SENTIMENTAL

By 4Viernes13

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Gema y Joana quieren tener un trabajo en vacaciones, un trabajo que les permita poder hablar por largos momen... More

Prologo
Capítulo Uno, un sueño, un chico
Capítulo Tres, escoge, chica, escoge
Capítulo Cuatro, detente, corazón
Capítulo Cinco, lágrimas compartidas
Capítulo Seis, secreto sucio
Capítulo Siete, última noche.
Capítulo Ocho, sí.
Capítulo Nueve, lágrimas escarlatas.
Capítulo Diez, siempre tarde.
Capítulo Once, una pelirroja.
Capítulo Doce, pastel de la discordia.
Capítulo Trece, corazón roto.
Capítulo Catorce, cae de prisa, lluvia.
Capítulo Quince, de un escape.
Capítulo Dieciséis, un mosquito.
Capítulo Diecisiete, un accidente.
Capítulo Dieciocho, una fina bruma.
Capítulo Diecinueve, se descubre.
Capítulo Veinte, segmento especial.
Capítulo Veintiuno, un perro, un dueño.
Capítulo Veintidós, ve por ella.
Capítulo Veintitrés,
Capítulo Veinticuatro, de una huida.
Capítulo Veinticinco, ¿uva o fresa?
Capítulo Veintiséis, blanco.
Capítulo Veintisiete, bajo la piel.
Capítulo Veintiocho, olvídalo todo.
Capítulo Veintinueve, del otro lado.
Capítulo Treinta, pesadilla.
Capítulo Treinta y Uno, café y donas.
Capítulo Treinta y Dos, ¿Joana?
Capítulo Treinta y Tres, ropa prestada.
Capítulo Treinta y Cuatro, recuerdos enterrados.
Capítulo Treinta y Cinco, gente normal.
Capítulo Treinta y Seis, pero estas mojada y hace frío.
Capítulo Treinta y Siete, cabello rojo.
Capítulo Treinta y Ocho, un libro.
Capítulo Treinta y Nueve, obsoleto.
Capítulo Cuarenta, de vuelta está.
Capítulo Cuarenta y Uno, Wild.
Capítulo Cuarenta y Dos, mi amor es puro.
Capítulo Cuarenta y Tres, ¿Drogas?
Capítulo Cuarenta y Cuatro, problemas.
Capítulo Cuarenta y Cinco, flores peculiares.
Capítulo Cuarenta y Seis, hacerse la difícil.
Capítulo Cuarenta y Siete, atormentados.
Capítulo Cuarenta y Ocho, final.

Capítulo Dos, la formula perfecta

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By 4Viernes13

Creía haber llegado a casa. Azotó la puerta con fuerza. ¿Qué importaba? No había nadie. Como siempre.

Se resguardo en su habitación con un vaso con agua, le dolía la cabeza fuertemente, había tomado hasta perder la conciencia: quería perderlo todo, absolutamente todo. Cada recuerdo de ella, de su familia, de sus momentos con ella.

Le dolía la cabeza.

Esperaba pacientemente a que el alcohol y el humo absorbente de la hierva borraran los brillantes momentos con ella. Pero no avanzaba. Malditamente se quedaba estancado siempre en el mismo lugar.

Comenzó a llorar de nuevo. Como cada noche, cada día, cada momento.

Imágenes de ella gritando, de ella llorando, de sus sangre, de la culpa que lo inundaba todo, del dolor que sentía extinguir la luz dentro de él y le sofocaba pero no le mataba.

Le dolía la cabeza.

El pecho.

Las manos.

El estúpido cabello que ella solía maldecir.

Los ojos le dolían por no poder verla, y temía que eventualmente olvidaría su sonrisa.

Le dolía la cabeza.


Gema bajó corriendo las escaleras del metro, largas como las noches en vela. Se le volvía a hacer tarde. Joana le mataría. Esperaba poder librar el golpe.

En ese momento Joana iba subiendo las escaleras del edificio de la jefa. Aun con un pequeño atisbo de sueño el la punta de sus pestañas. Todo valía la pena si al final del verano tenía dinero suficiente para poder ir a un concierto de SS301.

El chico de la última vez la esperaba pegado en la puerta, con los brazos cruzados y sonrisa en los labios.

—Monir. —Suspiró Joana.

Al final de la noche, el chico se le había apetecido un poco difícil de describir. No era solo guapo, sino que tenía encanto al mirarla con aquellos ojos café y sonrisa calentada en un horno. Sentía que se podría acostumbrar al olor del alcohol en su aliento. Esa misma mañana había decidido no regresar con Terry, acabar con lo que alguna vez tuvieron y comenzar con Monir, esperaba poder conocerlo mejor.

—Ven, quiero mostrarte algo —dijo el chico de los ojos café. — Creo que te va a gustar.

