Amor de Agua Salada

By PilarVidal12

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"La cura para todo es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas o el mar". ... More

Prólogo
Capítulo 1: Lucas Taylor
Capítulo 2: Un refugio
Capítulo 4: La novia de Lucas
Capítulo 5: Miedo
Capítulo 6: Cita
Capítulo 7: Los Taylor
Capítulo 8: Tabla de Surf
Capítulo 9: Concurso de Surf
Capítulo 10: Te quiero
Capítulo 11: El beso
Capítulo 12: El tiempo
Capítulo 13: Amor de verdad
Capítulo 14: Siempre serás la única
Epílogo
Dedicatoria
Especial

Capítulo 3: La apuesta

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By PilarVidal12

—Me tengo que ir —dije parándome, las chicas me miraron fijamente.

—¿A dónde? —preguntó Verónica.

—Quede con mi madre para una video llamada, hablar con ella no es suficiente, necesito verla —contesté y me fui antes de que dijeran algo más.

Corrí hacia las escaleras y empecé a subirlas de dos en dos, podía tomar el ascensor, pero había empezado esta rutina hacía unos días, me ayudaba a ejercitarme de alguna manera.

No iba a hablar con mi madre, era cierto lo de la video llamada, pero la habíamos coordinado para la noche, ahora iba a encontrarme con Lucas.

Hacía una semana que entrenábamos y no le había dicho nada a las chicas, primero porque no quería que se enteraran de que no sabía nadar y segundo porque era nuestro pequeño secreto, eran especiales esas horas que compartíamos juntos y sentía que si le decía a alguien se rompería la magia.

No me mal interpreten, Lucas y yo solo somos amigos.

Entré a la habitación y busqué el traje de baño, me lo puse y luego volví a bajar corriendo las escaleras, salí del hotel y me dirigí a nuestro refugio, así era como había empezado a llamarlo.

Cuando llegué vi las cosas de Lucas en la arena, pero no a él, me acerqué más al lago y pude verlo nadar, en este tiempo había aprendido muchas cosas sobre él, tenía dieciocho años y dos hermanos. Mario era un año mayor y Cristian tenía diez, era muy apegado a su madre, hablaba con suma dulzura de ella y admiraba mucho a su padre. Pero creo que lo más importante era su conexión con el océano, era como si fuera parte de él, eso sentía cada vez que lo veía nadar, como si fueran uno solo, el mar era su hogar.

Lucas salió a la superficie y me vio, estiró una mano y me saludó con esa sonrisa tan suya, hice lo mismo.

Corrí hacia el agua y me acerqué a él.

—Siento la demora —dije una vez que lo tuve enfrente.

Negó con la cabeza —Está bien. ¿Qué tal tu día? —preguntó pasándose una mano por el cabello.

—Normal. ¿El tuyo? —me tiré hacia atrás quedando acostada en el agua, estaba tibia.

Lucas sonrió aún más y me imitó —Cris no paraba de preguntarme que era lo que hacía todas las tardes y porque no podía venir conmigo, así que tuve que decirle que estaba entrenando a una chica, ahora cree que eres mi novia, le dije que no, pero salió corriendo hacia la habitación de mamá gritando «Lucas tiene novia» —rió.

Me hundí en el agua al escucharlo decir eso, salí de nuevo a la superficie y lo miré fijamente, aunque sentía mi cara arder.

—¿Tu familia creé que soy tu novia? —pregunté atónita.

Lucas me miró sin borrar la sonrisa —Solo Cris, les expliqué que no lo eras, pero ya sabes como es, cuando se le mete algo en la cabeza es difícil sacárselo.

—Qué vergüenza —dije tapándome el rostro con las manos.

—¿Te da vergüenza que piense que eres mi novia? —preguntó.

Saqué las manos de mi rostro y lo miré, su sonrisa había desaparecido.

Sentí que me ruborizaba de nuevo, así que miré el agua.

—No, digo, pasas las tardes conmigo y bueno... —hice una pausa —Podrían pensar cualquier cosa.

Se largó a reír ante mis palabras, lo fulminé con la mirada y volví a acostarme en el agua sin mirarlo.

Siguió riéndose un poco más y cuando terminó de burlarse mío suspiró —Por dios Maia, nadie piensa nada de ti, ni siquiera saben que tú eres la chica.

Miré al cielo ignorándolo, él se acercó un poco.

