Heridas Profundas

By EberthSolano

916K 52.8K 4.6K

Rebecca tiene una enfermedad que podría matarla. Un día conoce a Allen, un chico triste y solitario al que le... More

✨Heridas profundas✨
✨Prefacio✨
✨Capítulo 1✨
✨Capítulo 2✨
✨Capítulo 3✨
✨Capítulo 4✨
✨Capítulo 5✨
✨Capítulo 6✨
✨Capítulo 7✨
✨Capítulo 8✨
✨Capítulo 9✨
✨Capítulo 10✨
✨Capítulo 12✨
✨Capítulo 13✨
✨Capítulo 14✨
✨Capítulo 15✨
✨Capítulo 16✨
✨Capítulo 17✨
✨Capítulo 18✨
✨Capítulo 19✨
✨Capítulo 20✨
✨Capítulo 21✨
✨Capítulo 22✨
✨Capítulo 23✨
✨Capítulo 24✨
✨Capítulo 25✨
✨Capítulo 26✨
✨Capítulo 27✨
✨Capítulo 28✨
✨Capítulo 29✨
✨Capítulo 30✨
✨Capítulo 31✨
✨Capítulo 32✨
✨Capítulo 33✨
✨Capítulo 34✨
✨Capítulo 35✨
✨Capítulo 36✨
✨Epílogo✨
✨Capítulo extra✨
✨Agradecimientos✨

✨Capítulo 11✨

14.3K 1.3K 202
By EberthSolano


Su vista no pudo evitar nublarse cuando el significado comenzó a llenar su mente. Becca dejó el pequeño libro sobre el edredón de la cama y suspiró un par de veces. ¿Todo eso le había sucedido? ¿Un absoluto infierno?

Tan frío, tan cortante, casi inexpresivo en algunas ocasiones. Se sintió como una intrusa al leer la mitad de su diario, mas no pudo evitarlo, sus ganas de saber sobre él la sobrepasaban. Y la verdad era que no se arrepentía de haberlo hecho. De alguna forma, saber su pasado y la causa de su sufrimiento, de la oscuridad en su ser, enternecieron su alma.

El que le atrajera desde un comienzo fue solo el principio de todo lo que ahora parecía bullir en su interior, no podía negarlo. Él le gustaba, le atraía con demasiada fuerza y su misterio solo había logrado que no pudiera sacarlo de sus pensamientos. Pero ahora, al saber una parte de su alma, todo se había intensificado.

Acarició el pequeño diario con la respiración ya más calmada, aunque en su mente solo lo imaginaba a él, tan frágil y tan lastimado. Resultaba fácil saber por qué se había apagado su luz.

Tenía ganas de ayudarlo, de borrar la tristeza de sus ojos, de enseñarle otros colores que pudieran hacerlo sonreír. Tal vez eso era lo que ella necesitaba, la razón de haber terminado en esa ciudad y en ese edificio. Y lo que, sin duda, estaba predispuesto solo para ella.

Cubrió sus piernas con la sabana y miró el exterior a través de la ventana. Allá afuera llovía. Los furiosos arabescos que resbalaban en el vidrio parecían ser lágrimas olvidadas que no habían sido expulsadas en su momento.

El deseo de contemplar la tormenta de cerca hizo que se levantara y caminara hacia la ventana cerrada, que no permitía la entrada de ninguna ráfaga de viento. A pesar de que la vista no era tan clara al exterior, podía ver sin problema la luna llena, apenas como un faro, como la princesa de la noche como la llamaba en sus adentros. En cierto modo, se veía a ella misma en la luna llena, porque en medio de su condena, podía ver la vida brillar. Su corazón brillaba en la oscuridad. Era luz y no permitiría que su luz se apagase.

Por eso tenía que ayudar a Allen, y hacer que él volviera a encontrar la luz perdida en su corazón.

La miró fijamente mientras pensaba con fuerza la promesa que cumpliría, costara lo que costara, por él y por ella, por su propósito. Y también, porque se lo pedía el corazón.

Ya no le importaba si Allen trataba de alejarse de ella o lo que hiciera para apartarla y asustarla, ella cruzaría todas esas barreras y llegaría hasta él.

