#MaeDay
Capítulo cuarenta y uno: ¡¡Basta!!
—¿Se puede saber cómo conseguiste una camiseta de The Pumpins autografiada? —grité mientras lo abrazaba y alternaba mirando la prenda que llevaba en las manos.
—Bueno, tengo mis contactos y...
—¿Zeke?
—No...
—¿Christine?
Él me miró conteniendo la risa y luego asintió.
—Compré la camisa y le pregunté si había forma... Entonces llamó a alguien y me mandó a la oficina de un tipo bastante alto, él me dijo «quédate aquí», y a los diez minutos estaba firmada... Y oh, te traje esto —habló devolviéndome el pendrive.
—¿Y por qué tenías mi...
—Hay un vídeo... Dos, de hecho. Pero creo que uno te va a alegrar más que el otro.
—¿Y qué es?
—Pues lo averiguas luego, ahora vamos. Tenemos muchas cosas de turistas que hacer. He oído que hay una feria cerca.
—Bien, entonces andando —guardé la camiseta en la bolsa de regalo y la guardé en mi mochila.
Pasamos todo momento caminando, conociendo gente, comiendo y riendo. Había sido un gran día que difícilmente olvidaría. A media tarde, ambos recibimos un mensaje del hotel citándonos para una reunión.
Nos pareció raro ya que estábamos de vacaciones, pero si el jefe llamaba, había que ir.
—Entonces el martes paso por ti a las tres de la tarde —Le hablé a Joseph por teléfono mientras caminaba por toda mi habitación, había pasado dos días desde el viaje improvisado y estábamos quedando para ir a la reunión.
—Sí, no creo que demoremos tanto. ¿Te imaginas qué será?
—No sé, mientras no nos despidan, yo estoy feliz.
—No seas negativa, yo creo que nos van a felicitar por ser los empleados del mes.
—Eso ya lo sabía, no necesito un premio que lo demuestre.
—Menos mal que una de tus cualidades es la humildad, Muffin.
—Totalmente —reí lanzándome a mi cama y tomé aire.
—Mae, mi novia quiere hablarte y dice que el teléfono va a la grabadora.
—Oh, es que estoy hablando con Joseph. Hola, Ovejita —saludé al verla desde el teléfono de mi hermano— ¿Te parece si hacemos videollamada ahora?
—Bien, te espero —Mi amiga asintió y mandé un beso al aire haciendo que ría un poco y mi hermano se fue.
—Capi, nos vemos más tarde, ¿sí?
—Está bien, te veo a las tres.
—Un beso.
—Dos.
Colgó, me levanté para correr hacia mi laptop y llamé a mi amiga encontrándome con la cara de mi hermano también.
—¿Qué hace este individuo come cereal aquí?
—Estaba acompañándola mientras llegabas, duende.
—Bueno, ya puedes irte.
—No me digas qué hacer —Me sacó la lengua, y luego de despedirse de Mia, salió.
—Hola...
—¿Cómo estás? Te extraño, ¿sabes?
—Sí, ya lo veo... —susurró y alcé una ceja.
—¿Qué?
—Digo —chasqueó con la boca y se acomodó en la silla.
Mala señal. Se estaba acomodando, me iba a dar una larga charla de cinco minutos.
—Voy a decirte algo en cinco minutos, ¿bien? Me siento abandonada.
—Ah bueno, si estamos en esas... Yo también lo sentía.
—¿Qué?
—En efecto, cada vez que intento hablar contigo, estás hablando con mi hermano...
—Sí, pero yo no lo hago a propósito.
—¿Y yo sí?
—No lo creo... Dime tú, ¿es así?
—Claro que no, sabes cuanto te quiero, tonta —hablé mirándola y ella sonrió.
—Y yo a ti... Pero...
—¿Pero?
—No sé, últimamente estamos bastante distanciadas.
—Sí, ya sé... Y sé el porqué —Mia me miró y abrió un poco los ojos.
—¿Lo sabes? Dios, qué alivio... Pensé que solo yo lo notaba. Es él.
—¡Exacto! Él nos distrae y al final terminamos pasando menos tiempo juntas. O... Escribiendo.
—Entonces estamos de acuerdo en que Joe te distrae.
—¿Perdón? Yo me refería a mi hermano.
—¿Qué?
—Claro que sí, ¿te recuerdo con quién empezamos la videollamada?
—Sí, pero, ¿con quién hablabas antes de empezar la videollamada?
—Okay, Mia... ¿Nos estamos peleando por esto?
—No quiero pelear —soltó suave y suspiré.
—Lo siento... Yo tampoco. Creo que hemos estado solas desde que nos conocimos y... Esto es nuevo.
—En efecto, sí... Creo que podemos hacer un trato, ¿no?
—¿Como qué?
—Bueno, no lo sé... Horarios de visita.
—Mia, no nos estamos divorciando... Creo que solo necesitamos conversar como antes —reí y ella sonrió asintiendo.
—Bueno... Entonces hablemos.
—¿Cómo estuvo tu día? —solté una carcajada y golpeé la mesa— Dia.
—Creo que sería bueno... No mencionarlos por un rato —mencionó luego de golpearse la frente.
—Bien, cuéntame.
Pasamos al menos dos horas recuperando el tiempo perdido, me contó que sus padres las habían llevado a un lindo restaurante para celebrar que volvían a estar juntos, y yo le conté que papá me estaba pidiendo que vuelva a actuar para la obra de navidad y año nuevo que luego seguiría hasta fines de enero, pero yo no me sentía preparada para eso.
Durante esa semana, las cosas, aunque habíamos solucionado el problema, aún eran tensas. El problema fue cuando empezó fastidiarme hablar.
