Auf Wiedersehen, Sweetheart

By RianRo2

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AU. Italia, Segunda Guerra Mundial. Feliciano Vargas es un apasionado, algo asustadizo, miembro de la resiste... More

Capitulo 1
Capitulo 2
Capitulo 3
Capitulo 4
Capitulo 5
Capitulo 6
Capitulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 11
Capítulo 12
Capitulo 13
Capitulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18

Capítulo 10

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By RianRo2

Advertencia: lemon/lime

Feliciano corrió por el sucio camino, en la vía hasta el campo. La luz rayaba el cielo oscuro y los truenos resonaban ruidosamente, casi ensordecedores al hacer eco entre las montañas. En unos pocos segundos Feliciano se empapó por la lluvia, pero casi ni se dio cuenta. Todo lo que podía sentir era una dolorosa palpitación en su pecho, una desesperanzada desesperación amenazando aplastarlo, el ligero calor en sus mejillas antes de que sus lágrimas se tornaran frías con el viento helado. Pero no se detuvo. No podia. No podía ver cómo todo volvería a estar bien y solo quería correr, escapar muy lejos. Escapar a un lugar donde no existía ninguna Alemania ni Inglaterra ni Italia, donde no hubiera nadie a quién odiar y nadie contra quién pelear. Algún lugar donde los bandos no existieran y él pudiera echarse en los verdes campos con Ludwig, recogiendo flores y riendo y jugando fútbol y sentarse a la par contra un roble debajo de un dorado sol. Un lugar donde pudieran estar en otro lugar. Pero este era el mundo, y esta era la guerra, y Ludwig se había marchado. Se había ido, y Feliciano nunca tendría ese otro lugar y quería caer y gritar por el dolor que le causaba.

Feliciano pasó por el usual tanque quemado y se dio cuenta en una sacudida que había estado pensando cualquier otro lugar en el mundo entero en cual necesitaba estar en ese momento. Quería ese lugar, quería las memorias y la alegría y el dolor y todo lo demás, por completo, porque eso era todo lo que había dejado. Pero mientras más se acercaba al árbol se dio cuenta, entre la lluvia y sus lágrimas, con un apretado tirón en su pecho, que alguien estaba parado debajo. No se atrevió a pensar. No se atrevió a esperar. Feliciano no podía ver bien entre la oscuridad y la lluvia pero al enlentecer su paso hasta un vacilante caminar su cuerpo vibraba con un ardiente, violento, inevitable latido. Los truenos podría haber estallado a su alrededor y él no los hubiera notado. Porque nada más existía. Porque Ludwig estaba parado ahí, como si nada hubiera pasado, como si esta fuera otra hermosa tarde en la que se olvidarían del mundo y se encontrarían debajo del roble. Cuando todo finalmente se aclaró, cuando Feliciano pudo sentir el chispeante latido de su corazón clavado en su pecho, corrió. Lo mismo hizo Ludwig. Y no pararon hasta que se alcanzaron.

"Lo sient..." Pero Feliciano no acabó la oración porque Ludwig lo cogió de la cintura, lo acercó, y con un estremecedor agarre desesperadamente presionó sus labios contra los de Feliciano.

Y luego eso no importó más. Bandos, y países y lealtades, y todas esas cosas sin importancia. Lo que cualquier persona hubiera dicho, lo que cualquiera hubiera pensado. Nada de eso importaba. Todo estaba bien en ese instante. El corazón de Feliciano se disparó con regocijo, cada punzada de dolor y pesar se desvaneció por el momento. Porque Ludwig estaba con él , besándolo, sosteniéndolo como si él fuera lo único que existiera en todo el mundo.

Feliciano no sabía por cuánto tiempo permanecieron así, con los labios deslizándose sobre la piel húmeda por la lluvia, las manos agarrándose el uno al otro como si al soltarse fueran a caerse. Y él no sabía cómo respirar o moverse o pensar y no sabía si estaba llorando o riendo o ambos. Finalmente sus labios se separaron y Ludwig jadeó, poniendo su mano temblorosa sobre la mejilla de Feliciano. "Lo siento tanto. Lo siento, tanto, tanto, Feliciano..."

"¡Tú nunca fuiste una misión!" Feliciano lloró inmediatamente, desesperado porque Ludwig lo escuchara esta vez. "Nunca estuve trabajando en contra tuyo, la resistencia no tenía nada que ver..."