Porque estaba segura de dos cosas: Allen era la salvación de su propia alma, y él ya se había incrustado en ese lugar donde se decía tener corazón.

Entonces, en el transcurso de los minutos, el cansancio pudo más que su mente y regresó a la mullida cama. Y por una vez, realmente durmió sin miedo.

• ────── ✾ ────── •

A la mañana siguiente, no escuchó el despertador, en lugar de eso sintió un líquido frío resbalar por su frente. Becca abrió los ojos y se incorporó en la cama con brusquedad y sobresaltada. Susana reía a un lado con un vaso de agua en la mano. Le había hecho la misma broma muchas veces, eso era lo malo de haberle dejado una llave de su departamento.

—Gracias por despertarme así —gruñó.

—Vamos, puede que el próximo año ya no lo haga nunca más. Tenía que aprovechar.

La joven tomó un largo suspiro mientras estiraba su cuerpo un poco agarrotado.

—¿En verdad consideras la posibilidad?

Susana se encogió de hombros.

—Creo que todo dependerá de mi madre, pero no quiero pensar en eso. Vengo a invitarte a una fiesta, es de un amigo de Dylan —anunció la rubia teñida con emoción.

Becca arrugó la frente y recordó la última vez que había ido a una fiesta con ella. No era que no le gustaran, sino que prefería pasar las tardes en otro tipo de lugares con menos... gente.

—Pues no sé...

—Vamos Becca, es una orden. Es sábado, relájate.

Rebecca se frotó los párpados con las manos y se levantó de la cama trastabillando.

—Está bien, está bien... —resopló—. ¿A qué hora pasarás por mí?

—A las siete, pero como son las doce de la mañana porque alguien duerme como muerto, tendrás que apurarte para arreglarte.

Becca, aturdida, miró la hora en su celular.

—Creo que mi cuerpo ya necesitaba un largo descanso.

—Bueno, iré con Dylan por algunas cosas. ¿Qué harás?

Becca alzó las cejas. Ante su pregunta inmediatamente sus pensamientos se dirigieron hacia una sola persona. Sacudió la cabeza cuando sus ojos oscuros llegaron a su mente.

—Bueno, iré a la librería un par de horas y les hablaré a mis padres.

—Bien, yo vendré a las siete. —Susana se contempló en el espejo de cuerpo completo al lado de ella—. Me veo bien, ¿verdad?

—Vete antes de que tu novio piense que te he secuestrado —rio Becca entre dientes y la empujó hacia la puerta.

Su amiga avanzó y se despidió con un guiño.

Becca la despidió y cerró la puerta una vez que Susana salió, pero antes de hacerlo no pudo evitar mirar hacia la puerta de Allen, que estaba cerrada. Se preguntó si él estaría, qué hacía por las tardes, o dónde trabajaba si es que tenía un empleo. Esbozó una mueca.

No había leído por completo su diario para conocerlo del todo, pero no lo haría más, con lo que ya sabía era suficiente para entender las heridas que Allen llevaba en su interior. Aunque aún le quedaban muchas dudas. Su vida parecía ser un misterio andante.

Se vistió con ropa sencilla antes de salir del departamento rumbo a la librería. Perdió la esperanza de encontrar a Allen por el camino cuando no vio su motocicleta en el estacionamiento, ni tampoco la camioneta negra con la que había llegado el primer día. Resignada —tenía que admitir— se dispuso a seguir su camino.

• ────── ✾ ────── •

Cuando terminó todo en la librería y empezó a guardar las cosas en su mochila, su teléfono celular comenzó a vibrar en su bolsillo. Vio el número en la pantalla antes de contestar, era su madre.

—¿Mi amor?

—Hola, mamá, estaba a punto de llamarte —contestó Becca ya con la mochila en el hombro.

Se levantó de la mesa y salió de la librería.

—¿Cómo te has sentido? ¿Todo bien con los medicamentos?

La joven asintió. Jamás se le olvidaban, ya era un hábito tan natural como el lavarse los dientes o ducharse por las noches.

—Sí, todo bien, mamá. Por cierto, tengo una fiesta en la noche, Susana me invitó.

