego se sonrieron el uno al otro, puse los ojos en blanco mientras me alejaba.

—¿Cómo es eso de la casa? —le pregunté a Lucas cuando llegué a su lado —¿Y por qué no estas con ellos?

Lucas tardó un momento en contestar, miraba al frente y lo sentía tenso, él nunca se ponía tan incómodo.

—Hace unos días mis padres decidieron alquilar una cabaña aquí cerca, ya sabes, para poder estar más en familia y eso —hizo una pausa y me miró —Les pedí quedarme en el hotel.

—¿Por qué? —pregunté.

—Por ti —dijo encogiéndose de hombros —No lo sé, no quería alejarme.

No dije nada, solo seguí mirando al frente mientras caminábamos, esto no tenía sentido, no era como si se hubieran ido al otro lado del mundo, nosotros íbamos a seguir viéndonos, no había razón para que él se quedara en el hotel.

—¿Estás enojada? —preguntó cuando estábamos llegando.

Lo miré dándole un pequeña sonrisa —No, solo estoy sorprendida, la verdad no entiendo porque haces todo esto Lucas.

Él sonrió, pero no era una sonrisa como las de siempre, era una sonrisa inquieta, de esas que sueltas cuando acabas de darte cuenta que no entiendes nada, esas sonrisas extrañas que no puedes evitar soltar.

—Ni yo, aunque nunca entiendo nada cuando tiene que ver contigo —dijo.

Lo miré y luego al piso, no dije nada, quería preguntarle a que se refería, pero no me animaba a hacerlo.

***

Salí de la ducha y comencé a vestirme, faltaba media hora para la cena en la casa de Lucas, donde estaría toda su familia y seguramente muchos amigos, la primera vez que había visto a su madre mi aspecto no era nada adecuado, así que ahora iba asegurarme de parecer decente.

Había elegido un vestido veraniego blanco con flores de colores y unas sandalias bajas también blancas, sequé mi cabello y lo deje suelto, no quería que se notara cuanto me había arreglado, por último coloqué un poco de delineador en mis ojos y listo.

Me miré al espejo detenidamente, no me veía ni muy casual, ni muy formal, era perfecto, sonreí y pronto noté como comenzaba a ponerme nerviosa.

Tranquila Maia, ya conoces a su familia. ¿Qué tan mal te puede ir?

Tomé una respiración repitiéndome que nada tenía que salir mal, mi celular sonó anunciando un nuevo mensaje, salí del baño y caminé hacia la cama, que era donde se encontraba.

Lo tomé y abrí el mensaje de Cami.

«Lo siento, no podré ir, le había prometido a Vero que saldría con ella y sabes como se pone cuando le cancelan los planes. Mándale saludos a Mario y diviértete ;)»

Genial, ahora además tendría que ir sola. Me senté en la cama con pesadez y miré la hora en el teléfono, diez minutos pasada las siete, ya debería irme yendo.

Alguien llamó a la puerta y me puse de pie para ir a atender, me sorprendió ver a un Lucas sonriente del otro lado.

Él me miró de arriba abajo y su sonrisa se agrandó aún más.

—¿Qué haces aquí? —le pregunté.

—Iba saliendo para la casa y como sabía que aún no te habías ido quise venir a ver si estabas lista —hizo una pausa —Además de que no sabes la dirección.

Abrí mis ojos sorprendida, tenía razón, había preguntado la hora, pero no el lugar.

Me golpeé la frente con la mano haciéndolo reír.

—¿Nos vamos? —preguntó con una sonrisa burlona en el rostro.

Solté un suspiró y cerré la puerta del cuarto.

Caminamos hacia la salida del hotel en silencio, por el rabillo del ojo lo observé, llevaba puesto unos jeans y una camiseta verde, a pesar de que era algo sumamente casual, él siempre lograba verse bien.

—¿Nerviosa? —me preguntó.

—Un poco —admití.

Ya habíamos salido del hotel y caminábamos por una de las calles de la cuidad.

—No lo estés, les agradaste a mis padres y Cris —hizo una pausa —Bueno, él quiere robarme el lugar.

Me reí mientras giraba mi cabeza para verlo, tenía su típica sonrisa en el rostro.

—Eres una mala influencia para tu hermano —dije haciendo que él me mirara.

—Eso no es cierto —dijo fingiendo estar ofendido.

—Claro que si, lo estas volviendo todo arrogante y pesado —le di una sonrisa burlona y luego volví a mirar al frente.

—¿Te das cuenta que acabas de llamarme arrogante y pesado? —preguntó, y aunque no lo veía sabía que estaba sonriendo.

—Si —él no contestó nada —¿Falta mucho? —le pregunté cambiando de tema.

—No, es allí —miré hacia donde señalaba y vi una de las cabañas que había a unas cuadras del hotel.

Sin decir nada tomó mi mano y comenzamos a acercarnos, cuando entramos el olor a comida nos envolvió.

—Que bueno que llegaron —la madre de Lucas apareció con una gran sonrisa —Maia me alegra volver a verte.

—A mi también —le contesté mientras la saludaba con un beso en la mejilla.

—Maia —el grito de Cris llegó y luego el apareció desde un pasillo.

Le revolví el cabello cuando llegó hasta mi lado.

—Hola Cris —dije sonriente.

—Hola —sonrió y luego miró hacia los lados buscando algo —¿Cami no vino? —preguntó.

Negué con la cabeza —No, tenía unas cosas que hacer.

—Que mal —hizo una mueca triste, pero pronto la remplazó por una gran sonrisa —Ven, voy a presentarte.

Sin decir más me tomó de la mano y me dirigió hacia el patio, antes de salir giré mi cabeza para ver a Lucas, él me miraba sonriente.