Ludwig asintió con la cabeza, casi riendo. "Oh por Dios, Feliciano, ¡Yo lo sé! Estaba sorprendido, y fui estúpido, cómo pude llegar a pensar eso."

"No importa." Feliciano jadeó, susurró, rio, gritó alegre. No podría decirlo.

"Yo no quise decir eso." Ludwig puso ambas manos sobre las mejillas de Feliciano. Sus ojos estaban tan oscuros como el cielo, sus mejillas húmedas por la lluvia. "Por favor perdómane por decir todo eso. Nunca te haría daño, o a tu familia. Nunca permitiré que nadie te haga daño."

Feliciano asintió, inseguro de cómo manejar la maravillosa felicidad que fluía por sus venas, su corazón, su cabeza. "¡Lo sé! Lo sé, Ludwig, y eso no importa ahora, solamente, solamente dime que no estoy soñando, que está aquí, y ..."

"Estoy aquí, Feliciano. Estoy aquí contigo."

Feliciano rio aliviado y extendió su mano hacia Ludwig, a sus labios, a sus manos, a todo él, para sentirlo y cerciorarse de que era real. No se sentía como si solo hubiera sido una tarde la que estuvieron separados, y era imposible pensar que unos momentos atrás el mundo estaba por acabar cuando ahora era brillante y hermoso y era uno de nuevo. Se sentía como un segundo, toda una vida antes de que rompieran el beso por aire, riendo, jadeando, mirándose con incredulidad. "¿Pero por qué estás aquí, Ludwig? Feliciano deslizó sus manos sobre el pecho de Ludwig , tratando de convencerse de que no estaba soñando. Era difícil de creer. "¿Qué estás hacienda aquí afuera en la tormenta.?"

"No sabía a dónde más ir. Fui a mi base y me di cuenta que acababa de cometer el más grande error de mi vida. Me di vuelta y regresé, inmediatamente después..." Ludwig se ahogó, luego se recuperó para decir las siguientes palabras. "Después de informar a mi General del ataque de mañana." La abrasadora felicidad de Feliciano se vio manchada sólo ligeramente. Pero se lo esperaba.

"Yo sabía que tenía que decirles, Ludwig. Porque eres bueno, y eres justo, y no permitirías que sean atacados por sorpresa. Y tú amas a tu país."

"Lo dejaría quemarse por ti." Ludwig susurró, luego lo besó nuevamente, profundamente, abrasador, punzante, hasta que Feliciano se olvidó de sentir nada más que una incontenible alegría una vez más. Ni siquiera se dio cuenta de la lluvia, ni el viento racheado o los truenos estallando hasta que comenzó a tiritar y Ludwig lo apartó gentilmente. "No deberías estar afuera en esta lluvia congelante."

Feliciano sintió una breve chispa de pánico. Ludwig no lo podía dejar nuevamente... Agarró la mano de Ludwig y haló de ella antes de que Ludwig pudiera protestar. "Sígueme."

Para el alivio de Feliciano, Ludwig obedeció fácilmente, sin vacilación. "¿A dónde vamos?"

"¡A algún lugar libre de esta lluvia!" Feliciano rio.

"Pero a dónde podríamos..."

"Sígueme, conozco un lugar."

Corrieron bajo el viento helado y la lluvia torrencial, Feliciano al frente, su corazón golpeteando y su cabeza dando vueltas, cada uno de sus pensamientos y sentimientos atados al toque de la mano de Ludwig agarrada de la suya. La apretó y miró a Ludwig para asegurarse de que era real, y rio alegremente cuando Ludwig apretó la suya de vuelta, sonriendo.

Feliciano no había estado allí en años, pero encontró fácilmente el camino hacia el viejo granero al borde del campo. Rara vez era usado en estos días excepto para el almacenamiento, pero no había quedado mucho después de tantos años de guerra. Feliciano empujó la chirriante puerta y ambos entraron, agradecidos, fuera de la tormenta. Feliciano sacudió la lluvia de su cara y de su cabello, sin soltar la mano de Ludwig, y dio una mirada alrededor del lodoso granero. El lugar estaba casi en silencio salvo por el repiquetear de la lluvia sobre el techo. Sólo un delgado hilo de la luz del atardecer se colaba desde el exterior, sólo lo suficiente para distinguir la litera cubierta de heno, la madera cortada almacenada, los bastidores de vino y de aceite de oliva guardados en estantes, la vieja chimenea contra la pared. Ludwig alzó sus cejas, algo confundido. "Uh, aquí hay una... ¿Por qué hay una chimenea en este granero?"

