El cursado universitario había sido, demasiado agotador, las horas no parecían pasar, su mente se encontraba dispersa, perdida, preocupada por los sucesos acontecidos la noche anterior. Se preguntaba si a pesar de tener algunas pistas fehacientes, aquello que había vivido, ¿podría a ver sido un sueño?, ¿Cómo era posible?, si él sintió como la realidad le penetraba por las venas, como sus sentidos se experimentaban en toda su expresión consciente los incentivos que la realidad provoca en su cuerpo y en su mente.
El paso de las horas no podía calmar o responder sus dudas profundas, necesitaba volver a leer el viejo cuaderno. ¿Qué contendrá ese libro?, ¿Qué paso realmente?, ¿Por qué había soñado con su abuelo?, ¿Por qué le advertía?, ¿sobre que lo advertía?, ¿Qué quería decirle?. Un pensamiento se repetía en su cabeza, una y otra vez, El cuaderno, el cuaderno, debo volver a leer el cuaderno, el cuaderno, el cuaderno.
Por más que la voz de sus profesores, se expandía por su cuarto, a través de su PCSOFT, Juan no podía concentrarse en la clase de historia de la Universidad del Litoral. Su mente recordaba muy poco de aquella clase expositiva, digna de una conferencia. Pero recordaba cada una de las palabras que había leído del viejo cuaderno de su abuelo.
Bajo su mirada hacia lado derecho de la pantalla, en la parte inferior, se encontraba abierta una ventana, con un documento DOC, donde se transcribía al instante las palabras del docente y las participaciones de los alumnos.
Mientras el profesor continuaba explicando, los cambios de la reforma universitaria del 1917, respondiendo la pregunta de una joven asiática, que desde Tokio, indagaba al docente con claras marcas de preocupación y desconcierto en su rostro.
Juan intentaba ponerse de nuevo al tanto de la clase, y seguir al grupo clase, pero no lograba hacerlo, mientras escuchaba la voz, en un difícil pero compresible español, de la joven asiática, llamada Sakura.
En ese momento, una luz verde, comenzó a titular, sobre la parte izquierda de su pantalla, allí donde se encontraban todos los rostros de sus compañeros de clase, sobre su barra de herramientas, un mensaje informático se encendió con una luz azul,
- Mensaje privado de Joao José.
Juan con su dedo índice, toco el mensaje y una ventana se abrió en un instante, allí vio a su amigo Joao, de la región de Lusitana del Gran Estado de Europa.
- ¿Qué pasa?, amigo estas distraído.
- Si, lo estoy un poco.
- La verdad que mucho, por que te estoy viendo y te encuentro perdido, como si estuvieras en otro lugar.
- No, logro concentrarme, por más que haga todo el esfuerzo posible no puedo.
- Tranquilo, Juan, hasta ahora esta haciendo solo un repaso de lo dado.
- Che, ¿Quién es esta Sakura?
- Es una nueva compañera, que se inscribió la semana pasada, hoy es su primera clase.
- ¿Dónde es?
- De la Isla Japón.
- Sabes todo de la nueva compañera, se ve que te interesa, jajajaja
- Es linda, debo reconocerlo, pero más me interesa la joven princesita, de Gran Bretaña,
- No sos tonto, para elegir, vos.
- Bueno, vos tampoco te quedas atrás,
- ¿Por qué lo decís?
- Por la rubia de la provincia de Italia.
- ¿Quién?
- No te hagas, el tonto, Juan. Te hablo de bella y sensual italiana.
- ¿Francesca?
- Si esa precisamente, hoy no esta presenciando la clase.
- No, ayer estuvimos hablando y me dijo que no iba a estar, tenía algunas cosas que hacer.
- Mira vos que considerada de su parte.
- No pasa nada con Francesca, solo es una compañera.
- Si, yo también lo soy y a mi no me mando ningún mensaje o se queda hablando conmigo hasta que se duerme. Es más jamás una mujer me dijo, que mi voz le traiga calma y tranquilidad.
- En serio, Joao no pasa nada, es solo una amiga.
- Por que vos queres que lo sea y va a seguir siendo eso, si no te decidís. Ella es muy bella, sensual, atractiva, temperamental y dulce, pero no te vayas a enamorar de ella.