—Maia, que bueno que has venido —me saludó Leo.

—Un gusto verlo de nuevo —dije sonriendo levemente.

—Tutéame por favor —pidió.

Mario se acercó riendo por algo que le había dicho un chico que estaba con él.

—Hola Maia —me saludó con un beso en la mejilla —¿Camila no viene?

—No, se había olvidado de que saldría con Vero —noté como se mostraba desilusionado —Pero te mandó saludos —agregué haciendo que una sonrisa apareciera en su rostro.

Asintió en respuesta y luego miró al chico que lo acompañaba —Él es Pablo, un amigo —lo presentó.

—Un gusto, Maia —dije sonriendo.

—Lo mismo digo —me respondió también sonriendo.

Sentí unas manos en mis hombros y volteé para ver a Lucas.

—¿Me ayudarías con la bebidas? —preguntó.

—Lucas —dijo Leo a modo de reto haciéndome reír.

—No hay problema. ¿Dónde están? —pregunté.

Lucas sonrió y tomó mi mano guiándome de nuevo a la casa.

Nos dirigimos a la cocina donde Teresa preparaba una ensalada.

Lucas sacó una bebida del refrigerador y yo la serví en vasos, mientras él ponía en otros cerveza. Cuando terminamos salimos al patio y las repartimos, habían llegado algunas personas más, entre ellas unos tíos de Lucas con dos niños más.

Pasamos las horas entre risas y anécdotas, a Lucas no le hizo mucha gracia que contaran cosas vergonzosas de su infancia, pero yo me divertía viéndolo tan avergonzado. Cuando se hizo de noche todos nos sentamos a comer la excelente comida que habían preparado Teresa y Leo y luego algunos comenzaron a marcharse.

—Cuando Lucas tenía diez años tuvo su primera "novia" —dijo Leo, Lucas le hacía señas para que se callara —Ella iba a casa y pasaban todo el rato tomados de las manos, nosotros no sabíamos que el padre de ella no lo sabía, y un día, cuando el hombre fue a buscarla los vio. Jamás olvidaré el rostro de Lucas cuando lo vio, jamás lo había visto tan asustado —Leo no aguanto y comenzó a reír.

—Gracias papá —dijo Lucas con sarcasmo.

Apreté mis labios para no reírme —¿Y luego que pasó? ¿Te dejaron seguir saliendo con la niña? —pregunté.

—No, que va —dijo esta vez Mario —Esa es la parte más divertida, su padre le prohibió volver a juntarse con Lucas y un mes después se mudaron. Lucas lloró medio año por esa chica.

Me reí —Oh pobrecito, le rompieron el corazón —dije fingiendo tristeza.

Lucas nos miró a todos de mala manera y luego se puso de pie.

—Ya me voy —dije y sin más comenzó a caminar hacia la salida.

—No te enojes hijo —le gritó Leo, pero él no hizo caso.

Me puse de pie también —Yo también me voy. Me la pasé muy bien, gracias por invitarme —dije y luego comencé a despedirme de todos.

—Gracias a ti por venir —me dijo Teresa.

—Espero que nos veamos pronto Maia —dijo Leo.

—Lo mismo digo, adiós —hice un gesto con la mano y luego corrí a la salida.

Cuando salí de la casa vi a Lucas a mitad de la cuadra, corrí para alcanzarlo y luego caminé junto a él.

—¿Estás enojado? —pregunté.

Él no dijo nada, ni siquiera me miró.

—Oh vamos, fue divertido —dije chocando levemente mi codo en su brazo.

—Sí, claro, fue muy divertido que te contaran todas esas cosas —dijo con sarcasmo.

—No entiendo porque te enojas, tu sabes muchas cosas vergonzosas mías —dije.

—No es lo mismo.

—Si lo es —dije y luego lo abracé por la espalda —Vamos no te enojes.

—¿Qué haces? —preguntó sin dejar de caminar.

—Algo tonto para que sonrías, es extraño verte sin una sonrisa.

Me aferré fuertemente a su torso y no moví los pies, pero como él seguía caminando comenzaron a hacer un ruido molesto contra el pavimento.

—Creí que te molestaba que siempre estuviera sonriendo —dijo y pude notar como su voz era menos enojada.

—Me molesta más verte enojado.

—¿Podrías caminar? Ese ruido es horrible y pesas mucho.

—Nop. Solo voy a caminar cuando dejes de estar enojado —hice una pausa —Y yo no peso mucho.

No dijo nada, siguió caminando y yo seguí haciendo ruido con mis sandalias, algunas personas que pasaban se nos quedaban mirando raro.

Luego de un rato Lucas se detuvo —Okey, okey ya no estoy enojado. Ahora camina normal que la gente nos está viendo.

Sonreí y lo solté —Nos ven porque somos geniales —dije con arrogancia, entrelacé nuestro brazos y luego seguí caminando.

—Nos ven porque parecías una lunática aferrada en mi espalda —dijo con una leve sonrisa.

—Si, como digas.

El resto del camino lo hicimos en silencio hasta que llegamos a nuestro piso.

—Me la pasé muy bien —dije —No te enojes con tus padres por esa tontería.

Lucas asintió —No lo haré solo porque te hicieron reír.

Sonreí —Buenas noches —dije, me estiré y besé su mejilla, luego lo abracé —Te quiero Lucas.

Él me abrazó fuertemente —También te quiero Maia —susurró.

Nos quedamos así un momento, luego nos separamos lentamente.

—¿Nos vemos mañana? —pregunté.

—Nos vemos mañana —dijo.

Me di la vuelta y caminé a mi habitación, antes de entrar volteé a verlo, él se sonrió, hice lo mismo y luego entré.

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