—¿Estás enojada? —no contesté —Vamos, nadie hace caso a lo que cree Cris, hace un tiempo decía que había visto un duende que tenía un cuerno —aunque no lo veía sabía que estaba sonriendo —Se le pasará en unos días.

Seguí buscando formas en las nubes mientras hacía pequeños movimientos con los brazos para no perder el equilibrio.

Lucas suspiró y me lanzó agua en la cara.

Lo miré mal —Maldito —le dije y una sonrisa se dibujó en su rostro.

—No lo olvides, tu maldito —volvió a salpicarme con agua.

Hice lo mismo sin poder evitar una sonrisa, no podía enojarme con él, además no tenía la culpa de que su hermano pequeño creyera eso.

Seguimos con la guerra de agua un rato más y luego nos pusimos a reír.

—¿Una carrera? —propuso.

Asentí y me tiré al agua rápidamente tratando de ganar ventaja, en los últimos días había avanzado mucho, así que ahora solo tenía que practicar, lo hacíamos con carreras y apuestas, que solían tener como premio comida.

Lucas me dejó ganar, lo sabía porque era obvio que yo con mi poca experiencia no iba a ganarle a él, el gran surfista. Igualmente presumí mi victoria.

—Deberías explicarle a Cris quien le da clases a quien —dije en un tono arrogante mientras miraba mis uñas.

Él rió un poco —Por supuesto, lo haré en cuanto llegue —respondió con sarcasmo.

Lo miré y solté un suspiro como si me aburriera —¿Otra carrera? —pregunté —¿O tienes miedo de que te humille?

Lucas levantó una ceja y formó una sonrisa burlona —Esta vez, patearé tu lindo trasero —sin más se tiró al agua.

Tardé unos segundos en reaccionar luego de sus palabras —Idiota —murmuré y me sumergí.

Cuando llegué a la orilla, Lucas ya había salido del agua y se encontraba tirado en la arena mirando el cielo.

Salí y me acosté a su lado, él tenía una sonrisa burlona en el rostro.

—¿Te he dicho lo idiota que eres? —pregunté.

Él volteó para verme, pero lo ignoré mirando el cielo —Si, lo has hecho.

—Entonces te lo vuelvo a repetir —dije y lo miré —Eres. Un. Idiota —pronuncié lentamente las palabras, su sonrisa se hizo más grande con cada una.

—Siempre es un placer.

Sonreí y volví a mirar el cielo, nos quedamos un rato así, en silencio mirando las nubes, lo único que se escuchaba era el sonido de las olas y el del viento moviendo las hojas de los árboles.

Todo mi cuerpo se relajó y un momento de tranquilidad me inundó, sentía la presencia de Lucas a mi lado y aunque no estaba en peligro me sentía protegida, era tonto, pero en momentos así sentía que todo estaba bien, como si por fin pudiera respirar con tranquilidad, sentía que pertenecía a este lugar, me sentía en casa.

Poco después Lucas se removió, sentí su mirada en mí, así que lo miré.

—¿Quieres ir por un helado? —preguntó.

—¿Quién rechazaría un helado gratis? —pregunté en respuesta.

Rió —No lo sé, pero seguro tú no —se puso de pie y me tendió la mano para que me levantara.

Lo hice y luego nos acercamos a sus cosas, en cuento terminó de recoger todo y volvió a ponerse de pie, salté a su espalda enganchando las piernas en su torso para no caerme.

Lucas dio un grito sorprendido y yo reí —¿Qué haces? —preguntó.

—No tengo ganas de caminar —dije obvia.

Negó con la cabeza levemente, pero lo sentí sonreír, sujeto mis piernas para que no me cayera y yo pasé los brazos por su cuello, acomodé mi cabeza en su hombro y él comenzó a caminar.

—No conozco a nadie tan holgazana como tú —dijo mientras nos adentrábamos en el bosque.

—Yo no conozco a nadie tan molesto como vos y no te digo nada —dije encogiéndome de hombros.

Tiró un poco su cabeza hacia atrás para verme —De hecho si lo haces, todo el tiempo.

Sonreí —Tienes razón.

Él simplemente sonrió, salimos del pequeño bosque y seguimos caminando por la playa rumbo a la heladería, algunas chicas me miraban de mala forma al pasar. Sí, Lucas seguía siendo un alborota hormonas.

Un poco antes de llegar le pedí que me bajara, luego pedimos los helados y los comimos de regreso, en vez de volver al lago nos dirigimos al hotel.