—Becca, cada día es un martirio sin verte, pero te amo, y siempre entenderé tus deseos, pero... ¿Estás segura de seguir ahí sola? Podrías regresar a Jacksonville y estar aquí juntos, al menos... —Su voz había bajado de volumen por la tristeza.

Un nudo se formó en su garganta.

Ya habían hablado mucho de ello, incluso su padre le había hecho una oferta desmesurada, una que ella nunca aceptaría. Por ello, se había encargado de hacerle prometer a su doctor que jamás lo aceptaría a sus espaldas. No importaba qué tan peligrosa fuera la situación en su momento.

—Ya hablamos de eso muchas veces, mamá. De verdad, quiero esto... Aquí estoy feliz. Sabes que siempre he anhelado estudiar en esta ciudad, tener amigos y vivir una vida normal, como cualquier chica de dieciocho años. Es lo único que quiero y no me puedo quejar.

Su madre suspiró al otro lado de la línea.

—Está bien, mi amor. Aunque me duela en el alma, te entiendo... Pero, ¿no hay alguien que te guste por ahí? ¿Alguien a quien quieras? Porque eso es lo más hermoso de esta vida, el amor —dijo la voz serena de su madre.

—Tal vez sí, pero... es complicado. Por favor mamá, no me preguntes de eso, te prometo que cuando tenga algo serio te lo diré —se excusó nerviosa.

Su madre rio.

—Está bien. Te dejo hacer tus cosas, pero cuídate mucho, por favor.

Becca asintió con una sonrisa.

—Nos llamamos luego, te amo.

—Yo más, lo sabes.

Y colgó la llamada.

Ya había llegado a su departamento cuando terminó de hablar con su madre por teléfono. Miró la hora y no perdió tiempo en arreglarse como un remolino. No tardó tanto en vestirse, era más de las chicas rápidas en esas cuestiones.

Se había puesto unos pantalones de mezclilla con una blusa azul marino que apenas había adquirido, sus botas favoritas y una chaqueta marrón. Aunque estaban en verano, las lluvias solían ser recurrentes.

A la hora indicada ya esperaba a Susana en la acera del edificio. Sin poder evitarlo, lanzó una mirada precavida al estacionamiento, pero no había rastro de él. Se sentía extraño, no quería sentir tan pronto un vacío incómodo cada vez que no lo veía o no sabía de él. No eran absolutamente nada.

Un minuto después llegó su mejor amiga y ella se subió al asiento del copiloto. Susana la escrutó con la mirada, ella llevaba un vestido verde no tan escotado.

—Puede llover —se excusó Becca antes de que preguntara por su atuendo.

Susana negó con la cabeza y arrancó el motor.

—Aun así, no te ves nada mal.

Becca alzó una ceja.

Su amiga rio entre dientes.

—¿Qué? No cualquiera luce muy bien vestida solo así, tienes suerte.

Cuando llegaron al lugar, Susana aparcó el coche unos cuantos metros atrás del portón. El lugar parecía divertido, había grupos de jóvenes, unas cuantas parejas y otros que solo fumaban y bebían cerveza en el jardín. También se podía escuchar la música estridente al interior de la casa. Era el típico ambiente de jóvenes universitarios.

Cuando entraron, Becca trató de no golpear los hombros de todos a su alrededor, que era una tarea difícil, pues era un bullicio de gente y el lugar un poco pequeño. La música resonó aún más en sus oídos y las luces centelleantes la mareaban un poco. Afortunadamente, la rubia teñida encontró pronto el sitio donde Dylan las esperaba.

Él llevaba una camisa verde y su habitual chaqueta café que siempre usaba en la librería. Su sonrisa se iluminó al ver a su mejor amiga.

Susana y su novio se besaron nada más estuvieron cerca. Becca apartó la mirada y puso la atención en cualquier otra cosa, menos en sus lenguas que se divertían de una forma extraña. El ambiente a su alrededor se notaba contagioso, pero sus compañeros no se separaban y ella comenzaba a revisar las puntillas de su cabello para matar el tiempo. Terminó por tomar tan solo un refresco.

