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By EMMolleja

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Scarlett Brandon está desesperada por encontrar un trabajo de verano y así poder ganar dinero para pagar un a... More

Prólogo
Capítulo 1: La jugosa propuesta
Capítulo 2: La familia Patterson
Capítulo 3: Un "refrescante" primer día
Capítulo 5: Mañana en el parque
Capítulo 6: A las tres de la madrugada
Capítulo 7: Las paredes que se derriban
Capítulo 8: El primo Luke
Capítulo 9: Hellboy
Capítulo 10: Noche en Zathura
Capítulo 11: Ceguera cortical
Capítulo 12: La canción de Evan
Capítulo 13: Evangeline Reneé Patterson
Capítulo 14: Luke y su poder de persuasión

Capitulo 4: La vista exótica del ventanal

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By EMMolleja

    —Antes de que digas cualquier otra cosa, Letty me mandó aquí —le hice saber—. Aunque, personalmente, creo que deberías bajar a cenar con Evan y tu padre.

Él enarcó una ceja con suficiencia y soltó una seca risa.

—¿Y lo que tú creas debe importante porque...?

Fruncí los labios con disgusto, regañándome mentalmente por haber pensado durante un momento que él tenía algo de atractivo. Bueno, sí lo tenía, pero con tan solo abrir su bocota y soltar idioteces, opacaba cualquier rasgo físico positivo y favorecedor.

—La comida —masculló, estirando ambos brazos hacia mí—. Pon la comida en mis manos y vete.

—¡Ja! Increíble —bufé, incrédula.

Esto ya se salía de control, no toleraría su actitud por más tiempo. Necesitaba ponerlo en su lugar y dejar las cosas claras si de verdad pretendía quedarme todo el verano y soportar sus idioteces.

—De verdad necesitas relajarte un poco, ¿bien? ¿Nadie te ha dicho que actúas como un imbécil la mayoría del tiempo? Que estés ciego no significa que la gente se tiene que tragar toda tu mierda. Si quieres hacerte el miserable y ardido chico enfermo, no tienes por qué descargar tu odio en otras personas y mucho menos a las que se preocupan por ti.

No me importaba si había cruzado la línea. El chico me había realmente cabreado; era un malcriado, creído y no dejaría que estropeara esta gran oportunidad para mí, por la simple razón de que quería llamar la atención o joderme por satisfacción.

Claramente, se sintió afectado por mis palabras, ya que su ceño se frunció, su expresión de suficiencia se desvaneció y se tardó en atacarme de vuelta.

Y me sentí un poco mal, pero solo un poco.

—¿Ya terminaste de hablar? —Entonces, Theo volvió a ser el Theo que llevaba un día conociendo y que genuinamente detestaba.

—¿Acaso quieres que siga?

—¿Sabes qué? Llévate el plato de vuelta a la cocina, ya no tengo hambre —farfulló, arrugando su nariz.

Antes de que pudiera bajar sus brazos, mi mano viajó a la suya para detenerlo. Él dio un brinco de sobresalto en cuanto nuestra piel tuvo contacto. Era la primera vez que lo tocaba, y no pude negar que algo en mi interior también brincó.

—Lo siento, no hay devoluciones. —Puse el plato en la palma de su mano y aparté la mía instantáneamente, viéndome repelida por aquella extraña sensación—. No te desharás de mí, Theodore, tengo mucha tolerancia, créeme cuando te digo esto, he lidiado con personas peores que tú.

—¿Ah, sí? ¿Personas como cuáles? —preguntó, fingiendo lucir interesado, alzando una ceja.

—Mi madre —le contesté con el mismo tono amargo con que él había hecho la pregunta.

Al parecer, la palabra "madre" era punzante para él, ya que las comisuras de sus labios bajaron hasta formar una línea recta y sus hermosos e indescriptibles ojos se entornaron, quedándose en esa misma posición unos aterradores segundos. No sabía si disculparme por la palabra o hacerme la tonta. Su reacción me había bajado la guardia.

Mi estómago se revolvió de culpa, y de la buena.

Sabía que el tema de las madres era delicado para él.

Demonios, acababa de estropear la única esperanza de hacer una especie de tregua con este chico.

—El verano apenas comienza, intrusa, y como veras, tengo todo el tiempo del mundo para hacer que te vayas por donde viniste. —No sabía si alegrarme porque su idiotez había regresado o enojarme por su amenaza (y su ridículo sobrenombre)—. Tal vez Evan esté encantado contigo, pero a mí... —Su rostro se inclinó hacia el mío a tal punto que nuestras narices casi se chocaron—. No me agradas para nada.

Aguanté la respiración mientras volvía a erguirse, alzando sus labios en una pequeña sonrisa de satisfacción. Luego, entró a su habitación y cerró la puerta en mi cara.