Feliciano se estremeció. "El abuelo construyó este lugar, hace algunos años." Él decía que había pasado algunas de las mejores noches de su vida aquí dentro. Decía que de no ser por este granero ni Lovino ni yo estaríamos aquí. Realmente no sé por qué, digo, sólo es un granero. ¡Pero al menos está seco! Feliciano tiritó violentamente y Ludwig le frotó los brazos con energía.

"Gott, estás tan frío. ¿Funcionará esta vieja chimenea?" ¿Habrá algo de leña por aquí cerca?"

"Yo creo que funcionará...Dios, espero que funcione. Hay algo de leña por aquella pared."

Ludwig caminó hacia la chimenea y rápidamente se puso a trabajar con las astillas y la leña mientras mascullaba para sus adentros, algo que se oía como, "Una chimenea en un granero, estos italianos locos..."

Feliciano tiritó nuevamente e inmediatamente comenzó a sacarse la ropa húmeda. No había forma en que se secaran sobre su cuerpo, y se estaba helando. Se sacó su chaqueta cuidadosamente, decepcionado de haber logrado arruinar sus dos chaquetas ese día. Sólo se las había cambiado después de haber empapado la otra en la lluvia de la mañana. Al deslizarla sobre sus hombros sintió algo en el bolsillo interior que le rozó la mano. Lo alcanzó con curiosidad y sus ojos se abrieron ampliamente cuando se dio cuenta de lo que era. Era las fotografías que se había tomado con Ludwig, las que Lovino había descubierto en la bodega. Recordó haberlas guardado en su bolsillo cuando el abuelo Roma entró en la habitación...no había reparado en ellas desde ese momento. Estaban casi ilesas de la lluvia, solo un poco húmedas, por lo que Feliciano las colocó en un estante sobre el aceite de oliva para que se secaran y cubrió un viejo barril con su chaqueta.

Feliciano comenzó a desenganchar sus tirantes mientras miraba a Ludwig cerca a la chimenea. Le había prendido fuego tan rápido, obviamente estaba acostumbrado a ello, obviamente porque en Alemania hacía mucho frío. Ludwig cerró la pantalla, con el fuego crepitante y flameante. Se puso de pie, sacudiendo sus manos. "Eso es, esto debería calentarte..." Ludwig se ahogó al darse la vuelta, con los ojos abiertos en alarma. "¿Qué estás haciendo?"

"¡Me estoy quitando la ropa!"

Ludwig lo miró como si no pudiera pensar en una sola manera de responder a ello. Se quedó boquiabierto por unos momentos antes de ahogarse. "¿Por qué?"

Feliciano frunció sus cejas. ¿Acaso no era obvio...? "Porque están mojadas, y yo tengo frío. Tú también deberías quitártelas." Se paró frente a Ludwig y comenzó a desabotonar su chaqueta gris de la milicia. Ludwig se veía demasiado conmocionado como para detenerlo.

"¿Cuántas debo quitarme?" Su voz estaba ligeramente alarmada.

"¡Todas" O te congelarás y cogerás un resfriado y luego morirás y yo estaré, muy pero muy triste." Feliciano deslizó la chaqueta de Ludwig por sus hombros antes de jalar su propia camiseta por sobre su cabeza. Ludwig solo lo observaba. "Ahora siéntate y quítate las botas o tus pies se congelarán."

"Oh. Oh, está bien..." Ludwig se sentó sobre el heno que cubría la litera, todavía mareado, y Feliciano se dejó caer a su lado y comenzó a sacarse sus propias botas. Locura, una felicidad delirante todavía corría por sus venas y sentía como si pudiera comenzar a reir en cualquier momento. Y todavía estaba extrañamente nervioso, casi excitado, su corazón tronando locamente y su estómago revolviéndose extrañamente, placenteramente. Inseguro de su nerviosismo, Feliciano continuó hablando mientras Ludwig y él se sacaban las botas, el creciente fuego comenzaba a calentar su piel.

