La Élite

By itsalegria

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Alison ha sido echada de la residencia de su universidad. Y sin ningún otro sitio a donde recurrir, decide me... More

1. La Élite
3. Bienvenida
4. La ruta
5. La fiesta
6. Sin palabras
7. La búsqueda
8. Escondida
9. Gritos
10. Miedos
11. Una sorpresa
12. La compañía
13. Presentimientos
14. ¿Qué está pasando aquí?
15. Algo nuestro
16. Encerrada
17. Una advertencia
18. Encontrada
19. Hospitalizada
20. Acusaciones
21. Visitas inesperadas
22. No más sorpresas
23. La casa del lago
24. A oscuras
25. La piscina
26. Pillada
27. Respuestas Claras
28. Comportamientos extraños
29. Casualidades
30. Manipulada
31. Abrazos
32. Un día juntas
33.Piensa mal y...
34. Confianza
35. Presentándome
36. Hailey
37. Trastornos de personalidad
38. Ganas
39. Pronto se acabará
40. La familia Johnson
41. Que le den a la Élite
42. El tiempo
43. Revelaciones

2. Un reto

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By itsalegria

La primera vez que leí la carta, pensé que podría ser alguna especie de broma o una tomadura de pelo. Las probabilidades eran muy altas. Pero, ¿y si no? 

Era surrealista.

La Élite se consideraba como la fraternidad más poderosa de la universidad. Por lo que había escuchado, existía hacía unos pocos años. Nadie sabía exactamente quién la fundó, ni cómo se fundó ni cuando. Apareció de la nada.

Tampoco se sabía cómo ni porqué, pero desde entonces, la fraternidad lo controlaba todo. Y lo peor era saber que lo controlaban todo sin que tú supieses quienes eran, cuantos eran, ni lo que eran capaces de hacer. Bueno, sí. Todos sabían lo que eran capaces de hacer. Porque se hacían notar sin siquiera estar presente. Y eso de alguna manera, estremecía las otras fraternidades y a la gran mayoría de los estudiantes de la universidad. 

Y me estremecía a mí pensar que ellos hubiesen puesto el ojo en mí.

La Élite, era la única fraternidad que no tenía por nombre letras griegas como es usual en las fraternidades universitarias. Son la Élite y punto.

Era la única que no utilizaba contraseñas, ni se distinguía por algún símbolo, ni una flor ni nada. Las otras fraternidades tenían sus propios símbolos o contraseñas, para reconocerse entre ellos en las fiestas de fraternidades y las reuniones. Pero ellos no. Porque, como ya he dicho antes, nadie sabía nada de dicha fraternidad. Solo de su existencia.

Y por último, era la única que no utilizaba métodos tradicionales para "reclutar nuevos miembros". Mientras las otras fraternidades "reclutaban" a gente nueva con sus tradicionales novatadas y retos, la Élite no hacía nada de eso. Así que tampoco se sabía cómo reclutaban a nuevos miembros, si es que lo hacían. No se sabía cómo se podía entrar en su "codiciada" fraternidad. Aunque, con aquella carta en la mano, no sé si debería cambiar el "no se sabe" por " yo sí lo sé".

Por lo tanto, la única cosa que tenía la Élite en común con las otras fraternidades era el hecho de tener su propia residencia.

Y las preguntas del millón son: ¿Cómo demonios mantenían su identidad tan en secreto? ¿Y cómo diablos podían tenerlo todo bajo su control sin siquiera dar algún indicio de que nos observaban? 

Nadie tenía las respuestas a esas preguntas.

Pero la gran pregunta era: ¿qué debía hacer?

¿Ir a la residencia de la Élite o llamar a mi madre y decirle que me han echado de la residencia? 

Llamadlo curiosidad, desesperación o falta de tornillo, pero después de pasar casi toda la noche dándole vueltas al asunto decidí que la mejor opción que tenía era ir directamente a su residencia para aclarar mis dudas.

Así que, nada más dar las nueve de la mañana me duché, me vestí, cogí las llaves de mi coche y me tiré una hora dando vueltas con el coche por todo el territorio de la universidad -teniendo en cuenta lo grande que es- en busca de la residencia de la Élite porque ni siquiera tuvieron la decencia de indicarme dónde se hallaba su fraternidad.

Una hora y media y tres mil vueltas más tarde -quizás exagere un poco-, divisé un edificio a unos diez kilómetros de distancia del campus universitario que resultaba ser el edificio que llevaba casi toda la mañana buscando. Al menos suponía que era el edificio que yo buscaba.

Una cosa tenía clara, los miembros o los fundadores de esta fraternidad estaban demasiado empeñados en mantenerse alejado del centro universitario.

El edificio era enorme, pero más que una típica residencia parecía una mansión. Nada más verlo desde fuera, ya me estaba dando la sensación de que aquella casa o residencia estaba hecha para gente con dinero. Y no me refiero precisamente solo a la clase alta. Me refiero a gente con millones y millones de dólares metidos en el fondo bancario.