- Me parece que nos estamos yendo de tema.
- Si, huís como siempre, hace lo que debes hacer o lo que creas conveniente hacer, pero no te vayas a enamorar, por que sus besos serán veneno para vos.
La charla se interrumpió de golpe cuando, el docente tomo la palabra, la imagen de Joao se minimizo de repente,
- Todos han comprendido las causas y las consecuencias de la reforma universitaria de 1917, que ha sido la base para gran reforma universitaria global del 2030, cuando las universidades del mundo, firmaron el acuerdo mundial para impartir una misma educación global. Tema que verán en profundidad con el Doctor François Binochet, de la Universidad Europea de Paris, en su cátedra Formación del Mundo Postmoderno II.
- ¿Alguna pregunta, alumnos?......
- Bueno si nadie tiene alguna duda por formular, antes de la que la clase termine, le dejo los temas y los textos que deberán estudiar para la próxima clase del "Seminario sobre Historia de la Universidad del Litoral", que deberán bajar de la pagina virtual del seminario.
- Juan, otra vez más textos para leer, este tipo cree que uno no tiene nada que hacer.
- Bueno, Joao, esto es la universidad, hay que estudiar y estudiar.
- Si, pero donde queda la diversión. ¿Dónde?.
Ambos rieron, por el tomo dramático que Joao le imprimió a sus palabras.
- Che vas a presenciar la clase de La Educación y los cambios tecnológicos I, con la Profesora, Svetlana Vólkova de la Universidad Oriental Europea de Moscú.
- No creo, Joao, tal vez me tome un recreo, despeje mi mente un poco y quizás vaya a presenciar la clase sobre historia de "Las Provincias Unidas de Sud América".
- Bueno, Juan nos encontramos en esa clase.
- Lucy sal de la página de la Universidad Global de Historia.
Juan salio de su habitación, mientras lo hacia, miro por encima de su hombro y su mirada se centro en viejo arcon que se encontraba tal cual lo había dejado la noche anterior y todas las preguntas volvieron a apoderarse de su mente. Una y otra vez se decía.
- El cuaderno, el cuaderno, debo volver a leer el cuaderno.
Bajo hasta la cocina, coloco agua sobre un terno electrónico, para luego colocarlo sobre una base negra, enchufada a una toma corriente, conectada a toda una red eléctrica, alimentada por la luz solar.
Fue esta la consola de la base, la programo a su gusto y apretó el botón rojo, para dar comienzo a la programación efectuado por él. Al cabo de unos segundos, una voz robótica rompió con el silencio pensativo de Juan.
- 85 º centígrados como lo indico, señor.
- Gracias.
La consola y la base negra, se apago al instante.
Juan tomo el termo en sus manos y subió hasta su pieza, al llegar a su pieza, paso por enfrente del arcon, pero esta vez ni siquiera lo miro. Fue hasta su escritorio, tomo su mate, le cambio la yerba, la misma fue reciclada a nueva, vertió un poco de agua sobre el mate, para luego absorber por la bombilla la exquisita infusión. Respiro hondo como si intentara tomar valor y lo exhalo lentamente, con el mate en sus manos se dirigió hacia el arcon, lo abrió de un empujón, el interior del mismo, estaba tal cual lo recordaba, cubierto de fotocopias, libros, sobres, cartas y fotos.
Lentamente comenzó a quitar todas las cosas se encontraban sobre el cuaderno en busca de su liberación, una vez que lo logro, lo tomo en sus manos y se dirigió hasta la cama, se sentó sobre ella. Apoyo el cuaderno sobre el acolchado blanco, por unos segundos se quedo inmóvil mirando el cuaderno, sintió como el temor y la curisiodad se mezclaban dentro de él, como si una tormenta con vientos contradictorios soplaran en su mente, la inquietud resonaba con la voz de los truenos y los recuerdos de la noche anterior, mientras estallaban en su mente rayos y centellas.
Casi sin pensarlo, se vio desatando las cintas de cuero de oveja, abrió el cuaderno, paso las primeras hojas, volvió a leer los párrafos que la noche pasada había leído en voz alta, pero no pasaba nada, solo el eco de las mismas en el silencio de su habitación.