Decidimos hacer una carrera en las escaleras, Lucas me llevaba una distancia de cinco escalones, subimos riendo, yo intentaba tomar su mano para retenerlo, pero él siempre se zafaba.

Cuando llegamos a nuestro piso Lucas se detuvo de golpe, casi me doy contra él y caigo, pero por suerte pude frenar a tiempo.

—Casi me caigo idio... —me detuve cuando vi a la mujer frente a él.

Era joven, de unos treinta y cinco años, tenía el cabello castaño y con risos, caía por sus hombros hasta un poco más abajo de estos, su rostro era algo redondo con facciones delicadas, era muy bonita, miré sus ojos, eran marrones, un marrón cálido, su vista pasó de Lucas a mí y una sonrisa se dibujó en su rostro.

—Es la novia de Lucas —mi vista viajó hacia la espalda de la mujer.

Un niño idéntico a Lucas, pero mucho más joven, me miraba con una sonrisa.

Miré a Lucas, una sonrisa arrogante apareció en su rostro mientras caminaba más cerca de la mujer.

—Mamá —dijo y luego volteó a verme —Ella es Maia Clark, Maia ella es mi mamá, Teresa, y él mi hermano Cristian.

Me quedé paralizada, eran su mamá y su hermano, el cual creía que era su novia.

Así se hace Maia, la primera vez que se ven y estás llamando idiota a su hijo.

Lucas sonrió de forma burlona y levantó una ceja.

Salí de mi parálisis y me acerqué hasta ellos, sentía mi cara arder.

Aclaré mi garganta antes de hablar —Es un gusto señora —dije tendiéndole una mano.

Ella la ignoró por completo y me dio un beso en la mejilla —El gusto es mío y dime Teresa.

Di una rápida miranda a Lucas antes de asentir —Por supuesto, Teresa.

Cristian se acercó a nosotros —Puedes llamarme Cris —tomó mi mano y la beso con un gesto elegante.

Sonreí y miré a Lucas levantando una ceja, él se encogió de hombros «el encanto es de familia» dijo moviendo los labios.

Rodé los ojos y volví a mirar a Cris —Un gusto conocerte Cris.

—¿Eres la novia de Lucas? —preguntó.

Volví a sonrojarme —¿Su novia? —pregunté y él asintió —No, claro que no.

Cris hizo una mueca de desilusión.

—Por ahora —escuché murmurar a Lucas y lo miré, él vio hacia otro lado.

Estuvimos un momento en silencio, la mamá de Lucas fue quien lo rompió.

—Veníamos a ver si ya habías llegado, tu padre ha escuchado que habrá un concurso de surf y queríamos saber si ingresarías, mañana es la última oportunidad para inscribirse.

Todos los años hacían ese concurso, los participantes solían ser muy buenos, sería interesante ver a Lucas competir, de seguro lo haría de maravilla, aunque nunca lo había visto surfear.

Él miró dudoso a su madre —No estoy seguro —dijo y noté algo de inquietud en su voz, pero no estaba segura a que se debía.

—¿Por qué no? —preguntó Cris —Tú eres el mejor de todos.

—Eso no es cierto y lo sabes —espetó algo molesto, jamás había visto a Lucas molestarse, ni siquiera un poco, a pesar de que yo lo molestaba casi todo el tiempo, tanto como él a mí.

Junté mis cejas confundida, Lucas era demasiado arrogante como para molestarse por eso, sobre todo porque siempre decía lo bueno que era en todo.

Cris y Teresa se mostraron sorprendidos por su reacción, pero ninguno dijo nada, un silencio incómodo inundó el pasillo.

—De seguro tiene miedo —dije formando una sonrisa burlona.

Lucas me miró y levantó una ceja —¿Disculpa?

—Estoy segura de que tienes miedo —me crucé de brazos sin borrar la sonrisa —De todos modos no creo que seas tan bueno como para ganar —estaba segura de que era muy bueno, pero me gustaba molestarlo.

Él hizo una mueca y se acercó hasta donde yo estaba, una vez enfrente formó una sonrisa arrogante —¿Quieres apostar? —preguntó.

—Apostaría todo mi dinero a que no ganarías el concurso —lo miré fijamente y él me devolvió la mirada.

—Lucas es muy bueno —afirmó Cris.

Mi sonrisa se hizo más grande —¿Por qué no le dices a Cris quien ha ganado la carrera de hoy? —pregunté sin apartar la mirada.