—¿No quieres una cerveza? —le preguntó Dylan con su novia pegada a él.

Becca se sobó la frente.

Susana realmente perdía el juicio cada vez que estaba junto a él, tanto, que ella podría desaparecer y la rubia no se daría cuenta.

—Así está bien, en verdad no quiero tomar —respondió Becca con voz alta por el estruendo de la música.

Entre distintos aromas y música, de pronto sintió que alguien le tocó el hombro. Becca volteó y se encontró con un joven rubio y de mediana estatura, un poco guapo, aunque parecía algo ebrio.

—Amiga. ¿Quieres bailar? —preguntó antes de tenderle una mano.

Estuvo a punto de negarse, pero Susana intervino al percatarse de la situación.

—Sí, sí quiere. Vamos Becca, ve a bailar —gritó Susana feliz.

Las cervezas le comenzaban a afectar un poco.

Becca la miró inquisitivamente y bufó sin ninguna escapatoria.

El muchacho la tomó de la mano y casi la arrastró hasta donde se amontonaban más los jóvenes. Comenzaron a bailar en lo que cabía en lo prudente, pero cuando ella notó cómo ese desconocido trataba de tocar su espalda y cómo su mano intentaba llegar un poco más abajo tomó distancia un poco incómoda. Él pareció no darse cuenta y siguieron en lo suyo, pero cuando se atrevió a tocar sutilmente su trasero, ella se apartó y alejó sus manos con una sacudida.

—Imbécil —gruñó.

Salió del lugar para tomar aire, pero el chico la había seguido hasta la salida, daba traspiés en cada metro que avanzaba.

—Vamos, bonita. No me dejes así... —Se acercó y la tomó del brazo, su aliento apestaba a alcohol—. Yo sé que quieres...

—Déjame en paz, ¿sí? —siseó y lo miró directamente a los ojos.

—Bonita... —Antes de que volviera a ponerle una mano encima, le dio un rodillazo en los bajos, eso era lo que le había enseñado Ryan, su mejor amigo, al que no veía desde hacía tiempo.

El chico se quejó de dolor y se llevó las manos al centro de sus pantalones, sucios y mojados. Becca sonrió cuando ese muchacho ebrio regresó al lugar sin insistir de nuevo.

—Eso no fue grato, pobre chico —dijo una voz detrás de ella, una que comenzaba a reconocer casi a la perfección.

Inmediatamente sintió que su corazón comenzó a bombear más rápido cuando volteó para mirarlo. Allen mantenía las manos dentro de los bolsillos de su pantalón desgastado, lucía como siempre, demasiado atractivo. Pantalones vaqueros, una chaqueta negra y tenis oscuros: era un estilo casual, pero muy ardiente en él. En ese momento, sus ojos parecían ser la misma noche, el anillo dorado apenas resaltaba en el borde de sus pupilas. Por más que veía una y otra vez sus ojos, siempre terminaba maravillada. Es que eran demasiado bellos, además que su mirada era penetrante.

—Se lo merecía —contestó ella con la voz rasposa.

Becca tosió para aclarársela.

¿Por qué siempre él la perturbaba?

Allen estiró los labios en una media sonrisa, aunque no era de felicidad, pues sus ojos no brillaron. Después la miró fijamente, con el rostro serio, mientras el corazón de Becca parecía un colibrí en su pecho.

—Yo... lo siento por lo de ayer, no quería decir eso. —Su voz fue sincera, y la intensidad de su mirada casi hicieron que perdiera el equilibrio—. Te salvaría todas las veces si fuera necesario —susurró con convicción.

Becca asintió y desvió la mirada.

—Está bien, no es necesario que te disculpes, creo que también pensaba que no lo habías dicho de verdad. —Se encogió de hombros, sin tener idea de cómo llevar a cabo lo que se había propuesto ayer por la noche respecto a él.

¿Cómo acercarse de esa manera? Él parecía tan impenetrable en todas sus defensas... Sus pozos oscuros no dejaban de mirarla, y eso provocó que comenzara a jugar con el doblaje de su blusa azul.

—¿Estás también en esta fiesta? —preguntó Becca.