"No querrás congelarte porque si no perderás tus dedos y no serás capaz de caminar y tender que empujarte en una silla de ruedas, no es que me sea una molestia, realmente. Solamente que por aquí hay un montón de colinas y no sé si podré empujarte por todo el camino al pueblo todos los días. Aquí, Ludwig, tu camiseta también está húmeda." Feliciano alcanzó la camiseta de Ludwig, la desabotonó pasando la Cruz de Hierro en su cuello, por su pecho, para finalmente deslizarla por sus hombros y sus brazos. Luego Feliciano se detuvo. Por un momento sólo miró, su respiración se aceleró, el nervioso revoltijo en su estómago se disparó hacia su columna. "Oh." Trató de tragar pero su garganta estaba seca." El ancho pecho de Ludwig estaba esculpido en músculo, su dorada piel todavía húmeda de la lluvia y brillando a la luz del fuego. Sin pensarlo, Feliciano estiró su brazo y recorrió con la yema de sus dedos por el firme, cálido, musculoso pecho de Ludwig. Se levantó y cayó rápidamente bajo su mano, y contuvo el aliento cuando inesperadamente Ludwig cogió a Feliciano por la cintura acercando hasta juntar sus pechos desnudos. Feliciano jadeó y luego gimió, colocó sus manos en los enormes brazos de Ludwig, y se mordió el labio para poder controlar otro sonido quebrado que ascendía por su garganta. Repentinamente se sintió algo tímido y miró hacia abajo, sorprendido por aquel desconocido sentimiento. Ludwig lo besó gentilmente en la mejilla.

"¿Cómo...cómo dices "bésame" en italiano?" Feliciano volteó su cabeza y encontró a Ludwig mirándolo intensamente, sus ojos azules brillando con la luz del fuego, y el corazón de Feliciano se subió a su garganta. Sus labios estaban tan cerca...Tragó un par de veces antes de responder.

"Baciami." Susurró.

"Baciami." Repitió Ludwig obedientemente. Feliciano se rio suavemente. Su pronunciación todavía era terrible.

"Küss mich." Susurró de vuelta contra la mejilla de Ludwig. Sus labios se encontraron dudosos al principio, gentilmente, luego el beso rápidamente se tornó más fuerte y profundo. Las manos de Feliciano se tornaron más audaces, explorando sobre los largos brazos y el pecho de Ludwig, respiró afiladamente cuando Ludwig lo recostó y se apoderó de él, firme y ligeramente pesado. Cuando sus pieles se encontraron nuevamente Feliciano lo sintió como si fuera una descarga eléctrica, su pecho lleno y a punto de desbordarse. Los anteriores besos fueron breves, robados. Pero ahora no había nada aparte del cálido fuego y la lluvia sobre el techo y Ludwig y la noche entera en adelante. Todo era demasiado perfecto, demasiado increíble. La piel de Ludwig era tan cálida, su aroma era tan vívido e intoxicante, el sonido de su pesada respiración hacían que Feliciano se remontara. Feliciano lentamente se dio cuenta de que Ludwig temblaba levemente. "¿Todavía tienes frío?" Preguntó, preocupado.

"No."

"¿Estás asustado de los truenos?" Todo está bien, Ludwig, yo te protegeré." Ludwig rio tranquilamente contra su oído y lo besó nuevamente. Feliciano no sabía qué hacer con toda esa felicidad. Era casi demasiado como para soportarlo. Presionó más cerca, inclinado en el roce de Ludwig, deslizando sus manos por su espalda, y se dio cuenta..."También necesitas quitarte tu pantalones."

Ludwig inmediatamente se congeló, su expresión se tornó entre aprensiva y sorprendida, sus ojos brillantes en deseo. "No sé si es una buena idea."

Feliciano lo miró lentamente, implorándole, con el labio entre sus dientes. Se volteó contra Ludwig y susurró como si solo respirara. "Yo pienso que es una muy buena idea."

Una vez más, Ludwig se encontró ante un inevitable vacío en sus palabras. "Yo...oh, yo...tú quieres decir..."