Cuando bajé de nuevo las escaleras, fingí que todo había salido de maravilla con Theo y me dispuse a tomar mi comida para llevarla conmigo a la casa de huéspedes, pero Evan y su padre insistieron en que me quedara a cenar en la mesa y aunque sentía que Theodore debía estar aquí también, no le di más vueltas al asunto, había tenido mucho de él por un día.

El señor Patterson definitivamente se había ganado mi respeto en apenas dos días. No estaba segura si era por el hecho de que nunca había tenido una figura paterna y viéndolo a él siendo tan buen y considerado padre con Evan me hacía sentir extraña. Era una sensación de bienestar que nunca tuve estando con Alice y eso despertó mi interés en saber cómo era su difunta esposa. Pero ni siquiera me atrevería a sacar el tema en mi primer día aquí.

Mi día terminó estropeándose de nuevo al oír que no me encontraría con Letty todos los días, ya que como era verano y tenía que ir con sus hijos, solo vendría tres días a la semana para cocinar y dejar algunas cosas guardadas para después. Ahí se iba por el caño la ilusión de tener a alguien adulto y agradable con quien hablar además de William.

***

Dormí como un bebé, la cama era mil veces más cómoda que la mía, esos que dicen que no había lugar como el hogar estaban equivocados, no había dormido así en mucho tiempo, sin tener que escuchar a mis vecinos discutir en su porche, o despertarme a las cinco de la mañana porque Alice volvió a atascar máquina de café.

Mis ojos se abrieron molestos por la claridad y me giré para ver el reloj de mi teléfono. Eran las nueve de la mañana, y el sol veraniego estaba atravesando sin piedad el lindo ventanal frente a la gran cama donde me encontraba. En cualquier otra situación me hubiese dormido otra vez, pero siempre quise tener una habitación con balcón para poder despertarme, pararme ahí en las mañanas y tomar aire fresco. Mi casa ni siquiera tenía una segunda planta.

Casi me olvidaba que estaba en una especie mansión y que la casa de huéspedes quedaba justo detrás, atravesando el jardín trasero, donde ahora contemplaba las exóticas flores y los increíblemente verdes arbustos. El lugar era en serio hermoso.

Alcé la vista del paisaje y enseguida me encontré a lo lejos con un ventanal mucho más grande que el mío. Hacía un segundo, las cortinas estaban cerradas, pero ahora, tenía claro y nítido acceso a una espaciosa y moderna habitación de chico. ¿La de Theodore quizá?

Theodore apareció en mi precioso panorama, respondiendo mi reciente pregunta. Esta mañana llevaba puestos unos simples bóxeres de cuadros y su tonificado torso estaba, de nuevo, desnudo. Una toalla color naranja colgaba de su hombro como si estuviese listo para ir al baño. Me esforcé por apartar la mirada, pero fue en vano.

Se detuvo frente a su cama y parecía en busca de algo; sin embargo, no pude agudizar mi vista para ver qué era exactamente. Pero lo que me tomó bastante desprevenida fue lo que comenzaba a hacer a continuación... él estaba quitándose sus bóxeres.

¡Por Jesucristo bendito y sagrado, tenía una clara vista de su trasero ahora mismo!

—Oh mi Dios. Oh mi Dios —expresé, desviando la mirada abruptamente en cuanto él empezó a girarse hacia la ventana.

Corrí dentro de la habitación y cerré hasta las cortinas. Mi corazón se encontraba acelerado y ya no necesitaba ningún café para despertarme. Ese suceso me había espabilado por completo.

Mientras me lavaba los dientes y me cambiaba el pijama, traté de olvidar a Theodore y su... trasero, aunque me fue un poco difícil, logré dejarlo atrás y hacer como si no hubiese visto nada.

Tenía que volver a mi papel de estricta niñera de nuevo y eso... obviamente era una distracción.

—Buenos días, Scarlett —me saludó el señor Patterson, saliendo de la mansión con otro elegante traje puesto—. ¿Has dormido bien?

—Buenos días, William, sí, he dormido mejor que nunca —lo saludé de vuelta con una amplia sonrisa.

—Tengo que salir ya, el desayuno está en la cocina, Letty lo ha dejado antes de irse. Evan sigue durmiendo, pero cuando despierte me gustaría que lo llevaras a un parque cercano aquí para que juegue con sus amigos. Puedes llevar a Theodore si desea. La dirección está en el GPS del C Sedán 300c, puedes conducirlo.

Mi boca se abrió sorprendida, ¿acaba de darme permiso para conducir un Chrysler 300c? Este era el mejor trabajo de mi vida.