Allen soltó un suspiro, dubitativo. Sin duda no le diría la verdad.

—Solo vine a pasar el rato —respondió él sin más detalle—. Parece que tienes imán con los hombres que intentan sobrepasarse —dijo de pronto con un matiz burlón.

La joven frunció las cejas.

—Tal vez, pero sé defenderme sola —murmuró, pero al ver que Allen alzaba una ceja críptica, se rindió—. Bueno, algunas veces.

—¿Con quién vienes? —preguntó Allen.

Becca parpadeó sorprendida, no podía creer la conversación que estaban manteniendo. Sin palabras cortantes o duras. Era la primera vez que hablaban de aquella forma.

—Con una amiga, que creo sigue con su novio —dijo ella.

Susana siempre la dejaba sola si se encontraba presente su galán. La próxima vez no volvería a aceptar tan fácil.

—¿Y por qué no buscas compañía? —cuestionó él, divertido.

Becca curvó levemente las comisuras de los labios.

—Creo que tú calificas como una, ¿no?

—Tal vez, pero no como una buena —discutió Allen con un hilo de voz.

Y ahí estaba de nuevo.

Becca no pudo evitar apretar los labios.

—Yo creo que podrías ser una buena compañía, al menos para mí —defendió y atoró su mirada en él.

Sus ojos oscuros brillaron, pero otra vez negó con la cabeza.

—Sé que no sería así. —Allen elevó la vista y ladeó la cabeza en dirección opuesta.

Becca siguió su mirada y se encontró con Susana y Dylan. Él la sujetaba por las caderas para que no se tropezara. Soltó un bufido.

—Oye, Becca, creo que tendré que ir a dejar a Susana a su casa. No puede conducir así. Yo no traje auto, así que... —Se percató de quién se encontraba al lado de ella, pero Dylan prosiguió sin inmutarse—: ¿Quieres que pase a dejarte...?

Sabía que debía hacerle caso; sin embargo, no quería dejar de hablar con Allen, se perdería una oportunidad que parecía de oro, por lo que intentó ser lo más convincente posible.

—Pues yo vivo casi a veinte minutos de la casa de Susana, no quiero retrasarlos. —Señaló a su amiga con el índice, quien le hacía mimos a su novio como una niña pequeña—. Sobre todo, en su estado.

Dylan miró de reojo a Allen, seguramente pensaba que él era la causa de su evasiva.

—Está bien, te llamaré cuando Susana esté en casa. Pero entonces, cómo te vas a ir...

Bien, esa era la oportunidad. Allen seguía a un lado con postura indiferente, pero sabía que escuchaba la corta conversación entre ellos.

—Él vive cerca de mí. Supongo que no te molestaría llevarme... —murmuró Becca antes de mirarlo con un poco de vergüenza.

Allen vaciló y después asintió, incluso ella pudo atisbar un brillo en su mirada que no pudo descifrar.

—Seguro —aceptó Allen.

Becca sonrió imperceptiblemente y volteó hacia Dylan, quien ya comenzaba a alejarse junto con su mejor amiga.

—Está bien, nos vemos mañana, Becca.

La joven soltó un suspiro de alivio y se volvió hacia Allen dubitativa. La boca se le secó. Dios, realmente le encantaban sus ojos, eran como dos pozos misteriosos rodeados de oro. Así podía describirlos y, de alguna forma, supo que él también podía sentir la misma tensión que ella, lo mostraba en ellos.

—No te molestará llevarme, cierto... —rompió el silencio.

Allen pareció reaccionar de su trance y quitó la mirada de ella con confusión.

—No. Al menos que te moleste montar en motocicleta.

Allen tomó el único casco que había y se lo tendió sin mirarla a los ojos, casi evitaba verla, lo que la desconcertó.

—No soy tan delicada, sé lo que hago. —Rodó los ojos, aunque el corazón revoloteaba en su pecho.

Se subiría a su motocicleta, eso era más de lo que pudo llegar a imaginar la primera vez que lo vio. Él subió y esperó a que ella lo hiciera también. Becca subió sin problemas, aunque al rodear con los brazos el pecho de su compañero por seguridad, la sangre subió de prisa a sus mejillas. Era una fortuna que él estuviera de espaldas y no pudiera verla.