Feliciano asintió, por primera vez sin saber cómo poner en palabras lo que quería. No sabía mucho sobre ello, pero sabía lo que los amantes hacían juntos, y sabía que quería sentir a Ludwig por todas partes. Hermoso Ludwig que era tan fuerte, tan tentador, tan guapo y brillante y asombroso que Feliciano solo quería estar cerca, lo más cerca possible. Feliciano trató de encontrar las palabras. "Tú y yo, juntos..." Él empujó sus caderas hacia arriba y Ludwig ahogó un gemido. "Al igual que esto."

Feliciano no le dio tiempo a Ludwig de comprender antes de perderse en su frío y pesado agarre. A Ludwig sólo le tomó unos segundos llegar abajo y ayudar, hasta que ambos pudieron deshacerse de sus pantalones todavía ligeramente húmedos, entonces jadeó y lo agarró hasta que sus caderas desnudas chocaron. El sentimiento se disparaba a través de Feliciano como un rayo antes de que pudiera hablar. "¿Alguna vez...lo has hecho antes? Feliciano de repente se encontró a si mismo completamente, irracionalmente enojado ante la idea de que Ludwig estuviera de esa forma con otra persona.

Le tomo algo de tiempo a Ludwig responder. El sudor le corría por la frente. "No." Dijo temblando. "Pero, yo he..." Se perdió en un mascullar. "Leído sobre ello..."

"¡Oh!" dijo Feliciano al entenderlo. "Una vez Lovino y yo encontramos unos libros debajo de la cama del abuelo. Lovino no pudo mirar al abuelo a los ojos por un mes. "¿Tus libros también tenían fotos de chicas desnudas?"

La cara de Ludwig se tornó roja, sus ojos se abrieron ampliamente y entró en pánico. "¡No! Gott, no, nada como eso, eso no era a lo que me refería, estoy hablando de algo más enteramente..."

Feliciano soltó una risita. "Está bien, Ludwig." Lo besó sostenidamente, apretando sus caderas contra las suyas, tratando de convencerlo sin usar palabras.

Ludwig rompió el beso, jadeando, luego tragó pesadamente, casi atorándose. "¿Sabes lo que esto significa...?" Se veía como si no supiera cómo hacer la pregunta. "Lo siento, quiero decir, entiendes cómo..."

Feliciano separó sus muslos, y colocó una pierna sobre el costado de Ludwig. Se quedó mirando los grandes ojos de Ludwig y susurró. "Esto significa que estrás adentro mío. ¿Verdad?" Ludwig no se movió. Feliciano pensó brevemente si debía hacerle recorder que debía respirar. ¿Um...Ludwig?"

"JA...um, quiero decir, sí, yo..." Ludwig tosió nerviosamente. Feliciano soltó otra risita. "Necesitaremos algo." Dijo Ludwig rápidamente.

Feliciano ladeó su cabeza. "¿Algo?"

"Para hacerlo...más fácil...um..." Ludwig miró hacia abajo. Feliciano nunca lo había escuchado tan inseguro. Era casi adorable. "Algo así como una crema, o un aceite, o..."

"¡Oh, yo sé!" Feliciano rodó debajo de Ludwig y se dirigió hasta los estantes. Tomó una botella de aceite de oliva y volvió a sentarse sobre la litera para alcanzársela a Ludwig. "Esto es."

Ludwig alzó una ceja. "Aceite de oliva. Hay aceite de oliva almacenado al lado de una cama de heno, y de una chimenea, dentro de un granero. Italianos locos." Feliciano no pudo responder antes de que Ludwig lo besara y lo recostara sobre el heno. Y luego Ludwig se empoderó, sus manos y sus labios y su respiración, y Feliciano se apoyó en él, lo sintió. Esto era la más cerca que había soñado, más de lo que hubiera imaginado. Luwdig se volvía más seguro cada segundo y Feliciano gemía al ser empujado contra él, con un ansia incontrolable que crecía incontrolablemente en su pecho y se diseminaba por todos lados, por donde Ludwig tocaba con esas cálidas, fuertes y todavía temblorosas manos.

El dolor no fue nada, no después de la insoportable agonía por la que habían pasado. Porque este era Ludwig, y esto era todo, y se derritió en la perfecta e indescifrable sensación del largo y cálido cuerpo de Ludwig contra él, Ludwig haciendo presión, dentro de él, y todo era tan increíble y deslumbrante que Feliciano no pudo contener las lágrimas que brotaban por sus ojos.

"¿Estás bien? Preguntó Ludwig, con la cara preocupada de repente mientras trataba de seguir respirando.