Lucas entrecerró los ojos hacia mi —¿Yo? —preguntó fingiendo confusión.

Puse los ojos en blanco y miré a Cris —De hecho fui yo, la segunda ves gano tu hermano, pero solo porque hizo trampa.

Lucas rió —Mentirosa —susurró para que solo yo oyera —Haremos esto —dijo esta vez con su voz normal —Voy a participar en el concurso y si pierdo te compraré todo el helado que quieras durante tres días.

Sonreí, esa era una buena oferta —¿Y si ganas? —pregunté.

Me miró un momento y una sonrisa, que no pude descifrar que quería decir, apareció en su rostro —Lo voy a pensar —dijo sonriendo aún más.

Lo miré un momento achicando los ojos, pero luego asentí —Okey, presiento que tendré mucho helado en unas semanas —dije.

—Sí —dijo Cris e hizo un gesto en forma de victoria.

Teresa nos miraba divertida, tenía una sonrisa en el rostro, la cual se parecía mucho a la de Lucas.

—Bueno —dije mirándolos a todos —Yo me tengo que ir.

Le di un rápido beso en la mejilla a Lucas y luego me acerqué a Cris.

—Adiós Cris, fue un gusto —le revolví un poco el cabello y él sonrió.

—Adiós Maia.

Me acerqué a Teresa y le di un beso en la mejilla —Fue un gusto conocerla —dije sonriendo.

—Lo mismo digo querida, espero que nos veamos pronto y que conozcas a Leo, te adoraría —dijo con voz alegre.

—Sería un placer —sonreí una vez más y me dirigí a mi habitación.

En la puerta volteé hacia ellos, los tres me miraban, Lucas me guiñó un ojo, desvíe la vista cuando sentí que me ruborizaba, sonreí y entré.

Solté un pequeño suspiro y me dirigí al baño, miré mi reflejo antes de dirigirme a la ducha, tenía una estúpida sonrisa en el rostro, la cual borré de inmediato, mi cabello estaba húmedo y lleno de arena, pero aun así no tenía un aspecto tan feo.

Solía mirarme al espejo antes de bañarme, analizaba detenidamente mi rostro, sobre todo mis ojos, buscando algo diferente, pero siempre encontraba lo mismo. Esta vez sí fue distinto, había algo en mi mirada, algo que le daba un poco de brillo, también lo podía sentir dentro mío, algo había cambiado, no sabría decir que era, pero me sentía más viva que ayer.

***

Una vez terminé de bañarme, me acomodé en mi cama y encendí la computadora, lista para hablar con mi mamá.

Su imagen apareció en mi pantalla, la observé, ya hacía dos meses que no la veía.

Su cabello era color caoba y estaba recogido en una coleta, tenía los ojos cafés al igual que yo y su tez era blanca, aunque no tanto como la mía. Su rostro tenía una forma ovalada y sus rasgos eran definidos, pero con cierta delicadeza.

Mi mamá era una mujer muy hermosa, no me asombraba que hubiera conquistado a mi padre con solo una mirada. Yo no me parecía mucho a ella, excepto por los ojos.

Una sonrisa apareció en su rostro al verme, al igual que en el mío.

—Hola mamá —dije.

—Pequeña te he extrañado mucho —dijo con cierta tristeza —¿Cómo estás pasando?

No pude contener una sonrisa —De maravilla —respondí.

Me miró un momento con curiosidad —¿A qué se debe tanta felicidad? —preguntó algo divertida, eso era algo que amaba de mi mamá, era también mi mejor amiga, aunque no le contara todo.

—Nada en especial —dije restándole importancia —¿Cómo ha ido tu viaje?

—Maia —dijo con tono de advertencia —No cambies de tema, dime que te tiene tan entusiasmada.

No estaba segura de si decírselo, pero al final me decidí por hacerlo, pero solo una parte.

—Bueno he conocido a un chico, se llama Lucas —su rostro se iluminó y sabía lo que estaba pensando —No te ilusiones mamá, solo somos amigos, pero él me está enseñando a nadar.

Me miró fijamente y parecía que estuviera buscando algo en su memoria, luego hizo una expresión de asombro —No puede ser, no puedo creer que nunca te lo hayamos enseñado, naciste en una playa —se tapó la cara con las manos, llena de vergüenza —Lo siento hija —agregó.