—Eso no es muy conveniente —dijo Allen antes de arrancar la motocicleta con un estruendoso rugido.

Durante todo el trayecto, Becca tan solo era consciente de su pecho duro y torneado y la caricia del viento que despeinaba sus cabellos. Aunque sus palabras la habían dejado confundida, sin saber muy bien a qué se refería.

No había podido avanzar más allá en su diario, había sido demasiado doloroso leer aquello, aunque suficiente para que entendiera que lo poco que él mostraba solo era lo que sus barreras permitían. Las mismas que ella quería derrumbar.

Cuando llegaron, Allen estacionó la motocicleta en un cajón del estacionamiento y bajó después que ella. Becca le devolvió el casco después de pelearse con él para quitárselo.

—Allen... ¿Qué querías decir con eso de que no es conveniente? —cuestionó e intentó sonar desinteresada.

Él apretó los labios mientras comenzaban a caminar.

—Solo tómalo como sugerencia.

—¿A qué?

Allen detuvo su paso y la miró de una manera extraña, con un brillo que se sentía entre el anhelo y amargura.

—En pocas palabras, no es bueno que intentes ser mi amiga —dijo con apatía.

Sin duda, no quería acercarse a ella. Y ella quería lo contrario. Ya no importaban las consecuencias, tampoco si al final terminaba por perder. Lo intentaría.

• ────── ✾ ────── •

Finalmente llegaron frente a sus apartamentos, aunque ella se había acercado a él sin despegarle la mirada. Sentía el corazón de nuevo un poco agitado y la sensación de deseo cada vez que él estaba demasiado cerca. Fue bueno ver en sus pozos oscuros la misma emoción. Él se estaba conteniendo, lo sabía. Lo podía sentir.

—¿Por qué te empeñas en alejarme de todas las formas? —preguntó Becca con la voz temblorosa, efecto de su cercanía.

Allen paseó la mirada por todo su rostro con palpable anhelo y resignación.

—Porque es lo mejor, créeme. No soy un buen prospecto para ti... No me conoces y no sabes en lo que te meterías si intentas algo conmigo... —dijo con la voz ronca.

Sus palabras ponían excusas, barreras, mas ella veía en sus ojos todo lo contrario, incluso había tensado la mandíbula y los hombros. Ella le provocaba el mismo efecto, el mismo deseo que corría por las venas de su cuerpo. Y Allen luchaba por detenerse y congelar ese ardor.

Becca no fue consciente de cómo se acercaron más ni cuándo sus piernas se movieron, pero ahora podía ver sus labios carnosos con mayor detalle, su fresco aliento rozó su rostro y la hizo temblar de anticipación.

—Tú tampoco me conoces —contestó ella en un susurro—. Tal vez yo puedo ser más peligrosa que tú.

—No lo hagas —espetó Allen y dio un paso hacia ella, contradiciéndose.

—No lo hagas tú —respondió ella con la respiración entrecortada.

Entonces sintió sus cálidos labios sobre los suyos.


***

Sígueme en instagram @eberthsolano y en twitter @eberth_solano ❤

No te olvides de comentar, votar y compartir la historia 🙏  

Continue Reading

You'll Also Like

115K 87.9K 61
Sinopsis. "Los Demonios Mentales" Yannick Walker es un joven lleno de sueños, pero demasiado extraño. A pesar de que su vida no es tan buena como s...
218K 15K 29
Sissi prioriza su independencia y Nash podría ser catalogado como un troglodita. Sissi odia que controlen sus movimientos y Nash se excusa en su natu...
190K 24.3K 39
〔﹕˚⌖❛And Time is Bot paper Moon❜⌖˚﹕〕 │ ❛─ Zewu-Jun. Una vez me contaste acerca de una casa rodeada de gencianas, donde visitaste una vez al mes...
181K 37.2K 68
-bien, no digas más, es obvio lo que sucede, haz viajado en el tiempo -Naruto abrió sus azules bastante -sí sigues hablando alterarás la historia, ve...