"Sí." Susurró Feliciano, aferrándose a los brazos de Ludwig para tratar de moverlo. "Oh sí..."

"¿Te estoy hacienda daño? " Los brazos de Ludwig se congelaron mientras se sostenía firme.

"No, no, estoy bien..." Ludwig se movió, Feliciano jadeó, y él se congeló completamente.

"Lo siento, ¡Lo siento! ¿Estás...?"

"Ludwig, silencio." Felciano lo alcanzó y lo besó, rodeando su cintura con sus piernas, atrayéndolo. Ludwig jadeó, se estremeció contra sus labios.

"Ah, Gott, Feliciano..."

Feliciano nunca se había imaginado esos sentimientos, esas sensaciones. Como si estuviera rodeado por Ludwig, perdido en él, como si el mundo se hubiera encogido y no contuviera nada más que esa pequeña esquina, en ese mismo momento. Y se sentía muy bien dentro de él, y por todo su ser, y la cara de Ludwig era tan bella ante la luz del fuego que Feliciano quiso alcanzarla y tocarla.

Feliciano deslizó sus manos sobre el pecho y los hombros de Ludwig, emocionado por la sensación de duro y trabajado músculo debajo de aquella dorada piel. El sudor corría por la frente de Ludwig y sus ojos se mantuvieron fijos en Feliciano, como si no pudiera mirar a otro lado. La piel de Feliciano quemaba donde Ludwig colocaba su mano, en su costado y sobre su cadera, y jadeó cuando Ludwig la deslizó por entre ellas, luego se estremeció y lloró cuando estas se cerraron alrededor. Un agudo y pulsante placer palpitaba entre sus piernas, en sus caderas, sus muslos, su columna, más grande que cualquier otro que haya experimentado por su propia mano horas antes bajo las sábanas, solo. "Ludwig." Jadeó sin aire. "Se siente tan bien..."

Feliciano no quería que se terminara nunca, pero no podia durar...nada tan perfecto como esto podía durar. Daba vueltas mientras Ludwig se movía más rápido, susurrando su nombre, y con un apretado pulso que crecía incontrolable, inevitable... "Oh...Ludwig, yo...oh..." Todo se volvió afilado, afilado, cayó, llegó a su clímax, en el estómago, la cabeza, en todas partes, y él gritó por la dicha intebnsa que sentía.

Ludwig jadeó contra su oído, caliente y húmedo para luego estremecerse y gemir. "Feliciano...Ich liebe dich." Las palabras sonaron tan suaves que Feliciano no estaba seguro de haberlas escuchado.

Feliciano jadeó para respirar mientras se secaba las lágrimas, puso sus armas alrededor del cuello de Ludwig y se estiró para llegar a sus labios. Se besaron lentamente, con sus pechos subiendo y bajando rápidamente el uno contra el otro. Ludwig rodó hacia un costado y atrajo a Feliciano entre sus brazos, besando su cabello. "Yo también te amo." Dijo Feliciano, colocando su brazo sobre Ludwig, acariciándolo. Sintió a Ludwig sonreir contra su frente.

Sus manos se encontraron entre sus pechos, con los dedos entrelazados juntos. Feliciano supo que eso era lo que importaba, que eso era por lo que la vida se vivía, y si sólo todas las personas pudieran sentirse así no existirían cosas tales como la guerra, el odio o el matar a otros. No había necesidad de hablar, no había necesidad de hacer nada más que permanecer acostados en los brazos del otro y sentir sus respiraciones. Y Feliciano no estaba seguro de estar dormido, pero no importaba, porque cuando abrió sus ojos de Nuevo Ludwig todavía estaba allí, allí con él. El fuego todavía ardía y estaba tan cálido en ese momento, a pesar de que podía escuchar el aullido del viento y los truenos y la lluvia en el exterior. Pero nada de ello podía tocarlo cuando estaba recostado en los brazos de Ludwig, seguro de todo. Sin embargo, todavía había cosas que nadie era tan fuerte como para controlarlas...

"¿Qué pasará mañana?" Feliciano finalmente habló, a pesar de no querer romper ese momento dorado, pero incapaz de dejar de preguntar. Ludwig tomó un hondo respiro antes de responder.

"Los americanos atacarán. Pero estaremos listos para ellos. Y será una pelea justa...no una emboscada a oscuras."

"Sus pilotos...¿Son Buenos? ¿Mejores que tú?"

"Son buenos." Ludwig le dio una pequeña sonrisa. "Pero no mejor que yo." Un Mustang no es competencia para un Messerschmitt." Feliciano asintió, satisfecho de que Ludwig le estuviera diciendo la verdad. Porque nadie podía ser mejor que Ludwig en nada. Ningún Americano podía vencerlo. Feliciano sonrió contra el pecho de Ludwig. Ludwig levantó su cabeza levemente, con curiosidad.

"¿Alguna vez pensaste, el primer día que nos conocimos, en la vía, que terminaríamos así?

"El primer día que nos conocimos." Ludwig sonrió pensativamente, y su cara se iluminó. Su normalmente ordenado cabello, peinado hacia atrás caída revoltoso sobre sus brillantes ojos, y Feliciano se le quedó viéndolo, con el corazón sobresaltado, tratando de grabar esa imagen en su memoria. "Ese era el primer día el cual había caminado tan lejos por el campo. Lo recuerdo claramente... Estaba tan cansado, agotado, y enfermo de todo. Todos los días, el mismo infiermo. Era como si estuviera viendo todo en blanco y negro. Pero entonces llegaste de la nada, y miraste hacia arriba, y hablaste y sonreíste y todo recobró nuevamente su color. Por un momento, los ojos de Ludwig eran tan azules como lo habían sido en ese soleado día en que se habían conocido. Feliciano se preguntó si se había enamorado en el momento en que los vio. "Tú hiciste el mundo hermoso nuevamente." Ludwig miró lejos tímidamente y Feliciano casi tuvo que reprimir una risa alegre como si la felicidad en su interior amenazaba con desbordarse. "Al día siguiente me encontré vagando por aquí de nuevo, sólo con la esperanza de verte. Creo que ya te amaba. Y todo el tiempo que nos conocimos nunca soñé ... nunca me atreví a pensar que sintieras lo mismo. Nunca imaginé que podría merecer eso..."

El pecho de Feliciano se sentía completo, su corazón tan lleno. Ludwig nunca le había hablado tan abierto, y Feliciano se sentía tan asombrado de poder hacer que alguien como Ludwig le abriera su alma. Le besó en el hombro. "Ludwig." Deseó que hubiera algo que se pudiera hacer, algo que pudiera decir para responder. Pero ¿Cómo podría alguna vez poner sus sentimientos en palabras contundentes de esa manera? Si hubiera algo que pudiera dar Ludwig ... entonces recordó con un sobresalto. "¡Ah, se me olvidaba!" Feliciano se incorporó y tomó las dos fotografías desde el banquillo por encima de ellos. "Aquí", Dijo, echándose boca abajo junto a Ludwig y la colocando las fotografías ante ellos. Se habían secado completamente. "¿Te acuerdas de las fotos que nos tomamos? ¿Arriba en la colina?"

"Por supuesto." Ludwig recorrió cuidadosamente con sus dedos la fotografía de Feliciano sonriendo alegremente a la cámara, con la chaqueta de Ludwig sobre sus hombros.

"¡Ahora tú tendrás una mía, y yo puedo tener una tuya! Se supone que debes sonreir en las fotografías, pero está bien, te ves muy guapo, de todas formas. Oh, debes escribir algo detrás, mi nombre, o algo así. Se supone que eso se hace con las fotografías, y el lugar, y la fecha también. Creo que fue el veinte...¿Dónde consigo un lapicero?"

"El bolsillo de mi camisa."

Feliciano alzó sus cejas. "¿Tienes un lapicero en tu bolsillo?"

"Por supuesto." Nunca se sabe cuándo necesitarás uno."

"Dios, cargas las cosas más extrañas en tus bolsillos. ¿No tienes más chocolate por allí, verdad?

Los labios de Ludwig se curvaron levemente. "No, lo siento." Volteó la fotografía y apuntó con el lapicero sobre esta. Luego hizo una pausa.

Feliciano estiró su brazo alrededor de Ludwig y se apoyó en su hombre. "¿Qué vas a escribir?"

La mano de Ludwig tembló ligeramente, luego escribió lentamente, cuidadosamente, en un limpia y angulosa escritura: solo dos palabras. 'bella ciao'Feliciano no pudo aguantar la risa ante ello, a pesar de que las palabras tiraban dolorosamente de su pecho. "Lo escribiste mal, tonto alemán."