Él extendió su mano para que Joana la agarrara, ella accedió con una pequeña sonrisa. ¿Qué era aquello que le iba a gustar?

Monir la dejó penetrar el departamento de su abuela, para la persona que trabajaba Joana, él le indicó que guardara el mayor silencio. Caminaron sobre piso lustrado hasta llegar a una habitación en donde, supuso Joana, dormía Monir, él cerró la puerta detrás de sí y la guió hasta la ventana.

A ella le comenzaron a temblar las manos más de lo usual. ¿Qué iba a suceder allí?

Él tomó suavemente su otra mano, dirigiéndola al cristal de la ventana. Ella no comprendió lo que significaba al principio.

—Mira lo que hay en el cristal —susurró Monir muy cerca de ella.

Joana miró fijamente el cristal. Se había formado una forma de hielo en ella, un perfecto copo de hielo, circular y bello.

—Vaya —exclamó Joana. — Nunca había visto algo parecido.

—Yo tampoco.

Joana ya escuchaba su voz pegada a su oreja, su aliento chocando con su mejilla.

A quinientos metros de allí, Gema brincaba dentro del metro, esperando a que avanzara más rápido. "Pinche virgen" pensó.

En ese momento Monir apartó la vista de Joana y la jaló hasta la salida del departamento, justo como había entrado. Ella pensaba que le robaría un beso, el momento perfecto desperdiciado.

"¿Qué le sucede?" se dijo Joana.

No entendía a Monir en ese momento. Quería besarla, y él era de los chicos que obtienen las cosas por el brillo de sus ojos y su sonrisa espléndida con fuerza de mil mares, ella también quería hacerlo, ¿entonces porque no simplemente tomó lo que quería?

—Ten la llave —le tendió la llave. Sus manos separadas, ya no unidas.

Monir la acorraló en la pared antes de sacarla por completo del departamento. La miró a los ojos, esperando a que ella hiciera algo. Pero no sucedió nada por parte de Joana que era bastante caprichosa con su ego. Él sonrió enormemente y le plantó un beso en la mejilla.

—Vete antes de que se despierte mi abuela —susurró.

Gema estaba ya a una esquina de llegar a la heladería cuando Joana bajaba las escaleras del edificio con el cachete aún hormigueando.

—Pinche Joana —dijo Gema falta de aliento— yo que vine corriendo y ella...

Suspiró.

—Bueno —se acomodó la mochila— conste que yo llegué temprano.

Joana había llegado media hora tarde. A la heladería. Con los cabellos negros cayéndose de sus orejas. Su amiga le reprochó, momentos después se quedó callada hasta que ratificó que ella siempre llegaba tarde y que Joana había hecho lo mismo. Tal vez podía disculparla por esa vez.

—¿Cómo te fue con el grosero? —Preguntó Gema, mientras lavaba las cucharas para helado.

—Bien.

Gema se rió.

—No te creo pinche Joana.

—No me creas, —dijo muy digna, volteando la cabeza para no verla— ¡Animal! Me salpicaste con el agua.

—Que delicada eres —Gema se secó las manos en el delantal— pero entonces ¿cómo te fue?

Joana se sentó en un banco cerca del escaparate con los precios.

—Pues llegué y me invitó a un fiesta...

—¿Y luego? —Exclamó Gema cuando después de un tiempo Joana no dijo nada. — Pinche Joana ¿me vas a dejar así? Tengo que saber desgraciada.

—Joana.

Era el nieto de la señora Rasmy el que había entrado en la heladería y miraba a Joana como si se tratara de lo único que había.

Joana se arregló el cabello de la coleta de cabello y se levantó del banco.

—Ehi. —Dijo Joana mientras levantaba la mano en forma de saludo.

—Quería decirte algo. —Balbuceó Monir a duras penas.

Gema se quedó tiesa, ¿qué acababa de pasar el día de ayer? ¿Cómo había sido más delicado con Joana que con ella? ¿Por qué a ella y no a Joana? ¿Por qué Joana tuvo suerte con él y ella no? Quería saber que era lo que había pasado ayer. Pero... ¡ah! Joana siempre se detenía en las mejoras partes de las historias.

Joana salió y se sentó en las mesas de afuera, junto a la puerta de la heladería. Monir la imitó, sonreía cuando hablaba con Joana. Como si ella fuera algo espectacular, tanto como para ponerse feliz tan solo con verla.

Gema se quedó metros atrás, del otro lado del cristal, detrás de los refrigeradores, recargada en ellos, mirando como platicaban los dos sonriendo. Que horror, ella quería saber cómo era que habían llegado allí. Suspiró.

Ella también quería a un chico igual de guapo, que le sonriera tan solo con verla, que la buscara todo el tiempo. Quería que... Bajó la mirada, desbloqueó el celular, miró las aplicaciones y entró en Wattpad para despejar su mente.