—Guau, gracias, me aseguraré que todo esté en orden por acá, que tenga un bien día en el trabajo. —No pude ocultar mi repentino entusiasmo.

Él me dedicó una pulcra sonrisa.

—Tú también, dile a Evan que estaré temprano hoy en casa para que juguemos al Xbox un rato —me dijo divertido, antes de dirigirse hacia la entrada, donde un hermoso BMW color plata lo esperaba aparcado.

Comenzaba a preguntarme qué tipo de negocio llevaba el Sr. Patterson.

Me despedí con un agite de manos hasta que estuvo lejos, entonces me di la vuelta y me adentré en la casa, directamente yéndome a la cocina, donde me encontré con Ángelo acomodando un desayuno completo en una bandeja.

—¿Cómo se encuentra el día de hoy, señorita Brandon?

No me terminaba de acostumbrar a su recta postura y su cortés lenguaje.

—Excelente, ¿para qué la bandeja, señor LeDour? —inquirí, aunque haciéndome la idea de que era para el chico ogro.

—El joven Theodore ha ordenado su desayuno en la habitación —me contestó con su habitual cara de póker.

¿Estaba hecho de piedra o qué? ¿O era una especie de robot?

—¿Esto es un hotel? Porque no lo sabía. —Enarqué una ceja con sarcasmo—. ¿Puedes hacerme un favor, Ángelo?

El dejó la bandeja sobre la barra para poner toda su atención en mí. Pude jurar que vi una pizca de humor saltar en su rostro.

—¿Qué desea que haga? —Su pregunta contenía lo que yo llamaba una completa disposición. Me sentí alegre al saber que tenía al hombre de hielo de mi lado también.

—¿Puedes subir a la habitación del joven Theodore y decirle que yo, su niñera, le pido que baje a comer su desayuno como gente normal? Y si insiste en que no, que yo, su niñera, iré arriba y lo haré bajar sea como sea, ¿de acuerdo? ¿Harías eso por mí? —le pedí, poniendo mi mejor cara de empleada profesional.

¿Acaso esa era una sonrisa? ¡Vaya! Hice a Ángelo sonreír por una milésima de segundo, pero lo hizo. Punto para Scarlett.

—Enseguida, señorita...

—Scarlett, llámame Scarlett, Ángelo. —Le guiñé el ojo y lo observé mientras abandonaba la habitación.

Escuché sus pasos subiendo las escaleras y esperé, con una sonrisa de satisfacción que no parecía querer abandonar mi rostro. Luego de algunas voces y un portazo, los pasos de Ángelo se escucharon cerca de nuevo y asomó su cabeza asomó por la entrada de la cocina.

—El joven Theodore bajará enseguida —me anunció, para luego desaparecer de nuevo sin darme tiempo de agradecerle su ayuda.

Un par de pasos junto con golpes secos –que asumí que era su bastón—, se acercaban cada vez más a mi locación. Un momento después, Theodore –ya vestido, gracias a Dios—, entró a la cocina con cara de pocos amigos.

—Si bajo las escaleras tengo el riesgo de caerme —farfulló con disgusto sabiendo que me encontraba presente—. Buena movida, intrusa.

—Pero no lo hiciste —le dije con tranquilidad, acercándome para ayudarle a encontrar su desayuno—. Eres ciego, no inválido, eso es sólo una excusa. Creo que tienes que saber cuántos escalones hay en tu propia casa, ¿no?

Él se quedó callado. Otro punto para Scarlett.

—Te estás sobrestimando mucho —terció fríamente mientras tanteaba en busca de algo.

—Aquí —guie su brazo hasta donde estaba la bandeja de comida.

No quería tener que tocarlo de nuevo y sentir aquellos choques eléctricos que había experimentado al tocarlo antes, pero no podía ser tan mala tampoco. Debía ser profesional.

—Tu desayuno está justo al frente.

Tanteó y tomó un tenedor para comenzar a comer, sin siquiera darme las gracias. Bueno, no podía quejarme, hacerlo bajar a desayunar ya era un gran paso.

Lo observé comer su desayuno en silencio.

¿Y saben lo que se me vino a la mente de repente, sin ninguna aparente razón?

Sí, su desnudo trasero.


Nota de la autora:

Ay, Scarlett, te veo mal. ¿Será que verle las nalguitas a Theo te dejó descolocada? JAJAJAJAAJ Quién fuera Scarlett, vale. Daría dinero por ver eso jujuju Okya, ya, me calmo.

Y ustedes, ¿qué piensan hasta ahora de nuestro Ogro? ¿Será que se nos ablanda el muchacho? ¿Será que Scarlett tendrá que ver en eso? Bueno, ya eso lo veremos pronto jajajaja.

¡Besitos y no olviden votar y comentar!

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