Sin entender lo que sucedió, volvió a leer una y otra vez las mimas palabras, pero no sucedía nada, absolutamente nada, desilusionado comenzó a convencerse de que todo había sido solo un sueño y por más que le molestara, su madre tenia razon, todo había sido un mal sueño.
Defraudado por la situación, por el cuaderno y por su gran imaginación, hojeo el libro para comprobar que las hojas amarillentas, se encontraran escritas, y en todas ellas encontró un poema, escrito con la letra manuscrita de su abuelo.
Las letras no eran muy grandes, pero tampoco eran pequeñas, le sorprendió la prolijidad y el pulso de cada verso, pues las hojas no tenían renglones, puedo ver como los poemas comenzaban a hacerse cada vez más cortos, hasta que los mismos desaparecieron por completo dejando algunas decenas de hojas en blanco.
Juan llego hasta el final del cuaderno cerrándolo, la tapa del mismo, quedo boca abajo, cuando las manos del joven volvieron a colocarla mirando al techo. Se quedo mirando el Nudo Infinito, sin entender lo que había sucedido.
En ese momento, escucho el ruido de una puerta cerrándose, acto seguido, la voz de su madre.
- Hola, Juan, ya llegue.
Como nadie contestaba su madre volvió a saludar.
- hola, ¿Juan?, ¿estas en casa?
- Si, mama. Estoy en mi pieza, ya bajo.
Juan bajo las escaleras hasta la cocina en busca de su madre, la saludo y le dio un beso.
- Hola, ma, como fue tu día.
- Bien, un poco cansador, pero fue un buen día.
- Bueno, me alegro.
- Y vos, ¿Cómo te fue en la facultad?
- Bien, un poco aburrido, pero bien.
- ¿Por qué aburrido?
- No se si es esa la palabra, estaba muy distraído.
- Y ¿Por qué lo estabas?
- No lo se, tal vez sea por el viejo arcon y por el sueño de ayer.
- Ah, Juan no te distraigas con cosas del pasado, viví el presente, no seas como tu abuelo.
- Va a ver un problema, ma. Por que si me recibo, yo voy a vivir del pasado, pues voy a hacer profesor de historia.
- ¿Por que decís que no sea como mi abuelo?
- Tu abuelo era un fanático de la historia, todo el día estaba leyendo, escribía comentaba cosas que habían sucedido en el pasado, como si en algún remoto lugar de este mundo, el pasado, el presente y futuro se encontraran en vértices cósmicos, y destino nacería y moriría escrito en la estrellas y las entrañas del dragón, no me acuerdo más.
- ¿Qué, no entendí nada?
- Bueno, hijo, yo tampoco entendía lo que me contaba, había día en que tu abuelo estaba como perdido de la realidad, sin saber que año o día era, bastante loco.
- ¿Sabias que el abuelo, escribía poesía?
- Si, algo me había contado mi madre. Me dijo que él, escribía muy bien, cuando ellos estaban de novios, el siempre le escribía uno. Yo tengo el que me escribió a mi el día que nací.
- Cuando era niña siempre le pedía que me lo leyera y me dormía.
- Y ¿te acordas de él?
- Algo, no mucho. Si lo queres leer, lo busco y te lo presto. Entendiste no, te lo presto.
- Bueno, mama. Ya entendí.
- Pero un día, dejo de escribir y nunca más lo hizo. Como si escapara de sus creaciones, como si las palabras lo hirieran o lo atraparan.
- Por que?
- No lo se, hijo. Una vez le pregunte, por que dejo de escribir, pero nunca me dio una respuesta. Simplemente me dijo, las palabras tienen un poder que ni los literatos o los poetas pueden comprobar, siempre elegí muy bien lo que quieres decir o comunicar, como así también aquello que quieres recordar.
- Mira la hora que es, Juan. Y yo todavía no prepare la comida, tu padre ya debe estar por venir.
- Y ¿Qué vamos a comer?, ma.
- Todavía no lo se, pero si me ayudas, algo saldrá.
- Bueno, te ayudo. ¿Qué hago?
- Pelá algunas cebollas.
Madre e hijo se quedaron juntos en la cocina, preparando la cena y recordando a ese hombre misterioso y sabio que Juan llamaba abuelo, pero que nunca conoció.
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