Cada vez que hablabamos, tenía que salir mi hermano en la conversación.
Y llego el día en el que todo explotó.
—Oye, necesito que me digas, ¿qué tal esta? —Me enseñó una camiseta naranja y la miré confundida.
—¿Para qué?
—Derek y yo tendremos una cita, comeremos cereal y veremos una película.
—Oh... Pues supongo que está bien.
—¿Supones?
—Sí, es decir... Te ha visto vestida de vagabunda, ¿cuál es la gracia? —reí tomando mi teléfono al ver que Joseph me escribía.
De: Capi.
Hora: 11:05 am.
«Recuerda que hoy es la reunión, te veo a las tres»
—Bueno, entonces la naranja —habló mientras yo le contestaba a capi.
De: Capi.
Hora: 11:05 am
«Lo había olvidado, gracias. Te paso a buscar entonces».
Mia aclaró la garganta y alcé la vista dejando el teléfono a un lado.
—Perdón, es que hoy hay una reunión en Eterneco y de verdad estoy muy nerviosa.
—¿Por qué?
—No sé, ¿y si me despiden?
—¿Por qué lo harían? ¿Les diste algún motivo?
—No...
—¿Entonces?
—Sí, pero es que son raros. A veces son geniales y otras veces solo quieres lanzarles una cacerola para que dejen de hablar.
—Bueno, como contigo, pero nunca te lancé nada.
—Eres tonta —reí y tomé el teléfono al leer el "okay" de Joseph en el mensaje.
—Así que... —Volvió a aclarar la garganta para que la mire—. Mae, no me estás prestando atención.
—Lo hago. Claro que sí, creo que es mejor la roja.
—Pero dijiste que la naranja estaba bien...
—Lo está, pero la roja se ve mejor, en mi opinión.
—¿Lo haces para que me calle y puedas hablar con Joseph o qué?
—¿Qué? Mia, ¿te pasa algo?
—No.
—No te entiendo, estoy aquí hace media hora escuchándote hablar de alguien que conozco literalmente antes de que naciera e intentando ayudarte con eso aunque mi trabajo está en juego y te pones en plan niñita diciendo que no pasa nada.
—Está bien... Si no te interesa, puedo hablar con otras personas.
Me quedé en silencio mirándola y tomé aire.
—Bien, si eso es lo que quieres, adelante. Que disfrutes de tu cita con mi hermano. Voy a ver qué pasa en Eterneco con mi futuro —cerré la laptop y metí cosas en la mochila para manejar a casa de Joseph.
No sin antes recibir un mensaje de mi hermano preguntando qué había pasado.
Claramente no le respondí.
—Muffin, llegaste muy temprano —Me miró confundido y lo abracé intentando respirar tranquila.
—Peleé con Mia.
—Ay, Muffin... Pensé que ya lo habían arreglado.
—Al parecer no —ladeé el labio y él tomó mi mano para entrar a su casa.
Estuvimos ahí por unas horas, esperando a que llegara el tiempo de ir a la reunión. Así que cuando llegó, manejé hacia allá, siendo recibidos por la supervisora y Chef.
—Pasen chicos, los estábamos esperando.
Era una gran oficina y nosotros estábamos juntos al lado de los demás empleados.
—Muchos se preguntarán por qué están aquí y yo les aclararé el panorama. Resulta que hace poco, ofrecimos un puesto de cocinero a dos aprendices que realmente han puesto mucho de su parte. Ellos son Joseph y Mae —habló la supervisora.
—Por tal motivo, hoy, entre tantas cosas, queremos oficializar el cargo de cocinero a...
Y toda la preocupación que llevaba, se convirtió en una gran sonrisa. Me iban a dar el puesto. Por fin, después de repartir y lavar tantos platos, podría.
—Joseph.
—¿Qué? —pregunté indignada— ¿Cómo que Joseph?
—Muffin —susurró mirándome.
—¿Qué? Es que no entiendo, es decir... Joseph es un gran cocinero, pero pensé que yo tendría el puesto porque claramente soy más...
—¿Qué eres, Mae? —Me miró— ¿más capaz? ¿Eso es lo que crees?
—Bueno, es que...
—¿Qué?
—No, no es eso. Es solo que yo...
—¿Qué pasa?
—Solo me dejé llevar por el momento... Perdóname. Eres totalmente capaz para este puesto, Joseph. Soy muy impulsiva y tal vez... Es todo lo que pasó en la mañana, no lo sé.
—Por supuesto —Asintió y miré al piso para luego fijarme lo que pasaba alrededor, todos nos estaban mirando.
—Perdón a todos, esto no debió ocurrir. Será mejor que me vaya, felicidades, Joseph —Toqué su brazo y me giré para caminar hacia la salida.
Nadie me detuvo, nadie me llamó.
Literalmente de un día para otro, me había peleado con mi mejor amiga y mi novio.
Necesitaba controlar mi forma de expresar enojo. Definitivamente no podía decirlo todo como si fuera un confesionario de esos malos realities que veía mi abuela.
—¡Tonta! —Me grité pateando un basurero en plena calle y chillé al sentir tal dolor en mi pie para luego caer al piso.
Genia, si me rompía la pierna, sería la cereza del pastel.
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#SASDAY 2/2 YASSSSS.
HOLIIIII <3
¿Qué tal? ¿Cómo va su día?
Nota rápida porque estoy medio distraída 😂
Mañana me voy de viaje, vuelvo el mismo sábado. VAMO PA CHINCHA FAMILIAAAA.
En fin, lamento hacer esto, pero es por su bien. No me odien 🙈
Love ya.
Baaaaaaiii✌