Estaba tan sumida en mis pensamientos mientras observaba con detalle esa casa que me sobresalté cuando escuché una voz lo suficientemente cerca como para darme el susto de mi vida.

-¿Vas a quedarte allí todo el día?

Con la mano todavía en el corazón, me giré lentamente para encontrarme a un chico, con una sonrisa ladeada y una ceja elevada mostrando una expresión humorada.

Una persona cualquiera no estaría deambulando por allí, a diez kilómetros del campus universitario, por mero gusto. Así que supuse que sería uno de ellos.

Mi incomodidad se hacía cada vez más presente al darme cuenta de que el chico que tenía delante se había dedicado a mirarme de arriba-abajo y sonreír de esa manera tan socarrona.

¿Acaso se estaba burlando de mí?

-Ven conmigo- dijo sin esperar ninguna respuesta de mí.

No estaba muy segura si lo que estaba haciendo era lo correcto. No sabía si esta gente era de fiar. No obstante, mis pies parecían pensar por sí solos, ya que mientras me debatía interiormente entre salir corriendo o seguirle, me encontré pisándole los talones al chico Ninja. Sí, había decidido llamarlo chico Ninja porque creía que era un nombre adecuado para él.

Con cada paso que daba, mis nervios aumentaban. Los latidos de mi corazón empezaban a acelerarse y mis manos empezaban a sudar. No sabía por qué me estaba poniendo tan nerviosa, la verdad. Solo era una fraternidad ¿verdad? Solo eran un puñado de chicos, aparentemente muy ricos y poderosos, que se habían interesado en mí. No tenía que preocuparme de nada.

-Mirad quién ha decidido visitarnos chicos- dijo el chico Ninja cuando entramos a lo que me parecía el salón.

Y allí delante de mí me encontré a tres chicas y otros tres chicos distribuidos por todo el salón enorme.

Ellos estaban allí, sentados en diferentes sitios pero callados. Fue como si me estuviesen esperando, como si supieran que iba a venir ese día.

La sala estaba en completo silencio. El único ruido que yo podía escuchar eran los propios latidos de mi corazón y mi respiración pesada.

Tenía delante de mí a los miembros de La Élite.

-Vaya- irrumpió la única rubia del grupo, cortando el incómodo silencio que se había formado -Has venido.

La rubia se mostraba sorprendida. Como si no se esperaba que apareciese.

-Bueno- hablé por primera vez clavando mis ojos a los de la rubia -¿Qué iba a perder por venir?

Pude ver por el rabillo del ojo a otra chica, mirándome fijamente con los brazos cruzados. Se mostraba seria, lo cual me ponía un poco nerviosa. Mientras tanto, la otra parecía demasiado absorta en su propio mundo. 

Observé a los otros tres chicos. Uno de ellos, un castaño tirando para rubio y alto igual que el chico Ninja, fruncía el ceño. Como si estuviera extrañado por mi presencia y por todo lo que estaba ocurriendo. El otro chico, uno moreno, parecía desinteresarse por todo esto ya que estaba más atento al móvil que a la "conversación". Y el tercero, el cual me parecía haber visto alguna vez, tenía el semblante serio.

-He de decir- habló esta vez el chico Ninja- que es indignante que Ash siempre se lleve las mejores

Fruncí el ceño. ¿De qué estaba hablando? ¿Quién era Ash?

Y como si aquella chica, la que no dejaba de mirarme fijamente, hubiese visto venir que iba a preguntar, habló.

-Hemos escuchado que te han echado de tu residencia

Asentí. No sabía qué responder.

Por lo que habían escrito en la carta, intuí que sabían perfectamente en qué situación me encontraba. 

-Iré al grano- me crucé de brazos, esperando a que continuara. Esto me está dando mala espina -Te dejamos quedarte con nosotros solo si aceptas el reto.

Un reto.

Tenía que cumplir un reto para quedarme allí. Era lo único que me pedían a cambio de mi estadía en su residencia. Eso me lo veía venir. Dudaba que me integrasen en su grupo así sin más, así que, lo veía bastante lógico.

Entonces recordé la nota final de la carta.

Una vez dentro, no había marcha atrás.

¿Estaba haciendo lo correcto? ¿Debía aceptar su oferta?

No tenía otra opción.

Ellos eran la única opción que me quedaba.

-¿Qué tengo que hacer?- pregunté tras unos minutos en silencio, pensándomelo.

La chica sonrió por primera vez. Los demás integrantes no decían ni una palabra. Solo observaban y escuchaban. Y era realmente incómodo.

-Tienes tres meses.

-¿Para qué?- pregunté bastante intrigada

-Tienes tres meses- habló el chico Ninja esta vez, rodeándome el hombro con sus brazos -para lograr que nuestro amigo Ash, se enamore de ti.


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