Terry cruzaba la calle, con las manos en los bolsillos, caminando efusivamente, miró la heladería donde trabajaba Joana, su exnovia y con un poco de suerte su novia. Vio las mesas de afuera, había una pareja sentada en esas mesas, disfrutando de la sombra de las sombrillas y el aire cálido del verano. Pensó que estaría con ella es esa misma mesa hablando con Joana...

Al acercarse más a la heladería la pareja fue formando forma. Ese de ahí se aprecia a Monir, el tipo que era como un grano en el culo, un loco. Y esa con la que hablaba era... ¿Era Joana? Joana estaba con el tipo ese, el marihuano.

Joana dobló los ojos cuando Monir le dijo que "le parecía guapa".

Gema levantó la mirada de su celular cuando escuchó el barullo fuera de la heladería. "Que gente tan molesta" dijo "no me dejan leer la novela", "que se vayan a otro lado a gritarse".

—¡Joana! —Gema se cubrió la boca con la mano cuando se dio cuenta de lo que estaba pasando fuera.

Era Terry y el nieto de la jefa que se estaban peleando fuera de la heladería, Monir miraba enojado a Terry y Joana que estaban agarrados de la mano. Se notaba que Joana quería deshacerse del agarre de Terry, pero no podía.

Entonces fue cuando Gema decidió dejar el celular encima del refrigerador para mirar más detenidamente la escena que estaba dando lugar.

—¿Qué haces con ella aquí? —Demando Terry.

—Porque ella quizo venir conmigo. —Se mofó Monir delante de Terry.

—Déjame —gritó Joana a Terry para que la soltara.

Entonces Monir tomó el otro brazo de Joana.

—Ella es mía. Suéltala. —Monir la tenía bien sujeta cuando se lo dijo a Terry.

—Ella es mi novia. —Contraataco Terry.

—No es verdad —dijeron Monir y Joana al mismo tiempo.

Los tres se gritaban y miraban, Gema los observaba desde atrás, decidiendo si grababa o si iba a ayudar. Decidió grabarlo.

Agarró su celular y corrió a la entrada del local, abriendo todavía la aplicación de video. Comenzó a grabar cuando Monir soltó a Joana para darle un puñetazo a Terry. El puñetazo no llegó a Terry siquiera, Terry aprovecho para golpearlo en el estómago. Gema se cubrió la boca con la mano. ¡Que espectáculo!

Joana se movió junto a Gema en cuanto la miró.

—Ojete, apaga eso y ayudarme a sacarlos de aquí. —Reclamó Joana.

—Espérate, esto se esta poniendo interesante.

—Animala, van a tirar la mesa —gritó Joana.

Entonces fue cuando Monir le dio su primer golpe a Terry, que a penas y le rozó. Mientras Terry ya había golpeado a Monir siete veces. Joana volvió a urgirle a Gema y fue cuando las dos los aventaron lo más rápido posible al arrollo vehicular. En donde intentaron seguir su pelea, pero ninguno de los dos lo logró porque un carro pasó volando a su lado. Monir estuvo a punto de asentarle una patada en el costado a Terry, pero el coche paso como alma que lleva el diablo y se tuvo que mover hacia atrás con todas sus fuerza, mientras que Terry simplemente dio dos pasos atrás.

—Yo no tengo ni uno siquiera y tu, Joana —se iba quejando Gema cuando entraron de nuevo al local— tienes hasta dos.

—No tengo a ninguno de los dos —se enojó Joana— Terry es mi ex y Monir es solo un amigo.

—¿Monir?

—El nieto de la propietaria.

—Mmm.

—¿Qué?

— Que nombre tan extraño.

—Es extranjero.

—¿Él? Pero si ni el nombre tiene de extranjero.

—Su nombre es el extranjero, Animal.

—Ah.

Monir iba a entrar de nuevo en la heladería, pero su abuela estaba doblando la esquina, así que decidió volver a su casa. Terry no volvió por la misma razón. Antes de irse se miraron con odio un momento más. ¿Cómo era que se habían sentido atraídos por la misma chica?

La propietaria llamó a Gema par que la auxiliara mientras hacia las paletas: ese día no había ido su ayudante del día anterior. Mientras Joana miraba como pasaba la gente frente a la heladería sin voltear siquiera. Que suerte la suya, nadie en el locas, en lo que esperaba a que un cliente se acercara se pondría a escuchar música y ver videos. Le encantaba como bailaban los chicos coreanos.

Del otro lado de la acera iba caminando él, con la mirada pegada en el suelo, pensando en que fiesta se colaría ese día. Necesitaba ahogarse en bebida. Necesitaba olvidar.

Justo cuando él cruzaba la calle del lado de la heladería y pasaba frente a sus bonitos cristales Joana subió la mirada, sintió que conocía a ese extraño. Profundizo el ceño, pensando.

Que loco, ella casi no conocía a muchas personas. Una persona más que pasaba frente a la heladería.

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