—No te preocupes, no es que alguna vez se los haya pedido —dije, un suspiro involuntario se escapó de mis labios —Lucas es tan insoportable —sonreí —Pero no puedo molestarme con él, al menos no por mucho tiempo, es demasiado idiota como para hacerlo. Es diferente a cualquier otro chico que conozca, me siento cómoda estando a su lado, no se como, pero confió en él y sabes como soy para esas cosas —la miré un momento, ella me escuchaba atentamente —Hay algo en él que no logro terminar de descubrir, pero supongo que es porque solo lo conozco hace solo dos semanas, quizás solo sea su forma de ser, pero me agrada Lucas, estoy feliz de que haya entrado en mi vida.

No me di cuenta de cuanto quería hablar de esto con alguien hasta el momento, mamá sonrió de una forma dulce y cariñosa, como solían ser sus sonrisas, iba a decir algo, pero la interrumpí antes de que comenzara.

—No me mal intérpretes, Lucas no me gusta para nada, es arrogante y molesto. Pero —suspiré —No sé como explicarlo.

Ella rió —Ay hija, te entiendo y me alegro de que hayas encontrado a alguien que te haga sentir de ese modo. Alguien que te brinde seguridad y confianza, que te haga sentir libre, que te llene de tranquilidad. Se lo que se siente esa sensación de calma en tu interior, puede que te asuste o que no lo entiendas, pero no te preocupes, en algún momento lo sabrás. Pero más que nada, me alegra que hayas encontrado a alguien con quien puedas ser tú misma.

Sonreí —No estoy segura si todo eso es lo que siento, pero si, puedo ser yo con él y es raro. De hecho nuestra amistad es bastante rara, ni siquiera se cuando dejo de caerme mal.

Mamá volvió a reír mientras negaba con la cabeza —¿Y es guapo? —preguntó.

Me sonrojé como una idiota, pero no lo podía negar, bueno, nunca lo había hecho.

—Sí, es bastante guapo, pero no es mi tipo.

—Si tú lo dices —dejó las palabras flotando en el aire.

—¿Y bien? —pregunté —¿Ahora me vas a decir cómo te ha ido?

Su rostro se iluminó aún más —La he pasado de maravilla, he visto tanto lugares —hizo una pausa —Espera un segundo.

Vi como se movía hacia un costado, poco después tenía un cuadro en sus manos, alejó un poco la computadora para que pudiera verlo bien.

Lo primero que vi fue la montaña, una gran y glamurosa montaña cubierta de nieve, el mar pasaba a la orilla de esta, era de una azul profundo y la reflejaba levemente distorsionada. El cielo era completamente celeste y una hermosa águila volaba por encima.

Aprecié cada pincelada, era una vista hermosa sin duda alguna y había puesto tanta pasión que casi podía sentir que estaba ahí.

Sabía que mi madre tenía talento, pero este cuadro era sumamente hermoso.

—¿Qué te parece? —preguntó emocionada.

—Es simplemente hermoso, has logrado atrapar cada detalle, es increíble.

Hizo a un lado el cuadro para poder mirarme, sus ojos se habían cristalizado levemente.

—Me hace muy feliz escucharte decir eso —dijo.

—Mamá no es necesario que nadie te diga lo talentosa que eres, ya deberías saberlo, pero si por algún motivo al mundo no le gusta lo que haces, jamás te desmotives, porque lo haces con amor y me encanta verte feliz.

—¿En qué momento mi pequeña creció tanto? —preguntó para ella misma.

Sonreí —¿En qué momento mi mamá se volvió tan talentosa?

Rió levemente —Te amo mucho Maia.

—Y yo a ti mamá.

Sonrió con tristeza —Ahora debo irme —dijo mirando el reloj que tenía en la muñeca.

—Está bien, mañana te llamo.

Sonrió una vez más y asintió —Por supuesto, te quiero, cuídate.

—Yo también, adiós mamá.

Se despidió con la mano, luego la conexión se cortó.

Cerré la computadora y me tiré hacia atrás, quedando acostada en la cama, cerré los ojos y solté un largo suspiro.

Lucas vino a mi mente, su sonrisa arrogante, su cabello despeinado y su mirada entusiasta. Recordé la apuesta ¿Qué sería lo que me iba a pedir si ganaba? Algo me decía que no quería saberlo.

Hoy había comprendido algo con respecto a él, ya no me molestaba que hubiera entrado en mi vida, es más, quería que se quedara mucho tiempo, ya no temía a lo que fuera a pasar, porque los momentos compartidos con él, valían la pena el riesgo y sabía que nada podría arruinarlos.

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