Capítulo 8: Tabla de Surf

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—¿Estás preparada? —me preguntó Lucas.

—No —dije nerviosa.

—Nada va a pasarte —dijo —Estoy aquí.

Asentí repetidas veces —Okey, como practicamos en la arena —dijo —Ahí viene una.

Comencé a remar como Lucas me había explicado y cuando sentí la fuerza de la ola me sujeté de la tabla para luego ponerme de pie, pero no me salió el movimiento y caía al agua.

Escuché a Lucas reír, salí a la superficie y lo fulminé con la mirada.

—No te rías idiota.

Él se puso serio —Lo siento.

Habían pasado unos días desde la reunión en la casa de Lucas, no nos habíamos visto mucho luego de eso, pero hoy cuando fui al lago había una nota escrita en la arena, me decía que fuera a encontrarme con él en la playa y eso fue lo que hice, no imaginé que quisiera enseñarme a surfear, pero estaba emocionada con la idea. Aunque claro que surfear es más difícil que aprender a nadar.

—Maia debes tranquilizarte, dejarte llevar, estás muy tensa —me dijo.

—Okey, voy a relajarme —dije y volví a subirme en la tabla.

Cuando vino otra ola volví a intentarlo, pero de nuevo terminé cayendo.

—No puedo coordinar bien el movimiento de las piernas —dije.

—Déjame mostrarte —se acercó más a mi y sujetó mi tobillo —El movimiento es así —dijo moviendo mi pie —¿Lo tienes? —preguntó.

—Creo que si, pero me serviría si tu lo haces.

Asintió y se subió a su tabla, me mostró varias veces como debía pararme hasta que estuve segura de que me saldría.

—Esta vez si me saldrá —dije sonriéndole.

—Así se habla.

Primero remé, luego apoyé mis brazos a los costados y me impulsé hacia arriba quedando parada.

—Si —gritó Lucas haciéndome sonreír.

No duré mucho en pie, pero al menos lo había conseguido.

—Lo logré —dije con entusiasmo abrazándome a Lucas.

—Lo hiciste —dijo de igual manera —Ahora sigamos practicando, quizás para el próximo verano seas mi competencia.

Me reí —Si, por supuesto.

Seguí practicando por algunas horas, Lucas también practicó, el concurso empezaría en cuatro días y él aún no me había dicho que pasaría si yo perdía la apuesta.

—¿Te has divertido hoy? —me preguntó cuando íbamos de camino al hotel.

—Claro. ¿Tu no?

—Yo si, sobre todo cuando te caías —dijo con una sonrisa burlona.

—Cállate —le di un golpe en el brazo sin dejar de sonreír —Debo admitir que eres buen entrenador —dije un momento después.

—Claro que lo soy, no hay nada que yo haga mal —dijo con tono arrogante.

—Pues eres mal amigo —espeté.

Había tratado de no pensar en eso durante el día, sobre todo porque Lucas estaba haciendo que me divirtiera mucho, pero de todas maneras no podía pasar por alto el hecho de que se había olvidado de mi cumpleaños.

—¿Lo soy? —preguntó mirándome.

Asentí —Lo eres —aseguré.

Una gran sonrisa apareció en su rostro al tiempo que abría la puerta del hotel para mi.

Amor de Agua SaladaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora