Unplanned

By thespiderniam

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Matt Adams sabe que él no nació para el romanticismo, ese gen simplemente no se encuentra en su ADN y punto... More

Personajes + Booktrailer
Sinopsis
Capítulo 1 - Alternativa elegida
Capítulo 2 - Huésped no deseado
Capítulo 3 - Murallas elevadas
Capítulo 4 - Mimado
Capítulo 5 - Ryan Neill
Capítulo 6 - Delirios de princesa
Capítulo 7 - Causa y efecto
Capítulo 8 - El viejo Jack está prohibido
Capítulo 9 - Encuentros inesperados
Capítulo 10 - Desesperada
Capítulo 11 - Más
Capítulo 12 - Lluvia para corazones fríos
Capítulo 13 - Una oportunidad
Capítulo 14 - Cine al aire libre
Capítulo 15 - Vulnerabilidad y acercamiento
Capítulo 16 - Papas quemadas
Capítulo 17 - Rompiendo la burbuja
Capítulo 18 - Las cosas sucias se lavan
Capítulo 19 - Mis chicas favoritas
Capítulo 20 - Cosas por hacer antes de morir
Capítulo 21 - Decidido
Capítulo 22 - Lindo y risas
Capítulo 23 - El beso en el tejado
Capítulo 24 - Hasta siempre
Capítulo 25 - La pequeña semilla
Capítulo 26 - Hablando de un idiota
Capítulo 27 - Primera cita
Capítulo 28 - Inesperada valentía
Capítulo 30 - Experimentando
Capítulo 31 - Agradable sorpresa
Capítulo 32 - Estrellas en el firmamento
Capítulo 33 - Más que sólo querer
Capítulo 34 - Pesadilla
Capítulo 35 - Trastornado
Capítulo 36 - No mi bonita
Capítulo 37 - No otra vez
Capítulo 38 - Te extrañé
Capítulo 39 - Pequeños momentos
Capítulo 40 - Perdóname
Capítulo 41 - Los miedos de un hombre
Capítulo 42 - Fuerte y profundamente
Epílogo

Capítulo 29 - Visita indeseada

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By thespiderniam


MATT

12 de Agosto del 2011

El caliente sol hace que me pique la piel cubierta de sudor durante todo el entrenamiento, el hecho de conseguir una ducha con agua fresca es un verdadero alivio. Estoy sentando en la banca frente a los casilleros de los vestidores, terminando de guardar mis cosas en la maleta, cuando Adrián viene a sentarse a mi lado.

—Oye, mi hermano, ¿vas a irte corriendo como todos los días o te gustaría ir conmigo y el resto del equipo a la taberna de mi familia a jugar un poco de billar?

Me rasco un lado de la cabeza, mordiéndome el labio inferior, mientras trato de pensar cómo rechazarlo sin ser demasiado obvio.

—La verdad es que el billar no es lo mío...

Adrián echa la cabeza hacia atrás con una sonora carcajada.

—Ya, vale. Entiendo —me da un guiño, sin quitar la sonrisa de su cara—. La chica es primero. Admito que también preferiría estar con Carito, pero esta semana se ha tomado más en serio lo de ser reportera para el periódico de su papá y casi no la he visto. Ha estado ocupada con sus investigaciones o lo que sea —se encoje de hombros—. En fin, nos vemos en el partido de mañana entonces...

—Sí, vale. Prometo ir otro día a jugar al billar contigo.

—Eres bienvenido cuando gustes, mi hermano.

Moviendo la mano a modo de despedida, Adrián me deja solo. Termino de guardar mis cosas y, justo cuando voy de salida, me encuentro con Luke.

—¿Vas a...?

Afirmo con la cabeza, uniendo los labios.

—Sí, justamente.

—Bien —se lleva una mano a la nuca—. Diles hola por mí.

—Lo haré.

—Y compórtate con ella —murmura con incomodidad, adquiriendo una pequeña capa de color en la cara.

Asiento, respirando profundo, y finalmente él se mueve de mi camino para dejarme salir. Afuera me espera la oxidada y chirriante bicicleta que me sirve de transporte. Me siento curioso al encontrar una caja de chocolates rellenos de licor encima del asiento, esperando por mí.

—Un regalito para ti. Pensé que tal vez te gusta lo dulce —hago una mueca al reconocer la voz de Jessie, quien rápidamente aparece frente a mí chupando una paleta de forma sugestiva y sonriendo.

Miro la caja de chocolates en mi mano y se la devuelvo, tomándola un poco por sorpresa.

—Qué amable pero no me apetece algo dulce viniendo de ti. De hecho, nada que venga de ti me apetece.

Ella suelta una risita.

—Probablemente dices eso porque no has probado aun la dulzura que tengo esperando por ti aquí abajo.

—Puedes estar bastante segura de que esa "dulzura" va a ponerse amarga si sigue esperando por algo que no tendrá.

Pone las manos en las curvas de su cintura, apretando los labios.

—¿Por qué te haces el difícil? Solo hay una cosa que quiero de ti, Matthew Adams, y eso es una buena ronda de sexo. Sin compromisos ni ataduras. Sin nadie enterándose de que pasó.

—Ese es el problema, chica. Tú quieres de mí lo que yo no estoy dispuesto a darte ni ahora ni más adelante. Y si te permites escuchar un consejo a cambio de tu interés unilateral, entonces te diría que dejes de lucir desesperada por tener en tu vagina el pene de un chico que no desea hacerlo contigo, te hace quedar mal. Y eso es patético. Algo de amor propio te caería bien.

—Imbécil.

Me monto en la bicicleta, encogiéndome de hombros.

—Créeme que lo que opines de mí me importa tanto como podría importarme que Kim Kardashian se comprara un nuevo par de zapatos.

—Siempre consigo lo que quiero, Adams. Y esta no será la excepción. Así estés o no dispuesto a hacerlo fácil para mí, no terminaré este verano sin cumplir mi propósito.

—Es lamentable que tus propósitos sean tan mediocres, pero supongo que no todos estamos destinados a usar la materia gris de nuestras cabezas para algo bueno.

Sin esperar una respuesta comienzo a pedalear, alejándome de ella. Me ordeno a mí mismo relajarme, no puedo darle el poder a alguien como Jessie de arrebatarme la tranquilidad.

Dejo la bicicleta en su sitio cuando llego a casa de Lena, subo los escasos escalones del pórtico, saludando a Grace que se encuentra ondeando su mano hacia mí desde el otro lado de la ventana. Antes de tener oportunidad de llamar a la puerta, Allie abre con una pequeña sonrisa para recibirme.

Honestamente ella ha estado muy sonriente y contenta desde lo que ocurrió el miércoles en la cena de compromiso de Lena y Ryan.

—Hola bonita.

—¡Lindo! —Grace me ataca al segundo siguiente, antes de que pueda saludar de manera apropiada a su tía.

Alboroto sus rizos mientras ella se cuelga de mi pierna y sonriendo me inclino para cargarla, ella no demora en rodearme con sus pequeños brazos el cuello y besar mi mejilla.

—¿Cómo estás, princesa?

—¡Bien! ¿Jugamos, Lindo? Vamos a jugar, ¿sí?

—Okay, ¿qué te parece si tú vas por los juguetes primero?

—Sí, sí, sí, sí, sí —repite con energía antes de hacerme ponerla sobre sus pies para salir corriendo a su habitación.

Entonces me giro hacia Allie con una sonrisa y me acerco a ella, ubicando mis manos en su cintura. Ella pone las suyas detrás de mi cuello y permite que el saludo correcto se efectúe entre nosotros.

Hago pequeñas y gentiles presiones con mi boca sobre la suya, caminando hacia adelante hasta que su espalda topa con la puerta y ella se ríe.

—Esto ha mejorado mi día en un ciento diez por ciento —aseguro, dejando un beso más en sus labios.

—¿Te fue mal en el entrenamiento?

—Um no, no fue eso. En realidad no quiero hablar de lo que pasó, es una pérdida de tiempo darles importancia a personas que no lo merecen.

—Okay —dice, mirándome con sus bonitos ojos verdes entornados—. Bueno, sea lo que sea me alegra que estés aquí.

—¿Estabas extrañándome locamente?

Ella se ríe y aprieta la punta de mi nariz, sacudiéndola.

—Ni que estuviéramos en uno de tus sueños, Matt. Estoy feliz porque Grace no dejaba de preguntar a qué hora llegarías para jugar con ella.

—Allie, cariño, déjame decirte que la primera señal de que estuviéramos en uno de mis sueños sería que tú y yo no estaríamos llevando ropa.

—¡Matt! —jadea, soltándome y alejándose de mí.

Me echo a reír, siguiéndola hasta la sala.

—Solo bromeo, bonita —ella enarca una ceja y yo le enseño las palmas de las manos—. De acuerdo, tal vez no bromeaba del todo...

—Eres un pervertido.

—Tal vez lo que pasa en realidad es que me gusta ver cómo te sonrojas porque el color rojo luce adorable en tu rostro de bebé...

—No es justo que digas algo pervertido y luego lo arregles con un par de palabras dulces, ¿sabes?

—Tengo más que palabras dulces para ti, bonita.

Pongo mis manos a los lados de su cara y la beso con determinación, deshaciendo el puchero en sus labios.

—¡Lindo! —el grito de Grace llamándome desde su habitación es lo que nos hace separarnos—. ¡Ayuda, Lindo!

—Lo más seguro es que no pueda cargar con todo, así que por eso te llama —rueda los ojos—. El nuevo tío Jackson y la abuela Lucy vinieron ayer a traerle una casita de muñecas... Creo que es mejor jugar con todo eso en su cuarto o la sala parecerá un circo.

—Yo me encargo.

—¡Lindo! —vuelve a gritar Grace.

—¡Estoy en camino! —digo mientras le doy un guiño a Allie y me encamino hacia la habitación de la pequeña.

Efectivamente una casita de muñecas es lo que ella pretende sacar de su habitación, sin embargo termino por convencerla de que juguemos allí mismo.

Allie juega un rato con nosotros, momento que aprovecha para tomar un video de mí con una muñeca en mano mientras pretendo mantener una conversación con la muñeca que manipula Grace. No soy un tipo que se intimide o pierda seguridad por algo como eso.

—Qué adorable —se ríe—. Los chicos sexys también juegan con muñecas.

—Todo lo que pude oír es que me has llamado sexy —me acerco a ella para susurrarle al oído—. Pervertida, seguro estás imaginándome sin ropa en este momento, ¿verdad? Y luego te ofendes conmigo...

—Lindo... —murmura distraídamente Grace, quien está poniéndole un nuevo vestido a su muñeca, evitando que Allie replique a lo que le dije.

—¿Sí?

—¿Qué es «sexy»?

Volteo a ver a Allie, ella me da una mirada de suficiencia.

—Vale, yo iré a preparar la comida, así que "Lindo", explícale a Tas...

Se pone de pie, apoyándose de mi hombro, y nos deja. La pequeña frunce el ceño y hace un puchero, esperando por una respuesta.

—¿Qué es? —insiste.

—Bueno, Gracie... «sexy» es un adjetivo que tú no tienes permitido usar hasta que seas una adolescente al menos.

—¿Por qué no?

—Pregúntame cuando seas una adolescente y entonces te lo diré.

—¿Y cuándo seré una?

—Tal vez eso deberías preguntárselo a tu papi Ryan... Sí, sí. Él te va a dar una respuesta mejor que yo, créeme.

Bueno, lo siento mucho Ryan, pero creo que ahora que tienes oficialmente el título de papi de Grace tú debes ser el que le explique las preguntas incómodas.

Una hora más tarde nos movemos a la sala a ver una película en la que la niña se queda demasiado entretenida, por lo que aprovecho a ir a la cocina, donde Allie se encuentra todavía.

—¿Necesitas un poco de ayuda?

—De acuerdo. Puedes ayudarme a vigilar el pollo que está en la sartén, esclavo.

La abrazo por detrás, uniendo mis manos en su vientre y acomodando mi mentón en su hombro.

—¿Esclavo? —pregunto, presionando mi boca en su cuello. Ella se estremece, suelta el cuchillo con el que cortaba las verduras y se vuelve hacia mí.

—También tengo mi lista, la cosa número uno es convertirte en mi esclavo para que pueda sentarme en una tumbona a tomar bebidas refrescantes mientras me abanicas y todo lo que vistes es uno de esos taparrabos como los de Tarzán —bromea.

Le doy una sonrisa pícara.

—Creo que tú solo quieres verme en taparrabos.

—¿Y habría algo interesante para ver? —me reta, ceja enarcada incluida.

—Me parece que eso lo puedes responder tú misma, después de todo ya lo has despertado en dos ocasiones...

El timbre suena, le doy un guiño y ella simplemente niega con la cabeza mientras rueda los ojos.

—¿Mencionó Luke que vendría o algo?

—No —me encojo de hombros, ella frunce el ceño—. Yo me encargo, no te preocupes.

Dejo la cocina para atender a quien espera del otro lado de la puerta. En cuanto identifico el rostro del visitante, frunzo el ceño un poco sin poder evitarlo. Él parece algo incómodo y sorprendido de verme también.

—Hola amigo —asiente con la cabeza—. ¿Se encuentra Allie?

Me recupero rápidamente de la sorpresa y entonces, tras un rápido escaneo al chico frente a mí, recuerdo que no tengo motivos para sentirme amenazado por él.

—Bonita, tienes visita —la llamo, echando una mirada por detrás de mi hombro, ella sale de la cocina secándose las manos con un trapo y una expresión algo desencajada.

Mueve los labios sin emitir sonido diciendo ¿Angus?, a lo que respondo con un asentimiento. No voy a negar que la mueca de desagrado que hace me llena de satisfacción.

Allie viene y, colándose debajo de mi brazo, se ubica junto a mí. Pone una mano en mi abdomen y la otra en mi espalda baja. Su ex no se pierde del pequeño detalle.

—Angus —lo saluda... si es que se le puede llamar saludo a esa forma de pronunciar su nombre con desagrado.

Al chico se le pone la cara roja.

—Hola Allie —dice, incómodo—. Me... me pasé por tu casa el otro día, no sé si te enteraste.

—Bueno, gracias a los problemas que eso me ocasionó, sí, me enteré.

—¿Pro-problemas? —balbucea, perdiendo el color de la cara.

Me iré al infierno por estar disfrutando de ver al chico con nombre de hamburguesa en apuros.

—Escucha Angus, realmente no sé qué pretendes con todo esto. ¿Cómo llegaste aquí, para empezar? —dice, cruzando los brazos sobre su pecho.

—Pasé por tu casa temprano pero no había nadie. Bajé al pueblo entonces y cuando me enteré de que tu hermana tiene esta casa pensé que estarías aquí... tú siempre fuiste muy unida con ella.

Allie me da una mirada, gesto suficiente para saber que debo dejarlos a solas.

—Estaré en la sala con Grace —le informo, ella asiente y su ex me da una sonrisa forzada. Sí, amigo, es justo lo que estás pensando. Tú estás fuera del juego.

La pequeña está mirando con atención lo que ocurre en la pantalla de la televisión, cuando me siento a su lado se recuesta junto a mí, apoyando su cabeza en mi costado. Sonrío y la rodeo con un brazo, poniendo atención a la película también.

Unos diez minutos más tarde escucho que cierran la puerta, enseguida Allie va hacia la cocina y yo no puedo evitar ir tras ella.

—¿Todo bien? —pregunto con cautela, dándome cuenta de que la forma en la que se apoya de la encimera, dándome la espalda, no es normal. Me acerco lentamente, apoyo un brazo justo al lado de ella y espero un poco.

Se lleva las manos a la cara, respira profundamente y luego se vuelve hacia mí. Su rostro está enrojecido.

—¿Debo ir a golpearlo?

—No, no debes hacer eso. Él es un idiota pero no quiero que lo golpees. Ya lo arreglé por mí misma.

—¿Y entonces...? ¿Va a dejar de buscarte?

—No creo que tenga muchas ganas de venir de nuevo, no después de lo que le dije.

Asiento, enarcando las cejas.

—¿Y eso fue...?

Ella explota.

—¡Que es un estúpido egoísta! Por Dios, ¿puedes creer su descaro? Vino hasta aquí a decirme mierda acerca de haber reconectado conmigo ese día en el supermercado. ¿Reconectar qué? No sé cómo puede ser así de imbécil. Ni siquiera nos vimos más de un par de minutos y dijimos dos o tres palabras. Si me lo preguntas esa fue la reunión de la incomodidad, algo que habría dado lo mismo si ocurría o no, pero hubiese sido mejor que no pasara.

—Estás molesta.

—Estoy muy molesta —se le crispa el rostro en una mueca—. Y espero él haya entendido que no hay nada que se pueda reconectar entre nosotros, porque no sé cómo podría ser más clara.

—¿Debí besarte frente a él para que no le quedaran dudas?

Ella pone sus manos en mis mejillas y las aprieta antes de besarme.

—No iba a usarte para probarle un punto a alguien que no me interesa, Matt. Prefiero besarte por otras razones.

—¿Como cuáles?

—Que me gusta hacerlo.

◆◆◆

Allie y yo caminamos por la calle, que se encuentra prácticamente vacía a esta hora, con la bicicleta en medio de nosotros. Es un agradable paseo, hay una corriente suave de aire que refresca nuestra caminata nocturna.

—Así que... tengo una duda —digo, haciendo que ella me mire de reojo—. ¿Qué pasa con los techos de tu habitación y de la que era de Lena?

—Uh —me ofrece una sonrisita—. Papá solía decirnos que Lena era como el día y yo como la noche. Creo que de ahí fue que surgió lo de pintar los techos de esa manera en primer lugar. Pero lo cierto es que me gustó la idea de poner estrellas dentro de mi habitación, siempre me ha gustado observarlas... Me relaja. Por eso también Luke arregló los tragaluces en secreto, convirtiéndolos en una vía de escape al tejado. Cuando era más pequeña Lena o él me acompañaban, pero luego se convirtió en algo solo mío. Realmente me gusta subir allí a pensar o en muchas ocasiones a no pensar...

—Es tu lugar especial...

Ella ladea levemente el rostro.

—Podría decirse que sí...

—Y ahora lo compartes conmigo...

Nos detenemos, fijándonos a ambos lados de la carretera para cruzar al sendero que, pasando a un lado de los terrenos de los Neill, nos llevará hasta su casa.

Da la vuelta para ubicarse a mi lado, sin la interferencia de la bicicleta y mi maleta entre nosotros.

—Matt —dice, entrelazando su brazo con el mío—. A estas alturas yo comparto muchas cosas contigo.

Se me queda mirando con un gesto que resulta gracioso, mi respuesta es inclinarme lo suficiente para alcanzar sus labios.

—Yo disfruto que lo hagas —le sonrío y ella suelta mi brazo, adelantándose unos pasos para luego comenzar a caminar de espaldas, viéndome.

—A veces eres un poco dulce —dice—, pero la verdad es que me gusta que no seas así completamente. Tus comentarios picantes y fuera de lugar hacen las cosas más... interesantes.

—Oh, yo sé que te encanta. —Se muerde el labio inferior y me sonríe—. Basta. Vas a caerte y entonces voy a querer caer sobre ti para besarte porque continúas haciendo la cosa de torturarme con tus labios.

Allie se ríe y, esperando que la alcance, vuelve a caminar a mi lado.

—¿Alguna vez te imaginaste a ti mismo así —nos señala a ambos—, conmigo?

—Honestamente no, una vez nos imaginé... pero estábamos haciendo algo totalmente diferente a esto en muchos sentidos —admito, haciéndola rodar los ojos—. Pero siempre me ha gustado que la vida me sorprenda. Y tú en mi camino ha sido una de las mejores sorpresas, bonita. La verdad es que este verano está siendo completamente diferente a lo que pensé que sería, he encontrado partes de mí que estaban escondidas, deseos que desconocía... y a ti.

—También creo que esta ha sido una buena coincidencia... o lo que sea. Al principio no me gustaba la idea ni tantito, lo admito, pero tú has hecho una gran labor para cambiar mi forma de pensar...

—Seguro es todo por los besos —resoplo, rodando los ojos a son de broma.

—En realidad es porque prácticamente me has obligado a conocerte y darme cuenta de que no eres el patán idiota que yo pensaba que eras.

—Nunca juzgues un libro por su portada...

—No te juzgaba por tu portada, Matt —rueda los ojos, riendo—. Tú tienes una gran portada para admirar y babear, no era eso. Era tu mala reputación lo que me había hecho pensar cosas diferentes de ti.

—La reputación es solo lo que la gente dice de uno y eso no siempre es real. Aunque quizá muchas cosas de las que oíste de mí fueron reales...

—Apuesto mi trasero a que lo fueron.

—Pero —levanto un dedo— esos chismes no son todo lo que soy.

—Ahora lo sé, Matt, ahora lo sé.

Sujeta mi dedo y me hace bajar la mano, meciéndola hacia atrás y hacia adelante con la suya. Me da una amplia sonrisa, de esas en las que enseña todos los dientes, le resaltan los pómulos y los ojos se le empequeñecen. Y Dios, amo esa sonrisa.

_____________________

N/A: Hola hola, pues espero hayan disfrutado el capítulo. Dije que subiría el miércoles pero soy divergente y no puedo ser controlada e-e y es mi cumple, así que me regalé este capítulo a mí misma(?) jajaja no olviden comentar qué les ha parecido el capítulo <3

Dedicatoria para una chica genial @annettMB cariño, siempre leo todo lo que comentas XD me alegra que te guste lo que escribo <3 y ames a mis chicos *-*

Abrazos de oso  asfixiantes para todas mis Saltamontes <3 Chauuu

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