Ludwig lo miró de reojo, con una pequeña sonrisa en sus labios. "No, lo escribí como en la canción."

Feliciano le devolvió la sonrisa y volteó la fotografía de Ludwig. Le quitó el lapicero y escribió. 'auf wiedersehen, sweetheart' en la parte de atrás. Luego observó ambas fotografías, una al lado de la otra. Dos despedidas. Feliciano estaba enfermo de decir adiós. Cerró sus ojos y rodó, de Nuevo para esconderse entre los brazos de Ludwig. El sonido de la lluvia sobre el techo se suavizó gradualmente y el ruido de los truenos venía desde lejos. La única luz provenía del oscilante fuego, la noche ya había caído. "Suiza, Ludwig. Me iría inmediatamente si me lo pidieras. En este mismo instante."

Los latidos de Ludwig se aceleraron contra el oído de Feliciano, su respiración se volvió levemente desigual. Cuando salió su voz estaba teñida de arrepentimiento. "Tengo un deber. ¿Y qué dirían tu hermano y tu abuelo si nunca vuelves a casa?"

Feliciano apretó sus ojos cerrados con dolor. Sabía perfectamente la respuesta. Pero todavía dolía. "No les importaría. Ellos saben que te conté sobre los aterrizajes. Ahora ellos me odian."

Ludwig pasó su mano gentilmente sobre la espalda de Feliciano. "No, estoy seguro de que no lo hacen."

"Las cosas van a cambiar a partir de ahora. ¿No es así?"

"Sí." No tuvo que mencionarlo, pero Feliciano sabía que Ludwig lo entendió tan igual como él lo había hecho. Con el aterrizaje de los americanos, no había manera en que Ludwig pudiera simplemente salir e ir hasta el roble y encontrarlo allí todos los días. Tendría suerte de permanercer en su base. "Pero esta guerra terminará algún día. En ese momento, yo regresaré por tí."

"Sí, lo harás, o yo iré por tí. Lo haré, Ludwig, no importa que tan lejos tengo que ir, ni cuánto tiempo me tome. Yo esperaré por ti por siempre. ¿Lo recuerdas? Te veré de nuevo, Ludwig. Lo hare. Te volveré a ver." Feliciano habló firme, determinado, pero con un tono de creciente desesperación. Ludwig tocó su mejilla y lo besó firmemente.

"Sí, me volverás a ver. Ahora no pienses en eso, Feliciano. Ahora mismo, estoy aquí contigo." Feliciano asintió, tratando de concentrarse sólo en Ludwig ahí con él, y no había nadie más, ese era uno de los lugares donde estaban en otro lugar. Feliciano presionó su cuerpo lo más cerca que pudo de Ludwig, lo sintió y respire de él, entrelazo sus piernas juntas, deslizó la yema de sus dedos sobre su pecho, su espalda, sus hombros, enredándolos en su cabello dorado. Feliciano suspiró conteniendo la sensación de los dedos de Ludwig retorciendo su cabello. "Este rizo tuyo." La voz de Ludwig resonaba dentro de su pecho y contra el oído de Feliciano. "Es tan extraño, nunca puede quedarse plano."

Feliciano sonrió y trató de combatir la inescapable modorra que lo absorbía. Quería quedarse despierto con Ludwig lo más que pudiera aguantar, por todo el tiempo que tenían. Pero también sabía que no quería ver a Ludwig irse. Sabía que lo quebraría, que no sería capaz de respirar otra vez. "¿Harías algo por mí?" preguntó Feliciano en voz baja, tan bajo que no estaba seguro si Ludwig lo había escuchado. Pero Ludwig apretó su mano y le susurró de vuelta.

"¿Qué quieres que haga?"

"Quédate hasta que me quede dormido. Y no me digas adiós."

Los brazos de Ludwig se tensaron alrededor de él como respuesta. Feliciano se aferró a Ludwig, conscientemente, pero al final, exhausto, no pudo luchar más. Se quedó dormido, el toque suave, el hormigueo en los dedos de Ludwig corriendo a través de su pelo, preguntándose cómo era posible que este era el mejor, el peor, el más feliz, el momento más triste de su vida.

Continuará...

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